Capitulo veintidós

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Jin conocía muy bien el olor a azufre. El calor sofocante y el fuego que lo quemaba vivo y podía sentir olor putrefacto salir de él. Sabía que estaba comenzando, otra pesadilla... Sabía que tendría que haberse mantenido despierto. No tendría que haber cerrado sus ojos. Su cuerpo comenzaba a arder y como siempre, pedir ayuda era en vano, sus labios estaban sellados cada vez, hasta que...

—No, no, no... —el ojiverde dormía boca abajo cuando lograba despertar de una típica pesadilla de tortura.

Nuevamente y por segunda vez, había logrado abrir sus ojos con tanta facilidad que, sabía muy bien que se debía a la persona que tenía en su cama durmiendo, pacíficamente... Hermoso.

—Es por ti... —susurraba SeokJin, mientras acariciaba los belfos de un TaeHyung dormido.

Luego de haberlo dejado sangrando y casi inconsciente sobre su bañera, con el agua fría descendiendo por su cuerpo, luego tibia y el vapor que salía de este denotando que tenía toda su anatomía extremadamente caliente, el ex ser de luz se había dormido. O quizás había caído inconsciente, no estaba seguro, pero seguía respirando con calma y quejándose en ocasiones.

Como cuando lo había sacado de la bañera y lo había comenzado a secar, era delicado y atento y TaeHyung aún se quejaba. Entonces intentaba hacerlo con la cabeza fría y en blanco, sin pensar que cada rasgo en el rostro de TaeHyung era precioso. Sin querer besar cada lunar que había en este... Sin querer tocar de más su cuerpo y acariciarlo sin apuro.

Aquellas ideas descabelladas le llegaban de repente y él nunca había tenido la necesidad de ser suave. A él todo le gustaba rudo, crudo y sin sentimientos de por medio porque, simplemente no podía desarrollarlos... Hasta ahora y se sentía muy confundido por eso.

Había limpiado la espalda de TaeHyung con sumo cuidado, luego había vendado una vez más sus omóplatos y había puesto una tela inservible y sin usar sobre la cama, solo para apoyar el cuerpo del demonio y que no manchara sus sábanas.

Si, podría haberlo dejado en la habitación de huéspedes, pero no. Quería a TaeHyung en su cama. No le había colocado ninguna prenda superior, pero si un pantalón cómodo. Luego de había recostado después de haberse duchado y sus ojos se habían cerrado sin su permiso. Había dormido varias horas, demasiadas. Se sentía descansado y sabía que la poca fuerza de su pesadilla y lo bien que se sentía físicamente era por TaeHyung a su lado, bajo su mismo techo.

Quién ahora, parpadeaba confundido al sentir cierto ardor en sus labios, debido a las leves caricias de Jin que, inmediatamente quitaba su mano y lo veía desde su lugar, aún recostado boca abajo. TaeHyung relamia sus belfos y sentía como cada músculo de su inservible cuerpo mundano estaba entumecido del dolor.

— ¿Cuánto me dormí? —cuestionaba perdido y removiendose incómodo—. Oh... Mierda

—Me costo ponerte las gasas, quédate quieto. Imbécil —replicaba SeokJin.

TaeHyung lo miraba y fruncia su ceño.

—Creí que patearías mi culo fuera de tu propiedad —mencionaba sorprendido.

Jin se levantaba de la cama y se sentaba, dándole la espalda a un TaeHyung que, por más que quería levantarse, sentía que no tenía las fuerzas suficientes.

—Dime todo lo que necesito saber —mencionaba Jin.

TaeHyung abría sus ojos.

—Te lo dije

—Solo una parte —mencionaba, y se giraba subiendo una pierna sobre la cama y mirando a TaeHyung—. Fuimos amantes en el pasado y ¿esa es razón suficiente para que sufras de esta forma?

TaeHyung pasaba saliva y abría sus ojos.

—Te preocupas por mí

—Me preocupa que pueda matarte sin querer y luego ¿qué? —cuestionaba Jin.

TaeHyung relamía sus labios y se esforzaba por sentarse. Jin quería ayudarlo, pero a cambio, miraba hacia otro lado para evitar tocarlo. El ex ser de luz maldecía que ese cuerpo carnal no tuviera tanta resistencia y claro... Al parecer estaba algo así como pagando su deuda.

—Dime, TaeHyung —pedía nuevamente.

El azabache apretaba sus dientes.

—Te dije que fuimos amantes y muchos se enojaron por eso —exclamaba susurrando.

El ojiverde se le iba encima con mirada intensa y furiosa

— ¿Quienes? ¿Quienes se enojaron? ¿Por qué?. No es razón suficiente para que me dé una maldita idea de porque sufres cuando te toco o te beso... —susurraba con la tensión flotando en el aire mientras miraba con hambre los labios de TaeHyung—. Dime todo —susurraba, viéndolo fijamente.

—Dímelo tú —conratacaba el demonio—. Dime que sueñas y te diré quién soy.

SeokJin apretaba sus dientes. Quería negarse. No quería hablar al respecto de sus pesadillas porque las rememoraba tan a flor de piel y lo hacian verse tan vulnerable. Tan débil.

—Dime que sueñas, Jin —rogaba TaeHyung, con ese tono sumiso y esos ojos celestes, grandes y brillantes que podían volver loco al castaño y conseguir lo que quisiera.

Jin soltaba el aire por su nariz, apretaba sus dientes y cortaba el contacto visual. Cerrando sus ojos y apretándolos fuertemente, mientras dejaba caer su cabeza. TaeHyung se sentía devastado, necesitaba abrazarlo, consolarlo. Se veía tan solo... Pero a cambio de hacer algo que pudiera asegurarle un empujón, optaba por apoyar su frente a la de Jin y rozar su nariz a la suya. Con calma... Y susurrando suavemente:

—Dime... Dime, dime —rogaba, rozando sus labios a los ajenos, logrando que Jin aflojara la forma en que presionaba sus dientes y abriera su boca esperando un beso—. Jin...

—Estoy en una cama —susurraba y TaeHyung dejaba de provocarlo, solo descansaba su frente a la de este, resistiendo las ganas de besarlo tan solo por escucharlo hablar—. Era algo así como un lecho, muy antiguo, con alguien más... —Jin abría sus ojos, lo miraba fijamente.

— ¿Con quien? —susurraba TaeHyung ansioso.

—Lo sabes —musitaba Jin.

El corazón inservible del ex ser de luz, palpitaba con fuerza y todos sus sentidos se agudizaban.

—Dime más...

—Creo que también sabes lo que sigue —susurraba Jin mirándolo fijamente—. Pongo todo mi cuerpo encima del otro y recibo el puñal, en mi espalda baja —respondía y TaeHyung ponía esa mirada que denotaba lástima—. No me veas de esa forma o voy a golpearte.

TaeHyung tragaba el nudo en su garganta—. ¿Esa es la pesadilla que no te deja descansar? —cuestionaba a cambio.

SeokJin apretaba sus dientes y negaba, con suma lentitud y una mirada llena de un vacío oscuro y temor. Mucho temor.

—Mucho antes de revivir ese escenario yo-... —su voz y apenas se quebraba, logrando que apretara sus ojos para dejar de ver a el ex ser de luz.

TaeHyung quería abrazarlo, hacer algo. Maldita sea. No podía evitar llevar su mano izquierda para tomar el rostro de Jin y colocarla en su mejilla. El castaño se sorprendía y tensaba su mandíbula, aún sin abrir los ojos.

—Dime... —susurraba dulcemente TaeHyung.

Jin seguía con sus ojos cerrados—. Estoy encadenado, de pies y manos —comenzaba y TaeHyung sentía que sus ojos derramarían lágrimas en cualquier momento—, mi-...mi boca está cocida, no puedo hablar... Y-yo no puedo pedir ayuda —TaeHyung veía como SeokJin fruncía su ceño y apretaba sus dientes, como si se fuera a quebrar en cualquier momento y él no podía evitar acariciarlo con su pulgar, apenas perceptible no queriendo que Jin se alejara o le empujara lejos—. Todo está oscuro, mis ojos no ven más que oscuridad, aún a través de mis párpados y mi cuerpo... M-mi cuerpo se quema.

TaeHyung apretaba sus dientes y sentía sus ojos humedecer.

—Quiero dejar de ver y sentir, pero es imposible y hay una voz que se burla... Se burla de mi —decía con furia y finalmente abría sus ojos, estaban húmedos como los de TaeHyung—. A veces las quemaduras se manifiestan en mi cuerpo y a veces no. Y tengo el olor a azufre impregnado en mi nariz

— ¿Azufre? —susurraba TaeHyung sorprendido. Dejaba de acariciar a Jin y dejaba caer su mano—. ¿Sientes-... Tú sientes olor a azufre?

—Cada vez que cierro mis ojos y caigo rendido por el sueño —respondía SeokJin.

TaeHyung miraba a cualquier lado menos a este, las ideas y teorías caían una tras otra sin saber cuál era cierta y cual no.

—Es por eso que la otra vez tú... Me mentiste —susurraba—. Dijiste que te quemabas con quehaceres laborales

—Y tú dijiste que tus omóplatos sangraban porque te golpeaste en el gimnasio —susurraba entre dientes—. Dime quienes se enfadaron porque dos imbéciles decidieron enamorarse.

TaeHyung pasaba el nudo en su garganta.

—Te pregunté si creías en ángeles y demonios, la primera vez aquí —rememoraba TaeHyung.

Y Jin lo miraba unos segundos, serio e incredulo, hasta que su mirada se agudizaba y se ponía de pie negando con su cabeza.

—No, no digas estupideces

—No he dicho nada aún —respondía TaeHyung, con calma.

—Tú no puedes... No, tú-... No juegues conmigo —señalaba Jin.

Se veía exhausto de tanta mierda extraña y era entendible.

— ¿No puedo que, Jin? —provocaba, viéndolo caminar como gato encerrado—. Tú tienes pesadillas y a veces las quemaduras que ves en tu sueño se manifiestan en tu cuerpo ¿Y qué?... ¿Te rehusas a creer que yo sea...?

— ¡No lo sé! —gritaba el castaño. Se veía agitado y con ojos de loco—. Mi vida es una locura desde que existo y ahora que me siento extrañamente vivo ¿es también una locura?

TaeHyung se esforzaba por ponerse de pie, no estaba dejando pasar esa confesión.

— ¿Conmigo? —replicaba, tocando su pecho desnudo—. ¿Te sientes vivo conmigo?

—Y pareciera ser que te arrebato parte de tu vitalidad... Lo cual significa que sigo siendo o estando en una especie de relación enfermiza —susurraba—. Cuando era un adolescente... —se giraba y comenzaba a hablar de nuevo, para sorpresa de TaeHyung—. Mi madre adoptiva venía de una familia de chamanes y  me había preguntado si creía en ángeles y demonios... —una risa seca y cansina abandonaba los labios de Jin.

TaeHyung se paralizaba sorprendido.

—Dijo que no sufría solo. Dijo que alguien más sufría conmigo —susurraba y luego giraba—. Dejando de lado lo mierda que te sientes a mi lado ¿por qué diablos sufriste tú todo este tiempo en que mi vida ha sido miserable? —preguntaba seriamente.

Una voz oscura que se metía entre los huesos de TaeHyung. Sentía que era una especie de reproche, un típico "¿Por qué a mí y a ti no?" Ya que para Jin, TaeHyung solo estaba sufriendo ahora. Por este encuentro.

—Mi vida también fue miserable sin ti —respondía sin tapujos.

—No seas un maldito cursi —susurraba, acercándose amenazante y parándose frente a TaeHyung—. ¿Por qué sufriste? ¿Eh?. Al parecer estabas muy bien sin mi... Y solo ahora padeces dolor, pero si yo no te hago nada, tú estás bien... Pero yo no. No he estado bien, ni he sido normal, jamás. Vengo fallado de fábrica y presiento que es tu culpa.

TaeHyung se paralizaba ante la acusación y es que estaba seguro, que era su culpa, aunque no sabía del todo como lo era. Pero lo era.

—Vengo sufriendo muchísimo más tiempo que tú... No eres tan inocente en esta historia —respondía TaeHyung.

Jin ya estaba cansado de tanto drama—. Dime quien eres

—Un demonio —soltaba TaeHyung repentinamente y las cejas de Jin se alzaban. Las orbes celestes de TaeHyung se tornaban de un negro que cubría sus ojos por completo y Jin sentía que su corazón dejaba de latir a causa de la impresión—. Soy un ángel guardián que cayó de su gracia por haberse enamorado de un mundano, uno al que me arrebataron de la forma más injusta y luego de eso decidí ser esto. Soy un ángel caído, por haberme enamorado de ti hace más de mil años. Todo ese tiempo es el que he estado sufriendo —decía entre dientes—. Sintiéndome solo, vacío y llenando ese vacío torturando a los de tu especie. A simples mundanos, arruinando lo único que no se me permitió tener.

Jin fruncia su ceño, podría decir que se su mandíbula estaba por el suelo, quería reírse, pero los ojos negros de TaeHyung eran intimidantes. Quería burlarse. Quería empujarlo lejos y golpearlo por exagerar descaradamente con las palabras, pero muy en el fondo de su oscuro corazón, en un recóndito lugar de su cabeza y su interior, él simplemente le creía. Más allá de la imagen perturbadora, le hubiera creído aún sin ver esos ojos. Los cuales ahora volvían a ser celestes tan claros y hermosos. Como si pudiera reconocerlos por primera vez y sentir que lo conocía,  finalmente.

— ¿Quién eres? —susurraba otra vez.

Y TaeHyung entendía a que se refería.

—Soy el ángel creador de los corazones rotos —susurraba—. El último guardián caído de su gracia. Ese soy...

Ay, como quería llegar al momento de los verg*zos voladores.

Con amor Niñita Nany 💜

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