Capitulo 14

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El fin de semana paso sin mucho contratiempo y antes de que Aneu se diera cuenta, ya habían pasado dos días desde que estaba en el bar Cabeza de Puerco viviendo con su hermano. Estaba tan feliz de poder estar con el despues de tanto tiempo, que no fue consciente de la situación actual hasta que Pim, la achocolatada y vieja lechuza de su hermano Aberforth, le llevó el periódico esa mañana mientras cocinaba unos panes.

"DUMBLEDORE ACABADO. GRINDELWALD ES EL NUEVO AMANECER DEL MUNDO MÁGICO"

La nota explicaba a detalle lo sucedido en la última batalla entre Albus y Gellert, explicando como este primero la había raptado con el afán de asesinarla y así obtener una mejor critica social. Aneu sintió su estomago revolverse ante ese hecho, pero no pudo evitar detenerse en el párrafo que especificaba que Albus estaba muerto.

No estaba sorprendida con el hecho de que Gellert hubiera ganado la guerra, por supuesto que no, en realidad, estaba bastante tranquila y muy feliz por el, pero la noticia de que Albus, su hermano mayor, estaba muerto, por más que haya sido hasta el último de sus días un maldito con ella, no dejaba de dolerle aunque sea un poco. 

Miró de reojo a su hermano Aberforth, quien tejía una bufanda roja para ella con extremo cuidado y pensó en lo bien que se lo había pasado con el aquel fin de semana, poniendose al corriente sobre las cosas que les habían pasado a ambos durante ese tiempo separados. Estaba muy feliz de estar con Aberforth, pero se preguntaba si el ya sabría sobre la situación actual de Albus. 

—Hermano.—llamó Aneu y el retrato de Ariana le sonrió con ternura, al cual correspondió con cariño.

—¿Qué pasa, hermanita?—pregunto Aberforth sin dejar de tejer.

—Yo...eh...¿has leído el periódico hoy?—pregunto Aneu, nerviosa, decidida a omitir la parte en que decía que Albus intento matarla, enfocándose en solo confesar su muerte.

—Sabes bien que no se leer, Aneu.—respondió Aberforth con burla.— Para mi esas cosas solo son un montón de garabatos, no lo necesito, pero tu sí. Siempre debes estudiar mucho. 

—Ah, es verdad...—dijo Aneu y bajó el rostro.

—¿Qué ocurre?—pregunto Aberforth con el ceño fruncido al ver el extraño comportamiento de su hermana. 

—Albus...esta muerto.—informó con seriedad.

Durante unos segundos todo estuvo en completo silencio, Aberforth se quedo estatico, sin pestañear; El retrato de Ariana mostró un rostro preocupado y triste; Aneu simplemente bajó la cabeza.

Aberforth suspiro pesadamente y tallo sus ojos con una mano. Su rostro parecía haber envejecido diez años más. Pese a que siempre culpo a Albus por la muerte de Ariana y que nunca tuvo realmente una buena relación con su hermano...seguía siendo eso, su hermano, y su muerte aunque no dolía como la de su hermana Ariana o la de su madre Kendra, si calaba en su corazón.

—Entiendo.—murmuró Aberforth.— ¿Su cuerpo...?

—La nota dice que...—Aneu carraspeó.—...que...la maldición asesina de Gellert fue tan poderosa que...su cuerpo se desintegro por completo.

—Ya veo.—murmuró Aberforth.—supongo que esta bien, despues de todo, Albus siempre pensó que su muerte sería majestuosa, siendo recordado por todo el mundo como un héroe. Es mejor que no hubiera un cuerpo al cual enterrar y que nadie visitara por ser...un villano...

—Hermano...—Aneu intentó acercarse pero el negó con la cabeza.

—Creo que lo mejor será que te vayas, hermanita.—interrumpió Aberforth con un tonó de voz extraña.— Grindelwald debe estar preocupado por ti despues de haber desaparecido desde que fue tu rescate. 

—No puedo volver cuando tú estas...

—Vete con el. —repitió Aberforth con seriedad.— Ya era momento de que volvieras de todas formas y...yo quiero un poco de tiempo a solas.

—Esta bien.—murmuró Aneu, cabizbaja.

Despues de una corta y silenciosa despedida, Aneu salió de Cabeza de Puerco con cierta tristeza. Sabía que Aberforth estaba dolido por la muerte de Albus, la relación entre ambos siempre fue complicada pero al fin y al cabo Aberforth siempre quiso ser un poco más cercano a Albus, incluso despues de lo de Ariana.

Lo unico que Aberforth siempre quiso fue poder apoyarse en Albus y ser unos verdaderos hermanos, algo así como lo que ella deseaba, pero con el debía haber sido más posible y no fue así.

Ahora Albus estaba muerto y ese deseo nunca se cumpliría.

Sin una varita para aparecerse, Aneu caminó hasta un punto cercano a la Casa de los Gritos y activo una alarma que hizo que pronto aparecieran tres acólitos apuntándole, pero en cuanto vieron que se trataba de Aneu Dumbledore, bajaron las varitas.

—¿Podrían llevarme con Gellert, por favor? Debe estar preocupado por mí.—pidió Aneu con una sonrisa.

—En seguida, mi lady.—dijo uno de ellos.

Tomada al brazo de ese acólito, se apareció en una sala muy elegante pero completamente distinta a la de la cabaña. En un principio se preocupo porque la hubieran traído al lugar equivocado, pero en cuanto una puerta se abrió y Gellert apareció con el ceño fruncido, sonrió.

—Aneu.—murmuró Gellert sorprendido.

Ella sonrió y ambos corrieron a abrazarse. En cuanto Gellert la tuvo entre sus brazos, la besó con tanta necesidad que Aneu se sintió mal por no haber vuelto antes. En ese momento todo desapareció para ellos, Gellert olvidó sus preocupaciones y Aneu olvidó a sus hermanos y todo lo que la atormentaba.

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Los siguientes días pasaron rapidos y tranquilos. El mundo mágico en su totalidad era ahora gobernado por Geller Grindelwald, conocido mundialmente por haber acabado la guerra mágica, y en el mundo muggle, muy reconocido por ser el hombre que acabo con Adolf Hitler, terminando con la segunda guerra mundial. 

Las cosas habían cambiado en todas partes. Se habían implementado mejoras en Hogwarts, por ejemplo, ahora se impartían materias que habían desaparecido hace años como la alquimia o las artes oscuras, las cuales estas últimas dejaron de considerarse algo maligno, para mostrarse como lo que son: simplemente magia.

Otro cambio era en el tema de los nacidos de muggles, los cuales ahora cada que eran notificados con su habilidad mágica, se les otorgaba un guardián magico que los guiaría en el tema, inculcándoles las costumbres de los magos y ayudándolos a adaptarse de mejor manera en el mundo mágico.

En otros aspectos, Newt Scamander, el reconocido mejor magizoologista del mundo mágico, anunció su total apoyo a Gellert Grindelwald y reveló su actual compromiso matrimonial con Rolanda Hooch. 

Aneu no podía estar más feliz por su querida Rolanda, así como también estaba feliz por sus amigas Pomona y Poppy, quienes habían ingresado exitosamente a sus escuelas para ser Herbologista y Sanadora, respectivamente. Las cuatro amigas habían podido reunirse despues de tanto tiempo separadas y ponerse al corriente de todas las situaciones que habían vivido en la ausencia de la otra.

Aneu y Rolanda les contaron, desde la perspectiva de cada una, su secuestro y convivencia con Gellert Grindelwald y Newt Scamander, respectivamente. El como eran tan buenos con ellas a pesar de la situación tan complicada en que se encontraban terminaron llevándose bien con ellos y, en el caso de Rolanda, incluso comprometiéndose en matrimonio.

Pomona y Poppy, por otra parte, les contaron como los días en Hogwarts pasaron más tristes desde que desaparecieron, que las extrañaban mucho y que tuvieron que romper la amistad con Minerva ya que se la pasaba diciendo que esperaba que murieran dolorosamente por no apoyar como se debía a Albus Dumbledore. Un día, Minerva también desapareció.

Según lo que habían descubierto, Minerva se había escapado de Hogwarts con ayuda de Albus para poder estar con él. Se escondieron como un par de amantes en un departamento muggle que tenía Albus. 

Lamentablemente, despues de la muerte de Albus, Minerva McGonagall se suicidó en aquel departamento, dejando una carta donde expresaba su amor incondicional por Albus Dumbledore y que esperaba reencontrarse con el en el más alla.

Aneu no pudo más que sentir tristeza por su amiga.

Mientras miraba una fotografía donde salían las cinco chicas en el patio de Hogwarts sonriendo y abrazadas, escucho la voz de Gellert y alzo la cabeza. Sentada en el alféizar de la ventana, Aneu contemplo como a lo lejos Gellert entrenaba y daba ordenes a sus subordinados. Se veía tan concentrado, maduro e imponente.

Atractivo.—pensó Aneu.

Conforme más lo miraba, su ansiedad crecía más. Gellert pareció sentir que alguien lo veía y volteó, sonriéndole a Aneu al ver que se trataba de ella. 

La joven sonrió.

Ya no importaba el pasado, todo esta bien. 

Al fin se sentía completa.











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