5. Las visitas

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La situación dio un giro muy dramático en la casa tras la visita de dos personajes muy peculiares.

Después de que Luna y yo vimos a Luan encerrarse para pedir consuelo a Maggie, e ignorar a su familia, la reacción de mi hermana musical fue bastante optimista. Algo típico de ella.

"Tú tranqui, hermanito. Está bien si Maggie le quita la tristeza."

Eso ya lo sabía, pero aun así me sentía mal. Aquel encuentro directo con Belle (e indirecto con Benny) ameritaba que alguien le hiciera sentir bien de nuevo. Aunque fuera esa extraña chica.

Más tarde, tras hablar del caso en el hogar de Clyde, mi amigo llegó a la misma conclusión, pero además lo terminó asociando con un caso similar.

—Creo que hasta la doctora López aprobaría esa amistad —comentó mientras intentaba, sin éxito, derrotar a mi Muscle Fish en nuestro juego favorito. —Lo que me parece curioso es que me recuerda mucho a lo que me contaste que sucedió en Montreal la otra vez.

—¿A qué te refieres —contesté, bajando la guardia y recibiendo un combo de tres golpes que acabó con mi flawless.

—A esa ocasión en que Leni se encontró con alguien desagradable y buscó consuelo con su amigo Stuart, ¿no fue así?

¡Era cierto! Quizás por eso me había afectado tanto la situación. Ese día, mi hermana diseñadora había convertido un estudio fotográfico de modas en una sala de baile con solo unos pasos alegres, y había bastado un mal encontronazo para borrar su felicidad. Estando yo a su lado, vi como ella prefirió buscar a su amigo. Verla alejarse de mí, así como ver a Luan encerrarse, fueron dos momento en que el mundo se me vino encima.

Tras varios gloriosos combates, y varias galletas que los señores McBride nos sirvieron, llegó la hora de irme. El celular de Clyde había sonado.

—Tengo que acicalarme bien... Haiku es muy observadora.

Tal como lo leíste. Clyde y Haiku han estado saliendo con frecuencia estas semanas. Ni me pregunten cómo sucedió: Mientras que la distancia hizo daño en mi relación con Ronnie Anne y no logré nada con Paige, mi amigo y la chica gótica avanzan con paso firme.

Que yo pasara tanto tiempo con Luan no sólo era un alivio emocional para ella... Lo era para mí también.

No me pareció adecuado ser chaperón de mi amigo, así que opté por ponerme el casco y retirarme en la bicicleta.

Mientras me alejaba de la casa McBride, pedaleando y con la mente en las nubes, mis pensamientos fueron interrumpidos por el repentino salto de un mapache frente a mí. ¡Rayos! ¡Nunca me ha ido bien con ellos! Ver su cara aterrrada volando hacia mí en cámara lenta fue pavoroso... Con una hábil maniobra logré esquivarlo, tan solo recibiendo un arañazo en el casco. La prudencia de usarlo rindió frutos. Volteé a verlo correr asustado, pero.... ¿De qué huía?

Un rugido me hizo ver de nuevo al frente.

Justo en la próxima esquina, una potente motocicleta negra conducida por un encascado avanzaba directo hacia mí. ¡Rayos! Pegué un grito de miedo, y el del motociclista sonó bastante agudo y chillón.

Cerré los ojos y apreté los dientes, así que no vi la espectacular maniobra que el desconocido debió hacer para no golpearme. Frené en seco, y terminé cayendo hacia adelante, moviendo los brazos como aspas antes de rodar en el pavimento.

Sentado y mareado, escuché decir:

—¿Eres tú, Loud? ¿Estás bien?

Creí haberme equivocado, pero verle quitarse el casco me confirmó su identidad... Así que me puse de pie de inmediato.

—¿Stuart? ¿Qué rayos haces aquí?

—¿Qué esperas que responda? ¿Evitar chocar con un ciclista distraído?

—¡Ja! Da la impresión de que a cualquier bobo le dan licencia de motociclista estos días.

—Lo dice el niño que le gusta jugar al superhéroe aunque haga el ridículo.

Tras un rato en silencio, hablé.

—Es bueno que estés de visita.

—Gracias. Me alegra que no te haya pasado nada. Esquivar al mapache me hizo perder el control.

—No te preocupes. A mí también me pegó un buen susto.

Stuart Brennan. El amigo de Leni que nos ayudó mucho en el pasado, y que a veces tiene la simpatía de un sapo verrugoso. Desde hace tiempo trabaja en Montreal, y por primera vez nos visita desde entonces. Hemos charlado en familia con él unas cuantas veces vía internet, pero creo que le escribe a diario a Leni.

Pues bien, resulta que pidió unas vacaciones y las pasará en su Royal Woods natal. Se ha alojado en un hostal cercano, y justo hoy, que hablaba de él con Clyde, decidió ir a nuestra casa. Imaginarás lo bien que lo recibió mi familia, en especial Leni, quien gritó de alegría y se le arrojó para darle un fuerte abrazo. Luego, ella me tomó de la mano para atraerme y unirme a su apretón.

—¡Esto es tan bonito! Dos de mis tres chicos favoritos en el mundo entero están aquí. Solo falta Chaz.

Y se fue caminando, quizás a buscar su celular. El rostro de Stuart se volvió pálido.

—Oye... ¡Un momento! ¿Quién es Chaz? —dijo mientras la seguía.

Yo trataba en vano de disimular la risa ante la escena, cuando noté que Luna me hacía señas. Casi afuera del grupo familiar estaba Luan, en un silencio y una discreción inusuales en ella. Me le acerqué de inmediato.

—¿Que tal te sientes, Lu?

—Hola Linc. Ya estoy mucho mejor. Es más, quisiera disculparme.

—¿Por qué? No es malo que te sientas mal.

—Eso lo sé, pero de seguro te hice sentir incómodo de forma innecesaria.

—¿Tú? ¿Hacerme sentir mal? Quizás solo cuando abro una de tus "sorpresitas" que me explotan en la cara.

Ella se ruborizó. Lucía muy tierna.

Chispitufos —comentó. Si mis padres no vieran caricaturas de su época en nuestra presencia no habría entendido el chiste.

El timbre sonó, y alguien lanzó un quejido. Luna sonrió divertida.

—¡Ja! El viejo timbre ataca de nuevo. ¿Alguien había ordenado pizza para Stu?

—No. Creo que ya sé quién es —respondió Luan. ¿Sería posible que...?

Sí. Era Maggie. Ella lucía casi a punto de llorar, haciendo un puchero y acariciándose el dedo electrocutado. Mientras Luan la recibía y la consolaba, le hablé en voz baja a Luna.

—¿Qué rayos hace ella aquí?

—No me preguntes a mí, tronco. Estoy tan desconectada de la mente de Lu como lo estás tú —respondió la roquera casi gruñendo. Mientras, Luan le hablaba con dulzura a su amiga.

—Lo siento, Mags. Nuestro timbre está tan viejo y descuidado que lanza electricidad de vez en cuando. ¡Es muy útil! La otra vez, cuando pedimos comida china...

—¡Es horrible! —protestó la chica pálida. —Una vez me electrocutaron por molestar, ¡y fue así como que horrible! No pude escribir poemas en una semana. ¿Sabes? ¡Odio las bromas!

Luan le dio una mirada maternal y acariciando su blanco dedo le dijo: —Lo sé, lo sé... Tranquila, chica. Sana, sana, colita de rana...

Tras escuchar eso, Maggie se abalanzó sobre la comediante y le dio un fuerte abrazo. Mi hermana lo fue correspondiendo lentamente.

Mamá se acercó a la escena, sorprendida por la emotividad de ese instante.

—¡Vaya! No sabía que traerías a una amiga! ¿Cómo se llama ese rayito de sol?

—Es una amiga muy especial. Vengan, se las presentaré a toda la familia.

Halándola del brazo, la llevó hacia donde estaban los demás. Al pasar frente a mí, Maggie endureció la mirada por unos segundos.

—Familia, Stuart... Ella es Maggie Blumenwiese. Es una persona muy especial y una talentosa poetisa. Nos conocimos cuando Lincoln y yo amenizamos su fiesta de cumpleaños.

—Emmm... Hola. —fue su tímido saludo.

—¡Hola, Maggie! —se oyó como alegre respuesta por parte de mi gran familia. Alguien faltaba, pero no tardó en aparecer de la nada tras ella haciéndole brincar del susto.

—No les temas. Nadie es espeluznante aquí —le dijo Lucy con frialdad.

—¡Excepto tú, rarita! —dijo Lola, apareciendo al otro lado mientras miraba con dureza a su hermana. Luego se dirigió a la invitada: —En cuanto a ti... Un makeover es de carácter urgente.

Lori se acercó y separó a las dos que la rodeaban. —No sean molestas, niñas. Están dando literalmente una mala impresión de la familia.

Lynn llegó casi empujando a la mayor de mis hermanas para molestarla.

—¡Si tus zapatos llegan a "sonar", la impresión sería aún peor!

Luan echó a reír, mientras Lori perseguía a la deportista a fin de convertirla en pretzel humano.

—¿No te parece que son lindos, Mags? —preguntó ella echándole el brazo a la chica pálida.

—M... Mejor pasemos al ensayo —fue la respuesta evasiva que Maggie dio.

¿Ensayo?

Así era. Luan había llamado a Maggie cuando se sintió triste, y la amiga sugirió visitarla de inmediato para charlar, y de paso, ensayar el acto de mimo frente a la familia. Lo mejor de todo es que Stuart también presenció el espectáculo y ofreció su ayuda para agregar elementos y crear escenografía. ¡Fue un detalle genial!

En cierto momento, con el patio lleno de Louds y amigos, Maggie se dirigió a los presentes con una ligera sonrisa. Una que le hacía ver muy bien.

—Quiero dar las gracias a todos ustedes. O sea... deben ser una familia muy especial para que Luan se sienta feliz con ustedes. Cuando ella está alegre, mi oscura alma se ilumina, y me inspira...

Y a continuación, volvió a declamar.

"¿Por qué escuchar su risa

Me hace volar al cielo?

Porque es la melodía precisa

Que me brinda consuelo.

Nunca llores, sé feliz cada día

Lucha siempre por ese afán.

Y di a todo mundo con alegría

Tu hermoso nombre, Luan."


La familia entera reaccionó con admiración, felicitándola esa improvisación. Menos Stuart.

—Vaya, eso fue cursi —me dijo al oído. Antes de que gruñera por ese comentario, Luna se interpuso entre los dos.

—¿Te diste cuenta, hermanito?

—¿De qué hablas, Luna?

La roquera me habló más cerca del oído.

—El sentimiento, chico. Las miradas... ¡A ella le gusta Luan! Todo concuerda. Yo sé de eso. Ahora bien, ¿Qué pensará Lu al respecto? No me aguanto por preguntarle.

—No creo que sea mutuo.

I know this much is true.

Y se alejó. Stuart fue cerca de Leni, como era lógico. Así que me quede solo y reflexionando todo lo visto. Era posible que Luna tuviera razón. Mi hermana comediante significa mucho para esa chica extraña, pero ¿ella a Luan? Debe ser una broma.

Aunque, a propósito de bromas... En dos ocasiones Maggie ha dicho que no le gustan.

¿Será que por eso... Luan canceló el día de las bromas?

Nah.

Ella no haría eso por nadie. Ni por su amada familia, ni por mí.

Pero... ¿Y si es verdad?

¿Por qué ella? ¿POR QUÉ?

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