2. La chica del vestido azul

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Todo el mundo sabe que Charlotte Anderson es lesbiana. Era una chica tímida, hasta que reunió todo su valor para salir del armario hace unos meses y desde entonces es mucho más abierta y se la ve feliz. Yo no la entiendo, ¿puede ser alguien feliz siendo lesbiana?

Al salir veo que toda mi familia ya está afuera. Están hablando con la señora Johnson, una amiga de la abuela Melody que también viene a misa cada domingo. Me uno a ellos y entonces la señora le dice a la abuela, mirándome:

-¡Mira tu nieta qué guapa está!

-Gracias, señora Johnson -contesto yo tímidamente.

Luego me aparto un poco y me pongo a mirar por alrededor. Y entonces la veo. Charlotte Anderson y su madre salen de la iglesia. Es guapa, y me encanta el vestido que se ha puesto. Su sonrisa la hace una chica todavía más bonita.

Su atuendo es azul, y le llega hasta las rodillas. El colgante que lleva me encanta y le queda muy bien. Lleva unos zapatos ligeros y con pedrería, que también son preciosos.

Empieza a mirar a la gente que está fuera de la iglesia, como he hecho yo hace unos segundos. La miro todo el rato, hasta que su mirada se clava en mí. Al segundo aparto la vista y me pongo a hablar con Aaron, que está a mi lado.

-¿Conoces a esa chica? -me pregunta con su voz angelical.

-¿Qué chica? -pregunto yo, aunque sé perfectamente a cuál se refiere.

-Aquella -contesta, señalando a Charlotte con el dedo índice, sin ningún intento de disimulo.

Ella nos mira y yo, muerta de la vergüenza, cierro la mano de Aaron y le bajo el brazo. Sonrío mirando hacia ella y luego digo en voz baja:

-Aaron, señalar a la gente es de mala educación.

-¿Por qué? -pregunta él, sin entender nada.

-Porque no querrás que esa chica piense que estamos hablando mal de ella, ¿verdad?

-No -responde negando con la cabeza -¿quién es?

-Es Charlotte. Está en mi clase -contesto yo.

-¿Es amiga tuya? -me pregunta él, entonces.

-Yo no diría eso. Somos...compañeras.

Entonces veo que ella se empieza a acercar a nosotros, sin dejar de sonreír. Empiezo a notar cómo el corazón se me acelera un poco.

De golpe me siento muy extraña. Es una mala jugada de estas que me hace la mente pero muchísimo más real que las demás. Mucho más real que las que tengo cuando me vienen solas, por las buenas. Es como si esta sensación me la hubiera provocado ella misma, Charlotte, su persona.

Al mirarla directamente a los ojos el corazón se me acelera mucho más y eso me genera una sensación contradictoria y difícil de explicar. Mi mente me dice que tengo que acercarme más a ella, pero mi razón me pregunta qué está pasando conmigo.

De repente tengo ganas de evitar a Charlotte a toda costa, de modo que le doy la mano a Aaron y nos damos la vuelta, dispuestos a irnos.

De pronto, y justo cuando estábamos a punto de empezar a caminar, escucho su voz a mis espaldas:

-¡Abigail, espera! -dice, andando un poco más rápido hacia mí -tengo algo que preguntarte.

Me giro hacia ella y, con una sonrisa que hasta a mí misma me parece muy falsa, le digo:

-Dime.

-No tengo con quién hacer el trabajo de biología para la semana que viene -me explica entonces, cruzando los brazos y frotándolos suavemente -¿quieres hacerlo conmigo?

-Lo siento, voy con Keira -le digo en un tono muy seco.

Lo único que quiero hacer en estos momentos es irme de aquí.

-Vale... -responde ella, un poco decepcionada. Después mira a Aaron y añade -¿Este es tu hermanito? ¡Qué guapo es!

Charlotte se agacha y Aaron se zafa de mi agarre para darle las dos manos a ella, cosa que a mí no me hace mucha gracia.

-Gracias -dice él, sonriendo.

Entonces él ve que el colgante que lleva ella tiene un corazón metálico de los que se abren y dentro se puede colocar alguna fotografía u otro tipo de recuerdo.

-Me gusta tu colgante -señala el niño.

-Mira -responde ella y acto seguido se pone a abrir el corazón.

Dentro de él hay una pequeña imagen de la bandera arcoíris, cortada en forma de corazón de manera que encaja perfectamente con la cápsula. En la imagen se puede leer perfectamente Love is Love

-¿Te gusta? -dice entonces.

Aaron asiente con la cabeza y ella responde:

-¡Gracias! Es la bandera arcoíris, representa la comunidad LG...

-Nos vamos, Aaron -digo yo, lanzando una mirada de advertencia a Charlotte.

Ella me mira, sorprendida, como si no supiera a qué viene eso. Sin embargo, yo creo que es bastante obvio. Se incorpora y, titubeando, me pregunta:

-Abigail...¿qué opinas sobre las personas que se enamoran de personas de su mismo género?

-Que les falla algo en el cerebro -contesto yo, sin haber pensado antes mi respuesta.

-Pero... -responde ella aunque de nuevo no puede terminar la frase ya que yo la vuelvo a interrumpir.

-No está bien ser así. Desde nunca. En otros tiempos incluso ingresaban a estas personas en psiquiátricos o las castigaban en sillas eléctricas. Si tú eres homosexual no me importa, ni me va ni me viene...pero no pienso permitir que metas a mi hermano en eso.

Luego le doy la mano a Aaron, nos damos la vuelta y, sin mirar atrás y dejando a Charlotte con la palabra en la boca, él y yo volvemos con la familia.

Durante el trayecto a casa empiezo a darme cuenta de que he sido una maleducada, y de que he sacado mi vena homofóbica, la cual yo misma pensaba que no tenía. Por un segundo valoro la idea de escribir a Charlotte para perdirle perdón, pero finalmente decido que es mejor dejarlo pasar.

Al llegar a casa cuelgo el bolso en el colgador de la entrada y voy a la cocina. Mientras papá y mamá hacen la comida, yo me lavo las manos y pongo la mesa. Luego, me siento en el sofá y miro un momento el móvil. Vuelvo a pinchar de nuevo en la foto de Millie que Keira me ha enviado antes de entrar en misa y sonrío. Al verme, la abuela Melody se sienta a mi lado. Suspendo rápidamente la pantalla para que no vea lo que estaba mirando y ella me pregunta:

-¿Tu novio?

-¿Qué? -digo yo, un poco sorprendida, ya que nunca hablo de relaciones amorosas con la abuela.

-Que si hablabas con tu novio, cielo.

-Abuela Melody, yo no tengo novio- respondo.

-Tiene que haber algún chico por ahí... -me responde, con una sonrisa pícara -Es imposible que a tu edad no te hayas enamorado de ningún chico aún.

«¿Lo ves, Abigail?» me digo mentalmente «Si eres una chica, tienes que enamorarte de un chico, es lo que tiene. Hasta tu abuela te lo está diciendo».

-Sí que me he enamorado de chicos, abuela, pero no me han correspondido -le contesto.

-Pues son tontos -afirma, y luego añade, alzando los brazos para magnificarlo todo -Pero, ¿cómo puede rechazar un chico a una chica como tú? Tan guapa, tan lista, tan buena...

-Gracias, abuela -respondo halagada.

-Eso es porque no has encontrado aún al chico perfecto para ti. Ya lo encontrarás. En cualquier momento de tu vida aparecerá y os enamoraréis.

Entonces me lo imagino. Me imagino paseando con mi futuro novio por Covent Garden de la mano. De repente, nos miramos el uno al otro y él me da un beso en medio de la calle. No es que no me guste lo que me he imaginado, pero le falta algo. Es como cuando nos gusta una comida, pero le falta un poco más de sabor.

Entonces otra imaginación viene a mi mente, aparta de un empujón a la anterior y se coloca en el centro de mi mente. Es muy parecida a la otra, pero tiene un ligero cambio: esta vez me imagino a mí paseando con otra chica de la mano caminando por el mismo lugar: el barrio de Covent Garden.

A diferencia de la otra imaginación, a esta no le falta nada. Imaginando eso, mi mente me hace una mala jugada de nuevo porque me hace sentir un ligero cosquilleo en el estómago, como si miles de mariposas se apoderaran de él. No digo nada porque sé que no es real, y lo único que expreso es:

-Sí, ya aparecerá. De todas formas, no tengo prisa.

-Eso es raro en una chica de tu edad -afirma ella -pero tienes razón, ya llegará.

Mi mente repite esa frase pero añade una palabra más, la cual yo enseguida rechazo: «Ya llegará ella». Asiento mirando al suelo. Luego alzo la vista hacia ella y le digo:

-Te quiero mucho, abuela Melody.

-Y yo a ti, cariño.

Entonces escucho a papá anunciar:

-¡Ya está la comida!

-¿Qué hay de comer hoy, papá? -pregunta Aaron, correteando hacia la cocina.

-Hoy tenemos roastbeef, cariño.

-¡Qué rico! -exclama mi hermano, entusiasmado.

-¡Y qué hambre tengo! -contesto yo, dibujando círculos en la barriga con la mano.

El roastbeef es un plato típico de aquí, de Inglaterra. Consiste en una bandeja de carne de buey al horno con patatas fritas.

Mamá trae la bandeja con la comida y la deja sobre la mesa. Luego busca una espátula en la cocina y vuelve al comedor. Poco a poco y con cuidado, va repartiendo la comida en todos los platos mientras los demás nos vamos sentando. Una vez ya estamos todos en la mesa, rezamos para dar gracias por la comida que tenemos y, al terminar, mamá me hace una pregunta:

-Abigail, ¿quién es esa chica?

-¿Qué chica? -pregunto yo, dejando de masticar y mirándola fijamente a la cara. No entiendo a qué viene esa pregunta.

-La chica morena del vestido azul -responde ella, en un tono como si fuera obvio- habéis estado hablando antes en la iglesia.

Una imagen de ella, con su atuendo, mirándome y saludando me provoca otra vez un falso cosquilleo en el estómago. Parece real, pero yo sé que no es así.

Cuando vuelvo a la realidad, todos me miran extrañados, a la espera de una respuesta.

-¿Estás bien, cielo? -pregunta mamá, estudiando mi cara de estar completamente perdida.

-Sí, sí, estoy bien. Es... -respondo y antes de continuar la frase hago un suspiro corto y ruidoso para restar importancia a todo y fuerzo una sonrisa bastante creíble -es una compañera de clase, se llama Charlotte.

-Es guapa -responde ella -y sin duda tiene mucho estilo. Ese vestido le sienta genial.

-Seguro que en clase hay muchos chicos que están enamorados de ella -añade la abuela, partiendo un trozo de carne -¿Verdad que sí, Abigail?

-Supongo -respondo yo, dejando aun lado el hecho de que todo el instituto sabe que es lesbiana.

-Pues ya podrían fijarse todos esos chicos en ti -dice el abuelo Tom, después de tragarse una patata.

«Todos esos chicos los cuales no existen porque ella es lesbiana» respondo para mis adentros. Aún así, lo único que saco hacia afuera es un:

-Gracias, abuelo.

El resto del día transcurre con normalidad: por la tarde estudio y saco a pasear a las perritas. Después me paso un buen rato jugando con Eilish y leyendo relatos cortos de misterio.

Después de cenar, de nuevo en mi cuarto, enciendo la televisión y sigo viendo Stranger Things. Vuelve a ocurrirme lo mismo. Al final voy a vetarme a mí misma ver la serie.

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¡Hola lector! ¿Cómo estás? ¡Espero que tanto tú como tu familia estéis bien!

Recuerda ser responsable que aún hay un virus con el que acabar❤️

¿Opiniones del capítulo?

¿Entiendes por que nuestra Abby se comporta así?

¡Espero que te haya gustado! ¡Te espero en el siguiente capítulo!

Pd. ¿Que edad tienes?

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