Capítulo 43

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

No podía dejar de pensar en que todo el mundo nos estaba mirando.

Incluso imaginaba sus muecas de desagrado mientras nosotros pasábamos frente a ellos.

Probablemente todo eso era parte de mi retorcida imaginación, pero al parecer mi cerebro se negaba a conectarse con su parte racional.

Estaba ansioso, pero también enojado.

Se supone que ese debía ser un momento único. Camilo y yo, caminando por la uni tomados de la mano. Debería sentirme feliz y orgulloso, pero en lugar de eso, me sentía completamente avergonzado. Obviamente no se trataba de Camilo, sino de mí. Siempre se trataba de mí.

—¿Estás bien? —Camilo me acarició el dorso de la mano con el pulgar.

—¡Claro! —mentí—¿Por qué no debería?

—Me estás estrujando la mano con tanta fuerza que siento tu nerviosismo.

—Oh, lo lamento.

Entonces, él se detuvo. Rodeó mi cintura con ambos brazos y me dedicó una mirada dulce. Tan dulce, que por un instante sentí que todo a mi alrededor se esfumaba y solo quedamos nosotros dos.

—Dime qué es lo que sientes.

Tragué saliva.

—Siento que todo el mundo no está mirando —dije, en un hilo de voz—. Me da la impresión de que hacen muecas y que se ríen a mis espaldas.

—Toni, nadie nos está viendo ahora, y de hecho, creo que vi a un par de chicas que hicieron muecas de ternura cuando nos vieron pasar.

—¿En serio?

Él asintió con energía.

—Nadie nos mira, ¿sabes por qué? Porque es completamente normal que los novios vayan por ahí tomados de la mano. Y si alguien nos mirara y te hiciera una mueca, o se riera, le parto el hocico. ¿Qué tal eso?

—Aplácate, demonio. La violencia no conduce a nada.

Conseguí sacarle una carcajada.

—¿Te sientes más cómodo si no nos tomamos de las manos?

Me apresuré a buscar su mano para estrecharla entre las mías.

—No, quiero ir tomado de la mano contigo. Es solo que... Tuve este miedo durante tanto tiempo, y ahora es difícil sacármelo de encima.

—Entonces hagamos esto—continuó él—, tómame de la mano y caminemos, pero no vayas mirando al suelo, porque así no vas a saber quién te mira y quién no. Mira hacia el frente.

—No sé si pueda...

—Puedes. —Me animó él—. Puedes hacerlo.

Me dedicó otra sonrisa, y continuamos caminando hacia el salón. Todo lo que veía al principio eran mis pies, y el piso de baldosas desgastado por el tránsito.

Tomé una gran bocanada de aire, y poco a poco comencé a levantar la cabeza. Entonces, todo comenzó a ser diferente. Miré a mi alrededor con detenimiento. Observé las caras de todos los estudiantes que estaban en el pasillo.

Absolutamente nadie me estaba mirando.

La mayoría de los chicos estaban con la cara enterrada en sus libros. Algunos conversaban entre ellos, otros miraban la cartelera de los anuncios. Pero ninguno nos prestó la más mínima atención.

—¿Lo ves? —preguntó Camilo.

—Es... Es ridículo.

—¿Qué esperabas, Toni?

—Supongo que esperaba encontrarme con muchas miradas curiosas o asqueadas.

Camilo hizo un gesto negativo con la cabeza.

—No es que seamos dos gusanos apestosos caminando, ¿sabes? Somos dos personas. Probablemente llame la atención que el chico intelectual esté saliendo con el punk de la universidad, pero estamos en la uni de filosofía, nadie se fija en esas cosas.

Solté una risita nerviosa.

—Supongo que tienes razón.

La mente es muy poderosa. Te hace ver fantasmas y cosas que en realidad no están allí. Distorsiona la realidad de tal manera que te enfrasca en ese juego absurdo que tú mismo creaste, y cuando por fin logras ver las cosas como son, te sorprendes tanto que incluso te cuesta creerlo.

Toda mi vida le tuve miedo a las miradas. Siempre le temí al rechazo de la gente, a sus comentarios, a sus burlas. Y ahora, mientras caminaba por la uni de la mano con mi novio, me di cuenta que ese miedo fue como un monstruo que yo mismo creé. Permití que cobrara vida solo para perseguirme. Nunca se me había ocurrido mirar al frente, mis ojos siempre estaban en mis zapatos. Pero ese día lo había hecho, y fue fantástico descubrir que ese monstruo que llevaba años detrás de mí no era más que una ilusión. Yo tenía el poder para hacerlo desaparecer cuando yo quisiera, o cuando estuviera listo para dejar de mirar mis zapatos.

Cuando llegamos al salón, nuestros amigos nos recibieron con una enorme sonrisa. El estar tomados de la mano fue como un mensaje implícito de que ya habíamos formalizado nuestra relación.

—Son la pareja más bonita del mundo —dijo Mariana.

—Se ven tan diferentes que hasta combinan —bromeó Bianca.

Jon solo nos sonrió.

Todos quedamos esperando el comentario desacertado de Benjamín, pero supongo que la mirada asesina de Camilo le dejó bien claro que, si no tenía nada bueno que decir, mejor tenía que cerrar la boca.

A Benjamín todavía lo seguíamos educando. Pero todos éramos conscientes de que llevaría un poco de tiempo hacer que cambiara su forma de pensar. Pero incluso sabiendo que no era el chico más abierto del mundo, lo apreciábamos, porque a pesar de todo, era un buen amigo. Además, yo tenía un rottweiler de novio, así que probablemente no diría nada fuera de lugar. Al menos no en frente de nosotros.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro