Capítulo 42

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— ¿Seguro que no llegas? — Insisto en el teléfono — Bueno, entonces te espero mañana en la mañana. No olvides tu traje, papá.

Termino la llamada con Ray y guardo el móvil en mi bolsa. Le llamé esperando que estuviera aquí para acompañar a Christian pero dice que las salidas del autobús se suspendieron.

— ¿Lista? — Mi chico sale de la habitación acomodando la manga de su camisa blanca.

— Si, ¿Seguro que no te importa que yo te acompañe? Siento mucho que Elliot sea un idiota.

— No te disculpes por él, nena. Iremos al bar por unos tragos, luego volveremos aquí para hacerte el amor y mañana serás mi esposa. Está todo planeado.

— Bien, me alegro.

Tomo su mano para salir del departamento y subir a su auto. Nuestra primera opción era salir a cenar, pero al final decidimos ir a The Bunker Club porque tienen comida y tragos.

Vamos en el auto en silencio y nos acomodamos en una de las mesas del centro. Es extraño estar aquí, normalmente yo venía con mis amigas y él aparece, así que esto es un gran cambio en nuestra rutina.

— Voy a pedir los tragos, ¿Quieres comer algo primero?

— No, primero bebamos y luego vemos lo demás.

Christian encarga whisky para él y martini para mí, pero tengo la impresión de que esto no es lo que imaginaba para su despedida. Después de cuatro tragos, el ambiente está más relajado entre nosotros.

— ¿Te gustaría ir a otro lugar? ¿A bailar, tal vez? — Pregunto con algo de duda.

— No bailo, nena.

— ¡Oh, no mientas! Dijiste que la madre de Elliot te enseñó a bailar.

— Si, baile de salón y esas cosas. No bailes modernos de esos en los que te retuerces en la pista.

— No es asi — Me río — Además, yo podría retorcerme y tú solo mirar.

Antes de que mi chico responda, una silla es arrastrada de algún lado cercano a nosotros porque el chirrido nos hace voltear.

— Empezaron sin mi, malos amigos.

El pelirrojo se sienta en la silla y levanta la mano hacia el camarero para pedir su bebida. Christian y yo lo miramos bastante confundidos.

— ¿Que haces aquí? — Chillo.

— Soy el padrino, ya puedes irte cariño, yo me hago cargo del novio.

— ¿Cariño? — Gruño de nuevo — No voy a ningún lado porque eres un idiota, Elliot.

— ¿Un idiota? ¡Eres tú la que quiere quitarme a mi mejor amigo! ¡Grosera insensible!

— ¿Qué? ¿Yo? ¡Tú fuiste el qué...!

Christian palmea mi mano por encima de la mesa para interrumpir mis palabras, puede que yo haya elevado un poco el tono de mi voz.

— Eres un mal amigo, no me culpes por tus mierdas.

Elliot finge sentirse ofendido y se señala a sí mismo. Luego se gira hacia Christian para ignorarme.

— Vámonos, tengo toda la noche planeada y eso no incluye bebidas rosas en un bar de mierda.

— Elliot... — Christian lo mira con el ceño fruncido.

— ¿Qué? Estoy aquí y lo siento por ser un idiota contigo, pero ella no me agrada — Me señala — Tengo una reservación y más te vale que no te niegues o llevaré tu culo a mi auto a patadas.

Me cruzo de brazos mientras escucho al idiota hablar de lo mucho que lo importuno, como si me importara lo que piensa de mi. Pero ahora que lo pienso, ¿Será esta otra oportunidad para separarnos?

— ¿A dónde piensan ir?

— No te importa.

— Solo quiero saber a dónde llevas a mi prometido, chico idiota, ya que solo sabes causar líos.

— Pues si de verdad quieres saberlo, acaban de abrir un club de strippers donde las chicas te bailan en el regazo toda la noche.

— ¡Oh no! ¡Olvídalo! ¡No vas a llevarlo ahí!

— ¡Aburrida!

— ¡Imbécil!

— ¡Insegura!

— ¡Hijo de pu...!

— ¡Ana! — Christian me interrumpe con una risita — No creo que la doctora Travelyan sea culpable de las acciones de Elliot.

— Pues debería, ella lo crió después de todo.

Vuelvo a cruzar mis brazos mientras Elliot levanta la mano para pedir la cuenta al camarero. El chico se apresura a dejar el ticket en su mano y el pelirrojo le entrega un billete a toda prisa.

— Vamos — Ordena.

— No.

— Que sí — Me lanza una mirada poco amigable — Vamos Christian.

Estoy lista para replicar, pero cuando mi chico se pone de pie es que comprendo que quiere seguir a su mejor amigo al estúpido club de strippers.

— Voy con ustedes — Me pongo de pie.

— ¿Estás loca? ¡Claro que no! — Me grita de nuevo el pelirrojo.

— ¿Por qué no? No confío en ti y por lo que sé, podrías enredarlo con alguna de esas mujeres para arruinarnos la boda.

— ¿Me crees capaz?

— ¡Si!

Elliot tuerce la boca con un gesto de fastidio y se apresura a salir del local haciendo berrinche, así que tomo mi bolso de la mesa y lo sigo en silencio, con mi chico junto a mí.

— Vamos en mi auto, Elliot puede ir en el suyo.

— Claro.

Pongo atención a las calles que nos rodean por si acaso tengo que manejar de vuelta al departamento, pero las grandes luces de neón de la fachada me desorientan. Creo que esos tragos que ya bebí empiezan a afectarme.

Christian estaciona detrás de Elliot en la acera de enfrente y cruzamos la calle hacia el club. Pensé que mi chico me pediría que me fuera, pero toma mi mano con fuerza mientras nos lleva hasta el local.

Elliot me mira con el ceño fruncido y camina por delante de nosotros hasta una mesa frente al escenario con la etiqueta de Reservado. Previniendo enfrentamientos, Christian se sienta en medio de nosotros.

— Una cerveza, un whisky y un cosmopolitan — Dice el pelirrojo a la chica con la diminuta ropa de mesera.

El escenario, con tres pistas individuales están ocupados por chicas en lencería que bailan y giran sobre el tubo. Cuando la morena que está frente a nosotros se arrastra, Elliot se apresura a poner un billete en su sostén, mientras le acaricia el otro seno.

— Por Dios — pongo los ojos en blanco — ¿Es tu fiesta o la de Elliot?

Christian sonríe y me doy cuenta que de esfuerza por mantener la mirada en su vaso. Mi chico tan lindo, le incomoda ver mujeres frente a mi.

Presiono mis labios con fuerza para dejar de hablar y ponerlo más incómodo, pero cuando dos chicas se acercan a nosotros y apoyan sus manos en los hombros de ellos, comprendo que será una noche muy larga.

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