Capítulo 4

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Si tuviera que buscar una palabra para describir cómo me sentía, creo que "aplastado" sería la correcta. 

A esas alturas ya era ridículo estar sobrepensando tanto las cosas por un simple saludo. Pero mi cabeza parecía no querer entender eso.

Mi madrina estaba enviando un audio de whatsapp cuando pasó frente a mí. Probablemente mi expresión fue lo que le dejó claro que estaba hecho un desastre.

—¿Y a ti qué te pasa? ¿Estás enfermo?
—Enfermo de idiota —dije entre dientes.
Ella se sentó en la otra punta de la mesa, con el teléfono en la mano.
—Tengo cuarenta minutos antes de la reunión con el asesor comercial. ¿Qué pasó? 

Su pregunta fue como un disparador. Sentí que necesitaba hablar del tema, y eso fue justo lo que hice. Escupía las palabras mientras ella solo trataba de hilar la historia para encontrarle algo de sentido. 

—Admiro tu capacidad para crear tantas teorías en torno a un saludo, cariño. ¿Es posible que tu mente deje que todo simplemente... Fluya?

—No... Bueno, no lo sé. Por el momento creo que la respuesta a esa pregunta es no. Cada vez que intento tomarme un descanso mi cabeza se llena de ideas locas, ¿sabes? Quiero decir, ¿por qué demonios me saludaría y se presentaría conmigo? En la clase somos como cien personas. 

—Porque hubo algo en ti que para él destacó, Antoni. Eso puede pasar, ¿sabías?

—No sé qué podría destacar en alguien como yo.

—Esa es tu percepción, pero por fortuna tú no puedes manejar la percepción de los demás. Tal vez para él eres el tipo más genial de toda la clase. 

—Eso suena muy irreal.

—¿Por qué? —indagó ella.

—Porque las clases empezaron apenas hace una semana, yo no he interactuado con nadie más que con la chica que se sienta junto a mí, y hablamos solo porque ella se me acercó. —Suspiré—. Estoy siendo demasiado melodramático, ya lo sé. No me hagas caso.

Mi madrina se acercó a mí para abrazarme.

—Recuerda lo que hablamos cuando pasaste de ser estudiante de secundaria a ser universitario. Te pusiste como meta conocer gente y hacer nuevos amigos. Entiendo que es muy difícil, pero tú eres un chico genial, Antoni. Eres inteligente, gracioso, amable. Créetelo un poquito más y solo... Deja que se acerquen a ti.

De alguna manera, la conversación con mi madrina me había hecho sentir un poquito mejor. Sus palabras siempre eran dulces y reconfortantes. Se sentía bien que alguien dijera cosas bonitas de uno de vez en cuando. 


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