Capítulo 8

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Jungkook estaba a punto de caer en la desesperación frente al volante. La empresa de Bang Sihyuk le quedaba a más de hora y media de camino y con todo lo que estaba en su mente y corazón, cada minuto se sentía eterno. No había puesto en orden sus ideas respecto a lo sucedido con Jimin, eso era lo primero que tenía que aclarar en su mente, más que hacerse ideas respecto a ese tal Seokjin, pues podría ser otra persona.

Tal vez Jimin tenía razón..., seguramente la tenía; no solo en lo referente a la situación entre ambos y lo que él podía o no ofrecerle, sino también con lo relacionado con Yunho. Su preocupación no cambiaba el resultado de sus acciones. Quizás el niño hubiese sido el primero en recibir la cirugía y nada hubiese sucedido, pero, de qué iba a servir salvar algunas vidas a costa de las terribles consecuencias que iban a producirse a raíz de una decisión retardada.

Seguramente, en un futuro, si Jimin se enterara de la verdad de ese proyecto, se desestabilizaría y destruiría por completo, asumiendo una culpa que no era suya; así era él: honesto, con una amabilidad sin límites y una sensibilidad humana enorme como su corazón, siempre llevando la luz a las vidas ajenas aun a coste de la propia; esas eran cualidades que le fascinaban y lo habían hecho enamorarse perdidamente. Para proteger esa sonrisa, asumiría gustoso la culpa por lo ocurrido. Sin embargo, no iba a dejar las cosas así, lo que estuviera a su alcance lo haría; aunque eso significara desprenderse de su orgullo.

Le faltaba cerca de la mitad del camino por recorrer y, por más que trató de no pensar en el contenido de la llamada de Taehyung, no podía evitar sentirse ansioso. Si ese realmente fuera Jin, ¿qué haría, qué le diría? ¿Acaso sería reconocido? Mientras las interrogantes lo asolaban, avanzaba velozmente por el asfalto, recordando ese pasado que había intentado enterrar.

─━━━⊱✿⊰━━━─

—Mamá, por favor, no me dejes. —Fueron las últimas palabras que Jungkook, con solo 5 años, había susurrado a su progenitora, abrazándola con fuerza.

—Escucha, Kookie: no importa lo que pase, no debes salir de aquí, tienes que ser un buen niño —dijo, con lágrimas en los ojos, y puso las manos en los menudos hombros de su hijo. Escuchó a sus perseguidores, por lo que lo apretó con fuerza contra su pecho—... No importa qué escuches, no debes moverte de aquí, ¿entiendes?

—Pero..., no quiero que nos separemos. —Rompió en llanto.

—¡Jungkook! —exclamó, con voz asustada—. ¡Promételo!

El pequeño dudó por un instante, pero la mirada de su madre no le dejó opción.

—Lo prometo.

—Buen chico. Tienes que ser feliz, Jungkook, no lo olvides. —Acarició sus cabellos y depositó un tierno beso en su frente—. Al menos, sálvate tú —susurró casi imperceptiblemente.

Cubrió la entrada de ese pequeño refugio subterráneo bajo las raíces de un viejo árbol a la entrada del bosque, uno que su esposo había preparado por si una situación como esa se daba.

Después de un par de minutos de silencio, Jungkook pudo comenzar a escuchar los desgarradores gritos de dolor de su madre a algunos metros de distancia. Quiso salir a ayudarla. No podía simplemente ignorar lo que escuchaba, se asomó por una pequeña apertura entre las raíces y, lo que vio, más que permitirle socorrerla, hizo que su cuerpo se paralizara del miedo.

El pequeño no sabía cuánto tiempo había pasado, pero ya no podía seguir soportándolo más. Sus puños sangraban luego de haberlos apretado tan fuerte por la furia y la impotencia, sus lágrimas no dejaban de caer, su mandíbula estaba contraída y sus dientes dolían por la presión que ejercía. Había cerrado sus ojos, pero dejó de escuchar sonidos fuertes, por lo que los abrió nuevamente; eso solamente lo hizo chocar de frente con una realidad mucho peor: esas... bestias, estaban violando el cuerpo de su madre, ya inmóvil, lleno de golpes, cortaduras y con las articulaciones de los codos y las rodillas volteadas hacia el lado contrario, mientras la estrangulaban cruelmente.

Tuvo que colocarse las manos ensangrentadas en la boca para acallar los gritos que amenazaban por salir ante tan desgarradora escena. Sus lágrimas, por más que abandonaban sus ojos, no parecían agotarse. Eso era mucho más de lo que un niño de su edad era capaz de soportar ver. Antes de darse cuenta, todo se comenzó a volver negro rápidamente, perdiendo el conocimiento.

Los ladridos de un perro comenzaron a traer la conciencia de Jungkook de regreso, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que había perdido el conocimiento. Todavía algo aturdido, comenzó a incorporarse cuando vio la entrada del pequeño refugio levantarse lentamente, haciendo que su cuerpo se estremeciera.

—¡Ya basta, Wanpo! —dijo al perro un joven que ahora estaba frente a él, mirándolo con preocupación—. ¿Estás bien? —Le extendió la mano, pero dudó en tomarla—. No tengas miedo, no te haré daño. —Le sonrió con amabilidad.

Jungkook extendió su mano temblorosa, pero de inmediato su mirada se desvió hacia lo que se encontraba detrás de su aparente salvador, haciendo que sus ojos se abrieran a más no poder y comenzara a gritar y llorar con fuerza, abrazándose y temblando. Había entrado en pánico, lo que había hecho contacto con su mirada era nada más y nada menos que el cadáver de su madre, que había sido colgado desnudo en ese viejo árbol, lo cual había provocado que los recuerdos de todo lo sucedido golpearan su mente de inmediato.

El joven recién llegado se sorprendió por unos instantes, pero al notar hacia donde se dirigía la mirada del niño cuando se descontroló, comprendió todo. Tiró de él con fuerza, sacándolo del refugio y lo estrechó fuertemente entre sus brazos a pesar de sus pataleos y descontrol.

—Tranquilo, no te pasará nada. Yo estoy aquí, te protegeré —dijo, con tono tranquilizador. Lo alzó y se lo llevó corriendo de ese lugar, tenía que intentar calmarlo. Estar allí era demasiado doloroso para ese pequeño.

Jungkook no podía contener su desenfreno, pero la confortabilidad que le transmitía ese abrazo era innegable, lo fue invadiendo poco a poco hasta que se aferró a la camisa de ese desconocido, llorando en su pecho muchísimo más fuerte. Su voz contenía un dolor indescriptible que hizo estremecer incluso al joven que lo acababa de encontrar.

Una vez que se calmó, lo miró, parecía tener unos catorce o quince años, tenía el cabello castaño claro y los ojos marrones.

—¿Ya te sientes mejor? —cuestionó el mayor, pero no obtuvo respuesta—. Mi nombre es Kim Seokjin. ¿Cómo te llamas? —Su voz era baja y calmada, transmitía gran tranquilidad, lo que permitió que el pequeño contestara, aún entre sollozos.

—Soy... Jeon... Jungkook.

(...)

—Seokjin, hace mucho no te veía —dijo un hombre gordo detrás del mostrador de una tienda, algo desbaratada, en la salida de un pequeño poblado, donde Kim había llevado a Jungkook—. ¡Ohhhh, que buena mercancía! —exclamó mirando al niño—. Tiene rasgos orientales y es bastante lindo. Conozco un par de pedófilos que podrían estar interesados.

El niño apretó sus ropas, imaginando el peor escenario, pero las palabras de Jin le devolvieron la paz:

—No digas tonterías, Dany. Él es mi hermano, ni se te ocurra ponerle una mano encima.

Los primeros meses, Jungkook a duras penas podía dormir. Las pesadillas sobre lo ocurrido lo asolaban cada noche, mas, siempre que despertaba agitado, se encontraba con la mirada de Jin, que lo estaba abrazando y sostenía su mano. Las palabras que le dedicaba siempre eran las mismas:

—Tranquilo, yo estoy aquí, no estás solo.

Las recaídas eran frecuentes, el estrés postraumático le provocaba fiebre bastante seguido. Se negaba a comer y a quedarse solo. Era un niño para nada sociable, definitivamente constituía un problema y más aún para alguien con quien no tenía ningún parentesco. Trató de irse más de una vez, pero Seokjin siempre lo encontraba y lo traía de vuelta, con la misma expresión amable y cálida sonrisa.

Pasaron 3 años y Jungkook había recuperado su sonrisa o, al menos, aparentemente; siempre había una sombra de soledad y arrepentimiento tras su expresión despreocupada. También había un gran enojo, que no solo estaba dirigido a los monstruos que habían lastimado a su madre, sino también hacia su padre. ¿Dónde había estado hasta ahora? ¿Por qué no estuvo ahí cuando lo necesitaron? ¿Le habían importado alguna vez? ¿Siquiera sabía lo que le había sucedido a su madre? Fue Jin quien se encargó de bajarla de aquel árbol y darle sepultura, otro de los motivos por el cual estaba sumamente agradecido y que lo hacía despreciar más a ese hombre, cuyo rostro casi no recordaba. A pesar de estar lleno de dudas y preguntas, lo único que quería era darle un buen golpe cuando lo viera.

—Hola, Jungkook. —Fueron las palabras de un hombre algo mayor y de apariencia demacrada que apareció frente a él un día.

El azabache no estaba seguro del porqué, pero antes de poder reaccionar, le había pegado a esa persona, era como si el solo hecho de escuchar su voz, con ese típico saludo "a secas", similar al que le dedicó siempre cuando era más pequeño, había traído el nítido recuerdo de la identidad de ese señor, ese al que ya no sabía si llamar padre. Solamente lo miró con odio y desdén, sin decir palabra.

—Entiendo perfectamente tu reacción. Yo también lamento mucho lo que sucedió. —La ira de Jungkook se incrementaba con cada palabra. ¿Cómo se atrevía a decir eso?—. Pero, hay cosas que debes saber —dijo, con total seriedad.

A regañadientes, aceptó escuchar. Supo que su padre trabajaba como asesino a sueldo, que casi nunca estaba en casa por eso y que los agresores de ese día eran "sobras" de una organización de la que se había encargado. Le dijo que los había encontrado, pero que no estaban al alcance ahora mismo; podría tardar incluso años en encontrarlos. Esas palabras prendieron una determinación en Jungkook.

—¡Entréname! —Fueron las palabras del niño, de apenas 8 años.

Si tenía que poner en una balanza el odio hacia su padre y el que sentía hacia esos hombres ahora que conocía lo ocurrido, estaba claro cuál era más pesado.

Las palabras determinadas de su hijo lo hicieron aceptar, más que nada, porque quería que se volviera fuerte, no para que tomara venganza, sino para que pudiera protegerse a sí mismo y a las personas importantes para él.

A Jungkook le dolía tener que irse, más aún en secreto. A Seokjin le debía la vida, era la única persona en la que podía confiar y que podía considerar como familia, más que ese hombre que se hacía llamar su padre. Con mucho pesar, le dejo una nota antes de partir: Adiós, Jin-hyung. Gracias por todo, nunca olvidaré lo que hiciste por mí, jamás lo haré. Espero que algún día volvamos a vernos.

─━━━⊱✿⊰━━━─

Sin darse cuenta, estaba estacionándose en el edificio de Bang, sumirse en un mar de pensamientos había hecho que el aparentemente interminable recorrido, hubiera acabado antes de lo previsto. Se dirigió al piso de la oficina, al salir del ascensor, se encontró con la secretaria personal de su empleador: Jung Shinhye

—Hola, señorita Jung. ¿BangPD-nim está dentro? —preguntó, algo ansioso.

—Sí, está esperando por ti y los demás. Eres el primero en llegar —le contestó y lo acompañó hasta la puerta, anunciando su llegada a su jefe, que le indicó que entrara.

Sihyuk estaba acompañado solamente por un hombre que aparentaba unos 40 años, quizás un poco más, de cabellos castaños claros y ojos marrones. Algo sacudió el interior de Jeon.

—Buenas tardes, Jungkook, qué bueno que seas el primero. Taehyung me dijo que estabas en una situación complicada y podías retrasarte.

—Para nada, si es un llamado suyo, no sería capaz de ausentarme o retrasarme —contestó, sin dejar de mirar ni un segundo a la otra persona en la oficina.

El CEO se percató de inmediato, pasando a las presentaciones, pero conocía perfectamente la relación de esos dos.

—Es cierto, aún no los presento: él es Kim Seokjin, nos estará apoyando a partir de ahora.

El joven asesino dudó por un momento, se acercó un par de pasos y extendió su mano.

—Un placer... conocerlo —expresó sin tener aún la certeza.

Jin estrechó su mano, pero no soportó más y lo atrajo hacia sí, lo acunó en un fuerte abrazo y le dijo al oído:

—Es bueno verte de nuevo, ya eres todo un hombre.

Esa voz, aunque más grave, era definitivamente la que recordaba, pero, más que nada, la calidez de ese abrazo era inconfundible. Contestó al saludo y le enredó sus brazos en la espalda, aferrándose con fuerza; segundos después, como por arte de magia, las lágrimas que Jungkook había contenido por tantos años, comenzaron a fluir de sus ojos como un caudaloso río. La nostálgica sensación de estar nuevamente con el que consideraba su hermano, así como el recuerdo de la tranquilidad que emanaba de esos brazos, hicieron que sacara todo el sufrimiento albergado en su corazón.

Bang, ante esa escena para nada común y enternecedora, se retiró y les dio algo de privacidad. Cuando llegaran los demás, era necesario que Jungkook se encontrara en las mejores condiciones posibles. La oscuridad que asediaba a Seúl y a Corea era enorme y comenzaba a expandirse con velocidad. Bangtan debería entrar en acción muy pronto otra vez, empero, en esta ocasión, sería todo el equipo.

El cruel pasado ha sido revelado y ha empezado a entrelazarse con el presente. ¿Qué les espera a JK y a Bangtan? ¿De qué irán a hablarles? Lo sabrán la próxima semana. No se lo pierdan.

Chao chan 😘.

Hasta la próxima actualización.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro