⛓Chapter four!

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Un día había pasado y Jimin ya tenía una pila completa de papeles que estaban esperando para ser revisados.

Ingresó a su despacho personal mientras fumaba un cigarrillo, el frío exterior había logrado colarse lo suficiente como para anhelar calentar sus pulmones con el tóxico humo que desprendía cada tres segundos, así como también servía un poco para liberar la tensión que se  formó en sus hombros desde esa misma mañana.

Tres omegas aparecieron muertos en diferentes puntos de la ciudad pero siguiendo un mismo patrón. El grupo de investigación rápidamente hizo su parte, no tardando en descubrir grandes cantidades de cannabis en el torrente sanguíneo, dando así la causa del deceso.

Sin embargo, no habían dado con los culpables.

Nuevamente se organizó una operación sorpresa donde el apellido Park debía participar, Jimin le pidió a su padre que lo dejara al mando, que sabía bien los puntos claves y que fácilmente podría encargarse de ese asunto antes que se alargara más y llegara a causar verdaderos problemas; pese a ello, YoonWoo se negó rotundamente, alegando que ese tipo de cacerías no le concernían, y que mejor se concentrara en su trabajo.

Misma razón que lo tenía de tan mal humor.

Caminó hasta el cómodo sillón tras su escritorio y se dejó caer sin cuidado; inclinó la cabeza hacia arriba y con lentitud expulsó todo el humo que llevaba dentro hasta que el fuerte aroma quedó impreso en todo el lugar.

Una última calada más y el sobrante lo colocó en el cenicero que estaba sobre su escritorio. Cerró los ojos por un momento cuando la primera punzada llegó a su cabeza, alertándole de una próxima migraña.

Bufó por ello, tal parecía que los diez cigarrillos fumados no le surtirían efecto alguno.

Sabiendo que no había esperanza alguna para mejorar su humor, Jimin decidió iniciar con su trabajo. Eran algunos contratos de compra de las propiedades que estaban bajo su jurisdicción, así como muchos permisos de personas que pensaban abrir algún tipo de negocio y, que por tanto, debían contar con la autorización del líder o, en su defecto, del heredero.

Decidió iniciar con los permisos porque eran los que le llevaba más tiempo revisar; el omega se encargaba de leer cada punto explicado, así como de valorar las ventajas y desventajas que determinado negocio traería, o los factores diversos que aportaría para el desarrollo del clan.

Fue así como aceptó dos nuevas cafeterías, un restaurante de comida tailandesa y dos bares; de estos últimos debía enviar una copia al departamento de policía para que ellos se encargaran de realizar las investigaciones correspondientes y así evitar cualquier movimiento turbio por parte de los propietarios.

Lo bueno de todo es que su dolor de cabeza había pasado a segundo plano, lo malo es que su concentración no duró mucho, pues la puerta de su despacho sonó un par de veces gracias a los golpes ejercidos en la madera pulida.

Jimin se sacó los lentes e hizo presión en el puente de la nariz.

—Adelante —dijo lo suficientemente alto para ser escuchado.

Un hombre alto, de tez canela y cabello rubio hizo su ingreso. El omega al reconocerlo sonrió, y con un movimiento de cabeza le invitó a que se acercara.

—Te estaba esperando, NamJoon —comunicó el pelinegro, mientras se recostaba en su lugar.

El beta sonrió, para luego sentarse frente al escritorio y esperar con paciencia lo que su amigo tenía para decir.

—Te escucho —murmuró en voz baja y pausada.

—Te llamé porque necesito que hagas algo por mí —inició el omega, colocando ambos brazos sobre el escritorio.

—Te escucho —repitió el moreno y Jimin rodó los ojos con fastidio.

—Tengo un lindo cachorrito que fue obsequio de mi padre, pero su raza es legendaria —informó, sorprendiendo al contrario—. El nene es precioso, pero inculto. Tiene problemas para expresarse y conoce poco del mundo moderno, es por eso que quiero contratarte para que seas su instructor.

—¿Un alfa legendario como mascota? —inquirió el beta con una mueca de incredulidad evidente.

Jimin asintió. —Es de los últimos en su especie, pero eso no me interesa tanto como crees.

—¿Entonces? —indagó, presionando más al irritable omega.

—Quiero que me folle duro —bramó con irritación—. En este momento que estoy hablando contigo mi mente está volando en imágenes creativas que quiero cumplir más temprano que tarde; pero tampoco puedo hacerlo si mi querido juguete está tan ausente del mundo al que pertenece ahora.

—A ver si entendí —le detuvo el mayor de ambos—. ¿Quieres que le explique cómo meter su polla en tu culo?

—No, idiota. Aunque ahora que lo pienso, un poco de educación sexual también le vendría bien —analizó—. Lo que quiero es que le enseñes a expresarse, que su vocabulario se extienda y que conozca diversos detalles del clan —suspiró—; lo haría yo mismo, pero mi tiempo es limitado, al menos por ahora.

Todo lo dicho por el sucesor logró sorprender en demasía a NamJoon. Durante todo ese tiempo jamás había escuchado algo igual; ninguno de los omegas que poseían esclavos se preocupaban por la educación del mismo, simplemente se encargaban de hacerlos lucir bien delante de los demás y nada más.

¿Hablar fluidamente? No se necesitaba porque el único lugar donde tenían autorización para hablar era en la privacidad de una habitación, y si contaban con el permiso de su amo.

¿Conocer detalles del clan? Tampoco era necesario, puesto que nunca se debían involucrar con algo más allá que no fuesen los deseos carnales de sus dueños.

A la única conclusión que el beta pudo llegar es que Jimin era nuevo en aquello de tener un juguete y que quizá las emociones del momento lo estaban dominando; por supuesto que tampoco era algo completamente extraño, habían algunos omegas que invertían fortunas de dinero en sus juguetes para educarlos y así presumirlos delante de los demás; pero, según lo que NamJoon entendía no era el caso de los Park, ya que ellos solían cambiar juguetes cada año.

Sea como sea, simplemente cumpliría con el favor que su amigo le estaba pidiendo. Después de todo, se lo debía.

—¿Cuándo quieres que inicie? —preguntó, para así ir ordenando su agenda y estructurar los horarios.

La sonrisa de Jimin no se hizo esperar.

—Hoy mismo.

Yoongi estaba sentado en un salón que hasta el momento se le hacía desconocido, tenía muchos ventanales amplios que daban una vista espectacular de todas las montañas espesas en las que solía correr cuando era libre; el clima frío empapaba de pequeñas gotitas los grandes cristales, simulando las lágrimas que, sorpresivamente, el alfa no había expulsado.

Sabía bien que jamás volvería a ser libre, pero ese conocimiento no le afectó tanto como en un principio pensó.

Sólo le bastaba ver unos ojos pequeños, afilados, duros y con borde frío para sentir un desequilibrio en su sistema. El lado agresivo y salvaje que albergaba en su interior sufría violentas sacudidas, y cuando los aromas definidos llegaban a su nariz no ansiaba nada más que postrarse de rodillas y mostrar el cuello, entregándose completamente y con los ojos cerrados.

Llevó una mano a su cuello vendado e hizo una mueca; el dolor estaba presente en pequeñas dosis, pero la comezón seguía presente provocando que gruñera cada dos por tres.

Aunque no todo era malo; desde la noche anterior su dueño se había encargado personalmente de cambiarle las vendas, y de colocarle una crema extraña que, Yoongi sabía, era la responsable de su comezón.

Recordando esos pequeños momentos es que el alfa comprendía lo mucho que disfrutaba de estar herido. Si su cuerpo tenía heridas, su dueño las sanaría, así podría sentir el tacto directo de aquellas suaves manos que le hacían temblar del sólo recordarlo, anhelando más, ansiando ser tocado.

Relamió sus labios cuando imaginó probar la textura de la boca del omega. Por lo poco que Yoongi sabía, los dueños jamás besaban los labios de sus juguetes, eran muy contadas las situaciones en las que ocurrían y por lo general debía pasar un buen tiempo para siquiera soñar con una pequeña posibilidad.

Y desde ese instante el alfa se prometió portarse bien con su amo, quizás así tendría la oportunidad de ser besado por él.

Aunque sea una vez.

No se dio cuenta en qué momento empezó a mover sus pies descalzos con inquietud, pese a que tenía zapatos Yoongi no se acostumbraba a la idea, así que prefería andar sin ellos, de todas formas no salía a grandes lugares como para preocuparse por ese detalle.

Estaba profundamente concentrado en idear un plan de comportamiento que le funcionara, que no pudo notar a las dos personas que ingresaban donde se encontraba, hasta segundos después que un carraspeo bajo ganó su atención.

Los ojos de Yoongi se cruzaron con los de su dueño dejándole paralizado por algunos segundos. La mirada de Jimin siempre le resultaba atractiva, imposible de ignorar, mucho menos de olvidar.

Boqueó sin saber que hacer, hasta que obligó a su cuerpo a actuar, poniéndose de rodillas para recibirlo.

—A-amo... aquí —habló en voz baja, sus ojos puestos en el suelo.

—De pie, cachorrito —dijo Jimin, siendo obedecido—. Ven aquí.

Los pies de Yoongi se movieron hasta quedar a un metro de su amo y otro hombre que no conocía. El omega alargó una mano para tocar el collar que su juguete llevaba y así verificar que el ajuste fuera el suficiente para no molestar en el vendaje del cuello, y sólo cuando estuvo seguro fue que alejó su mano.

—Él es NamJoon —inició Jimin, apuntando al rubio que estaba a su lado—. Te enseñará muchas cosas interesantes que te ayudarán en tu proceso de adaptación, y tú te esforzarás en aprender, ¿de acuerdo?

El alfa asintió muchas veces. —S-sí... a-apendel... mucho.

—Espero que pongas de tu parte, NamJoon me irá informando de tus progresos —advirtió Jimin, sin apartar su mirada de los ojos dorados que le veían con atención—. Por cada logro tendrás un premio, por cada fracaso tendrás un castigo.

—Tampoco es para que lo asustes y lo presiones —intervino el beta—. Estoy seguro que aprenderá rápido, se nota que quiere hacerlo.

Y era verdad, Yoongi estaba demostrando emoción absoluta ante la idea de aprender cosas nuevas y desarrollar su lenguaje, dando así una pequeña garantía de que pondría todo su empeño para no decepcionar a su amo.

No, él se encargaría de demostrar que era lo suficientemente inteligente como para lograr cualquier cosa que se propusiera, y si tenía suerte poder complacer a su dueño.

—Iniciaremos ahora —comunicó el rubio, obteniendo la atención de su nuevo alumno.

Jimin miró su reloj y soltó un suspiro. —Debo irme, Hoseok me está esperando.

—¿Una cita romántica? —curioseó el moreno, dándole una mirada pícara.

—Una cena nada más —aseguró el pelinegro, mirando una vez más al alfa que ya estaba sentado donde le habían indicado.

—Está bien, te iré informando del progreso de tu juguete —prometió el beta, para luego caminar hacia donde Yoongi le esperaba.

Jimin simplemente salió, creciente irritación creciendo en su interior cuando su odioso prometido le llamó para reclamarle que iba tarde.

Y sinceramente, no le importaba.

















Otra actualización, y nos leerémos hasta en la próxima semana porque hay más historias que me están reclamando por haberlas olvidado. 😂

Espero que el capítulo les haya gustado. 🫶🏻

Si tienen alguna duda, no se la guarden y coméntenla acá para así resolverla.

Hasta el próximo capítulo.

Yoon~




|Habitación de Yoongi|

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro