⛓Chapter eleven!

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Fue una mala idea besarlo.

Jimin empujó a Hoseok con violencia, y sin detenerse a pensarlo le propinó un fuerte puñetazo que volteó por completo la cara del beta. El mayor de ambos probó el sabor de la sangre que salía de su labio partido y sonrió torcido, mirando a un enfurecido omega a pocos centímetros de distancia.

—Olvidaba lo fuerte que golpeas —comentó, limpiando con sus dedos el resto de la sangre.

—No puedes besarme cada vez que se te de la puta gana, ¿me oyes? Me repugnas y te quiero lejos.

La sonrisa en Hoseok aumentó al escuchar esas palabras que iban llenas de enojo. A sus ojos Jimin era peligroso y mortal, pero él también tenía lo suyo, y debía reconocer que aquello sería distracción suficiente para olvidarse de la tormenta que lo estaba consumiendo desde adentro.

—Estamos comprometidos, Jimin —le recordó con soberbia—. Pronto haremos mucho más que besarnos.

El omega no mostró cambios en su expresión a excepción de sus ojos. Esos orbes oscuros barrían con desprecio al hombre que tenía al frente, encargándose de imponer su superioridad y dominio. No necesitaba un recordatorio de lo que pasaría, Jimin lo sabía bien y no le afectaba como Hoseok quería pensar.

—Yo decidiré lo que haremos y cuando lo haremos —respondió, borrando toda sonrisa en el beta—. Eres inferior a mí, Hoseok. Una vez que te conviertas en mi esposo y lleves mi marca tu nivel bajará, vivirás para cumplir con mi maldita voluntad, moviendo la cola feliz cada vez que decida llamarte.

El beta se separó por completo para ganar una distancia prudente, miró hacia el pasillo y ya no había rastro del alfa. Bufó incrédulo, aquella cosa ni siquiera tenía aromas, no era especial, no era relevante, y aún así, Hoseok entendía que sería un problema difícil de eliminar.

—¿Pretendes rebajarme al nivel de tu juguete? —inquirió con una ceja alzada, observando nuevamente al omega.

Los labios carnosos del pelinegro se alzaron en una sonrisa. —¿Qué te hace pensar que vales tanto?

—Jimin —gruñó el mayor, mostrando el disgusto que le causó el ser comparado con un simple animal salvaje.

—¿Piensas que serás más importante que mi alfita? Por favor, Hoseok. Te creí más inteligente —preguntó el omega, riendo entretenido por la mueca furiosa del beta.

—No lo pienso, estoy seguro —dijo el peligris con engañosa tranquilidad—. No me interesa lo que tú digas, lo único importante es que la manada y el consejo me verán como tu único esposo —sonrió retador—. Podrás tener todos los esclavos que quieras, pero la relevancia de ellos tendrá la mínima importancia para mis asuntos.

—Entonces deja de meterte con mi juguete, Jung —escupió el menor con irritación—. No lo menciones, no lo veas, no lo pienses —enumeró—. Grábate que él es mío, me pertenece y me encanta lo suficiente como para ponerlo por encima de ti.

Hoseok torció el gesto. —Tanta devoción que muestras podría ser fatal para ese alfa, y lo sabes.

—Por eso me casaré contigo —simplificó el pelinegro con un encogimiento de hombros.

—¿A qué te refieres?

Jimin le miró con burla. —Tú serás mi escudo para protegerlo. Cuando seas mi esposo podré convertirme en líder, el poder supremo estará en mis manos y es así como me aseguraré de mantenerlo seguro.

—¿Me utilizarás para proteger un simple alfa?

—Tú me estás utilizando para tener más poder.

Los dos se observaron mutuamente, las miradas que se lanzaban demostraban el nivel de rivalidad que ambos compartían, con la tensión y dominio queriendo imponerse sobre el contrario. Aunque Hoseok tenía todo en desventaja, empezando con el hecho de que Jimin era un omega, y próximo líder de aquellas tierras que pisaba.

Yoongi se sorprendió cuando su dueño lo mandó a llamar.

Una beta se había aparecido en su habitación para informarle que su amo deseaba verlo. El lobo dentro de Yoongi reaccionó de forma inmediata a la petición, saliendo del cuarto para encaminarse hasta la oficina del omega.

Le llevó varios días memorizar la mansión, pero ahora la conocía bastante bien. Jimin le había dado la libertad de pasearse en cada rincón y el alfa realmente agradecía que la casa de su amo se mantuviera vacía la mayor parte del tiempo.

Subió las escaleras que lo llevarían al pasillo donde se encontraba la oficina, no había movimientos a su alrededor y en esa parte de la casa el ruido era inexistente, debido a que el sucesor lo había prohibido terminantemente.

No detuvo sus pasos hasta que las puertas dobles estuvieron frente a él, se detuvo abruptamente, mientras pensaba en qué hacer a continuación.

¿Debería entrar sin tocar la puerta? ¿Debería esperar? ¿Y si su amo estaba ocupado? No, no era posible, porque lo había mandado a llamar.

Recordando la educación que en esos días estuvo recibiendo fue que decidió tocar la puerta; sin embargo, la madera se abrió de forma repentina, dejando al alfa con el puño en alto sin hacer algo más.

Jimin lo recibió con una sonrisa ladina. Ese tipo de sonrisas eran las que ponían a prueba el control de Yoongi. Su amo lucía tan hermoso al sonreír de aquella manera que nuevamente sentía el malestar en sus latidos cuando recordó el beso que había presenciado horas atrás.

Sacudió la cabeza con fuerza, no quería seguir recordando esa escena.

—Entra —pidió Jimin, su voz sonando suave y cautivadora.

El alfa obedeció. El despacho tenía impreso los aromas del omega, provocando que soltara un jadeo involuntario que lo asustó al no poder evitarlo a tiempo. Sin embargo, pudo relajarse cuando escuchó la risa del contrario.

—Amo —murmuró, mostrando el cuello por alguna razón.

Jimin caminó hasta el escritorio y se sentó encima de la madera, abrió levemente los muslos, con sus ojos fijos en el alfa que no perdía detalle de cada uno de los movimientos que realizaba.

—Ven a mí —ordenó el omega, la respiración filtrándose a través de los labios entreabiertos.

Yoongi obedeció sin dudarlo. Dio grandes zancadas hasta que estuvo envuelto en medio de los muslos fuertes del omega, jadeando más cuando sus respiraciones se mezclaron, calientes y erráticas con la misma intensidad.

Jimin envolvió sus brazos alrededor del cuello de su juguete, sus dedos jugaron con las hebras castañas, mientras sus ojos se fundían en aquellos dorados que le veían con adoración.

—Tus ojos son tan hermosos, nene —confesó con una cercanía tan íntima que sus labios casi se rozaban.

—Mi amo es hermoso —respondió Yoongi, luchando por mantenerse quieto.

El omega sonrió encantado. —¿Harías cualquier cosa por mí?

—Sin dudarlo —afirmó de inmediato.

La mano derecha del omega tomó con fuerza el cabello de su juguete. Yoongi gruñó extasiado por la demanda en el movimiento, anticipando las reacciones de su cuerpo cuando Jimin lo acercó a su cuello.

—Explora mi cuello, pero no tienes permitido dejar marcas —habló el pelinegro, inclinando la cabeza hacia atrás para dejarle total acceso.

Yoongi sintió como se le secaba la garganta. Frente a él tenía la imagen del cuello blanco e inmaculado de su amo, ese lugar donde los aromas que lo hacían ceder estaban concentrados en una invitación embriagadora que estaba adormeciendo todos sus sentidos.

Sus labios finos presionaron un beso lento encima de la manzana de adán, la suavidad de la piel mandó escalofríos por todo su cuerpo, instándole a explorar más y así mismo otorgar placer a su dueño.

Empezó a recorrer cada porción del cuello ajeno con lentitud, sus labios hambrientos trazaban líneas húmedas de caricias suaves que hacían suspirar al omega, mientras que su lengua salía de vez en cuando para acariciar los lunares hermosos que el menor poseía.

—Lo estás haciendo bien, no te detengas —dijo Jimin con los ojos cerrados.

Las manos de Yoongi terminaron sobre el escritorio, su cuerpo completo apresando el del omega en un ambiente tenso que poco a poco iba creciendo.

Jimin enrolló los muslos alrededor de la cintura ajena, soltó un gemido cuando pudo sentir la erección del alfa, misma que golpeaba la propia en un roce exquisito que se estaba encargando de disfrutar.

Sentía como los besos del castaño mejoraban el ritmo. Le estaba besando el lado derecho del cuello, y el omega estaba bastante seguro que aquellos labios podían sentir las pulsaciones violentas que disparaba la yugular con frenesí.

Tiró del cuerpo más grande para que pudieran unirse más, obligó a que el alfa fuera descendiendo en sus besos, mirando con oscuridad insana como esos labios besaban por encima de sus pezones endurecidos.

Jimin soltó un jadeo cuando su juguete decidió succionar uno de sus pezones por encima de la tela; él por su parte tomó la cabellera castaña y tiró con fuerza de ella, gimiendo cuando sus caderas empezaron a moverse para rozarse más con la dureza del alfa.

Yoongi se encontraba extasiado. Su amo estaba temblando de puro placer y él sentía embriagarse cada vez que exploraba en el cuerpo contrario. Todo en Jimin era como un imán: sus sonidos, sus gestos, su aroma, su suavidad, creando un conjunto mortal que poco a poco lo iba abduciendo.

El alfa se permitió subir un poco la camisa de su amo, sonrió tenuemente cuando Jimin se lo permitió, sintiendo una nueva ola de excitación sacudir su cuerpo ante la expectativa de probar la piel ajena con su lengua.

—Oh mierda~ —gimió el omega, en el mismo momento que la lengua caliente del mayor acarició su abdomen desnudo.

Yoongi continuó y no podía detenerse. Su lengua hambrienta se encargó de marcar cada porción de piel que podía tocar, besando profundamente cuando lo creía necesario, mientras disfrutaba del hormigueo que comenzaba a formarse en su parte baja.

El alfa gruñó anunciando la formación de su propio orgasmo y entonces Jimin hizo lo que tenía planeado.

Obligó al mayor a que lo encarara, y en un movimiento veloz mordió con fuerza en el hombro izquierdo, sus colmillos se enterraron por encima de la tela, logrando perforarla y llevándose la piel de paso.

El clímax fue aplastante. Yoongi gimió largo y alto, sintiendo su propia sangre salir de la herida y disfrutando de la lengua que se encargaba de lamerlo, mientras era sostenido por los brazos del omega.

Segundos después quedó completamente adormecido por la sensación placentera y dolorosa, el corazón errático y la respiración inestable, con una fina capa de sudor y un rubor en las mejillas pálidas que Jimin se aventuró a morder.

Luego el omega dejó las mejillas rojas del castaño y le susurró al oído:

—Disfrutas del dolor tanto como yo, cachorrito mío —susurró, dando lamidas lentas en el cuello pálido—. Eres perfecto para mí.

En ese mismo momento el sonido de golpes en la puerta rompió la burbuja íntima que habían creado de manera involuntaria. Yoongi se apartó de su amo, mientras que Jimin bajaba del escritorio.

—Adelante —habló Jimin, sentándose en la silla atrás del escritorio.

Wheein ingresó al lugar y se detuvo frente al escritorio. Para ese momento Yoongi ya se había colocado al lado derecho de su amo, mirando con profundidad a la desconocida hasta ponerla nerviosa.

—Yo... —la chica intentó decir algo más, pero se detuvo cuando un gruñido amenazante emergió de la garganta del alfa.

Jimin tomó la mano del castaño y a cambio obtuvo su atención inmediata. Sonrió tranquilo, mientras sus dedos acariciaban la mano que sostenía, hasta que sintió como poco a poco la tensión lo iba abandonando.

—Tranquilo, nene. Ella no es amenaza —le dijo con seguridad, deteniendo los gruñidos en el mayor.

Wheein estaba quieta, a sabiendas que si hacía un movimiento apresurado aquel enorme alfa se lanzaría a atacarla sin dudar, ya que claramente la consideraba como una amenaza para su dueño.

—¿Puedo hablar? —inquirió dudosa.

Jimin aplanó los labios para no reír por los evidentes nervios que estaban carcomiendo viva a la pobre chica. Si tan sólo supiera que Yoongi era un alfita curioso oculto bajo esa fachada ruda.

—Te escucho, Wheein —asintió.

La beta soltó un suspiro. —Ya está todo listo para el rastreo.

—Bien, saldremos en quince.

La chica salió de la oficina de forma apresurada. Mientras tanto, Jimin se puso de pie y caminó hasta el estante donde guardaba sus armas.

Tomó una escopeta y finalmente encaró a un curioso alfa que le miraba sin parpadear.

—Saldré por unas horas —informó, obteniendo un asentimiento por parte del contrario—. Ve a tu habitación, pediré que te lleven lo que tú quieras para comer y beber.

—Sí amo —respondió el alfa, sintiéndose feliz cuando su dueño le besó la frente.

Jimin salió de su mansión en compañía de la beta para cumplir el mandato del líder, y de paso divertirse un rato con alguna cacería.

Y Yoongi quedó bien consentido en su habitación, feliz con el acercamiento que había tenido con su amo.



















¿Qué les pareció? A mí Jimin me tiene a sus pies. 🛐

Si existe alguna duda no olviden comentarla, la responderé lo más pronto posible. 🤧

¿Qué les pareció la Playlist? Tiene pocas canciones porque estoy siendo bastante selectiva al momento de agregarlas. Si ustedes tienen alguna canción para recomendar, déjenla por aquí. 💕

Hasta el próximo capítulo. 🫶🏻

Yoon~

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