EPILOGUE

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▬▬▬▬ ༘◜➷。 | Epílogo... ⚡️🔥
❪ despierta ❫





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     —SOÑAR ES LA MEJOR PARTE DE VIVIR.

   Barry estaba seguro de que alguna vez escuchó a Adds decir esas palabras.

   Nunca le tomó mucha importancia, porque él pensaba; ¿cuál es el sentido de soñar si no podría disfrutar de las cosas que tenía estando despierto?

   Era cierto que había perdido demasiado en su vida. Primero su madre, luego a su padre, sin olvidar a Ronnie, Eddie, HR y por supuesto a Carol y Diana a quienes también consideró como madres propias. Pero a pesar del dolor, Barry sabía que aún tenía cosas por las cuales sonreír y disfrutar, como lo eran los pequeños placeres que el universo y la vida podían brindarle. O aquellos motivos por los cuales luchaba día a día, buscando prolongar la seguridad o plenitud de aquellos quienes le rodeaban.

   Su familia, aquella propia que formó, era la seguridad y plenitud más grande que poseía. Era sin lugar a dudas, la mejor parte de su vida.

   A veces hacía memoria, y con eso, preguntas intrusivas aparecían en su mente, las cuales consideraba sumamente ridículas porque ni siquiera debía pensar a la hora de darse a si mismo una respuesta certera a ellas.

Y es que, nunca se arrepentiría de haber contraído matrimonio con Adds. Su rubia era su principal y mayor pilar. Era aquella persona que le mantenía con los pies en la tierra, pero también flotando, todo dependía del momento en que sucedieran las cosas. Pero Adds le daba todos los sentimientos y sensaciones que alguien en la vida desearía experimentar.

   Lo había dicho una vez hacia muchos años. Lo recordaba perfectamente como si fuera ayer, cuando antes de que Adds aceptara ser su esposa, antes de Flashpoint, en aquel momento en que dijo que de los dos rayos que le habían golpeado en su vida, Adds fue aquel primero de ambos en golpearle, aquel que sin dudas cambió su vida de una perspectiva totalmente distinta a aquel rayo que le dió sus poderes.

"—Dos rayos me han golpeado en mi vida, el segundo me dió poderes, pero el primero... el primero me dió perspectivas de vida muy distintas a las que solía tener. Me dió vida, me dió amor, me enamoró sin siquiera intentarlo. Y ese rayo eres tú Adds. Tú eres mi rayo."

   Adds era su lugar seguro. Todo de ella era su lugar seguro. Desde sus cálidos brazos, hasta sus ojos y cabello. Ella era el amor de su vida. Siempre lo sería.

   Juntos habían adoptado a Adara. La pequeña castaña que sin dudas alegraba los días de ambos más que nada en el mundo con aquella dulce y tímida sonrisa. Más tarde llegó Alexander, el único hijo hombrecito de la familia, quien sin dudas se llevaba todas las miradas. Y luego Alexander fue seguido de la pequeña Brooke, la menor de los tres, aquella que de tan solo escucharla reír, una sonrisa inconsciente resbalaba de tus labios.

   Tres retoños por los cuales Adds y Barry darían la vida, solo por verlos felices. Antes de ellos, solían ser el mundo del otro, mutuamente. Ahora ambos eran su mundo, más esos tres pequeñitos.

Los pies de Barry se deslizaron por el alfombrado del loft. No podía sentir su material porque iba con zapatillas, pero este siempre era suave, esponjoso, lo cual causaba cosquilleo en las plantas de sus pies. Centrado en una sola cosa, se movió por la sala, pronto pasando por un lado del sofá. Pero no se detuvo. No hasta que llegó a su lado.

Adds se encontraba sentada en posición de flor de loto sobre la banqueta acolchada que se encontraba a los pies de los grandes ventanales del loft. Tenía un libro alzado en el aire con ayuda de sus manos, su espalda estaba apoyada en uno de los pilares formados de ladrillos. Su cabello por otra parte, iba revuelto, reluciendo dorado por el contraste del sol que se colaba por las ventanas. Y su piel... su piel parecía de cristal. Blanca, prolija y tersa.

   Entonces, cuando él se detuvo frente a ella, Adds alzó su mirada, permitiéndole a Barry perderse en su mirada. Se cautivó con sus ojos color zafiro, abundantes de gracia, de armonía, plenitud y amor. Todo ese amor que se reflejaba entre ellos.

—Hey.

   Su voz fue un murmullo melodioso para sus oídos, uno que le llamaba invocante a dejarse caer a un lado de ella.

   Estando más cerca de su esposa, Barry pudo reparar en sus facciones. Su piel seguía teniendo esa apariencia suave, manchada en pecas sutiles, claro que ahora, las líneas de expresiones se detonaban de una forma ligera, pero prominente. Su nariz seguía siendo fina, perfecta acorde a su rostro. En sus mejillas por otra parte, un leve color carmesí entonaba, dándole vida a su rostro. Y sus labios. Ni muy gruesos ni muy delgados, del tamaño perfecto y siempre luciendo rosados. Y por supuesto, también estaban sus cejas, siendo gruesas y oscuras en comparación a su cabello, pero generando un contraste preciso. Por último estaban sus pestañas, siendo rizadas y enmarcando su mirada junto a sus preciosos ojos.

   Había recorrido su rostro tantas veces, que conocía todo de memoria, y aún así no se cansaba. Nunca se cansaría de ella, y es que, ¿Cómo podría?

—¿Por qué me observas así? —una vez más, su suave voz hizo melodiosos ecos en los oídos del velocista.

   Entonces, Barry le sonrió, deteniéndose en su mirada, observándole fijamente como siempre hacía.

—Es que eres muy preciosa —simplificó, encogiéndose de hombros.

   Ella sonrió, segundos más tarde dejando escapar una suavemente sonora y armoniosa risa.

—Eres adorable, Bartholomew —le hizo saber con una sonrisa que poseía un leve aire a reproche—. Pero estamos viejos, no creo que siga siendo tan preciosa como antes.

—Adds, podrías tener 60 años y para mi seguirías siendo igual de preciosa a cuando nos enamoramos —Barry le aseguró, sonriente.

La rubia dejó escapar una suave risita mientras cubría sus labios con dos de sus dedos intentando acallar el sonoro gesto.

—Muy bien —aceptó, segundos más tarde con una sonrisa danzando en sus labios—. Espero que sea cierto y que cuando sea una anciana de 60 años me digas preciosa por lo menos una vez a la semana —exigió, apuntándole con uno de sus dedos.

—No hará falta —negó con su cabeza—. Porque te lo recordaré todos los días.

Una vez más Adds rió encantada, y ante ello, la sonrisa de Barry solo incrementó, guardando silencio unos segundos más mientras le daba un último repaso, antes de preguntar aquello que ya rondaba por su cabeza.

—¿Dónde están los niños? —preguntó finalmente.

—Adara está estudiando en su habitación, y Alexander y Brooke duermen su siesta de las tres —informó con una sonrisa—. Es un trabajo hacer dormir a esa niña. Prometo que era más fácil enfrentarme a alguien de La Liga.

   Barry rió con diversión.

—Estás exagerando.

—¡Lo dices solo porque ella te adora tanto que se deja dormir en tus brazos! —protestó con indignación.

—Claramente soy su padre favorito —regodeó.

—Y aún así fui yo quien la tuvo por nueve meses con dos semanas en el vientre —bufó ella.

   Sin embargo, su posición de indignación se esfumó con una sonrisa saliendo de sus labios.

—Los extrañé —hizo saber Barry.

—Solo fueron dos días los que estuviste en Tierra 38, pero nosotros también de extrañamos, Amor —le sonrió con comprensión.

A lo lejos, desde la cocina, el detective y la instructora de defensa personal, observaban en aquella dirección. Las manos de ambos mayores se encontraban apoyadas sobre el mesón de la cocina, con miradas de absoluta preocupación.

Entonces intercambiaron miradas.

—Esto se está saliendo de control —pronunció Carol.

—Lo sé... es como... es como si perdiera noción del tiempo. Como si constantemente lo olvidara —señaló Joe, con clara consternación ante la situación y escena en desarrollo.

Ambos observaron una vez más, a un Barry sonreírle bobamente a la nada, mientras gesticulaba palabras al aire.

—Ya no sé que hacer, Carol —informó Joe, con excesiva preocupación—. Lo hemos intentado de tantas formas... le hemos hecho poner los pies en la Tierra, pero ya no puedo ver como construye un mundo perfecto que se desmorona en el momento en que cae en cuenta de la realidad. Sucede una y otra vez.

—Tampoco puedo —concordó en voz baja—. La muerte de Adds me duele todos los días, sin embargo, estoy aquí de pie. Pero él... a perdido tanto que ese simplemente fue su punto sin retorno. Su muerte lo quebró y su mente se fluctuó.

—Debemos pedirle ayuda a los chicos. Es hora —determinó Joe—. Debemos hacerlo, si no, todo puede salirse de control y será demasiado tarde.

Carol asintió, de acuerdo.

De vuelta a los pies del ventanal, una recordada rubia que se reflejaba en la mirada esmeralda del velocista, intercambió una mirada entre los dos presentes a lo lejos, y el hombre frente a ella.

Una sonrisa de tristeza y de amor se posó en sus labios, y entonces su mano se alzó en un toque que resbaló en la mejilla de Barry.

—Barry —pronunció su nombre.

—Dime.

Rayito, es hora.

—¿Es hora de qué? —cuestionó sonriente y confundido.

—Es hora de que dejes de pretender que estoy aquí, contigo —le hizo saber, con una sonrisa suave—. Es hora de que aceptes la realidad.

—¿Cu-cuál realidad? —tartamudeó.

El miedo se apoderó de él, cubriendo su mirada, con sus ojos inundándose inmediatamente en agua. Una parte de él sabía lo que ella quería decir, pero se negaba a aceptarlo. No podía ser cierto. No podía suceder otra vez.

—Sabes de lo que hablo —ella le sonrió una vez más—. A pasado mucho tiempo, y te estás perdiendo a ti... a ti, y a quienes te rodean. A quienes amas y quienes te aman.

—Pe-pero...

—Ellos quieren ayudarte. Lo están intentando —pronunció, aún acariciando su mejilla en un casi imperceptible toque—. Es hora de seguir adelante, Mi Amor. Han pasado años, y sé que duele. Sé que me extrañas, tanto como yo a ti, pero siempre estaré aquí —apuntó a su corazón—. Es momento para que sanes.

—No quiero... no quiero perderte, Adds —se negó.

Las lágrimas caían con suavidad, humedeciendo la piel en sus mejillas, mientras un sarpullido rojizo manchaba la zona en irritación, tal cual a como lucía la zona orbicular de sus ojos.

—Nunca me vas a perder. Siempre seré parte de ti, siempre y cuando sea sano y ya no te dañes a ti mismo ¿Sí?

Barry sollozó, cerrando sus ojos con fuerza. No quería despertar. No quería abrir sus párpados y que ella ya no estuviera a su lado. Pero sabía que debía.

Sabía que dolería todos los días de su vida, pero también sabía que debía seguir adelante. Eso era lo que ella quería. Eso era lo que ella le había pedido con su último suspiro.

—Siempre te voy a amar, Barry. Incluso en el más allá. La muerte no va a acabar con mi amor por ti ¿Si? Solo quiero verte sano y feliz.

Y entonces Barry abrió sus ojos, viendo por última vez esa mirada y esa sonrisa que le pertenecieron al amor de su vida, desvanecerse frente a sus ojos.

El aire rehuyó de sus pulmones, como si le hubieran dado un golpe en la boca del estómago. Observó en todas direcciones, intentando atraparla antes de que el recuerdo de su rubia escapara. Pero era muy tarde. Inconscientemente ya lo había aceptado. Y entonces su mirada dió vueltas por la sala, viendo a Joe y Carol, quienes al notar la humedad en su mirada y rostro no dudaron en acercarse.

Con manos y piernas temblorosas, Barry se colocó de pie, solo para luego derrumbarse en los brazos de su padre adoptivo con sollozos incontrolables cayendo de sus labios, mientras su corazón terminaba de partirse en miles de piezas. Lo había aceptado, y eso solo significaba que su corazón debía romperse por completo para sanar como debía.

—Ella se fue —pronunció con debilidad en las palabras casi inaudibles que desbordaban dolor.

Joe y Carol compartieron miradas, y esta vez supieron que Adds realmente se había ido. Barry la había liberado, y ahora la rubia de salvaje cabellera, aquel rayito de luz que había marcado un antes y un después en la vida de todos con su presencia, finalmente estaba descansando como debía y merecía, en paz.

—Está bien, hijo —Joe atrajo de Barry a él, palmeando su espalda—. Todo va a estar bien.

     Ella se había ido...














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NIÉGUENSE
a creer que este es el
final todo lo que quieran
porque tienen razón.

¡este no es el
verdadero epílogo!

pido perdón si alguien
derramó lágrimas, pero
saben que no podía finalizar
esta historia sin algo triste
de por medio. simplemente
cedí ante la tentación que
me produjo un trend de Tiktok.

btw, este epílogo esta basado
en la línea de tiempo anterior,
meses luego de que Adds
muriera a manos de Zoom.
una parte de mí quería que
todo lo que fue Afterlife y
ahora Always Been You fueran
netamente un mundo que Barry
creó en su mente al verse incapaz
de aceptar la muerte de Adds:((

pero bueno,
en la siguiente actualización
podrán encontrar el verdadero
epílogo. después de todo, Adds y
Barry merecen ser felices ¿no?

nuevamente, mil disculpas
les tqm <33333


publicado: 04/09/2023
editado:



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