6.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Ver a Anabela tratando de hacer un paso de samba es muy divertido.

Observa a las chicas que le enseñan como si estuvieran hablándole en un idioma totalmente desconocido para ella. Yo por mi parte solo me quedo mirando desde el banquillo porque los bailes que implican mover la cadera no son para mí.

El Crucero tenía un salón grande donde todos los días a las 3 de la tarde daban clases de baile, ahora habían aproximadamente veinte personas contando a las tres profesoras a Anabela y a mí.

—Esto es fantástico—exclama una voz a mi lado y levanto la mirada para ver a Matthew con una sonrisa y a Axel a su lado mirando con detenimiento el lugar—Lo único que falta para que sea samba tradicional son los bikinis extravagantes y las minifaldas.

Lo divertido de su voz me hace reír.

—Hola, fantasliana.

Frunzo el ceño—¿Cómo me acabas de llamar?

Axel suelta una risita nasal mirando hacia otro lado y Matthew se sienta a mi lado pasando su brazo por encima de mis hombros.

—Te explico. ¿Conoces los shipps de pareja? Ya sabes, el resultado de juntar el nombre de ambos—asiento—Pues uní tu nacionalidad con el sustantivo que mejor te describe y el resultado fue fantasliana.  A qué es muy genial ¿verdad?

—¿Me has comparado con un fantasma?

El peli negro pone una mano en el hombro de su mejor amigo—Por cosas como esta no tuviste suerte en tu carrera como escritor.

—Mis novelas eran lo mejor, así que cierra la boca—chasquea la lengua—Aquí la única opinión que importa es la de Alessia.

—Eres muy creativo, Matt—le aseguro mientras río.

Anabela se acerca a nosotros con la respiración agitada y estado sudoroso, toma una botella de agua del banquillo.

—¿Mucho baile, preciosa?

—Demasiado, Matty—ella le sonríe—Van a dar lecciones de tango, Al. Deberías mostrar lo que sabes.

—¿Sabes bailar tango?—pregunta Matthew sorprendido.

—Tomaba clases en Roma pero no lo hago desde la preparatoria. Si lo hago ahora, haré el ridículo.

—Deja de ser tan modesta—refuta mi prima y le doy una mirada con los ojos bien abiertos.

Ni muerta bailaré en frente de tantas personas. Hay tiempo suficiente para pasar vergüenza pero hoy no es uno de esos.

—Solo mira—me señala a las demás personas—Son los pasos básicos.

Ruedo los ojos y me excuso—De todos modos ni siquiera tengo pareja.

—Yo puedo hacerlo contigo—escucho la propuesta de Axel y observo su mirada clavada en mí.

Oh claro, lo que me faltaba.

—¿Sabes?—duda Ana anonadada.

—Me defiendo—se encoje de hombros.

—Oh por Dios esto será genial—exclama el castaño con una sonrisa que hace que sus ojos se cierren.

—Está bien, lo haremos—digo al fin y me levanto de banquillo. Anabela aplaude complacida y toma mi lugar al lado de Matthew.

Axel estira su mano hacia mí y la tomo, caminamos hacia el centro donde se encuentran las demás parejas. Nos colocamos uno enfrente de otro, pasa su mano alrededor de mi cadera y me atrae hacia su cuerpo, luego toma mi mano para adquirir la postura que se necesita para este tipo de baile.

—¿Conoces el paso básico?

—¿En el que tu das pasos hacia delante y yo hacia atrás?—duda riendo y asiento—Pues sí.

—Bien.

Estiro mi espalda y miro hacia delante, flexiono un poco mis rodillas y comenzamos a bailar con el paso principal. Al dar tres pasos cambiamos la posición y ahora voy en retroceso. Aprovecho la postura para pasar mi pierna por la suya imitando un golpe entre ellas hacia atrás. Retomo la posición inicial y dibujo en el suelo un semicírculo con mi pierna estirada y la otra en flexión.

—¿No que tomaste clases hace años? Parece que tu último baile fue ayer.

—¿Tú donde aprendiste?—dudo mientras continuamos con lo básico.

—Cuando me gradué fui a Argentina para una conferencia, teníamos que estar en Buenos Aires por una semana y aprovechaba mis tiempos libres para ir a los bares con compañeros de trabajo y siempre había una pareja bailando tango, nos animamos y aprendimos un poco.

—¿Conferencia de qué?

—Lupus infantil.

—¿Eres doctor?—asiente y recuerdo que el Sr. Sandler lo llamó así ayer.

—Pediatra, para ser más específico.

Seguimos nuestro baile ahora un poco más sincronizados. Flexiona sus rodillas y es la iniciativa para envolver una de mis piernas en su cadera, se inclina un poco hacia atrás de manera que la otra queda estirada. Nos quedamos mirándonos fijamente, nunca me cansaré de decir que sus ojos son despampanantes y  me desconciertan. Siento su pesada respiración en el puente de mi nariz y trago grueso cuando su mirada baja a mis labios, su nuez de Adán se mueve al tragar grueso.

Los aplausos de las personas alrededor hacen que aparte mi vista y volvamos a la normalidad. Miro a mi alrededor y la atención junto con el sonido de las palmas se concentran en nosotros. Doy una leve sonrisa con asentimiento de cabeza y ellos dejan de aplaudir para volver a lo suyo.

—Buen baile, Señorita Caccini—sus labios se curvan en una sonrisa.

—Lo mismo digo, Doctor Powell.

(...)

Doy un sorbo de mi vino mientras observo a los músicos tocar y mis oídos se deleitan con esta hermosa versión instrumental de Shallow.

—Alessia ¿estás bien, querida? Te noto pensativa.

La preocupación en el tono de Fred me hace sonreír dulcemente—Solo disfrutaba de la música.

—Papá, acabas de arruinar el video musical imaginario de Alessia—comenta Matthew y lo miro confundida.

—¿Cuándo será el día que digas algo inteligente?

—Inteligencia es mi segundo nombre, papá.

Río. Matthew tiene la capacidad para hacerme reír con sus ocurrencias que me sale la duda si alguna vez ha estado triste en su vida, parece despreocupado, lleno de risas y chistes.

—¿Quieres bailar?

—¿No crees que ha sido suficiente baile por hoy, Axel?—pregunto mirando a las demás personas bailar pegados y con suavidad al ritmo de la leve melodía. 

Anabela me da una mirada de ojos entre cerrados, leo sus labios que gesticulan un: no seas descortés.

—Nunca me cansaré de bailar contigo, Alessia—me extiende su mano por encima de la mesa y la tomo.

Llegamos donde los demás y pongo mi mano alrededor de su cuello mientras me sostiene de la cintura. Nos comenzamos a mover de un lado a otro y miro para cualquier lado menos para sus ojos.

—Entonces eres pediatra—digo comenzando una conversación.

—Así es, de hecho mi objetivo aquí no es tan vacacional—arrugo mis cejas—El 20 de este mes cuando se cumplan los 18 días que estaremos aquí debo asistir a una conferencia en Auckland sobre el cáncer infantil.

—¿Y el hospital te deja estar ausente durante 18 días?—pregunto confundida.

—No, el caso es que cuando Matthew pidió vacaciones me comentó que quería pasarlas en un Crucero, Fred comenzó a trabajar aquí y me animé a ofrecerme como médico de primeros auxilios abordo, así de paso me relajaba.

—Ya veo—comento.

Seguimos bailando sin decirnos nada, de vez en cuando alzaba la mirada y los ojos de Axel se clavan en los míos obligándome a mirar hacia abajo. En un movimiento toma mi barbilla para alzar mi rostro.

—Tienes unos ojos preciosos—siento su respiración sobre mí y mi instinto quiere retroceder.

¿Qué espero para alejarme?

Ahora lleva su mano a mi mejilla y la acaricia deteniendo nuestros pasos de baile—Tú eres preciosa...toda tú.

Cuando sus ojos se van a mis labios es la luz verde que necesito para dejar las cosas claras.

—Para con lo que sea que estás haciendo, Axel—trato de sonar firme—Yo...no puedo, simplemente no puedo.

—Alessia...

—Déjame terminar—lo corto—No soy de esas mujeres adultas que coquetean con un hombre que conoció hace 72 horas y se van a la cama ¿entiendes? No tengo la capacidad de "divertirme" sin involucrar el corazón. Acabo de pasar por la experiencia más horrenda de mi vida y no puedo de la noche a la mañana involucrarme con alguien más—me alejo un poco de él—Así que de favor te pido que pares.

Axel me mira anonadado y no le doy tiempo a que me responda, giro en mis talones, les doy una última mirada a los demás en la mesa y salgo del restaurante. La brisa fresca golpea mi cara y suelto el aire que retengo en mis pulmones mientras me froto las sienes.

Hice lo tenía que hacer

¿O no?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro