⛓Chapter ten!

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Para Hoseok todo sucedió demasiado rápido.

Le costó procesar el hecho que había sufrido un orgasmo abrazador, producto de la pasión intensa que vivió con su amante. Todavía estaba en el limbo y con el cuerpo relajado cuando el omega salió de la cama a toda velocidad, tomando una bata para cubrir su desnudez y así abandonar la habitación.

Lanzando una ráfaga de maldiciones al aire, el beta también se levantó. Se puso los pantalones, e ignorando el frío de la madrugada salió en búsqueda del omega que había dejado un amargo camino de sentimientos.

—¡Taehyung! —gritó, importándole poco llamar atención indeseada.

El omega no se detuvo, en su lugar aumentó la velocidad de sus pasos que lo dirigían a la salida de la mansión. Hoseok volvió a maldecir y decidió correr para alcanzarlo.

—¡Detente, Tae! —volvió a intentarlo.

—¡Déjame en paz, Hoseok! —exclamó el menor de ambos. Su voz sonando quebradiza por el llanto contenido.

El mencionado ignoró los gritos que el omega le dedicaba. Sin pensarlo tanto se abalanzó sobre él y lo apresó con fuerza entre sus brazos, soportando los golpes débiles que recibía, tratando de ignorar la pesadez en su pecho al escucharle llorar de cerca.

Permitió que se desahogara, soportó todo el coraje que Taehyung soltaba en su contra porque sabía que era su maldita culpa, siempre terminaba jodiéndola pero, ¿qué podía hacer? No podía vivir sin él.

—Lo siento, lo siento tanto —susurró Hoseok, tensando la mandíbula con mucha fuerza.

Taehyung se estremeció. —No debió pasar, no debí venir aquí.

—No digas eso..., por favor no —suplicó el mayor, cerrando los ojos por algunos segundos.

El peliazul se deshizo del agarre, limpió de forma brusca cada una de sus lágrimas y tomó una profunda inspiración para poder ganar el suficiente valor de voltearse y mirar a aquel hombre que le hacía soñar y sufrir en partes iguales.

—¿Siquiera sabes como me siento? —preguntó con los dientes apretados—. Me siento una basura, Hoseok. Estás comprometido en matrimonio con mi mejor amigo, y aquí estoy yo revolcándome contigo, porque aún sigo necesitando de tus migajas para creer que todo estará bien.

Hoseok desvió la mirada al hablar. —Creí que lo comprendías.

—Comprendo que tus ansias de poder pudieron más que todas las promesas vacías que me hiciste.

—Joder que no es así —se exasperó el mayor—. El líder lo decidió, Tae. Ni siquiera Jimin tuvo opción y lo sabes, estamos en constante amenaza de invasión, esto es necesario.

El omega permaneció en silencio durante los próximos segundos, solamente se dedicó a mirar cada rincón del rostro contrario, sintiendo una mezcla de rabia y tristeza que lo estaba carcomiendo desde lo profundo de las entrañas. Odiaba sentirse así de débil, pero no podía evitarlo cuando estaba tan enamorado.

Sin embargo, sabía que valía mucho más como para conformarse con las sobras de tiempo y cariño que podía recibir del hombre que tenía frente a él. Solamente tenía que conseguir la fuerza suficiente para marcharse con la frente en alto y sin mirar hacia atrás.

—Lo lamento, Hoseok. Ya no puedo seguir así, me enferma el simple hecho de pensarlo.

Los ojos del peligris brillaron en desesperación. —No nos hagas esto, Tae. Sabes lo que siento por ti.

—Lo que sientes por mí no fue tan fuerte como pensaba —respondió el menor con un suspiro entrecortado—. Está bien, entiendo tus razones, es por ello que me estoy haciendo a un lado.

Cuando esas palabras llenas de seguridad invadieron la mente del mayor su corazón se rompió de forma inmediata. Los ojos se llenaron de lágrimas que no intentó apartar, sufriendo los estragos de sentirse impotente, y no poder hacer nada para detener al omega que tanto quería.

Taehyung había despertado sentimientos cálidos dentro de su mente y corazón, no existía el día en el que no lo pensaba, la mente de Hoseok siempre permanecía llena de esas sonrisas cuadradas, bromas infantiles y besos suaves que tatuaban cada porción de su alma manchada.

Pero tenía un compromiso de enorme peso que ponía en riesgo la seguridad de toda la manada. Debía casarse con Jimin, hacerse a la idea de que ese era el omega con quien compartiría su vida, con quien formaría una familia, y quizás así exterminar todo pensamiento egoísta que lo mantenía obligado a buscar al chico hermoso que estaba a su lado bajo el frío de esa madrugada.

Retrocedió un paso en silencio, desencadenando más llanto angustioso en el omega que seguía mirándole con dolor.

—Quiero que seas feliz, Tae —se sinceró con un nudo en la garganta y una sonrisa inestable pintada en sus labios—. No quiero que mi oscuridad te manche, así que vete lejos de mí y trata de olvidarme.

Cada palabra que Hoseok dijo fue como un puñal cargado de veneno enterrado en su corazón. Apuñó ambas manos con fuerza, luchando con sus impulsos de abrazar al omega y olvidarse de lo que acababa de decir.

No podía hacerlo. Por el bien de ambos, así debían pasar las cosas.

Finalmente el omega sonrió, pero esa sonrisa nunca había sido vista por el beta, odiándola desde el primer segundo que pudo verla.

—Asegúrate de quemar la ropa que dejé en tu habitación, no es conveniente que la descubran —dijo Taehyung con un tono plano y robótico—. Por mi parte trataré de que nuestros caminos no se crucen, y cuando sea inevitable espero estar listo para darte frente —suspiró una vez más antes de decir las últimas palabras—: adiós, Jung.

Caminó hasta el auto bajo el silencio y la espesa oscuridad. No miró hacia atrás, tampoco se detuvo, esforzándose por vencer las barreras pesadas que habían nacido desde lo profundo de su corazón.

Y Hoseok... él solamente se limitó a ver partir a lo único bueno que había tenido en su vida.

Jimin se encontraba en el campo de tiro acompañado de Wheein, una beta que había sido asignada como su compañera y asistente, pero el omega todavía la tenía a prueba para verificar si podía confiar en ella o no.

En ese instante la chica se situó al lado izquierdo del omega para informar:

—Se han detectado movimientos extraños en el lado oeste del bosque, a unos cincuenta kilómetros de nuestra posición actual. Se sospecha de un grupo de alfas rebeldes, pero de nada servirá cazarlos si no comprobamos la información.

—Hay que comprobarla entonces —dijo Jimin, mientras tomaba el fusil de asalto y comenzaba a disparar hacia los blancos.

—El líder Park te ha dado esa tarea —informó Wheein, ganándose la atención del omega—. Quiere que vayas personalmente al bosque para realizar un rastreo completo.

Jimin alzó una de sus cejas en una mueca curiosa. —Creí que ese era el trabajo de los centinelas.

—Lo es —asintió la beta, ella también se había sorprendido por la orden de su líder—. El señor YoonWoo está seguro que tú eres el único que no podría fallar en el rastreo, por eso te lo ha encomendado.

—Bastante inteligente de su parte —apremió el pelinegro—. Bien, iré mañana.

Ambos dieron por terminada la conversación. Jimin retomó su tarea de practicar la puntería, pero más que eso era un medio para distraerse y no dejarse dominar por su mal humor.

En una semana se celebraría su compromiso con todos los miembros importantes de la manada y las vecinas. El omega pospuso ese momento lo más que pudo, sin embargo, sabía que ya no podía seguirlo alargando.

Vació todo el cartucho de su arma dando de lleno en cada uno de sus objetivos. A su lado Wheein disparaba con destreza similar a la suya, los dos envueltos en un silencio cómodo, donde las palabras estaban de más.

Hasta que algo llamó la atención del omega.

A unos veinte metros de distancia en el lado opuesto del campo se encontraba Yoongi con NamJoon.

Por lo que Jimin podía ver ambos estaban ejercitándose, su juguete tenía la respiración inestable y el rostro de color rojo, mientras parecía concentrado en lo que sea que el beta le decía.

La nula acción en el campo de tiro ganó la atención de Wheein. La beta siguió en silencio el rumbo de la mirada del sucesor, encontrándose con NamJoon y el alfa más grande que había visto.

—¿Quién es él? —preguntó, notando con sorpresa que el omega a su lado estaba sonriendo muy tenuemente.

Los ojos fríos de Jimin impactaron en la chica, provocando que por mero instinto ella bajara la mirada.

—Es mi juguete.

El viento sacudió con fuerza la cabellera de ambos, llevándose con él los aromas definidos del omega, hasta impactar en la nariz del alfa a metros de distancia.

Yoongi se envolvió en sus propios instintos. Detuvo su entrenamiento de golpe, alzó la nariz y comenzó a olfatear casi con necesidad, reconociendo esos aromas, sabiendo con ello que su dueño estaba cerca.

Fue entonces que sólo segundos después sus miradas se encontraron.

El alfa se estremeció porque no importaba la lejanía, él era perfectamente capaz de sentir la autoridad de aquellos ojos oscuros que le analizaban sin parpadear, consumiéndolo por completo en su mundo, hasta volverlo una masa moldeable y completamente sumisa.

NamJoon arrugó la frente al notar que su discípulo se había detenido. —¿Qué ocurre, Yoongi?

—Amo —respondió. Sus ojos aún fijos en el omega que había retomado su tarea de disparar.

El beta miró hacia el campo de tiro y lo comprendió. —Jimin viene de vez en cuando a pulir su técnica de tiro, pero ese no es motivo para que tú te detengas.

—Lo sé, es sólo que me gusta veslo —admitió.

—Verlo —corrigió Nam—. Lo mirarás todo lo que quieras en la mansión o en la habitación, ahorita necesito que te concentres.

Yoongi asintió de mala gana, volviendo a entrenar para fortalecer su cuerpo y ganar resistencia.

Sabía bien el motivo que había orillado a su amo de pedir aquello, después de todo, el mismo NamJoon se había encargado de darle esas clases que necesitaría cuando nuevamente se encontrara a solas con el omega.

Y a diferencia de la primera y única vez que estuvo con su amo de esa manera, ahora Yoongi sabía qué hacer.

Cuando Jimin ingresó a la mansión se llevó la desagradable sorpresa de la visita de su prometido.

Hoseok estaba de pie frente al gran ventanal, usando uno de sus trajes oscuros que le daban fuerza a su imagen y con la cabellera gris perfectamente peinada hacia atrás.

—Hoseok —habló el omega, deteniendo el resto de palabras que empujaban por salir.

Aquel beta era su prometido, lo más lógico era que lo visitara en su mansión, que salieran y demás estupideces. Jimin se lo estaba repitiendo para no olvidarlo.

—Jimin —contestó el mayor, dándose la vuelta para encararlo.

Los ojos de Hoseok viajaron hacia el pasillo donde se encontraba un alfa que le resultaba asquerosamente familiar.

—¿A qué se debe el motivo de tu inesperada visita? —preguntó el omega, completamente ajeno a todo lo demás.

El beta apartó la mirada de aquellos ojos dorados que estaban puestos en la escena, caminó hasta Jimin y le dio la sonrisa más encantadora que pudo formar.

—Vine a visitar a mi prometido.

Entonces lo besó, rudo, demandante, territorial, asegurándose de encontrar nuevamente aquellos ojos dorados, mientras besaba al omega entre sus brazos.

Y fue ahí que el corazón de Yoongi formó latidos dolorosos que no pudo entender, ni detener.



















Bueno, ahora sí se viene lo emocionante. 😌

¿Qué les pareció el capítulo? 👀

¿Qué opinan del HopeV? 👀👀

Por cierto, he creado una Playlist con las canciones que me inspiran para escribir esta historia. Si desean el link pueden mandarme un mensaje privado que con gusto se los paso. ❤️

Yoon~

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