Capítulo 3: Solo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

No tengo razones para vivir
A veces pienso que eso es triste,
No tener ganas de existir.

Sientes que desperdiciaste todo lo que viviste
Incluso cuando no puedes sentir
Reflexionas en lo que hiciste...

¿Que hay? No hay nada.
Nadie te escucha,
Hasta cierto punto enfada

Que tu tristeza sea mucha,
Que tu felicidad sea borrada
¿Cuando acabará tan mala racha?

Es entonces que quieres desaparecer
¿Por que el tiempo soportamos?
¿Que es lo que nos impide caer?

¿Por que seguir? ¿Que buscamos?
¿En que debemos creer?
¿Solo conocemos y amamos?

Fue así que en ese verso
Encontré un mensaje distinto
Al que me dió el universo.

Me encontraba en mi recinto,
Un lugar diverso
Que era alimentado por mi instinto.

Vacía era mi mente
¿Tenía algún propósito?
He allí el tema candente.

Mi vida, un hecho finito
Podría acabar tan dulcemente,
Ser olvidó o volverse mito.

Me encontraba en lo más bajo
En una angustia insana
Con las venas hechas tajo,

Un hueco por donde la sangre emana,
Acabando mi trabajo
Y mi vida llana.

Y aunque nunca fui devoto,
Por ningún Dios haber comprendido,
Me pregunté con el corazón roto

Si la vida tenía algún sentido,
Quizá, en algún lugar remoto,
Después de quedar dormido

Reciba algo de compañía.
Aceptaría cualquier cosa,
Desde la más fría arpía

En la cama más rasposa.
¿Quien será mi guía
Después de esta vida odiosa?

Fue entonces que me llene de lucidez,
Cuando me observé en el espejo
Supe que estaba haciendo una estupidez.

Valgo más, tanto que no aparejo.
La muerte me perdonó de forma cortés
Quizá llegaría a viejo.

Y yo, cual sería bendito
Con mi sangre el espejo toco,
Observandome marchito,

Iluminado por la luz de un foco.
Era claro. Cometía un delito.
El cual duraría poco.

Yo no debía cargar
con los problemas del mundo.
Siempre fui más de improvisar

Pero ahora, moribundo.
Por primera vez quise planear,
Después de todo ¿Por que me hundo?

Quería dejar huella en el camino;
Mostrar lo que el mundo esconde,
Que ellos eran monstruos y yo, el que vino

A enseñarle la maldad donde
Se formó este ser divino,
Yo mismo...
[...]
Quizá solo buscaba una excusa,
Un pretexto para que no muera
Después de perder a mi musa,

Es la explicación más sincera
O al menos la que mi mente usa
Para justificar los ataques que espera

A la gente.
¿Sentiría vergüenza?
¿Algo diferente?

No hay plazo que no venza
Ni sensación más ardiente
Distinto a lo que la gente piensa.

Solo quería asesinar,
Aun si mi mente no razona
¿Por que mi vida habría de acabar

Sin haberme puesto la corona?
¿Sin la vida de otros arruinar
Cómo lo hizo aquella lambiscona?

Fuera en el alma me toca,
En mayor afán no pienso
Y en como placer me provoca

¿Por qué en este mundo tan inmenso
Fue a mi al que golpeó la roca?
Si, quizá ese no fue el comienzo

Pero la rabia en mi enciende,
Incluso si a la gente no le agrada,
Veremos si alguien aprende

Después de robar la vida preciada.
Estoy cegado y por ende
Quiero perderlo todo sin ganar nada

Ya que por dentro estoy destrozado.
Si muero, será brillando
No con luz propia, sino de otro lado

Y aunque mi mente este divagando
Creo que mi propósito he encontrado
Pues algo dentro de mi a cambiado.

Fue culpa de aquellos
Que sin pensar me abandonaron
Preocupándose solo por ellos.

Pero bien, ellos se lo buscaron
Destrozando recuerdos bellos
Pues con todo arrasaron.

Se que nunca conoceré a otra persona
Que sea al menos la mitad de pura
A quien pueda ponerle la corona

Y hablarle con fina dulzura.
Ahora un recuerdo se amontona,
Sus palabras, su cuerpo y su locura.

"Pero que falto de de fortuna"
Dije al verme en el espejo
Que personas que amo no queda ninguna.

Y aunque de amor, velar no dejo
En mi, esperanza no queda ni una,
Al ser fugaz, lo que amo: alejo.

Y si para mí no hay consuelo,
Para nadie debería de haberlo,
No me quedaré en el suelo

Intentando contenerlo,
A mi manera llevo el duelo
Y la forma ban a conocerlo.

Solo hizo falta un mal día,
Sentir el peso de la derrota
Al saber que todo perdía

Para llegar a la conclusión remota,
Con la muerte como guía
Y una voluntad tácita y devota
Con la que no perderé. Nunca más.

Casa de Ximena

Era un sábado tranquilo, podía descansar después de la semana de exámenes y no se me ocurría mejor forma de pasar el rato que con Ximena.

Sus papás eran ingenieros y ambos tenían que hacer un diplomado fuera de la ciudad por lo que estarían fuera de casa por una semana.

Y heme allí, sobre el sofá de la casa de sus padres, con Ximena acostada sobre mi, mientras tomo su mano y juego con su cabello con la otra.

—Puedo ir contigo— dijo sin moverse de dónde estaba.

—No hace falta, puedo ir solo.

—No era una pregunta, puedo, VOY a ir contigo.

—No, no puedes.

Entonces ella levantó la vista y dijo

—¿No quieres que esté contigo?

—Estoy contigo justo ahora.

—Pero yo quiero acompañarte ¿Por que tienes que ir tú solo por su libro? ¿Por que no fue ella o por qué no envío a alguien más?

—Ya te dije que tiene miedo de volver allí, además la casa está segura, no me cuesta nada.

—Te cuesta perder tiempo conmigo.

—Tu me tienes todo el tiempo, iré allá de camino a casa y listo.

Ella abrió la boca y encajo sus dientes sobre mi pecho. Aunque me dolía, me limité a abrazarla más fuerte y cuando terminó me dijo:

—Eso es para que sepan que eres mío.

—Primero: Auch. Segundo: ¿Nadie va a verme el pecho, no es como que vaya a nadar o algo así y tercero: Yo ya soy tuyo.

Tranquilamente se volvió a acurrucar en mi, sujetando mi camisa con fuerza.

—Es para que no lo olvides.

Pasé toda la tarde con ella. Por poco me olvidó de regresar a casa, no sin antes recoger el libro de Samantha.

El viento era muy frío asi que me di prisa por llegar. Poco a poco oscurecia y no quería ir por la calle de noche con en temor de que alguien me asalte.

Cuando llegué a casa de Samantha me di cuenta de que estaba cerrada con una gran calcomanía entre la puerta y su marco. La calcomanía tenía escrito con letras muy grandes la leyenda de "Prohibido el paso".

Evidentemente lo ignore. Abrí la puerta. Sentí una brisa espectral. Una sensación de vacío en el ambiente, a pesar de ello seguí avanzando por la casa.

Pero me detuve, me detuve justo a lado de la cocina, donde una cacerola se encontraba sobre la estufa. Donde en la mesa estaba puesta la cena. Donde en el suelo reposaba una silla caída y una silueta marcada por cinta. Donde murió la señora Magallan.

En ese lugar alguna vez celebramos el cumpleaños de Samantha con velas y cupcakes. Curioso que donde alguna vez se celebrara la vida fuera donde lamantaramos la muerte.

Me sentí ensombrecido. Pesado. Tomé mi celular y encendí la linterna para observar mejor mi camino hasta las escaleras. Subí con cuidado hasta la habitación de Sam. Estaba a punto de abrir la puerta, tenía la mano sobre la perilla. Fue entonces que lo escuché.

Ese sonido. Eran pisadas. Hacían rechinar el piso de madera que había en la casa.

Me di la vuelta y alumbre con la linterna. Nada. Las pisadas cesaron.

No sé que habían sido esas pisadas pero me convencí a mi mismo de que no había sido nada. Mi corazón estaba a mil por hora. El silencio era abrumador y, una vez con el coraje suficiente, pude abrir la puerta.

Una vez adentro cerré la puerta.

Fui hacia el tocador de Samantha y pase mis dedos sobre la superficie. Apenas y tenía polvo.

Coloqué mi teléfono con la linterna hacia arriba justo delante del espejo. Di una vuelta para observar la habitación y después me apoye en el tocador para observar mi reflejo.

Honestamente nunca me gustó mi cara. Probablemente eso era lo que más me molestaba en la imagen del espejo. Hasta que "eso" se movió.
Me di la vuelta e inmediatamente tomé la linterna pero fue inútil. No había nada.

En otro lugar habría imaginado que era mi mente pero no allí, dentro de esa deplorable casa. Esa sombra no era mi mente.

Ese lugar me iba a volver loco si no salía pronto. Finalmente ví el libro justo sobre la mesita de noche. Lo tomé y abrí la puerta de inmediato.

Justo iba a salir cuando sentí algo recorrer mis pies pero cuando mire al suelo no encontré nada.

Avance por el pasillo una vez más y antes de llegar a las escaleras me topé con otra silueta en el piso. Esta vez era la del padre de Sam. Por un momento imaginé el sonido de una descarga eléctrica y el grito de un hombre al recibirla pero pero antes de que mi mente creara historias mis oídos escucharon el sonido de las sartenes chocando unas con otras en la cocina.

Solo. Así estaba pero entonces ¿Que había allí en la cocina? No estaba seguro de si quería aliviar mis dudas viéndolo con mis propios ojos así que busqué salir por la puerta trasera.

Sin embargo tenía que pasar a lado de la cocina de cualquier forma, por lo que tomé uno de los cuadros que estaban colgados sobre la pared y seguí caminando con la.linterna encendida.

Se seguía escuchando el ruido en la cocina, era como si estuvieran buscando algo de forma desesperada, el sonido de los cubierto cayendo al suelo poco a poco fue desvanecido de mi mente pues mis latidos ocupaban su lugar.

La madera crujió. Crujió apenas toqué el suelo después del último escalón. En la cocina el ruido cesó. De forma casi inmediata y sin ningún tipo de razonamiento decidí saltar al frente de la entrada a la cocina y arrojé el cuadro por el medio. Una sombra corrió. Y cuando dejé de gritar del miedo me di cuenta.

Había sido un gato. Un gato negro. Eso fue lo que sentí recorrer mis piernas. Esa fue la sombra de la habitación y también el ruido en la cocina. Seguramente había quedado atrapado en la habitación de Sam y su primer impulso después de salir fue el de buscar comida.

Estaba solo. A pesar de ello, aún tenía una duda ¿De quién eran las pisadas?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro