4. Sue, ¿podemos hablar?

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Son las diez de la noche y de nuevo estoy tumbada sobre mi cama, boca arriba, mirando al infinito. La escena de esta mañana en el baño se repite en bucle en mi mente. La parte que más resuena es donde Charlotte dice: "¿Eres lesbiana?". La pregunta retumba una y otra vez como un eco infinito. Mi corazón se acelera un poco al analizar la cuestión y me incorporo entonces. 

Abro el ordenador y me pongo a buscar en internet: "Señales que indican que soy lesbiana". Sé que no voy a cumplir ninguna de ellas, pero aún así quiero asegurarme. 

Me voy a la mesita de escritorio, agarro una hoja y empiezo a hacer una lista apuntando las cosas que dicen. De título escribo: «SEÑALES QUE INDICAN QUE SOY LESBIANA» y empiezo: 

«1. Fantaseas con mujeres»

Empiezo a pensar en cómo sería acostarme con una mujer. Me imagino a mí en una cama con otra chica a la cual no le pongo cara. Abro mucho los ojos, sorprendida y horrorizada al ver que no puedo deshacer esa idea, porque a mi mente le gusta. Le gusta proyectar la imagen de mí quitándome la ropa delante de otra chica. Me quedo petrificada unos segundos y cuando vuelvo a la realidad decido pasar de este punto e ir directamente al siguiente.

«2. Te sientes atraída por mujeres»

Un flashback se cuela en mi cabeza, de cuando he estado mirando a Charlotte Anderson, luego otro de ayer en la iglesia. Pienso también en la foto de Millie Bobby Brown.

Alcanzo el móvil y entro en Instagram. Me paso por el perfil de muchas actrices: Emma Watson, Sadie Sink, Camila Mendes, Emilia Jones, Madeleine Petch, Lili Reinhart...y todas me parecen realmente hermosas. Pero no es igual que cuando veo la foto de un chico. Ellas me parecen realmente hermosas. Es como si mi mente me estuviera diciendo que si conociera realmente a alguna de ellas podría enamorarme de verdad. Como si fueran especiales. Y mientras tanto yo no entiendo nada. 

«3. Estás aquí»

¿Cómo que "estás aquí"? No entiendo esa afirmación de modo que continúo leyendo y dice: "Si estás aquí, es porque habrás buscado en Google "¿soy lesbiana?" o "¿cómo saber si soy lesbiana?" y si has buscado eso es porque dudas de tu orientación". Tiene sentido aunque después de leer esto empiezo a arrepentirme de haberlo buscado.

«4. Los hombres no te atraen lo suficiente»

Pienso en hace dos días, cuando me acosté con Adler Robinson. No sentí absolutamente nada. Aún así yo hice ver que sí. No sé si eso se considera como que los chicos no me atraen lo suficiente. 

«5. Ves mujeres por todas partes»

Intento recordar todos los momentos que he salido a la calle últimamente. Esta mañana me he cruzado con un grupo de jóvenes de mi edad que iban camino de su instituto. Solo había una chica, sin embargo es en quien he clavado la mirada primero. 

Busco más veces en las que me ha pasado eso, como una vez que iba en metro con Sam y enfrente se sentaron dos chicas que venían de comprar ropa. Las miré detalladamente unos minutos y luego me di cuenta, de que también estaban los que supuse que serían sus respectivos novios. A ellos los miré unos segundos y me desinteresé. Y no porque fueran feos o algo así (no lo eran, de hecho), sino porque no me llamaban la atención.

«6. Has fingido que te gusta un chico delante de tus amigas»

Pues sí.Sí lo he hecho, pero para que se callasen y me dejasen en paz. No creo que eso tenga algo que ver con mi orientación sexual. 

«7. Te hace ilusión conocer a otra mujer lesbiana». 

Pues no. De hecho, me gustaría no haber conocido a Charlotte.

«8. Te has enamorado de una mujer»

Pienso en si alguna vez me ha llegado a pasar eso. Yo creo que no. He mirado a muchas chicas, y Charlotte es muy guapa, pero no creo que eso sea una señal. No me he enamorado aún de ningún chico tampoco, pero yo creo que eso es porque no he encontrado al adecuado. 

«9. Las historias de amor de lesbianas te llegan»

Abro una pestaña nueva, entro en Youtube y busco: «Todas las escenas de Cheryl y Toni Riverdale». Veo un vídeo de quince minutos en el que salen todos los momentos: cuando los serpientes del sur llegan a Riverdale High, cuando las dos van juntas a ver Con amor, Simon, cuando Cheryl sale del armario con Toni (sin saber que ella es bisexual), el primer beso entre las dos en las hermanas de la Callada Caridad, cuando Toni enreda a besos a Cheryl para que no vaya a la reunión en la granja (porque es una secta)...y muchos momentos más. 

Al acabar el vídeo vuelvo al buscador de Youtube y escribo: «Dickinson todas las escenas de Emily y Sue». Veo un vídeo muy bonito de cuatro minutos en el que salen todos sus momentos: Cuando se ven en la fiesta, cuando se besan bajo el árbol, cuando están las dos hablando tumbadas en la cama de Emily, cuando ella escucha a Sue tocar el piano, cuando bailan (un poco colocadas) en la fiesta, el beso de después, cuando corren por el campo con los vestidos y los ramos antes de la boda de Sue, la escena en la que se bañan juntas en la segunda temporada...y muchas escenas más.

«Ojalá ser alguna de ellas» pienso, embelesada. 

De repente caigo en la realidad de lo que he dicho y me corrijo mentalmente, diciendo:

«No, Abigail, sabes bien que no eres lesbiana. No lo eres. Eres hetero, eres normal. Ser LGBT en una serie o película no pasa nada, porque es ficticio, pero en la realidad es completamente anormal». 

Termino la lista y la contemplo. Suspiro aliviada porque solo cumplo cuatro puntos y los otros cinco no. Con eso me basta para demostrarme que, sin duda, no soy lesbiana. 

Sin embargo, cuando me tumbo de nuevo en la cama, mi cabeza vuelve a hablar y me dice que sé perfectamente que debería marcar más puntos porque cumplo más. Entonces aprieto mucho los ojos y digo en voz bajita:

— No. 

Mi conciencia me responde a esa negación diciendo:

«Tienes miedo...tienes miedo de descubrirte. En el fondo sabes perfectamente que te gustan las...»

No puede acabar la frase porque yo la interrumpo diciendo:

— Shhh...calla.

Entonces me santiguo, hago dos oraciones y luego digo, con las manos juntas, a modo de rezo:

— Querido Dios, ayúdame. Necesito que me quites estos pensamientos tan malos e impuros de encima. Charlotte cree que no está enferma, ella dice que está bien. Pero yo sé que no, y empiezo a preocuparme porque sé que de momento estoy bien, pero tengo miedo de acabar cayendo en su misma enfermedad. 

Después rezo un par de oraciones más, me vuelvo a santiguar, apago la luz y me duermo rápidamente. 

Por la mañana me despierto y me dirijo al cuarto de baño. Me lavo la cara y hago toda mi rutina matutina. Cuando ya he desayunado y me he despedido de mi madre, salgo de casa. Empiezo a caminar por la calle y me cruzo con los señores Fernández, un matrimonio español que llevan su panadería en esta misma calle desde hace más de treinta años. 

— ¡Buenos días, señores Fernández! ¡Qué madrugadores son!– digo, una vez he llegado justo delante de donde están ellos abriendo la persiana de su negocio. 

— La gente compra el pan por las mañanas, querida– responde la señora, tan alegre como siempre– muy temprano.

— Para hacer los bocadillos que luego os lleváis tú y tus compañeros estudiantes al instituto– añade el señor.

— Muchas gracias, señores, el pan de esta panadería está muy bueno– afirmo, sonriente– ya saben que mi madre lo compra siempre aquí y la verdad es que se nota mucho que es de masa madre. 

— ¡Gracias, bonita!– exclama la señora Fernández.

— No hay de qué– respondo y, después de unos segundos en silencio, añado– me voy a clase, que llego tarde. 

— ¡Adiós, querida!– responden al unísono. 

Después de despedirme me pongo los auriculares y empiezo a andar de nuevo, esta vez más rápido. De repente alguien me toca el hombro. Freno en seco y automáticamente me doy la vuelta. Al hacerlo puedo ver que es ella quien está detrás. El corazón me da un vuelco y al mirarla a los ojos se me acelera todavía más. Resisto mis ganas de sonreír y digo:

— Hola Charlotte, ¿qué querías?

— Caminar contigo hasta el instituto. Ahora que somos ami...– responde pero yo la interrumpo.

— No somos amigas– remarco, poniendo así distancia entre nosotras- pero sí, puedes venir conmigo si quieres. 

— Gracias– responde ella, aunque yo la noto un poco decepcionada– y lo siento.

Empiezo a rebuscar porque quiero sacar el móvil y, en ese intento, ella me ve las uñas pintadas de negro:

— ¿A ver?– dice, acariciando mis dedos con los suyos, con suavidad, uno a uno– qué bonito tono de esmalte, me encanta.

Noto el contacto de sus dedos con los míos y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Miro la mano y mi mente me dice:

«Tómale la mano, entrelaza sus dedos con los tuyos»

«¡No, Abigail!» responde mi razón «¡No lo hagas! ¡Ya sabes que enamorarte de una mujer está mal!»

— Gracias– es lo único que respondo. Luego aparto la mano de ella, mirando hacia abajo.

Aún mirando al suelo, noto que ella está clavando sus ojos en mí, y se me ruborizan las mejillas. Parece que ella lo ha notado, porque dice, entornando los ojos un poco y sonriendo:

— ¿Te has sonrojado?

— No– respondo, apartando la mirada– es solo que me he pasado un poco con el colorete esta mañana. 

La miro de reojo y ella asiente mirando al suelo y sonriendo pícaramente. Tiene cara de que no se lo cree, pero aún así ninguna de las dos añade nada más. 

— ¿Dónde lo has comprado?– me pregunta ella, pasado un rato, rompiendo así el silencio– el esmalte, digo. 

— Me lo regalaron las navidades pasadas– respondo, siendo fría y cortante. 

Ella vuelve a asentir, con la cabeza gacha. Luego me mira, con una sonrisa sincera y me dice:

— Pues si alguna vez encuentras dónde lo venden dímelo, por favor. Me he enamorado de ese esmalte. Y a ti te queda genial. 

— Gracias– respondo, con un hilo de voz.

Caminamos en rato más en silencio, hasta que llegamos al instituto. Como todos los días, muchos jóvenes vestidos igual que Charlotte y yo, esperan a que abran la puerta. 

— ¡Hola chicas!– digo yo, al llegar adonde están Keira y Sam cuchicheando– ¿de qué chisme estáis hablando hoy?

— De que se rumorea que Jason quiere romper con Sue– contesta Keira, hablando muy bajito.

— ¿Qué?– pregunto, atónita.

— Lo que oyes– responde Sam– es una lástima. Hacían buena pareja. 

Me quedo paralizada unos segundos, recreando mentalmente la escena de hace varias semanas, en la que Jason y yo tuvimos un lío en mi casa cuando estábamos solos (antes de que yo me ligase a Adler) y en la que antes de nada yo le pregunté que si estaba seguro y él me respondió que sí porque, según él, había roto con Sue hacía meses. 

Ellos son (o eran, no lo sé), una pareja muy privada: anunciaron que estaban saliendo en su momento, pero nunca mostraban su amor por el instituto, excepto en el día de San Valentín. Por eso es perfectamente probable que sigan juntos y que ahora él quiera romper con ella. 

Empiezo a sudar al darme cuenta de que, sin querer, he sido "la otra". No puedo moverme, ya que mi cerebro está en shock y no manda órdenes al resto del cuerpo. Cuando, pasados unos segundos, consigo reaccionar, agarro a Sam por los hombros y, sacudiéndola un poco, espeto, preocupada:

— He sido "la otra", chicas.

— ¿Cómo que "la otra"?– pregunta Keira, extrañada. 

Hago una fuerte respiración porque estoy al borde de un ataque de ansiedad. Luego empiezo con mi explicación:

— Hace unas semanas, antes de ligarme a Adler, estuve unas semanas enrollándome con Jason. Le pregunté si estaba seguro de acostarse conmigo y él me dijo que sí, que hacía tiempo había roto con Sue. ¡Él le fue infiel conmigo, chicas, y yo no lo sabía!

— Oh, mierda– responde Keira, tapándose la boca con una mano– ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

— Y eso no es lo peor– digo, y antes de avanzar vuelvo a respirar hondo– lo peor es que, después de esas semanas él me dijo que se estaba empezando a enamorar de mí. Yo le dije que no me gusta estar en pareja...y le partí el corazón. O eso creía yo, hasta ahora. 

— Díselo– responde Sam, agarrándome fuerte de los dos brazos- ve a hablar con Sue. 

— ¿Y si no se lo cree?– pregunto yo, muy alterada. 

— Ella se lo pierde– responde Keira. 

Empiezo a mirar a mi alrededor intentando localizar a la chica, pero no la encuentro por ningún lado. Finalmente, la veo riendo con su grupo de mejores amigas. Empiezo a andar rápido hacia ella, esquivando a todos los estudiantes que me encuentro por el camino. Al llegar, las carcajadas cesan y todas las miradas se clavan en mí. Miro a Sue y digo, seria:

— Sue, ¿podemos hablar?

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¡Buenos días/buenas tardes/buenas noches, querido lector! Espero que estés disfrutando esta novela tanto como la estoy disfrutando yo al escribirla...

Espero que tanto tú como tu familia estéis bien de salud y recuerda siempre evitar los espacios con mucha gente, usa siempre mascarilla y gel hidroalcohólico

¿Opiniones del capítulo?

¿Entendéis tanto a Abigail como la entiendo yo?

¡¡Nos leemos en el siguiente capítulo!!

PD: ¿Cual es tu comida favorita?

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