Capítulo 15

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«Tap Tap Tap»

Podía escuchar un suave golpeteo, frágil y constante, lo suficientemente molesto para invitarlo a buscar el causante de aquel ruido.

Sus ojos estaban fuertemente cerrados, aún así con esfuerzo los abrió, logrando divisar de forma borrosa una silueta a través de aquella superficie vidriosa, más allá del líquido verdoso que lo rodeaba, más allá del mismo concepto básico que él consideraba su reducido mundo, podía distinguir un rostro, el rostro de su salvación a tanta soledad.

«—¡Mira abuelito, me está mirando!—»

Se trataba de una pequeña niña de aspecto frágil, sus ojos podían maravillar por su parecido con aquel planeta del cual tanto hablaba en sus historias, lleno de agua, lleno de vida, al igual que la sonrisa de aquella jovencita, como su fuera rodeada por una brillante luz que le impedía verla de frente.

«—Aun es muy pronto, pero veo que los esfuerzos están dando frutos, mi pequeña María—»

Un hombre de avanzada edad acompaña a la pequeña, con una mirada orgullosa observaba a su creación, contando los días meticulosamente que debería esperar para verlo hecho ya toda una realidad, mientras, esperarla con paciencia hasta verlo fuera de aquel cilindro acuoso.

«—Abuelito, y cuando salga, ¿podré ser su amiga?—»

«—Bien es sabido que una amistad nace de la perseverancia y el amor, todo a su tiempo, mi niña.—»

«—¡Ya quiero que salga para conocerlo!—»

Los ojos de la pequeña no dejaban de brillar de tan solo pensar que muy pronto podría conocerlo, fantaseando con las pequeñas aventuras que tendrían juntos, todos los momentos que compartirán, de los temas que podrían hablar, en su impaciencia o su desbordante cariño, no dejaba de visitarlo cada día para contarle sobre las historias que leía en sus libros.

«—Pero cuando el conejo se sacó un reloj de bolsillo del chaleco, lo miró y echó a correr, Alicia se levantó de un salto, porque comprendió de golpe que ella nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de él, y, ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo por la pradera, y llegó justo a tiempo para ver cómo se precipitaba en una madriguera que se abría al pie del seto.—»

Con su extraña naturaleza, la chica podía sentir la soledad en la que vivía el pequeño, y podía entenderlo tan bien, pues era la misma soledad que le habían impuesto desde el momento en que nació, y sabía lo mortífera que podía llegar a ser.

No quería que pasará por lo mismo que ella vivió.

Sabiendo que sus palabras y preguntas no serían respondidas, se mantenía firme, llena de esperanza de que el día en que pudieran hablar llegaría.

Trás tanto tiempo, aquel día llegó, con ella siendo observada en silencio por él, su mirada era profunda, aún rodeados por varios científicos, el solo tenía ojos para ella.

Su abuelo era el más nervioso de entre todos los presentes, que tomaban apuntes que serían importantes, seguramente, el anciano hombre lo que menos quería era exponer a su querida nieta a este experimento, pero fue ella misma quien le rogó le diera la oportunidad de conocerle, y simplemente no pudo negarse, aunque ella sabía perfectamente el riesgo que conllevaba.

—Es un gusto conocerte, Shadow.

Expresó ella con tranquilidad, pudo romper el pesado ambiente que se había formado a su alrededor, gracias a las miradas sobre ella y las expectativas, lo único que quería era darle la bienvenida a su nuevo amigo.

—Tú... eres María.

Todos los presentes se mostraron asombrados por la respuesta del "espécimen" afirmando la teoría de que todo este tiempo había sido consciente de su entorno, ¿Pero hasta qué punto lo fue?

Mientras los científicos intentaban entender sus propias dudas, la joven, que de igual forma se vio sorprendida por ser reconocida, sonrió enormemente encantada por ese detalle.

—¡Sabes mi nombre!

—Hablas... mucho —apartó la mirada.

—Oh... ¿Eso te molesta? —se mostró apenada.

—No... —Él negó con la cabeza—. Quiero saber más, cuéntame ¿Qué pasó con Alicia? ¿Encontró al conejo?

Los ojos de la chica se vieron inundados de pesadas lágrimas, la emoción le había ganado la batalla a su corazón, y aún cuando se ganó la mirada confusa del más pequeño, sonrió de forma dulce para responder:

—Sí, ella lo encontró —sus mejillas se empaparon irremediablemente.

Desde ese día ambos se volvieron inseparables.

«—Shadow, yo te puedo enseñar a leer.—»

«—Shadow, quieres que te lea un cuento antes de dormir?—»

«—El planeta es realmente hermoso desde aquí.—»

«—Algún día conoceremos la tierra.—»

«—¿Has escuchado hablar de los fuegos artificiales?—»

«—¿Por qué no puedo ir a la tierra? Bueno, estoy un poco enferma.—»

«—¿Qué te gustaría probar cuando vayas a la tierra? ¿Qué? ¿Pizza? ¡Yo también!—»

«—No te sientas mal por mí, vamos a estar juntos por siempre, sin importar que pase, no te voy a dejar solo.—»

«—Shadow, ¡Corre!—»

«—Vas a estar bien, vas a conocer la tierra.—»

«—No te preocupes por mí, Shadow, tienes que vivir.—»

Un disparo se escuchó con fuerza.

«—Adios, Shadow The Hedgehog.—»

...

Todo se había vuelto oscuro a su alrededor, otra vez se encontraba preso de su libertad encerrado en un cilindro, mientras las estrellas le hacían compañía en su soledad.

Se sentía atrapado y asfixiado, sentía que las paredes se hacían cada vez más pequeñas, como si en cualquier momento le fueran a aplastar, aprisionado, le era imposible respirar, el temor había calado cada parte de su cuerpo, mientras su corazón se hacía cada vez más pequeño, con la esperanza de salir de aquella prisión.

Y de un momento a otro, pudo ver toda su vida pasar frente a sus ojos, todos los momentos que él llegó a considerar especiales hasta terminar en aquellos que prefería no recordar, su extenso viaje terminó en el momento que se halló abandonado en una extensa pradera llena de tulipanes de diferentes colores.

Pensó que no encontraría a nadie más, hasta que divisó al otro extremo a cierto erizo cobalto.

Se mostraba despreocupado de la vida, mientras le dedicaba una tibia sonrisa al azabache, era casi como si su mirada lo invitase a seguirle, en el momento que le dio la espalda, para marcharse, junto a él todas las flores a su alrededor encontraron la muerte, mientras más se alejaba más se marchitaban.

Sentimientos profundos abordaron su corazón llenando de temor sus pensamientos, los mismos que le gritaban; «¡Corre!» «¡No te quedes quieto!» «¡Haz algo!». Poco a poco, sus pies se movieron, mientras sus manos se extendían intentando alcanzar al otro.

«¿A dónde vas? ¡Espera!»

Mientras más intentaba acercarse, su alrededor se empezaba a pintar de rojo, dónde antes había estado una hermosa pradera, ahora solo había un mar lleno de sangre, las flores eran cadáveres, y el cobalto poco a poco perdía su silueta entre la profunda oscuridad, hasta el punto en que su rostro era irreconocible, pero algo sí era claro, sus ojos, esos jades iban perdiendo el brillo que los caracterizaba hasta teñirse del rojo que los rodeaba.

Este sentimiento de pérdida, y escepticismo, hizo al azabache correr con más fuerzas, pero sin importar cuanto luchará, sus pies no se movían, la sangre se había vuelto tan espesa y sus pies tan pesados, que se le hizo imposible avanzar, el hecho de no poder moverse empezó a causarle asfixia, nuevamente su corazón dolió, y dolió aún más en cada intento que hacía por avanzar, fallando una y otra y otra vez.

Al ver que sus esfuerzos eran en vano, terminó por rendirse resignado cayendo de rodillas agotado, la sangre salpicó su rostro y su corazón volvió a respirar.

«—Adios, Shadow—»

Cuando la esperanza halló su fin, en ese instante, el azabache se vio cubierto por la oscuridad de sus temores, aquellos llenos de arrepentimiento, llevándolo hasta las profundidades de la culpa.

Estaba solo.

...

Shadow despertó.

Su mirada se encontraba fija en el techo al mismo tiempo que intentaba asimilar lo que había soñado, podía recordar con perfección cada parte del sueño, sintiendo de manera vivida lo que sintió mientras soñaba, esos sentimientos terminaron por desbordar su corazón, el pobre volvió a doler, una aguda punzada se sentía clara, molesta, le restaba la respiración hasta empañar sus ojos de lágrimas.

¿Era acaso posible que sus ojos se llenarán de lágrimas? Se llegó a preguntar en su momento, pues él que había sido diseñado para ser perfecto, sentía que sus sentimientos eran un gran obstáculo para conseguir aquella perfección, y aún así no se atrevía a dejarlos atrás.

Eran lo único que lo distinguía de una máquina para matar.

Su mano sujeto su pecho en un intento de calmar ese dolor, pero él mismo era tan terco que se aferraba con fuerza de aquello que él llamaba nostalgia, su deseo de regresar el tiempo y volver así a aquellos momentos que aún él consideraba buenos, pero que no supo apreciar en su momento.

«—Tails me dijo que "Nicky" no puede caminar, por eso se lo llevarán a casa para que pueda recuperarse.—»

Su ya consternada expresión se endureció al recordar la noticia que Silver le dió un par de días atrás.

Ese día pudo divisar a lo lejos junto al albino como se llevaban al cobalto en el auto de su "madre", por claro respeto decidieron mantener la distancia mientras sus demás amigos como Knuckles y Amy le despedían asegurando que pronto le irían a visitar, aunque por recomendación de Tails, les dijo que debían dejarlo solo por el momento, y sus amigos entendieron.

«—Voy a estar bien, los veo pronto.—»

Inesperadamente el cobalto sorprendió a sus amigos con su brillante sonrisa, los mismos sonrieron de igual forma, el rojo le dió una palmada en la espalda y la rosada lo abrazó con gentileza.

Finalmente se marchó dejando a sus amigos un poco más tranquilos sobre su situación, hasta Silver se mostró aliviado, todos menos Shadow, él podía ver claramente a través de esa sonrisa tan falsa.

Sonic estaba sufriendo, pero era terco para admitirlo.

Era comprensible, cualquiera estaría devastado con una noticia así, y conociendo como era, debía estar devastado, pues para el azul correr era su libertad.

«—Sonic ha perdido todos sus poderes—»

Como si ya no fuera suficiente solo perder la movilidad de sus piernas, Silver le informó —gracias a la información que le robó a Tails— que la situación del cobalto era aún más crítica de lo que parecía.

Había perdido todos sus poderes, y aunque la razón seguía siendo desconocida, Shadow sabía bien quién era el culpable, y no, no era Surge, ni Silver, ni siquiera Sonic, era él... por no haberlo protegido.

—No lo protegí... —se repitió a sí mismo apretando con fuerza sus manos sobre aquella sábana.

Todo porque sobreestimó tanto a Sonic y subestimó a Surge que permitió que las cosas se torcieran tanto, porque si debía buscar a un culpable, era él, porque debió haberlo protegido, pero sabía que no conseguiría nada lamentándose por algo que ya pasó.

Sentía tanto coraje consigo mismo en este momento, tanto que si por él fuera, tomaría su arma y se dispararía en las piernas, pero pensar de esa forma no le traía ningún beneficio.

Ahora lo que necesitaba era enmendar sus errores, por lo que le daría de igual forma su espacio, siempre y cuando su vida no estuviera en peligro, caso contrario, se veía obligado a actuar.

Shadow sabía que lo que menos tenían era tiempo, la fecha límite estaba próxima, GUN le seguía pisando los talones, pidiendo informe tras informe, para su pesar, su progreso había sido casi nulo, más allá de haber confirmado sus sospechas sobre el paradero de Sonic, pero de nada servía aquello si no lograban poner al idiota de su lado.

Ahora más que nunca, estaba decidido a ser paciente, y corregir sus errores, aunque eso significará volver a arrastrarse, si eso le permitía poder proteger a Sonic, lo haría.

Solo quería su bienestar.

Trás salir de sus pensamientos, consiguió levantarse de la cama para dirigirse al baño y darse una ducha —no sin antes dejar arreglada la cama y su habitación— el agua logró arrancar muchas de sus preocupaciones, permitiéndole empezar un nuevo día.

Se colocó algo cómodo de su guardarropas y salió a la sala para prepararse el desayuno.

Miró sutilmente a todos los alrededores buscando a cierto erizo de púas blancas, más no lo vio por ningún lado, era extraño, pues a esta hora de la mañana solía encontrarlo regando el jardín que tenía en el balcón.

Un olor peculiar y dulce llegó hasta su nariz, al dirigir la mirada de dónde provenía se encontró con un platillo guardado con cuidado sobre el comedor, y sobre el, una nota, la tomó para leerla.

«Buenos días, como ví que tenías el sueño pesado, no quise molestarte, salí a buscar a Surge, como me lo pediste anoche, tranquilo, ya te deje preparado el desayuno, ten cuidado, ¡Nos vemos pronto!

Atte. Silver <3.»

Iba a dejar el papel sobre la mesa cuando de este se despegó otro en forma de un folleto, en dónde se describen las actividades de cierto evento, pero en ese momento no le dió mucha importancia, hasta que vio lo escrito en la parte de atrás.

Ptt. Intenta despejar tu cabeza,
es todo un caos ahí

adentro.»


Una sutil sonrisa se dibujó en los labios del oji-carmín, mientras metía el papel en uno de los bolsillos de su calentador, observando de mejor forma lo que le había preparado.

—Con razón estaba todo tan tranquilo...

Antes de tomar asiento, se preparó una taza con café para acompañar la comida, pues para él un desayuno no estaba completo sin su café.

No solía ser mucho de comer en la mesa, él prefería llevar lo que tenía a la sala y comer en el sillón, mientras veía la televisión, o leía el periódico, como hoy se había despertado más tarde de lo usual, no le dió tiempo de ir a ver la correspondencia, por lo que optó solo por encender la TV mientras disfrutaba de su taza humeante.

Sus días eran demasiado aburridos cuando no estaba acosando a cierto erizo azul.

Buscó entre los canales algo que llamara su atención, hasta que llegó a las noticias de la tarde.

«—Y recuerden estimados televidentes, que a las 14:00 horas del presente día, se realizará un evento muy especial: el memorándum en honor a Sonic the Hedgehog. La Municipalidad, con el permiso del estado, ha tomado la noble decisión de construir un monumento en reconocimiento de todo sus logros—»

Shadow dejó de beber el café para centrar toda su atención en aquel anuncio a medias que había pillado por sorpresa, mostrándose algo escéptico sobre el evento, lo había olvidado por completo.

«—Todos son bienvenidos a dar sus respetos. El evento se llevará a cabo en la Plaza Central, donde autoridades locales y fans de todas las edades se reunirán para celebrar la influencia y legado de nuestro salvador—»

La expresión del azabache se endureció, trás ver cómo a continuación transmitieron una secuencias de imágenes que capturaban algunas hazañas del héroe.

Sutilmente observó el reloj en la pared notando que ya eran las 13:30 pm, sacó el folleto de su pantalón para echarle una mejor ojeada.

Sí, tal vez ya necesitaba tomar algo de aire, pasar encerrado en este apartamento lo había orillado a pensar en tantas cosas que simplemente no quería recordar.

O esa fue la mala excusa que decidió usar para salir de su apartamento, mientras encendía un cigarrillo.

Sonic sabía que ahora más que nunca no podía ser exigente, sobre todo con un Tails que se notaba frustrado y agotado por no conseguir una solución para revertir la infección, pero era simplemente que no podía aceptar al mobian que su mejor amigo había contratado para que le cuidara el fin de semana.

—No puede ser cierto, no tú... —Sonic se golpeó la frente cuando vio a su "cuidador" al otro lado de la puerta.

—Si soy yo —hablo cierto equidna que se vio confundido por la cara martirizada que mostró su amigo—. ¿No estás felíz de verme, Camarada? —de forma "suave" le dió una palmada en el hombro al más bajo.

—¡Hah! —sin querer, le tiró de la silla, Sonic cayó de cara al suelo, el rojizo le miró confundido desde arriba.

Sonic medito por un momento aún asimilando que se encontraba de cara al suelo, algo molesto por el golpecito, le había dolido y mucho, pero como el hombre que era no iba a hacer notar que le dolió, dirigiendo una cara resentida al rojizo.

—¿Vas a llorar? —le apuntó incrédulo, al ver un par de lágrimas en sus ojos.

—¡Yo no lloro! —le gritó apartando la mirada mientras se limpiaba la cara.

Este cuerpo era tan frágil o ese chico era un gorila, pero le había dolido demasiado.

—¡Oh! Ya sé lo que pasa aquí! —el más alto se agachó a la altura del otro dándole un abrazo desde atrás casi aplastando le los pulmones—. Seguro que verme te puso melancólico, está bien, hasta los hombres tienen sus momentos de fragilidad.

—¡Aparta! —el azul intentó apartarlo casi sintiendo que le podía romper los huesos—. ¿No te han dicho que tienes unas manos enormes? —se quejó.

—Perdón, olvidé que ahora eres medio inútil —por fin soltó el abrazo para agarrar al otro de la cintura y sentarlo otra vez en la silla sin mucho esfuerzo—. Ya eras inútil antes, pero ahora eres más inútil.

—No me digas, vaya forma de reconfortar a alguien —a Sonic se le dilató una vena un poco irritado, pero seguía sonriendo, más a la fuerza.

Sonic piensa en ese momento, que de entre tantas opciones posibles, como por ejemplo; cierta eriza rosa de aspecto agradable y personalidad dulce que apreciaba tanto, o tal vez algún enfermero más capacitado, Tails terminará eligiendo a Knuckles, alguien para nada delicado y salía de sus estándares de precavido, no podía aceptar que sería quien lo cuidaría, porque en sus manos era muy posible que muriera.

Le pidió un momento de espacio y buscó su móvil —con algo de ayuda del equidna— para llamar a Tails y darle sus quejas, pero se encontró con el chat del rojo y de Nicky, este lo tenia agregado como «Gran Caballero de armadura llameante» seguramente referenciando a alguien, como conocía su cabeza.

El recuerdo de aquella vez que el rojizo no tuvo miedo en dar su vida por intentar ayudar a su contraparte antes de caer en esa piscina, aunque no recordaba porque razón terminó Nicky colgado ahí, era borroso en su memoria, aún así pudo ver la valentía del joven, y debía admitir que la reconocía, a pesar de tener una cabeza muy dura.

Nicky no lo admitía, pero Sonic sabía que después de ese momento le tomó mucho más aprecio, después de todo, era su mejor amigo.

Suspiró con cierto pesar apagando el móvil, por esta vez decidió darle otra oportunidad al chico, podía ver su nobleza, además, ¿Que tan malo podría ser? Si solo debía ayudarlo con cosas básicas en su hogar.

Si, bueno, Sonic se retractó de sus palabras poco tiempo después.

Knuckles le hizo darse cuenta que hasta hervir agua podía ser mortal en las manos equivocadas, o que al parecer es peligroso colocar un metal dentro del microondas, también que, no volvería a pedirle ayuda para ir al baño o siquiera pensaría en decirle que lo lleve a la sala de nuevo, porque cuando lo subió, se le resbaló dos veces de sus brazos.

—¡¿No que muy fuerte?! ¡¿Por qué no me agarras bien?! —gritó al final de las escaleras con la espalda doblada como cartón.

—Es que no me acostumbro a cargar a otros chicos... —comentó algo apenado el más alto desde la planta alta.

—Tienes que estar bromeando, en serio...— se arrastró lo suficiente para ver de cara al menor mientras intentaba apagar las enormes ganas de querer ahogarse.

Sonic sabía que iba a tener una tarde muy larga.

—¡Hermanito ya llegué! —La voz risueña y chillona de cierta eriza se escuchó en todo el recibidor.

Tania entró en la casa dejando su mochila y zapatos en la entrada, había regresado de una reunión en la casa de un compañero de la escuela, estaban practicando porque iban a participar en una obra escolar por navidad, y la pequeña estaba emocionada por todo el tema de la obra, amaba actuar.

Lo segundo que hizo fue buscar con su visión periférica a una bola azul, aún así no vio rastros de su hermano o de vida orgánica en el sitio, todo estaba muy vacío y oscuro.

Estaba extrañada, se suponía que su hermano la esperaría abajo para almorzar juntos, además de que, de por sí no podía moverse libremente él solo.

Encendió las luces notando con sorpresa lo desarreglado que estaba la sala y que al final de las escaleras estaba la silla de su hermano vacía, aquello le dió mala espina, pero antes que nada, se adentro a la cocina.

—¿Quién destruyó el microondas? —se ve aturdida.

La cocina era todo un caos, el aparato estaba chamuscado, el piso mojado, el lavadero era un desastre lleno de platos sucios, el almuerzo estaba quemado, y algunos paquetes de fideos instantáneos se divisaban en la superficie del basurero.

Sabía lo desastroso que era su hermano en la cocina, pero era claro que no se iba a repetir el incendio de hace dos años, entonces, no entendía cómo era posible tanto desorden, pero luego tendría su explicación, antes, necesitaba encontrar a su hermano y el motivo de tanto silencio.

Salió a la sala y subió por las escaleras, donde pudo escuchar unas voces que no reconoció, llena de desconfianza, se regresó y agarró un palo de golf de su papá, que estaba en el recibidor —por si acaso— se aventuró con cierta cautela por las escaleras nuevamente llegando al pasillo, todo igual estaba en desorden, pero vio la puerta de la habitación del cobalto medio abierto, parecía que de ahí venía el ruido.

Mientras más se aproximaba al cuarto más podía distinguir aquellas voces, hasta que logró entender lo que decían.

—¿No estás siendo muy rudo? —reconoció la voz de su hermano.

—Nunca es suficiente, deja de ser una llorica y aguanta —pero no reconoció aquella gruesa voz, lo que la puso ansiosa.

—¡Es que duele! ¡Ya déjame! ¡Eres un bruto en esto!

—Lo admito, pero es mi primera vez haciendo algo así, ¿Por qué no eres más comprensible?

—¿Cómo es que jamás lo has hecho antes? ¿No es algo muy común? Cualquiera lo hace... ¡ah! —volvió a gritar.

—¿Por quién me tomas? Es claro que nunca antes lo hice —aquella voz parecía suponerse ante la fragilidad de su hermano.

De pronto aquel tono raro que usó la asustó, pensando en lo que estaría sucediendo al otro lado de la puerta su imaginación le jugó en contra, o tal vez las historias románticas que le había recomendado una amiga, pero empezó a imaginar una situación muy en concreta que salía de sus principios y amenazaba su inocencia, esa línea tan frágil le impedía entrar, temerosa de ver que estaba pasando.

—¡Hah! ¡Ya basta! ¡Me lastimas!

A pesar de su temor, aquel grito la llenó de la valentía que necesitaba para entrar a la alcoba viendo como un enorme tipo estaba sobre su hermano, agarrando sus piernas en una posición algo extraña.

—¡¡HAAHHH!! ¡Musaraña fea, suelta a mi hermano! —con fuerza estrelló la punta del palo contra la cabeza del extraño, le dió tan duro que lo tiró de la cama.

—¿Tania? —el azul aún sorprendido intentaba asimilar la llamativa entrada de la pequeña y el cómo está se había lanzado encima del otro repartiendo golpes a diestra y siniestra.

—¡Musaraña sucia! ¡Sucia! ¡Sucia! —la pequeña no parecía querer detener sus golpes—. ¡No toques a mi hermanito!

—¡Espera, no lo mates! —con esfuerzo, pudo arrastrarse en la cama para alcanzar el brazo de la niña logrando que se detuviera, pero ésta se resistió.

—¡Deja que Tania se encargue de este sucio criminal! ¡Merece la pena de muerte!— otra vez intentó irse contra él, pero el azul la arrastró hasta él abrazándola para que parará tal agresión contra el moribundo equidna.

—Tu hermano mayor te está diciendo que te detengas —con calma, su abrazo cálido logró calmar a la niña, pero aún estaba en alerta, mirando com desconfianza el cuerpo del extraño—. Él no estaba haciendo nada malo... —con cuidado le quitó el palo y lo arrojó lo más lejos posible sin dejar de abrazarla.

—¡Pero Tania lo escucho! ¡Tú gritaste de dolor! —insistió, aún resistiendo, se removió lo suficiente para encarar al mayor—. Ese extraño te estaba lastimando.

—¿Dolor? Oh sí —sonríe avergonzado—. Knuckles me estaba dando un masaje en las piernas.

—¿Quién es ese?

—¿Qué? ¿No te acuerdas de él? El mejor amigo de tu hermano —sonríe medio forzado.

—Mi hermano no tiene amigos feos.

—¿A sí?— apartó la mirada con cierto sudor recorrer su rostro.

—Bien hecho... —la voz apagada del Equidna tomó por sorpresa a ambos erizos que algo asustados miraron hacia atrás notando como este aún con la cara contra el suelo, levantó su mano en forma de pulgar —. No me esperaba menos de La Campeona, mi orgullo —y se desmayó, no sin antes escupir algo de sangre.

Tania se apartó del azul para asomarse por la orilla mirando de mejor forma al desconocido reconociendo aún con su cara hecha moretones que se trataba de ese extraño amigo Equidna de su hermano, que solo sabía contar hasta 4, y que la llamaba «Campeona», ella recordaba perfectamente el día en que empezó a decirle así.

Una vez, hace tiempo, cuando su madre los llevó a un carrusel, su hermano llevó a Tails, y a ese Equidna.

—Este lugar ruidoso parece un coliseo de batalla —expresa el rojizo sorprendido del sitio, sin dejar de observar todo con mucho asombro, según su hermano, era su primera vez en un festival así.

—Sí, es que mi amigo viene de la selva —le explicó su hermano con cierta ironía.

De igual forma, para Tania, era la primera vez que veía a un Equidna, tenía entendido que era una raza con pocos representantes y una cultura muy peculiar, pero no estaba segura si el amigo de su hermano pertenecía a aquella cultura, aún así, un rasgo muy distintivo que robó su atención era los músculos enormes que tenía, preguntándose si todos los equidnas eran así de fuertes.

Algo emocionada, porque amaba ver a gente fuerte, le retó al juego de los martillos, algunos creerán que él empezó a llamarla «Campeona» desde ese momento, pero no fue así, ella perdió por obvias razones, ese chico era puro músculo, aún así tenía un corazón de pollo.

Lo decía porque más adelante en un juego de puntería, este se quedó mirando un peluche en particular de los premios del sitio.

—¿No crees que sería un peluche lindo para Rouge? —se burla el cobalto recibiendo un empujón por parte del rojizo.

—Anda ¿Por qué no pruebas suerte? —le alienta él amarillo, recibiendo una mirada dudosa del más alto, pero, trás una breve meditación, decidió intentarlo, aún así perdió.

Tails intentó animarlo otra vez a que lo intentará, y volvió a hacerlo, pero no le daba a ningún blanco.

—No soy bueno apuntando... ¡Mejor dame algo que no se mueva para golpear y sería más fácil! —se mostró enfadado, él odiaba perder.

—Bien, mejor dejame intentar ayudar, Knuckles —se ofrece el amarillo recibiendo una mirada asombrada del más alto.

—¿A poco tu sabes disparar?

—No, pero todo en la vida solo son matemáticas y física, con un buen cálculo podré encontrar el camino más fácil para que la bala de en el blanco —mientras explicaba todo esto con sencillez, midió la longitud, altura y perímetro del área entre la distancia del blanco y la bala, tras tenerlo claro, disparó con confianza.

De todas maneras fracasó olímpicamente, aunque lo intentó diez veces más, ante esto el azul se burló.

—Sabes que, los shooters no son tu pasión, déjame esto a mí, seguro que le doy una vuelta de tuerca —se ofrece pagando otro juego y tomando la pistola para apuntar y disparar.

Lamentablemente su disparo dió contra la baranda de metal que sostenía los muñecos en movimiento rebotando, la bala le dió en la cabeza tirándole al suelo, cayó inconsciente.

El rojo y el amarillo miraron al suelo confundidos, Knuckles le movió con el pie para ver si estaba muerto, Tania igual se preocupo, pero su preocupación duro poco, ya que su hermano despertó, pero parecía algo extraño, ya que al hacerlo, tomó otra vez el arma y con demasiada seguridad dijo:

—Dejenle esto a un profesional, niños —y disparo, esta vez sus disparos fueron certeros, dando en el blanco, recibiendo una ovación por parte de Tails y Tania, pero la emoción duró poco al ver que el muñeco no se volcó.

Sin importar a cuantos le diera, simplemente no cedían.

—Es claro que esto está arreglado, Geez...— se queja dejando el arma en la mesa algo molesto.

—Bueno, al menos lo intentaste —Tails le halagó de igual forma maravillado por su agilidad con el arma —. ¿Desde cuándo eres tan bueno con las pistolas? ¡Te veías increíble!

—¿Eh? Oh eso —sonrió aludido, mientras rascaba su mejilla—. Aprendí de un buen maestro.

Todo parecía señalar que se irían a casa sin el peluche, y el dueño de la tienda con un fajo enorme de dinero, algo que a Tania no pareció gustarle, al entender la trampa en el juego, solo ver el desánimo en el equidna le llenaba de frustración, cansada de tan injusticia, enfrentó al vendedor diciendo que el juego estaba arreglado, recibiendo caras llenas de desconfianza del resto de mobian que planeaban jugar ahí.

Este se hizo el desentendido, pero ella le cayó a golpes, diciendo que tenía que darle el peluche porque ellos si ganaron, su hermano rápidamente la detuvo pidiendo disculpas.

—¡Vamos Tania, pide disculpas tu también! —agachando la cabeza y con una mano sobre la espalda de su hermana, esperaba que está se disculpara de igual forma.

Tania seguía enfadada, por eso, en vez de bajar la cabeza, gruñó con fuerza intentando lanzarse contra el señor de nuevo, pero fue agarrada por el Equidna.

—Me encanta el espíritu guerrero de tu hermana, Nicky, sería una gran Guerrera — se ríe el rojizo.

—¡No la alientes! —le reprende el azul, acomodando sus lentes.

El rojizo solo se rió, igual Tails le pareció gracioso, Tania seguía ladrando como perro, ante esto, el vendedor por fin desembolso el enorme peluche para que la niña se callara, está al tenerlo en sus brazos, se lo da al equidna.

—Ya es todo tuyo, grandote —sonríe.

Knuckles al recibirlo se le iluminaron los ojos, al recibir este lo abrazó con fuerza.

—Siempre quise uno ¡Ya hasta se cual es el nombre que te daré!— abrazo con tanta familiaridad el muñeco sintiéndose en paz, hasta que recibió las miradas extrañas de sus dos amigos.

—¿No era para tu novia?

—¡No es para esa arpía! —sus mejillas se pusieron rojas.

—Oh, ¿es para él presidente?

—¡Tampoco! ¡No metas a ese idiota aquí!— volvió a negar aún más rojo.

—¿Entonces para qué lo quieres? —Tails se ve confundido.

—Ya se, para abrazarlo mientras duerme pensando en su novia y practicar cuando le toque besarla —Nicky hizo ciertos gestos con el rostro que pusieron más rojo la cara del más alto.

—¡Ya es suficiente de sus difamaciones! ¡No la usaré para eso! —intentó defenderse aún con la cara toda roja—. Lo usaré para... ¡Golpear! ¡Obviamente lo quiero para desquitar la ira de guerrero que llevó reprimida!—. Rápidamente agarra el peluche y le da un fuerte golpe mandando este contra el azul tomándolo por desprevenido.

El golpe fue tan duro que Nicky terminó cayendo dentro de la pequeña piscina con peces del juego de enfrente arrastrando a dos mobian más, estos le empezaron a gritar, Tails fue a ayudar al azul, y Tania fue a recoger el peluche, volviendo a dárselo al rojizo.

—Está bien, hasta los más grandes guerreros necesitan con quién dormir en la noche —esta se lo da con cariño—. Y si tengo que confesar algo, yo aún sigo durmiendo con mi peluche de Sonic, así que tú tranquilo, si tú guardas mi secreto yo el tuyo, grandote.

Knuckles tomó el peluche y sonrió orgulloso de las palabras de la pequeña.

—Hoy tú has demostrado ser la campeona en este coliseo de batalla, gracias pequeña guerrera —se agachó a su altura en señal de respeto.

Desde entonces el equidna le tomó cierto respeto a la pequeña eriza.

—¡Oh! Ese knuckles... —sonríe apenada al recordarlo, mientras regresaba la mirada había su hermano, tampoco tenía la culpa, ya que hace tiempo que no le veía.

—¿Acaso conoces a otro Equidna rojo de nombre Knuckles? —le reprende su hermano.

Ahora que Tania recordaba, su mamá había mencionado algo —mientras ella estaba durmiendo aún— sobre que una niñera vendría a cuidar de su hermano, lo primero que se le vino a la mente fue algún tipo de enfermero, no un boxeador profesional, hasta se le vino a la mente cierto erizo albino que llegó a conocer en el hospital, él de vía mucho más capacitado que el amigo de su hermano que tenía poca masa gris. Al menos sus músculos se veían geniales.

—Ups...¿Lo enterramos? —ofreció con una sonrisa cómplice.

—¡No!

—Está bien, pero no te enojes.

Tania ya más arrepentida, intentó ayudar al rojizo para que se levantará, comprobando que seguía vivo por su respiración.

—Esta bien, un guerrero puede aceptar la ayuda de otro guerrero en igualdad de condiciones —algo terco, se dejó ayudar agradecido por el gesto de la pequeña, aunque le dolía un poco su cabeza por todos los golpes, ya había recobrado el conocimiento.

Tania solo le resto importancia, en eso, divisó entre los diferentes póster que tenía su hermano en la habitación como todos los que tenían a Metal habían sido reemplazados por recortes de Sonic, por todos lados, extrañada, hasta que tras ver el rostro del héroe recordó la razón por la que vino corriendo a casa.

—¡Hermanito! ¡Hermanito! ¡Es hoy! ¡Es hoy! —saltó de emoción soltando al equidna, quien se dió duro contra el piso, la pequeña corrió hasta su hermano saltando encima de él— ¡Mira que es hoy!

—¿Qué cosa? —casi se le sale el pulmón por lo pesada que era la pequeña.

—¡El evento de Sonic, para honrar su despedida! —Rápidamente la sonrisa del azul disminuyó—. Tú prometiste a Tania, hace tiempo, que iríamos a verlo juntos —tomó su mano y le jalo de forma suave—. ¿Podemos ir?

Sonic estaba acostumbrado a tener que enfrentar las consecuencias de las decisiones que tomaba su contraparte, así que nada le asombraba ya, pero ahora mismo no tenía cómo enfrentarlas.

—Tania... no lo se —se muestra reacio ante la idea, haciendo memoria de a lo que se refería la pequeña.

Ahora que recordaba, leyó algo sobre aquel evento en su móvil, en las noticias lo pasaban a cada hora recordando la fecha del evento, además de que, la pequeña había estado muy emocionada toda la semana porque llegará el día.

—¡Pero hermanito! Sabes que mamá no me deja ir a eventos concurridos sola, eres mi único boleto para ir —insistió—. ¡¡Vamos!!

—Ya dije que no, Tails me dijo que no debía salir por ningún motivo —se cerró completamente.

—¡Pero hermanito! ¡Va a ser un gran evento! ¡Todo tipo de gente irá! ¡Gente que ama a Sonic! —intentó convencerlo colocando la mejor carita de perro mojado que sabía hacer.

—Campeona, es una batalla perdida, Nicky detesta a Sonic, así que con más razón va a oponerse —Knuckles asustó a la eriza tras aparecer detrás de ella con una postura solemne—. Además, Tails me dijo que tenía que cuidarlo muy bien, y no podré cuidarlo si lo dejo ir solo.

Sonic le dió la razón, —sorprendido de escucharle decir algo coherente— recordando lo mucho que Nicky le odiaba solo por existir, además de ser bien parecido, tener un buen humor, que la gente lo ama, y que según él, casi le roba la novia, aunque claro que Sonic sabía muy bien que Amy solo era una amiga muy valiosa para él.

—¡Pero si tú igual puedes venir y acompañarnos! ¡Puedo ayudarte a cuidar a mi hermanito! —sonrió orgullosa tomando la mano enorme del otro.

—Ya dije que no debería salir en primer lugar ¡Lo tengo prohibido! —grito desde la cama, pero fue ignorado olímpicamente.

—¿Me están invitando? ¡Sí! ¡Sí quiero ir!— soltó con emoción inclinándose a la altura de la pequeña.

—¡Que no puedo salir dije! ¡¿Me están prestando atención!

—¡Claro! ¡Nos vamos a divertir! ¿Ya te dije que adoro a Sonic? —se vio emocionada de hablar de su ídolo—. Es mi héroe favorito, es tan increíble y desinteresado, siempre dispuesto a salvar a los necesitados con una sonrisa.

—Sí, él es el ejemplo digno de ciudadano ejemplar que todos deberíamos seguir, todo un hombre al pie de la palabra, no como la rata escuálida de Nicky, sin ofender —se carcajea—. Es el único tipo que no me molestaría me cargará entre sus brazos —sonríe orgulloso.

El cobalto no sabía si debía sentirse ofendido o halagado, así que su expresión era confusa, pensando que con amigos así para que enemigos, más bien, los enemigos que les había pateado el culo, lo habían tratado con más respeto.

—¡Eso no importa! ¡Aún tienes que llevarme al evento!— la pequeña le jalo del brazo robando la atención del azul otra vez.

—He dicho que no.

—¡Ay siempre eres tan cuadrado y aburrido!— se quejó.

Esas palabras golpearon la conciencia del ex velocista, «Aburrido» «Cuadrado» a este punto no sabía cuál le dolió más, pero algo lo tenía muy claro en su mente, Nicky era el aburrido ¡Él era muy divertido! ¡Ahgs! si no tuviera que fingir ser un asocial apático.

—Va a ver presentaciones y canciones en su honor.

—No.

—También venderán mercancía exclusiva que realizaron solo para este evento.

—No.

—¡Van a regalar Chili Dog!

—No... E-Espera ¿Qué dijiste? —su mirada cambió abruptamente, queriendo asegurarse de que no había escuchado mal.

—¡Que van a regalar Chili Dog! ¡Todo lo que puedas comer! En los concursos —explicó con cierta ilusión, entusiasmada de haber logrado convencer a su hermano.

—No... yo odio los Chili Dogs —siguió firme, aun cuando sintió que sus propias palabras fueron un puñal en su corazón.

¡El ama los Chili Dog! ¡El necesitaba comerlos! ¡Que sacrilegio de su parte decir que los odiaba!

«No los odio, bebes míos...» lloró internamente.

Desde que está con la dieta aburrida del doctor y mucho antes del incidente, no había tocado uno de sus preciosos y deliciosos hot dog picantes. Antes se le hacía tan fácil ir a por uno, pero ahora... complicado.

—Déjalo Campeona, es una batalla perdida, la postura firme de tu hermano es clara, aborrece a Sonic, si tan solo en el evento hubiera algo del loco robot ese que le gusta, seguro diría que sí.

Tania se desanimó, decidiendo desistir, pensando en que al menos podría ver la grabación del evento en vivo en la TV, cabizbaja, se bajó de la cama para no molestar más a su hermano.

—Creo que estar mucho tiempo encerrado también es malo para mis huesos —tosió un poco ganándose la mirada curiosa del par—. Sí, recuerdo bien que el Doctor recetó mucha luz del sol, así que la idea no suena tan mala después de todo.

Knuckles sonrió y Tania saltó de la emoción abrazando nuevamente a su hermano.

—¡Te quiero tanto, hermanito! ¡Eres el mejor!

—Cuando eres tan grandioso como yo, es difícil ser humilde —sonreía.

—¡Esto va a ser muy divertido! —el rojizo se unió al abrazo aplastando muy duro a los dos erizos, sin querer.

Sonic por su parte solo podía pensar en la cantidad desbordante de Chili Dog que pondría en su boca apenas llegará a ese sitio.

—1, 2, 3, 4, 5, 6.... 27 —se había perdido en su fantasía, imaginando cómo devoraba cada pan relleno de carne picante, que delicioso.

—¡No me aplasten! —por otro lado, Tania gritaba buscando aire, al ver que el rojizo no los soltaba.

Está sería una tarde complicada.

Al llegar al sitio del evento, todo estaba muy concurrido, casi repleto, había mucha gente más de la que se esperaba lo cual les dificultó en un inicio ingresar a la plaza, pero al hacerlo, Tania quedó maravillada con la cantidad de gente que llevaba ropas o atuendos que hacían alusión al héroe, era todo un evento, con varias tiendas y diversos juegos y concursos, tenia entendido que todo esto cerraría con el memorándum a la hora del ocaso, inaugurando la estatua que hicieron del Velocista.

Sonic aun no estaba del todo convencido con la idea, él no era alguien que se retractaba de sus decisiones, si él saltaba de un avión sin paracaídas no iba a gritar aterrado por morir estampado en el suelo, no, él aceptaría su destino, por esa misma razón a pesar de que sabía que lo que estaba haciendo no era lo correcto, no pensaba tirarse para atrás, porque estaba decidido a comer sus deliciosos Chili Dogs.

—Es toda una convención para ñoños — agregó con burla el rojizo, quien empujaba con cuidado de la silla de ruedas, mientras el cobalto solo se dedicaba a observar todo con cierta curiosidad.

Hablando de este evento, sonic se había acostumbrado a ser admirado como la figura pública que era, hacía dinero vendiendo su imagen, así que nada le hacía falta en ese aspecto, gracias a eso ha podido financiar los proyectos de Tails, que no son nada baratos, aún así, no dejaba de ser eso, una marca más, la gente lo amaba por lo que él representaba y su aspecto amigable, no por lo que él era en realidad.

Estaba convencido de que nadie sabía en realidad cuáles eran las cosas que a él le gustaban, o cómo se sentía, ni siquiera Tails le conocía completamente. Ver su cara en todos lados era un dolor constante.

De pronto un olor particular llegó hasta él, no tenía que ser un experto en olores para saber que era su comida favorita, al buscar de dónde venía se fijó que estaba en todos lados, la gente caminaba de un lado a otro comiendo ese delicioso Hot Dog relleno de carne picante.

No podía dejar de ver a cada mobian que caminaba con uno en la mano, su boca se hacía agua.

—Oye amigo ¿Dónde los venden? —de una forma algo desesperada logró agarrar a un joven que iba comiendo uno, este por poco se le cae su Hot Dog.

—¿Eh? —se vio algo sorprendido por el agarre—. No, no los venden, solo se los dan a la gente que gana algún concurso o juego, son así como la moderna de cambio en el evento —le explicó con paciencia, en parte le dió algo de pena ver al chico en sillas de ruedas.

—¿Qué? No los puedo comprar... —se vió desanimado—. Está bien, puedo concursar por ellos también, nada me va a detener —estaba convencido de que iba a ser fácil.

—Bien, suerte entonces, un gusto —se marchó de forma rápida apenas tuvo la oportunidad.

Sonic se le quedó igual viendo pensando en dónde debería ir primero para ganar uno, en ese pensamiento intentó rodar con su silla, buscando a cuál debería jugar primero, entre tantos eventos y juegos.

—Bueno, sin duda no uno que use las piernas —se burló, pero al mismo tiempo se sintió estupido.

Se le complicó un poco moverse entre tantas personas, y como estaba sentado tenía un campo de visión muy reducido que se centraba en ver a la altura del pecho de la gente, no podía buscar con facilidad.

—¡Vengan y jueguen su vida comiendo! ¡Gana el que termine primero las ocho bandejas de Hot Dog! —escuchó con fuerza no muy lejos.

Apenas escuchó la palabra «Comer» Sonic intentó ir hasta allí, con suerte la gente que le veía se abrían para que pasará, rodeandole sin mucho problema.

—Si, concurso de comer rápido, eso es señores y señoritas, gana el que acabe primero, ya lo dije, las inscripciones están abiertas, cierran en dos horas— explicaba el presentador del evento.

Tenía su propia tarima y ponía en grande un cartel con el nombre del evento «Come Chili Dog» ya con eso Sonic había encontrado el puesto ideal para cumplir su fantasía.

Intentó acercarse para ver dónde podía inscribirse, cuando sintió que algo lo jaló desde atrás deteniendo sus ruedas.

—Nicky sal de tu fantasía paradisíaca —Knuckles había agarrado la silla desde las manillas dándole una vuelta para cambiar de dirección, este recibió una cara confundida por parte del más bajo—. Tania no está, se perdió, y tú también casi te me pierdes —este se veía preocupado más que molesto—. Tenemos que buscarla, vamos —ni siquiera dejó que el otro se quejara, solo lo empujó.

Sonic no deja de ver hacia atrás intentando alcanzar el evento, observando con desesperación como poco a poco se alejaba de su felicidad, y el hambre que tenía no ayudaba, pero sin importar cuanto luchó, fue inútil, no podía hacer nada.

En ese momento la idea de tirarse al suelo y arrastrarse surco su mente, si acaso era era la única manera de llegar hasta allá, podría hacerlo, ¡sí, lo iba a hacer! Justo cuando intentó tirarse, Knuckles lo agarró del brazo y lo sentó bien, colocando un cinturón que tenía en la silla, era de un modelo caro después de todo.

—No te me vayas a caer, eh —lo aseguró bien para nuevamente arrastrarlo con la silla.

Sonic intentó pelear, pero el cinturón era demasiado difícil de sacar, y sus manos unas inútiles, al final decisitio con vergüenza a si mismo, no podia ni sacarse un seguro tan estúpido, le echó la culpa a sus brazos todos débiles. Antes seguramente lo habría arrancado de un tirón.

Lo único que podía hacer era dejarse arrastrar mientras tenía que aguantar de mala gana ver a la gente como comía sus Chili Dog.

—Que agonía...

Aunque hubiera sido torturado en varias ocasiones de formas grotescas, esos burdos intentos de secuestro parecían un día en el spa a comparación de la tortura psicológica, porque en verdad que no podía soportar lo que estaba viviendo ahora mismo, el mayor sufrimiento de su vida.

Ya no podía ni tener la mirada al frente viendo a la gente tan feliz, divirtiéndose y comiendo.

«Bueno... al menos la gente se ve feliz» pensó con cierta fuerza, sintiendo por un momento su corazón más liviano.

Al ver esas sonrisas había recordado la mayor razón por la que a pesar de todo, después de haber quedado como un enemigo mundial, aún así siguió haciendo el bien, a costa de tener demasiados enemigos en busca de su cabeza, y eso era ver las sonrisas de los demás.

Cada vez que salvaba a alguien, podía verlos en su momento más frágil, con sus caras llenas de amargura, tristeza y desesperación, una expresión que él conocía tan bien, como un niño que alguna vez estuvo igual de desprotegido, pero cuando lo veían a él, inmediatamente sonreían, felices y aliviados de ver la luz al final del túnel, toda preocupación se disipa ante su presencia.

Ese fue el camino y la figura que lo formó por tantos años, alguien que sea capaz de llevar felicidad a los demás.

Su expresión abatida se fue suavizando al pensar en todo esto, pudo regresar su mirada al frente observando con más calma todo, ahora mismo debería estar preocupándose de donde podía estar la pequeña Tania, tenían que encontrarla.

Les tomó algo de tiempo y varias vueltas al lugar, que ya de por sí era enorme, pero trás recorrer bastantes puestos y eventos la encontraron, en la parte más alejada del sitio, estaba viendo una carrera de motos, al parecer había iniciado hace ya un rato, los concursantes competían ferozmente en aquel circuito, al ver bien, la pista recorría todo el borde de la Plaza Central, haciendo un círculo perfecto para correr.

Hasta tenían pantallas que mostraban en tiempo real el recorrido de los concursantes.

La pequeña eriza estaba en el borde de cemento, arrimada a este, observando con mucha atención a cierta pantalla muy concentrada en seguirle el camino a cierto concursante.

—Tania... —Sonic carraspeó la garganta subiendo su volumen de voz para que la niña le prestará atención—. ¡Tania! —por fin la niña reaccionó apartando la mirada del televisor para ver a su hermano con un semblante serio, y atrás de él al equidna quien sonreía.

—Hey... hermanito... —la pequeña sabía que estaba en muchos problemas, algo desanimada se apartó de la baranda para acercarse al azul.

A Sonic no le gustaba ser el hermano mandón y aburrido, la verdad, pero estaba preocupado por la pequeña, —y debía mantener su papel de Nicky— con suerte no la perdieron, además, en la ciudad que vivían el peligro siempre estaba acechado.

—Que bueno que no te perdí —este palpa con cariño su cabeza mostrando una radiante sonrisa.

La pequeña le vio con cierta familiaridad imitando la sonrisa del mayor, sintiendo en parte algo de alivio por no recibir un regaño.

—Si la gran Campeona quería venir a ver está competencia, sólo tenía que decirnos —Knuckles igual le sonrió recibiendo una mirada algo apenada por parte de la niña.

—Cierto, aunque ¿Carrera de motos? Pensé que irías a jugar algo más familiar —el erizo se veía algo desorientado, entre tantas cosas más infantiles que estaban por la entrada, la pequeña había preferido venir a ver una carrera— y seguro...

—¡Es que Tania ama la adrenalina! ¡Los juegos extremos! ¡Tania quiere ver huesos rotos!

—Es verdad, a ti te gustan los deportes extremos —hizo memoria recordando aquel detalle, se le había pasado por alto—. Sabes, a tu hermano también le gustan los deportes extremos —sonrió de forma cómplice.

—¡¿De verdad?!

—Mentirosa tu lengua de víbora, Nicky, tú no eres de deportes, no recuerdas como te molieron a golpe los de futbol americano en el colegio, cuando buscabas un club —le hace memoria recibiendo una mala cara de este —. Yo solo hablo con hechos, eres un desastre, además, ni siquiera sabes andar en una bicicleta, peor en una moto —y se empezó a reír.

—Yo se andar en bicicleta, ¿qué te pasa? —le da un empujón, pero apenas puede mover el más alto.

—Cierto, hermanito, cuando te invitaba a jugar conmigo y mis amigos en el parque no te gustaba, tú preferías ver películas, porque eras muy frágil.

Tania recordó con gracia aquella vez que su hermano fue por primera vez a jugar con ella y sus demás amigos, cuando él tenía como 10 años, ella era aún más pequeña, pero desde entonces ya practicaba con su patineta en el parque, amaba patinar, su hermano lo intentó pero se partió la nariz y una pierna, su madre les dió la regañada de sus vidas, y ya no lo volvió a invitar.

—Ya, pero también soy bueno en otras cosas muy divertidas

—Ilustranos —le alentó el equidna.

—Puedo hacer Break Dance —se cruzó de brazos orgulloso.

—Podias —le corrige.

—Jaja que chistoso que eres, grandulón —El azul frunció el entrecejo, deseoso de venganza—. ¡Oh!, sabes algo Tania.

—No hermanito, ¿qué cosa?

—Acabo de recordar que Knuckles hacía Ballet, es por eso que es tan flexible.

—¡Dijiste que no le dirías a nadie! ¡Traicionero! —lo agitó con la cara roja—. ¡Hacer Ballet no es denigrante! Los grandes guerreros necesitan flexibilidad, y el Ballet es el método perfecto para conseguirlo —se defendió orgulloso—. Es demandante y lleva el cuerpo a límites extremos.

—¡No importa si uno baila Ballet o Break Dance! ¡Al final ambos son medios de expresión artística! —le riñe la pequeña ya cansada de la escena entre ambos—. Y ya dejen de pelear, no me dejan disfrutar mi carrera —con ciertos humos y mal humor, la pequeña volvió a acercarse a la baranda para observar la televisión y a los competidores.

—Palabras dignas viniendo de La Campeona —el orgulloso Equidna asintió ante la sabiduría de la pequeña dejando la pelea atrás.

Sonic no estaba convencido del todo aún, pero decidió dejarlo a un lado, mirando ahora con curiosidad la carrera, ya que estaba ahí, ¿por qué no disfrutar?, con eso en mente le hizo una señal a Knuckles para que lo acercara con cuidado a la orilla para ver, el más alto igual observó con interés.

A simple vista parecía una típica carrera de motos, pero al fijarse bien, la pista estaba llena de muchos circuitos muy peligrosos, y complicados de realizar, haciendo que el espectáculo sea aún más increíble, muchos ya habían caído, pero quedaban suficientes competidores peleándose por el premio.

—¿Por quién apostaste?—

—Obvio por el 23, estoy seguro de ganar.—

—¿El 23? ¿El que llegó al final?—

—Ese mismo, solo mira como arrasa con todo, su motocicleta es igual de increíble que él.—

De entre todos los competidores, podía ver cómo varias personas parecían apostar por el motociclista que iba en la cima, el que traía un casco oscuro con detalles dorados, y tenía el número 23 en su espalda, pues se había mantenido en el primer lugar desde la primer vuelta, eso le comentó la pequeña Tania al verle intrigado también por ese competidor, pues era demasiado habilidoso, hacía ver la pista como un juego de niños.

Lo que más llamó su atención era la manera en qué conducía, de forma tan frenética y sin temor, si que era temerario de su parte, se lo reconocía, y vaya que se lucía, pero algo en ese tipo le parecía ciertamente familiar, sentía que ya lo había visto en algún otro lado, pero ¿dónde?

Cómo era de esperarse y trás la última vuelta, el 23 se coronó como el vencedor, la gente que apostó por él celebró, otros estaban quejándose, por obvias razones, la gente empezó a disiparse del sitio para visitar otros puestos, mientras se llevaba la premiación del 3er, 2do y 1er lugar en la carrera.

—Hermanito ¿Puedo pedirle un autógrafo al número 23? —se veía inocencia en su mirada, deseosa de conseguir hablar con el ganador.

—¿Por qué? Solo es un random en una moto, no tiene nada especial.

—¡¿Es que no viste lo genial que era?! Tania quedó encantada con su espíritu, Tania necesita conocerlo en persona —dio un par de saltos con insistencia, en su pequeña rabieta.

—No tienes pluma ni papel ¿Dónde te va a firmar?

—Tania siempre está preparada —sacó de su cabello un marcador y señaló su camisa —. Haré que me firme esto.

—¿No prefieres una firma de tu bien parecido hermano mayor? —propuso tomando el marcador para darle vuelta a la niña y firmar.

—¡A menos que seas Sonic o el número 23, Tania se rehúsa a que le firmen! —la pequeña se dió vuelta y le dió un zape en el rostro al mayor el cual le dolió, la niña aprovechó para quitarle el marcador.

«¡¡Pero sí soy Sonic!!» se repitió internamente el azul, ofendido, mientras procesaba la cachetada que le habían dado.

—¡Ajajaja amo ese espíritu! —festejo el rojizo encantado por el golpe que le dió Tania al otro. — Vamos Nicky, deja a la campeona hacer lo que quiere, solo es una firma, no seas aburrido.

Otra vez la palabra aburrido, Sonic si que la detesta, ante esto y la mirada llena de ilusión de la amarilla, la dejo ir, mientras ellos iban a esperarla ahí, había mucha gente allá y no quería estorbar mucho.

Tania va, no sin antes recibir un «Ten cuidado» por parte de su hermano, adentrándose en el gentío para llegar donde los ganadores, pues ya habían recibido sus premios y se iban a retirar, aunque el número 23 había sido rodeado por algunos admiradores que al igual que Tania querían su autógrafo y una foto con él y su motocicleta tan llamativa.

Sonic y Knuckles observaron a la distancia como le tomo bastante tiempo por fin hablar con el motociclista, la pequeña se veía muy emocionada dando saltos de alegría, con suerte ya no quedaba tanta gente por lo que le dió tiempo a Tania de hablar más a gusto con el número 23, no sabían qué le estaba diciendo, pero vieron cuando la pequeña pareció señalarlos a los dos a la distancia, el número 23 los miró por unos prolongados segundos, su mirada fija puso nerviosos al par, hasta que la apartó cuando la eriza le dió la espalda para que le firme la camisa, trás está amena charla, se despidió dando saltos, el número 23 igual se despidió con la mano, sin dejar de ver por donde se había ido la pequeña.

—¡Mira hermanito! ¡Mira! —llegó corriendo con entusiasmo hasta el cobalto—. ¡Tienes que ver esto! —apenas lo tuvo enfrente, se dió la vuelta mostrándole su espalda— ¡Mira lo que puso! No puedo leerlo yo solita.

—"Para aquellos que han aprendido a vivir con sus grietas, para ti eternamente, Erizo Azul. Ánimos en tu recuperación." —leyó extrañado, sintiendo cierta familiaridad otra vez con aquellas palabras.

—Le conté sobre tí, y te quiso enviar una dedicatoria ¡Número 23 es un chico muy dulce! —sonrió conmovida—. ¡Oh! Pero debes leer lo que me dedicó a mí —volvió a gritar con emoción, y le enseñó la manga de su camisa.

El mayor seguía procesando la extraña dedicatoria, por lo que Knuckles terminó por leer lo que le había escrito:

—"Para la niña que brilla como un sol, que los sueños que susurran a las estrellas se tejen en hilos de realidad, con cariño, para tí, dulce Tania."

—¡Ay que lindo! ¡Es todo un poeta!— soltó con cierto encanto.

Sonic no se consideraba un fan de la poesía, apenas y si agarraba un libro para leer, además no entendía muchas veces que querían decir todas esas metáforas confusas, creía que la poesía estaba sobrevalorada, y que si querías decir algo, deberías decirlo de frente y no ir con tantos rodeos.

Aún así aquellas palabras fueron claras para él, tanto que le causó un desconcierto en su pecho, pensando momentáneamente en su situación actual.

Por su estilo de vida y siendo el símbolo de la libertad y el héroe más famoso del mundo, tenía una gran masa de fans, este evento era un ejemplo de cuánto la gente lo amaba, aunque solo sea una apariencia amigable y comercial.

En un inicio cuando empezó a trabajar para el presidente, hace más de quince años atrás, la gente al principio se veía renuente a creer en él y su vocación por ayudar, pero no pasó mucho para que todos lo amaran, recibiendo muchos regalos y cartas que le llegaban cuando iba a las entrevistas, y demás eventos, ya que la gente no conocía dónde vivía, por su ajetreada vida difícilmente tenía tiempo de leer esas cartas, aunque tampoco era que le interesaría mucho la opinión de la gente, si lo odiaban o amaban para él era igual, eso no iba a quitar que él seguiría siendo un héroe y su deseo auténtico de ayudar a los demás.

Por un largo tiempo desprecio mucho esas muestras de cariño excesivas que recibía y palabras dulces de apoyo, para él se sentían tan vacías, y las palabras de aquel número 23 también lo parecieron, pero hace tanto tiempo que no recibía palabras de aliento, que lo sintió momentáneamente reconfortante.

—Bueno, si fue un lindo gesto de su parte, eso creo... —admitió con una pequeña sonrisa.

—Lindo y todo ¡Pero a mí no me dedicó nada! —más que importarle, quería formar parte de la familia, no lo hacía por otra cosa.

—Oh sí, a tí también te dedico algo, grandote —comentó Tania recibiendo una cara curiosa del Equidna, al ver que señalaba aún más abajo en su camisa.

—"Para aquel cuya cara parece hecha para el odio: te dedico mi más profundo desagrado, adornado con una pizca de sarcasmo. Que tus días estén llenos de risas irónicas y sorpresas desagradables, con todo el odio que puedo reunir, haz un favor al mundo y muere." — Knuckles quedó confundido con lo que había leído.

—Jajaja parece que número 23 y yo concordamos en una cosa —se carcajeó el azul de su sentido del humor—. Tienes una cara tan fea, hombre, se nota a kilómetros.

—Que lindo —knuckles no lo dijo tan convenciendo apartando la mirada—. Pero bueno, ya se terminó esto ¿Podemos irnos?

—¡Cierto! ¡Había un evento al que quería ir! ¡Vamos o se van a cerrar las inscripciones! —pidió con emoción.

Al cobalto solo le basto explicar un poco sobre el evento para que los otros entendieran, estando de acuerdo en ir al lugar, echaron a andar hacia el centro de la plaza en dónde se llevaría a cabo el evento.

Mientras ellos se alejaban, aquel motociclista parecía mirar algo a la lejanía, más allá de ver su premio se podía ver la silueta de cierto cobalto reflejarse sobre la superficie de su visor.

Después de mucha insistencia por parte del cobalto, Tania y Knuckles finalmente lo llevaron al lugar donde quería estar para conseguir esos Chili Dogs.

Por suerte, llegaron apenas unos minutos antes de que se cerrarán las inscripciones, con Tania logrando captar la atención del presentador y juez del evento para que inscriba a su hermano.

—Oh, te refieres al grandote rojo, parece un buen candidato —sonrió el señor, mientras seguía a la niña hacia donde estaba Knuckles.

—No, mi hermano es el azul— lo corrigió con cierta indiferencia cuando llegaron junto al erizo.

—¿Ese escuálido? —Tania asintió sin malicia, pero Sonic alcanzó a escucharlo y se sintió ofendido—. Está en... una silla...

—Sí, lo atropellaron, pero ahora está muy bien, además ¡tiene un hambre así de enorme! —Tania abrió las manos hacia arriba para enfatizar lo enorme que era—. ¡Déjelo participar, ¿sí?!

—No, niña, este evento va a ser transmitido por televisión, y no queremos que alguien... especial aparezca y genere una mala imagen —se negó el presentador.

—¿Alguien especial? —Tania se mostró confundida—. Bueno, sí, mi hermanito es muy especial, pero no entiendo por qué ser especial sería un problema para participar.

—¿Es que no lo ves? No, imposible.

—¡¿Por qué no?! ¡¿Por qué?! —agitó aún más la mano, persistente.

—¡Porque es un discapacitado! —El señor perdió la paciencia y apartó bruscamente a la pequeña.

Tania entendió entonces a qué se refería y se sintió muy molesta por su comentario ofensivo, lista para responder, cuando el presentador recibió un golpe en el rostro que lo lanzó tres metros hacia atrás, cayendo sobre otros Mobians quienes gritaron asustados.

—¡Mi amigo no necesita sus piernas para demostrar lo equivocado que estás! —Knuckles se crujió los nudillos, mirando amenazadoramente al presentador que se quejaba adolorido—. Basta con que tenga las mías a su disposición.

Ambos erizos hermanos estaban sorprendidos, al igual que la gente que los rodeaba, por el disturbio que habían causado. De repente, Sonic se carcajeó.

—¡Tiene razón! No necesito piernas para comer, genio —Chocó los cinco con la pequeña Tania, quien también se reía.

Knuckles pareció calmarse al ver a los otros dos riéndose, sin importarle el revuelo que habían causado o cómo el presentador comenzó a gritarles insultos por el golpe.

Al trío le importó poco la situación y decidieron marcharse antes de que las cosas empeorarán o llamaran a la policía por el alboroto que habían provocado.

«—¡Tenemos un ganador!—»

Se podía ver cómo cierto cobalto observaba cómo finalizó el concurso de Comer rápido en la transmisión en vivo del evento que estaban pasando en la página de la alcaldía. Podía ver cómo el ganador se llevaba un trofeo lleno de dinero, y una colección de edición limitada de un juguete del héroe de la ciudad.

Sonic suspiró con amargura, desde que llegó al sitio no había podido comer aún ninguno de sus deliciosos Chili Dogs, pero él no perdía la esperanza.

Knuckles se ofreció a concursar en otro juego más rústico para ver si conseguía algunos de esos Hot Dog, y si no lo conseguía, seguiría probando suerte, mientras, Sonic estaba esperando en una sala de juegos con varios juegos dedicados a él, aunque no tenía mucho interés en jugar nada, además en su situación era complicado.

Tania por su parte estaba en la mini tienda de artículos coleccionables que estaba en el mismo establecimiento, así que podía verla —desde su lugar sin problemas— como revisaba las estanterías con curiosidad y emoción.

«¡Porque es un discapacitado!»

Las palabras de aquel grosero sujeto se repitieron en su conciencia, ante esto sus labios se curvaron hacia abajo.

A pesar de sus intentos por mantenerse indiferente a las opiniones ajenas, el comentario le afectaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Desde su accidente, había desarrollado una sensibilidad que antes no conocía, enfrentándose a una realidad emocionalmente desafiante.

Era un hecho la insensibilidad de algunos mobians, especialmente aquellos que, en teoría, lo admiraban como un héroe. El hecho de que compartiera generosamente su comida favorita con todos, solo para que a ahora se la negaran, le causaba un dolor interno considerable. Esto no solo lo hacía sentir incomprendido, sino también marginado.

La pérdida de sus habilidades físicas lo había sumido en una oscuridad emocional que no había anticipado, una oscuridad de la cual sabía bien sería visitado en momentos desalentadores como el que estaba pasando, haciéndole replantearse toda su vida, una y otra vez, y era algo que él no quería pasar, no quería pensar más de lo que ya lo hacía, necesitaba poner todas sus emociones bajo el tapete.

En su mirada hacia el mundo, podía ver una dualidad: por un lado, el deber y la responsabilidad de ser un símbolo de esperanza y valentía; por otro lado, la realidad cruda de la indiferencia y la falta de empatía que a veces encontraba. Este contraste lo llenaba de una mezcla de determinación para superar los obstáculos y una profunda tristeza por las barreras emocionales que continuamente ahora debía enfrentar.

Se sentía atrapado en un cuerpo que ya no respondía como antes. Cada día era una batalla interna contra la frustración y la impotencia. La idea de no poder caminar, algo que antes había dado por sentado, lo perturbaba profundamente. La independencia que tanto valoraba ahora parecía un sueño lejano.

Sentía una mezcla de tristeza y desesperanza al enfrentar la realidad de su discapacidad. La sensación de perder su identidad como héroe lo dejaba sin rumbo, preguntándose quién era ahora y cuál sería su propósito en el mundo. Cada pequeño logro, como mover un dedo o levantarse con ayuda, se convertía en una victoria amarga y emocionalmente agotadora.

La ansiedad por el futuro y la incertidumbre sobre cómo sería su vida lo abrumaba.

Demasiado.

Otra vez había empezado a sentirse sumergido en la tristeza venidera que eran sus tormentosos pensamientos angustiantes.

—Ya estoy aquí —escucho con ánimo a su costado encontrándose con la figura ruda del equidna—. ¿Puedo sentarme? —preguntó, señalando el espacio vacío a su lado.

—¿Lo conseguiste? —inquirió el cobalto con emoción en su mirada.

—Negativo.

—Ni siquiera quedaste en tercer lugar, ¿o me equivoco? —bromeó, intentando animar a su amigo.

El equidna, herido en su orgullo, le dió la espalda, negándose a mostrar su vulnerabilidad.

—No te puedo culpar, al menos lo intentaste... —suspira con una sonrisa ganándose una mirada curiosa por parte del otro—. Gracias por hacerlo.

Una sonrisa se asomó en el rostro sucio del equidna, trás tantos juegos e intentos, terminó tan cansado y sucio, su estado físico poco importaba, pero estaba molesto consigo mismo por no haber superado esta misión tan simple.

—El mundo sufre mucho. No sólo a causa de la violencia de las personas malas. También por el silencio de la gente buena. —siseo con cierto pesar—. Como mi abuelo solía decir, después de todo vengo de una familia llena de tradiciones e historias fantásticas.

—¿Por qué me dices todo esto de repente? —interrumpió curioso por la revelación inesperada del más alto.

—La injusticia está en todas partes. No todos son tan justos en un mundo plagado por la codicia y el poder —continuó Knuckles, mirando con seriedad a su amigo—. No dejes que la lástima de los demás te afecte. Dentro de tí hay un gran héroe, solo necesitas recordarlo.

Sonic levantó las cejas gratamente sorprendido por las palabras alentadoras del Equidna. A pesar de sus diferencias, tal vez, empezaba a ver al menor de manera diferente.

—No creo que seamos tan cercanos, pero si eres capaz de indignarte cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros en esto —comentó, estrechando su puño con el de Knuckles.

Ambos compartieron una mirada de entendimiento. Sonic había ganado una nueva perspectiva sobre el joven rojizo.

—¡Hermanito, ya va a ser el memorándum! —anunció Tania apresuradamente al llegar junto a ellos, advirtiendo que el evento estaba a punto de cerrar.

—Tienes razón, es mejor que movamos las piernas y nos apuremos —sugirió el más alto —ah, menos tu Nicky —añadió, burlonamente.

Sonic rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír ante la picardía del menor.

—Tania intentó buscar algo para animarte, hermanito —colocó con cuidado un collar a su hermano. —Es para tí, ya lo pagué. Es un amuleto de la suerte.

—Oh, vaya, qué dulce de tu parte, pequeña —agradeció Sonic, examinando el collar, en forma de anillo rojo, con interés.

Knuckles ve el amuleto con detenimiento, su expresión parece endurecerse, Sonic, notando la reacción del menor, decidió preguntar:

—¿Pasa algo, Knux?

—¿Eh? Oh, no, nada... es solo que —apartó la mirada—. Me recuerda a un amuleto que tengo, una herencia familiar, eso es todo.

—Ah, que bien entonces —el azul le resto importancia.

A pesar de sus palabras, Knuckles seguía observando el collar con una ligera sospecha.

Todos los mobians que habían asistido al enorme evento se habían aglomerado en el centro de la Gran plaza, la multitud entusiasta se congregaba para celebrar al héroe de la ciudad. El alcalde, de cabello canoso y traje elegante, subió al escenario con un micrófono en mano, listo para pronunciar un discurso en honor al erizo azul.

—Hoy celebramos a un verdadero héroe —comenzó el alcalde con solemnidad—. Sonic The Hedgehog, no solo ha protegido nuestra ciudad en innumerables ocasiones, sino que también ha inspirado a generaciones con su valor y determinación. Desde su llegada aquí, has sido un faro de esperanza y un ejemplo de lo que significa ser un verdadero defensor de la justicia.

La multitud asentía en acuerdo, algunos vitoreando y otros simplemente observando con respeto y admiración.

—Además de sus hazañas heroicas, Sonic ha sido un filántropo generoso —continuó el alcalde recordando las innumerables veces que Sonic había salvado la ciudad de las garras de Dr. Robotnik y otros villanos—. Sus donaciones a la caridad han mejorado la vida de muchos en nuestra comunidad. Hoy, más que nunca, recordamos su espíritu altruista y su dedicación a hacer del mundo un lugar mejor para todos.

La figura pública de Sonic no solo era excepcional por sus poderes, sino por su corazón generoso y su compromiso con el bienestar de todos los habitantes de la ciudad.

La banda municipal comenzó a tocar música festiva mientras el alcalde continuaba su discurso, resaltando la importancia de honrar a aquellos que sacrifican todo por el bien común. La gran revelación estaba por llegar: la estatua de Sonic, una obra de arte magnífica que capturaba su espíritu heróico y su determinación inquebrantable.

La multitud se agitaba con entusiasmo mientras la música alcanzaba su clímax y el alcalde finalmente anunciaba:

—¡Y ahora, sin más preámbulos, es un honor presentarles la estatua de nuestro querido héroe, Sonic The Hedgehog!

El lienzo que cubría la estatua se retiró lentamente, revelando una obra maestra de bronce que capturaba a Sonic en una pose heróica, con una sonrisa determinada y mirada compasiva. La multitud estalló en aplausos y vítores mientras cámaras capturaron el momento histórico.

Entre la multitud, a un lado de la emocionada Tania, Sonic sentía una mezcla de gratitud y melancolía. Era un recordatorio del mundo que había dejado atrás, un mundo que lo consideraba desaparecido, pero también le recordaba que, incluso en sus momentos más oscuros y desafiantes, su legado como héroe siempre prevalecerá.

El sol se ponía lentamente, bañando todo el lugar en tonos cálidos y dorados. Era un día de celebración y reconocimiento para Sonic, el héroe que, aunque ausente en apariencia, seguía siendo una figura inspiradora y fundamental en el mundo que había jurado proteger.

El evento estaba en pleno apogeo cuando un estruendo ensordecedor sacudió el lugar. Inesperadamente un robot gigante, con el inconfundible diseño de Eggman, irrumpe sin previo aviso. Alzándose con ímpetu sobre los altos edificios, transmitiendo pavor en los presentes con su sola presencia.

No sé podía ver quién iba en la cabina, pero poco importó intentar descubrir al piloto, porque en un instante el caos se desató, cuando el robot embistió la enorme estatua, que se desplomó en un estruendo metálico.

Escombros volaron en todas direcciones, hiriendo a varios mobians que estaban cerca. Sonic, desde su posición —y con sus reflejos rápidos, a pesar de su condición física comprometida— vio con horror cómo la estructura se desmoronaba lentamente para su percepción.

Intentó levantarse para proteger a Tania, pero sus movimientos se vieron limitados, y la velocidad que tanto había dominado en el pasado ya no estaba a su alcance. En un instante de desesperación, vio cómo Knuckles se interpuso entre ellos y el colapso de la estatua.

El equidna abrazó a Sonic y a Tania con fuerza, protegiéndolos del impacto más devastador. El sonido del metal retorciéndose y las piedras rompiéndose llenaba el aire, pero gracias a la rápida acción del joven, lograron evitar lo peor. El polvo y los escombros se asentaron lentamente mientras Knuckles, con sus manos robustas, comenzaba a apartar los restos para liberar a sus amigos, con suerte, el enorme robot se había marchado.

Sonic, sintiendo el alivio de estar ileso pero emocionalmente afectado por el caos repentino, miró a Knuckles con gratitud y admiración. Era un recordatorio doloroso de su vulnerabilidad actual, pero también de la fortaleza de la Valentía y heroísmo del joven equidna.

Tania, temblando levemente, se aferraba al brazo de Knuckles, quien con gestos tranquilizadores trataba de mantenerla calmada.

—¿Están bien? —preguntó Knuckles, con voz ronca por la tensión.

Sonic asintió, sintiendo como la realidad del peligro los rodeaba.

—Gracias, Knux. Eso fue... increíble.

—Solo estoy haciendo lo que se debe hacer.

—Knuckles asintió con una sonrisa breve pero sincera—. Debemos salir de aquí antes de que vuelva a atacar.

—Ese robot... ¿qué quiere? —Tania, aún con los ojos llenos de lágrimas por el susto, se limpió la cara con una mano temblorosa.

—No lo sé —respondió el cobalto quien con ayuda del rojizo pudo lograr sentarse, aún podían escucharse las pisadas del coloso a la distancia, alejándose para causar más estragos—. Pero no parece que vaya a detenerse pronto.

El ruido de sirenas de emergencia llenó el aire mientras los servicios de rescate comenzaban a llegar al lugar. La gente corría en todas direcciones, algunos buscando refugio y otros ayudando a los heridos.

—Tenemos que encontrar una manera de detener ese robot antes de que cause más daño —Knuckles miró a su alrededor, evaluando la situación, mientras golpeaba su puño con la palma de su otra mano.

—¿Qué dices? No podemos hacer nada contra esa cosa —Sonic, ahora más alerta que nunca, su mirada reflejaba el dolor y la impotencia—. Somos mobians normales, no tenemos poderes.

El equidna frunció el ceño, mirándolo con determinación.

—No importa si no tenemos poderes. Podemos hacer algo juntos.

El robot gigante continuaba desatando caos, sus enormes extremidades destrozaban edificios y esparciendo escombros por todas partes. Los agentes especiales entrenados específicamente para enfrentar las creaciones de Eggman, llegaron al lugar, aportando un respiro de seguridad a Sonic.

El cobalto le sugirió a Knuckles que dejará la tarea a quienes estaban mejor preparados, pero el Equidna se mostró renuente. Su deseo de ayudar era palpable, aunque Sonic sabía que sus habilidades físicas limitadas le impedían participar activamente.

El sentimiento de inutilidad abrumaba a Sonic. La impotencia de no poder intervenir mientras la ciudad estaba en peligro lo carcomía por dentro. Cuando Knuckles proclamó con desesperación:

—¡Sonic The Hedgehog ya no está con nosotros! ¡Sin un héroe en la ciudad, todos estamos perdidos! —la voz de Knuckles temblaba, cargada de frustración—. Alguien tiene que tomar su lugar.

Sonic respondió con amargura y dolor:

—¡No podemos hacer nada, entiéndelo! —las palabras salieron de su boca como un grito desgarrador, reflejando la tormenta interna que lo consumía.

Ambos se enfrentaron con miradas cargadas de resentimiento, aunque en realidad sus sentimientos eran de profundo pesar. La tensión en el aire era palpable, amplificada por el estruendo del robot que continuaba su destrucción.

Finalmente, Sonic, resignado, pero decidido a aportar de alguna manera, habló con un tono más calmado:

—Si realmente quieres ayudar, busca a las personas atrapadas entre los escombros.

Knuckles, aunque aún preocupado por el cobalto, insistió:

—¿Y tú? ¿Qué harás tú?

—Estaré bien, incluso sin poder caminar —aseguró con firmeza, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza y determinación—. Pero la gente atrapada necesita ayuda ahora mismo.

El equidna asintió, su expresión endurecida por la resolución. Se giró hacia el caos, listo para hacer lo que fuera necesario. Mientras tanto, Sonic observaba la escena, sintiendo el peso de su impotencia, pero también el alivio de saber que Knuckles estaba dispuesto a luchar por aquellos que no podían hacerlo.

El rugido del robot seguía resonando, un recordatorio constante de la urgencia de la situación y de la fragilidad de la vida en la ciudad. Sonic se mantenía mentalmente fuerte, determinado a encontrar una manera de ser útil en medio del caos.

Tania, conmovida por el espíritu de su hermano y su deseo de ayudar a pesar de sus limitaciones, decidió seguir a Knuckles para encontrar más mobians atrapados. Sin embargo, la situación tomó un giro inesperado cuando el robot regresó, dirigiéndose directamente hacia el erizo azul. Las enormes garras del coloso metálico lo atraparon con una facilidad inquietante, levantando a este como si fuera un simple juguete.

—¡No! —gritó Tania, corriendo desesperadamente hacia su hermano.

Knuckles, viendo el peligro inminente, también se lanzó al ataque. Logró sujetar una de las piernas del robot, intentando frenarlo, pero la máquina, con un simple movimiento, lo arrojó contra un edificio cercano. El impacto fue devastador, y el edificio comenzó a derrumbarse, sumiendo el lugar en aún más caos.

—¡Knuckles! —Sonic gritó, impotente desde las alturas. Luego, miró a Tania con urgencia—. ¡No me sigas, Tania! Ve a buscar ayuda para Knuckles. Puede estar herido... o peor.

Los ojos de Tania se llenaron de lágrimas, pero asintió y corrió en busca de ayuda, su corazón latiendo desbocado por la angustia. Sonic, atrapado y con el robot acercándose cada vez más a su rostro amenazante, respiró hondo, tratando de mantener la calma. Sabía que en situaciones así, perder la compostura solo empeoraría las cosas.

Con una determinación feroz, activó un dispositivo en su muñeca, enviando una señal de auxilio a Tails. Mientras lo hacía, no pudo evitar sentir una punzada de remordimiento. Tails le había advertido que no saliera de casa bajo ninguna circunstancia, pero él no había podido resistir a los encantos de un Chili Dog.

«Ahora me va a regañar» pensó Sonic, con una mezcla de humor amargo y esperanza. Sabía que Tails siempre estaba ahí para él, pero en ese momento, el silencio de la respuesta fue ensordecedor. El pitido constante del dispositivo indicaba que la señal había sido enviada, pero no había respuesta.

El robot comenzó a apretar sus garras, y Sonic sintió el dolor recorrer su cuerpo. La desesperación empezaba a ganar terreno en su mente. Miró a su alrededor, buscando cualquier cosa que pudiera darle una ventaja, cualquier manera de ganar tiempo hasta que Tails llegará.

El robot se llevó al erizo a otro sitio, causando estragos y sumiendo a la gente en pánico. Los mobians corrían aterrados mientras los agentes especiales intentaban inútilmente detener al titán mecánico. Cada intento de los agentes era neutralizado con facilidad, lo que solo aumentaba el desorden.

Sonic observaba la escena con una mezcla de desesperación y amargura. Aunque intentaba no perder la esperanza, sabía que esos agentes nunca habían sido de mucha ayuda. Siempre había sido él quien derrotaba a los villanos, quien rescataba a los indefensos.

«Maldición...sin mí, esta ciudad está perdida.» pensó, no quería sonar egocéntrico, pero era un hecho.

Ahora mismo solo podía ver cómo el robot lo había llevado a una parte muy alejada, ya no se veía rastro de los agentes, y los habitantes que estaban cerca, solo podían salir corriendo, dejándolo completamente solo con el titán.

De repente, la cabeza del robot se volvió transparente, revelando a los pilotos. Sonic quedó sorprendido y confundido al ver a Orbot y Cubot, las mascotas asistentes de Eggman.

—¿Ustedes? —exclamó incrédulo—. ¿Eggy los envió?

Orbot, con una expresión decidida, negó con la cabeza.

—No, Nicky. Esto es personal.

—¿Personal? —Sonic se rió—. ¿Qué podrían tener ustedes contra mí?

Cubot, con su voz torpe y algo triste, explicó:

—Estamos cansados de que Metal Sonic siempre piense en tí. Por tu culpa, él no se concentra en sus misiones, y estamos hartos. Por eso, pensamos eliminarte.

Sonic, a pesar de la gravedad de la situación, no pudo evitar reírse aún más fuerte.

—¿En serio? —dijo con sarcasmo—. ¿Van a eliminarme porque están celosos? ¿Es una broma?

Orbot, con una mirada seria, replicó:

—No es una broma, Nicky. Estamos hartos de vivir a la sombra de tu presencia —Orbot, con una mirada seria, replicó—. Hoy, terminamos con eso.

—¿Y creen que esto va a funcionar? —se mostró desafiante—. Porque les aseguro que yo no soy el problema. Nunca lo fui.

Orbot y Cubot se miraron, confundidos por la actitud de Nicky. La convicción en sus ojos, a pesar de su situación desesperada, les hizo dudar.

La tensión en el aire era palpable. Sonic, por su lado, no se pensaba dejar intimidar por dos latas de chatarra, porque a pesar de su condición, él seguía siendo un héroe, y no cualquiera, sino, el mismísimo Sonic The Hedgehog, un símbolo de esperanza y valentía.

—¡Vamos, entonces! —incito con un gesto sonriente—. Si van a hacer algo, ¡háganlo!

Miró a su alrededor, evaluando la situación. El caos reinaba, y cada segundo contaba. Sabía que en su estado actual no podía hacer mucho, pero también sabía que rendirse no era una opción.

—Vamos, Sonic, tú puedes —se dijo a sí mismo, intentando reunir fuerzas—. No voy a dejar que esto me venza —Su mirada se endureció, reflejando la determinación que lo había convertido en un héroe—. ¡Yo no me voy a rendir! —gritó, golpeando con fuerza la cabina por fuera. Inesperadamente, una pequeña grieta apareció en la superficie.

Los robots al principio se asustaron, pero al ver que era tan pequeña se empezaron a reír, convencidos de que nadie lo iba a salvar, estaban listos para acabar con su patética vida orgánica. .

—Jah, qué tonto. ¿Creías que con ese pequeño golpe podrías vencer? Estás equivocado —se burló Orbot, y acto seguido movió los controles del robot para aplastar al cobalto, matándolo. O eso creyeron los dos robots.

—Ustedes son los tontos —una voz profunda resonó de repente. Entre ambos apareció un destello verdoso, del cual emergió cierto erizo azabache, parándose con confianza sobre la cara del robot. No reparó en dirigir una mirada asesina al par de robot dentro de la cabina, quienes al reconocerlo, temblaron.

—¡Señor Sha-Shadow! ¡Tenga usted buenas tardes! ¿Q-Qué lo trae por aquí?— Orbot intentó apelar a su compasión con palabras amables, pero el semblante mordaz del susodicho hizo que guardara silencio ahí mismo, sabiendo que no estaba abierto a negociaciones.

Con una velocidad abismal, y sin un ápice de compasión, Shadow saltó para cortar con una patada fluida y precisa el enorme brazo del coloso, liberando al cobalto, a quien atrapó entre sus brazos en el aire.

—Shadow... —Sonic apenas pudo susurrar, asombrado de su aparición, ante el agarre del otro, por inercia, se sostuvo de sus hombros.

Sin decir una palabra, Shadow afirmó el agarre que tenía sobre el contrario, trás asegurarse de que estaba bien sujeto, hizo aparecer una esmeralda verde en su mano, utilizando el poder del caos, en un destello verdoso brillante que los rodeó, y de un momento a otro, una explosión de energía pura salió disparada contra el robot desintegrando este al instante, reduciendo sus partes en polvo y pedazos de chatarra que se dispersaron en el aire.

El estruendo de la explosión resonó por todo el lugar, pero en medio del caos, Shadow descendió con gracia, aún sosteniendo al cobalto con gentileza. Sonic, todavía asombrado, miró a Shadow sin saber qué decir.

Shadow observaba con cierta satisfacción los restos del robot en llamas. Sonic, por su parte, contempla con incredulidad el caos que el coloso había causado en tan poco tiempo. No podía asimilar lo que acababa de pasar, ni el hecho de que Shadow lo estuviera sosteniendo en sus brazos con tanta sencillez

Estaba aturdido al ver a Shadow. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se enfrentaron cara a cara, desde que las circunstancias los habían separado abruptamente, y para su mala fortuna, hubiera preferido que siga así.

—¿Estás bien? —la voz del azabache llegó con serenidad y cierta preocupación hasta los oídos del cobalto, provocando cierto espasmo en él, al distinguir una clara seriedad de su parte.

Sonic evitaba levantar la mirada. Sabía que tendría que enfrentar al otro erizo y no estaba preparado para eso, aunque hubieran pasado más de quince años, jamás iba a estar listo para esto, la confusión en su cabeza se manifestó como un temblor en su cuerpo, sintiendo una incomodidad que no quería admitir.

—Yo no pedí tu ayuda —Sonic rompió el silencio finalmente, su voz apenas llega a un susurro cargado de resignación.

—Veo que a ti no te han enseñado a decir gracias, ¿o me equivoco, Sonic?— el otro no tuvo dificultad para escucharlo.

Sonic tosió de forma desenfrenada cuando escuchó su nombre venir de él, sabiendo que lo había descubierto, aún así, decidió jugar el papel de desentendido.

—¿Sonic? No, yo soy Nicky —siguió tosiendo hasta que su garganta empezó a doler.

Shadow lo miró en silencio, perdido en sus pensamientos, su mirada fija puso momentáneamente nervioso al azul.

—No espero que estés agradecido después de todo lo sucedido, Sonic —añadió Shadow, ignorando su burdo intento de convencimiento.

—Ya te dije que soy Nicky, no Sonic. Creo que te estás confundiendo de erizo —vuelve a intentarlo, esperando ser más convincente, aunque sabía que su mentira era débil, aún así intentaba adentrarse en su teatro.

Shadow lo miró con una mezcla de incredulidad y diversión.

—Oh, claro, Nicky. ¿Y dónde dejaste tus lentes de Clark Kent? —Shadow levantó una ceja con escepticismo.

Sonic se dió cuenta entonces que no cargaba los anteojos, seguramente se perdieron entre los escombros, sintiéndose algo estúpido, intentó cubrir su rostro, en un intento se crear distancia entre los dos, pero Shadow estaba casi encima suyo.

—Muy gracioso, Shadow. Realmente te estás superando en esto del humor —Sonic intentó reírse, aunque la tensión en su voz era evidente.

Shadow noto su temor, sabía perfectamente que si Sonic pudiera, ya lo habría golpeado, pero era consciente de que ahora mismo, no podía hacer nada más que temblar como un cobarde fingiendo demencia, él entendía sus razones obvias para mostrar ese rechazo y no lo culpaba, al contrario, él admitía ser el culpable, y como él autor de tal tragedia, quería enmendar sus errores, y para eso, debía dejar que el otro le creyera bajo sus propios términos.

—Sonic, ya te he dicho que sé quién eres —con calma, le dejo cubrirse, si así estaba más tranquilo, con un atisbo de frustración, expresó—. No necesitas fingir conmigo.

Sonic, sintiéndose atrapado entre su necesidad de mantener su disfraz y el deseo de desahogarse, frunció el ceño, negándose a responder.

Shadow suspiró, tratando de contener su propia frustración ante la actitud obstinada de Sonic.

—¿Por qué sigues fingiendo? —preguntó, su tono ahora más suave pero firme. —Sé que eres Sonic. Y sé que estás pasando por algo difícil.

Esas últimas palabras parecieron debilitar el escudo en el que se refugiaba el azul, apartando sus manos de su rostro para ver con cierta incredulidad al otro, detonando una chispa de vulnerabilidad en sus jades.

—No necesito tu compasión, Shadow —aunque su voz temblaba, su tenacidad seguía intacta al igual que su terquedad logrando disipar la confusión en su pecho siendo reemplazada por dolor —. He estado lidiando con esto solo todo este tiempo.

Shadow afirmó la cercanía entre ambos acortando la distancia entre sus rostros, mientras mantenía un semblante, por extraño que pareciera, reconfortante.

—Lo sé, Sonic, pero no tienes que hacerlo solo.

Sonic podía sentir la invasiva mirada ajena escarbar en su conciencia, mostrando un arrepentimiento que parecía genuino, de pronto su corazón se oprimió, aturdido por la sacudida, desvío la mirada, en un intento de luchar internamente contra su necesidad de mantener las apariencias y su deseo mortificante de aceptar ayuda.

—No puedo... —él, como el héroe que era, estaba convencido que no merecía recibir ayuda de nadie, es él quien salva a la gente, él puede con todo solo, como siempre lo había hecho a lo largo de su vida. Por eso, su voz apenas era audible.

Shadow inclinó ligeramente la cabeza, comprendiendo que Sonic necesitaba más tiempo para procesar todo.

—Cuando estés listo para hablar, estaré aquí —su tono era firme, pero había una gentileza que desconcertaba al cobalto.

—Oh, claro, porque ahora eres todo un caballero, ¿verdad? —bufó Sonic, rodando los ojos.

—Sabes, no estoy aquí para pelear contigo. Estoy aquí porque, me importa lo que te pase —sus palabras eran serias, y Sonic pudo sentir la sinceridad detrás de ellas, pero agitó su conciencia negándose a caer en sus mentiras disfrazadas de verdad.

Sonic estaba convencido de que la gentileza de Shadow era solo una artimaña para atraparlo, y no pensaba caer en ella.

—¿Desde cuándo te importa lo que me pase? —se jactó con cierta soberbia, y un resentimiento palpitante en su corazón.

—Digamos que tengo mis razones —replicó Shadow sin perder la compostura—. Pero si prefieres seguir fingiendo, adelante.

Sonic seguía poco convencido del teatro ajeno, y verlo tan indulgente y comprensivo le ponía las púas de punta.

—Estás loco, te odio y no quiero tener nada que ver contigo, así que bájame de una vez —insistió, deseoso de perder de vista al contrario.

—Está bien, respeto tu decisión —concedió Shadow, pero seguía sin querer soltarlo.

—¿Qué esperas? ¡Déjame en el suelo ya! —la frustración en la voz de Sonic era palpable.

—Si te dejo en el suelo, ¿cómo vas a caminar? —preguntó con cierta lógica.

—Pues caminando, genio —respondió Sonic, con sarcasmo.

—Sí, pero tus piernas... —Shadow titubeó, intentando encontrar las palabras correctas.

—No necesito tu ayuda, Shadow. Puedo manejar esto solo.

—¿De verdad? Porque a mí me parece todo lo contrario. —Shadow no pudo evitar formular una pequeña sonrisa.

—Prefiero arrastrarme que dejar que me cargues —Sonic intentó por fin apartar al azabache, empujando su pecho, pero este no se movió ni un centímetro.

—No voy a dejarte, por mucho que te empeñes en rechazarme —Shadow lo sostuvo con firmeza junto a una expresión decidida y lúgubre.

—Eres tan... —Sonic cerró los ojos, frustrado, sin saber cómo continuar.

Sonic ahora estaba convencido de que sin importar cuánto peleará ahora mismo, no tenía forma de sacarse al Shadow de encima, mejor dicho, no tenía oportunidad, y estaba seguro que, no iba a regresar a casa esa noche, porque el otro lo iba a secuestrar, si, exacto.

«Genial Sonic, de entre todos los sujetos desquiciados que quieren tu cabeza, terminaste en los brazos del peor entre todos...» se dió un par de cachetadas en su mente por ser tan estúpido.

Pensó que sería su final, hasta que recordó cierto detalle.

—¡Oh no! Acabo de recordar que tengo que ir a buscar a mi hermanita pequeña, sí, y Knuckles. Estoy demasiado preocupado por él, sí, tengo que irme... —intentó sonar lo más desesperado posible.

Shadow aún no lo soltaba, su mirada seguía fija en Sonic, evaluando cada palabra que decía, sabía que decía la verdad, en parte, pero no parecía querer cambiar de semblante, ante esto, Sonic entendió que su teatro no sirvió.

Justo en ese momento, el móvil de Sonic comenzó a sonar. Era Tania. Sonic, con cierta esperanza, atendió la llamada.

—¡Hola, hermanito! —La voz de Tania sonaba aliviada—. No te preocupes ya por mí y Knuckles. Él salió ileso y estaba a punto de buscarte, pero al ver que no había rastros del robot, tuvo que detenerse. Yo le propuse llamarte y ¡qué suerte que respondieras!

Sonic exhaló, sintiendo un alivio momentáneo al escuchar a su hermana. La voz de Tania era un ancla en medio del caos que sentía.

—Sí, estoy bien —respondió, intentando mantener la voz firme—. Solo un poco... ocupado. ¿Estás segura de que están bien?

Sí, estamos bien —confirmó Tania—. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Te capturaron? ¿Envío a Knuckles a buscarte?

Sonic le dió un pequeño vistazo a Shadow, quien no apartaba la vista de él, y supo que tenía que aprovechar la oportunidad. Abrió la boca para decirle a Tania que enviará a Knuckles, pero antes de que pudiera articular una palabra, Shadow le quitó el móvil de las manos con una velocidad inesperada.

—Tu hermano está en buenas manos. Llegará a casa pronto, solo espérale —dijo con una voz firme, pero inquietante, antes de colgar la llamada y devolverle el móvil a Sonic.

Sonic lo miró, atónito y frustrado, sus esperanzas murieron en esa corta llamada, casi sentía querer llorar de la frustración, pero no iba a hacerlo, porque él no lloraba.

—Estás desquiciado... —guardó su móvil con desconfianza—. No me vas a llevar a mi casa, ¿cierto? Me vas a esconder en un sótano y me vas a matar.

Shadow lo miró en silencio por un momento, su expresión serena e imperturbable lleno de incertidumbre al cobalto.

—¡Contestame desquiciado! —ya sintiendo que la vida se le escapaba, jalo de la chaqueta deportiva del otro algo alterado.

—No haré eso —respondió finalmente sin importarle que el otro le llenará de arrugas su amada chaqueta—. Voy a llevarte a tu casa, y no creo que tengas más excusas.

Sonic no quería darle la razón, pero estaba contra la espada y la pared, por lo que terminó por desistir aún sin saber si las palabras del otro eran verdad o sería guiado a su tumba, en ese caso, internamente deseaba con desesperación que Tails llegará a sacarlo de ahí ¡Y rápido!

—Te odio... —se cruzó de brazos, dejando claro que ya no iba a poner resistencia.

Shadow, sin dejar de sostenerlo, comenzó a caminar hacia cierto lugar, silencioso.

Mientras ellos se alejaban del lugar, a la distancia, entre la oscuridad y lo alto de los edificios, una figura encapuchada los observaba, silenciosa, sus ojos de un rojo   destellante, brillan entre las sombras.

Caminando entre escombros y ruinas, llegaron a un lugar algo apartado. Estacionada cuidadosamente, se encontraba una motocicleta que Sonic reconoció al instante.

«¿No es la motocicleta de número 23?» escéptico, no tardó mucho en unir los hilos en su cabeza comprendiendo todo «Este acosador de mierda...» Suspiró internamente sabiendo bien en la piscina que se estaba sumergiendo, aún así, decidió seguir fingiendo ignorancia.

Shadow colocó a Sonic con cuidado en la moto antes de subirse él mismo, no sin antes asegurarse de que Sonic estuviera bien sujeto.

—Agárrate —dijo Shadow con firmeza.

—No pienso abrazarte —replicó Sonic, cruzando los brazos y mirando hacia otro lado, intentando mantener una postura desafiante.

Shadow, con una pequeña sonrisa, aceleró con fuerza, haciendo que Sonic se aferrara rápidamente a su cintura, temeroso de caerse.

—¡¿Estás loco?! —gritó Sonic por encima del rugido del motor, su voz llena de indignación—. ¡Sabes que lo hiciste a propósito!

Shadow dejó escapar una risa ligera, apenas audible sobre el viento.

—¿Yo? ¿Hacer algo a propósito? —respondió con un tono de sarcasmo bien marcado—. No sé de qué hablas.

Sonic apretó los dientes, tratando de mantener la calma.

—Eres un idiota. Solo quieres fastidiarme —refunfuñó desde atrás, aún temeroso de caerse.

—Si quisiera fastidiarte, haría algo más que acelerar —dijo Shadow, su voz llena de un humor inusitado—. Pero tranquilo, prometo que no te dejaré caer.

Sonic sintió una mezcla de frustración y algo más que no podía identificar del todo. Por mucho que quisiera seguir enfadado, había algo en la forma en que Shadow manejaba la situación que lo desarmaba.

—¡¿Podrías ir más lento?! —Sonic gritó por encima del ruido del motor, sintiendo el viento azotar su rostro, y afirmando el agarre de sus manos sobre la cintura del azabache.

—¿Lento? Qué extraño, la última vez que te subiste dijiste que querías ir más rápido.

—No sé de qué hablas. Nunca me he subido a esta cosa contigo antes —replicó Sonic, esforzándose por mantener su fachada.

Shadow disminuyó un poco la velocidad, aunque la sonrisa seguía presente en su rostro.

—¿Así está mejor, príncipe azul?

—Más o menos. —bufó, aunque una pequeña sonrisa se formuló en sus labios—. Pero no te hagas ilusiones, todavía te odio.

Shadow solo se encogió de hombros.

Sonic agradece tener un momento de descanso en el que no tuviera que verle la cara, pero toda la situación le hizo recordar ciertas cosas. Shadow tenía razón, él amaba sentir el viento en su rostro, y en otro contexto, seguramente estaría disfrutando de la situación. Pero ahora, tras todo lo que había pasado entre ellos, simplemente no podía permitirse volver a pensar en esos momentos tan agridulces. Además, con todo lo ocurrido, estaba seguro que era muy probable que Silver hubiera descubierto sus planes. O tal vez no. Aun así, a pesar de saber todo, o al menos hasta donde suponía, ¿por qué no lo estaba intentando matar? ¿Por qué estaba siendo tan... amable? Todo indicaba que era una artimaña, un engaño en el que él no debía caer.

—¿Y ahora qué? ¿Vas a llevarme a un lugar seguro o a una trampa? —Sonic seguía lanzando comentarios mordaces, intentando mantener a raya cualquier atisbo de vulnerabilidad.

—Te llevaré a tu casa, como dije antes. No tengo ninguna intención de hacerte daño, Sonic... o Nicky, como prefieras llamarte ahora —respondió con calma, sin dejarse afectar por las palabras ácidas.

Ante esta respuesta, Sonic decidió guardar silencio, llenando el viaje de una incómoda tensión, la cual se rompía brevemente por el rugido del motor y el viento que los rodeaba. Shadow siguió conduciendo, su mirada fija en el camino, pero de vez en cuando lanzaba una vistazo al erizo de atrás, a través del pequeño retrovisor.

...

Para consternación o alivio de Sonic, habían llegado a su casa. Shadow detuvo la moto suavemente. Sonic intentó bajarse, pero recordó con frustración que no podía caminar. Shadow, notando su vacilación, se acercó para ayudarlo.

—¿Necesitas ayuda? —se ofreció para cargarle, pero recibió una mala cara por parte del menor.

Sonic miró a Shadow con una mezcla de desconfianza y resignación. No quería admitir su vulnerabilidad, pero no tenía otra opción.

—Sí, pero no lo disfrutes demasiado —apartó la mirada con cierta decepción.

Shadow no tardó en levantar a Sonic con cuidado entre sus brazos, llevándolo hacia la puerta de su casa.

—¿Llaves?

—A-aquí las tengo... —Sonic sacó la copia que tenía e intentó abrir la puerta con sus manos temblorosas, consciente de la mirada de Shadow sobre él.

Después de unos momentos de lucha con la cerradura, la puerta se abrió. Sonic empujó la puerta con sus manos y dejó que Shadow lo guiará adentro.

—¿A dónde te dejo?

—Solo déjame en el sofá —murmuró otra vez mientras se cubría el rostro.

Shadow lo depositó con suavidad en el sofá, mirando alrededor, notando lo hogareño y acogedor del sitio.

—¿Algo más? —preguntó Shadow.

Sonic cruzó los brazos y se hundió en el sofá, tratando de disimular su incomodidad.

—Sí, ¿podrías desaparecer? —replicó con sarcasmo.

Shadow inmutable, su expresión seguía siendo inexpresiva.

—Sabes que no puedo hacerlo.

—No necesito tu ayuda. Ya estoy en casa, puedes irte.

—Sigo preocupado por tí. No voy a dejarte solo hasta estar seguro de que estás bien.

—¡Deja de actuar como si te importara! —Sonic gritó, su voz temblaba de rabia y confusión—. ¡Sabes tan bien como yo que esto es solo una fachada! ¡Tú me odias, yo te odio! ¡Todo es tan claro!

Shadow suspiró, al ver el cansancio visible en los ojos del cobalto, apartó la mirada finalmente.

—Puedes pensar lo que quieras —volvió a encogerse de hombros mientras se cruzaba de brazos.

—Déjame solo —ya no podía verle más, cansado, apuntó hacía la puerta negándose a decir algo más..

—Entiendo. —Shadow comprendió su desplante, y decidió por fin, marcharse—. Pero antes de irme, quiero que tengas algo.

Sonic lo miró con escepticismo, pero no dijo nada.

En ese momento, Shadow se acercó a él y colocó algo en su mano. Cuando Sonic apartó la mirada y abrió la mano, encontró un cupón de color dorado que ponía «Chili Dog ilimitado».

Confundido, Sonic miró el cupón y luego a Shadow en busca de explicaciones.

—Es el premio que gané..

—No lo quiero, tú lo ganaste —dijo Sonic, devolviéndole el cupón.

—Lo gané para ti —insistió Shadow, rodeó con sus manos la ajena haciendo que volviera a tomar el cupón, trás cerrarla, se apartó de él con serenidad, ante la expectante mirada de cobalto—. Cuando decidas dejar de actuar, estaré aquí. No importa cuánto tiempo tome. Solo quiero que estés bien.

Sonic no supo cómo responder a eso. Se limitó a observar mientras Shadow se dirigía hacia la puerta.

—Cuídate, Sonic —fueron las últimas palabras de Shadow antes de salir de la casa, dejando a Sonic solo con sus pensamientos y una mezcla de emociones difíciles de descifrar.

La puerta se cerró con un suave clic, y no fue hasta escuchar como el motor de la motocicleta se encendía para alejarse cada vez más hasta dejarlo de escuchar, que Sonic se dejó caer contra el respaldo del sofá, sintiendo una extraña mezcla de alivio y vacío. La presencia de Shadow lo había desconcertado, y ahora, con él fuera de la casa, la soledad parecía aún más pesada.

Sonic miró alrededor de su hogar, tratando de encontrar consuelo en la familiaridad del entorno. Pero la mente seguía regresando a las palabras de Shadow, y a la inesperada amabilidad que había mostrado, mientras miraba aquel cupón dorado.

—No, Sonic, recuerda lo que él te hizo, no puedes... No puedes volver a caer... —intentaba mantener la compostura, ante estos pensamientos, decidió guardar el cupón en su pantalón.

De repente, la puerta se abrió de golpe y Tails entró corriendo. Sus ojos reflejaban preocupación mientras observaba a Sonic, quien parecía estar en un estado algo deteriorado y sucio.

—¡Sonic! —exclamó, claramente alterado arrojándose frente al azul para verle más de cerca—. Recibí un mensaje del aparato, pero terminé llegando tan tarde ¡¿Estás bien?!

—Tranquilo, estoy bien... —lo calmó con una sonrisa intentando alejarlo un poco—. Quisiera decir lo mismo de ti, ¡Pero te ves terrible, amigo! ¿Qué te pasó? Parece que te arrollo un auto —Ahora él se ve preocupado de ver al menor con vendas mal colocadas y algunos raspones y golpes algo graves.

—Estaba atrapado entre los escombros y terminé en el hospital, me escapé, pero eso no importa —le resto importancia a la expresión reprochable del mayor —Estaba preocupado por tí, y muy enfadado, te dije que no salieras, pero jamás me escuchas —se veía molesto y al mismo tiempo, también aliviado—. Pero que alivio de ver que sigues vivo... —sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas— pero, estoy confundido, te deje con Knuckles ¿Dónde está? ¿Por qué no está aquí? ¡En primer lugar ¿Por qué saliste?!

—Una larga historia, pero termina en la parte en que nos separamos.

—¿Entonces cómo llegaste a casa?

—Me las arreglé. Estaba con Shadow y él me trajo hasta aquí. —Sus manos temblaron ligeramente al mencionar al azabache, notando cómo Tails reaccionaba de manera escéptica.

—Ese tipo otra vez... ¿No te hizo nada? —Tails comenzó a revisar a Sonic, buscando signos de lesiones.

—No —respondió Sonic, deteniendo a Tails con una sonrisa nerviosa—. Extrañamente, fue muy amable... —añadió, mostrando confusión en sus palabras.

La sensación de algo perdido seguía latente en Sonic desde que había salido del hospital. Como si hubiera olvidado algo crucial, algo que le estaba perturbando profundamente.

—Tails, ¿hay algo que no me has contado mientras estuve inconsciente en el hospital? —preguntó Sonic con cierta molestia en su voz, entre cerrando los ojos.

Tails evitó la mirada de Sonic por un momento antes de responder, algo incómodo.

—¿Qué pasó?

Trás un largo camino de regreso a casa, y con la luz de la luna como faro, Shadow se vio expectante al ver como las luces de su apartamento estaban encendidas, sabiendo que significaba, ingresó al lugar, aliviado de haber terminado el día.

Cómo supuso, Silver estaba ya esperándolo, mientras avanzaba con las tareas que le habían enviado de la escuela, su expresión se endureció con expectativa.

—¿Encontraste a Surge? —preguntó Shadow directamente, su tono revelando la urgencia de la situación.

Silver negó con la cabeza, frustrado.

—He buscado por todos lados, pero no hay ni rastro de ella. Parece haber desaparecido por completo —informó, notando la decepción en el rostro de Shadow.

Shadow frunció el ceño, molesto por el informe. —Tendremos que buscarla de nuevo. No podemos dejar que una niña tan peligrosa ande suelta.

Silver asintió, aunque la preocupación no abandonaba su rostro. —Lo intenté, de verdad. Es como si supiera que la estábamos buscando.

Shadow suspiró y suavizó su expresión. —Lo sé, hiciste lo mejor que pudiste. Gracias por tu esfuerzo. Pero no podemos rendirnos. Debemos atraparla.

Silver notó un brillo inusual en los ojos de Shadow, una chispa de algo que no había visto en mucho tiempo. —¿Por qué pareces tan alegre? —preguntó, desconcertado.

Shadow sonrió de manera enigmática y se encaminó hacia su habitación.

—Oh, sólo estoy contento de que estemos un paso más cerca —respondió evasivamente antes de cerrar la puerta tras de sí.

—¡Está bien! ¡Buenas noches entonces! ¡Nos vemos mañana! —le despidió con buenos ánimos, volviendo a concentrarse en su tarea.

Dentro de aquella habitación, la atmósfera cambió drásticamente. Las paredes estaban cubiertas con un tablón lleno de recortes de periódicos, revistas y fotografías de Sonic. Hilos rojos conectaban diferentes artículos y eventos, destacando un artículo en particular titulado «Atentado contra las oficinas del gobierno: El villano que fingía ser un héroe». En la fotografía se distinguía vagamente la silueta de un erizo cobalto, y la fecha parecía ser de hace más de quince años atrás.

Shadow observó detenidamente el artículo, perdido en sus pensamientos mientras seguía los hilos que conectaban esa noticia con otros incidentes. La determinación brillaba en sus ojos mientras continuaba investigando, decidido a descubrir la verdad oculta trás los actos de Sonic.

—No te perderé de nuevo, no lo haré...

Continuará.
.
.
.

N/A:
Último capítulo largo que haré, a partir de aquí los episodios serán más cortos, ¿Por qué este salió largo? No quise cortarlo otra vez por la mitad, si ya es la mitad del cap anterior, y para no retrasar más las cosas, prefiero tirarlo todo de una.

Ya se que llevo diciendo eso como por más de cinco cap, pero les juro que ya, ahora sí van a ser más cortos.

Bien por los que votaron por Knuckles, pocos, pero lo hicieron, nuestro amigo nudillo terminó siendo el elegido, y gran elección diría yo.

No culpo a la gente que elegía a Silver, es buena opción, Pero actualmente ambos, Silver y Shadow, decidieron darle su espacio a Sonic, por ahora.

No saben las ganas que tenía de sacar este capítulo, porque por fin Sonic y Shadow se enfrentar cara a cara, aunque Sonic decidió seguir fingiendo demencia, me gustó el episodio, especialmente por la parte en que Shadow salva a Sonic, o cuando van en la motocicleta, son mis partes favoritas, ¿Y la de ustedes? (Dedicó cap →)

No creo tener parte menor favorita, pero creo que el hecho de que Sonic solo fue al evento para comer Chili Dogs, y no termino comiendo ninguna, es muy divertido, pero triste, o coml aquel sujeto random le dijo "Discapacitado" al pobre de Sonic, o lo peor, Sonic tratando mal a Shadow, pero hasta él acepta que lo trate asi, porque sabe que la cago, ¿Y la de ustedes? (Dedicó cap →)

Aunque admiro la paciencia de Shadow, hasta a mí me sorprende lo "amable" que es, no parece el mismo personaje que molio a golpes al pobre de Nicky, que en paz siga descansando en su viaje de sabático.

Por cierto, Orbot y Cubot ya se la tenían jurada a Nicky desde el episodio 6, así que no se sorprendan de su mal intento de asesinato, al final terminaron ellos muertos ¿Será?

Quiero hacer mención al cupón que le dió Shadow a Sonic, se me hizo lindo, e inquietante.

También se me hizo lindo cuando Knuckles salva a Tania y a Sonic/Nicky, ese si es un hombre.

No voy a comentar nada más del capítulo porque no quisiera alargar la Nota, solo diré que me gustaría saber ¿Que teorías o ideas se les ocurrió mientras leían el cap? ¿Algo interesante que comentar? ¿Alguna pregunta? (Dedicó cap →)

En esta ocasión, y porque el tiempo me es limitado, no pondré los dibujos que me han enviado, en otro momento con más tiempo lo hago, espero me sepan disculpar, familia <\3

Pero si pondré un dibujo hecho por mi, como ya los tengo acostumbrados, es algo sencillo y que ya han visto.

Habia hecho este dibujo hace ya mucho tiempo otra vez, espero que les guste.

Por fin puedo decir satisfecha que los fans del Shadonic/Sonadow están comiendo por fin después de no darles ni la migajas del pan, desde ahora los voy a alimentar bien, mis niños.

Preguntas finales ¿Qué habrá significado el sueño de Shadow? ¿Quien será esa persona misteriosa que observa a Sonic y Shadow cuando se iban? ¿Que será aquello raro que Knuckles miraba en el collar? ¿Y la habitación de Shadow no les parece inquietante?

¿Extrañaron a Silver? Yo igual, estuvo en su propia misión aparte, es su DLC xd

¿A cuál otro personaje echan mucho de menos? Si veo que alguno se repite mucho, puede que le dedique un cap entero, así al estilo del cap de Kit, así que no se olviden de mencionar a su favorito (Dedicó cap →)

¿Creen que Sonic va a revelar la verdad de que el si es Sonic, y no Nicky ,O es probable que su odio a Shadow crezca? ¿Ustedes que prefieren?

Gracias por su enorme paciencia, y el apoyo que le han dado a la historia.

Sin más que decir, no olviden de comentar, dar estrellita ★ y compartir la historia con sus amigos, me hace muy feliz<3

Nos vemos en la siguiente actualización!
Bye!

By:
|@LuliTan2|

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