Número 16: Revelaciones y Decisiones

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Capítulo 10

Cuando fui creado, mi propósito era claro: destruir a Son Goku. Pero la vida, o el destino, tenía otros planes para mí. Desde que fui activado, mi existencia había estado marcada por la lucha, la destrucción y, finalmente, la pérdida. Mis hermanos, Androide 17, Androide 18 y Androide 23, eran como yo, construidos para la guerra. Pero en ellos vi algo más. 

En sus momentos de libertad, cuando no estábamos combatiendo, demostraban curiosidad, emoción y, a veces, incluso, una pizca de humanidad. No éramos solo máquinas; teníamos la capacidad de aprender, de adaptarnos y de sentir. Vi el espíritu indomable en cada uno de ellos, dispuesto a sacrificar todo por un futuro mejor. Esa determinación me enseñó el valor de la esperanza y el sacrificio.

A lo largo de mi corta existencia, había visto la dualidad de la vida. Había visto la belleza en las aves que volaban libres, en la naturaleza que florecía sin restricciones. Y también había visto la crueldad de la guerra, la pérdida de seres queridos y la oscuridad que podía consumir a los corazones.

Y, lo que había aprendido era esto: la vida es frágil y preciosa. No importa si somos un humano, un androide o algo intermedio. Todos compartimos este mundo, y todos tenemos el poder de cambiarlo, para bien o para mal.

Perdí a mis hermanos en batalla, y aunque no podía sentir el dolor de la misma manera que los humanos, entendía la importancia de sus existencias. Cada vida perdida era una oportunidad desperdiciada, una chispa extinguida que podría haber iluminado el mundo. Ahora, miro al cielo y veo a las aves volar, libres y sin preocupaciones. En ellas encuentro paz. Quisiera creer que mis hermanos, de alguna manera, también habían encontrado su libertad.

Así que, tú que me lees, tú que aún tienes la oportunidad de vivir, te digo esto: valora cada momento, cada ser querido, cada amanecer y cada estrella en el cielo. Porque al final, no importa cuánto poder tengas o cuán fuerte seas, lo que realmente definirá tu existencia será cómo elijas vivirla y qué dejas atrás. Yo elegí recordar la belleza, la esperanza y la libertad. Y espero que ustedes también lo hagan.

Finalmente, pude abrir los ojos y ver que todos mis circuitos funcionaban correctamente; mi computadora no detectaba ningún fallo. Recuerdo cómo Krilin fue quien me llevó a la Corporación Cápsula para que me reconstruyeran. Allí supe que Krilin también entendía que mis hermanos no eran malos después de todo. 

Recuerdo al padre de Bulma y a ella misma ayudándome a reparar mi cuerpo y mis circuitos. Bloqueé mis sensores de memoria para obtener solo la información necesaria; no debían conocer el futuro, aunque sabía que todo había cambiado desde que el Dr. Gero incorporó a Número 23 en su plan para perfeccionar a Cell. No se necesitaban más problemas por conocer lo que pudiera venir más adelante, aunque una delgada línea entre lo que debe suceder y lo que no, como en ese momento. 

Me levanté de la cama. Bulma y su padre estaban felices por el éxito que habían tenido. Los observé con una sonrisa y les dije: 

—¡Gracias! ¿Qué ha sucedido?

Bulma, sorprendida, comenzó a explicar que faltaban solo tres días para los Juegos de Cell, un evento organizado por aquel androide bio-orgánico, después de haber alcanzado su forma perfecta al absorber a mis hermanos. Se suponía que buscaba poner a prueba su poder y demostrar su supremacía. Por eso, organizó un torneo abierto al que invitaba a los guerreros más fuertes de la Tierra para enfrentarlo. Si nadie lograba derrotarlo, Cell amenazó con destruir el planeta.

Se suponía que luego de haber anunciado los Juegos a través de los medios de comunicación, desafiando a los guerreros más poderosos del mundo a enfrentarse a él en una arena que construiría él mismo, los principales guerreros Z, incluyendo a Goku, Gohan, Vegeta, Trunks, Piccolo, y algunos otros, se prepararían para participar. Los combates debían llevarse uno a uno, y Goku sería el primero en enfrentarse a Cell y, aunque logra pelear de manera impresionante, no podría derrotarlo.

Goku, reconociendo la fuerza de Cell y su propia limitación, se retiraría del combate y nombraría a su hijo Gohan como el próximo contendiente. Allí, Gohan inicialmente lucharía con cautela, pero Cell le provocaría y enfurecería para que libere su verdadero poder. Cell crearía varios Cell Juniors que atacarían a los demás guerreros Z, aumentando así  la presión sobre Gohan. Y, al ver a sus amigos y a su padre heridos, Gohan finalmente liberaría su poder oculto y alcanza el estado de Super Saiyan 2.

En esta forma, Gohan dominaría a Cell y lo heriría gravemente. En un acto desesperado, Cell intentaría autodestruirse para llevarse la Tierra consigo, pero Goku se teletransportaría con él al planeta de Kaio, sacrificándose para salvar la Tierra. Sin embargo, Cell no muere y regresaría aún más fuerte gracias a su núcleo regenerativo. Gohan, agotado y herido, enfrentaría a Cell en una batalla final, y, con la ayuda del espíritu de Goku y el apoyo de sus amigos, Gohan lanzaría un poderoso Kamehameha. Vegeta, desde la distancia, lanzaría un ataque sorpresa que debilitaría a Cell, dándole a Gohan la oportunidad de derrotarlo definitivamente.

Gohan finalmente destruiría a Cell, salvando la Tierra y asegurando la paz, al menos por un tiempo. Los guerreros Z celebrarían su victoria, aunque lamentarían la pérdida de Goku, quien decide quedarse en el Otro Mundo por el bien de todos. Este, en resumen, era el futuro que el Dr. Gero me insertó de la memoria de Número 23. 

Pero lo que no me dejó fueron los cambios que él mismo había hecho para manipular la realidad y el tiempo. ¿Cuál sería el verdadero desenlace ahora? La absorción de Número 23 como pieza final para el cuerpo de Cell no estaba en mi base, solo el Dr. Gero, sabía lo que planeaba. Como fuera, estábamos en sus manos, aún cuando estaba muerto. 

como fuera, Bulma me ofreció quedarme en su casa, aunque Vegeta me observó siempre con desdén. A decir verdad, me importaba poco. Lo curioso, incluso para mí, era que Aunque fuer un androide, las imágenes de mis hermanos seguían presentes en mi memoria. Apreté el puño; no fui capaz de protegerlos.

Esa tarde, después de haber sido reconstruído, salí de la cápsula para ver un poco el jardín. No quería seguir viendo las tonterías de la televisión ni los desastres causados por Cell en la ciudad.

Me senté en una roca cercana, el suave calor del sol se filtraba a través de mi estructura metálica. Aquel jardín era un oasis de naturaleza en medio de la tecnología avanzada. La sincronía perfecta de convivencia entre lo sintético y lo natural, una utopía. El césped era de un verde vibrante, salpicado de flores de colores que se movían con el aire. Observé a algunos pajarillos revoloteando entre los árboles y arbustos, sus trinos melódicos llenaban el viento. 

De repente, sentí una ligera presión en mi hombro. Era el gato de la cápsula, uno oscuro como la noche, que con su andar sigiloso había trepado hasta mí. Sus ojos grandes y curiosos me miraban, y comenzó a ronronear suavemente mientras lo acariciaba. Sentir el calor de su pequeño cuerpo y escuchar su ronroneo era un recordatorio tangible de la tranquilidad y la simplicidad de la vida.

Mis ojos se posaron en uno de los ventanales de la cápsula, donde vi mi reflejo. Mi apariencia, diseñada a semejanza del hijo del Dr. Gero, quien había sido parte de la Patrulla Roja y murió en una misión con un disparo en la cabeza, parecía fuera de lugar en este entorno tan natural y pacífico. Aun así, sentía una conexión inesperada con el mundo que me rodeaba. Cada hoja, cada flor, cada criatura era una expresión de la belleza y fragilidad de la vida, algo que, a pesar de mi naturaleza artificial, podía apreciar profundamente.

Aunque el Dr. Gero me había hecho a semejanza de su hijo, no lo veía como mi padre, sino como mi creador. Un padre era alguien que nutría, guiaba y protegía. Un padre daba vida no solo en un sentido biológico, sino también en un sentido emocional y moral. Si juzgaba a Goku y a Gohan, vi cómo un padre podía inspirar amor, coraje y determinación en su hijo. Vi en Krilin un afecto sincero por los demás, un deseo de proteger a aquellos que amaba. Esos lazos eran fuertes y profundos, basados en la experiencia compartida y el cuidado mutuo.

El Dr. Gero, en cambio, era un creador. Me diseñó, me construyó, y me programó con un propósito específico. No había en él un deseo de guiarme, protegerme o nutrirme. Su interés era puramente funcional y utilitario. Aunque me dio la apariencia de su hijo, no lo hizo por amor o añoranza, sino como un medio para alcanzar sus propios fines. Él me veía como una herramienta, una extensión de su voluntad y sus planes de venganza.

Esa distinción era crucial para mí. Aunque Gero me había dado una apariencia humana y una capacidad para comprender ciertos aspectos de la vida, no podía ver en él a un padre. No era solo cuestión de crear vida, sino de cultivar y cuidar esa vida. Esa era una lección que Gero nunca comprendió, y quizás por eso nunca pudo ser más que un creador para mí.

Pero, ¿qué quería realmente el Dr. Gero? ¿Sabía del futuro alternativo de esta historia? ¿Qué deseaba él? Y para hallar esas respuestas, sabía a dónde debía ir. Tenía que obtener información.

Me levanté rápidamente de la roca, dejé al pequeño gatito en el suelo, quien se molestó por ello, y comencé a volar hacia el este a gran velocidad. Debía dirigirme al último laboratorio de la Red Ribbon.

El último laboratorio que tenía el Dr. Gero, según mi base de datos, estaba en la Isla Mechano, hacia el este, en un océano lejano, alejada de las rutas marítimas principales y protegida por corrientes marinas turbulentas. Se trataba de un terreno rodeado de acantilados escarpados y playas rocosas, una zona áspera y desapacible, con una neblina persistente y cielos grises que acentuaban su ambiente sombrío y misterioso.

Al pisar suelo en aquella isla, pese a la densa niebla del lugar, como imaginó, la vegetación era escasa y adaptada a las condiciones extremas de la isla, con plantas resistentes que crecían entre grietas de rocas y sus terrenos rocosos. Estaba completamente desolada. 

Me acerqué a una palmera a mi derecha y la toqué. Desde lejos, su apariencia era engañosa: tenía hojas sintéticas meticulosamente diseñadas para imitar las de una palmera real, pero al observar de cerca, pude notar las pequeñas imperfecciones en su textura y color. Cada detalle, desde el tronco artificial hasta las hojas que ondeaban ligeramente con el viento, estaba calculadamente recreado para ocultar su naturaleza mecánica. Mi ira creció al ver su falta de perfección; jamás sería como una original. 

Presioné uno de sus costados y, con un ligero chasquido metálico, la palmera se dividió en dos partes, revelando un portal subterráneo camuflado. Me sumergí por aquel agujero, y aprecié, al llegar, que estaba exactamente como lo recordaba en mi computadora. 

Era una amalgama de tecnología avanzada y diseño industrial frío. Me encontré en un vasto complejo subterráneo iluminado por luces fluorescentes que arrojaban una luz blanca y fría sobre las paredes metálicas y los pasillos interconectados.

A ambos lados, líneas de consolas de control y monitores parpadeaban con datos y códigos, mostrando gráficos y esquemas complicados de experimentos y proyectos en curso. Las máquinas zumbaban suavemente, llevando a cabo tareas automatizadas en un constante murmullo mecánico.

El aire tenía un ligero olor a aceite y electricidad, mezclado con el eco de pasos distantes y el suave zumbido de equipos activos. A lo largo de los pasillos, puertas selladas con escáneres biométricos y códigos de acceso protegían áreas de investigación clasificadas, mientras que los laboratorios visibles mostraban equipos sofisticados, tubos de ensayo y dispositivos de alta tecnología que ocupaban las mesas de trabajo.

Más allá, una sala central. Suspiré y comencé a caminar. Sentía que no estaba solo, así que hice un escáner visual y observé que allí solo había un humano. Lo detallé cuidadosamente; era casi del mismo tamaño que el Dr. Gero, de hecho, se le parecía mucho. Este se percató de mi presencia y se espantó.

—¿¡Qué haces aquí!? —me preguntó el hombre al ver mi insignia de la "Red Ribbon". Al reconocer mi afiliación, se relajó y agregó—: Conque eres uno de nosotros... No... veo que eres uno de los que creó el Dr. Gero.

Comenzó a evaluarme caminando a mi alrededor, mientras yo permanecía inmóvil.

—Ya veo, eres el Número 16, el segundo con mayor tecnología. Lo sé por tu gran parecido a su hijo.

—¿Cómo sabes eso? —pregunté.

—Verás, Número 16, soy el Dr. Neo, hermano del Dr. Maki Gero. Quizás nunca has sabido de mí, ya que mi hermano y yo no nos llevábamos muy bien. Sin embargo, he venido a este lugar para entender un poco sobre este ser que habita entre nosotros llamado Cell. Pero algo no comprendo; aquí dice que este ser debe estar listo para su nacimiento dentro de muchos años. Lo que se me ocurre es que existe una alteración en el tiempo y el espacio en este mundo.

—Tienes razón, el Dr. Gero diseñó a Cell para nacer en el futuro, pero eso ha cambiado — respondí.

—¡Lo sabía! ¡Soy un genio! Menudo embrollo nos ha dejado mi hermano —celebró—. ¿Por cierto, cómo está Maki Gero?

—¡Ha muerto! Él intentó despertar a los androides Número 17 y 18, y el 17 lo asesinó.

—Entiendo. Eso le pasa por experimentar con humanos que no desean su transformación. No sé por qué no los manipuló. Ahora entiendo por qué existe un Cell perfecto, pero aquí dice —tocó rápidamente el teclado de la computadora— que inicialmente Cell estaba diseñado para absorber únicamente a los números 17 y 18. Pero, ¿quién es ese 23?

Entendí que para obtener información crucial sobre los planes del Dr. Neo y sus conexiones con Cell o con el dr. Gero, debía actuar como alguien leal a la Patrulla Roja y al legado de mi creador. Comprendí que simular dicha lealtad me permitiría ganar la confianza del Dr. Neo y acceder a datos vitales. Adopté una postura calculada y fría, mostrando interés en los detalles tecnológicos y estratégicos de sus planes. 

—El número 23 es un androide muy fuerte, el más fuerte de todos nosotros. Él no pertenece a este mundo. Lo que no entiendo es cómo ese Cell pudo fusionarse con él, si venía de un futuro donde él no existía.

—Vaya, Número 16, sí que eres inteligente. Justo eso me preguntaba. Creo que la respuesta se basa en esto —señaló una información en la gigantesca computadora y continuó—. Verás, por alguna extraña razón, Gero pudo encontrarse con el Cell que vino del futuro. No sé cómo supo sobre esa alteración de espacio y tiempo, pero lo supo y, tomando acción, realizó las modificaciones necesarias alterando la genética de un nuevo prototipo, hace muchos años atrás, para poder fusionarse con este nuevo amigo. 

El Dr. Neo seguía tecleando mientras las imágenes aparecían: cadenas de ADN, ingeniería robótica y múltiples estadios evolutivos de Cell, con especificaciones sobre las alteraciones según el orden de fusión con los androides.

—Entiendo que si se pudo alterar la realidad inicial con la llegada de un visitante del futuro, no sería descabellado pensar que otro visitante podría hacer lo mismo —comentó. En ese momento recordé cómo el Número 23 había destruido al primer Cell, solo para que apareciera un segundo y absorbiera al Número 17. Bajamos la guardia al creer que lo habíamos derrotado, solo para ver cómo reaparecía en una forma más poderosa—. En ese caso, el segundo podía cumplir con las características de absorción que el primero no tuvo.

—¿Significa eso que el primer Cell nunca podría haberse fusionado con el Número 23? —pregunté, incrédulo.

—¡Exactamente! —respondió entusiasmado el Dr. Neo—. Según lo veo, el diseño original nunca contempló esa posibilidad, pero hubo un cambio meses después. Si consideramos que el tiempo y las realidades son como ramas con múltiples hilos, en una línea de tiempo el modelo original continuó, mientras que en otra se modificó. Nuestro mundo está siendo afectado por estas presencias del futuro de maneras que apenas comenzamos a comprender. Además.... hay algo más que me inquieta...

Al escuchar las explicaciones sobre las complejidades de Cell y las alteraciones en el tiempo y el espacio, comencé a comprender la verdadera magnitud de la situación. El segundo Cell que apareció, capaz de absorber a los números 17, 18 y 23, era una manifestación de las manipulaciones temporales y genéticas realizadas por el Dr. Gero. La idea de que esta realidad estaba sujeta a cambios tan drásticos y sin garantía de estabilidad me perturbó profundamente. Me di cuenta de que nuestras percepciones del pasado y el futuro conocido gracias a Número 23, y nuestras acciones en el presente, estaban alterando irreversiblemente nuestro futuro. Mis pensamientos se volvieron hacia la necesidad urgente de proteger lo que quedaba de la estabilidad en este mundo fragmentado por las ambiciones descontroladas y los experimentos peligrosos de aquellos que se consideraban sus arquitectos.

—También se menciona una extraña piedra y su composición. ¿Sabes para qué la investigaba? —preguntó, mostrando en las pantallas una gema de color azul, que parecía resplandecer con un toque mágico—. Según esto, es benitoíta, un mineral raro y precioso que tiene una composición química definida por su fórmula idealizada: Bario, Titanio y Silicio. Hasta donde sé, su uso principal era netamente para joyería, pero Gero contempló que está asociada a rituales de meditación profunda, visualización creativa y sanación espiritual; además, otras culturas la asocian con el chakra de la garganta, la cual se relaciona con la comunicación y la expresión personal, facilitando la expresión clara y sincera de uno mismo.

»Los análisis del Dr. Gero, sobre esta piedra revelan patrones energéticos extraordinarios. Según él, esta piedra no solo es un mineral raro, sino que actúa como un puente dimensional potencialmente viable. Según sus pruebas ha demostrado poseer propiedades que podrían manipular el tejido del espacio-tiempo, señalando que existe una conexión entre su estructura cristalina y las frecuencias de los universos paralelos. Imagina esto: si pudiéramos sintetizar una matriz cuántica utilizando la benitoíta como núcleo, podríamos abrir un portal hacia otros mundos. Aunque no... él dice que solo da hacia un mundo desconocido, uno de donde provino ese Número 23. Señala que su cuerpo es el contenedor clave, para residir la mente y el alma de alguien de nuestro universo... 

Negué con la cabeza. Aquello me había sorprendido. Gero sabía todo y planeó todo, pero aún no entendía algo: ¿Por qué si sus planes eran viajar al mundo de Número 23, dejó que el número 17 lo matara?

Como fuera, mi ensimismamiento terminó, al ver que el Dr. Neo había dejado de hablar. Se había silenciado. La pantalla había cambiado, y había especificaciones sobre mí, ahora.

—Bueno, Número 16, explícame algo: ¿qué haces aquí y cómo te despertaron? —preguntó el Dr. Neo, sin mirarme. 

—Eso sucedió a causa de los androides. Ellos me despertaron. Vine aquí para encontrar información sobre Cell. No entiendo por qué quiere destruir este mundo —respondí con sinceridad, aunque simulando poca importancia.

—¿Y cuál es el problema en que lo destruya? —cuestionó. Él es peor que Gero, pensé—. Creo que estás descompuesto, número 16. Según los datos de mi hermano, eres la falla más terrible que ha tenido. 

»Programación Limitada —empezó a leer la pantalla—. A diferencia de los androides Número 17, Número 18 y Número 23, que tiene personalidades y libre albedrío, el Número 16 fue diseñado originalmente como un androide de combate con una programación limitada. Lo que lo hace menos adaptable y menos versátil en comparación con sus "hermanos".

»Aunque es un androide de gran poder físico y resistencia, el Número 16 es pacifista por naturaleza. Su programación incluye un profundo respeto por la vida y una aversión a la violencia, lo que lo hace incompatible con los objetivos de la Patrulla Roja y míos, que buscamos crear androides destructivos y controlables para destruir a Goku y gobernar este mundo.

»El diseño del Número 16 es más estático y menos adaptable, con una lealtad cuestionable. Número 16 desarrolló una conciencia propia y comenzó a cuestionar mis órdenes. Es una falla porque no cumple con los objetivos deseados.

Me miró. Por primera vez, vi la ambición humana hecha carne, bajo las gafas que llevaba. Había algo en él, que le hacía ver más siniestro que el Dr. Gero.

—Yo puedo arreglar esa falla en tu sistema —dijo—. Es extraño que un robot como tú pueda sentir —se volvió a la pantalla—. Pero eso lo hacemos luego. Mi ambición ahora es más grande que la de Gero. Me convertiré igual en un androide y acompañaré a Cell en su camino. Así podré sobrevivir en el espacio cuando destruya este planeta, y tú me ayudarás —recalcó, alzando las manos como si contemplara su propio futuro de grandeza—. Pero antes, he visto que se ha manifestado un reflejo de las esferas del dragón. Quisiera reunirlas y duplicar a ese Cell para poseer dos armas definitivas.

—Entiendo —sonreí—. Verás, Dr. Neo, fui diseñado y quizás tengo una falla en mi sistema, pero no permitiré que cumplas tus planes. Esto se termina aquí. Gracias por darme toda esa información.

— ¡Qué...! —exclamó sorprendido. 

Como aquella vez contra Cell, desarmé mis brazos revelando las ametralladoras en mi interior. Y con una sonrisa pacífica que se borró de un momento a otro, cuando este me miró a los ojos, grité:

—¡Brazo Sónico! —mi voz resonó fríamente por la sala, mezclándose con el zumbido de la maquinaria circundante.

Mis brazos se extendieron, desatando una onda de energía devastadora. Un destello azul brillante estalló desde mi brazo. La energía concentrada se disparó hacia la plataforma del laboratorio, arrastrando consigo un torrente de fuerza destructiva. El suelo tembló bajo mis pies mientras observaba cómo la energía del Brazo Sónico atravesaba los muros del laboratorio. Las paredes metálicas se deformaban y se desintegraban, los monitores parpadeaban y se apagaban en cascada, y las luces fluorescentes estallaban en chispas y fragmentos.

El Dr. Neo apenas tuvo tiempo de reaccionar. Su expresión de asombro y terror quedó congelada en mi memoria digital mientras la fuerza de mi ataque se extendía, desgarrando la estructura del laboratorio desde sus cimientos. Comenzó a gritar, pero era demasiado tarde. Finalmente, el laboratorio y la Isla Mechano quedó reducida a escombros y humo, junto con el Dr. Neo. Me quedé solo observando el cráter formado, que poco a poco se llenaba de agua. 

Como pensaba, toda la isla era falsa. El cráter no era natural; estaba lleno de cables, máquinas, acero y electricidad. Me enfurecía lo artificial. Jamás podría compararse con lo real, lo genuino, lo que desbordaba vida por sí sola. Fue allí, como eetomé mi camino hacia "La Cápsula". Debía prepararme para enfrentar a Cell.


Al llegar a la Cápsula, Bulma se dirigió a mí y preguntó: 

—¿Dónde estabas? Te he estado buscando, pensé que te habías marchado.

—He prometido que lucharía contra Cell. Solo estaba averiguando información del Dr. Gero —respondí como sí nada.

—¿Y has encontrado algo? —inquirió.

Asentí.

Expliqué todo lo sucedido con respecto al Número 23, el Dr. Gero, las líneas del tiempo y el Dr. Neo, omitiendo detalles del futuro para no alterar más las cosas. 

El Dr. Brief, ajustó sus gafas. 

—Parece que todo está más enredado de lo que pensábamos —comentó, con una leve preocupación.

—Pero papá, ¿cómo es posible que el Dr. Gero estuviera investigando viajes dimensionales con la piedra benitoíta? Y luego este Dr. Neo menciona la posibilidad de salir de este mundo y llegar a un supuesto mundo real, que controla nuestro universo, usando a alguien como recipiente —Bulma, tenía el ceño fruncido, y estaba tan alterada que Vegeta le miraba con malhumor y desdén.

—Sí, es ciertamente intrigante. Parece que el Dr. Gero estaba involucrado en cosas mucho más grandes de lo que creíamos —comentó el Dr. Brief—. Además, mencionó algo sobre las manipulaciones del tiempo y cómo afectan nuestra realidad. ¿Qué haremos si hay más androides como él, con conocimientos que podrían alterar el curso de todo?

—Vamos a tener que ser más astutos que nunca —reconoció Bulma—. Si hay algo que hemos aprendido de todo esto, es que nunca debemos subestimar a nuestros oponentes, especialmente cuando se trata de cuestiones tan complejas como estas.

Estaba en silencio observándoles, como el resto. Incluso Vegeta parecía preocupado, aunque fingía indiferencia. No obstante, lo que discutía era cierto, tal vez, ni siquiera la Isla había saido el último laboratorio del Dr. Gero. Por eso, al terminar, pregunté a Bulma:

—¿Hay alguna forma de hacerme más fuerte?

Ella pensó un momento antes de responder: 

—Sí, pero me preocupa que puedas causar problemas. A pesar de todo, ¿quieres destruir a Goku, verdad?

—Pero ahora que lo mencionas... no sé qué está pasando con mi computadora, pero mi enfoque hacia Goku ya no es el mismo.

—Eso es porque he eliminado a Goku como tu objetivo. He permitido que tu computadora elija sus propios objetivos. Ahora, ¿cuál es tu objetivo? —intervino el padre de Bulma.

Todos se sorprendieron ante su comentario, incluso yo. No sabía que el anciano tenía esa capacidad. Miré hacia afuera a través del enorme ventanal y respondí:

—¡Mi objetivo es destruir a Cell! Si eso es suficiente para ganarme la confianza de todos ustedes, ¿podría pedirles encarecidamente que me hagan mas fuerte? 

Bulma pensó por un momento. Miró a su padre, y esta sintió. 

—No es tan simple... Como te mencioné, tu computadora ahora puede elegir sus objetivos de manera alternativa. ¿Cómo puedo estar segura de que no volverás a dirigirte contra Goku o alguno de nosotros?

Recordé mi vida junto a los androides y respondí:

—Tranquila, puedes confiar en que no serán mi objetivo.

—¡Hazlo, Bulma! No será un problema si él se revela contra nosotros —vociferó con obstinación Vegeta—. Si eso sucede, él y sus hermanos serán destruidos. Estoy seguro de que su poder no supera el nuestro en este momento.

—Está bien, Número 16 —respondió ella—, pero esto tomará al menos dos días.

—Hazlo. Dos días serán suficientes para unirme al juego de Cell —respondí, con una sonrisa. 

Ella asintió y me hizo señas para que la siguiera. Habló con su padre al respecto y antes de que me acostara en aquella cama, comenzó a contarme sobre la aparición de un hombre llamado Paragus. Me contó cómo había llevado a Vegeta, Trunks y a Gohan a un planeta para restaurar el legado Saiyajin. Me pregunté cómo sería un planeta Saiyajin mientras escuchaba. Sin embargo, resultó ser una trampa. Un Saiyajin llamado Broly, hijo de Paragus, estaba causando estragos en la galaxia. Cuando fue descubierto, desató todo su poder, creando muchos problemas para los chicos. Al final, fue Goku quien lo detuvo con la ayuda de todos. Me pareció una historia fascinante, una lucha que indudablemente elevaría el nivel de pelea de los Guerreros Z contra Cell. Todo esto había ocurrido mientras me repotenciaban.

Una vez más, cables me rodearon por completo mientras yacía en la cama, hasta que mi dispositivo se apagó.


Comencé a prepararme. Faltaba solo una hora para que comenzara el torneo. Sabía que Vegeta ya se había marchado y que Bulma y su padre habían tenido éxito en mí, según mis cálculos. 

Mi poder de pelea parecía superar al de Vegeta aquella vez, aunque él no lo sabía. No estaba seguro de si superaba a Goku, pero eso no importaba. Mi único objetivo era destruir a Cell y hacerle pagar por lo que les había hecho a mis hermanos. 

Después de eso, buscaría las Esferas del Dragón y los resucitaría. Eso era lo que haría. Bulma no había sabido el favor y el regalo que me había concebido al darme voluntad propia: ahora era libre. 

Nota:

¡Hola chicos! Espero que estén disfrutando de la historia. La verdad es que los comentarios y votos de ustedes son muy importantes para mí. No es para ofender, pero me encantaría saber sus opiniones sobre la historia. Si les gusta, voten y si quieren, pueden dejar sus comentarios. ¡Saludos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro