chapter twenty

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Peter deja caer el carcaj y clava el cuchillo en la espalda del mono repetidas veces, hasta que este suelta a la mujer. Furioso, Peter lo aparta de una patada, su pecho baja y sube a causa de la respiración irregular que experimentaban sus pulmones.

─¡Vengan, vamos! ─Gritó Peter lleno de rabia. Sin embargo, los monos se van a los árboles y se pierden en la jungla.

─Ve por ella. ─Le dice Katniss. ─Te cubrimos.

Peter levanta a la adicta del distrito 6 en brazos y la lleva a la playa observando su rostro que yace cubierto de desesperación y agonía. Peter deja a la mujer sobre la arena y Katniss va corriendo hacia ellos, corta la tela que cubre su pecho, revelando las profundas heridas que los animales le habían hecho. Peter jadea sorprendido porque se ve que no tiene salvación, el animal ha roto algo vital en su pecho.

Se queda tumbada en la arena, boqueando como un pez fuera del agua. Tiene la piel hundida y de un verde enfermizo, con unas costillas tan prominentes como las de un niño muerto de hambre. Podía permitirse la comida, pero se volcó en la morflina, igual que Haymitch en la bebida. En ella todo parece perdido: su cuerpo, su vida, la mirada vacía de los ojos. Katniss sostiene una de sus manos, que sufre espasmos, mientras que Peter coloca la cabeza de ella en su regazo.

─Vigilaré los árboles. ─Dice Finnick antes de alejarse.

Peter comienza a acariciarle el pelo, viendo la agonía que acaba lentamente con la mujer, decide hablar para distraerla un poco.

─Con mi caja de pinturas, en casa, puedo hacer todos los colores imaginables: rosa tan pálido como la piel de un bebé o tan fuerte como el ruibarbo. Verde como la hierba en primavera. Un azul que reluce como el hielo en el agua. ─El tono que Peter utiliza, enternece a Katniss, porque sabe que tiene los ojos cubiertos en lágrimas.

La mujer clava la mirada en los ojos de Peter, absorta en sus palabras. Peter le sonríe para tranquilizarla, ella le devuelve una sonrisa temblorosa.

─Una vez me pasé tres días mezclando pintura hasta encontrar el tono perfecto para la luz del sol sobre el pelaje blanco. Verás, creía que era amarillo, pero era mucho más que eso. Capas de todo tipo de colores, una a una. ─Vuelve a decir, sabiendo que ese tipo de tema le encantaba. La respiración de la mujer se ralentiza hasta no ser más que rápidas exhalaciones. Se moja la mano libre en la sangre del pecho y hace los pequeños movimientos giratorios con los que tanto le gustaba pintar.

─Todavía no he conseguido pintar un arco iris. Llegan tan deprisa y se van tan pronto... No he tenido el tiempo suficiente para capturarlos, sólo un poquito de azul por aquí o de morado por allá y vuelven a desaparecer. ─Resopla y luego trata de reír, pero sale un chillido ahogado. Vuelven al aire.

La mujer parece hipnotizada por las palabras, en trance. Levanta una mano temblorosa y pinta lo que parece ser una flor en la mejilla de Peter.

─Gracias ─Susurra él. ─Es preciosa. La otra flor también era muy hermosa. No la olvidaré jamás. Lo prometo. ─Finaliza.

Durante un instante, el rostro de la adicta se ilumina con una sonrisa y deja escapar un sonido chillón. Después su mano ensangrentada vuelve al pecho, deja escapar un último aliento y suena el cañonazo. Le suelta la mano a Katniss.

Peter se levanta del suelo y carga el cuerpo inerte de la mujer en sus brazos, camina despacio y pausadamente. Deja a la mujer flotando en el mar, y coloca una mano en su rostro para cerrar sus ojos. Después, vuelve a la orilla pero se queda al borde, solo y con sus piernas tocando su pecho rasguñado. Katniss y Finnick llegan poco después a su lado, la chica hace que se quite la camiseta interior, la cuál está rasgada por las garras del mono y él hombro derecho está destrozado y caído debido a los colmillos que fueron clavados ahí, aplica unas hojas magulladas en su pecho y clavícula.

─Salvó mi vida y ni siquiera sabía su nombre. ─La mirada de Peter en ningún momento va a Katniss o a Finnick. Solamente se perdió en el mar.  Katniss nota lo sensible que Peter se encuentra, pero no dice nada, por miedo a hacerlo sentir mal o incómodo.

Katniss coloca las manos en su cintura y apoya la cabeza en su espalda. Finnick le coloca el brazo por sobre los hombros y luego los tres se quedan mirando el paisaje durante un rato. De repente, las costras que ha dejado la niebla comienzan a picar, Finnick y Peter se rascan, a lo que Katniss los riñe.

─No se rasquen. Se va a infectar. ─Advierte separándose de la espalda de Peter y sentándose a su lado izquierdo. ─¿Creen que es seguro intentar ir de nuevo por agua?

Peter afirma y luego todos van de vuelta al árbol que Peter agujereaba para conseguir más agua. Los sucesos anteriores los han dejado con una gran deshidratación. Peter clava la espita en el árbol y cómo ha encontrado una buena vena, el agua comienza a salir a chorros.

Los tres sacian su sed y se dejan caer el agua al rostro para calmar el picor. Después, llenan unas cuantas caracolas de agua potable y vuelven a la playa.

Cuando Finnick le sugiere descansar, Peter rápidamente toma la oportunidad y trata de descansar no tomó mucho tiempo para que se quede dormido.

Peter despierta a mitad de la noche, escucha los sollozos de Finnick y se sienta desorientado, a su lado. El del distrito 4 lo observa con las lágrimas bañando sus ojos y mejillas, Peter abre los brazos.

─Ven aquí. ─Dice, no hace falta más palabras para que Finnick se lance a sus brazos y lo abrace mientras sollozaba ─Todo está bien Finn, todo está bien. ─Dice Peter mientras acaricia su espalda.

Finnick y Peter se quedan ahí, abrazándose y apoyándose mutuamente. Después, Peter decide romper el silencio que se forma entre ellos.

─Lo lamento Finnick. ─Peter se echa el pelo sucio atrás. ─Lamento no haber sido lo suficientemente fuerte para hacer algo más. Lamento que siempre me tengas que estar salvando, si tú no me hubiera cargado tal vez Mags... ─Finnick lo silenció.

─No digas eso. Los efectos que la niebla ejercía sobre tí no eran tu culpa. Mags decidió su destino. ─Le dice Finnick. ─Solo desearía que hubiéramos tenido más tiempo.

Peter asintió y siguió abrazando a Finnick, hasta que el miró hacia abajo y se echó a reír. Peter alzó una ceja confundido.

─Tu ropa interior es ridícula. ─Se ríe él, Peter finge enfadarse, pero en el fondo está feliz por hacer que se ría después de la muerte de Mags.

─¿Acaso mirabas mi entrepierna? ¡Finnick Odair! Eso es demasiado raro. ─El susodicho abre los ojos pero aún se ríe. ─Oh hombre, ya puedo oír a las señoritas del Capitolio decir, ¡Finnick Odair tira para el otro lado! ─Dice Peter mientras finge desmayarse, Finnick le da un golpe en el hombro.

─Cierra la boca. ─Le dice y se ríe.

─¡O mejor aún! Finnick Odair tira para los dos lados. ─Dice Peter ignorandolo. ─¿Te imaginas? No solo tendrías a las señoritas del Capitolio detrás de ti, si no también a los señoritos. ─Peter bate las pestañas tan comicamente que Finnick tiene que taparse la boca para no reírse fuerte y despertar a Katniss. ─Dime, ¿Te parezco atractivo?

Finnick decide seguirle el juego.

─¡Uff, y que lo digas! ─Finnick entrecierra los ojos y finge mirarlo de arriba a abajo. ─Las señoritas y señoritos del Capitolio deberían decir: "Uff, luce como Hércules" "Ese cabello largo y musculatura increíble le lucen demasiado bien" o "Está para morirse" ─Finnick y Peter se miran ante eso último, y recordando dónde están, estallan en carcajadas escandalosas.

De pronto, sienten un golpe en la nuca y se voltean. Una Katniss aún somnolienta pero enojada los observa con los ojos entrecerrados.

─Dejen dormir hombre. ─Exije la de pelo oscuro y se vuelve a acomodar para dormir. Peter y Finnick aprietan los labios para dejar de reír.

Ambos se quedan hablando y bromeando un rato, los párpados de Peter comienzan a pesar. Finnick se da cuenta de esto y lo manda a dormir.

─Peter. ─Lo llama, el se voltea. ─Muchas gracias.

El susodicho sonríe ampliamente.

─Para eso están los amigos.

Peter se vuelve a dormir.

Es media mañana cuando Katniss abre de nuevo los ojos. Peter seguía a su lado. Sobre ellos hay una estera de hierba apoyada en unas ramas que los protege del sol.

Se sentó y vió que Finnick no ha perdido el tiempo: hay dos cuencos tejidos llenos de agua fresca, y un tercero con un montón de marisco. Él está sentado en la arena, abriendo las criaturas con una piedra.

─Están mejor frescos. ─Informa, arrancando un pedazo de carne para metérselo en la boca.

El estómago le empieza a gruñir al oler la comida, así que prueba con uno. Verse las uñas llenas de sangre la detiene; al parecer, se ha estado rascado las heridas como loca mientras dormía.

─¿Sabes? Si te rascas, se te va a infectar. ─Señala Finnick.

─Eso he oído. ─Responde. Se mete en el agua de la playa y se lavó la sangre, intentando decidir si odia más el dolor o el picor. Harta, vuelve a la arena dando grandes zancadas, alza la cabeza y suelta:

─¡Oye, Haymitch! Si no estás demasiado borracho, no nos vendría mal algo para la piel, ¿Sabes? ─Resulta casi cómico lo deprisa que aparece el paracaídas. Levantó la mano y el tubo aterriza limpiamente en la palma abierta.

─Ya era hora. ─Suspira, aunque no consigue mantener el ceño fruncido. Se dejó caer en la arena al lado de Finnick y desenrosca la tapa del tubo. Dentro hay una pomada espesa y oscura que huele muy fuerte, a una mezcla de alquitrán y agujas de pino. Arrugó la nariz al echarse un poquito de medicamento en la mano y empezar a masajearse la pierna, se le escapa un suspiro de placer cuando compruebo que el potingue elimina el picor. También le da un espeluznante tono gris verdoso a las costras. Antes de empezar con la otra pierna le tiró el tubo a Finnick, que le mira vacilante.

─Es como si te estuvieses pudriendo ─Comenta. Sin embargo,  el picor vence la batalla, porque, al cabo de un minuto, él también empieza a echárselo en la piel. La verdad es que la combinación de las costras y la pomada es horrenda. No debería, pero a Katniss le hace gracia su sufrimiento.

─Pobre Finnick, ¿Es la primera vez en tu vida que no estás guapo?

─Seguramente. La sensación me resulta completamente nueva. ¿Cómo has hecho tú para soportarlo tantos años?

─Sólo tienes que evitar los espejos. Al final se te olvidará.

─No si sigo mirándote.

Se embadurnan de arriba abajo, incluso se turnan para echarse la pomada en la espalda, donde las camisetas interiores no les protegen la piel.

─Voy a despertar a Peter. ─Anuncia Katniss.

─No, espera, vamos a hacerlo juntos, los dos delante de su cara. ─Le dice Finnick.

Bueno, le quedaban tan pocas oportunidades para divertirse en la vida que no tuvo más remedio que aceptar. Se colocan a ambos lados de Peter, acercan la cara a pocos centímetros de su nariz y lo sacuden un poco.

─Peter, Peter, despierta. ─Le dice Katniss en voz bajita y cantarina. El muchacho se remueve y abre los ojos.

Cuando los abre, salta hacia atrás por el susto, un sonido sordo se escuchó cuando su cabeza chocó contra el suelo. Salta como si lo hubiesen apuñalado. Luego grita del susto.

Finnick y Katniss caen de espaldas sobre la arena, muertos de risa. Cada vez que empiezan a calmarse miraban a Peter, que intenta mirarlos con desdén, y les da otro ataque. Peter al final, cedió y se rió levemente debido a las niñerias.

Cuando consiguen recuperar la compostura, a Katniss se le ocurre que quizá Finnick Odair no esté tan mal; al menos, no es tan vanidoso ni creído como ella pensaba. En realidad, no está nada mal. Y, justo cuando llegó a esa conclusión, un paracaídas aterriza a su lado, cargado con un pan recién hecho.

Él le da vueltas al pan en la mano, examinando la corteza con un ademán un pelín posesivo. No hace falta, porque tiene ese colorcillo verde de las algas que le echan al pan del Distrito 4. Todos saben que es para él. Quizá sólo sea que acaba de darse cuenta de lo valioso que es y de que puede que no vuelva a ver otro pan en su vida. O puede que algún recuerdo de Mags esté relacionado con la corteza. En cualquier caso, lo único que dice es:

─Irá bien con el marisco.

Katniss ayudaba a Peter a cubrirse la piel con la pomada. El chico suspiraba de placer al sentir como aliviaba el dolor y la picazón. Finnick saca con destreza la carne del marisco. Después se reunen para comerse la deliciosa pulpa dulce con el pan salado del Distrito 4.

Todos parecen monstruos (encima, la pomada hace que algunas costras se pelen), pero Peter se alegró de tener la medicina, no sólo porque alivia el picor, sino porque también sirve para protegerse del ardiente sol blanco del cielo rosa.

Peter observa embelesado el cielo rosa, sonríe y se dedicaba a hacer dibujos en la arena. Katniss lo veía atentamente, mientras pasaba las manos por su cintura y lo admiraba. Durante un rato, la jungla parece casi estática, llena de zumbidos y reluciente, aunque sin alardear de sus peligros. Entonces oyen los gritos que vienen de lejos. Frente a ellos, una porción de la jungla empieza a vibrar, y una enorme ola sobrepasa la cima de la colina y las copas de los árboles para bajar rugiendo por la pendiente. Golpea el agua de la playa con tanta fuerza que, aunque están lo más lejos de ella que han podido, la espuma se les arremolina alrededor de las rodillas y lo empapa todo. Entre los tres logran recuperar las cosas antes de que el agua se lo lleve todo flotando, salvo los monos cubiertos de productos químicos, que están tan destrozados que a ninguno les importa perderlos. Suena un cañonazo, y ven aparecer el aerodeslizador encima del área en la que comenzó la ola y llevarse un cadáver de los árboles.

El círculo de agua se calma poco a poco, después de absorber la ola gigante. Vuelven a dejar las cosas en la arena húmeda y están a punto de sentarse cuando las ven: tres figuras a unos dos rayos de distancia, que salen de la jungla dando tumbos.

─Ahí. ─Dice Katniss en voz baja, señalando hacia los recién llegados. Peter y Finnick siguen su mirada. Como si se hubieran puesto de acuerdo previamente, los tres vuelven a las sombras de la jungla. El trío está en mala forma, se nota a simple vista. A uno lo lleva a rastras un segundo, y el tercero deambula en círculos, como si estuviese loco. Están completamente teñidos de rojo ladrillo, como si los hubiesen sumergido en pintura y los hubiesen puesto a secar.

─¿Quiénes son? ─Pregunta Peter. ─¿O son mutaciones? ─Mira a la persona, la figura que llevaban a rastras se derrumba en la playa.

La que lo arrastraba pisotea el suelo, frustrada y, en un aparente ataque de mal humor, se vuelve y empuja a la figura enloquecida. Finnick y Peter se miran con los rostros iluminados y gritan al mismo tiempo:

─¡Johanna! ─Después salen corriendo hacia las criaturas rojas.

─¡Finnick! ¡Peter! —Oye Katniss gritar a Johanna.

Peter sonríe al ver a Johanna de cerca, la cuál imita su sonrisa ante la imagen que yace frente a ella.

─¿Quien se desnuda ahora, eh? ─Señala Johanna. ─¿Por qué parecen a dos ratas? ─Peter y Finnick se echan a reír.

─¿Por qué pareces un bebé demonio? ─Pregunta Finnick.

─Ella siempre parece un bebé demonio. ─Peter mira al suelo y se sorprende al ver a las dos personas que Katniss inicialmente quería. ─¿Por qué tienes a Majara y Voltios? ─Johanna apunta a Katniss con la cabeza, Peter voltea y le hace una seña para que vaya con ellos.

─¡Los cuidé todo este tiempo! ─Dice Johanna alterada y comienza a explicar y a gesticular hacia la jungla y habla demasiado deprisa con Finnick y Peter, que prestan atención en todo momento a su relato. Cuando Katniss llega, se pone a gesticular aún más.

─Creíamos que era lluvia, por los relámpagos, y teníamos mucha sed, pero, cuando empezó a caer, resultó ser sangre. Sangre caliente y espesa. No se podía ver, ni hablar sin llenarte la boca. Estuvimos dando tumbos por ahí, intentando salir. Entonces Blight se dio contra el campo de fuerza. ─Peter hace una mueca y le da sus condolencias.

─Lo siento, Johanna. ─Le dice Finnick. Katniss tardaun momento en ubicar a Blight. Era el compañero de Johanna del Distrito 7, aunque apenas recordaba haberlo visto.

─Sí, bueno, no era gran cosa, pero era de casa —Comenta ella. ─Y me dejó sola con estos dos. ─Le da un golpe a Beetee, que apenas está consciente, con el pie. ─Le clavaron un cuchillo en la espalda en la Cornucopia. Y ella... ─Todos miran a Wiress, que está dando vueltas en círculo, cubierta de sangre seca, murmurando:

─Tic, tac, tic, tac.

─Sí, lo sabemos, tic, tac. Majara ha sufrido una conmoción. ─Explica Johanna. Eso parece atraer a Wiress, que se desvía hacia Johanna, pero ésta la empuja sin miramientos hacia la playa. ─Quédate quieta, ¿Quieres?

─Déjala en paz ─Le espetó Katniss. Peter hace una mueca. Johanna entrecierra los ojos y la mira con odio.

─¿Que la deje en paz? ─Sisea, dando un paso adelante antes de que Katniss pueda reaccionar; le da una bofetada tan fuerte que ve las estrellas. ─¿Quién te crees que los sacó de esa maldita jungla por ti? Serás... ─Peter se la echa a la espalda y se la pasa a Finnick, aunque ella no deja de retorcerse, la lleva al agua y la sumerge repetidas veces mientras ella le grita a Katniss un montón de cosas realmente insultantes. Peter la mira de reojo con una expresión sorprendida. Luego coloca las manos alrededor de su boca y grita:

─¡Exclamó la dulce princesa! ─Johanna le hace un gesto obsceno.

─¿Qué ha querido decir? ¿Los ha salvado por mí? ─Le preguntó a Peter. El se encoge de hombros, pero asiente.

─No lo sé. Al principio los querías. ─Le recuerda.

─Sí, es verdad, al principio. ─Miró el cuerpo inmóvil de Beetee. ─De todos modos, no me servirán de mucho si no hacemos algo deprisa.

Peter alza a Beetee en brazos y Katniss se lleva a Wiress de la mano a su pequeño campamento de la playa. Peter tumba a Beetee en el suelo, viendo la palidez que destilaba su piel. Le quitó el cinturón a Beetee y se lo pasó a Katniss por petición de ella. La ropa de Beetee está pegada a él por culpa de la sangre, así que Peter lo sostiene en el agua mientras Katniss se la quita. Tarda bastante en sacarle el mono, y entonces descubren también que también tiene la ropa interior saturada de sangre. No queda más remedio que desnudarlo para limpiarlo, Peter aparta la vista con un leve sonrojo en sus mejillas.

Bajan la estera de Finnick y tumban a Beetee boca abajo para examinarle la espalda. Tiene una raja de unos quince centímetros de largo desde el omóplato hasta más allá de las costillas. Por suerte, no es muy profunda. Ha perdido mucha sangre, eso sí, se le nota en la palidez de la piel, y la herida sigue abierta. Katniss se puso en cuclillas, intentando pensar.

─Ahora mismo vuelvo ─Le anuncia a Peter. El espera unos momentos y luego Katniss llega con un buen puñado de musgo de los árboles cercanos y se lo puso a Beetee en el corte y lo sujetó atándole las enredaderas alrededor del cuerpo. Consiguen que beba algo de agua y lo llevan a la sombra, al borde de la jungla.

─Creo que no podemos hacer más. ─Comentó la de ojos tormentosos.

─Así está bien. No se te da mal esto de curar. ─Le dice Peter con una sonrisa. ─Lo llevas en la sangre.

─No. ─Responde, sacudiendo la cabeza─Tengo la sangre de mi padre. Voy a ver cómo está Wiress.

Peter se sentó a una distancia considerable de Katniss, viendo como está enjuagaba a Johanna. De repente, una pregunta invadió sus pensamientos. ¿Qué tan lejos llegaría para salvar a Katniss?

No es como si alguien lo necesitara, Peeta era fuerte y ciertamente seguiría adelante, como siempre lo hace. Los amigos que tenía eran solamente superficiales así que seguirían como si nada, excepto por Delly, que tal vez estaría tan devastada como Peeta si es que moría. Pero ambos seguirían adelante.

Peter se quitó el medallón y lo abrió, en dónde estaban las fotos de Prim, la señora Everdeen y Gale. Se las había pedido a último minuto a Prim, ella extrañada, se las dió. Katniss debía volver, debía volver por ellos, porque ellos la necesitaban como a nadie en el mundo.

Y porque a él realmente nadie lo necesitaba. Es más, todos estarían mejor sin él. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se dió cuenta cuando llegaron Johanna y Finnick.

Johanna y Peter beben agua y mientras que Peter solamente se come un poco de marisco, Johanna devora todo a su paso. Luego, se dedicó completamente a perderse en sus pensamientos.

En realidad no creía que alguien lo necesitara. El era más dependiente a las personas que lo rodeaban que ellas se él. Peter era una persona fácil de amar, pero también era fácil de pasar.

Tampoco era lo suficientemente fuerte. Estaba seguro de que si Katniss moría, el seguiría el mismo camino de Haymitch. Ahogándose en el alcohol, solamente que no aguantaría tanto tiempo.

Porque Haymitch, aún si no lo parecía, era bastante fuerte. Había tenido que cargar con ser mentor más o menos desde su edad, viendo morir a los tributos tras cada año y perdiendo a su familia y a todos los que amaba. Teniendo que soportar las burlas del Capitolio y sumiendose completamente en el alcohol.

Peter no aguantaría ni dos días. Acabaría con su vida desde el segundo uno. No podía imaginar una vida en la que Katniss no estuviera presente de alguna forma, sin poder verla, dibujarla, tocarla. No podía dejar ir a Katniss.

Es por eso que él tenía que morir. Porque el mundo necesitaba a Katniss Everdeen. No a Peter Mellark.

Todos se ofrecen a montar guardia mientras los demás descansan, pero, al final, son Johanna y Katniss las que lo hacen.

Peter se duerme al cabo de unos cuantos minutos.


••••


─Levántense. ─Peter reconoció la voz de Katniss, se quejó un poco cuando lo sacudió y abrió el ojo izquierdo.  ─Levantense, tenemos que largarnos de aquí. ─Ella comienza a explicarles la teoría del reloj de Wiress y que los movimientos de las manecillas invisibles disparan una fuerza mortífera distinta en cada sección.

Todos parecen convencidos, menos Johanna. Pero al final cede y junto con los demás, comienza a guardar las pocas cosas que tienen. Peter le pone el mono a Beetee mientras Katniss despierta a Wiress. Mientras que los demás se concentran en ayudar a Wiress. Peter despierta a Beetee y aún ido, forcejea cuando trata de levantarlo.

─¿Dónde? ─Cuestiona Beetee mirando a todos lados, Peter señala a Wiress, pensando que se refiere a ella.

─Wiress está bien. Ella también viene con nosotros. ─Le informa tratando de tranquilizarlo pero su cara no cambia para nada.

─¿Dónde? ─Repite.

─Ah, ya sé lo que quiere ─Dice Johanna con impaciencia. Recorre la playa y recupera el cilindro que le quitaron del cinturón cuando él y Katniss bañaron. Está cubierto de una gruesa capa de sangre coagulada. ─Esta cosa inútil. Es una especie de alambre o algo. Por eso lo hirieron, corría hacia la Cornucopia para hacerse con él. No sé qué clase de arma se supone que es, supongo que podríamos cortar un trozo y usarlo para estrangular a alguien, pero, en serio, ¿Se imaginan a Beetee estrangulando a alguien?

─Ganó sus juegos con un trozo de alambre. Montó aquella trampa eléctrica. ─Comenta Peter. ─Es la mejor arma que podría tener.

─Tendrías que habértelo imaginado ─Le dice Katniss. ─Teniendo en cuenta que el apodo de Voltios se lo pusiste tú.

─Sí, qué estúpida soy, ¿No? ─Responde ella, lanzándole una peligrosa mirada con los ojos entrecerrados. ─Supongo que estaría distraída intentando mantener con vida a tus amiguitos, mientras tú... ¿Qué era? ¿Conseguías que mataran a Mags? ─Katniss se llevó la mano al mango del cuchillo que tiene en el cinturón. ─Adelante, vamos, inténtalo. Me da igual que estés embarazada: te abriré la garganta.

─Johanna. ─Dice Peter con advertencia. Ella bufa y rueda los ojos.

─Será mejor que todos nos fijemos bien en lo que hacemos. ─Dice Finnick, mirando a Katniss. Después deja el cable en el pecho de Beetee.─ Aquí está tu cable, Voltios. Cuidado al enchufarlo.

─¿Adónde? ─Pregunta Peter mientras levanta a Beetee, que ya no se resiste.

─Me gustaría ir a la Cornucopia y observar, sólo para estar seguro de que tenemos razón con lo del reloj ─Responde Finnick. Todos aceptan la idea, ya que parece buena.

Caminan hasta la franja de arena más cercana y se acercan a la Cornucopia con cuidado, por si los profesionales se han escondido allí. Peter dudaba que lo hayan hecho porque llevaban horas en la playa y no vieron nada. La zona está abandonada, como suponía. Sólo quedan el gran cuerno dorado y la pila de armas desperdigadas.

Peter deja a Beetee en el pedacito de sombra que proyecta la Cornucopia, él llama a Wiress, que se agacha a su lado y deja que le ponga el rollo de alambre en las manos.

─Límpialo, ¿Quieres? ─Le pide. Wiress asiente, corre al borde del agua y sumerge la bobina. Empieza a cantar en voz baja una extraña cancioncita sobre un ratón que corre por un reloj. Debe de ser para niños, porque parece hacerla feliz.

─Oh, no, esa canción otra vez ─Se queja Johanna, poniendo los ojos en blanco. ─Se pasó horas con eso antes de empezar con el tictac.

─Ya pareces mi mamá. Siempre quejándose. ─Dice Peter, el cuál rápidamente palidece y mira al cielo. ─Mami, si ves esto te amo. ─Johanna niega con la cabeza, aún riéndose.

De repente, Wiress se levanta, muy derecha, y señala a la jungla.

─Dos. ─Anuncia.

Peter sigue la dirección de su dedo hasta la pared de niebla, que acaba de llegar a la playa.

─Sí, miren, Wiress tiene razón: son las dos y ha empezado la niebla. ─Señala Katniss.

─Como un reloj ─Agrega Peter. ─Eres muy lista, Wiress.─Ella sonríe, y vuelve a sus cantos y su limpieza.

─Oh, es más que lista ─Responde Beetee. ─Es intuitiva. ─Todos se giran para mirarlo; parece haber vuelto a la vida. ─Percibe las cosas antes que nadie, como un canario en una de vuestras minas de carbón.

─¿Qué es eso? ─Le pregunta Finnick a Katniss.

─Es un pájaro con el que bajamos a las minas para saber si hay aire malo ─Responde la fémina.

─¿Qué hace para avisar, se muere? ─Pregunta Johanna. Peter ahoga una risa al escuchar el tono en el que lo pregunta.

─Primero deja de cantar, y es cuando hay que salir. Pero si el aire es demasiado malo, se muere, sí, igual que tú.

Peter se agacha y toma su cuchillo. Comienza a tallar en una hoja lisa, un mapa de la arena con suma concentración. Katniss se coloca detrás de él y mira por encima de su hombro. En el centro está la Cornucopia en su círculo de arena, con dice franjas de tierra que salen de él. También hay otro círculo, este representa el agua. Y otro círculo algo más grande que representa la jungla.

─Mira la posición de la Cornucopia. ─Le indica Peter, mirándola por sobre su hombro. Katniss la examinó y vió a lo que se refiere.

─La punta señala las doce.

─Exacto, así que es la parte superior del reloj. ─ Responde, y garabatea rápidamente los números del uno al doce sobre la superficie del reloj. ─De doce a una está la zona de los rayos. ─Escribe rayos con letras diminutas en la cuña correspondiente, para después seguir con sangre, niebla y monos en las secciones siguientes.

─Y de diez a once está la ola. ─Le indica. La añade al dibujo. Finnick y Johanna se unen a ellos, armados hasta los dientes con tridentes, hachas y cuchillos.

─¿Notaron algo raro en las demás? ─Interrogó Katniss a Johanna y Beetee, ya que podrían haber visto algo más que ellos, pero sólo vieron un montón de sangre. ─Supongo que podría haber cualquier cosa.

─Voy a marcar las secciones en las que sabemos que las armas de los Vigilantes nos siguen más allá de la jungla, para procurar mantenernos alejados de ellas. ─Habla Peter, mientras dibuja líneas diagonales en las playas de la niebla y la ola. Después se sienta. ─Bueno, al menos es mucho más de lo que sabíamos esta mañana. ─Todos asienten, y entonces se dan cuenta: silencio. Su canario ha dejado de cantar.

Katniss, cargó una flecha, se volvió y vislumbró brevemente a Gloss, empapado, dejando caer al suelo el cuerpo de Wiress, a la que le ha abierto una brillante sonrisa roja en el cuello. La punta de su flecha desaparece dentro de su sien derecha y, en el instante que tardó en volver a cargar, Johanna trata de clavar el hacha en el pecho de Cashmere, sin embargo, esta se agacha. Mason ruge de furia.

─Excelente. Siempre he querido asesinar a una rubia. ─Peter se lleva las manos a la cabeza, ocultándose el pelo. ─No tú. ─Dice Johanna.

En ese momento, Brutus arroja una lanza en dirección a Peter. Cashmere, pasando de Johanna, lo derriba, haciendo que la lanza se clave en una de las paredes de la Cornucopia.

─Traidora. ─Ruge Brutus. Cashmere observa a su alrededor y es cuando vislumbró el cadáver de su hermano en el suelo de la Cornucopia. Sube la vista hacia Katniss y una mirada de furia se instala en sus ojos. Pero no parece ser hacia ella.

Lo único que hace Cashmere, es salir corriendo de la Cornucopia, en dirección a la jungla. Peter sorprendido trata de seguirla, pero Finnick lo detiene.

─¡Esta es la segunda vez que te salva! ¿Por qué lo hace? ─Cuestiona Finnick, se saca el cuchillo de Enobaria del muslo. De no haber una Cornucopia tras la que esconderse, los dos tributos del Distrito 2 estarían muertos. Dos cañones suenan. Peter agarra la lanza que está clavada en la Cornucopia y junto a los demás trata de perseguir a los tributos del distrito 2, que salieron detrás de Cashmere.

Pero es cuando el suelo comienza a temblar debajo de sus pies. El círculo de tierra en el que se encuentra la Cornucopia empieza a girar deprisa, muy deprisa, y Peter entrecierra los ojos viendo como la jungla pasa a su alrededor a ser convertida en una mancha. Peter comienza a deslizarse, clava la lanza en el suelo para no irse al agua. Peter cierra los ojos con fuerza, y cuando la arena se detiene, comienza a rodar por lo repentino que se detuvo. Entre toses y náuseas, Peter observa al cielo jadeando. Los cadáveres de Wiress y Gloss se sumergieron en el agua.

Finalmente, Peter se sienta con cuidado y se limpia la arena que ha acabado en su boca.

─¿Dónde está Voltios? ─Cuestiona Johanna. Peter se pone de pie cuando los demás lo hacen. Buscan por toda la Cornucopia, pero no está. Finnick lo divisa a unos veinte metros de nosotros, en el agua, flotando a duras penas, así que se acerca nadando para rescatarlo.

Katniss se acuerda del cable y de lo importante que era para él. Miró como loca a su alrededor, ¿Dónde está? ¿Dónde está? Y al final lo ve, todavía en la mano de Wiress, en el agua, bastante lejos. Se le revuelve el estómago al pensar en lo que tiene que hacer.

─Cubranme. ─Le dice Katniss a Peter y Johanna. Luego se zambulle en el agua. Johanna mira a Peter, inquisitiva.

─¿Qué? ─Pregunta Peter.

─¿Qué? ─Lo imita Johanna.─No te hagas, ya lo sabes. ¿Por qué te salvó? ¿Tienen una alianza secreta o algo?

─¡Claro que no! Debe ser porque fuí amigo de Glimmer Belcourt el año pasado en los juegos del hambre. Pero esto va más allá que un simple agradecimiento. ─Johanna asiente.

Ambos se quedan en silencio.

─Si fueras un animal. ¿Cuál crees que serías? Yo creo que una perra porque todo el mundo me lo dice. ─Johanna se ríe, Peter la mira con una mueca y coloca una mano en su hombro.

─Eso es preocupante. ─Le dice, Johanna bufa. ─Pero yo creo que un conejo.

Johanna asiente, mirándolo de arriba a abajo.

─Si te queda. ─Dice antes de que llegue Finnick y unos minutos después, llega Katniss.

─Vámonos de esta isla apestosa ─Dice al fin Johanna.

Ahora sólo queda solucionar el asunto de las armas, aunque conservan casi todas, Peter se lleva la lanza anteriormente arrojada por Brutus; por suerte, las plantas del sitio son fuertes, y la espita y el tubo de medicina envuelto en el paracaídas siguen en el cinturón de Katniss. Finnick se quita la camiseta interior y se la ata alrededor de la herida que le ha dejado el cuchillo de Enobaria en el muslo; Peter comienza a burlarse de él.

─¡Oh por dios! Finnick Odair se acaba de quitar la camiseta. Esto es algo memorable para todos. ¡Señoritas! Finnick Odair se quitó la camiseta. ─Exclama Peter llamando la atención de Johanna y Katniss, las cuales niegan con la cabeza divertidas. El rubio de pelo largo comienza a abanicarse el rostro poniendo los ojos en blanco.

─¡Peter Mellark no se queda atrás! ─Se ríe Finnick. ─Miren esos pectorales, ese cabello, ese rostro. ¡Es Per–fec–to! ─Exclama el rubio sucio chasqueando los dedos. Peter y él vuelven a reír a carcajadas saltando levemente ante los chistes mutuos que se soltaban.

─No sería un conejo. Sería un simio. ─Dice Johanna en voz alta, para si misma. Katniss no entiende así que le pregunta a qué se refiere. ─Nada, no seas chismosa. ─Espeta en tono seco.

Beetee asegura que ya puede caminar, siempre que vayan despacio, así que Katniss lo ayudó a levantarse. Deciden dirigirse a la playa de las doce en punto, lo que debería dar unas horas de calma y alejarse de cualquier residuo venenoso. Entonces, Peter, Johanna y Finnick salen cada uno en una dirección distinta.

─Doce en punto, ¿No? ─Habla Peter. ─El extremo del cuerno apunta a las doce.

─Eso era antes de girar ─Responde Finnick. ─Yo me guiaba por el sol.

─El sol sólo te dice que ya casi son las cuatro. ─ Añadió Katniss.

─Creo que lo que quiere decir Katniss es que saber la hora no significa necesariamente saber dónde son las cuatro de este reloj. Podemos tener una idea aproximada de la dirección... A no ser que tengamos en cuenta que el anillo exterior de la jungla también puede haberse movido ─Dice Beetee.

No, lo que Katniss quería decir era mucho más básico. Beetee ha articulado una teoría que va mucho más allá de su comentario sobre el sol. De todos modos, asiente como si ésa fuera su idea desde el principio.

─Sí, así que cualquiera de estos caminos podría llevar a las doce ─Afirma. Peter sonríe enternecido. Coloca un mechón de su pelo detrás de su oreja, ella lo voltea a ver y agacha la mirada con una sonrisa plasmada en sus labios.

Todos dan vueltas por la Cornucopia, examinando la jungla, que tiene una uniformidad desconcertante. Katniss recueeda el árbol alto que recibió el primer rayo a las doce en punto, pero todos los sectores tienen un árbol similar. Johanna cree que lo mejor es seguir los pasos de Enobaria y Brutus, o también de Cashmere, pero los ha borrado el viento o el agua y no hay forma de saber dónde está nada.

─No tendría que haber hablado del reloj —Dice, frustrada. ─Ahora también nos han quitado esa ventaja.

─Debes sentirte tan estúpida ahora. ─Señala Johanna riéndose. Peter le da un codazo y niega con la cabeza.

─Sólo temporalmente ─Asegura Beetee. ─A las diez veremos de nuevo la ola y nos pondremos otra vez al día.

─Sí, no pueden volver a diseñar toda la arena ─Comenta Peter. Luego mira de reojo a Johanna y ella bufa.

─Da igual ─Interviene Johanna con impaciencia. ─Tenías que contárnoslo, si no, nunca habríamos cambiado de sitio el campamento, descerebrada. ─Irónicamente, aunque su respuesta, además de lógica, resulta humillante, es la única que la consuela. Sí, tenía que contarlo para que se movieran. ─Vamos, necesito agua. ¿Alguien tiene alguna corazonada?

Eligen un camino al azar y lo siguen, sin tener ni idea de a qué número se dirigen. Cuando llegan a la jungla la escudriñan, intentando descifrar qué los espera dentro.

─Bueno, debe de ser la hora de los monos, y aquí no veo ninguno ─Comenta Peter. ─Voy a intentar ponerle la espita a un árbol.

─No, me toca a mí ─Dice Finnick. Peter lo mira mal porque él quería hacerlo.

─Al menos te cubriré las espaldas.

─Eso puede hacerlo Katniss ─Interviene Johanna. ─Necesitamos que dibujes otro mapa. El otro lo hemos perdido ─Añade, arrancando una gran hoja de un árbol para dársela.

Peter da pisotones y toma la hoja. ─Bien. ─Es lo único que dice antes de sacar su cuchillo, dejar la lanza a su lado y sentarse cruzando sus piernas.

El rubio comienza a tallar la hoja con su cuchillo, repitiendo el mismo patrón de la anterior hoja. Johanna se sentó a su lado y a veces le indicaba algunas cosas y él las agregaba. En un momento a Peter le pareció oír a Prim gritando pero paró tan rápidamente que creyó que se trataba de su imaginación.

─Dibujas muy bien para hacerlo en una hoja. ─Halagó Johanna, Peter le sonrió.

─Muchas gracias. Soy pintor y se dibujar bastante bien. ─Le dijo antes de volver a darle los últimos detalles al mapa en la hoja. ─Creo que ya está. ¿Que opin... ─Johanna se levantó tan rápidamente que Peter se asustó. Miró detrás de él, Peter repitió su acción y se levantó tan rápido que casi choca su cabeza contra la de Johanna.

Finnick y Katniss se encontraban golpeando una especie de pared invisible, ambos se encontraban gritando a todo pulmón. Johanna y Peter, con sus respectivas armas en la mano, corrieron hacia la pared invisible que los dividía.

Por más que Johanna y Peter trataran de quebrar la pared, esta no cedió. Peter se arrodilló y colocó una mano en la superficie transparente, Katniss del otro lado, la colocó justo encima de donde el la tenía. Al ver a los pájaros salir nuevamente, pájaros que reconoce como charlajos, Peter se alarma. Johanna sigue tratando de romper la pared invisible, sin éxito alguno.

─¡No es real! ¡No es real! ─Gritó, pero no lo escuchaban. ─¡Están bien! ¡Ellos están bien! ─Peter trata de modular pero los dos se encuentran muy alterados para responderle. Ambos se acurrucan en el suelo y se tapan los oídos con fuerza.

Katniss sabe que ha acabado cuando los fuertes brazos de Peter la envuelven en un cálido abrazo. Ella esconde el rostro en su pecho, Mellark comienza a acariciar su cabello y a besarlo repetidas veces para tranquilizarla.

─Ya estás aquí. Estás aquí conmigo, preciosa. No te dejaré ir. ─Susurra Peter en su oído.

Y Katniss le cree.

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