❧ 5 ☙

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Capítulo 5

Cuando Mew se encerró solo en su habitación, aventó con furia la copa de vino que llevaba consigo. Después de la conversación con Gulf, bajó a su despacho y empezó a beber. Era muy extraño que Mew tomase alcohol, pero en ese momento se sentía frustrado, decepcionado y furioso. Su mente era una vorágine de pensamientos que no podía controlar. Gulf no le había dicho mucho en realidad, pero sus palabras habían sido suficiente para sacarlo de su habitual postura tranquila y sosegada. "No sé qué es lo que estoy buscando". El pobre Gulf se sentía confundido y aquel despreciable sujeto lo supo aprovechar muy bien.

La ira que corría por su cuerpo era en contra de ese tal William, su frustración iba en dirección de que no había nada que pudiera hacer pues el daño estaba hecho de cualquier forma, y la decepción de confirmar que Gulf había ido a los brazos ese hombre por cuenta propia, lo tenía al borde de la locura. Pero no podía culparlo, Gulf estaba enamorado de aquel hombre y confío en él sin esperar que lo dañase de esa manera.

Con un suspiró, masajeó el puente de su nariz e intentó tranquilizarse. Raramente perdía los estribos y se dejaba llevar por la rabia, pero en ese momento, se sentía verdaderamente enfermo por el asunto de Gulf. Él también estaba sufriendo, quizás no como el menor lo hacía, pero le partía el corazón saber que Gulf había pasado por aquella terrible experiencia y él no podía hacer nada. Con furia, pateó un pequeño sillón que estaba a los pies de su cama que fue a topar con una de las paredes.

Mew por lo general, tranquilo y llevadero. Controlado y naturaleza no explosiva. Gustaba de establecer relaciones amistosas con un relativamente reducido número de personas, pero era amable, cortés y simpático con todo el mundo. Ofrecía su ayuda de forma altruista y siempre salían de sus labios las palabras correctas para hacer sentir bien a las personas.

La gente que conocía a Mew, siempre se expresaba muy bien de él. No había palabras desagradables que describieran su persona y a donde quiera que iba se ganaba el corazón de la gente prácticamente al instante de conocerlo. Aunque, por mucho que le doliera, con Gulf había sido diferente, él había sido la excepción. Su excepción.

No obstante, bajo ciertas circunstancias el carácter de Mew podía tornarse iracundo e incontrolable. Se convertía en un hombre de armas tomar capaz de hacer cualquier cosa con tal de no dejar pasar por alto alguna injusticia. No era fácil hacerlo irritar, así que tenía que tratarse de un asunto muy serio para poder conocer esa faceta suya. Y sin duda alguna, lo de Gulf era un tema demasiado importante para su propio gusto.

- ¿Necesita que limpie señor Suppasit? – la voz de Eleanor se escuchó al otro lado de la puerta.

- Estoy bien – respondió con seriedad, algo raro en él – verifique si Gulf desea algo más y después retírese a descansar Eleanor – le indicó a la mujer.

- El joven Gulf ya se encuentra dormido – dijo la mujer – y si no se le ofrece nada más me retiro a dormir señor –

- Es todo, gracias –

Después, el silencio inundó la mansión Suppasit o "La casona de los girasoles" como la conocían la mayoría de los vecinos, pues en temporada de éstos, los jardines de dicha residencia rebosaban de las maravillosas flores que le daban más vida al lugar.

***

Eran las diez de la mañana cuando Gulf abrió los ojos cegándose con la luz que entraba por la ventana. Le dolía la cabeza y sentía todo su cuerpo arder. El doctor Wright le había dicho que era probable que tuviera fiebre en algún momento, motivo por el cual no había podido dormir bien durante la noche, sin contar con las pesadillas que también atormentaron su sueño.

Intentó moverse en la cama para acomodarse mejor pero un intenso dolor en su trasero lo inmovilizó por completo. El daño físico que William había dejado en su cuerpo era considerable. Rostro magullado, cuerpo dolorido y... un nuevo pinchazo de dolor en su espalda baja le reafirmó que aunque deseaba con todas sus fuerzas que todo fuera una pesadilla, la realidad le golpeaba en la cara diciéndole que ya no era virgen. William le había arrebatado aquella virtud sin el más mínimo sentimiento de compasión.

Dos toques en la puerta y la imponente figura de Mew Suppasit aparecía detrás de ella. Lucía muy diferente a como se había retirado el día anterior. Cuando el mayor lo dejó solo después de charlar un par de minutos, parecía ligeramente molesto. No podía estar del todo seguro, pero algo le decía que no estaba contento con la respuesta que le había dado sobre que había huido con William buscando quién sabe qué.

Sin embargo, el rostro amable y pacífico del hombre que pudo haber sido su esposo, había vuelto nuevamente. Y el aura de paz y tranquilidad que proyectaba su presencia, otra vez inundaba todo el ambiente.

- Buenos días Gulf, pensé que seguías durmiendo – susurró acercándose a la cama.

- Lo siento, pero no me siento muy bien – se disculpó el menor – por lo general me levanto temprano para ayudar a mi madre con las labores de la casa pero ahora... -

- No te disculpes, no es tu culpa si no te encuentras bien – aclaró Mew – además, no quiero que te levantes temprano para hacer labores domésticas, ya te lo había dicho –

- Algo tengo que hacer mientras esté en su casa señor Suppasit, no puedo simplemente vivir de su dinero sin dar algo a cambio – Gulf era consciente de que algo tenía que hacer para agradecer las atenciones recibidas en aquella casa.

- Ya pensaremos en algo después de que te recuperes, ahora ¿Qué es lo que te duele? ¿Llamo al doctor? – cuestionó Mew con preocupación.

- Es solo fiebre y dolor general – respondió el menor que seguía acostado en la cama – el médico me dijo que serían síntomas normales después de lo que pasó –

- Bien, soy un poco torpe para esto, pero me quedaré en casa para poder atenderte mejor – informó el mayor.

- No es necesario señor Suppasit, no quiero afectar sus actividades diarias, prometo que no causaré molestias, solo me quedaré en cama descansando y seguro me recuperaré rápido – dijo Gulf tratando de ponerse de pie – es más, usted ni se dará cuenta de que estoy invadiendo su casa –

- Lo dudo mucho – sonrió el mayor, pero inmediatamente aclaró sus palabras – quiero decir, no es que crea que me causarás problemas, pero no creo que me olvidé de que estás aquí –

- Soy algo rebelde y testarudo, pero créame... aprendí mi lección – bajó la vista pues se sentía tan poca cosa, peor que una basura.

Mew se sentó en la cama y le indicó a Gulf que volviera a acostarse para después arroparlo. Sintió que era un gesto muy íntimo, pero se excusó con el pretexto de que solo estaba cuidando la salud del menor.

- Lo que te pasó no fue consecuencia de la decisión que tomaste, que eso te quede claro Gulf – habló Mew quien había pasado toda la noche en vela reflexionando en sobre cómo debía cuidar de ese muchacho – William actuó mal porque así lo quiso, no porque hayas decidido escaparte de casa e irte con él, apuesto a que no tenías ninguna intención de que algo así te pasara –

- No... yo no quería... - sollozó el menor.

- Todos tomamos decisiones que a veces no son las mejores, pero eso es parte de nuestra esencia humana, no somos perfectos Gulf, pero no por eso debemos aceptar que los perversos actos que alguien hace en nuestra contra sean una especie de condena por no haber sabido qué camino elegir en determinado momento, sin embargo, a lo largo de nuestra existencia nos toparemos con personas malas, que solo son felices dañando a los demás, y cuando alguien nos hiere, no es nuestra culpa ¿Entiendes lo que digo? –

Gulf asintió. Claro que entendía las amables palabras de Mew Suppasit. Pero la culpa que sentía no se iba a ir tan fácilmente de su corazón. Sentía que él pudo haberse negado, él pudo haberse quedado en casa, él pudo haber evitado toda esa situación, pero dio un paso en falso y cayó. Levantarse, es lo que veía como imposible.

- No sigas culpándote – dijo Mew como si le leyera la mente – ahora necesito que enfoques tus pensamientos en recuperarte –

- Antes de conocerlo mi madre me dijo que usted era la persona más amable de todo Reino Unido – mencionó Gulf – pero creo que debió decir que es el hombre más amable y gentil de todo el mundo –

Mew sonrió pero no dijo nada. No era la primera vez que alguien le decía que era muy bueno. Liam incluso le decía que era estúpidamente bonachón. Lo cierto era que, con Gulf, se estaba excediendo con su bondad, y lo sabía. Pero no podía ni quería evitarlo. Deseaba con todas las fuerzas de su corazón cuidar de ese hermoso joven aunque no pudiera hacerlo su esposo. Él estaba feliz de poder darle seguridad y protección a cambio de su sola presencia. Eso era lo que Mew sentía que ganaba con tenerlo ahí. Estar a su lado y compartir muchas cosas juntos.

- Le diré a Thomas que te preparé algo de comer, en seguida regreso –

- ¿De verdad va a quedarse a hacerme compañía? – Gulf pensó que al final había cambiado de opinión.

- Perdón si me he precipitado – se disculpó Mew – si mi presencia te molesta, lo mejor será que Eleanor se haga cargo de ti – el mayor no quería imponer su presencia al joven, tal vez aún se sentía incómodo estando cerca de él.

- No, no, no – un ataque de tos le impidió a Gulf seguir hablando – yo... yo no lo dije por eso – aclaró – solo que de verdad no quiero ser una molestia, ya está haciendo mucho por mí y le estaré en deuda de por vida –

- Esto no es un trato ni mucho menos un negocio – comentó Mew caminando hacia la puerta – no me debes nada Gulf, estás aquí como mi invitado –

- ¿Un invitado por cuánto tiempo? – preguntó Gulf sin pensarlo, no quería ser grosero con Mew, pero sabía muy bien que por muy buenas que fueran las intenciones de ese hombre, no podría ser su invitado toda la vida.

Mew lo miró con expresión confundida. Parpadeó un par de veces y luego pareció entender el tono en el que Gulf había hecho esa pregunta. Era evidente que el más joven estaba preocupado por lo que pudiera pasar en su futuro.

- No te preocupes por eso ¿Quieres? – Mew le sonrió comprensivamente – no me importa si son días, meses o años, estaré feliz de ayudarte el tiempo que sea necesario –

Gulf se quedó mudo ante aquella respuesta y solo pudo asentir con algo de vergüenza. Meses y años le parecía mucho tiempo, no era justo abusar de Mew de esa forma. Al menos claro que aceptara algo a cambio. Quizás podía trabajar para él. Ya hablaría con ese hombre acerca de lo podía hacer para pagar los buenos tratos que estaba teniendo. Ahora tenía que sanar sus heridas.

Cuando Mew salió de la habitación, Gulf se acostó en la cama y se quedó dormido por varias horas. El mayor estuvo a su lado todo el tiempo, o al menos eso le había dicho Eleanor cuando lo ayudó a darse una ducha. Sin duda, después de despertar ya se sentía mejor. Aún adolorido, y muy cansado mentalmente, pero al menos la fiebre había bajado.

***

Abrió los ojos a mitad de la noche una vez más. Gulf llevaba en su casa cerca de dos meses, y todas las noches lo escuchaba llorar desconsoladamente. Eleanor también le había comentado que había escuchado al joven llorar por la noche, pero Mew le indicó que lo dejase solo pues probablemente era lo que el muchacho deseaba.

Mew creía eso porque la actitud de Gulf durante el día era diferente. Sus heridas físicas ya habían sanado y ayudaba a Eleanor con las actividades de la casa a pesar de que le había dicho que no era necesario. Era amable, responsable, un tanto callado pero siempre servicial. No obstante, por las noches, se podían apreciar los leves sollozos del joven.

Y así había sido por dos meses. Cada noche era despertado por el dolor de Gulf transformado en lágrimas, que lejos le molestarlo, le dolía también. Sentía una profunda tristeza e impotencia porque a pesar de que todo el mundo le dijera que estaba haciendo algo muy bueno por el bienestar de Gulf, él sentía que realmente no estaba haciendo absolutamente nada para ayudarlo a superar su terrible experiencia.

Suspiró profundamente y se puso de pie. Hablaría seriamente con Gulf para preguntarle si había algo que pudiera hacer por él y hacerlo sentir mejor. Esperaba que el menor no se molestara por la intromisión en su vida privada, pero de verdad quería hacer algo para que el estado de ánimo del joven mejorara.

- ¿Por qué lloras Gulf? – preguntó Mew que apenas asomaba su cabeza detrás de la puerta. El chico sorprendido, se quedó en silencio mirándolo a través de la oscuridad.

- Perdón... perdón señor Suppasit, no quería despertarlo – sollozó Gulf sentándose en la cama mientras se limpiaba las lágrimas del rostro.

- ¿Tienes una pesadilla? – se animó a preguntar el mayor, no quería que Gulf supiera que lo había escuchado las noches anteriores.

- Algo así – respondió el menor avergonzado – sé que ya soy muy mayor para estas cosas, y que no debería llorar, pero... -

- De vez en cuando yo también tengo pesadillas que me perturban mucho – habló Mew mientras se sentaba a la orilla de la cama – y también me hacen llorar – confesó.

- ¿Todas las noches? – cuestionó Gulf con el ceño fruncido.

- No, no todas las noches – respondió Mew – pero si ese es tu caso, entonces ¿No crees que lo mejor es platicarlo con alguien para ver si te sientes mejor? –

- Decírselo a usted me da vergüenza – confesó el menor, estando a oscuras con Mew le daba cierta seguridad en sus palabras.

- No tienes nada de que avergonzarte, y menos delante de mí – afirmó Mew con voz suave – no soy perfecto y cometo muchos errores, he dicho cosas inapropiadas delante de otras personas, me he caído en público, he derramado mi café encima de mi ropa, incluso en una ocasión eructé durante una importante cena de negocios – en ese instante Gulf soltó una pequeña risita y Mew se dio por bien servido. Era la primera sonrisa genuina que veía en él.

- ¿De verdad pasó todo eso o solo lo dice para hacerme sentir mejor? – preguntó curioso el menor.

- Todo lo que he dicho es cierto – Mew llevó una mano a la altura de su corazón como jurando que sus palabras eran verdad – y, desafortunadamente para mí hay testigos de mis infortunios, Liam puede corroborarte varios de ellos –

Gulf sonrió de lado cuando Mew mencionó a su amigo. Lo cierto es que si su relación con Liam Evans fuera buena, sin duda le preguntaría más cosas de la vida de Mew, sin embargo sentía cierta animadversión por parte de aquel hombre hacia su persona. Sabía que no era santo de la devoción del amigo de Mew y ni de chiste podrían sentarse a tomar un café y charlar sobre el bondadoso hombre que estaba frente a él preocupado porque no podía dormir.

- ¿No tiene problema en que yo le pregunté a su amigo por sus desafortunadas situaciones en público? – preguntó a sabiendas de que no lo haría. Solo estaba siendo educado con Mew.

- Puedo contarte yo mismo algunas de mis aventuras si así quieres – se ofreció el mayor encogiendo los hombros.

Gulf sonrió ampliamente ante la propuesta y Mew quedó maravillado con aquel gesto. La sonrisa de Gulf lo llenaba de dicha pues él era el responsable de dicha expresión de alegría. Sin embargo, lo que verdaderamente lo dejó perplejo fue que el menor se deslizó hacia el otro lado de la cama e invitó a Mew a recargarse en la cabecera de la misma mientras él se recostaba a un lado dispuesto a escuchar sus graciosos relatos.

- Bien – dijo Mew ya recargado en la cabecera con las piernas tapadas por la manta con la que Gulf también cubría su cuerpo – supongo que puedo relatarte la ocasión en la que mientras caminaba por el centro tropecé con la cinta de mi zapato y caí al suelo – Gulf solo asintió con la cabeza y sonrió. Y gracias al encantador hombre que estaba cuidando de él, todos sus malos recuerdos habían desaparecido, al menos por un momento.

CONTINUARÁ...

Espero que se pueda subir el capítulo, porque WattPad me está fallando mucho. (Es el intento once)

Hasta el siguiente capítulo. 

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