Una Decisión

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Unas horas después, Hank finalmente despertó y se dio cuenta que se encontraba acostado en la cama de una habitación que definitivamente no era la suya, rápidamente se dio cuenta de que estaba en un hospital al ver a una enfermera, al detective MacArthur y a sus padres al frente.

— Creo que despertó... —Dijo el padre de Hank.

— ¡Hijo! Despertaste —Grito la madre de Hank con alegría, sentándose en la cama junto a su hijo.

— ¿Qué...que hacen aquí?

— El detective MacArthur decidió contactarnos después de lo que ocurrió —Respondió la madre de Hank, señalando al detective.

— ¿Qué les dijo?

— Nos contó que te metiste con un criminal, el cual por poco te asesina de no ser por su intervención —Intervino el padre.

— ¿Qué fue lo que paso, hijo? —Pregunto la madre.

— Yo...prefiero hablar de esto después...

— Señor Lester, estábamos esperando a que se despertara para llevarlo a hacerle una radiografía, después de eso podrá irse, en serio tuvo suerte de que su atacante no le haya provocado heridas más graves.

— ¡Oh! ...de acuerdo.

— Oiga... ¿puedo hacerle unas preguntas a su paciente antes de que se lo lleve? —Pregunto MacArthur a la enfermera, ante lo cual ella asintió.

— Hank... ¿Podrías darme una descripción física de tu atacante?

— Eh...claro, era un hombre de cabello pelirrojo... unos ojos azules muy claros... parecía algo desnutrido...ah, y usaba ropa oscura.

— Muchas gracias, Hank —Respondió MacArthur, Tras esto MacArthur se retiró y Hank fue llevado a hacerse la radiografía.

Tiempo después, la familia finalmente pudo retirarse del hospital, para irse juntos en el carro de los padres.

— Bueno, hijo, creo que sería buen momento para que nos cuentes lo que ocurrió —Dijo el padre, después de haber encendido el auto y haberlo sacado del lugar.

— De acuerdo...es que... solo quería un momento para tranquilizarme y digerir lo que paso.

— Está bien, hijo, si aún no te sientes listo para contarnos, nosotros no te vamos a forzar.

— No, tranquila mama, es el momento.

— Solo si tú quieres, hijo.

— Yo...falle una promesa a un amigo...pude salvarlo, pero no lo hice...y por mi culpa ya no está...y el hombre que lo mato... era el del callejón... y cuando lo vi...yo...hice una estupidez —Dijo Hank con vergüenza y mirando con tristeza el piso del auto.

— Hijo, habrá cosas en tu vida que no podrás evitar y la muerte es una de ellas, no puedes estancarte en eso, debes seguir adelante y tomarlo como motivante, el único que tendrá que imponerse el peso de esa muerte será ese hombre, no tu —Respondió el padre de Hank.

— Lo sé, papa...pero es que...siento que pude haber hecho algo...siento que...tal vez sea hora...

— ¡No, hijo, no! ya lo hemos hablado antes, y sabes que opino.

— Lo sé, papa, pero es que...cada que veo a alguien sufriendo, siento que es mi responsabilidad...y me duele no usar mi poder para hacer algo.

— ¿Hijo, estas seguro de que quieres hacerlo? Tu vida no será la misma cuando tomes esa decisión, piensa en eso —Dijo la madre de Hank.

— Papa, cambia el rumbo del auto —Dijo Hank tras unos segundos, lo cual los padres entendieron rápidamente y el padre suspiro cansado y se resignó.

— ¿A dónde?

— A nuestra casa, por favor.

— Está bien, hijo... —Respondió el padre, tras unos segundos.

Tras un tiempo, Hank y su familia finalmente llegaron a su hogar y Hank se dirigió hacia el sótano de la casa siendo seguido de cerca por sus padres, tras bajar las escaleras se encontró con la puerta que en su interior resguardaba aquello por lo que había venido, la familia entro y encontró lo que parecía ser una especie de nave espacial, bastante pequeña y estrecha, Hank se acercó a la nave viéndola detenidamente, habían pasado muchos años desde la última vez que la vio, la recordaba muy diferente a como la estaba viendo ahora, solo una pequeña cosa estaba exactamente igual a como la recordaba, la letra A de color rojo en las zonas laterales de la nave, la cual estaba en medio de un triángulo al revés, con bordes rojos y con el interior de un color blanco, Hank se acercó al Parabrisas de la nave, el cual era prácticamente una especie de barrera invisible e impenetrable, agarro con ambas manos las palancas que se encontraban en los lados frontales de la nave y las giro hacia atrás haciendo que el parabrisas se desvaneciera y finalmente se pudiera entrar en la pequeña nave, Hank metió sus manos allí y de allí saco una especie de "Maleta" bastante grande de color blanco con una A en medio de un triángulo al revés con bordes rojos.

— Muchas gracias —Dijo Hank, rompiendo el silencio que se había formado después de que habían entrado al sótano, los padres de Hank decidieron guardar silencio y asentir, aun preocupados por la decisión de su hijo.

Tras todo esto, la familia volvió al carro, y después de un largo viaje llegaron al apartamento de Hank, y tras un abrazo y unas palabras de despedida de sus padres, Hank se despidió, entro a su habitación y rápidamente se acomodó un momento en el sofá para descansar y reflexionar sobre lo sucedido antes de abrir la "Maleta" y ver su contenido, hasta que el celular comenzó a sonar, así que Hank, saco su celular de su bolsillo y contesto.

— ¿Hola? Hank, buenas noches ¿Qué tal?

— ¿Erick, eres tú? ¿Qué tal? ¿Cómo estás?

— Estoy muy bien, discúlpame por no hablarte en estos días, estuve algo ocupado con unos asuntos acá en Megalópolis, voy a volver a la ciudad muy pronto ¿Cómo has estado? ¿Qué me cuentas de tu vida?

— No muy bien la verdad, amigo, el trabajo ha estado... complicado y...un amigo mío... murió...

— Hank, lo lamento...debió ser muy doloroso ¿Cuándo sucedió? ¿Cómo lo mataron?

— Fue horrible... sucedió ayer en la noche, el desgraciado entro a su tienda y lo quemo vivo, me encontré con él hace poco y yo...hice una estupidez... y por poco no la cuento.

— ¿Lo quemo...vi...vivo?

— ¡Si! lo quemo vivo y cuando lo confronte, intento hacerme lo mismo.

— Eh... ¿Fu...fuego?

— Si... ¿Por qué?

— ¡No! Nada... no es por nada...

— Je, si no quieres hablar de eso, no hay problema, pero me lo dirás otro día ¿Eh?

— Vale... ¿Y cómo te sientes? ¿Qué fue lo que te hizo?

— Yo... fue una experiencia horrible...aun es difícil de asimilar que en realidad paso.

— Hank...aun estas aquí con nosotros, eso es lo que importa, espero te recuperes y te sientas mejor, debo irme, buenas noches, bendiciones, hablamos mañana, te lo prometo.

— Amen, Erick, buenas noches...y...gracias —Respondió Hank, Tras esto, Erick colgó la llamada.

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