Un robo y un periodista

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Mientras tanto en el banco principal de ciudad media, Hank se encontraba caminando, buscando a alguien, hasta que finalmente se encontró con el jefe del banco, un hombre ya bastante mayor, de cabello gris, unas gafas corrientes tapando sus ojos cafés y un estado físico normal.

— Buenas tardes, señor, soy Hank Lester de noticias diarias, ven...

— ¿Viene por el robo? —Le interrumpió el Gerente, a lo cual Hank asintió con la cabeza.

— Sígame —Respondió el Gerente, para inmediatamente irse con Hank hacia una de las habitaciones.

— Bueno, los oficiales vinieron en la mañana, revisaron las cámaras, pero no encontraron nada, el dinero simplemente desapareció, revise todo lo que quiera, pero si ellos no encontraron nada, dudo que usted pueda encontrar algo —Dijo el Gerente, mientras ponía el video.

— De acuerdo, muchas gracias —Respondió Hank, mientras se acomodaba en una silla.

— Aquí esta —Dijo el Gerente, mientras mostraba el video en pantalla, ante la mirada atenta de Hank. En este se podía ver como el dinero de la bóveda desaparecía, pero Hank se percató de un pequeño detalle.

— Espere, regréselo—Dijo Hank, ante lo cual, el Gerente confundido, devolvería el video al inicio tras unos segundos.

— Bueno, parece que tenemos a alguien con el poder de traspasar paredes —Dijo Hank.

— ¿Cómo? Yo no veo nada.

— En el minuto 0:37, se puede apreciar una pequeña sombra traspasar la pared, parece ser que nos enfrentamos a alguien con poderes de invisibilidad o intangibilidad, aunque esa forma de entrar a la bóveda me recuerda a...

— ¿Cómo es que vio eso? ni yo ni los policías vimos nada.

— Ah...tal vez no se fijaron bien, un error le sucede a cualquiera —Dijo Hank.

— Eh... como digas —Respondió el Gerente.

Tras un tiempo.

— De acuerdo, eso fue todo, muchas gracias, tenga un buen día —Dijo Hank.

— De nada, usted también, tenga buen día —Respondió el Gerente aun confundido, mientras Hank se iba lentamente del banco.

Varias horas después Hank estaba entrando en una pequeña tienda cerca de un gran edificio.

— Buenas tardes, Wallace —Saludo Hank con alegría al vendedor de la tienda, un hombre ya mayor, de cabello plateado, flaco y de ojos cafés, vestido con una camisa anaranjada oscura y con manga corta y unos jeans negros.

— Buenas tardes, Hank.

— ¿Cómo va el negocio?

— Tristemente no está en su mejor momento, apenas y consigo lo suficiente para alimentar a John y a Sara.

— Lo lamento Wallace, perdón por no haber venido tanto estos días, pero hay que tener fe y no rendirse, estoy seguro de que todo mejorara, si quieres te puedo ayudar, yo...

— No es solo eso...ah...he estado investigando diferentes tiendas en la ciudad, varias han desaparecido, convertidas en cenizas, pero la policía no ha actuado, ni se ha informado por las noticias y...temo ser el siguiente...

— Wallace, te prometo que no pasara nada, cuentas conmigo en lo que sea, confía en mí.

— Gracias, Hank...lo hare.

— No hay de que.

—Bueno ¿Qué es lo que necesitas, Hank? ¿Viniste a hablar o a comprar? ¿Eh?

—Un poco de ambas, Ya sabes, lo de siempre —Bromeo Hank. inmediatamente, Wallace cogió una botella de agua y un sobre con mentas y se los paso a Hank.

—Gracias.

—Un placer, Hank —Respondió Wallace, mientras Hank le daba su paga.

—Buenas noches, Wallace, todo mejorara, te lo aseguro, nos vemos mañana —Respondió Hank, para acto seguido salirse de la tienda con rumbo al apartamento de al lado, mientras el cielo se oscurecía, viendo en el camino unos autos policiales, con las sirenas sonando, persiguiendo a un auto corriente, en el cual, sobresalía un matón que se asomaba por la ventana para disparar al auto policial, ante lo cual, Hank solo se resignaría a mirar hacia el suelo y suspirar desanimado.

comenzando la noche, Hank ya se encontraba en el estudio de su casa, recostando en el sofá y con el televisor frente a él.

— Se ha reportado esta mañana el robo al banco principal de la ciudad, los oficiales están trabajando en el caso, pero no se han podido encontrar ninguna evidencia —Dijo la reportera—Y entre otras noticias, he aquí algunos de los clips más famosos sobre el tema del momento, los superhumanos —Dijo la reportera y enseguida se pusieron en pantalla varios clips, primero uno de un monstruo gigante de agua destruyendo edificios, luego otro clip, este era sobre un monstruo verde incendiando todo a su paso y matando inocentes, después otro sobre un tipo con un traje altamente tecnológico y ridículo que controlaba el clima y le lanzaba rayos a otro tipo con un traje azul, el cual también le lanzaba rayos, y por último, un clip sobre un hombre gigante y musculoso, en calzoncillos, el cual corría por toda una ciudad, dejando todo destrozado —Los superhumanos nos acechan, las historietas que leíamos de chicos cobran vida, y el caos y el miedo están invadiendo nuestros hogares y corazones ¿Qué le espera a la humanidad? ¿Este podría ser el fin de la raza humana tal y como la conocemos? ¿Qué harán la policía y el ejercito contra esta nueva amenaza? —Dijo la reportera. Hank dejo de mirar un momento a la pantalla, bajo la mirada y la detuvo en una de sus manos, la cual comenzó a atraer el aire a su alrededor, hasta formar un tornado a pequeña escala, su mirada reflejaba temor, dolor e incertidumbre, tras unos segundos, una lagrima silenciosa escaparía de su ojo, y sus manos comenzarían a temblar hasta dejar el tornado deshecho, tras lo cual solo se secaría el ojo rápidamente, y agacharía su cabeza, juntado sus temblorosas manos, resignándose y poniendo los ojos en frente.

— Y entre otras noticias, se acerca la llegada del hospital Heuso, el cual será inaugurado en persona por el alcalde Corrum en 2 días, quédese atento y espere pacientemente por lo que aseguramos será un gran evento, pero eso no es todo, siga atento y no cambie de ca... —Dijo la reportera, siendo abruptamente interrumpida, después de que Hank apagara el televisor.

Hank se levantó con cansancio del sofá y fue a su dormitorio a buscar algo, pero entonces de eso alcanzaría a ver algo por la ventana del dormitorio, un hombre de cabello pelirrojo, ojos azules y algo desnutrido, el cual miraba de reojo algo en uno de los bolsillos de su chaqueta, quien entraba a la tienda de al lado, Hank dudaría, el miedo comenzó a entrar en él, ¿era lo que creía que era o solo estaba siendo paranoico? Hank entraría en un debate de ir a descubrir la verdad o quedarse, una parte de si le gritaba que fuera, y la otra le pedía que fuera razonable, que se quedara y durmiera, que probablemente no pasaría nada y que solo causaría alboroto. Hank tenía que decidir rápido, así que, con una falsa sonrisa de seguridad, decidió quedarse, diciéndose a sí mismo que de seguro no era nada. Hank lo dejo pasar y fue a su cocina en donde su pequeño perro, Puggie, un tierno y pequeño pug, se encontraba durmiendo en su camita, se sirvió un frio vaso de agua, rápidamente se lo tomo y se fue a acostar, con algo de miedo aun latente.

Un nuevo día se alzaba y dentro de un almacén en las partes más recónditas de la ciudad se encontraba en una de las habitaciones, Joey, atado a una silla y con cinta adhesiva pegada en la boca, finalmente se despertaría y se daría cuenta de su triste situación, comenzaría a intentar gritar o mover la silla, fracasando una y otra vez.

—Buenos días, bello durmiente —Saludo Myers, mientras sostenía una taza de café. Joey intento hablar, pero no pudo gracias a la cinta adhesiva, tras lo cual Myers le quito y volvió a seguir tomando su Café.

— ¿Cómo llegue aquí de nuevo? Recuerdo que ayer estábamos discutiendo el plan... —Pregunto Joey enfadado.

— ¿Sabías lo efectivo que es una lámina de metal para poner a dormir a alguien?

— ¿Pero...por qué? —Pregunto Joey confuso y enojado

— Considero que para mejor empeño laboral descansar correctamente es fundamental —Respondió Myers, tratando de hablar de forma elegante y extravagante—. Bueno... —Dijo Myers rompiendo el silencio y acto seguido desato a Joey de la silla.

— Bueno, comencemos.

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