Capítulo 24

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Jungkook había estado confiado, por más extraño que le pareciera, se sentía seguro y eso era un logro, pues estaba ignorante a todo. BangPD lo había separado de Bangtan temporalmente y no tenía ni idea de cómo le estaba yendo a su equipo, o en qué condiciones estaba la persecución de Kim Jiyeon. V le había dado la confirmación de que el control de información sobre él y Jimin estaba completamente en orden. Las preocupaciones eran mínimas; aunque no tenía permitido salir de casa, no se debía tentar a la suerte.

Había muchas ideas en su mente, que iban desde el deseo de encontrarse con su padre, hasta la manera en que se desharía de Jahangir cuando lo encontrara; pero había conseguido mantener esos pensamientos a raya después de enfriar su ira. No estaba en condiciones de cambiar su condición actual, mucho menos de hacer planes. No quería que el preciado tiempo que pasaba con Jimin fuese afectado por sus pensamientos sombríos, quería ofrecerle toda la tranquilidad y seguridad posibles durante su convivencia.

No podía anticipar el rumbo que las cosas tomarían a partir de ahora, ni a partir de cuándo se perdería este maravilloso día a día que jamás pasó por su mente que podría llegar a disfrutar. Lo menos que podía hacer era ofrecer todo de sí como si fuese el último día.

Había alguien en particular que la estaba pasando bastante mal para permitir que el líder de Bangtan pudiera tener una recuperación despreocupada. El hacker del equipo, a quien el peso del liderazgo, su propia investigación en secreto sobre Jahangir y el hackeo de cámaras de seguridad y ordenadores lo tenían a punto de enloquecer.

El Sr. Jeon se había comunicado con él y Seokjin un par de veces, dejándoles saber que le estaba siguiendo la pista muy de cerca a su escurridizo objetivo en Mongolia. Eso lo tranquilizaba, seguramente pronto lo encontraría. Gracias al presupuesto proporcionado por Jin, el rastreo y la compra de información se habían facilitado.

La situación del tráfico de drogas se había salido de control. Tuvieron la suerte de lograr ubicar los puntos de almacenamiento, eran cantidades bastante representativas. Los laboratorios la habían identificado como un nuevo tipo de compuesto que combinaba los efectos secundarios de varias sustancias peligrosas; aún continuaban investigando acerca de la sintomatología que podría ocasionar, así como la dosis máxima y letal que un organismo podía soportar, en pos de estimar una proporción entre la cantidad recuperada y las consecuencias que traería una producción en masa en el país.

Producción masiva, esa era una realidad contundente que los desvelaba. Jiyeon había huido con una muestra no cuantificada aún y con los documentos que mostraban las especificaciones de su composición exacta y su mecanismo de acción. Todo indicaba que planeaba aliarse con la mafia, seguramente con el objetivo de venderles dicha información y porción a cambio de su seguridad. Sin embargo, aún no había logrado encontrarse con ellos; debían detenerlo antes de que lo lograra.

—J-Hope, ¿qué tenemos? —preguntó el hacker a su colega sentado a su lado.

—De momento, nada, no lo hemos encontrado. Al menos sabemos que no ha hecho contacto con ningún pez gordo de la mafia.

—Tenemos la certeza de que las informaciones que recibimos son ciertas, así podemos planear con anticipación y seguridad; aunque siempre puede haber sorpresas, no podemos bajar la guardia —añadió Namjoon.

—Para serle franco, estoy bastante nervioso, RM. Normalmente, las deducciones de Nochu son las que complementan estos datos que obtengo. No sé cómo lo hace; siempre termina prediciendo todo a la perfección, como si tuviera algo similar al sexto sentido de las mujeres para esto —agregó Taehyung algo frustrado por el límite de sus habilidades.

—Deja de quejarte como niño asustado. —Yoongi se incorporó a la conversación—. Nochu es una parte elemental de Bangtan, eso lo sé tan bien como tú, pero no podemos venirnos abajo solo porque no está. ¿Nos consideras débiles? —El peli gris negó—. Entonces ten fe en ti y no dudes de tus decisiones. El resultado, sea cual sea, lo asumiremos juntos.

Esas palabras bastaron para devolver la determinación y seguridad a los ojos de V.

—Estoy sorprendido, Suga, no pensé que dirías algo tan filosófico, siempre sueles quedarte en silencio —bromeó Nam.

—¡No digas tonterías, RM! Solo trato de acelerar el trabajo, quiero terminar de una vez por todas. ¿Desde cuándo hacemos trabajo de oficina? ¿De esto no se encarga la policía? —gruñó Yoongi enojado—. Lo nuestro es la acción, no el papeleo.

—Hablas como si le gustara hacer lo que hacemos, Suga —dijo Hobi algo sorprendido por la declaración de su compañero.

—¡Claro que no! —exclamó con una mezcla de enojo y frustración—. Si por mí fuera, tuviera una vida rutinaria y pacífica... ¡¿Cómo podría disfrutar manchar mis manos de sangre?! ¡Ni siquiera que sea sangre sucia hace que valga la pena!

Cada vez que Yoongi pensaba a profundidad sobre su trabajo, aunque no lo admitiera, su corazón dolía, era como si le echase en cara que no era merecedor del gratificante tiempo que había empezado a compartir con Nicolette. La joven era encantadora, no podía mentirse y decir que no sentía algo por ella; pero, ¿acaso era merecedor de recibir tanto amor y sentirse tan feliz? La idea de abandonar ese tipo de vida había llegado a su mente más de una vez cuando veía la hermosa sonrisa de la joven que poco a poco se había ido convirtiendo en la luz de su vida; sin embargo, no era tan sencillo.

—Pues dejémoslo —planteó Taehyung, de la nada. Desde que supo la verdad sobre el pasado de Jungkook y la relación de Jahangir con sus actuales misiones, la idea silenciosamente rondaba su mente.

—¡Qué cosas dices, V! ¡No podemos dejar esto a medias! —Hobi se sorprendió otra vez.

—No digo que lo hagamos ahora. Si lo analizamos bien, después de acabar con este asunto de las drogas terminará el contrato con BangPD, podemos aprovechar este final y convertirlo en un nuevo comienzo para nuestras vidas.

—Deja de soñar despierto. —Las palabras de Yoongi, las cuales pronunció cual si también se las dijese a sí mismo, hicieron al hacker abrir los ojos hasta el límite. ¿Qué tenía de malo su propuesta?

La respuesta a esa interrogante sería dada por el francotirador del equipo.

—Todos hemos pensado lo mismo que tú en más de una ocasión, V. A pesar de los conflictos con el norte, Corea es una isla bastante pacífica y cómoda para vivir; además, el propio ejército se encarga de misiones encubiertas y demás, no hay demasiados trabajos para personas como nosotros... Ese es también el motivo por el cual tampoco es sencillo hallar sitios donde contraten a quienes tienen un "currículum" como el que poseemos, ¿entiendes lo que quiero decir?

No pudo responder nada, su propia ingenuidad lo había dejado mudo, cómo pudo pensar que ninguno de ellos habría llegado a la misma conclusión que él anteriormente. No es que no quisieran, simplemente no podían. Todos eran iguales, escogieron vivir en un lugar que podría llamarse de los menos idóneos para los mercenarios y asesinos. Sin embargo, tal vez, solo tal vez, ese había sido su modo de escape, su refugio, su intento desesperado de formar parte de esa realidad pacífica que solo podían observar desde la distancia. Debía permanecer en silencio, más que nada porque... en algún lugar de su corazón, se sentía del mismo modo.

Un silencio incómodo se instauró en aquella sala de un momento a otro, pero solo duró unos segundos, fue interrumpido por el sonido de los dedos de Hoseok, que continuó tecleando en su ordenador. Todos imitaron dicha acción, regresaron a su propio trabajo y dejaron de lado los comentarios recientes, debían terminar lo que tenían entre manos con éxito antes de pensar en el futuro.

Los días prosiguieron en su implacable transcurso, dando cada vez más quehacer a los miembros de Bangtan; pero también traerían una visita inesperada a la casa de Jimin.

—Espero que Jungkookie haya pedido algo para la cena, parece que no se ha estado sintiendo bien cuando a pesar del paso del tiempo sigue sin cocinar nada —susurraba mientras sacaba sus llaves para abrir la puerta.

Cuando la llave ya había girado en el cerrojo y la puerta estaba abierta, escuchó una voz que lo hizo girarse de inmediato:

—Jimin, ha pasado algún tiempo.

Ahí estaba Woo Eunju, de quien hace ya más de un mes no tenía noticias ni recibía llamadas, con su traje desordenado, unas ojeras horribles y una botella de whisky en la mano. Tenía los ojos algo enrojecidos y vidriosos, pareciera que había estado llorando, aunque podía ser por el alcohol. No sabía cómo podría reaccionar en ese estado. Lo que menos necesitaba era un escándalo en la entrada de su propia casa.

—Tienes razón, ha pasado algún tiempo... ¿Qué te trae por aquí? —preguntó nervioso.

Se acercó unos pasos.

—Vine a verte, ¿qué más? —Sonrió.

El aliento etílico abofeteó al médico que, inconscientemente, retrocedió hasta quedar sobre la alfombra en el interior.

—Será mejor que te vayas, estás ebrio. Te pediré un taxi —dijo, imaginando por donde venía la plática.

—No necesito un taxi, estoy sobrio —contestó con un puchero.

—Si tú lo dices… —Rodó los ojos.

—¿Qué tengo que hacer... para que me prestes atención? Solo quiero una segunda oportunidad.

—No habrá segunda oportunidad. Da media vuelta y márchate.

—Llevaba varios días pensando qué excusa inventar para venir a verte... Soy un imbécil, ¿verdad? —se dijo a sí mismo con tono resignado—. Mi propio ego me hizo creer que siempre estarías ahí para mí, sin importar el tiempo que pasara o lo que yo hiciera... ¿Cómo ibas a abandonar a alguien tan perfecto? Fue lo que creí; pero tu mundo ya no gira en torno a mí.

Jimin alzó una ceja, si bien Woo estaba reconociendo sus errores, ¿cómo podía ser tan arrogante incluso para eso? Ya ni siquiera comprendía cómo pudo salir con él en el pasado.

—Ya no sigas, Eunju. Con que lo comprendas me basta. Ahora solo vete, te prometo que no estoy enojado. Solo regresa a casa y descansa.

El castaño se asombró. Ese hombre prepotente, que se creía el rey del mundo, había comenzado a derramar lágrimas frente a él. En el fondo, le daba algo de lástima verlo así, pero no había nada que pudiera hacer, eso era todo lo que sentía ahora: lástima; amor ya no quedaba.

—¿Irme? ¿Por qué lo haría? Aún tengo cosas que decirte y por las cuales disculparme. Estoy arrepentido, no debí... dejarte ir. —Su llanto no se detenía—. Te prometo que si me perdonas y me das otra oportunidad, te compensaré por todo.

—Ya te dije que no habrá oportunidades, es algo que decidí desde hace seis años y que siempre te dejé claro desde que regresaste y comenzaste a llamarme por teléfono otra vez.

Antes de que el rubio pudiese añadir nada más, su mirada se desvió hacia las escaleras, desde las que descendía aquel hombre que se había encontrado en la entrada de la casa un par de meses atrás. Su rostro se puso serio y comenzó a imaginar lo que podía estar ocurriendo.

Jungkook había escuchado a Jimin dejar su auto en el garaje. Tuvo curiosidad de saber por qué se demoraba tanto en subir a la habitación y fue a alcanzarlo, encontrando una sorpresa nada grata en la entrada principal. ¿Qué hacía ese hombre ahí de nuevo? No podía sacar conclusiones apresuradas, debía actuar normal.

—Hola, Jimin. Bienvenido a casa —dijo con la mejor sonrisa que pudo fingir.

—Jungkook, ya he... llegado —tartamudeó. Notaba perfectamente el aura asesina escondida tras ese rostro afable que proyectaba.

—Y... ¿A qué debemos tan inesperada visita? —preguntó, ya al lado de Jimin y mirando a Woo.

—¡Esa debería ser mi línea! ¿Qué haces tú aquí? Siempre apareces en el momento menos indicado. ¿Qué pasa aquí? —Sacó todas sus inconformidades y dudas a modo de interrogantes. Abandonó la depresión y el llanto, comenzando a convertirlos en ira.

«Ah, ya veo, malcriadeces de borracho», pensó el azabache al terminar de evaluar la situación. Sabía que no era correcto ponerse al nivel de un ebrio, pero tenía que dejar claras las cosas, así que pensó en ser solo un poco malcriado él también.

—Esto es lo que pasa. —Tomó a Jimin por la muñeca, lo acercó y lo besó con posesividad.

Le dio una mirada amenazadora a Woo y solo cuando vio la resignación en el rostro de este, separó sus labios de los de su pareja.

Jimin entendió qué planeaba su novio. Tomó la mano de Jungkook, lo miró decidido y luego desvió su vista a su ex pareja.

—Me enamoré otra vez, Eunju. Quiero ser feliz con esta persona, mi corazón le pertenece. —Apretó su agarre en la mano de Jeon—. Estoy agradecido de que te hayas dado cuenta de que soy especial para ti y por eso desees volver a mi lado, pero ya no siento lo mismo. Lo lamento, no puedo corresponderte.

Las palabras de Jimin habían lastimado su orgullo, su propio ego lo había cegado hasta el punto de no poder percatarse de sus equivocaciones, de que debido a ellas lo había perdido para siempre. Estaba enojado, pese a comprender que era su culpa, la rabia lo consumía. Odiaba a ese hombre que había aparecido de la nada; que lo había humillado; que le había arrebatado el cariño de quien una vez fue suyo. A ese maldito no podía perdonarlo.

«Si no hubiese aparecido...», eran los pensamientos de Eunju. El enojo desmedido le comenzaba a impedir pensar con claridad.

¿Qué planea el ex de Jimin? Se viene algo de acción para el próximo capítulo 🤭. Spoiler: veremos a nuestra galletita defendiendo a su mochi.

Me cogió un poco tarde, pero aquí les dejé el capítulo. En un par de días subo el otro.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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