Final

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TaeHyung se encontraba mirando la puerta donde se hallaban las almas en pena sacrificadas. Los gritos eran horribles, siempre le revolvían el estómago, nunca se había quitado aquella sensación de mierda a pesar de ser un demonio e incluso después de, él mismo haber dejado muchas almas en el lago de azufre.

Los gritos desgarradores pidiendo por una ayuda que jamás vendría, aquellos que se habían considerado ateos en vida ahora se escuchaban rogar a un Dios que no los oiría porque ya era muy tarde. Incluso algunos llamaban a los ángeles, pero estos tampoco responderían.

Cada alma que encontraba en el infierno tenía un motivo por el cual estaba allí. Pero las sacrificadas que, no habían tenido un tiempo de arrepentimiento, probablemente, eran las más injustas en hallarse allí. Cómo la de SeokJin. Pasando el nudo en su garganta, observaba como su mano se extendía hacia el pomo de aquella puerta infernal y la abría.

Un pasillo largo se abría paso hacia lo que sería la "oficina" de Baalzephon, allí lo estaban esperando, ya era la hora pactada, pero sus pies necesitaban todo de sí para poder moverse, hasta que se resignaba, suspiraba y recordaba la imagen de SeokJin en esa cama, postrado por su culpa. Porque sí, era su culpa y de nadie más. No podía enfurecerse con alguien que no fuera él, porque todo eso que le estaba ocurriendo a Jin era su culpa.

Al igual que millones de años atrás, lo habían asesinado, también por su culpa.

Caminando, se encontraba a sí mismo más enfurecido y decidido. Ya estaba hecho. Él salvaría a Jin. Su pecho dolía, su inexistente corazón se estrujaba y sus ojos volvían a humedecerse, pero no lloraría frente al capitán y al general. No les daría motivos para burlarse de él una última vez.

Frente a la puerta de su destino, suspiraba, hacía oídos sordos al llanto y gritos desgarradores de otras almas y golpeaba.

Le dolía todo al saber que olvidaría a Jin cuando fuera totalmente controlado por Agalariept, pero seguramente Jin lo olvidaría con el tiempo. Sin importar qué, lo que contaba era salvarlo y que viviera una larga vida.

Antes de golpear la puerta se abría por si sola, ambos demonios esperándolo con una sonrisa burlona en su rostro. TaeHyung sentía el sudor frío recorrer su espalda.

—Por un momento creí que ibas a arrepentirte —mencionaba Agalariept—. Pero luego recordé que amas demasiado a ese insignificante mundano tuyo, como para rendirte.

TaeHyung apretaba sus puños cuando Baalzephon reía por las palabras del general.

—No lo hagas enfurecer —decía el capitán desinteresado—. Ahora hagan lo suyo, tengo muchas almas más por torturar y mis centinelas no son suficientes. Apresurense —pedía.

TaeHyung pasaba el nudo en su garganta y miraba al general que hacía aparecer un cáliz dorado con diamantes en rojo sangre que le decoraban.

—Será rápido, por si no sabes lo que debes hacer... —explicaba, haciendo aparecer una daga en su otra mano. TaeHyung fruncia el ceño, conocía muy bien ese maldito objeto. Agalariept alzaba sus cejas inocentemente—. Oh, sí... Me quedé con la daga que atravesó la espalda baja de tu amante años atrás... Es muy buena —mencionaba con esa sonrisa ladina y el veneno brotando en sus palabras, mientras admiraba la misma—. Tiene decoraciones increíbles... ¿Sabías que su amante de ese entonces la creó pura y exclusivamente para matarte a ti? ¿Cómo se llamaba? Ah, sí... El tal Caleb —TaeHyung se retorcía en su interior—. Tranquilo, s encuentra en el ala sur junto con los asesinos —reía como si le importará.

TaeHyung apretaba sus dientes, no le importaba el tal Caleb, todo era por su amor, aunque sabía que esa daga era para él, Jin se había interpuesto, sacrificándose para que no saliera herido. Los recuerdos lo azotaban de forma tan fresca, como si hubiera sido ayer. Le dolía, le enfurecía.

— ¿Qué se supone que haga con eso? —preguntaba, intentando mantenerse en calma.

Agalariept reía, Baalzephon resoplaba.

—Deja de provocarlo, no quiero que sigan perdiendo más de mi tiempo —ordenaba el capitán—. Ya hagan el maldito trato y denme lo que me corresponde.

TaeHyung miraba en su dirección y abría sus ojos y boca, luego fruncía sus cejas.

— ¿Qué garantía tengo de que su alma quedé libre? —preguntaba directamente a Baalzephon.

El capitán lo miraba entrecerrando sus ojos—. ¿Dudas de mí?

—Eres un demonio —mencionaba, pasando el nudo en su garganta.

Baalzephon apretaba sus dientes—. Lo soy, pero un pacto es un pacto

—Eso no me asegura nada

— ¡Aish! —interrumpía el general—. Ya muestraselo, está pidiendo a gritos con sus ojitos de ternero degollado, que se lo muestres. Llévanos a dónde está su insignificante mundano...

— ¡Deja de llamarlo así! —gritaba TaeHyung y cuando notaba el semblante malvado del general se recomponía—. Por favor —susurraba.

El general se acercaba a paso lento y lo tomaba del cuello, posando sus labios en la oreja de TaeHyung, llenando a este de asco y rechazo.

—Cuando seas mío, prometo que no vas a extrañarlo ni un poco, angelito —susurraba, soltandolo bruscamente, ocasionando que casi cayera de culo al suelo.

Baalzephon rodaba los ojos.

—Bien, no deseo que se siga dudando de mi palabra, pero te advierto, que no será nada bonito lo que vas a ver —mencionaba, logrando que TaeHyung temblará.

Luego en un parpadeo, se hallaba frente a una jaula. El silencio reinaba allí, los gritos desgarradores no llegaban a dónde estaban ellos. El olor a azufre era mucho más potente ahora y como si brazas ardieran bajo el cuerpo de TaeHyung, este se ponía de pie y corría en dirección a la jaula frente a él.

Sus ojos se humedecian, su garganta se cerraba. Su cuerpo débil, su pecho doliendo. Él no creía lo que estaba viendo, pero era verdad y lo rompía el mil pedazos.

Era SeokJin. El alma de SeokJin encadenada. Era como ver la forma corpórea del mundano. Solo que estaba arruinado. Notaba la herida en la espalda baja desangrándose, notaba múltiples daños en todas partes, las cadenas en sus manos y sus pies.

Aquello era lo que Jin veía y vivía cada vez que tenía una maldita pesadilla. TaeHyung sollozaba fuertemente de repente.

—Abrela —pedía, aferrando sus manos a la barrotes—. ¡Abrela! —pedía con un grito desgarrador que hacía a Jin, o mejor dicho, su alma, removerse—. ¿Jin? ¿SeokJin?

El susodicho se removía en dirección a la voz de TaeHyung y como si el tiempo no hubiese pasado, lo reconocía al instante.

— ¿TaeHyung? —susurraba.

Era una voz débil, rota, pero tenía una calidez en ella, inconfundible. Ese era "su" SeokJin. Girando en dirección al capitán y al general, rogaba desesperado:

—Por favor, abrela.

TaeHyung lo miraba con el ruego en sus ojos, estaba intentando mantenerse en esa forma decente de humano que sabría, no asustaría a SeokJin, mientras este lo miraba con sus ojos verdes llenos de miedo y a la vez, rogando que por favor lo ayudará, apenas podía hablar. No podía creer ver a TaeHyung allí.

—Te daré solo dos minutos allí dentro —susurraba el capitán Baalzephon, luego suspiraba, movía sus dedos y la jaula se abría.

TaeHyung entraba de inmediato, corriendo hacia SeokJin y sosteniendo su rostro golpeado y marcado.

—Lo siento tanto —repetía—. Me arrepiento de todo el sufrimiento que te hice pasar... —comenzaba nuevamente mientras contemplaba como SeokJin había estado siendo torturado.

Mientras tanto en el hospital, en aquella madrugada fría, el cuerpo de Jin, comenzaba a colapsar, haciendo resonar fuertemente el monitor cardíaco. Estaba solo, Solar no llegaría hasta la tarde de ese día, por lo que ahora enfermeras y el mismo doctor que TaeHyung había visto antes, estaban allí, intentando estabilizarlo sobre la cama, mientras su ritmo ascendía rápidamente y su cuerpo colapsaba sobre la camilla.

— Sácame de aquí y llévame contigo —susurraba SeokJin, estirando su cabeza para alcanzar el rostro de TaeHyung.

—Lo haré, a eso vine —susurraba TaeHyung, llorando nuevamente, sus ojos hinchados, su vista nebulosa por las lágrimas que no podía contener cuando veía la imagen de SeokJin. Su alma atrapada y torturada por tantos, tantos jodidos años.

— Llévame contigo antes que vengan a torturarme... —pedía, el pecho de TaeHyung dolía cuando SeokJin buscaba sus labios y él se los daba, él lo besaba.

Besaba con delicadeza los labios resecos de SeokJin, pero lo escuchaba gemir del dolor y se apartaba con sumo cuidado. Notaba parte de estos en carne viva y saboreaba la sangre en sus labios.

—Jin~... —decía entre el llanto, luego era apartado repentinamente de su lado, fuera de la jaula que nuevamente se cerraba.

"¡TaeHyung! ¡Sácame, sácame de aquí!" Gritaba con su voz seca y desgarrándose, pero repentinamente sus labios eran sellados, pero seguía intentando gritar aunque apenas fuera oído mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

TaeHyung se levantaba del suelo en el que había aterrizado y volvía a pegarse contra la reja.

— ¡Sácalo ya! —gritaba en dirección al capitán.

Este negaba—. No has hecho ningún trato aún.

TaeHyung intentaba con toda su fuerza de voluntad, encontrar la calma, señalaba a SeokJin y le pedía con un ademan en sus manos que se calmara.

— Escúchame, SeokJin —el alma frente a él seguía gritando desgarradoramente, intentando abrir sus labios, pero solo consiguiendo que sangre brotará de ellos—. ¡Por favor, detente! —gritaba, golpeando la reja—. ¡Te sacaré, lo haré. Solo déjame terminar aquí para poder hacerlo! —SeokJin dejaba de gritar, pero seguía llorando, lágrimas que se secaban al instante, era más una mueca de dolor constante.

Sus ojos inyectados en sangre logrando resaltar ese verde esmeralda que TaeHyung tanto amaba, pero que no podía disfrutar en ese instante. No podía creer lo que le había hecho a SeokJin.

Girando sobre sus talones, iba decidido hacia Agalariept.

—Dime que hacer —luego miraba entre ambos—. Y más les vale cumplir su promesa —mencionaba.

—Esto no es una promesa, chico —mencionaba Agalariept—. Es un pacto, un ganar y ganar —señalaba a los tres, sonreía ladino y luego estiraba la daga en dirección a un TaeHyung que aún tenía una oreja en dirección a las palabras del general y otra a los sollozos que SeokJin hacía tras él—. Tu sangre, en este cáliz. Derrama lo suficiente para llenarlo a la mitad, lo beberé. Serás mío y...

—Soltaré a tu humano en cuanto sepa que Agalariept dejó el tercio de sus tropas aquí, en mis confines —mencionaba Baalzephon—. Incluso te dejaremos a ti sacarlo de aquí sin que otros intenten jalarlo hacia abajo, lo dejaras en su cuerpo y luego serás propiedad de Agalariept antes de que incluso pienses en huir —advertía.

TaeHyung pasaba el nudo en su garganta, miraba hacia atrás una última vez, se rompía, tomaba la daga y miraba a los demonios frente a él.

—No voy a huir —aseguraba—. ¿Él recordará su tiempo aquí?

Baalzephon asentía—. Sip, lo siento, no puedo hacer nada para borrar eso... Quizás tu humano quede algo demente luego, pero dejarlo cuerdo no es algo que pueda lograr.

TaeHyung abría su boca para decir algo, solo que no sabía qué.

—No tienes nada más que entregar, angelito —añadía Agalariept—. No podemos borrarle la memoria para que no recuerde el infierno, querías liberarlo. Hay consecuencias, tómalo... —decía, acercándole el cáliz—... O déjalo —añadía, alejándolo.

TaeHyung sentía desesperación, Jin no sobreviviría a la locura que podría desastarse. Aunque ya había lidiado con un trato sobrenatural desde su nacimiento, pero recordar su estadía a la perfección cada que estuviera dormido o despierto...

«Se volvería loco en algún momento»

—O quizás no —mencionaba el general—. Cómo sea, toma una maldita decisión. Sácalo y déjalo a su suerte. O déjalo aquí, pronto morirá su recipiente también porque tú ya sabes la verdad y no durará mucho ahora.

Otro grito desgarrador proveniente de SeokJin lo hacía saltar del susto, del terror y él solo empuñaba la daga y cortaba su muñeca. Profundo, lento y doliendole de una forma indescriptible.

Ambos demonios reían.

—Esa daga definitivamente fue hecha para ti —mencionaba Baalzephon.

—Te hiere con tanta facilidad —mencionaba Agalariept, una voz ronca, aquello era demasiado excitante para él.

TaeHyung sentía que ya no podía mover las extremidades de su mano, sacaba la daga de su carne y tomaba el cáliz. Su mano izquierda, en la zona de su muñeca, comenzaba a desangrarse dentro de este, mientras su mano derecha sostenía ambos objetos. Se sentía débil mientras giraba sobre sus talones para ver cómo SeokJin lo miraba con dolor, horror y confusión en sus orbes verdes.

TaeHyung parpadeaba y le sonreía sin fuerzas, luego pasaba el nudo en su garganta.

—Te amo, Kim SeokJin —susurraba.

Los segundos pasaban y cuando notaba que el cáliz tenía más sangre de lo que Agalariept había pedido, se giraba en dirección al general y sin fuerzas, estiraba su mano.

El demonio relamía sus labios y estiraba la suya propia para tomar aquello y finalmente sellar el trato, pero cuando apenas rozaba el objeto, TaeHyung era arrebatado del infierno sorpresivamente.

— ¡No! ¡Esp-...! —se ahogaba con sus palabras en el trayecto en que se sentía ascender con fuerzas y una ráfaga de viento y fuego le cubría.

Cuando sentía que iba a desvanecerse, el cielo terrenal y casi nocturno aparecía frente a él y luego caía desplomado contra el suelo duro. Su muñeca aún sangraba y su otra mano soltaba la daga y la sangre del cáliz era derramaba en el suelo.

Su cabeza había golpeado fuertemente contra la superficie, se sentía demasiado desorientado y débil. Girando sobre su estómago miraba a su alrededor, estaba en la tierra, pero no sabía en qué parte. Apretaba sus ojos para intentar visualizar su alrededor, pero no comprendía.

Se levantaba furioso y desesperado. Algo mareado y giraba, cuando veía a la figura frente a él, parpadeaba confundido.

— ¿Quién eres-...? ¿Por qué-...? ¿¡Por qué hiciste eso?! —se tiraba encima del desconocido frente a él y tomaba el cuello de la chaqueta del tipo e intentaba sacudirlo, pero solo lograba caer de rodillas debido a que estaba demasiado débil.

El tipo frente a él era más alto. Unos ojos azules como el mar, una piel blanca increíblemente suave, lo sabía sin siquiera haberlo tocado. Una presencia única y un cabello dorado precioso.

— ¿Qué estás haciendo, TaeHyung? —susurraba con una voz grave.

TaeHyung miraba desorientado hacia arriba. ¿Quien diablos era y por qué sabía su nombre? Y por sobre todas las cosas ¿Por qué lo había sacado del infierno?

— ¿Quien eres? —preguntaba con sus párpados pesados. Seguía perdiendo sangre.

El tipo en cuestión se inclinaba, tomaba su muñeca y pasaba su mano sobre ella, cuando lo hacía, la profunda herida desaparecía. Su muñeca estaba intacta.

— ¿Cómo-...? —TaeHyung lo miraba otra vez, pero en esta ocasión de más cerca. Le llevaba unos segundos reconocerlo—. ¿Tú? —susurraba sin aliento.

— ¿Que has hecho, hermano? —susurraba la voz.

TaeHyung sentía sus ojos húmedos, su garganta hecha un nudo—. Ustedes me castigaron...

El otro hombre negaba—. Te dimos lo que querías —respondía—. El cielo nunca estuvo detrás de tu sufrimiento, aunque el general quiso convencerte de eso

— ¡SeokJin fue asesinado, Miguel! —gritaba con rabia, entre el fuerte llanto.

El recipiente que el ángel Miguel había tomado, era extremadamente hermoso, gran presencia. Más alto que TaeHyung. Este parpadeaba con una mirada nostálgica en sus ojos azules.

—Tú eras su ángel guardián, sin ti... Él estaba solo —susurraba—. No fue nuestra culpa y nosotros no te convertimos en esto —mencionaba—. Querías estar con él, te desterramos y te dimos la oportunidad de ser humano. Nosotros no te obligamos a vagar por ahí como un demonio —exclamaba.

TaeHyung lloraba, sin decir nada, sin intentar contener sus lágrimas. La mano de Miguel se posaba en su mejilla y limpiaba una de estas. TaeHyung cerraba los ojos.

—Solo te dimos lo que querías —susurraba una vez más—. Luego lo sacrificaste y te volviste... Esto —decía, mirándolo casi, casi, con un poco de desprecio.

TaeHyung sorbia sus lágrimas, se ponía de pie y se alejaba del ángel. Luego limpiaba bruscamente su rostro.

—Sé lo que soy, pero ahora voy a sacrificarme para sacarlo de allí. Yo lo puse dónde está, yo voy a liberarlo... Nadie más puede hacerlo por mí —luego se giraba para intentar volver al infierno, pero no podía. Lo intentaba desesperado una vez más.

—Tae...

— ¡¿Por qué no puedo volver?! —volvía a arrojarse sobre Miguel—. ¡¿Por qué me sacaste?! ¡Él va a morir! —decía desgarrado —. Morirá por mi culpa, déjame volver —susurraba roto.

Miguel lo miraba casi sin emoción alguna en su rostro.

—No, te saqué de allí antes de que cometieras una locura

— ¡Ya no importa! ¡Soy un vil demonio! ¡Déjame volver!

—No puedo —respondía, y cuando aquella frase brotaba de sus labios, TaeHyung le daba un puñetazo que apenas lograba moverlo, pero que no le causaba ningún dolor.

— ¡¿Por qué estás aquí?! ¡¿Por qué ahora?! —gritaba TaeHyung.

Miguel acomodaba su ropa y su cabello—. Estoy aquí para evitar que hagas una locura. Vine a salvarte

— ¡SeokJin necesita ser salvado! —gritaba una vez más, cayendo de rodillas y postrándose de boca al piso—. Me arrepiento de lo que le hice, déjame volver. Déjame arreglarlo y vete, por favor...

Un silencio se hacía presente, mientras que solo el llanto de TaeHyung era lo único que se escuchaba aquella fría madrugada.

—Oímos tu llanto. Tu arrepentimiento —decía Miguel, finalmente—. Tu ruego llegó a cada uno de nosotros, arriba...

TaeHyung sorbia sus lágrimas y alzaba su cabeza.

— ¿Qué quieres decir? —susurraba.

—Que te oímos arrepentirte y vine para ayudarte —mencionaba.

TaeHyung fruncia su ceño, se enderezaba sobre sus rodillas y miraba a Miguel.

— ¿Lo sacarás de allí? —preguntaba.

Miguel lo miraba sin emoción, hasta que asentía. La boca de TaeHyung se abría y se secaba de la desesperación. Luego se ponía de pie y miraba sin parpadear al ángel.

— ¿De verdad? —preguntaba sin aliento.

—Nunca quisimos que eso sucediera con él o esto contigo —señalaba—. No es justo dejarlo allí cuando lo sacrificaste por ser algo que ni el cielo deseaba —mencionaba con calma—. Lo sacaré de allí y volverá a su recipiente. Está pronto a morir si no hacemos algo ya.

TaeHyung pasaba el nudo en su garganta y asentía—. Hazlo... Hazlo, ahora. ¡Ahora!

Miguel apretaba sus dientes ante la orden, lo miraba con ojos entrecerrados y una mirada voraz.

—No volverás a ser lo que eres —mencionaba—. Nuestro plan nunca fue hacerte un demonio, el infierno tiene suficiente de esos... Se te hizo humano para que vivieras y lidiaras con tus decisiones, pero fuiste cobarde.

TaeHyung pasaba el nudo en su garganta. Al parecer, esto conllevaba a no ser un demonio de bajo rango, sino a desaparecer para siempre. Como si nunca hubiese existido. Y sabía que Miguel tenía el poder para hacer eso. Se le helaba la sangre.

Pero asentía—. Entiendo —susurraba—. Me harás desaparecer... Pero antes dime qué sucederá con Jin —rogaba.

Miguel lo miraba fijamente y se acercaba a paso lento, cuando quedaba frente a TaeHyung, este se sentía intimidado.

—El mundano no va a recordar nada —exclamaba y TaeHyung suspiraba—. Su tiempo aquí será largo. Un nuevo ángel será designado. Su vida continuará su rumbo, pero todo lo malo y sobrenatural que vivió, será borrado de su memoria y de su vida...

TaeHyung relamía sus labios—. ¿Él me olvidará? —preguntaba roto.

Y sabía que era egoísta entristecerse, pero no podía evitarlo. Él lo amaba, lo había amado con todo su ser y SeokJin no lo recordaría.

Dolía como la mierda.

—Como si nunca hubieses existido —mencionaba Miguel—. Todo lo malo relacionado a ti, será eliminado de sus recuerdos. Su amiga tampoco sabrá quién eras... Sin las pesadillas siendo parte de su vida, la relación con sus padres adoptivos seguirá instacta, ya que no habría motivo en su historial para huir de ellos —exclamaba.

Y TaeHyung sonreía sin fuerzas, le gustaba lo que escuchaba y le dolía en parte iguales.

— ¿Lo dices en serio? —susurraba sin fuerzas.

Miguel fruncía el ceño—. ¿Dudas de mí palabra?

TaeHyung reía secamente, luego enseriaba sus rasgos y pasaba el nudo en su garganta—. Lo siento. Me basta saber que él vivirá una vida larga y no recordará todo lo malo que viene con mi recuerdo... Es suficiente para aceptar mi destino.

Miguel parpadeaba—. Serás juzgado por tu vida como humano... Luego tu alma irá al lugar que debe de estar —mencionaba—. No te voy a desaparecer.

TaeHyung abría sus ojos, reía ladino luego y exclamaba—. Me toca el infierno de una forma y otra, era casi lo mismo si hacía el pacto ¿No?

Migue torcía su cabeza—. Ese hombre no merece todo lo que le sucedió, sí, su pasado fue ambicioso y consiguió hacer que un ángel cayera de su gracia, pero este hombre, de esta vida actual... No sabe nada de eso, no merece lo que tiene y lo haremos justo para él.

TaeHyung fregaba su rostro y limpiaba las últimas lágrimas que se estaban secando en su rostro—. Hazlo. No me importa una eternidad de tortura, si sé que él estará bien. Al fin y al cabo lo merezco

— ¿Tan seguro estás de que irás al infierno? —preguntaba Miguel.

TaeHyung daba otra risa seca—. Ambos sabemos que no se llega a la vida eterna solo por ser bueno. Pero lo acepto, acepto ser juzgado si Jin tendrá una segunda oportunidad. Y realmente te agradezco con todo mi ser lo que estás haciendo —susurraba al final.

Miguel se encogía de hombros—. Solo escúchanos tu ruego, vimos las lágrimas que derramaste y decidimos hacer esto último por ti y por él. El mundo necesita un balance —añadía, luego se acercaba a TaeHyung y sabía que este le temía, podía sentirlo. Elevando su brazo, ponía sus dedos en la frente de TaeHyung—. Poner a cada uno en su lugar, es parte de recuperar ese balance.

TaeHyung quedaba sin aliento, asentía y apretaba sus ojos, sentía como cada momento vivido con SeokJin y con el actual Jin, pasaba como una película frente a sus ojos. Su pecho se comprimía con dolor y temor, sentía su respiración agitarse y un poder indescriptible que le rodeaba.

Tomando su último aliento exclamaba—. Hazlo —y se entregaba a su nuevo destino final.

—Adios, hermano —exclamaba el ángel.

—Adios, Miguel.


Próximo, el epílogo.

NanyKoo

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