⛓️Chapter fifty four!

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Jimin soltó un gruñido descontento. Ciertamente no encontraba nada interesante al ser reprendido por su esposo, pero ahí estaba, en la habitación que le habían entregado y escuchando las quejas de un molesto Jackson.

—Fuiste irresponsable —dijo el beta, y era como la quinta vez que lo hacía. Jimin no estaba seguro—. Te expusiste con los soldados, cualquiera de ellos pudo darse cuenta de tu embarazo, y déjame decirte que no tenemos la seguridad que todos nos sean leales.

—Sólo quería entrenar —murmuró con pesar, hundiéndose en su sitio para no tener que lidiar con el mayor.

—Esa parte la entiendo, pero debiste escoger un grupo de confianza al hacerlo —habló—. Jimin, ayúdame con esto, ¿si?

El omega no supo qué responder así que prefirió el silencio. Había entrado a una etapa diferente del embarazo donde el estrés y las emociones le estaban jugando en contra. Era necesario para él encontrar un equilibrio, una rutina que le funcionara para saber que todo estaba en control; pese a ello, sabía que no era posible y que debía luchar con lo poco que tenía a su alcance.

—Estoy de mal humor, Jackson —informó lo evidente—. No sigas con lo mismo o te juro que te corto el cuello.

—¿En serio serías capaz de matarme en mis propios dominios?

—Pruébame y verás —gruñó.

Jackson rió por lo bajo y tal acción fue merecedora de una mirada afilada por parte del omega. Carraspeó, obligándose a adoptar una mejor postura y tratar de lidiar con los cambios de humor evidentes y escalofriantes por los que su esposo estaba atravesando.

Tomó una silla y se sentó frente al menor, brindándole toda la atención necesaria para que tuvieran una buena conversación.

—Cuéntame, ¿qué te tiene tan molesto? —indagó, aunque podía tener algunas sospechas era mejor escucharlo de la boca del omega.

—No tengo idea —respondió, subiendo y bajando los hombros para demostrar desinterés—. Sólo estoy molesto y ya.

—¿Sólo así? —preguntó el beta con ojos abiertos en sorpresa e incredulidad.

—Sí, y ya no me sigas jodiendo —refunfuñó Jimin con el ceño fruncido.

Jackson se tomó un momento para pensar mejor lo que iba a decir, aunque no pudo lograr mucho, pues de todas formas terminó haciendo una pregunta bastante peligrosa.

—¿Todo esto tiene que ver con Coria y Yoongi?

Los nombres de esos dos juntos hicieron que la sangre del omega hirviera hasta el punto de amenazar con romper sus venas. Jimin miró a su acompañante con lentitud, apretando ambas manos para no estrangularlo.

—No eres muy inteligente, Jackson —dijo, con todo el cuerpo vibrando en emociones negativas y los aromas volviéndose amargos.

—No tienes que preocuparte por eso, Jimin. Te prometo que no vale la pena —aseguró el mayor—. Coria siempre ha sido una omega coqueta, pero Yoongi no es así.

—No quiero hablar de eso, ni de nada más —cortó Jimin con un suspiro.

—Está bien —accedió el mayor, su prioridad era que Jimin descansara y no asesinara—. Descansa, me iré a terminar todos los pendientes para la cena de recibimiento que ofreceremos a los líderes aliados.

El omega se despidió con un flojo movimiento de manos. La puerta de la habitación se cerró dándole a entender que se encontraba solo, así que fue el momento justo que Jimin utilizó para respirar profundo y encontrar un modo eficaz de controlar sus emociones.

—Estúpido embarazo —se quejó, haciendo una mueca inconforme.

No sabía que sería tan sofocante y difícil, lo peor es que estaba iniciando con ese proceso que ya le parecía tedioso; sin embargo, cada vez que se imaginaba a un niño o niña, esas emociones parecían convertirse en florecitas de muchos colores pasteles que florecían en sus pensamientos, haciendo de él un omega soñador, hambriento de besos y abrazos.

Y cuando sucedía sentía repudio de sí mismo. Él no era así, nunca lo fue, pero al parecer las estúpidas hormonas no estaban de acuerdo con su ideología y estaban determinadas a crear un desastre en su mente y en sus acciones.

De un momento a otro la puerta fue abierta; Jimin dio un respingo en su lugar, notando de inmediato la presencia del alfa que había llegado a verlo.

—Hola. —Yoongi no pensaba que hablar le costaría tanto, pero para él era más difícil estar alejado del omega, aunque últimamente el mal humor del menor se estaba haciendo incontrolable, él no pensaba alejarse más.

Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando Jimin lo miró con un puchero y abrió los brazos en una clara petición.

—Abrázame —pidió el menor, su tono bajo y acompañado por el desespero que mostraba en los ojos.

Yoongi se apresuró a cumplir con los deseos de su omega, con facilidad lo tomó entre sus brazos, permitiendo que el menor se aferrara a él con brazos y piernas. Cuando lo tuvo bien sujeto se sentó en el sillón más cercano, con Jimin encima de él, dejando que se tranquilizara con sus aromas.

—Mi amor —susurró Yoongi, dejando besitos cortos por todo el rostro del omega—. ¿Qué ocurre? Sabes que puedes decirme lo que sea.

—No es importante —murmuró Jimin, para luego ocultar el rostro en el cuello del mayor.

El alfa le acarició con parsimonia, las manos gentiles fueron y vinieron sobre la espalda del omega, otorgando un silencio necesario para ambos y llenando de intimidad ese momento.

—Todo lo que tenga que ver con mi omega es importante —dijo Yoongi con suavidad—. Amor, tú eres mi prioridad. Te amo y quiero que confíes en mí hasta en estas cosas que consideras que no tienen importancia.

—No es nada, alfa —susurró, aún oculto—. Son cambios de humor que se deben al embarazo.

—Oh, entonces sí es importante —debatió Yoongi, sonriendo con dulzura cuando el omega se animó a mirarlo—. Nuestro hijo te está dando problemas y no me quieres involucrar, es un poco injusto.

Jimin soltó una risa corta, de pronto sintiéndose más relajado por estar acompañado de su persona favorita.

—Será un rebelde como su padre alfa —afirmó el omega, al mismo tiempo que acomodaba un mechón de cabello castaño.

—Y un gran líder como su padre omega —dijo Yoongi, sonriendo ilusionado.

El menor abrazó a su pareja, lo hizo para sentirlo cerca, asegurarse de que ese hombre que lo sostenía con la misma delicadeza que se sostiene al más fino cristal o la más ligera pluma era el mismo que estaba destinado a pertenecerle. Porque Jimin no encontraba una mejor explicación para todo lo que sentía cuando Yoongi estaba a su lado.

Entonces, el omega decidió ser sincero con sus emociones.

—Me molesta que Coria te mire como lo hace, que sonría y quiera llamar tu atención —confesó lo que para él era la principal causa de su mal humor.

—¿Coria? —cuestionó el alfa, tratando de recordar.

—La hija del comandante Cha —aclaró Jimin.

—Ah, ella. —fue todo lo que Yoongi dijo, quejándose cuando el omega le pellizcó el costado derecho.

—¿Sólo eso vas a decir? —cuestionó irritado.

—¿Qué debería decir? Apenas y la he visto, amor —se sinceró.

—Pues ella camina detrás de ti como una polilla siguiendo la luz —renegó el omega.

—Estás celoso —confirmó Yoongi con una sonrisa embobada—. No tienes por qué, nadie me interesa, nadie que no seas tú.

—Pero...

—Mi amor —gimió Yoongi completamente enternecido—. Eres el omega que amo, por el que me postro de rodillas y el que me dará un hijo —le recordó—. Jamás tendría la osadía de mirar a alguien más, porque soy tuyo, enteramente tuyo.

Las palabras eran hermosas, pero lo que el omega más apreció fue la sinceridad palpable en ellas.

Luego besó los labios ajenos, lo hizo con dulzura, una que no se mostraba todos los días, mientras su aroma dulce salía para marcar cada rincón de la esencia del alfa como un acto íntimo y posesivo que su lobo y él estaban demostrando.

Y una vez más, Jimin ansió terminar con la guerra para vivir una vida tranquila al lado de las personas que amaba.

Amira hizo un puchero inconforme.

Era de madrugada y ella debía estar durmiendo cómodamente, pero no, Yoongi la había sacado de la habitación pidiéndole que le cubriera las espaldas porque iba para el bosque.

—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó, mientras ambos caminaban entre sombras y malezas.

—Porque confío en ti, no hagas que me arrepienta.

—A veces me arrepiento de ser tu amiga —refunfuñó la beta.

—Acostúmbrate Amira —se burló Yoongi. El alfa andaba de buen humor al parecer.

Caminaron un poco más hasta que llegaron a un claro que era iluminado por la luna. El alfa olfateó un poco, tratando de enfocarse y poder encontrar aquello que estaba buscando con necesidad.

—Por cierto, ¿qué buscamos? —interrogó la beta, resignada a su destino y a perder las horas preciadas de sueño.

La respuesta que obtuvo no la imaginó bajo ninguna circunstancia.

—Jimin quiere comer zarzamoras —explicó Yoongi—. Investigué un poco y algunos pobladores me dijeron que en esta parte del bosque podía encontrar debido a que los mercados están cerrados a estas horas.

—Bueno... —Amira carraspeó y luego continuó—: hubiésemos traído un grupo de guardias que nos ayudaran a buscar, nos llevaría menos tiempo.

—No —dijo el alfa, y casi se le escapó un gruñido—. Sólo yo debo complacer los antojos que Jimin tenga.

—¡Entonces debiste dejarme dormir! —pataleó ofuscada.

—Haz silencio, ya casi llegamos. —Yoongi ignoró todo lo demás y se concentró en el camino, hasta que minutos después encontró lo que tanto estaba buscando.

Del bolsillo de su pantalón sacó una bolsa de tela donde fue depositando todas las zarzamoras que pudo. Amira le ayudó para regresar más pronto, no estaban del todo seguros en el bosque y no habían avisado de su paradero. Lo mejor era apurarse.

—Es suficiente, Yoongi. Sólo es un antojo —dijo la beta, al notar como el alfa llenaba los bolsillos de su pantalón cuando la bolsa estuvo repleta.

El mencionado asintió, aseguró bien la bolsa y juntos emprendieron el camino que los llevaría de regreso al clan montañoso.

Al llegar, el alfa se despidió de la general para luego ingresar en la residencia donde su omega le esperaba. Caminó por los pasillos desolados, tardando poco tiempo en llegar hasta Jimin.

Los ojitos del omega se iluminaron felices cuando Yoongi le mostró las zarzamoras, y para el alfa no hubo mayor satisfacción que esa.

El omega devoró cada una con necesidad, una tras otra iban desapareciendo en su boca, y todo sucedía mientras el mayor se encargaba de acariciarle el vientre con cariño.

Jimin se las terminó todas, quedando con las mejillas cubiertas, la barriga llena, mostrándose complacido y sumamente adorable.

—Tengo sueño —comentó.

Yoongi tomó un paño de agua con el que se ayudó para limpiar las mejillas del omega. Cuando terminó, lo arropó en la cama y decidió que quería quedarse a su lado, durmiendo juntos y abrazados.












































Dulzura, antes que todo se vaya a la chingada. 😈

⛓️Yoon~

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