La Danza Peligrosa del Tiempo: Entre Decisiones y Destinos

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Capítulo 8

El tiempo siempre ha sido un misterio fascinante y peligroso. Lo entendí realmente solo cuando me vi envuelto en esta maraña de eventos que parecían desafiar toda lógica y razón. Me di cuenta de lo frágil y maleable que era su estructura. 

Cuando uno comienza a descubrir sus secretos, a entender sus pliegues y dobleces, se adentra en un terreno resbaladizo. Y viajar en él, no es solo un juego de precisión; es una danza peligrosa entre lo que fue, lo que es y lo que podría haber sido.

Descubrí que cada pequeña alteración, cada mínima decisión tomada en un momento que no debía ser tocado, podía crear ramificaciones interminables. Líneas temporales que no existían comenzarán a formarse y realidades alternas emergerán con cada acción que se realice. 

Sería como si el tiempo mismo se estuviera defendiendo de nuestra intromisión, creando nuevas historias y nuevos destinos, para equilibrar nuestros actos.

Los anaqueles del tiempo están llenos de sucesos que deben ocurrir, eventos predestinados que dan forma al universo tal como lo conocemos. Pero al desentrañar estos sucesos, al intentar manipularlos, me doy cuenta de que estoy jugando con fuerzas que no comprendo por completo. 

Cada paso que daba en esta nueva línea temporal, cada elección que hacía, me alejaba más de la realidad original, creando una versión del mundo que se desmoronaba lentamente bajo el peso de mis intervenciones. 

Es como si fuera un río, tratar de desviarlo puede parecer fácil en la superficie, pero las corrientes subterráneas son poderosas y traicioneras. 

Viajar a través de él, intentar moldearlo según mis deseos, me mostró que el verdadero peligro no residía solo en los cambios que hacíamos, sino en las consecuencias imprevisibles que estos cambios traían consigo. 

Cada momento alterado es una página arrancada de un libro, un capítulo reescrito que ya no encaja en la historia general.

Y, en ese mundo, en ese momento mientras miraba hacia atrás y veía las consecuencias de mis acciones, comprendí que el tiempo no era algo que debía ser manipulado a la ligera. Era una fuerza inmensa y misteriosa. Aunque uno pudiera intentar dominarla, siempre habría repercusiones, siempre habría una nueva realidad emergiendo de las cenizas de la anterior. Por eso, aprendí una lección crucial: a veces, la mejor manera de honrar el tiempo era simplemente dejarlo fluir...

Cell me observaba con malicia. Mi problema se concentraba en aquellos ojos azules. Eran los mismos ojos de número 17. Su apariencia insectoide seguía allí, pero, sin duda alguna, se había estilizado de tal forma, que se veía muchos más humano. Entonces, con mucha soberbia dijo:

— ¿Crees que esto cambia algo, Número 23? Aunque Número 18 haya escapado, solo tengo que absorberte a ti y luego encontrarla a ella. ¿Qué te hace pensar que puedes vencerme? Solo eres un tonto engreído.

— Porque mi nivel de poder es mucho más alto que el tuyo, incluso después de tu transformación. Mi error fue haberme confiado.

Cell me miró de arriba abajo y preguntó:

—Dime algo, ¿cómo llegaste a este mundo? ¿Cómo entraste a esta dimensión?

Me asombré ante lo que escuché.

—¿Cómo conoces mi historia? O mejor aún, ¿cómo es que apareciste de nuevo después de que te derroté?

—Tienes razón, en ese momento acabaste conmigo. Fue extraño observar mi propia muerte... —me fue difícil no mostrar mi sorpresa e incredulidad— ...Verás, conozco todo sobre tu mundo. Sé que llegaste aquí hace tres años, alterando por completo todo lo que hay en este mundo. Soy ese mismo Cell que destruiste, pero revivido. Dentro de cinco años, un hombre llamado Neo aparecerá en este mundo, tomará las esferas del dragón y me revivirá. Luego me enviará a este momento de la historia para cambiar lo sucedido y cumplir el objetivo del Dr. Gero. 

¿Quién era ese Neo? No estaba dentro de lo que conocía. Lo que siempre temía, alterar el curso de esta historia, estaba delante de mí: un Cell de otra línea del tiempo que había sido resucitado y traído de vuelta. ¿Cuántos caminos se habían abierto por mi presencia? ¿Cuántos más surgieron por cada paso y decisión que había dado?  Sí, sabía que había alterado la historia, pero nunca imaginé que cambiar el curso de los eventos desencadenaría consecuencias tan inesperadas.

Me preguntaba, incluso, si mi presencia allí ha hecho más daño que bien. La existencia de Neo me mostraba que cada acción tenía una reacción, y las ondas de mi llegada habían creado realidades alternas y líneas temporales que no deberían existir. Y comprendí algo mucho más aterrador: Esa dimensión estaba llena de secretos y misterios que se desenvolverían como hilos de un tapiz, y al tirar de uno, había deshecho partes que nunca debieron ser tocadas. 

Tomé como mi misión proteger a aquellos que consideraba a mi familia en ese momento, pero al hacerlo, había puesto en riesgo su futuro y el de todo este mundo. La lucha contra Cell ya no era solo una batalla sin más, sino una lucha contra el mismo tejido del tiempo, un tejido que he rasgado y que ahora debo intentar reparar. 

Pero, ¿era posible enmendar lo que ya está hecho? ¿O estaba destinado a vivir con las consecuencias de mis acciones, enfrentando cada nuevo reto que surgiera de las sombras de un tiempo alterado?

—Lo que sucedió hace un momento fue solo un intento de absorber a 17 antes de que notaran mi presencia aquí —continuó hablando con aquel tono victorioso en su voz—. Pero también admito lo mismo que tú, me confié y te subestimé. Pero no sucederá nuevamente. Esta vez te absorberé igual que a 17. Pero antes, dime, ¿cómo llegaste a este mundo?

—Eso no importa. Igual te derrotaré —contesté, sin perder mi vista sobre él—. La verdad no sé cómo llegué, pero lo averiguaré. Y de saberlo, no te lo diría tampoco. 

—Está bien, como quieras.

Cell se acercó a mí con gran velocidad, pero esta vez no dudé en usar mi máximo poder. Aparecí detrás de él, lo tomé por la cola y lo arrojé por los aires. 

Él gritó y, en segundos, aparecí nuevamente detrás de él y lo golpeé, enviándolo al suelo. Cell gimió de dolor. Desde esa distancia, extendí mis manos hacia él y lancé una ráfaga de bolas de energía, una tras otra a gran velocidad. 


Sentía frustración, rabia e impotencia. El recuerdo de 17 y 16 venía a mi mente, solo por demorarme en tomar una decisión. Detuve mi ataque, sabiendo que eso no sería suficiente. El polvo se disipó y ahí estaba Cell, mirándome impresionado. Se levantó con dificultad y gritó:

—¡Eres un desgraciado! ¡No dejaré que me humilles nuevamente, Número 23!

Extendió una de sus manos hacia mí, y una esfera de energía roja comenzó a formarse en su palma, crepitando con una intensidad amenazante. En un abrir y cerrar de ojos, la lanzó con una fuerza implacable. Instintivamente, me lancé hacia un lado, apenas logrando esquivarla mientras sentía el calor abrasador de su paso. Tras el impacto de su poder y la tierra vibrando debajo de mí, una imagen del anime se infiltró en mi mente: vi a 18 siendo vomitada por Cell después de su absorción, su cuerpo deslizándose fuera de ese monstruo con una mezcla de horror y alivio en su rostro.

"Eso es lo que debo hacer", pensé. "Cell debe vomitar a 17 con un golpe muy fuerte."

Desaparecí de su vista y reaparecí frente a él. Cell me observaba ahora temblando, con una mezcla de incredulidad. Y sin contemplación, lo golpeé en el estómago con todas mis fuerzas. Se retorció de dolor, pero aún no era suficiente. Lo hice de nuevo, una y otra vez, pero no sucedía nada. 

La desesperación me invadió, y seguí golpeándolo mientras gritaba: 

—¡Vomítalo, vomítalo, vomítalo!... —Continué así durante varios minutos, hasta que mis lágrimas comenzaron a brotar por la rabia. 

No lo vomitará. Aún no era lo suficientemente fuerte para lograrlo. Cada golpe que le di, cada grito desesperado, no sirvieron para nada. ¿Qué tan inútil era que no podía salvar a mi propio hermano? Mi poder, que creí suficiente, se mostraba insuficiente ante esa monstruosidad.

Mi mente era un torbellino de pensamientos oscuros. Recordé los momentos que pasé con 17, las sonrisas, las peleas, y su orgullo. Y ahora estaba atrapado dentro de Cell, en un destino peor que la muerte. No podía permitir que esto continuara, no podía aceptar mi propia impotencia.

El peso de mi fracaso me aplastaba. La rabia y la desesperación se mezclaban, formando una tormenta dentro de mí. Sequé mis lágrimas y me obligué a concentrarme. Tenía que haber otra forma, algún modo de liberar a 17 de esa prisión viviente. No podía rendirme, no en ese momento.

Miré a Cell, aún retorciéndose de dolor. Tenía que encontrar una manera, tenía que ser más fuerte. Extendí mis manos hacia él, decidido a continuar la lucha. Aunque no sabía cómo, estaba decidido a hacer todo lo posible para salvar a 17, sin importar lo que costara.


—Será mejor que mueras nuevamente. Creo que el Dr. Gero ni Neo te indicaron sobre mi poder, y por ello has cometido un error que te costará la vida —dije, con tanta rabia y frustración, que no sentía remordimientos de lo que iba hacer. 

—¡Número 23, no lo hagas! —dijo Cell, balbuceando mientras comenzaba a implorar—. Prometo no absorberlos y me uniré a ustedes para derrotar a Goku, pero no me mates...

Intenté contener una risa amarga. Qué irónico resultaba que aquel ser, tan lleno de arrogancia y maldad, suplicara por su vida. En ese instante, me di cuenta de lo desesperado que estaba. el mismo que había intentado absorbernos y destruirnos, ahora rogaba por su existencia. Y pensar que había llegado a este punto creyendo que podía manejar cualquier situación, ignorante de que yo estaba preparado para enfrentarle. Lo ignoré y simplemente pronuncié: 

—¡Adiós...!

En ese momento, observé cómo el cuerpo de Cell comenzaba a inflarse rápidamente. 

—Si intentas destruirme, destruiré este planeta por completo, número 23, y tú irás conmigo.


Sera mejor que mueras nuevamente... creo que el Dr. Gero ni Neo te indicaron de mi poder... por ello has cometido un error que te costara la vida  —.

— Número 23 ¡No lo hagas! — Dijo balbuceando mientras comenzaba a implorar— prometo no absorberles y me uno a ustedes para derrotar a Goku pero no me mates...—

Le ignoro y solo promulgo. — ¡Adiós...!—

En eso observo en segundos como el cuerpo de Cell comienza a inflarse. Su cuerpo se distendió grotescamente, sus músculos se hincharon de forma antinatural, y su piel verde y naranja comenzó a estirarse y a brillar con una luz rojiza y pulsante. Parecía una bomba de tiempo viviente y cada segundo lo hacía crecer más y más.

Aquellos ojos que reflejaban arrogancia, mostraban desesperación y mucha furia contenida. Las venas en su cuerpo latían con una energía descontrolada, como si su propia esencia estuviera a punto de explotar. Podía sentir la acumulación de su energía y el aumento de la presión que emanaba de él, tan palpable, como una ola de calor sofocante.

—Si intentas destruirme, destruiré todo este planeta por completo, Número 23. Y tú irás conmigo —gritó, su voz distorsionada por el esfuerzo de contener la energía que acumulaba.

El suelo temblaba bajo mis pies, y el aire alrededor de nosotros vibraba con la intensidad de su poder. Era un espectáculo aterrador, ver cómo Cell, en su desesperación, se convertía en una amenaza aún mayor, dispuesto a llevarse todo consigo en su intento de auto-destrucción. Pero sabía que no podía ceder ante su intimidación. Este era el momento decisivo, y debía ser más fuerte que nunca.

—¡Cell! Eres un tramposo —grité con rabia contenida.

Me detuve, pero desde el cielo se escuchó una voz con desdén:

—¡Un inútil es lo que eres Cell! ¿Acaso no puedes contra ese infeliz? Pensé que eras mucho más fuerte —Aquella voz la conocía perfectamente; una arrogancia y soberbia desmedida del único poseedor de tal orgullo: Vegeta—. ¿Qué intentas, explotar porque no puedes vencer esa chatarra? A decir verdad, me gustaría verte con tu cuerpo perfecto para ver qué tan fuerte dices ser...

Lo había olvidado, pero recordaba que, en el anime, Ten Shin Han era el que debía estar luchando en ese momento. Había olvidado que Trunks y Vegeta utilizarían La Habitación del Tiempo para entrenar. Una hora equivalía a un año en ese lugar. Así que, allí estaban, padre e hijo mirándonos con desprecio. 

Vegeta, llevaba su cabello rubio erizado y aquellos ojos verdes profundos, su cuerpo irradiaba una energía dorada y feroz que hacía vibrar el aire a su alrededor. Su expresión era severa, con una mezcla de arrogancia y determinación que reflejaba su sed de batalla. Vestía su habitual armadura Saiyan, pero esta vez parecía más ajustada, como si hubiera crecido, más musculoso y definido. 

Por otro lado, Trunks, compartía la misma aura dorada y poderosa. Su cabello también estaba erizado y dorado, pero mucho más largo, sus ojos brillaban con una intensidad verde. Y, aunque más joven, su rostro mostraba una seriedad inusual, marcada por el peso de las responsabilidades que llevaba. En ese momento, en vez de llevar su tradicional chaqueta azul, tenía el mismo traje Saiyan de Vegeta pero con más músculos y una postura segura.

Ambos parecían versiones más poderosas y resueltas de sí mismos, listos para enfrentar lo que fuera. 

Cell comenzó a desinflarse.

—Podré lograr eso si antes absorbo a Número 18 y a Número 23 —dijo Cell, con una chispa de esperanza en su voz.

—Entonces no hay problema. Busca a Número 18 mientras yo me encargo de esta basura —respondió Vegeta con frialdad.

Esto no podía estar pasando. ¿Qué haría? La desesperación me invadió al ver a Vegeta y Trunks, intervenir en el momento crucial. Mi mente se llenó de preguntas: ¿Cómo podría detener a Cell y evitar que alcanzara su forma perfecta? ¿Cómo lidiar con Vegeta, quien parecía más interesado en ver el potencial de Cell que en detenerlo? La presencia de Trunks me daba una esperanza, pero Vegeta estaba decidido a impedir que cualquier plan funcionara. La incertidumbre de nuestras acciones, las posibles consecuencias de cada decisión, y el caos que se desplegaba ante mí, me hacían dudar. Sabía que debía actuar rápidamente, pero la presión de cada elección pesaba como una losa sobre mis hombros.

—¡Padre! No lo permitiré... acabaré yo mismo con Cell y esto terminará de una vez por todas —gritó Trunks, lleno de determinación. Allí estaba mi comodín, tan apegado a su personalidad ocmo en el anime.

Trunks se dirigió hacia nosotros, y Cell mostró signos de pánico. Pero Vegeta, mucho más rápido, atacó a Trunks con una patada que lo envió a estrellarse contra una montaña.

No podía esperar más. Extendí mis manos hacia Cell, pero en segundos, Vegeta apareció frente a mí, apartando mi mano y desviando mi poder, el cual destruyó una isla por completo. Sin pensarlo, me dio un golpe directo en la cara, el dolor se esparció por todo mi cuerpo mientras volaba por los aires hasta golpear el suelo.

Me levanté con dificultad. Aquello había dolido hasta en mi alma. Vegeta indudablemente se había fortalecido, pero no permitiría que Cell escapara. Me compuse rápidamente y con todas mis fuerzas comencé a volar hacia Cell. Noté que Trunks también se acercaba. ¿Qué harás, Vegeta? ¿A cuál de los dos perseguirás?, me pregunté. 

La experiencia de Vegeta en batalla era indudable. Lanzó un ataque de energía que se dividió en dos, golpeando mi espalda y a Trunks al mismo tiempo. Caí al suelo, seguido por una ráfaga de energía que me golpeó sin piedad. Cell se lo agradeció, pero no podía levantarme; me tomó por sorpresa. Me inundé de ira y exploté, expulsando todo mi poder. En segundos, me dirigí hacia Vegeta y comenzamos a luchar. Ambos estábamos al mismo nivel. Sentí a Trunks, reconocí que seguía con vida, le vi levantarse y llenarse de mucha ira... era la oportunidad para que fuera detrás de Cell.

—¡Trunks... ahora destruye a Cell, yo me encargaré de Vegeta! —grité.

El chico asintió,  y lleno de rabia, le dijo a Vegeta:

—¡Estás equivocado, papá! No debemos permitir que ese monstruo se desarrolle. Si llega a superar nuestros poderes, ¿cómo vamos a derrotarlo? —dijo Trunks, preocupado.

—Trunks, me das tristeza. ¿Acaso no te gustaría ver qué tan fuerte puede ser? —respondió Vegeta con soberbia, mientras intercambiabámos golpes.

—¡Claro que no! No quiero ver esa transformación, no quiero vivir en un futuro que parece un infierno. Les demostraré que puedo detener su desarrollo y no me importa si para eso tengo que matarte —dijo Trunks con determinación.

Aquello me pareció irónico, pero debía actuar ya.

En la mano de Trunks apareció una bola de energía muy potente. Me alejé de Vegeta, pues aquello era peligroso. La energía se expandió impresionantemente y golpeó a Vegeta, quien gritó mientras era enviado muy lejos. Los problemas en casa debían resolverse en el hogar, llegó a decir a mi madre, aunque casi nunca lograba cumplirse.


Pero... ¿y Cell? 

No logré verlo. Comencé a buscarlo, pero había desaparecido. Me había distraído un momento por culpa de la pelea entre Trunks y Vegeta. No obstante, una cosa sí era segura: iría por 18. 

Comencé a volar, hasta tomar altura y comenzar a buscar desde ese punto. Pero todas las islas se parecían, y no sabía dónde podrían estar. Al menos, el anime no explicaba el lugar tampoco, así que esto se convertía en una odisea. 

Trunks se colocó a mi lado, también buscando, pero no obteníamos resultados. Estuvimos así por un buen tiempo hasta que escuché una explosión. Noté nuevamente el ki de Cell y me dirigí hacia una de las islas. 

Trunks también lo hizo, pero Vegeta también apareció. Esta vez, lo ignoré, y al parecer, Trunks también lo hizo. Los tres nos dirigíamos hacia la isla con la misma velocidad, mientras Vegeta lanzaba numerosos poderes. Utilicé mi campo de energía mientras volaba para mantenerme a salvo, mientras que Trunks simplemente los esquivaba, aunque con un poco más de dificultad. 

En minutos, llegamos, y ahí estaba Cell, frente a 18. 

Vi, como sin pensarlo, Número 18 lanzó tres bolas de energía, obligando a Cell a retroceder. La chica estaba al pie de una montaña, sin escapatoria prácticamente, mientras Cell la acosaba. Me di cuenta que aquel monstruo se alejó más de lo que había previsto y, en ese instante, recordé lo que estaba a punto de hacer. Pero era demasiado tarde cuando Cell gritó: 

— ¡Taiyoken!


Mis ojos se vieron envueltos en una oscuridad repentina y abrumadora, como si un velo espeso se hubiera desplegado frente a mí. La ceguera era total, sin una pizca de luz que filtrara su camino a través de mis párpados. Era como estar sumergido en la profundidad de la noche más densa, sin estrellas ni luna que guiaran mi camino.

Cada parpadeo era como una inyección de dolor agudo en mis retinas, una sensación abrasadora que me hacía querer cerrar los ojos con más fuerza, pero era inútil. El efecto del taiyoken era tan irritante como el gas pimienta, quemando mis pupilas y dejándome completamente vulnerable. En ese momento, me di cuenta de lo indefenso que estaba ante un oponente tan astuto como Cell. Me faltaba lo que él ya tenía: experiencia. No solo era poder, sino habilidad de combate que, en ese momento contra Vegeta y Cell, me había dado cuenta.

Aunque conocía sus técnicas y algún que otro evento del anime, me faltaba la experiencia en batalla para anticiparme. Intenté sentir su presencia, pero era en vano. 

Entonces, escuché a 18 gritar desesperada:

—¡No, por favor!

Desesperado y frustrado, comencé a arrojar ráfagas de energía sin poder ver hacia dónde iban. Escuchaba a Krilin luchando en el fondo. Y lentamente, la luz volvió a mis ojos y pude ver a Cell, brillando su cuerpo intensamente. Era demasiado tarde. 

Todos estábamos pasmados al verlo, pero ahora menos podía rendirme, tocaba mi turno. Y al parecer, Trunks pensaba lo mismo.

 Ambos empezamos a arrojar bolas de energía, pero el polvo que se levantó por el impacto de nuestros poderes, nos impedía ver claramente. En segundos, un campo de energía emergió, su poder se incrementaba a velocidades inimaginables. Y entonces, supe que realmente superaría el mío. La tierra temblaba, y la energía se expandía por completo. 

Después de unos minutos, ahí estaba Cell, completamente transformado. Su cuerpo era más grande y musculoso, e irradiaba una aura oscura y amenazante. Las líneas de su rostro se volvieron más afiladas, y sus ojos, llenos de malicia, ahora parecían contener un brillo siniestro y despiadado. Las alas en su espalda se habían vuelto más prominentes, como si estuvieran listas para desplegarse en cualquier momento y llevarlo a alturas aún más imponentes. Cada detalle de su anatomía parecía diseñado para infundir temor y dominio absoluto sobre cualquier oponente. Era evidente que la absorción de los Androides 17 y 18 había transformado completamente a Cell, convirtiéndolo en una verdadera fuerza a tener en cuenta. En el anime, esta sería su forma definitiva, pero aquí, en este mundo, todo había cambiado. Todavía faltaba para que alcanzara su transformación definitiva, y ahora, yo era el siguiente. 

Desde afuera, verlo en el anime parecía una lucha épica, pero ahora, con el peligro frente a mí, la realidad se volvía cruel. Ser absorbido por él significaba perder mi identidad, convertirme en parte de ese monstruo despiadado. La idea de ser devorado vivo, de fundirme con la esencia misma de la maldad, me hacía temblar de terror y me recordaba lo frágil que era mi existencia frente a un enemigo tan poderoso. ¿Qué pasaría si muero en este mundo sin ser parte de él?


Nota:

Chicos, la verdad es que me encantaría mejorar las animaciones, pero como podrán ver, no es nada fácil, y no soy precisamente un gran dibujante. Si alguno de ustedes desea colaborar en este proyecto, especialmente con imágenes gráficas para el Androide 23, por favor envíenme un mensaje. Lo leeré con seguridad y estaré profundamente agradecido.

Únanse a esta historia. Un abrazo y disculpen la nota. No olviden votar y dejar sus comentarios.


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