⛓Chapter six!

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En algún punto del camino sus manos se entrelazaron.

El tacto caliente ardía en la piel sensible de Jimin, mientras que estimulantes sensaciones viajaban por cada rincón de Yoongi. Ambos sin decir palabra continuaron caminando por los amplios y solitarios pasillos de aquella mansión con un objetivo en común.

El omega se encontraba ansioso, era la primera vez que tendría un acercamiento íntimo con su primer juguete, y debía admitir que las emociones creadas en su mente estimulaban bien a su imaginación.

Y es que podía verlo tan claramente... Yoongi acostado en su cama completamente desnudo, su piel blanca como la nieve acariciando las mantas rojas en un contraste sublime que acariciaría su vista como los pétalos de una rosa; la cadena en su cuello invitándole a tirar de ella con fuerza, para luego marcar cada rincón con sus dedos, como un sello personal, reclamando una vez más aquello que era completamente suyo.

El lobo en su interior gruñó en completo gusto gracias a las imágenes formadas tras sus pensamientos, y Jimin sonrió ladino mientras apretaba aquella mano que sostenía al caminar.

Siguieron caminando por un par de minutos hasta que llegaron a unas grandes escaleras en forma de caracol, en silencio las subieron para llegar a un pasillo de altas paredes pintadas en gris oscuro con una única puerta situada en el fondo.

—Es mi habitación de juegos —explicó Jimin, al notar la evidente confusión en el alfa.

—¿J-juegos? —preguntó Yoongi, lamiéndose los labios mientras caminaba.

Jimin lo miró de reojo. —Allí te enseñaré a complacerme, alfita. Y yo también te complaceré a ti.

Ambos se detuvieron frente a la puerta y el omega sacó un juego de llaves de su bolsillo derecho, rápidamente la abrió, permitiendo que el castaño ingresara primero.

Yoongi observó el lugar con curiosidad, los colores oscuros predominaban, dándole al rojo un pequeño contraste protagónico que sin duda llamó su atención. Grandes estantes cubrían la pared derecha, repletos de diferentes objetos que le resultaron fascinantes, del lado izquierdo había una pared negra con muchas cadenas adheridas a ella, mientras que en el centro yacía una enorme cama de sábanas rojas y pilares negros con más cadenas adornándolas, y un sofá de cuero rojo situado al lado derecho.

Sintió como su respiración se cortó cuando los brazos del omega le rodearon por atrás, apresándolo con fuerza.

—Bienvenido a nuestro mundo, nene —susurró Jimin en el oído derecho, para luego mordisquearle sutilmente.

La respiración de Yoongi sufrió otro descontrol cuando las manos de su dueño se pasearon con lentitud por su abdomen; aquel toque era nuevo, electrizante y adictivo, el alfa se encontró jadeando con facilidad, amando sentirse así, y queriendo descubrir más allá de los pequeños límites que estaban impuestos hasta ahora.

Las pequeñas manos siguieron un lento recorrido, no había prisa, tampoco tosquedad; la caricia ejercida podría compararse con el toque suave de una pluma, provocando leves cosquillas que estaban haciendo estremecer cada gota de sangre en el alfa, como un remolino tempestuoso que amenazaba con destruir todo a su paso.

Finalmente Jimin se separó de aquel toque y caminó hasta situarse frente al castaño. Un rostro sonrojado, ojos dilatados y respiración inestable le recibieron, provocando un inevitable sentimiento de gusto que pasó directamente a su entrepierna.

Colocó la palma derecha directamente sobre dónde se encontraba el corazón del alfa, sintiendo bajo su piel el rápido palpitar que aumentaba conforme los segundos iban pasando.

Ambos se contemplaron en silencio, sus ojos sumergidos en la imagen que el otro tenía para ofrecer, alimentando cada uno de sus deseos y fantasías, dando como resultado una próxima explosión de éxtasis que prometía mucho placer y nuevas sensaciones.

—¿Sabes lo que quiero hacer contigo? —preguntó el omega, sus ojos dilatados puestos en los dorados del alfa.

Yoongi mordió su labio inferior y negó en un movimiento suave de cabeza.

Jimin contempló el pequeño rubor que llegó a pintar las pálidas mejillas, ese comportamiento tímido le estaba encantando aún más de lo que pudo imaginar, sabiendo bien a qué se debía, pero queriéndolo escuchar de los labios del alfa por el mero gusto de hacerlo.

—¿Eres virgen, cachorrito? —indagó, sus manos viajando al cuello del alfa para dar pequeños tirones a la cadena que le adornaba—. ¿Alguna vez te has apareado con otro lobo?

Sabía bien que los lobos pertenecientes a la raza de su juguete se apareaban únicamente en su forma animal, siendo más rudos y salvajes en el acto; es por ello que el comportamiento de Yoongi le generaba mucha curiosidad, ansiando respuestas para así decidir cómo continuar.

Y la explosión roja que miró en las mejillas del mayor causó que un instinto primitivo despertara desde las entrañas del omega.

—L-lo soy... —respondió en voz baja, la suficiente para ser escuchado.

Jimin sabía que no tenía por qué agradarle tanto saber aquella información, pero malditamente lo hacía. Su instinto posesivo floreció con mucha más fuerza al imaginar que él sería el primero en todas las experiencias que tenía preparadas para su alfita; mejor aún, saber que sería el primero y el único en probarlo por completo.

—No tienes que sentirte avergonzado, bebé —susurró al notar que el castaño había bajado la mirada—. Si te soy sincero, me encanta que seas virgen.

Yoongi levantó la mirada y le miró con un peculiar brillo en los ojos, luciendo tan vulnerable y terriblemente tentador que Jimin tuvo que respirar profundamente para poder controlarse.

—¿Está bien que sea así? —inquirió el alfa con nerviosismo.

Él no era tonto, había estado estudiando y sabía que a los amos les gustaba la experiencia que sus juguetes tenían para ofrecer. Yoongi no tenía nada parecido, salvo los intensos deseos que tenía por su dueño, y la seguridad total de pertenecerle.

—Completamente —asintió el omega, mientras sus manos se internaban en las suaves hebras castañas—. Te enseñaré muchas cosas que harás sólo conmigo y que ambos disfrutaremos como no tienes idea, pero iremos lento... —hizo una pausa para deleitarse con el rostro varonil que le miraba atentamente—. Iremos tan lento que rozaremos nuestros propios límites hasta hacernos explotar.

Tras decir aquellas palabras, Jimin tomó la cadena de su juguete y dio un suave tirón que le hizo caminar hasta la cama, ambos se situaron frente a frente con sus ojos puestos en el contrario, sintiendo como sus propias respiraciones eran capaces de mezclarse gracias a la cercanía que estaban compartiendo.

El omega llevó sus manos hacia la camiseta del alfa y en un movimiento rápido se deshizo de ella, admiró por unos segundos el torso amplio y pálido para luego volver a mirar aquellos ojos profundos que le analizaban en silencio.

—Hoy quiero que conozcas tu cuerpo —habló, mientras sus dedos se encargaban de sacar el botón del pantalón que Yoongi llevaba—. Quiero que experimentes el placer que tu propio cuerpo puede llegar a darte —continuó, a la vez que terminaba de quitar la prenda hasta dejarle en ropa interior—, deseo que te conozcas y descubras lo endemoniadamente caliente que eres.

El alfa simplemente se dejó guiar en completa obediencia. A pedido de su dueño se acostó boca arriba en la gran cama, sus ojos miraban con atención los movimientos que Jimin hacía, desde quitarse los zapatos hasta cuando se acostó a su lado, pero estando completamente vestido.

Frunció el ceño. —Ropa.

—Hoy no se tratará de mí —rió Jimin, pasando uno de sus dedos por aquel ceño fruncido que se había dibujado en el rostro contrario—. Hoy será tu propio descubrimiento, porque cuando descubras como puedes darte placer a ti mismo, serás capaz de complacerme también a mí.

—Sí, amo —aceptó sin dejar de mirarle.

Jimin miró la semi erección por encima de la tela del bóxer negro y se lamió los labios.

—Dame tu mano —pidió, siendo obedecido al segundo siguiente.

Los ojitos del alfa se abrieron en sorpresa cuando miró al omega besar con cuidado cada uno de sus dedos. Los labios gruesos de Jimin se encargaron de acariciar cada porción de su mano, mientras sus miradas yacían entrelazadas.

El pelinegro maniobró la mano del alfa y la guió hacia el pecho desnudo donde la posicionó e instó a iniciar un pequeño movimiento circular que formó tenues caricias.

—Tócate así, cachorrito —demandó—. Utiliza tu otra mano y sigue los movimientos que estoy haciendo.

Yoongi obedeció, con su otra mano empezó a trazar pequeños círculos sobre su misma piel tratando de seguir los movimientos que el omega guiaba; así permaneció durante algunos minutos, los cuales transcurrieron en un silencio donde solamente las respiraciones de ambos eran capaces de escucharse.

Jimin llevó la mano que sostenía hacía más abajo y empezó a rozar uno de los pezones de su juguete. Yoongi jadeó sorprendido por la nueva sensación y pronto estuvo con su otra mano trabajando en su otro pezón.

—Es hermoso cuando nuestro cuerpo responde a estos estímulos de forma automática, ¿no crees? —susurró Jimin, mientras continuaba moviendo la mano ajena sobre el pezón endurecido y sensible.

—S-sí... —respondió ido en las cosquillas que se estaban formando en la parte baja de su cuerpo.

Jimin se encargó de analizar con cuidado cada una de las reacciones que el alfa ofrecía de manera inconsciente, y para él no existía nada más glorioso de ver que aquellas venas azuladas enmarcarse en los brazos pálidos, cada vez que una nueva contracción de excitación llegaba para atacarle.

Guió la mano que sostenía hacía más abajo y ahí la hizo acariciar cada punto del abdomen, jugó con el pequeño ombligo y le hizo sentir la suavidad de su misma piel, misma que iba bañada por finas gotitas de sudor que poco a poco empezaban a formarse.

—¿Quieres probar más? —preguntó, cuando llevó los dedos del alfa hacia el elástico de la ropa interior.

El corazón de Yoongi estalló en adrenalina, su amo manejaba sus propios dedos a voluntad, tentando a tocar más allá y descubrir un placer nunca antes vivido.

—Quiero —respondió, mordiéndose el labio inferior cuando el omega le sonrió complacido.

Jimin soltó la mano que sostenía para quitar la última prenda que cubría a su juguete. La tela del bóxer se deslizó por las piernas del mayor hasta sacarla por completo y tirarla a alguna parte de la habitación.

Nuevamente la mirada del omega se concentró en el cuerpo que estaba a su lado, sus ojos llameantes en deseo insano cuando pudo ver el miembro endurecido apoyado sobre el plano abdomen, luciendo tan grande y apetecible.

—Tócate, nene —instó, mientras su lengua se encargaba de lamer el hombro contrario—. Hazlo, quiero verte.

Yoongi tragó pesado y con movimientos torpes envolvió su propio pene con su mano derecha, jadeó al sentirlo pulsar bajo su tacto y solamente estuvo presionando sin saber cómo continuar.

—Amo... —llamó inseguro.

El pelinegro tomó la mano del alfa y frente a aquellos ojos gatunos empezó a lamer la palma hasta llenarla de su saliva, se internó entre los dedos y los bañó por completo, sabiendo bien que esa acción había descontrolado más los deseos en Yoongi.

Cuando estuvo satisfecho dejó libre la mano del mayor y nuevamente le pidió que tomara el pene con ella, el tacto húmedo con la carne caliente arrancó un gemido en el alfa que Jimin supo disfrutar a su completa conveniencia.

—Desliza tu mano de arriba hacia abajo —guió Jimin, estando concentrado en lamer y morder la piel de su juguete—. Hazlo lento y aprieta un poco cuando llegues a la base —indicó—, a medida que el placer aumente tú lo harás con la velocidad.

El castaño hizo caso a lo pedido, la humedad de la saliva ayudó a que su mano deslizara con más facilidad por todo su falo, logrando crear un ritmo constante que rápidamente lo tenía jadeando, mientras su cuerpo temblaba en completo placer.

—Eso es, bebé —susurraba el omega, mientras sus labios jugaban con la oreja sensible del castaño—. Síguete tocando así, me encanta verte.

Las palabras de su amo fueron un impulso más que Yoongi utilizó para su descontrol. Pocos minutos bastaron para que los movimientos adquirieran fuerza y velocidad, su mano amasando cada centímetro de su polla enrojecida y dura, maltratando cada una de sus venas hasta exprimir las gotas blanquecinas del líquido seminal que chorreaba de la punta sensible y bañar su puño.

—¡A-amo! —gruñó con fuerza, su cabeza tirada hacia atrás y sus ojos perdidos en el limbo de su propio placer.

Jimin pellizcó con fuerza el pezón izquierdo y ese estímulo doloroso impulsó a Yoongi para alcanzar un orgasmo demoledor que le hizo gritar con fuerza.

Largos tiros de líquido blanco salieron para bañar el abdomen contraído, la piel inmaculada fue manchada por primera vez con el placer morboso de la excitación, ofreciendo una imagen digna de enmarcar, y que quedaría grabada en la mente de ambos como la promesa del cumplimiento de cada deseo formado.

Yoongi seguía concentrado en su propio mundo de descubrimiento y placer, las oleadas del reciente orgasmo hicieron estragos en su cuerpo, ansiando probar más, queriendo conocer sus límites.

Y Jimin sabía que aquel era tan sólo el comienzo.


















Holaaaa, la verdad no pensé que podría actualizar hoy pero aquí andamos. 😚

Espero que el capítulo les haya gustado, y muchas gracias por leer. ❤️

Yoon~






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