El Miedo

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Mientras tanto, en un pequeño y cómodo apartamento en alguna parte de la ciudad, Hank se encontraba durmiendo plácidamente, hasta que finalmente se despertaría ante los poderosos rayos del sol asomándose por su ventana y el despertador gritándole hasta el cansancio, Hank abrió los ojos y tras unos segundos se levantó, se bañó, se vistió y desayuno alegremente junto a su mascota. Tras un rato, salió del edificio y camino por la calle mientras hablaba por el teléfono.

— Oh...en unos 4 días... de acuerdo, gracias —Respondió Hank a alguien en el teléfono, hasta que al salir vio al frente algo que no se esperaba, la tienda de Wallace convertida en ruinas, la calle completamente despejada, unos carros negros estacionados y unos cuantos hombres y mujeres vestidos con trajes de negro, Hank quedaría en shock.

— Oh...no, no, no...no —Negó Hank lo que estaba viendo con miedo y arrepentimiento. Acto seguido salió corriendo rápidamente hacia donde alguna una vez estuvo la tienda de su amigo, y tras llegar al lugar, se acercó a las personas de traje negro.

— ¡Disculpe! ¿qué ocurrió aquí? —Pregunto Hank.

— Buenos días, señor, nosotros somos agentes de control de daños, vinimos a reparar los daños recientes a esta propiedad —Respondió uno de los agentes, señalando la tienda.

— ¿Pueden decirme que paso aquí? —Pregunto Hank.

— Bueno, señor, ayer en la noche alguien entro al lugar y lo prendió en fuego, se llevó todo el dinero de la máquina registradora y algunas bolsas de papa —Respondió otro de los agentes. Dejando a Hank atónito y aterrado.

— Disculpe ¿puede irse? tenemos que cubrir el perímetro —Pregunto una agente.

— Oh... ¿Dónde está Wallace? —Pregunto Hank.

- Tristemente, Sufrió el mismo destino que su tienda, ni siquiera quedo un cuerpo completo que enterrar —Respondió uno de los oficiales. Dejando a Hank atónito y temblando.

-No...no puede ser...no —Negó Hank desconsolado, llevándose las manos a los ojos.

— Lo lamento, señor, debió ser alguien cercano a usted —Dijo uno de los agentes.

— El...era un buen amigo... lo conocía a él...y a su familia...desde que me mude a mi apartamento hace unos años.

Respondió Hank recostado en un poste de luz con tristeza y arrepentimiento.

- ¿Sabe quién pudo haber hecho esto? ¿Él le conto de alguien que quisiera hacerle algo? —Siguió preguntando el agente, dejando a Hank como una hoja de papel.

— Le pregunto de nuevo ¿Sabe quién pudo haber hecho esto? —Pregunto nuevamente el agente.

— Si, él me Dijo que se había enterado de algunas tiendas de la ciudad que fueron incineradas y que temía que su tienda sufriera el mismo destino —Respondió Hank con pena y tristeza.

— De acuerdo, muchas gracias por su colaboración ¿puede retirarse, por favor? —Dijo el agente, acto seguido Hank se retiraría caminando con tristeza y dolor del lugar donde alguna vez trabajo su amigo mirando hacia atrás con un rostro devastado.

Unas horas después en un almacén en las partes más recónditas de la ciudad se encontraban Joey, con un traje elegante y unos auriculares genéricos, frente a un montón de sujetos de mala pinta con armas escondidas en sus trajes.

— ¿Así que el jefe quiere que vayamos a interrumpir la inauguración y causar alboroto, por qué sí?

Pregunto confuso uno de los sujetos, un tipo musculoso, cabello rubio y ojos azules.

—Exactamente —Respondió Joey con algo de nervios intentando mantener la seriedad y compostura.

— ¿Pero por qué querría que arruinemos la inauguración del hospital en la que el tanto ha invertido? —Pregunto con sospechas otro sujeto, de cabello y ojos oscuros, dejando a Joey callado.

—El miedo.

—El miedo es la emoción más fuerte de todas... —Hablaron Myers y Joey sincronizadamente, ante la mirada interesada de los tipos en el almacén—. El miedo es capaz de crear catástrofes y monstruos, de hacer a la gente hacer cualquier cosa por la desaparición de este miedo, dándole espacio al jefe a manipularlos y usarlos más fácilmente con la promesa de una solución. El miedo es capaz de hacer que un hombre abandone a su hermano, que un hombre abandone a su hijo ...

—O que un hombre traicione a un amigo —Dijo Myers en tono abajo por el comunicador con la cabeza agachada y la mirada triste y perdida, callando a Joey casi al instante, dejándolo algo confuso e intrigado

—¿No será otro el motivo? —Pregunto insatisfecho y dudoso uno de los hombres, un hombre de cabellera y ojos negros.

—No —Respondió Joey seriamente, tras haber terminado su mediocre actuación, la cual solo dejo satisfechos a algunos cuantos, pero a pesar de eso, cumplirían

— Bien hecho, mi fiel esclavo —Bromeo Myers, enojando a Joey y casi logrando un tono burlón.

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