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Lobos en la noche, tan sigilosos que ni los pájaros pueden oírlos, un instinto natural de supervivencia que se mantiene vigente desde siglos atrás, cuando su raza prosperaba en la vida salvaje. El bosque era oscuro, frío, e irreal, falso en el internado pero real en sus mentes. MinHee se mantuvo serena a la hora de ir adelante junto a NamJoon, ambos llevaban la delantera por ir con linternas, aunque un pequeño miedo los guiaba hacia la salida.


No sabían exactamente la hora de esa noche, pero no les interesaba. La adrenalina los movía, haciendo que pasen por los enormes árboles rasgados... se detuvieron, con el corazón latiendo a toda velocidad el grupo de adolecentes vio las líneas laterales marcadas en el tronco. El moreno movió la luz de su linterna hacia ese lugar, haciendo que se oyera una exclamación de sus amigos.

―No puede ser. ―jadeo el pelinegro― ¿Es lo que parece?

―Son marcas de Alfa. ―asintió el más alto, avanzando hasta el árbol, toco las marcas con la llema de sus dedos― Parece que sus garras salieron. Estamos cada vez más cerca del área de los Instructores, pero estas marcas no parecen de hoy.

MinHee quedó congelada, en su cabeza solo pasaba la imagen de su hermano gemelo, de esa forma espeluznante, fuera de si, le daba miedo pensar en otros Alfas de esa forma. ¿Y si sufrían? Sus ojos se aguaron, negó, era inhumano lo que hacían con ellos, hacerlos sufrir de esa manera... eran adolescentes. Unos niños extrañando a sus padres.

Los brazos de Yi Xan la rodearon, transmitiendo su calor con un reconfortante abrazo.

―Tenemos que seguir. ―dijo la castaña― Se nos hará tarde.

―Tienes razón. ―suspiro el Jung― Quiero encontrar a los chicos, o al menos saber donde están, esos bastardos no se saldrán con la suya.

Para su sorpresa, no tuvieron que caminar mucho hasta llegar frente a un muro de alambrado gris, parecía absurdo pensar en treparlo sin sufrir consecuencias. Así que MinHee habló, nerviosa.

―El alambrado puede tener electrochoques.

―Pero los de Alfas, Betas y Omegas no. Eso es extraño, nos dejan pasar como si nada a pesar de todo.

Sus palabras fueron cortadas al notar unos movimientos bruscos a su lado, su boca se abrio con sorpresa y antes de poder evitar que se detenga, Hoseok ya había tirado una piedra al muro, haciendo que un electrochoque iluminara la noche, como truenos destellantes. Ellos retrocedieron con cuidado para no herirse.

―Muy bien genio, es obvio que seremos pollo frito si nos colgamos.―bufó.

―Déjenme esto a mi.―les dijo.

El grupo de amigos vio como el moreno con apariencia de loco desaparecía entre las penumbras de la noche, media luna alumbraba sobre ellos. La rubia, con sus ojos cerrados le rezo en silencio, pidiéndole piedad para encontrar a su hermano gemelo, poder abrazarlo nuevamente y huir de ese internado infernal. Yi Xan se aferró al brazo de la castaña cuando el viento movió con su fuerza los enormes árboles que las rodeaban

Hoseok clavo su vista en MinHee, quedó hipnotizado por la belleza de la Omega, ahora entendía a TaeHyung y YoonGi, cualquiera se enamoraria de ella en segundos a su lado. Tenía esa piel tan fina que tentaba a ser mordida, y un aroma tan suave que que le había cosquillas al sonrojarse. «Detente.» se dijo a si mismo, les dio la espalda a las chicas e inhalo aire para luego votarlo. No esperó el momento en que las rejas dieran un chispaso para luego parecer ser desconectada de su principal función. Anonado volvió su vista a las femeninas, ellas se encontraban en el mismo estado que él.

―Ese maldito loco lo logró.―murmuró sin creérselo.

NamJoon apareció corriendo a su lado, de su mochila sacó una cuerda y la avento al otro lado de la reja.

―Las damas primero.―les cedió el paso.

Yi Xan fue la primera en tomar la cuerda para así comenzar a trepar los alambres que ya no eran peligrosos, atrás de ella la siguieron sus dos amigas. Todos se preguntaban como era que el moreno pudo desactivar tan fácilmente un sistema de control complejo como ese, pero sabían que la inteligencia de NamJoon era superior a la de cualquiera en el internado.

Como siempre, los más listos son los más inadaptados en un mundo de ignorantes.

La chica no se atrevió a bajar su vista hacia el suelo, pues sabia que la distancia de este hasta ella era grande, cerró sus ojos mientras bajaba por la cuerda, y no se seguro hasta que piso la tierra del bosque. Suspiro, era verdad que le temia a muchas cosas, pero había sido criada en una fortaleza donde el mundo exterior era peligroso para ella. Su padre, un Alfa, y su madre, una Beta, le deseaban lo mejor a su hija lejos del peligro. Y he aquí la razón de dejarla en Acendrado, el internado más reconocido en todo el mundo, donde nadie la lastimaría.

―Hay que darnos prisa. ―susurró Hoseok.

Ahora, pasarían al distrito prohibido, el de los Instructores.

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