❧ 2 ☙

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Capítulo 2

Si había algo que adoraba de Londres, eran sus espectaculares días lluviosos. La tormenta parecía ser una fiel compañera que conocía perfectamente su actual estado de ánimo. La vida parecía decirle a gritos a Mew que jamás iba a ser feliz. Con ciertas señales le indicaba que dejara de buscar a una persona con la cual compartir su vida pues nadie había nacido para permanecer a su lado y quizás, solo quizás eso era lo mejor.

- Me cuesta creer que ese mocoso insolente haya cancelado la boda – Mew escuchó a lo lejos la voz de su mejor amigo Liam Evans – pero lo que es verdaderamente estúpido, si me lo permites decir, es lo que hiciste tú querido amigo –

- Déjalo ya Liam – susurró Mew sin dejar de observar por la ventana. Era más entretenido ver las gotas caer que discutir las decisiones que había tomado con él.

- No puedo pasar por alto que mi mejor amigo pagó la deuda de esa familia, y que encima se comprometió a mantenerlos hasta que el mocoso y la niña se casen ¿En qué estabas pensando Mew? Sé que tienes una fortuna incalculable y que puedes, sin problema alguno, sustentar los gastos de esa familia pero, ¿Después de lo que te hicieron, crees que se lo merecen? –

- Deja de llamarlo mocoso – pidió Mew amablemente – Gulf no quería casarse conmigo ¿Qué quieras que hiciera, que lo obligara? Sabes que yo jamás haría algo así –

- Tenías total derecho a exigirlo – replicó su amigo – has gastado una fortuna pagando sus deudas, y serán tus mantenidos por un buen tiempo, lo mínimo que pueden hacer por ti es entregarte a ese mocoso... digo a ese joven rebelde –

- Gulf es el chico más hermoso que he visto en la vida, lo vi un par de veces en el pasado cuando era más joven, y aunque era bellísimo sin duda ha crecido siendo un muchacho muy apuesto, pero vi la preocupación y la desesperación en sus hermosos ojos – Mew suspiró antes de continuar – no podía forzarlo a hacer algo que no deseaba, no podía condenar su felicidad y su vida a pasarla a mi lado, iba a odiarme mucho más de lo que seguramente ya lo hace –

- Pues él se lo pierde Mew, si no aceptó casarse contigo tú no tenías por que pagar nada, mucho menos sin obtener algo de vuelta – se quejó Liam.

- No puedo dejarlo a su suerte, ni a él ni a su familia, además... -

- Ya lo sé, ya lo sé, te sobra el dinero y no tienes a nadie con quién compartirlo – se adelantó Liam – la cuestión es ¿Por qué Gulf Kanawut? Hace años también ibas a casarte con un lindo chico, igual él te rechazó y no hiciste nada –

- Robbie no tenía los mismos problemas económicos que Gulf, el inconveniente con él fue que estaba enamorado de otro hombre y no podía intervenir en esa relación – aclaró Mew.

- Relación que sus padres no aprobaban, por cierto – puntualizó su amigo.

- Si lo obligaba a casarse conmigo iba a ser un hombre muy infeliz, y yo no quería no iba a ser el responsable de su amargura –

- ¿Y sabes por qué el mocoso engreído no quiso casarse contigo? ¿Ya tiene algún enamorado también? –

El semblante de Mew se ensombreció. Él había esperado que el joven solo fuera rebelde y testarudo, como el mismo Gulf había dicho. Mew tenía la esperanza de que Gulf sintiera que aún era muy joven para contraer matrimonio y deseaba con todo su corazón que así fuera pues eso le daría la oportunidad de cortejarlo y eventualmente enamorarlo poco a poco, pero la madre de éste, rompió su ilusión diciéndole que su hijo tenía un absurdo enamoramiento por un joven de clase baja que limpiaba establos. Y Mew, sencillamente no podía luchar contra eso, si Gulf ya había entregado su corazón a alguien más, no tenía ni la más mínima oportunidad de conquistarlo.

- Eso parece – respondió Mew después de soltar un suspiro.

- ¿No estás seguro o por qué lo dices? – preguntó Liam confundido.

- Su madre me dijo que está enamorado de un muchacho un par de años mayor que él, no tantos como yo evidentemente pero ese chico es de clase baja –

- ¡Mocoso tonto! – Liam se levantó de su asiento furioso – no sabe la gran oportunidad que acaba de desaprovechar, eres un buen hombre Mew, no sabe lo que ha perdido –

- Gracias amigo – le sonrió Mew.

- ¿Y ahora qué piensas hacer? – cuestionó Liam.

- No lo sé – Mew volvió a soltar un suspiro – creo que haré un largo viaje a París, cambiar de aires no me parece mala idea.

***

- ¿A dónde vas? – preguntó Margaret a su hijo. La mujer seguía distante con él por el rechazo hacia el señor Suppasit, y Gulf podía notarlo.

- Iré a comprar algunos víveres – respondió Gulf. Él se encargaba de dichas compras pues desde la muerte de su padre no podían permitirse una criada o un recadero, y todo el dinero que les brindaba el señor Suppasit lo cuidaban muy bien porque temían que de buenas a primeras el amable caballero pudiera quitarles dicha ayuda.

- No tardes Gulf, no creas que no sé que te detienes a hablar con el pordiosero ese – advirtió la mujer con mirada severa.

- William no es ningún pordiosero madre – reclamó el menor – es un joven muy trabajador que se gana honradamente la vida –

- Y que jamás podrá darte la vida a la que estás acostumbrado, así que vete haciendo a la idea, ya dejaste ir a un buen partido y no pienso permitir que arruines tu vida con ese muchacho – Margaret levantó la voz y señaló la puerta para que su hijo hiciera las labores que le correspondían.

Gulf salió muy molesto de su casa. Le fastidiaba la forma en la que su madre se expresaba de William. Aunque muy en el fondo, sabía que las palabras de su progenitora eran ciertas. Una relación entre ellos sería muy complicada, sus familias jamás la aceptarían y él, evidentemente no podría ayudar a su hermana menor y a su madre tampoco. No le importaba que William tuviera poco dinero, pero no podía permitirse pensar solo en él.

Ahora vivían más o menos bien. Habían tenido que renunciar a muchos lujos porque si bien la pensión que el señor Suppasit les brindaba era muy generosa, ellos no querían despilfarrar el dinero ya que nada era seguro.

"Mew", susurró Gulf sin darse cuenta. Habían pasado ya dos meses desde la fallida fiesta de compromiso y no había vuelto a saber nada de él. En un par de ocasiones pasó por la residencia que éste tenía en el centro, pero no vio a nadie cerca del lugar y las malas lenguas decían que se había ido a vivir a París, aunque no tenía manera de comprobar aquella información.

Se preguntaba qué estaría haciendo un hombre como él. Después de la fiesta de compromiso, su madre le había contado un poco más sobre Mew Suppasit. El hombre era originario de Manchester, tenía treinta y dos años, y jamás se había casado. Sus padres habían muerto apenas tres años antes y tenía un hermano mayor llamado Damian, pero éste vivía en Alemania. Mew era dueño de una enorme empresa enfocaba al ramo acerero, de armas y de construcción naval, por lo que era uno de los hombres más inmensamente ricos de Reino Unido.

Y claro, era el hombre de más de treinta años más guapo que había visto en toda su vida. La mayoría de los hombres a esa edad ya se veían demasiado viejos pero Mew parecía rondar apenas los veintitantos. Se conservaba muy bien y se preguntaba si hacía algo en especial para tener aquella apariencia tan juvenil. Y si lo pensaba detenidamente con total objetividad, Mew Suppasit era millones de veces más guapo que William, aunque éste último tenía la ventaja de que no lo estaba obligando a hacer nada que no quisiese.

William en cambio, era un chico de veintidós años, alto, robusto de cabello rubio y pecoso. Él había sido algo así como su primer amor desde que tenía quince años por lo que llevaba "enamorado" de él cinco. Y William parecía corresponderle, pero siempre hacía énfasis en las clases sociales a las que ambos pertenecían y aunque tenía razón, Gulf deseaba con todas sus fuerzas que las cosas cambiaran para que ellos pudieran hacer su vida sin tener que esconderse de nadie.

- ¿En qué piensas? – una voz detrás de él lo hizo estremecer.

- ¡No hagas eso! – gritó Gulf asustado – me has dado un susto de muerte William – se quejó llevando una mano a la altura del corazón.

- No era mi intención, cariño – se disculpó el otro – pero ya tenía rato llamándote y parecías no escucharme -

Gulf frunció el ceño por dos cosas. La primera por que ciertamente estaba tan perdido en sus pensamientos comparando a Mew con William que no se dio cuenta de que alguien estuviera gritando su nombre en la calle. La segunda, porque William jamás lo había llamado "cariño" y aunque era una linda palabra, a é lo hizo sentir incómodo. No era como lo había imaginado antes.

- ¿Qué te tiene tan preocupado? – preguntó William.

- No estoy preocupado – respondió Gulf con seriedad.

- Y tienes muchas razones para no estarlo – le sonrió el rubio – un estúpido viejo treintón está haciéndose cargo de tu familia y no tuviste que casarte con él ¿Qué más puedes pedir? –

- Para con eso William, no me gusta hablar de la situación económica de mi familia y menos en la calle ya sabes como es la gente de cotilla – pidió Gulf, aunque lo cierto es que se sentía molesto por los insultos hacia Mew Suppasit.

- Me alegra que ese hombre no te haya alejado de mí – susurró William muy cerca de su rostro – no quiero que otro decrépito viejo quiera llevarte con él Gulf, ¿Por qué no nos escapamos juntos? – propuso con una sonrisa en los labios.

- ¿Escaparnos? ¿Estás loco? – el menor no sabía si el otro hablaba en serio o si solo estaba bromeando.

- Estoy loco por ti bebé – respondió William – vámonos juntos, vámonos lejos de aquí para poder hacer nuestra vida en donde nadie nos conozca y podamos ser felices –

- No podemos escaparnos William – comentó Gulf con seriedad. Aquello sin duda era una locura.

- Claro que podemos – insistió el mayor – es más, hagámoslo esta noche, trae tus cosas a mi casa, partiremos al amanecer – parecía que el rubio ya tenía todo planeado con mucha anticipación lo que hizo que Gulf dudara más de la propuesta ¿Por qué no lo había mencionado antes?

- William... - Gulf no estaba seguro de aquello. Todo era demasiado repentino.

- Por favor Gulf, vamos a hacerlo por nuestro amor – suplicó el mayor.

¿Amor? Por alguna extraña razón en lugar de sentirse complacido con aquella palabra, lo único que ocasionó en Gulf fue incomodidad. Claro que le gustaba William, y desde hace mucho tiempo en realidad pero ¿A eso podría llamarlo amor? No lo sabía, aunque suponía que sí porque había rechazado a Mew por querer estar con William. Pero ¿Huir? ¿Aquello era una buena idea para empezar?

- Si permanecemos aquí, jamás podremos estar juntos Gulf – William seguía insistiendo.

- Es algo muy arriesgado – el sentido común del menor no lo dejaba tomar una decisión en concreto, pero algo en el fondo de su corazón le decía que no debía cometer ninguna estupidez y aquello francamente se podía denominar como una.

- ¿Y nuestro amor no vale la pena el riesgo? –

Nuevamente volvía a escuchar la palabra amor. Entonces, tal vez William tenía razón y para poder ser felices debían irse para siempre de ese lugar, después de todo, su madre y su hermana menor estarían bien a cargo del señor Mew Suppasit y él podría hacer su vida a lado del chico que siempre le había gustado y en teoría sería... feliz. Entonces aceptó.

- Espérame después de las diez, es cuando mamá cae en un sueño profundo – respondió Gulf.

- Excelente decisión bebé, no te vas a arrepentir – William sonrió y se fue corriendo por donde había llegado.

Gulf por su parte, no estaba seguro de la determinación que había tomado pero no se echaría para atrás. Tal vez, ese era un cambio que necesitaba hacer en su vida. Quizás cambiar de aires iba a ayudarlo a encontrar eso que sentía que le hacía falta. Probablemente una vida a lado del chico del que siempre estuvo enamorado era lo que necesitaba para sentirte feliz.

William se escuchaba seguro con eso. Entonces él también debía mostrar la misma seguridad. Así que compraría los víveres, regresaría a casa, empacaría sus cosas y en la oscuridad de la noche saldría a encontrarse con el que había sido y seguía siendo su primer amor.

***

Gulf había dejado su casa alrededor de las diez veinte de la noche. A esa hora, las calles de Londres eran solitarias y lúgubres. Se encontraba sumamente nervioso, y la oscuridad de la noche no ayudaba a despejar la ansiedad que sentía en todo su ser. ¿Había tomado la mejor decisión? No lo sabía, y algo le decía que estaba a punto de descubrirlo.

Sin embargo, su mente no dejaba de repetirle que aquello no era una mala sino una pésima idea. Incluso, su subconsciente le gritaba insistentemente que no lo reconocía. Ese temeroso Gulf que caminaba con sigilo y cautela a altas horas de la noche, no era el Gulf prudente y sensato que aunque rebelde e indómito, razonaba las cosas y actuaba como debía hacerlo. Exceptuando claro, el casarse con Mew. ¿Acaso había cometido un grave error al oponerse a ese matrimonio arreglado?

Agitó la cabeza tratando de alejar esos pensamientos. No era momento de arrepentirse, y sinceramente no lo hacía. O casi estaba seguro de eso, aunque tampoco se sentía lo suficientemente firme y positivo yendo a la casa de William para escaparse a quién sabe dónde esa noche. "¿Qué estás haciendo Gulf?" pensaba mientras caminaba nervioso. No faltaba mucho para llegar a su destino pero su razón le decía una y otra vez, "regresa a casa, regresa a casa ahora".

De pronto, el menor observó una figura masculina muy cerca del taller del señor Thompson, un lugar que había sido abandonado debido a un incendio que devoró todo el equipo de trabajo del viejo sastre. El edificio no se había caído de milagro, pero permanecía cerrado en lo que su dueño empezaba las remodelaciones. Cuando Gulf pudo distinguir que aquella figura era William, extrañamente se sintió más nervioso, verlo no le daba al alivio que necesitaba en esos momentos.

- Pensé que no vendrías bebé – le habló en voz baja – pensaba en ir a buscarte a tu casa – comentó acercándose a él.

- ¿Qué haces aquí? – cuestionó Gulf mirando a todos los lados, estaba muy nervioso y no quería que nadie los descubriera.

- Esperándote – respondió William como si nada – me temo que tendremos que escondernos en el taller del señor Thompson un par de horas antes de largarnos de aquí –

- ¿Por qué? – el menor sintió ansiedad cuando escuchó el plan de William – además, el taller está cerrado no podemos entrar ahí –

El rubio no se molestó en responder. Tomó el brazo de Gulf y lo guio hasta la entrada principal. Con cuidado movió las cadenas y el candado que estaban en la puerta y cuando éstas cedieron empujó despacio la puertezuela.

- No debemos estar en este lugar William – indicó Gulf una vez que William lo empujó dentro y vio el desastre que había ahí – es incorrecto, además ¿Qué hacemos aquí, por qué tenemos que escondernos? –

- ¿No entiendes que debemos partir por la madrugada? – preguntó William sin dejar que Gulf respondiera - es mucho más seguro, si alguien se da cuenta de nuestra ausencia ahora, pueden alertar a la policía y nos buscarían por lo que darían con nosotros rápidamente, es mejor permanecer aquí de momento –

- Pudimos haber ido a otro lugar, si alguien se entera de que estamos aquí... - Gulf estaba cada vez más nervioso y lo único en lo que pensaba era en volver a casa.

- Nadie va a enterarse de esto Gulf – William se acercó a menor con una sonrisa macabra en el rostro – de hecho, es muy conveniente de que nadie sepa que estamos aquí –

- Eso es obvio, nos meteríamos en un serio problema no solo con nuestras familias, el señor Thompson y la policía tampoco estarán muy contentos de encontrarnos en este lugar – Gulf se alejó de William pues de pronto sentía una aura peligrosa emanar en él. Nunca le había tenido miedo, pero en ese instante no se encontraba cómodo en su presencia – creo que lo mejor será que regrese a casa, no estoy seguro de todo esto William, no lo pensé bien y definitivamente escapar no es una buena idea para ninguno de los dos – se encaminó hacia la puerta, pero el rubio lo detuvo.

- No digas eso Gulf – comentó el mayor arrinconándolo contra la pared – creo que mientras esperamos la hora de irnos podemos divertirnos mucho los dos –

- No me estoy divirtiendo y no me quiero divertir contigo, quiero ir a casa – Gulf intentó rodearlo pero William lo aventó contra la pared con violencia.

- De ninguna manera te vas a ir Gulf – advirtió con brusquedad – tú y yo vamos a pasarla bien antes de que nos vayamos, ni creas que pienso esperar a que vivamos juntos para... -

- ¿Para qué? – cuestionó Gulf aterrado.

- Para hacerte mío –

Continuará...

Gulf está en peligro, ¿Podrá salir bien librado?

Nos leemos el siguiente capítulo.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro