𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘

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꒰ ❝SEPTIMO CAPITULO❞ ꒱

La gran habitación de Draco se encontraba iluminada vehemente con unas cuantas velas encendidas repartidas por el lugar, la puerta estaba cerrada y todo el lugar asegurado con unos hechizos, nadie podría molestarlo así.

El rubio platinado estaba estirado en su sofá, intentaba leer un libro de historia, pero le costaba concentrarse cuando algo le rondaba en la cabeza.

—Lailah —Dijo Draco luego de dejar su libro a un lado—. ¿Por qué no podemos tocarnos? Digo, a pesar de que juntemos nuestras manos o toques mi hombro, no puedo sentir tu tacto —Draco se mantuvo en silencio por unos segundos, meditando—. Eso me hace pensar que no existes, que solo eres una invención en mi cabeza ¿Eres real, cierto?

Lailah sonrió ante la pregunta.

—Por supuesto que soy real, ¿cómo sabría todo sobre ti si no lo fuera? —Inquirió la chica con la ceja levemente alzada.

—Porque vives en mi mente. —Contestó con obviedad.

La chica se había mantenido en pie, pero en ese momento se acercó para sentarse en el sofá, junto a Draco.

—Ninguno puede sentir el tacto del otro —Comenzó a explicar Lailah colocando su mano sobre la pierna de Draco—, porque no pertenecemos al mismo mundo. Tú eres mundano, yo no lo soy.

Draco no apartó su vista de los ojos morados de Lailah hasta que ella bajó la mirada. El chico vio la mano en su pierna, no lo pudo evitar, un leve rubor apareció en sus mejillas y el suelo comenzó a llenarse de niebla.

—Tiempo sin verte, angelito —Lilith había aparecido justo frente al sofá mientras su dedo índice jugaba con su labio inferior—. ¿Cómo van las cosas?

Draco apenas y miró a Lilith, aprovechando el momento se levantó y se encerró en el baño.

—No muy bien, al parecer. —Dijo con una risa traviesa.

—¿De qué hablas? —Preguntó Lailah levantándose del sofá.

—De nuestro humano, de nuestro humano y sus perversos pensamientos.

—Sigo sin entender, ¿podrías ser más clara?

"Si un ángel llega a enamorarse de un humano y el amor es correspondido, poco a poco todos o la mayoría de los poderes desaparecerán con el tiempo y las alas del ángel serán confiscadas dejando de ser un ángel y pasando a ser un humano corriente". —Recitó Lilith—. Conoces esa advertencia, ¿no?

—La conozco, Lilith.

—Entonces deberías llevarla a cabo, no te enamores de tu humano si no quieres perder esas lindas alas. —Le dijo guiñandole un ojo.

—No pienso perder mis alas. —Dijo Lailah con seguridad.

—¿Estás segura? —Lilith caminó alrededor de Lailah, inspeccionando su aspecto—. Ya conoces la historia de los Grigori, ellos se enamoraron de las hijas del hombre, ellos no tuvieron elección, cayeron por la lujuria —Lilith soltó una carcajada—. No creo que tú tengas elección.

—Yo no caeré ante la lujuria, no pienso unirme a los Grigori. —Repitió Lailah, sintiéndose intimidada por Lilith.

—¿No es, para un ángel, el mayor logro encontrar el placer divino?

—Sólo los ángeles más importantes lo obtienen, simples ángeles guardianes no tienen como meta aquello —Hablaba la rubia sin que le prestarán atención—. Será mejor que te vayas.

Lilith miró hacia el baño y luego de escuchar un par de gritos ahogados dijo—. Tienes razón, creo que ya terminamos por hoy.

Lilith hizo chasquear sus dedos y desapareció de la habitación. Por otro lado, Draco había salido del baño con una extraña expresión en su rostro y mantenía una respiración rápida e inconstante.

—¿Ella ya se fue? —Preguntó Draco, evitando mirar a Lailah.

—Si, ya lo hizo —Contestó la chica mientras seguía a Draco por detrás—. ¿En qué estabas pensando? Sabes que Lilith aparece únicamente cuando tus pensamientos...

—No era nada. —Se apresuró a decir Draco, con las mejillas coloradas.

—Recuerda que prometiste hablar conmigo de todo. Pusimos reglas y debes cumplirlas.

Draco miró a Lailah, sintiéndose avergonzado. ¿Cómo le explicaría que había tenido pensamientos perversos sobre ella? Tampoco podía decirle lo que acababa de hacer en el baño porque además de sentirse ofendida se preguntaría porqué lo hacía. Y no le sería fácil explicarle que sus momentos a solas era lo único que esperaba cada día; ni que, cuando ella se acercaba demasiado o le dedicaba una linda sonrisa, un extraño cosquilleo aparecía en la boca de su estómago. No sería fácil explicarle a Lailah que se había enamorado de ella.

—Estoy al tanto de las reglas, pero te lo prometo, no fue nada.

Draco abrió la puerta de su vestidor y se metió en el, mientras Lailah se quedaba fuera. La chica no dejaba de pensar en lo que Lilith le había dicho, estaba comenzando a preocuparse.

—Draco —Murmuró Lailah lo bastante alto para que logrará escuchar—. Hay algo de lo que debemos hablar.

El aludido salió del vestidor mientras se colocaba la camisa de franela, Lailah logró ver parte de su torso antes de que la camisa lo cubriera.

—Estoy muy cansado hoy, hablemos mañana ¿sí? —Draco fue apagando las velas una por una hasta apagar todas por completo—. Hoy fue un largo día.

—Draco, es algo importante.

Draco no se preocupo en responder de manera inmediata, se metió entre las sábanas de su cama y se acomodó en ellas antes de hablar.

—Mañana, ¿sí?

Lailah no quería esperar hasta la mañana siguiente para hablar con él, pero tampoco quería molestarlo ahora que intentaba dormir. Soltó un suspiro y fue a sentarse en el sofá, no tenía mucho que hacer mientras Draco dormía así que hizo aparecer un viejo libro en sus manos, la historia de los Grigori. Tal vez así podría recordar lo malo que era enamorarse de un mundano.
   
   
   
   
"Los Grigori eran conocidos como los Vigilantes del Cielo, que se consumieron con la lujuria y así se convirtieron en ángeles caídos.

Fueron creados por Dios para que fueran pastores de los primeros seres humanos. Semjaza, el líder de los Grigori, convenció a otros a unirse a él para fornicar con las mujeres y bestias del campo. Como resultado, él y los otros pecadores Grigori engendraron gigantes  llamados Nephilim o "los fuertes"), que dominaron y se dieron banquetes con los seres humanos durante los días de Enoc. Otro pecado de los Vigilantes fue enseñar a varios humanos artes creativas, sobre todo Azazel, que les enseñó los secretos de la guerra, lo cual causó la ira de Dios".
   
   
    
   
Lailah sintió su piel erizarse. Debía aprender de los errores de otros y no enamorarse de un mundano, no caer ante la lujuria. Vamos, ni siquiera era algo tan fantástico. Un simple deseo no lo valía, no cuando pasó décadas entrenando para ser la mejor guardiana. Draco era su primer humano, no podía arruinar todo ahora.
    
   
   
  
"Dios mandó al ángel Gabriel a causa de los Gigantes para hacer la guerra con ellos: Y el Señor dijo a Gabriel: Procede contra los bastardos y haz desaparecer a los hijos de los Vigilantes de entre los humanos y hazlos entrar en una guerra de destrucción, pues no habrá para ellos muchos días. Ninguna petición en su favor será concedida, pues esperan vivir una vida eterna o que cada uno viva quinientos años. Y ahora, los bastardos que han nacido de los espíritus y de la carne, serán llamados en la tierra espíritus malignos y sobre la tierra estará su morada. Los espíritus malos proceden de sus cuerpos, porque han nacido de humanos y de los santos Vigilantes es su comienzo y origen primordial. Los espíritus del cielo tienen su casa en el cielo y los espíritus de la tierra que fueron engendrados sobre la tierra tienen su casa en la tierra. Y los espíritus de los Nefilim, afligen, oprimen, invaden, combaten y destruyen sobre la tierra y causan penalidades, ellos aunque no comen tienen hambre y sed y causan daños. Estos espíritus se levantarán contra los hijos de los hombre y contra las mujeres porque de ellos proceden.

La sentencia sobre los asociados de Semyazza es descrita: Y a Miguel le dijo el Señor: ve y anuncia a Shemihaza y a todos sus cómplices que se unieron con mujeres y se contaminaron con ellas en su impureza, ¡que sus hijos perecerán y ellos verán la destrucción de sus bienamados! Encadénalos durante setenta generaciones en los valles de la tierra hasta el gran día de su juicio. En esos días se les llevará al abismo de fuego, a los tormentos y al encierro en la prisión eterna. Todo el que sea condenado, estará perdido de ahí en adelante y será encadenado con ellos hasta la destrucción de su generación. Y en la época del juicio que yo juzgaré, perecerán por todas las generaciones".
    
    
   
   
Pero luego de aquel día Draco no hablaba mucho con Lailah. Y es que Voldemort no paraba de utilizarlo para castigar a los mortífagos que cometían errores, y durante esos últimos días de vacaciones todos parecían equivocarse. Y la rubia debía quedarse allí, de pie viéndolo cumplir con su castigo, viendo como corrompían su alma.

Ya se había vuelto costumbre pasar los días en aquella habitación larga iluminada solamente por el fuego. Esa noche un enorme mortífago rubio se encontraba en el suelo, gritando y retorciéndose, mientras la figura más pequeña de Draco estaba de pie sobre él, con la varita extendida, mientras Voldemort hablaba en una voz alta, fría y despiadada.

—Más, Rowle, ¿o terminamos ya y alimentas a Nagini? Lord Voldemort no está seguro de perdonar esta vez... ¿Me devuelves la llamada para esto, para decirme que Harry Potter se ha escapado otra vez? Draco, dale a Rowle otra muestra de nuestro desagrado... ¡Hazlo, o siente tú mi ira!

Un tronco cayó al fuego, las llamas crecieron, y arrojaron luz sobre una pálida piel, Draco intentaba mantener sus expresiones al mínimo.

Lailah intentaba seguirle el paso a Draco, pero era casi imposible cuando caminaba tan rápido. Voldemort había permitido al chico volver a su habitación y el chico no podía estar más avergonzado. Odiaba hacer todo lo que él le pedía.

Lailah se había quedado de pie observando al rubio. Había abierto su baúl y se encontraba tirando todas sus pertenencias de manera brusca, cuando terminó cerró el baúl y sentó sobre el, escondiendo su rostro entre sus manos.

—Draco... —Murmuró Lailah arrodillándose junto a él.

—¡Sólo quiero irme de este lugar! ¡Quiero que todo termine, no quiero seguir con esto! —Soltó Draco descubriendo su rostro, algunas lágrimas caían por sus mejillas.

Lailah sintió un gran pesar al ver a Draco en ese estado, sin tener la capacidad de consolarlo con algo que no fueran palabras.

—Mañana todo estará mejor, lo prometo —Comenzó a decir Lailah—. Volverás a Hogwarts y te alejaras de todo por un tiempo, podrás estar más relajado, con tus amigos...

—Yo no tengo amigos, no tengo a nadie. —La cortó Draco.

—Me tienes a mí. —Draco levantó la mirada y le medio sonrió a Lailah.

El cosquilleo en la boca del estómago no tardaron en aparecer, pero Draco no se sintió bien con aquello. ¿Cómo podría enamorarse de una chica a la que no podía tocar? Era desesperante.

El rubio se alejo bruscamente. No tenía ganas de nada, así que simplemente se quitó el traje quedando únicamente con una camiseta blanca y se recostó en su cama. Se sentía bastante cansado pero sabía que no le sería fácil quedarse dormido, desde que Lailah apareció no lograba conciliar el sueño rápido.

—Estoy al tanto de que es difícil de sobrellevar todo lo que te está ocurriendo —Comenzó a decirle Lailah mientras se acercaba y tomaba asiento en el borde de la cama—. Pero te conozco bien Draco, estoy segura de que podrás soportarlo. Y no tengo ninguna duda de que, cuando todo esto termine, las cosas mejoraran mucho para ti.

—Eso espero —Murmuró el chico, sin quitar la vista de Lailah. Su ceño se frunció al notar algo distinto en ella—. Que extraño.—

—¿Qué pasa? —Quiso saber Lailah.

—Recuerdo del día que te conocí, que al despertar una fuerte luz blanquecina me cegaba la vista, era esa luz que te rodea —Explicaba Draco sin dejar de mirarla—. Con el tiempo me acostumbre, pero ahora, está algo diferente.

—¿Algo diferente? —Repitio Lailah.

—Ya no es tan notoria. La luz es débil, creo que pronto desaparecera.

La boca de Lailah se abrió por completo, la chica estaba bastante confundida y sorprendida.

 "...poco a poco todos o la mayoría de los poderes desaparecerán con el tiempo...". 

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