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Sabía lo que aquel día sería, sabía lo que mi padre estaba tratando de hacer y sabía lo que yo tenía que hacer.

Desperté en brazos de Matías, era tan lindo verlo así, acaricié suavemente sus mejillas recorriendo cada parte, fundí mis dedos jugueteando por su cabellera castaño oscuro, de repente no sé si soñaba o se percató de mis caricias, pero: sonrió, me derretí con aquella sonrisa que solo yo conocía, aquella que esbozaba al verme, no tenía hoyuelos u otras cosas pero era la mejor sonrisa que podía apreciar por las mañanas y diariamente.

Los lunares cerca de su cuello lo hacían ver aún más sexy y tierno, su torso desnudo porque había dormido sin remera era un delirio, sus brazos que me protegen ante todo, pasaría horas y horas describiendo la felicidad que se me hacía verlo dormido, o todo el amor que sentía y sigo sintiendo por él, haría toda una novela solo describiéndolo a él.

—Acosadora —musitó adormilado.

—Me encanta apreciarte —me senté sobre la cama abrazada de mis piernas flexionadas mirándolo.

—Me entero —mencionó burlándose, y mi "yo" madura opto por sacarle la lengua—. Estás hermosa, mi pequeña.

—No te burles de mi intento de espantapájaros, tengo unas horribles ojeras, un cabello haciendo competencia al de una bruja y un increíble aliento.

—Aun así eres hermosa —seguía alagándome, pronto se me acercó y brindó un beso en mi frente—, muy hermosa —corrigió susurrando.

—Y tú muy sexy durmiendo —le guiñé un ojo y salí corriendo de la habitación con Matías persiguiéndome.

Al atraparme me encarceló en sus brazos y me giró lentamente para dar cara a cara con él y besarnos.

—Mucho amor por las mañanas —mi padre tosió para que pongamos atención y nos percatemos de su presencia—. No importa —me miró analizándome—, sigan en lo suyo —y bebió un sorbo de su café.

Nos encontramos en el comedor todos los que habitábamos en la casa ese día, desayunamos juntos y compartimos algunas novedades.

—Casi lo olvido —mi padre tomó el mando de la conversación—. Esta noche habrá una cena aquí en casa así que espero que todos se preparen y se diviertan.

***

La tarde la aproveché para mostrarle a Matías el pueblo para que conociera un poco más a cerca de su historia y algunas anécdotas.

Volvimos un poco temprano para ayudar en la preparación de la cena, recibir a mis familiares y revoltosos primos.

Me alegraba que el pasar de los años hizo entrar en razón a mi padre, que se diera cuenta de que ya era una adolescente que iba por el mundo pasando los mejores años de su vida junto con el chico que la hacía feliz. Tanto que él mismo fue quien decidió reunir a ambas familias para una cena en casa de mi abuela y poder cambiar las cosas para bien, era necesario remediar tanto mal.

Ya no existía tanto mal, pero la carga de culpa y la terquedad de mi padre no conocían de negación.

—Bienvenidos, me alegra que hayan podido venir, pueden pasar al patio donde están los demás —mi padre saludaba a los invitados que iban llegando en manada, la última cena no habían asistido ni la mitad de lo que era en realidad mi familia.

No pude evitar guardar en mi mente ese preciso momento en que se dejaron los resentimientos por un lado haciendo que dos familias desconocidas se unan siendo una sola, ver la alegría de todos compartiendo juntos en la mesa.

Después de mucho volví a ver felices a mis padres sonriendo y disfrutando del momento muy enamorados, tíos, tías y primos revoltosos reunidos, la abuela satisfecha de vernos a todos, Matías a mi lado, risas por todas partes con conversaciones elocuentes... era la cena perfecta.

Era lo único que necesitaba para ser feliz

Empezaba a oscurecer, las nubes tenía un tono color pastel, el sol iluminaba intensamente pese a estar a punto de ocultarse para dar lugar al brillo del ocaso.

Mi abuela insistió en que Matías y su madre se quedaran y luego se marcharan al día siguiente.

No concedía dormir, no lo lograba, traté de no despertar a mi chico cuando fui al patio a mirar el cielo, con su llegada supe que mi intento había fallado.

—Lamento que te hayas despertado por mi culpa.

—No es tu culpa, tampoco podía dormir —se sentó a mi lado.

— ¿Podemos quedarnos la noche aquí? —inquirí aun mirando las estrellas.

—Claro, mi pequeña —me guió hacia sus brazos, me refugié en la seguridad reposando mi cabeza en su hombro, hasta que lo abrasé más fuerte y mis sollozos emergieron para delatarme—. ¿Te pasa algo?

—La verdad es que sí —una lágrima rodó a su escape.

—Puedes contármelo, sabes que estoy contigo para apoyarte siempre que me necesites y ayudarte en lo que pueda.

—No me animaba a decírtelo aún, pero —hice una pausa que él respetó—, cuando nos separaron creí que no te volvería a ver, mi graduación llegaba y yo tenía que seguir con mi vida, estudiar una carrera, convertirme en alguien —mis sollozos se hacían más fuerte que era difícil detenerlos—. Busqué en el libro de recomendaciones de mi abuela el número de alguna universidad para seguir una carrera de arte y música, que es lo que amo, y... —no quería seguir contando.

—Vamos, mi pequeña, cuéntalo lentamente.

—Envié una carta con los papeleos correspondientes pensando en que ya no tendría oportunidad de verte más, coloqué la dirección de mi abuela que es donde supuse me quedaría definitivamente, hace días contestaron por eso tuve que regresar y ver cuál fue el resultado.

— ¿Y entonces? —inquirió esparciendo caricias por mi espalda.

—Me aceptaron, me dieron la beca completa.

— ¡Me alegro por ti! No debes desaprovechar ésta oportunidad ¡es magnífico, mi pequeña!

—La verdad es que... mañana debo viajar al exterior, dejando todo atrás, incluso... a ti —derramaba miles de lágrimas sin cesar.

—No llores mi pequeña, es difícil asimilarlo —me abrazaba acariciándome, tratando de que me calmara, era en vano—. No quiero que renuncies a eso sólo por mí, sabes que te amo bastante y estoy dispuesto a esperarte una vida entera por ti.

—Quisiera poder quedarme contigo... y-yo te amo.

—Te amo más de lo que tú te imaginas Liz, también tengo sueños y metas que alcanzar, me quedaré aquí a estudiar para ser médico y cuidar de mi madre, otro sueño que tengo es que tú cumplas los tuyos.

—Te juro que no quiero alejarme de ti, me dolería bastante, ya me alejaron una vez, pero no le basta al maldito destino que goza de verme sufrir —lloraba, mis manos estaban en puño, entre la rabia y el dolor todo me parecía injusto.

—A veces es necesario el dolor —dijo Matías suspirando.

Hay decisiones en la vida que aunque duelan debemos tomarlas con firmeza, decisiones que te desgarran el alma pero que son necesarias.

Nos quedamos abrazados toda la noche a la luz de la luna, era nuestro último encuentro, el más doloroso de todos, aun así hicimos como que nada ocurría, nos besamos sin querer soltarnos.

Sería la última vez que saborearía sus labios, esos besos que se volvían cada vez más intensos, había lujaría en ellos, lentamente la ropa iba haciéndose innecesaria.

Matías se colocó arriba mío llenando cada parte de mi rostro con sus besos, suavemente me despojó de mi vestido, sus besos bajaban por mi cuello humedeciéndolo, continuaba por el sendero donde desabrochó con premura mi sostén, jugueteó con mis pechos, los apretaba y los besaba, bajaba con pequeños mordiscos hacia mi abdomen, quitando con suavidad mi ropa interior.

Hasta que él se despojó de toda la ropa que lo cubría, me besó una vez más estirando mis labios, me miró pidiendo permiso a lo que sin más, asentí.

Se adentró paulatinamente, sentí dolor y luego me retorcía de placer, gemía por lo bien que se sentía hacer el amor, verlo balancearse arriba mío con sus brazos marcados por el movimiento, sus ojos mirándome fijamente para detenerse y besarme la frente, entonces los papeles se intercambiaron, me coloqué arriba de él danzando y moviendo las caderas, sus manos me sujetaban por la cintura acariciándome.

En sus toques había eso: caricias y amor, porque juntos nos fundimos en la química que nuestros cuerpos se llamaban, hicimos el amor bajo la luna, debajo de lo que yo llamaba "tapiz de estrellas" allí en el césped aplastando las coloridas flores, nuestra ropa esparcida, todo fue genial, todo fue hecho con amor.

Intentamos olvidar la situación, aprovechamos cada hora, minuto y segundo para volver a amarnos antes de que amanezca y todo termine.

Deseaba que todo sea solo parte de una ilusión, que la beca se haya cancelado y seguir junto a Matías, pero no todo sucede como nosotros quisiéramos, no todo es color de rosa.

No es necesario un final feliz, el mío tampoco era triste, conocí a personas maravillosas en mi vida, especialmente al que amé, amo y amaré por miles de eternidades.

Luego no quedaría nada más que solo lindos recuerdos, merecíamos estar juntos toda una vida después de todo lo que pasamos.

Pero tomé una decisión desafiando al corazón.



Ahora me encuentro sentada escribiendo esto, esperando al tren que me llevará hacia mi destino, me voy con los mejores recuerdos de mi vida.

Ciertamente debo admitir sobre la presencia de lágrimas en mi rostro reclamándome que me quedara, ojala y pudiera complacerlas.

No me siento preocupada, pues si el destino lo quiere nos volverá a unir un día, tal vez mañana, quizás en cinco años o cincuenta y de no ser así, me marcharé sabiendo que viví siendo feliz sin límites, que... fui amada.

Esta vez me queda solamente yo y mi largo camino por recorrer.

Si estás leyendo esto, conociste mi historia, del amor que nos tuvimos el chico de la hermosa sonrisa y yo.

Sabes que existen dos personas que se aman pero por jugadas del destino tan incierto tuvieron que separarse.

Y sabrás que así pasen los años, nuestro amor nunca dejará de existir.

FIN.

***

Estoy iorandooooo.

Ohhhhh por Dios, no puedo creer que ya haya terminado.

No me mateeen, a mí también me duele.

Gracias a todos por leerme.

Los quiero.

Nos vemos en "Después del atardecer"

No olviden votar y contar qué les pareció la historia.

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