⛓Chapter five!

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—Tengo una reservación a nombre de Jung Hoseok.

La joven recepcionista controló el temblor de su cuerpo cuando el futuro líder del clan estuvo frente a ella. Los ojos pequeños del omega la veían con arrogancia y superioridad, provocando que más temblores le atacaran sin piedad.

—E-el señor Jung ya lo espera —respondió con voz inestable—. M-mesa nueve.

Jimin no se molestó en agradecer. Caminó por el gran salón mientras sus ojos trataban de encontrar la mesa indicada, no tardando en hacerlo cuando la imagen de un hombre enfundado en un traje negro y con reluciente cabellera gris llegó a su campo de visión.

Sus pasos fueron rápidos, a medida que avanzaba podía notar miradas curiosas sobre su persona; sin embargo, Jimin estaba acostumbrado a ser siempre el centro de atención, ya sea para bien o para mal.

Carraspeó un poco para así anunciarse con el beta que tranquilamente le esperaba. Hoseok levantó la mirada de su celular y sonrió tenue al ver a su prometido frente a él, luciendo tan hermoso e imponente.

—Jimin —dijo, para luego ponerse de pie y besar los labios gruesos del omega.

El pelinegro devolvió el beso los segundos exactos que se tenía permitido, luego se retiró y sutilmente empujó al contrario para que tomara asiento.

—Hoseok —mencionó, mientras se sentaba frente al peligris—. ¿Todo bien?

El beta hizo una mueca ante el tono plano que Jimin le dedicaba, miró a su alrededor sutilmente para luego dar un sorbo a la copa de vino que tenía al lado derecho.

—Tardaste —habló, cuidando de su tono de voz.

Jimin alzó una ceja de forma lenta y sutil. —¿Y eso qué?

—¿Qué te tenía tan ocupado? —inquirió el mayor de forma brusca.

El repentino cambio causó curiosidad en el omega y ahora que detallaba mejor empezaba a comprender la situación. Hoseok lucía tenso, la sonrisa que tenía llevaba un tinte amargo que fácilmente podría pasar desapercibido. Además, le había invitado a cenar, sin dar un motivo claro para hacerlo.

Rió sin poder evitarlo.

—¿Algo que te divierta? —volvió a hablar el mayor, no perdiendo detalle de la diversión que mostraba el omega.

—Tú —respondió Jimin sin rodeos—. Tú y tu estúpido intento de marcar territorio conmigo.

Las palabras dichas iban envueltas en una sinceridad tan aplastante que Hoseok no tuvo el coraje suficiente para debatirlas. El silencio que siguió fue endemoniadamente incómodo y agotador, los dos se miraban atentamente, tratando de descubrir algo más en los ojos contrarios; Jimin pudo detectar con facilidad el disgusto y recelo que los orbes del mayor presentaban, viéndose tan claro como agua cristalina; por otro lado, el beta no pudo tener la misma suerte, la mirada del omega era un abismo vacío y desconocido que se mantuvo bajo el control riguroso para no demostrar algo más que fastidio.

Finalmente y luego de largos minutos en silencio, Hoseok exhaló un suspiro cansino.

—No puedes culparme, tengo derecho a sentirme así —murmuró en voz baja.

—¿Así cómo? —indagó Jimin, aunque ya sabía la respuesta.

Los ojos del peligris le miraron con un toque de frialdad. —Es la primera vez que tienes un juguete, Jimin. No te emociones más de la cuenta.

—¿Eso es todo? —repentinamente la voz del omega se tornó oscura y amenazante—. ¿Me hiciste venir hasta aquí para hacerme una maldita escena de celos?

—No es eso...

—Además —interrumpió el omega—, puedo tener a todos los juguetes que yo quiera. Antes no tenías problemas, ¿por qué ahora?

—No tengo problemas con que los tengas, pero sí estoy en mi derecho a molestarme cuando el primer juguete que cae en tus manos es un jodido alfa legendario —finalmente soltó, con la respiración inestable por todas las emociones contenidas.

Jimin se mofó. —Eres patético, tú mismo acompañaste a mi padre esa noche que mi juguete fue elegido, y ahora me sales con esta escena de película barata.

—No es ninguna escena, Jimin —bramó el beta, ganando un par de miradas por los demás comensales—. Los alfas legendarios son bestias salvajes que deberían extinguirse.

—A ver, Hoseok —mencionó el pelinegro, a la misma vez que se masajeaba el puente de la nariz—. Tú no tienes ningún derecho a querer intervenir en esos asuntos, ¿captas? El hecho que seas mi prometido no te convierte en mi puto dueño.

—Deshazte de él.

El menor de ambos detuvo sus movimientos por algunos segundos para mirar profundamente al peligris.

—¿Qué has dicho?

—Quiero que te deshagas de ese animal, Jimin.

—¿No acabas de escuchar lo que dije? —inquirió el pelinegro con ferocidad—. ¿Quieres verme cabreado, Jung? Porque jodidamente lo estás logrando.

Hoseok tensó la mandíbula, sabía que no tenía derecho alguno para hacer una exigencia de tal magnitud, y aún sabiéndolo ahí estaba, siendo insistente con la esperanza de que el omega le escuchara.

—¿Ya te acostaste con él? —preguntó de repente.

El omega se reclinó en su asiento para cruzarse de brazos. —¿Qué si lo hice?

—Puedo conseguir a mejores alfas, Jimin —insistió—. Uno, dos, tres, o los que quieras; pero deséchalo. Una raza así es una mancha para nuestro clan.

—¿Nuestro? —repitió el menor, con un tono claro de burla y desdén—. Grábate esto, Hoseok —se inclinó hacia adelante para ganar proximidad con el otro, y de ahí susurró—: el hecho de que te vayas a casar conmigo no te convierte en líder, el único con el poder para gobernar seré yo —le recordó—. Tú sólo estarás en mi cama, y me darás los hijos que necesito para que mi linaje continúe, ese es tu destino, así que no aspires a más.

Toda palabra que Hoseok quisiera decir quedó atorada en lo profundo de su garganta. El sonido que Jimin provocó al levantarse ganó más atención de la deseada, aumentando la humillación en el beta al ver como su prometido salía del restaurante hecho una furia.

Cuando estuvo solo bebió de un largo trago el contenido de su copa, apretó los dientes para no soltar la infinidad de maldiciones que quería, comprimiendo con más fuerza el delicado cristal hasta convertirlo en mil pedazos bajo su palma.

Y si Jimin pensaba que podía humillarlo a su antojo y jugar con su paciencia estaba muy equivocado.

NamJoon escuchaba con una pequeña sonrisa el párrafo que Yoongi trataba de leer. Habían algunas palabras que todavía le costaban, pero en general estaba teniendo un buen avance, y eso indudablemente ponía de buen humor al rubio.

—Muy bien, Yoongi —felicitó, provocando una sonrisa pequeña en el alfa—. Si continúas así, podrás hablar y leer correctamente en menos de un mes.

—¿Y amo orulloso? —preguntó con ilusión.

—Orgulloso —corrigió Nam con mirada tranquila—. Y respondiendo a tu pregunta, por supuesto que estará orgulloso y te sacará a todas partes.

El castaño amplió su sonrisa y a pedido de su instructor continuó con la lectura.

Ambos se encontraban en la biblioteca privada que pertenecía a la mansión de Jimin; ese era el lugar que habían elegido para llevar a cabo la preparación en el alfa y hasta el momento llevaban buenos resultados.

En esos pocos días NamJoon pudo saber que su alumno tenía conocimientos básicos que si bien no eran suficientes, servían para armar una buena base que sustentara todo aquello que le estaba enseñando. Yoongi tenía la disponibilidad de aprender, era curioso, tenaz, inteligente y aplicado; siendo esas las cualidades que le estaban ayudando a dar pasos gigantes en su propio camino de aprendizaje.

—Excelente, Yoongi —volvió a felicitar NamJoon cuando el alfa leyó un poco más fluido el último párrafo—. Ahora ve a la pizarra y escribe lo que te diga.

El alfa obedeció, se mantuvo concentrado durante los próximos minutos en los cuales NamJoon se dedicó a dictar algunas palabras al azar. Hubo algunos errores que fueron mínimos a comparación con los iniciales, mismos que demostraban los avances que Yoongi estaba teniendo; y luego de veinte minutos, el beta finalmente se animó a dictar pequeñas oraciones, dejando que el castaño las complementara al utilizar las palabras nuevas que había descubierto en las acciones descritas en la pizarra.

Luego de una hora extensa de escritura las clases de ese día estaban finalizando, NamJoon le dejó como tarea analizar los símbolos representativos de cada clan, así como analizar el mapa de la manada, para que al día siguiente pudiera darle un resumen oral detallado.

Misma razón que tenía a Yoongi sumergido en los libros de la biblioteca, sosteniendo una lupa en sus manos para ver mejor los detalles de algunos símbolos, a la vez que hacía un par de anotaciones descuidadas en una hoja en blanco.

Sin embargo, su concentración se vio cruelmente atacada cuando a su sensible nariz llegaron los aromas definidos que tanto le gustaban.

Su amo. Su amo estaba cerca.

Rápidamente se levantó y se puso de rodillas justo a tiempo porque las dobles puertas de madera fueron abiertas al segundo siguiente, revelando a un sudoroso omega con el rostro sonrojado.

Jimin caminó los pocos pasos que lo separaban del alfa y le miró en silencio. Yoongi permaneció con la vista clavada en el suelo, y el cuello levemente inclinado en señal de sumisión.

—De pie, cachorrito —susurró el menor, observando gustoso la obediencia de su juguete.

El omega se deleitó con la simple presencia del castaño, detalló en cada uno de sus rasgos descubriendo que había ganado un poco de peso, y que ahora el rostro pálido estaba acompañando de un tenue rubor gracias a la buena alimentación que había iniciado.

Lucía saludable y malditamente encantador.

—Amo —susurró.

Y Jimin se estremeció, porque aquella era la primera vez que Yoongi no tartamudeaba al hablar, descubriendo con éxtasis que su juguete poseía una voz ronca, profunda y varonil que sin duda llegó a complacerlo.

—Mírame a los ojos, nene —comentó, llevando su mano enguantada a la mandíbula contraria para darle caricias superficiales.

Aquellos ojos gatunos le miraron fijamente, el tinte feroz y salvaje los bañaba en una fina capa de extrema tentación, dándole un aspecto hermoso que maravilló al omega. En esa mirada había una sinceridad aplastante, así como una transparencia innata de deseos retenidos y sentimientos complejos que poco a poco se iban formando.

—Eres hermoso, cachorrito mío —susurró Jimin, acariciando con el pulgar el labio inferior del alfa.

Yoongi sintió como el animal en su interior aullaba ansioso y feliz ante la presencia de su dueño. Eran pocas las veces que podía ver a Jimin, y aún más los momentos en los que tenían un tiempo a solas, es por ello que justo en ese instante, el alfa sentía el latir loco de su corazón sin saber cómo controlarlo.

—Amo —repitió, lamiendo sus labios por reflejo.

La mirada depredadora del omega se oscureció cuando detalló en el movimiento ejercido por la lengua del alfa.

—¿Hay algo que mi juguete quiera? —preguntó, mientras le regalaba una sonrisa ladina que puso a Yoongi a temblar.

—Q-quiero estar con mi amo —confesó en un susurro ronco que llevaba un tinte íntimo que no se pudo ignorar.

Jimin inhaló profundamente. —¿Estás seguro? No me gusta ser suave.

Los ojos gatunos reflejaron un sentimiento inconfundible de ferocidad que una vez más demostró el gusto y disposición que tenía por complacer a su amo, a su dueño.

—Sí, amo —respondió, manteniendo el tono bajo y tranquilo, pero sin despegar su mirada profunda de la contraria.

Jimin sonrió, sintiendo al omega en su interior ronronear gustoso por la entrega de su juguete.

—Vamos a mi habitación entonces.

Y con el corazón bombeando con furia dentro de su pecho, Yoongi lo siguió sin vacilar.















Espero que el capítulo les haya gustado, me estoy esforzando para que las actualizaciones sean continuas y ver su apoyo realmente me inspira a continuar. ❤️

Muchas gracias por leer, hasta el próximo capítulo.

Yoon~


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