Intercepción en la linea temporal 5

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Capítulo 7

La supervivencia y el deseo de proteger a nuestros seres queridos son instintos naturales arraigados profundamente en nuestra psique. Es un impulso primal que nos impulsa a luchar, a resistir y a hacer todo lo posible para mantener a salvo a aquellos a quienes amamos. Sin embargo, a veces este deseo ardiente puede nublar nuestro juicio y llevarnos por caminos peligrosos.

Cuando nos enfrentamos a situaciones extremas, es fácil perder de vista la lógica y actuar impulsivamente en nombre de la protección. El miedo y la urgencia pueden tomar el control, llevándonos a tomar decisiones precipitadas o incluso temerarias.

Personalmente, he sentido esta lucha interna en más de una ocasión. El instinto de proteger a mis seres queridos a veces ha chocado con mi racionalidad, obligándome a enfrentar decisiones difíciles. Pero, he aprendido que la clave está en encontrar un equilibrio entre el impulso de proteger y la necesidad de evaluar cuidadosamente las opciones disponibles.

Es importante recordar que la protección no siempre significa enfrentarse directamente al peligro. A veces, la mejor manera de mantener a salvo a nuestros seres queridos es tomar un paso atrás, evaluar la situación y buscar soluciones más estratégicas y menos arriesgadas.

Sí, son sentimientos poderosos y nobles, pero debemos recordar mantener la calma y la claridad mental incluso en los momentos más desesperados. Solo así podemos tomar decisiones informadas y asegurarnos de proteger no solo a quienes amamos, sino también a nosotros mismos.


17 nuevamente recibió golpes y cayó al suelo, incapaz de hacer nada más que resistir. Cell lo agarró del cuello con intención de absorberlo, pero 17 luchaba con todas sus fuerzas. El monstruo extendió su cola, y de aquel aguijón, una bocaza se abrió, como si fuera un succionador. No mentiré, mi impaciencia crecía, hasta que, en ese momento crucial, 16 llegó al rescate y golpeó a Cell con una fuerza impresionante.

Un suspiro de alivio escapó de mis labios al ver a 17 caer al suelo, temblando pero seguro de que estaba a salvo por ahora. Miré a 16 con gratitud.

—17, aléjate de una vez por todas. Yo me encargaré esta vez. Por ahora, supero la fuerza de este monstruo —comentó 16, dándole la espalda a 17.

Por la reacción de él, me di cuenta que la idea de que existiera otro ser con tanta fuerza como la de Cell parecía insoportable para 17.

16 se lanzó al ataque, igualando la velocidad de Cell con una determinación que me hizo sonreír. Entonces, allí mismo, otro ataque se dirigió por parte del monstruo con su cola, y aquel aguijón se clavó en el cuello de 16. Veo como intenta absorber la energía de este, pero como en el anime, se mostró que le era imposible, debido a que 16 seguía siendo un robot.  

16 aprovecha ese momento y toma a Cell por la cola y lo arroja con fuerza contra el suelo. Este se resquebraja por el impacto, dejando al insecto momentáneamente impotente. como pudo, Cell salió volando y 16 le siguió, creando un momento de medida de velocidades, pero que 16 le alcanza con facilidad. Una ronda de golpes y patadas inicia, y una vez más 16 arroja a Cell contra el suelo. El semblante de la criatura mostraba escepticismo, tanto como 18 y 17 lo hacían en aquel momento. 

16, con agilidad, se arrojó contra este desde su altura, propinando un golpe desgarrador contra Cell, manteniéndolo en suelo. Allí, le tomó de la cola, y con fuerza desmedida, logró desmembrarlo de esta. Cell gimió de dolor por la brutalidad de su adversario. 

—Vamos, sé que puedes regenerarte —murmuró 16, con una mirada punzante hacia aquel monstruo. 

como era de esperarse, Cell regeneró su cola, con una expresión seria. Las miradas de él y 16, demostraban más que un simple enfrentamiento. 

El silencio que envolvía el lugar parecía densificar el aire, como si cada segundo que pasara nos acercara más al abismo de la incertidumbre. 18 me miraba fijamente, con una expresión de preocupación que reflejaba la tormenta de pensamientos que seguramente batallaban en su mente. Su mirada inquisitiva parecía atravesar mi ser, buscando respuestas que quizás ni yo mismo tenía:

—¿Qué futuro conoces? —preguntó 18 finalmente, rompiendo el silencio con su voz cargada de ansiedad.

Respiré profundamente, sintiendo el peso de la responsabilidad en mis hombros. No había forma de eludirlo más, tenía que contarle la verdad, aunque doliera.

—El futuro que conozco es uno lleno de pérdida y desesperación —comencé, aquella palabras salieron con más pesar de lo que hubiera deseado—. Tanto tú como 17 son absorbidos por Cell, y número 16... él... muere en la batalla.

La expresión en el rostro de 18 se tornó sombría, sus ojos reflejando la angustia que sentía en su interior. No había manera de suavizar la dura verdad que acababa de revelarle.

—¿Y tú? —inquirió con palabras cargadas de reproche—. ¿Por qué no haces algo para acabar con Cell de una vez por todas? ¿Por qué permites que todo esto suceda?

Su interrogante resonó en mi, y por un momento me sentí atrapado en un torbellino de emociones encontradas. Mi mirada viajo desde ella hacia 17 y luego a 16, quienes seguían luchando incansablemente contra el monstruo que amenazaba con destruirlo todo. La respuesta estaba frente a mí, en sus valientes actos de sacrificio y determinación.

Asentí lentamente, comprendiendo lo que debía hacer. Me enfrenté a la mirada de 18, pese a que seguía buscando respuestas en los míos.

La batalla continuó, con Cell tomando la delantera al derribar a número 16 al suelo. Parecía que la victoria pendía de un hilo, y Cell lo sabía. Se abalanzó nuevamente hacia 17, con la determinación de acabar con él de una vez por todas. Y fue allí cuando me apresuré para intervenir antes de que lo alcanzara, pero entonces, el inesperado movimiento de 16 me detuvo en seco. Este se había levantado y había arrojado su brazo mecánico como un último intento desesperado por detener a Cell. El impactó fue desgarrador. 


16 apareció frente a Cell, agarrando su brazo enviado, y arrojando a Cell violentamente contra el suelo. Allí, a unos cuantos metros de 17 y con el cuerpo de Cell yaciendo en el piso, Número 16 desarmó sus brazos revelando dos turbinas mecánicas en ellos, como especies de ametralladoras. Y, apuntando al monstruo insecto, gritó: 

 —¡Brazo Sónico!

De inmediato, una enorme carga de energía se acumuló y se desprendió en una ráfaga, como un proyectil fortísimo. La fuerza fue tal que excavó la mismísima tierra e iluminó toda la zona hasta cegarnos. 


Aproveché aquel momento para acercarme a 17. Le tomé del hombro, y él me miró con miedo, como si por un instante hubiera pensado que era Cell. Con la tierra vibrando y los numerosos rayos de energía surgiendo desde el suelo, como si la tierra misma no pudiera contener el poder de Número 16, le dije:

—Soy yo, tranquilo. Aquí estoy, hermano, le venceremos. 

17 me miró por un momento, y en aquella mirada vi algo que nunca antes había visto: se despojó de su orgullo, de su necedad y terquedad, mostrándose vulnerable por primera vez ante un adversario que no podía vencer solo. En ese instante, comprendí la profundidad del vínculo que nos unía.

Mientras el humo se disipaba, pude ver a 17 un tanto sorprendido por la fuerza de 16 también.

—No sabía que fuera tan fuerte, Número 16 —tartamudeó. 

—¡Increíble! —exclamó 18 quien se había acercado, admirando la determinación de Número 16—. Nunca imaginé que lo fuera. 

—Sí, 16 es realmente formidable. Pero tu orgullo te impedía verlo claramente —respondí, con una sonrisa. 

—Tienes razón, 23. Pero ya no volveré a subestimar a ninguno de ustedes. Debo entrenar más y ser aún más fuerte —afirmó 17, un poco avergonzado.

—Sí, pero no cantemos victoria todavía. Cell sigue vivo —advertí, recordándonos la amenaza que aún enfrentábamos.

—¿Qué? ¿Cómo es posible? —se sorprendió 17.

—Debes estar bromeando, Número 23 —murmuró 18, aterrada de esa posibilidad.

—Cell es fuerte, muy fuerte. Pero no permitiré que nos derrote. Solo espero que aparezca pronto para enfrentarlo de una vez por todas —respondí, decidido a no retroceder.

—¡Todavía están aquí! ¡Les dije que huyeran! —gritó 16, urgente.

— Vamos no tengo porque hacerlo. Ya que al fin acabaste con él —respondió 18, y la miré con pesar. Parece que le era imposible creer en las vueltas del destino. 

—¡No, aún no lo he derrotado. Tal vez lo herí levemente, pero él no es uno de esos sujetos que se mueren al recibir estos tipos de ataques! ¡No se queden aquí deben huir! —agregó 16, tan urgido como asustado—. ¡23, cuídales!  

— ¡Sí! —promulgué. 

Pero entonces, Cell comenzó a aparecer detrás de número 17. Lo vi y, sin pensarlo, me interpuse entre ellos y le propiné una patada tan fuer, que lo mandé a volar gimiendo de dolor. Aún en el aire, y viéndole sangrar, aparecí nuevamente detrás de él y lo golpeé, enviándolo al suelo. Cell volvió a gritar de dolor, y esta vez, todo su cuerpo sangraba. 

—No sé qué pretendías diciéndome que me absorberías, pero no soy como ninguno de los otros androides —argumenté, sin una pizca de arrepentimiento por su estado—. Sé que 17 te dijo que él era el más fuerte, pero en realidad, siempre he sido yo. No Número 16, sino yo. Tu poder no se compara con el mío ni el de nadie aquí. ¡Voy a acabar contigo de una vez por todas, maldito!

Extendí mis manos hacia él. Concentré toda mi energía en mis manos, sintiendo cómo mi poder aumentaba exponencialmente. E incrementando mi energía hasta alcanzar solo la mitad de mi verdadero poder, vi como las venas de mis brazos se marcaron mientras canalizaba la fuerza necesaria para liberar mi ataque más devastador. Sabía que esto debía terminar ahora. A pesar de haber cambiado el rumbo de esta historia, no permitiría que destruyera a quienes  eran mi familia. Grité con furia:

—¡Cañón Súper Letal!

Una ráfaga poderosa de energía se disparó desde mis manos, abarcando 180 grados. El destello cegador iluminó todo a su alrededor, y el estruendo fue ensordecedor. La onda expansiva arrasó con todo a su paso, destruyendo la mitad de la isla. Podía sentir el suelo temblar bajo mis pies mientras la devastación se extendía.

Vi cómo el cuerpo de Cell se desintegraba en el epicentro de mi ataque. La intensidad de mi energía lo reducía a polvo, a nada. Entonces, en ese momento, una mezcla de emociones me invadió. Había logrado lo que debía haber hecho desde un principio. Había destruido a la amenaza que podía acabar con todos nosotros.

Mientras observaba el cráter y los restos humeantes de lo que había sido Cell, no pude evitar sonreír: Había cambiado el rumbo de esta historia, había protegido a aquellos que ahora consideraba mi familia. Este triunfo no era solo una victoria sobre un enemigo; era la reafirmación de mi propósito, de mi deseo de protegerlos. Por primera vez, sentí que el futuro podía ser diferente, que mis acciones podían realmente marcar la diferencia. ¿Y ahora qué?, era la pregunta en el aire.

Entonces, algo ocurrió en segundos: 

—¡Cuidado, Número 17! —oí gritar a Ten Shin Han desde lejos, cuya presencia no había notado.

Una sombra cayó como un rayo desde el cielo, aterrizando cerca de Número 17. Lo vi y no pude evitar preguntarme: ¿Cómo era posible? Cell estaba junto a 17 y, sin dudarlo, comenzó a absorberlo. ¿Qué estaba ocurriendo?

—¡No...! —grité desesperadamente, dirigiéndome hacia 17.

Las imágenes de recuerdos pasaron por mi cabeza en un instante, reviviendo cada momento que había compartido con 17, 18 y 16. Recordé el instante en que mi cápsula se abrió y los vi por primera vez, sus rostros llenos de curiosidad. Nos unimos como un equipo, como una familia, desde ese primer encuentro. Reviví el momento en que liberamos a número 16 de su cápsula, su imponente figura emergiendo. Luego, el emocionante y caótico robo del auto, sintiendo una libertad desenfrenada.

Pensé en nuestra llegada a la tienda, provocando el caos y disfrutando de nuestra recién encontrada independencia. Recordé cómo enfrentamos a Vegeta y el tenso enfrentamiento con los pandilleros en la carretera; y finalmente los días en la casa de Goku. Cada risa, cada conversación, y cada detalle pasó delante de mí, inundándome de nostalgia y desesperación, mientras veía a 17 ser absorbido por Cell.

Cuando acabó, sentí una oleada de impotencia y desesperación. ¿Qué no había tomado en cuenta? ¿Cómo había logrado Cell sobrevivir a mi ataque?

Me detuve, observando la atrocidad que se desarrollaba ante mis ojos. Cell comenzaba a brillar, su poder aumentaba de manera alarmante. En mi mente, una pregunta resonaba una y otra vez: ¿Qué había fallado? Había puesto el suficiente poder en ese ataque, convencido de que había terminado con él. ¿Cómo había podido Cell lograr su objetivo? Había estado recriminando a 17 por su orgullo, su terquedad y su necedad, pero yo mismo había subestimado al enemigo, y ahora, pagábamos el precio. Tenía que encontrar una manera de salvar a los que quedaban, de enmendar mi error. Pero, en ese momento, solo podía mirar, impotente, cómo el monstruo alcanzaba su nueva forma.

La transformación de Cell se desató ante mis ojos con una rapidez aterradora. En cuestión de segundos, su cuerpo mutó y se redefinió, absorbiendo por completo a número 17. Lo que una vez fue una abominación de aspecto insectoide se convirtió en algo mucho más refinado y letal. Su rostro cambió, adoptando una apariencia más humana pero con una frialdad que helaba la sangre y la boca de un bagre. Este nuevo Cell era completamente diferente al que había enfrentado antes, más poderoso y aterrador.

El poder que emanaba de esta nueva  criatura era abrumador, una fuerza que sobrepasaba cualquier cosa que hubiera sentido antes. Me miró, y en esa mirada había una mezcla de triunfo y sadismo, una sonrisa que me decía que sabía exactamente lo que yo estaba sintiendo.

¿De dónde apareció ese Cell?, volví a preguntarme, es que estaba seguro de que le había derrotado. Aquella sonrisa no la olvidaría, estaba disfrutando de mi confusión y desesperación.

Cell dirigió su mirada a 18, y número 16 gritó de inmediato:

—¡Vámonos de aquí, Número 18!— La tomó por un brazo y comenzaron a correr. Noté el leve movimiento de Cell; iba a perseguirlos. En cuestión de segundos, apareció delante de ellos, bloqueando su escape. 

No lo permitiría. Se suponía que en estos momentos Ten Shin Han debía detenerlo, pero no iba a dejar que esto sucediera de nuevo. No me importaba si modificaba algo del futuro. Sentía algo que nunca había sentido antes: un dolor profundo en mi ser. No lo comprendía del todo, pues, después de todo, sabía que este mundo no era real.

Cell se miró en el reflejo del agua y dijo:

—Yo también estoy sorprendido. Ahora soy mucho más veloz que antes, gracias a haberme perfeccionado con el androide 17. ¿Qué tan fuerte seré?

Al voltearse, Número 16 se abalanzó contra él, pero su golpe no logró siquiera moverlo. 16 se sorprendió, y Cell, extendiendo su mano, lanzó una onda de energía muy fuerte que arrojó a Número 16 muy lejos. Sí, sé que debía apresurarme, pero recordar que 17 había sido absorbido me impedía moverme, además de mis propios cuestionamiento ante una realidad distorsionada. Y ahí estaba lo que más temía: parte del cráneo de número 16 había desaparecido.

El mundo parecía detenerse a mi alrededor mientras Cell, con una sonrisa de triunfo, avanzaba hacia 18.

—¿En qué estábamos? — preguntó con una sonrisa maliciosa, observando a 18. Y por primera vez la vi temblar.

—Así quédate. Has comprendido que es inútil huir de mí. Te felicito, eres una chica... — se saboreó los labios sin terminar la oración—... bueno, ahora te toca a ti. Nos transformaremos en otro cuerpo, cerca de la perfección —dijo con la misma sonrisa malévola.

18 colocó su mano en su corazón. Cell se detuvo confundido.

—Acércate un milímetro más y explotaremos los dos. Si yo muero, ya no podrás cumplir tu objetivo — advirtió ella con determinación.

El rostro de Cell cambió de una sonrisa a un gesto malhumorado, pero luego sonrió de nuevo. Y fue allí, como en el anime, algo inesperado sucedió: la voz de 17 apareció.

—Puedes escucharme bien, Número 18. Soy yo, Número 17... —su voz nos dejó a todos atónitos.

—¿Número 17?... — susurró 18, sorprendida.

—No se dejen engañar, Número 18 y 23. Cell quiere convencerles a como dé lugar. Por eso está usando la voz de Número 17 —intervino 16.

—No te metas en esto, chatarra. Un robot jamás entenderá sus sentimientos —respondió Cell. — Vamos, Número 18. No lo pienses tanto. Déjate absorber. Juntos crearemos al ser más perfecto de este mundo y cumpliremos el deseo de nuestro creador. Derrotemos a Goku y gobernemos este mundo juntos —insistió.

—16 tiene razón, Número 18, ese no es 17 —confirmé, con el ceño fruncido. 

—¡No me engañas, monstruo! Tú no eres 17. Es fácil saberlo porque nosotros lo odiamos por reconstruirnos sin nuestra autorización. Él nunca hablaría bien de ese científico, aunque esté equivocado —refutó 18 con determinación.

—Me estás cansando. No me queda otra opción más que absorberlos a la fuerza... —amenazó Cell, acercándose unos pasos, pero ella retrocedía aún más.

18 se preparó para una posible auto-destrucción, pero todos allí sabíamos que necesitaba tiempo para reunir suficiente energía, y Cell era más rápido ahora. Sin pensarlo, comencé a dirigirme hacia él a gran velocidad, viendo de soslayo que Ten Shin Han se aproximaba, pero le hice un gesto de que no lo hiciera, y allí grité:

—¡Bolas de poder máximo! 

Entre mis manos se gestaron tres esferas de energía deslumbrante, cada una irradiando un poder incomparable. Como las bolas de energía que había visto a 17 usar en los videojuegos de Budokai Tenkaichi 3, solo que estas eran reales y pulsaban con una intensidad que hacía temblar el aire a su alrededor. Con un movimiento rápido, las lancé hacia Cell y su entorno, desatando una tormenta de fuerza devastadora. El estallido resultante fue tan poderoso que incluso 18, a cierta distancia, se estremeció y retrocedió por el impacto.

—¡Será mejor que huyan, Número 16 y Número 18! De ahora en adelante, yo me encargo —anuncié desde el cielo—. Había dicho que solo lucharía contra alguien superior a mí, pero Cell, incluso en esta condición, no puede derrotarme. Huyan. Lo destruiré y lograré que expulse a Número 17.

—Número 23... —murmuró 18. Luego, tomando aire, agregó gritando mientras corría— ¡Está bien! Pero no mueras. No dejes que te absorba.

Se dirigió hacia 16 y, apoyándolo en su hombro, salió volando de la isla.

—¡Ahora sí! Solo somos tú y yo, Cell... —concluí, preparado para enfrentar al monstruo.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro