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Axel

No puedo creer que esté en la notaría. Que tenga frente a mí a la persona que al fin me hará libre. No quiero sonar como un ególatra y egoísta pero, a pesar de que antes me sentía con el derecho de rehacer mi vida, de alguna forma u otra necesitaba de este papel que legalmente dijera que soy un hombre divorciado.

Mis ojos se fijan en mi padre que ahora hace el rol de abogado y me da una sonrisa de: ya falta poco.

Miro al abogado  de Julia y a la aludida quien tiene la cara como la de una fiera. No puedo evitar pensar en el escándalo que hizo hace dos días en mi casa frente a mamá y Alessia. Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para no reclamarle lo que mi hija presenció por su culpa, pero no quería darle largas al asunto delante de mi madre y mi novia. Mamá se hubiese atormentado demasiado si sabe lo que pasó.

—Si ambas partes están de acuerdo...

—No lo voy a permitir.

Mis músculos se tensan.

—Señora Powell—trata de calmarla su abogado.

—Julia...—advierto—Ya lo hablamos. No alargues más esto.

—No serás libre para irte con esa perra.

Paciencia, Dios.

—Lo mejor será que te sientes y firmes el papel. Pensé que teníamos un acuerdo.

—¡A la mierda tu estúpido acuerdo!—vocifera exaltada y estoy al borde del colapso—¡No me voy a separar de ti! ¿Es que no lo entiendes?.

—¡Basta!—me levanto y papá me toma del hombro para que me calme.

—Creo que lo mejor será que vayan a hablarlo a otro sitio, con más calma...

Interrumpo al notario.

—No se preocupe Señor Mecum—me giro hacia la rubia—Julia por favor, entiende que esto es lo mejor para todos incluso...

—¡No!—grita—esto es lo mejor para ti, no piensas en mí ni en todo el amor que te tengo.

—¿Hay algo de la demanda con lo cual no estás de acuerdo?—pregunta mi padre de la forma más educada posible tratando de relajar el ambiente.

—¿Cómo no va a estar de acuerdo?—pierdo la paciencia—La custodia de Alexandra está compartida con la aprobación del juez y te di la mayor...

—¡La niña no me interesa, Axel!—los gritos no me afectan nada comparado con la sensación que causan sus palabras—Nunca la quise y lo sabes, fuiste tú el que insistió en tenerla.

La tensión se apodera de mi cuerpo. Ni siquiera me di cuenta de cuando mi mano se cerró en un puño. La miro fijamente con rabia y con dolor porque no concibo lo que acaba de decir. Quiero pensar que está presa de la rabia y que nada lo dice en serio.

—Lo mejor será programar otra sección cuando lleguemos a otro acuerdo—el abogado rompe el incómodo silencio.

Julia tiene la cabeza inclinada hacia abajo, no es capaz de responder ante la mirada de fuego que le estoy dando. Atónito, opto por caminar hacia la salida.

—Axel, espera hijo—me giro hacia papá que me ve con pesar en el umbral de la puerta. Ni siquiera me di cuenta que me había seguido hasta fuera.

Resoplo.

—¿Escuchaste lo que dijo?—señalo la puerta haciendo alusión a Julia.

—Estoy seguro que el dolor habló por ella.

Niego.

—¿Qué madre no querría a su hija?—me duele, porque todo lo que lastima a mi pequeña me duele y el rechazo de su madre es el peor de los casos—Sus actos todos estos años solo confirman lo que dijo allí dentro.

—No vayas por ese camino—se acerca y suspira colocando una de sus manos en mi hombro—Escucha, programaré una nueva cita y negociaré con el abogado de Julia, trataremos de encontrar una solución. ¿De acuerdo?.

Solo me dedico a asentir.

(...)

—¡Papito!

El rostro se me ilumina cuando la veo correr hacia mí. Me agacho a su altura para envolverla en un abrazo y besar un lado de su cabeza.

—¿Te ha ido bien hoy?—le pregunto colocándome su mochila en la espalda y tomando su mano para caminar hacia el auto. No sin antes despedirnos de su maestra quien se encargar de traer a sus alumnos hasta el portón de salida. 

—Si. Me gané un estrella en lectura. La maestra Lily se puso contenta.

Sonrío inmediatamente, se ve demasiado feliz.

—Felicidades, princesa.

Una vez llegar al auto la coloco en los asientos traseros asegurando su cinturón y pongo en marcha el vehículo.

—¿Te comiste toda la merienda?—no puedo evitar preguntar. Aunque Alexa esté un poco menos débil y haya ganado algo de peso no puedo evitar preocuparme por el miedo de que se le puedan presentar problemas en el futuro.

—Si, papito, estaba deliciosa.

—¿Dónde te gustaría almorzar?

Se muestra pensativa.

—¿Puedo comer pizza?.

—Por supuesto. Pero antes pasaremos por un lugar, ¿está bien?—solo asiente frenéticamente.

Una vez llego al gran edificio que ocupa toda una manzana estaciono el auto y bajo de él con mi hija. En recepción un chico con lentes y algo torpe me indica el lugar a donde quiero ir y le agradezco. El pasillo me parece interminable cuando me adentro más en la lujosa construcción. Las oficinas están distribuidas de manera separadas y en la puerta hay una placa negra con el nombre del trabajador en blanco. Toco la puerta al llegar a la oficina.

Cuando me dan el pase y abro la puerta lo primero que noto es que dos pares de ojos se concentran en nosotros.

—¿Axel?—ella se levanta de su asiento, sonrío inmediatamente—No me avisaste que venías.

—¿Sorpresa?

Ella ríe por lo bajo.

—Hola—mi hija saluda con emoción agitando su mano. Los ojos de Alessia se posan en ella mirándola con ternura. ¿Qué puedo decir? Mi pequeña suele tener ese efecto.

—Hola, hermosa.

—¿Oiste eso, papito?—Alexandra tira de mi mano para que la mire—La mujer bonita piensa que soy hermosa.

—Porque lo eres, princesa—afirmo y ella sonríe aún más.

—Bien—el rubio que no había emitido palabra se levanta de su silla—Creo que ya es hora de irme—su mirada se dirige a Alessia—Nos vemos luego, mamita.

Frunzo el ceño y la castaña le abre los ojos exageradamente al rubio. El mismo me mira y al parecer nota la tensión en mi cara, abre la boca para hablar pero antes le da una mirada a Alexandra.

Se gira hacia mi novia.

—No puedo creerlo, principessa. ¿Aún no le haz dicho?

—Brick—lo llama negando con la cabeza.

El chico me mira y palmea mi hombro.

—No te preocupes, amigo. No tienes absolutamente nada de que preocuparte, confía en mí—lo miro confundido—Adiós, preciosura.

Mi hija le corresponde la despedida agitando su mano.

—¿Puedo ver eso?—mi hija señala la esquina de la oficina donde se encuentra una especie de maqueta.

—Pero sin tocar—le advierto y ella asiente para ir a ver la creación de cerca, es curiosa como un niño de su edad.

—No te preocupes. Es solo un boceto—dice Alessia restándole importancia.

—¿A qué se refería el rubio antes de irse?—pregunto mientras me voy acercando a ella.

Alessia ríe.

—Brick es gay, Axel.

Mis ojos se abren como platos.

—¿Gay?—no salgo de mi sorpresa—¿Entonces...no te estaba coqueteando?

Ella niega sin dejar de reír.

—¿Y por qué no me lo dijiste aquel día cuando lo conocí?—bufo—Me hubieses ahorrado una gran preocupación.

Se encoje de hombros.

—Digamos que me gustó verte celoso.

—No puedo creerlo—susurro negando.

—¿Cómo te fue con el notario?—habla bajo como asegurándose de que Alexa no nos escuche.

Inmediatamente las palabras de Julia hacen eco en mi cabeza.

—Hablemos de eso después—digo tomando sus manos, entrelazando mis dedos con los suyos—¿Tienes tiempo para un almuerzo con tu novio y su adorable hija?

—¿Novio?—frunce el ceño—No recuerdo que me lo hayas pedido.

—¿Acaso quieres una petición formal con rosas y todo?.

Rueda los ojos.

—No exageres. 

Sonrío levemente concentrando mi atención en los ojos verde esmeralda que me tienen como un crío. Aprovechando la distracción de mi hija le robo un pequeño beso a Alessia para luego abrazarla, soltando un pequeño suspiro. El olor de su cabello se impregna en mis fosas nasales y sonrío porque me encanta esta sensación. Miro de reojo a Alexandra quien mira la maqueta aún. La sonrisa se me ensancha y me propongo mejorar mi día.

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