⛓️Chapter thirty one!

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Jimin llegó a la mansión con un humor peligroso.

—No quiero que me molesten, ¿quedó claro? —inquirió a su equipo de seguridad, obteniendo una respuesta afirmativa de parte de todos ellos.

El omega dio zancadas rápidas hasta su oficina, en su mano derecha estaba la carpeta que contenía la información que continuaba procesando, apretándola con más fuerza, sintiéndose preso en emociones mezcladas que no le dejaban un camino libre a sus pensamientos.

Ingresó al lugar y cerró la puerta con seguro; dejó caer la carpeta encima del escritorio, y sin perder el tiempo corrió hasta el librero donde estaban los tratados de las manadas.

Necesitaba información, necesitaba descubrir si había una opción segura que le permitiera tener al cachorro que llevaba en su vientre.

Estaba metido en un problema grande, donde no sólo el mando de la manada estaba en juego, sino su propia vida. Estaba embarazado de Yoongi, de un alfa legendario, y Jimin sabía que las leyes del clan caerían sobre él sin piedad si esa verdad llegaba a descubrirse.

Cuando consiguió los libros que buscaba, se dirigió hasta el sillón detrás del escritorio. Jimin comenzó a revisar el tratado de leyes del año pasado, buscando alguna cláusula que le ayudara a obtener una solución; sin embargo, pronto descubrió que no existía algo que le ayudara como él lo quería.

Dejó ese libro de lado y se concentró en el tratado de leyes actualizado. Hizo una mueca inconforme al descubrir que las modificaciones realizadas no eran de gran ayuda para la situación que se le presentó y a la que debía darle frente.

Resopló frustrado, para luego lanzar el libro hacia la pared con toda la furia que sentía. Se sentía estúpido, ¿cómo pudo ser tan descuidado?, ¿cómo fue que tuvo sexo con un alfa y no tomó las medidas necesarias?, ¿cómo se cegó tanto?

Entre tantas maldiciones, gruñidos y enojo, Jimin recordó un detalle importante.

Nuevamente se levantó, yendo directamente hacia la caja fuerte que estaba en el otro extremo del lugar. Ingresó la contraseña, y con rapidez tomó la información que el médico le facilitó de su juguete, más concretamente las características del chip que Yoongi llevaba en el cuello.

Arrugó las cejas cuando confirmó sus sospechas. El chip también tenía la función de inhibir la carga de espermatozoides y tenía doble función para los ciclos de calor. En conclusión: era un anticonceptivo de alta resolución, con una eficacia del noventa y nueve por ciento.

—¿Por qué no funcionó? —se preguntó en voz alta, mientras comenzaba a caminar por el espacio.

Rememoró los sucesos vividos, recordó a detalle para ver en qué se había equivocado, mas no encontró algo relevante, hasta que minutos después tuvo la respuesta.

El mismo día del atentado, Yoongi le pidió que desactivara el chip para transmutar y protegerlo... y Jimin, por más que se esforzó, no pudo recordar que lo haya activado cuando el peligro pasó.

—Estaba desactivado —susurró, cayendo sentado en el sillón cuando la fuerza de sus piernas desapareció abruptamente—. Tuve sexo con Yoongi con el chip desactivado.

Se sintió repentinamente mareado. La certeza de su estado adquirió mayor fuerza cuando sacó sus propias conclusiones, y ahora sí, Jimin podía decir que estaba en un grave problema del cual sólo saldría si se cumplían dos opciones:

Uno: abortar al cachorro y fingir que nada pasó.

Dos: ver morir a Yoongi a manos del consejo.

Y en todo caso, si el alfa muriera y el sucesor decidiera quedarse con el cachorro, tendría que arriesgarse, pues eran altas las probabilidades de que fuese un alfa, así que el camino del infante sería una vida de miseria y esclavitud.

El lazo con un alfa era castigado con la muerte. Parir un cachorro de esa raza era un delito similar; si el consejo se enteraba lo obligarían a abortar, Jimin sería desprestigiado, perdería todo el poder y caería en la desgracia.

La opción más segura era abortarlo.

Lo sabía, pero no podía. Existía algo que se removía con fuerza en sus entrañas cada vez que consideraba deshacerse del feto que apenas comenzaba a formarse, y lo más alarmante para él era que su propio lobo gruñía cada vez que esos pensamientos llegaban a su mente.

Era como si el lobo que vivía en su interior protegiera al cachorro recién formado. El poderoso animal estaba alerta, inquieto y dispuesto a todo, mientras sus instintos activados enviaban la orden de "proteger" a cada fibra de su sistema.

El omega cerró los ojos, de pronto se sentía derrotado, y los sentimientos rebasaron con todo, siendo una tormenta tempestuosa que lo desequilibró, dándole paso a las únicas verdades que tenía en su vida.

Yoongi le importaba mucho más de lo que demostraba, y la idea de tener un hijo de él no le resultaba aberrante como los demás podrían llegar a pensar.

El tiempo corría sin detenerse, y el sucesor debía darle frente a esa lucha de mantener a salvo la vida que llevaba en su interior. No sabía cómo, pero no se rendiría.

Y todo comenzaría cuando se convirtiera en líder y tuviera la oportunidad de modificar las leyes.

Salió de la oficina sintiéndose agotado.

Los grandes ventanales de la mansión mostraban un cielo nocturno cubierto de pocas estrellas. El viento fuerte sacudía las cortinas, y a la lejanía se escuchaba el aullar de los lobos.

La mansión se encontraba silenciosa y Jimin lo agradecía. La cabeza comenzaba a dolerle producto de tantas horas de pensamientos, de estrategias y de ideas, para que al final terminara igual de perdido que al principio.

Necesitaba descansar, y si tenía suerte esperaba poder dormir algunas horas.

Cruzó algunos pasillos hasta que finalmente llegó al piso de las habitaciones. Jimin masajeó ligeramente el cuello, mientras continuaba dando pasos lentos hasta que llegó a su propia habitación.

Abrió la puerta y fue entonces que se detuvo. Ahí, en su cama se encontraba Yoongi, profundamente dormido.

Lo contempló por algunos segundos. El alfa estaba usando un pijama que lucía cómodo, tenía el cabello desordenado cubriéndole las pestañas, los labios entreabiertos y un rubor natural pintado en las mejillas.

Lucía encantador.

Cerró la puerta con cuidado para no despertarlo. Jimin caminó hasta el armario donde tomó un pijama y rápidamente se cambió. Luego se dirigió hasta el espejo, notando las ojeras que habían bajo sus ojos, la palidez en su piel y la mirada cansada.

Sabía que tendría que cambiar algunos hábitos de ahora en adelante, y lo que más lamentaba era tener que dejar de fumar.

—Jimin. —la mención de su nombre hizo que el omega volteara en dirección a la cama, encontrándose con unos ojos dorados que lucían adorables al permanecer adormilados.

—Creí que dormías —comentó el pelinegro, mientras poco a poco se acercaba a la cama.

—Lo hacía, pero desperté —dijo el alfa, para luego sentarse en la cama y apoyar la espalda en el respaldo de cuero oscuro.

El omega se quedó en silencio. No pudo darle frente a la mirada curiosa del mayor, sentía que el alfa sería capaz de descubrir lo que estaba pasando, y Jimin no quería. No tenía idea de cómo reaccionaría y tampoco quería descubrirlo.

Fue en ese momento que el sucesor decidió conversar con el alfa, para saber qué puntos debía proteger con mayor cuidado.

—Estaba pensando en una posibilidad de una mejor vida para ti —comenzó, al mismo tiempo que se sentaba en la orilla del colchón.

—No entiendo —murmuró el mayor, haciendo una mueca extrañada.

—Estuve leyendo los tratados de las manadas y descubrí una ley interesante que fue creada para los juguetes de cada sucesor —informó el omega—. Con esa ley puedes tener derechos dentro de una sociedad, no correrías peligro a mi lado.

—Amo —Yoongi lo miró a los ojos, como si supiera con exactitud lo que Jimin estaba a punto de decir—. No...

—Sólo tengo que liberarte —continuó Jimin—. Si te libero podrás irte lejos, y la ley te protegerá donde sea.

Esa fue la única solución que encontró, una que no terminaba en tragedia, con el alfa lejos de él. De esa forma, Jimin tendría más libertad para moldear la manada y convertirla en un lugar seguro y apropiado, pero por el momento no podía hacer mucho.

Se sobresaltó cuando el alfa salió de la cama con rapidez. Yoongi se tiró al suelo de rodillas, mirándole con necesidad y negando en repetidas ocasiones.

—No lo acepto —sentenció el mayor.

—Yoongi, lo hago pensando en tu bienestar.

—Mi bienestar es con el hombre al que le pertenezco —debatió el alfa—. Si planea enviarme lejos, lo mejor será que me mate.

—¡No digas estupideces! —gritó Jimin.

—¡Usted tampoco las diga! —gritó Yoongi, para luego unir su frente a la del omega—. Mi vida es a su lado. No voy a dejarlo.

—Yoongi...

—Yo, yo lo amo —confesó, provocando una estampida en el corazón del omega—. Sé que lo que siento por usted es repudiado por las leyes de esta manada. No me importa, si amarlo es un error, me equivocaré una y otra vez, sin importar las heridas, el sufrimiento, la guerra o el dolor —lo miró a los ojos—. Yo lo amaré hasta el día en que deje de respirar.

—Mataré ese amor porque no sé cómo cuidarlo —advirtió el menor—. Alfa, acepta mi propuesta y aléjate de mí.

—No voy a abandonarlo —sentenció—. Y si va a matarme hágalo, pero no voy a alejarme.

El omega tomó entre sus manos el rostro del alfa y lo miró intensamente. Ambos compartieron una mirada que les gritaba a partes iguales lo locos que estaban, los peligros que habían, y lo poco que al final todo llegaba a importar.

—No me iré —dijo el alfa, provocando un gruñido en el heredero.

—¡¿Por qué mierda eres tan terco?! —exclamó Jimin, completamente descontrolado.

—¡Porque me importas más que mi propia vida, joder! —se exasperó Yoongi, recibiendo de inmediato el impacto de los labios contrarios.

El beso fue demandante, violento, lleno de mordidas y jadeos entre ellos.

El alfa se impuso sobre el cuerpo del omega, lo recostó en la cama y continuó besándolo, adorándolo con sus labios porque descubrió que era la única manera que tenía para demostrar todos los sentimientos que Park Jimin despertaba en su interior.

—Eres un terco, nene —afirmó entre jadeos, sintiéndose derretir cuando el alfa le besó el cuello con deseo evidente.

—Me estoy aferrando a lo que amo —fue la respuesta de Yoongi, para luego perderse en el cuerpo que lograba enloquecerlo.

La ropa salió de sus cuerpos y ellos volvieron a unirse en deseo carnal que fue consumado en esa madrugada.

Ambos sabían que estaban perdidos por el otro.

Y cuando Yoongi dormía desnudo a su lado, fue que Jimin decidió aferrarse a él y luchar en la guerra que se aproximaba, con la esperanza de tener un futuro prometedor.

Por él, por su nene y su cachorro.












































No sirvo para el ejercicio, gente. 😔

Les traje otro capítulo uwu quiero avanzar lo más que pueda y aprovecharé el tiempo.

Perdonen cualquier falta ortográfica.

Espero que el capítulo les haya gustado, muchas gracias por leer y comentar.

⛓️Yoon~

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