Capitulo diecisiete

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Minutos antes de que Jin decidiera volver a su habitación, luego de ordenarle al demonio que se quedará y esperara por él, TaeHyung, no podía estar más ansioso al respecto. Deseaba que en vez de irse lo hubiera tomado allí mismo, sucio, sudado y aún con su espalda herida. Él podría resistir, pero era demasiado bueno para ser cierto.

—Mueve tu maldito culo desterrado del cielo —susurraba la voz de Agalariept.

TaeHyung soltaba un quejido de frustración.

— ¿Qué mierda haces aquí? vete al jodido infierno, hombre -—soltaba harto.

— ¡No me hables de esa forma! —pedía el general demoníaco.

—Vete no me ir-... — TaeHyung perdía el equilibrio y caía de culo al piso. Apretaba sus ojos y su vista estaba nebulosa.

—Ya es hora. Estuviste demasiado tiempo jugando —susurraba con seriedad el demonio a su lado.

TaeHyung negaba—. No, no. Estoy bien y recién estoy comenzando a jugar

— ¡Maldición, TaeHyung! —el general lo tomaba por debajo de las axilas y lo ponía frente al espejo de recien, pero de espaldas a éste—. ¡Mira tu maldita espalda, chico!

TaeHyung giraba su cabeza, estaba algo estupido, muy débil. Demasiado. En el reflejo notaba la gasas que Jin le había puesto recientemente y estaban totalmente empañadas de sangre, demasiado, de hecho el líquido espeso goteaba y caía cuesta abajo, dejando manchas en su espalda.

—Si te quedas y ese mundano te folla, déjame decirte que morirás porque estás jodidamente débil. Y sabes que hablo en serio...

— ¿Un demonio puede morir? —cuestionaba con sorna y voz débil.

Agalariept suspiraba, aún lo sostenía. Negando con su cabeza exclamaba—. ¿Sabes? lo demonios no tienen sentimientos, por lo que enamorarse de un mundano no es algo posible...

—No siempre fui demonio —aclaraba entre dientes y sentía sus rodillas fallar, pero el general lo sostenía.

—Lo sé —respondía con ese tono altivo—, pero a los demonios nos gusta follar con los humanos o que nos follen. Muchos se pierden un tiempo largo en el mundo de los vivos y comienzan a debilitarse... Es un castigo morir en plena follada por culpa de la lujuria que nos mantiene alejados de nuestros propósitos —respondía con cierta burla—, una follada puede matarte, terminarías en el infierno sufriendo el doble. Como los satanistas, esos que creen que tendrán un lugar privilegiado en el infierno por servirnos cuando solo sufriran el doble a comparación del resto.

TaeHyung pasaba saliva, sabía muy bien que lo que el general estaba diciéndole—sobre sufrir una eternidad peor que un creyente— era cien por ciento, cierto. Aunque no estaba seguro si podría morir luego de estar con SeokJin.

— ¿Vas a arriesgarte a perder la vida hoy o... Volverás luego con más fuerzas? —preguntaba la voz de general—. No te he mentido, puedes morir y no volverás a ver a ese maldito chico

—No le digas así... —soltaba en un susurro débil pero lleno de cólera.

—No sé su historia, pero, hey... Está maldito, así que no dije nada que fuera ofensivo

—Cierra la maldita boca y sacame de aquí... Me due- me duele todo—susurraba temblando.

El general expandían sus fosas nasales para soltar todo el aire y apretaba sus dientes—. Maldito ángel enamorado serás, imbécil —murmuraba una última vez antes de desaparecer de la habitación de Jin.

Solar se encontraba viendo a Jin con ese rostro de sorpresa que le era imposible borrar. Agitaba su cabello hacia atrás, mordía su labio y luego se limpiaba la boca por los besos que había malgastado con el chico de ojos verdes.

—Sabía que TaeHyung tenía un efecto extraño en ti, pero no creí que quisieras follaterlo... —susurraba la rubia.

Jin dejaba salir todo el aire por sus fosas nasales y acomodaba la ropa que Solar había dejado desarreglada recientemente.

—Entonces no deberías estar sorprendida —mencionaba con esa cara de póker que lo caracterizaba y el vacío de sus ojos.

Solar reía amargamente—. Creí que esto sucedería cuando te propuse el trío con Hye-Jin, quien solo aparecía por el bar para verte... Ella compartía tu maldito fetiche

—Ella era amiga tuya...

—TaeHyung también es mí amigo, maldito.

Jin suspiraba y se dejaba caer contra la pared detrás de él—. No es tu amigo. Querías follartelo, pero te salió mal. No me mientas, Yong-Sun...

—Le gustas —setenciaba la rubia, logrando una reacción en aquel perfecto rostro que la volvía a sorprender, apretando sus ojos tomaba su teléfono de su bolsillo trasero mientras negaba con su cabeza—. Ten cuidado lo que piensas hacer con él. Es un buen chico.

Jin notaba que su teléfono vibraba y miraba su bandeja de entrada con el número de TaeHyung en él. Luego miraba a Solar otra vez.

—Conociéndote, no creí que me lo darías —respondía Jin.

Solar reía con sarcasmo y volvía a guardar su teléfono. Tomaba al castaño de la nuca y lo besaba de nuevo con precisión, cuando lo soltaba, ella tenía esa sonrisa ladina llena de confianza.

—No sé que te pico queriendo probar un hombre, pero con la vida que llevas en algún momento iba a suceder, aún así... —la rubia lo soltaba acariciando cuesta abajo y mirándolo de forma lasciva—, tú siempre vuelves a mí y así funciona la cosa. TaeHyung solo es un nuevo entretenimiento para ti, no lo lastimes ni seas duro cuando lo deseches y vuelvas a mí.

Dejaba un beso en la mejilla y se alejaba para volver adentro.

—Yong-Sun... —llamaba el castaño. La rubia volteaba con una sonrisa victoriosa en su bonito rostro—, no voy a volver —el rostro de la rubia se desfiguraba y perdía la sonrisa casi burlona—. Gracias, ten una buena vida y encuentra una relación sana. Te lo mereces.

El corazón de Solar palpitaba desesperado gritando el nombre del ojiverde quien, le había dicho aquellas palabras sin emoción alguna en su rostro—como de costumbre—pero sabía que había hablado la maldita verdad. Algo dentro de ella le avisaba que esa sería la última vez que Jin volvería.

[Seis dias después]

TaeHyung tenía su lugar en el mundo de los vivos, algo pequeño para dejar sus cosas, algo por lo que ni siquiera pagaba porque todo lo que hacía era engatusar con sus encantos al casero del edificio. Le había costado mantenerse lejos de Jin, pero necesitaba recobrar fuerzas, necesitaba llevar a cabo su trabajo y cumplir con la cantidad de almas en desgracia de que debía de depositar en el lago de azufre. Estaba agotado, su cuerpo en el plano espiritual y en el plano mundano, estaban ambos agotados, tanto llanto y ruegos que se incrustaban en su memoria. Si alguna vez pudiera renunciar a eso no lo dudaría un jodido segundo, pero esta era su condena y él la había aceptado así, solo que ahora su trabajo se veía entorpecido por lo único que lo había llevado a ser el ser despreciable que hoy era y ese motivo era Kim Seokjin de vuelta en el juego.

Podría haber ido directo a su puerta, pero estaba seguro que el castaño patearía su bonito culo fuera de su propiedad. Quizás unos tragos en el bar de Solar serían la respuesta, así que se preparaba para dicha actividad, beber y beber, hasta que decidiera aparecer en la puerta de Jin y el efecto de la ebriedad le golpearía como un jugador de fútbol americano tacleandolo de la misma nada, pero cuando encendía su aparato y miraba su imagen en el espejo, este comenzaba a sonar y sonar con mensajes. Sus labios fruncidos miraban el móvil y lo tomaba pensando que jamás ese aparetejo había sonado tanto. Solar solía enviarle mensajes pero no de esa forma.

Cuando bajaba para hacer scroll entre mensajes y llamadas perdidas en su barra de notificaciones, no reconocía el número y más encima para llamar su atención tenía setenta y cinco llamadas perdidas.

— ¿Pero qué-...? —susurraba. Luego veía el número de Solar entre tantos mensajes que notificaban las llamadas perdidas.

Solar: Tae, le di tu número a Jin. Suerte con eso y ten cuidado. No olvides que es un imbécil.

TaeHyung quedaba petrificado ¿aquellas setenta y pico de llamadas eran del duro y frío Jin?. Tragaba saliva y la idea de emborracharse abandonaba su mente para suplantarla por la parte de caer directamente en el domicilio del castaño. Tomaba el teléfono y salía del lugar apresurado. Por un momento salir y sentir la fría brisa hizo que sus pensamientos se aclararan un poco, miraba su móvil y eran las once y media de la noche, de nuevo se disponía a caminar en vez de tomar su propio atajo para llegar antes. Ahora que sabía dónde Jin vivía, él no estaba lejos, pero no estaba seguro si aparecer después de una semana sería algo que SeokJin, mejor dicho este Jin, tomaría de buena manera.

Luego de un par de minutos y largas cuadras, vislumbraba a un par de metros aquella casa, sus pasos iban cautelosos—quizas y Jin ni siquiera estaba ahí—pero él tenía que ver qué seguía en la lista del castaño para con él. Se paraba en el pórtico y meditaba sobre si golpear o tocar el timbre. O quizás solo aparecer dentro de la casa para sorpresa del ojiverde.

—No, eso es una maldita mala idea —sus manos comenzaban a temblar, sus piernas estaba adheridas al cemento del suelo, no pudiendo retroceder para salir de allí ni pudiendo dar un paso hacia el frente.

Rascando su frente y sintiendo el sudor acumularse alli, tocaba el timbre. Bien, quizás Jin no esta-... Oh, oh, ahí estaba. La sensación de malestar, Jin estaba al otro lado y efectivamente la puerta se abría para encontrar al castaño con su cabello húmedo, una musculosa negra y un pantalón de chandal.

—Hey... —soltaba casi sin aliento. Los rasgos de Jin eran duros—. Recib-...

¡...!

El gran estruendo de la puerta cerrándose en su cara con suma brusquedad le habia hecho sobresaltarse inesperadamente. TaeHyung quedaba boquiabierto por el arrebato del castaño, pero no pasaba ni medio segundo que la puerta volvía abrirse y Jin lo tomaba de su chaqueta y lo metía dentro, trabando la puerta. Su espalda impactaba contra la pared al lado de la entrada y la puerta cerrada le hacía saber que no saldría de la propiedad del castaño.

Las manos de Jin estaban empuñadas en el cuello de su chaqueta negra de cuero, sus ojos verdes—usualmente vacios—ardían con una llamarada de cólera que apenas si había vislumbrado en encuentros pasados con el hombre de ojos verdes. Un nuevo empujón lo alejaba y estampaba de nuevo a la pared, había dolido. Jodidamente le había hecho gemir del dolor ante aquello. La cercanía de Jin, la respiración pesada, la llama de fuego en sus orbes verdes, todo era una combinación para volverlo un poco más humano.

—Desde que te conocí te has arrastrado como una perra en celo para atrapar mi maldita atención... —susurraba con esa voz llena de ira que lograba poner a TaeHyung caliente, sin importar qué—, y cuando la tienes y estoy listo para darte lo que quieres ¿te marchas sin una maldita palabra?

Jin estaba cerca, no tanto, pero si quería podía tocar la nariz de TaeHyung con la suya. El demonio sentía el olor a shampoo emanar de su cabello oscuro y el olor a loción para afeitar de su rostro y todo era una exquisita combinación para volverlo el ser más dócil de la jodida tierra. No le temía a Jin, si, estaba loco, quizás, pero no había temor en él. Así que realamiendo sus labios sin apuro y con sus orbes celestes fijas en las verdes de Jin exclamaba con total parsimonia:

—Mi espalda seguía sangrando y me dijiste que me matarías si manchaba tus sábanas. Así que me fuí.

Los ojos levemente entrecerrados de Jin lo estudiaban, luego reía con sarcasmo y con un último empujón lo soltaba. TaeHyung suspiraba, intentando recobrar el aliento, de nuevo sentía ese malestar que lo hacía sentir sus piernas débiles y leves punzadas en sus omóplatos.

—Quiero vodka ¿tienes vodka? —preguntaba TaeHyung, quitándose su chaqueta ante la atenta mirada de Jin.

— ¿Qué te hace creer que me interesa invitarte un maldito trago?

—Cuando me metiste dentro y trabaste la puerta —respondía TaeHyung con calma.

Sus ojos celestes ahora se daban el lujo de mirar a Jin de arriba hacia abajo, viendolo en detalle, con lentitud y mordiendo su labio inferior.

— ¿Algo de lo que ves te gusta? —sonaba esa voz grave y suave, con algo de ironía en ella. Los brazos de Jin se cruzaban sobre su pecho.

TaeHyung volvía a levantar la vista—. Sabes muy bien que me gusta todo lo que veo.

Un pequeño músculo se crispaba en la mejilla ajena, Luego el rostro inefable de SeokJin volvía a aparecer, se alejaba y buscaba por el vodka en su mini bar. TaeHyung se apresuraba a alcanzarlo, solo un par de pasos y a una distancia prudencial, aspiraba la fragancia de Jin.

El castaño se giraba luego de haber escuchado el sonido peculiar de una nariz aspirando y volteaba con el vaso y el vodka dentro. Sus cejas apenas se alzaban y estiraba su mano, alcanzandole a Tae su bebida. El demonio pasaba saliva, cerraba su boca y tomaba el vaso rozando los dedos ajenos. De inmediato ese falso corazón sin vida, se aceleraba y su rostro se ponía colorado. Una ceja se levantaba en el rostro de Jin y sonreía ladino.

—Solo fue un roce de dedos ¿no me digas que eso te puso cachondo? —esa voz y tono sardonico estaban de vuelta.

TaeHyung reía sin gracia desviando su mirada y bebiendo todo el contenido que, de inmediato ardía en su garganta y mientras bajaba. Si, ahí estaba esa sensación que solo podía sentir ante la presencia de Jin, casi parecía estar vivo, casi parecía ser algo real. Un ser humano de carne y hueso otra vez.

—Te llamé —soltaba con tono duro el castaño.

TaeHyung se adelantaba y dejaba poco espacio entre su cuerpo y el del mundano. Apoyaba el vaso sobre el mini bar tras SeokJin y estudiaba de cerca esos rasgos. Notaba que el cuerpo de Jin se tensaba, solo un poco a su lado, bajando sus brazos para no estar a la defensiva con el demonio y el este se daba el lujo de apoyar su mano sobre el pecho de Jin. Las fosas nasales ajenas se expandían y una mirada ruda era la que recibía, el tacto sobre la palma de TaeHyung ardía. No podía evitar hacer un mínima mueca de dolor, no comprendía porque era tan sensible en esta ocasión a comparación de otras.

—Estás demasiado toquetón, otra vez —soltaba Jin, pero no apartaba su mano.

Esto se debía a qué su espalda había dolido como la mierda toda la maldita semana y en cuanto había abierto esa puerta el maldito dolor había desaparecido en cuestión de jodidos segundos y por eso la furia de volverle a cerrar la misma en la cara de aquel bastardo que, había ignorado sus llamadas toda la maldita semana. Pero ahí estaba, tocándole, de repente su cuerpo—y su interior—estaban bien, en calma. TaeHyung por su parte apartaba la mano, la empuñaba y abría repetitivas veces para apartar el dolor, luego la alejaba de Jin.

Cuando alzaba la mirada encontraba la del castaño sobre él, sus cejas tupidas estaban fruncidas mientras lo observaba con cautela.

— ¿Qué? —cuestionaba el ex ser de luz.

—Te llame. Toda-la-maldita-semana —susurraba Jin.

TaeHyung alzaba sus cejas sorprendido ante aquel reclamo, no es que le molestará, maldición que no le molestaba, era todo lo contrario.

—El trabajo me mantiene muy ocupado

—No me digas —soltaba el castaño, sardonico.

—Trabajo fuera de la ciudad por lo que no llevo el teléfono conmigo hasta volver. Lo lamento, cuando encendí el aparato no reconocí tu número, pero Solar me dijo que te lo había dado... —pasaba saliva al ver la mandíbula apretada del castaño—. Me sorprendió la cantidad de llamados y vine en cuanto pude.

Jin entrecerraba lo ojos—. ¿Qué te dijo Yong-Sun?

—Que tuviera cuidado —respondía, pasando saliva y sintiendo su garganta arder.

El ojiverde daba unos pasos adelante, para estar más cerca y mirarlo directamente a los ojos. No era una mirada vacía, pero TaeHyung tampoco podía leerla a la perfección, se sentía algo mareado y débil, aborrecía la forma en la que Jin lo hacía sentir porque no era correcto ni tenía correlación con sus sentimientos. Parecía sentir como los primeros años de haber perdido a Jin. Descompuesto, débil, con un constante malestar interior, aparte de su tristeza.

La mano del mundano se levantaba y para su sorpresa acariciaba suavemente su mejilla, el tacto de la piel de TaeHyung en las yemas de Jin era tan suave, la sensación de no querer dejar de tocarlo se asentaba en su pecho mientras que TaeHyung... A TaeHyung le ardía, como si SeokJin tuviera lava en la punta de sus dedos. Le quemaba.

— ¿Crees que voy a hacerte daño? —susurraba el castaño, mirando entre sus ojos y sus labios.

Las piernas de TaeHyung se sentían tan débiles, la frase "te mueres por el tipo" era una expresión totalmente certera con él respecto a Jin, pero igual quería que lo tocará.

—Puedo resistir —respondía sin aliento—. Puedes poner tus manos en mi cuello que voy a aguantar...

» ¿Puedes?

Se cuestionaba dubitativo, no pudiendo ignorar como se encontraba ahora.

Jin miraba ese cuello grueso y masculino, era largo y precioso, pero aquel impulso yacia en su interior debido a todo el dolor que sentía y pasaba constantemente desde que tenía memoria. Dolor que desaparecía con más facilidad mientras cedía a lo que estaba sintiendo por el tipo frente a él. Si bien la primera vez le gustó presionar y marcarlo, no había una completa necesidad de hacerlo ahora cuando la simple presencia de TaeHyung ya le daba el respiro que buscaba.

—No quiero hacerte daño... —susurraba SeokJin, sorprendiendo a TaeHyung.

Los dedos seguían en su mejilla, quemandole, el pulgar de Jin acariciaba su belfo y lo soltaba alejándose de repente. TaeHyung suspiraba debido al ardor disminuyendo en su mejilla, su corazón acelerado y sus ganas de que Jin volviera a estar así de cerca otra vez. El castaño le había dado la espalda, un silencio sepulcral entre ambos.

—Jin...

El susodicho giraba sobre sus talones y tomaba su rostro para estampar su boca a la suya. Jin tenía sus ojos cerrados y TaeHyung demasiado abiertos, el castaño abría su boca y deboraba sus labios con un gran chupetón que lo obligaba a abrir la boca al demonio, desesperado para corresponder. El choque de lenguas y los dientes mordiendo la suave carne tenía un efecto diferente en ambos.

Jin sentía que TaeHyung lo estaba consumiendo positivamente, el beso había calentado su cuerpo de la mejor manera. Jamás había besado a alguien que lo hiciera sentir placer con el simple hecho de juntar sus bocas y quería más, mordía y sorbia la lengua de TaeHyung como si no fuera suficiente, mientras que TaeHyung respondía con desesperación, gimiendo de deseo, pero también con dolor.

El ex ser de luz sentía como si un carbón encendido estuviese pasando por sus belfos y los estuviera prendiendo fuego y consumiendo de forma dolorosa. Quería seguir besando a Jin, quería seguir siendo sostenido de esa forma firme y con aquella lengua apoderándose de su boca, pero dolía. Quemaba.

»Quema, quema, quema.

TaeHyung sentía sus ojos húmedos, no quería terminar aquello pero no podía soportarlo y se soltaba con toda su fuerza de voluntad y caía al piso a punto del llanto. Sollozando del dolor en sus labios y en su pecho, Jin estaba con su respiración pesada y su pecho subía y bajaba, no pudiendo creer que TaeHyung rompía en llanto en su sala y tocaba apenas sus labios.

Pero maldita sea!!!!!
*C va*

Con amor niñita Nany 💜

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