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capítulo nueve
( nosotras dos )












¿CREÉIS QUE LOS DEL CHÁNDAL QUERÍAN ALGO MÁS DE LA SUBASTA? —preguntó Clint.

Habían subido a un taxi, cansados de caminar. El sitio al que iban estaba demasiado lejos.

—Puede ser —admitió Betty—, pero no estoy segura.

—No lo sé —respondió Kate—. Yo estaba pendiente de Jack y de Armand.

—Yo también —asintió Tine—. Vaya, menuda ayuda somos.

—Me inquieta mucho que pueda haber equipo de los Vengadores circulando por ahí —dijo Clint, mirando directamente a Betty—. ¿Todavía crees que Jack está metido en esto?

—Sí —se apresuró a decir Kate—. Hay demasiadas coincidencias. Estaba en la subasta aquella noche y ayer me ofreció un toffee.

—Eso no es un delito —comentó Clint.

—Espera, ¿un toffee como los que tenía mi padre en casa? —preguntó Tine, frunciendo el ceño—. No sabía que Jack se hubiera pasado por allí últimamente.

—Sí, exacto —confirmó Kate—. Y cuando intenté rajarle la jeta para desenmascararlo, detuvo mi ataque sin inmutarse.

—Sabe de esgrima —comentó Betty—. Es bueno con la espada, hay que admitirlo.

—¿Intentaste rajar al novio de tu madre? —preguntó Clint.

—¿Intentaste rajar a mi primo? —dijo Tine, sin dar crédito—. Se supone que ese privilegio solo lo tengo yo.

—Es quien sacará más tajada de la muerte de Armand —insistió Kate.

—También Tine y el ejército de Armands —recordó Betty.

—Oh, no, no me han dejado herencia —suspiró Tine—. Sabía que no le caía bien, pero eso me sorprendió. Tampoco es que necesite el dinero, de todos modos.

—¿Lo dices de verdad? —se sorprendió Kate.

Tine rio.

—No, era una broma. Tengo herencia. Tuve que ir antes a ver al abogado, por eso tarde. Pero cosas de la vida, ¿no? Volvamos a mi primo, ¿qué pensáis?

—Lo de Jack es raro —admitió Clint—. De acuerdo, pero tiene muchas lagunas.

—Ya. Por eso necesitamos pruebas. Y vamos a colarnos en casa de mi madre —anunció.

—Espera, espera, ¿qué? —preguntó Clint.

—Suena divertido —opinó Betty—. Te has acostumbrado a eso de los allanamientos, ¿no?

—Es mi casa prácticamente, entrar no es un allanamiento —se defendió Kate—. Lo haremos para consultar los archivos de la empresa. Seguridad Bishop tiene un registro bestial de delincuentes. Seguro que hay información de los chandaleros.

Clint asintió.

—Ya. Tine, ¿tú qué opinas?

La mujer dudó unos segundos.

—No creo que mi primo sea lo bastante inteligente para ser un líder criminal secreto —comentó—. Pero no perdemos nada por probarlo, ¿no? Quiero saber quién mató a mi padre y asegurarme de que acaba entre rejas.

—Muy bien —asintió Clint—. Betts, ¿algo que objetar?

Ella negó.

—Siempre estoy lista para un allanamiento. Vamos allá.

El taxi se detuvo poco después frente a la casa de Eleanor Bishop. Los cinco, incluyendo al perro, bajaron, pagaron y entraron sin mucha dificultad —Kate tenía llave, después de todo—. Se metieron juntos en el ascensor, algo apretados, y Kate pulsó el botón de subir.

—Seguro que no hay nadie, ¿verdad? —preguntó Clint, desconfiado.

—Sí, tranquilos.

—Vaya, esto es una casa —comentó Clint, impresionado.

Betty y Tine ya conocían la casa, de modo que no estaban sorprendidas.

—Sí, mi tatara-tatara-tatarabuelo construyó el edificio —explicó Kate.

—Es cierto, lo dijo tu madre en la cena —comentó Betty.

—¿Cenaste con su madre? —preguntó Clint, sorprendido.

—Y su futuro padrastro —asintió Betty—. ¿No te dijo ella que intentó rajarle la cara? Fue después de la cena. Ya conozco la casa, eso no quita que sea impresionante.

—Yo me colgué de esa lámpara y me rompí el brazo, así que, sí, somos una familia fascinante —comentó Kate, abandonando el vestíbulo.

—Vaya —se limitó a decir Clint—. Fascinante.

—Yo hacía cosas así de pequeña, las casas grandes y de ricos no son sitios para vivir si eres una niña traviesa e hiperactiva —dijo Tine, yendo tras Kate.

—Yo vivía en una granja y también me llevé buenas heridas, creo que las niñas traviesas e hiperactivas se las arreglan para hacerse daño como sea —observó Betty.

Se adelantó y se inclinó junto a Kate sobre el portátil de Eleanor. No había necesidad de hackearlo: Kate se conocía las claves. Pero le gustaba estar junto a ella.

—Vale, desde la red de casa podemos acceder con la clave de mi madre —murmuró Kate, más para sí misma que para los demás, mientras tecleaba rápidamente.

—Me he equivocado de trabajo —comentó Clint, aún observando a su alrededor.

Betty soltó una risa por lo bajo.

—No te preocupes, yo estoy a tiempo de arreglar eso. Prometo ocuparme de ti cuando entres en edad de jubilación.

—No suena mal del todo —asintió Clint—. ¿Cómo mataron a Armand?

—Con una espada —respondió Kate.

—No es que sea algo muy común —admitió Tine—. Pero la investigación de la policía puede tardar bastante aún. Yo solo quiero enterarme y ver si tengo que enviar a mi primo a la cárcel o no. Sería un poco molesto para él encerrarle injustamente.

—Buscad si hay algo de Kazi —recordó Clint, echándoles un vistazo a su hija y Kate.

—Vale, a ver —murmuró Kate, escribiendo el nombre—. ¡Premio! Aquí aparece una empresa, Sloan, S. L.

—¿Sloan como en Grey's Anatomy? —comentó Betty, divertida—. Vaya, si es una tapadera, tal vez sea de un fan.

—¿Kazi trabaja allí? —se preguntó Kate, sorprendida.

—Sloan, S. L. —repitió Clint—. Me suena.

—¿De algo turbio? —quiso saber Kate.

—No lo sé —admitió Clint—. Puede.

—Puedo ver si es una tapadera o no —comunicó Betty, inclinándose sobre el portátil—. Lo más probable es que lo sea. Dudo que Kazi trabaje.

—A ver qué conseguimos averiguar de Jack —añadió Kate, tecleando algo más.

—Eso me interesa —dijo Tine, acercándose un poco más a ellas.

—¡Mierda! —exclamó Kate—. ¿Ahora me piden autenticación por hardware?

—Sí que tienen seguridad —opinó Betty, intrigada.

—Y... me han echado del sistema —suspiró Kate.

—Espera, déjame ver si puedo arreglarlo —dijo Betty, haciéndole a un lado para escribir en el teclado.

Kate se apartó bruscamente cuando sus manos se rozaron, sonrojándose. Solo Tine lo notó, ya que Betty estaba centrada en el portátil. La mujer sonrió, divertida.

—¿Clint? —llamó Kate, notando su ausencia y también para huir de la mirada de Tine.

Betty bufó al ser expulsada de nuevo del sistema.

—No por nada es una empresa de seguridad —comentó—. Puedo seguir intentándolo, pero me va a llevar un poco de tiempo y...

El sonido de una espada desevainándose la puso sobre aviso. Cerró el portátil de inmediato.

—No te muevas —escuchó decir. Intercambió una mirada con Kate y Tine—. Ni se te ocurra dar un paso.

Betty salió corriendo, seguida por las otras dos.

—¡Jack, no! —gritó Kate al ver al prometido de su madre sosteniendo una espada que mantenía a centímetros del cuello de Clint.

—¿Pero qué demonios pasa? —Aquella era la voz de Eleanor. Betty miró a Kate.

—Con que no había nadie, ¿eh?

—Claramente, me equivoqué —suspiró la chica.

—¿Y qué hace un Vengador en mi comedor? —preguntó la madre de Kate, pasando de sonar exasperada a sorprendida.

—Hola —saludó Clint, como si nada sucediera.

—¡Madre mía! —exclamó Jack, bajando la espada—. El... ¡el arquero! ¡Y la otra arquera!

—Ojo de Halcón y Artemis —aclaró Kate.

—Clint y Betty —corrigió él.

—¿Ves como no te sabes vender? —dijo Kate.

—Sí, ya.

—¿Qué hay? —saludó Betty.

—Espera, ¿tú eres la chica... Willow? —preguntó Eleanor.

—Ajá.

Jack rio y miró a Tine.

—¿Y qué haces tú aquí, prima?

—Larga historia —suspiró ella—. ¿Qué tal si nos sentamos a tomar algo y a charlar?

BETTY SE MANTENÍA EN SILENCIO CON LA ESCUSA DE BEBER CAFÉ, sin querer entrometerse en la explicación que Kate les daba a Eleanor y su prometido sobre cómo ella, la prima de Jack y dos Vengadores habían terminado en su casa.

Se entretenía observando la espada de Ronin —la había reconocido fácilmente—, apoyada en la pared, y preguntándose cómo iba a robarla. No sería una tarea demasiado complicada.

—Estábamos resolviendo un caso y teníamos que ir al baño —decía Kate—. Bueno, tenía que ir él. Andábamos cerca, así que nos pasamos. Ya está.

Le bastaba con mirar la expresión de Eleanor para saber que no se estaba tragando una sola palabra.

—¿Resolviendo un caso juntos? —preguntó Eleanor.

—Estupendo —dijo Jack al mismo tiempo, riendo.

Ambos intercambiaron una mirada. Jack se apresuró a centrarse en su té.

—Somos compañeros —aclaró Kate—. Un equipo.

—No somos compañeros ni un equipo —la contradijo Clint.

—Bueno, amigos —corrigió Kate—. Y también compañeros.

—Lo de amigos es exagerado —opinó Clint.

—No es cierto. Somos amigas, ¿verdad? —preguntó Kate, dirigiendo su mirada hacia Betty.

La rubia asintió.

—Oh, sí, somos amigas —se apresuró a decir.

Aunque aquella palabra le parecía insuficiente para explicar lo que consideraba a Kate.

—Han accedido con mi portátil a mi cuenta del trabajo hace diez minutos —observó Eleanor, mirando el aviso en su teléfono—. Dos veces. ¿Sabes algo, Kate? ¿Ojo de Halcón? ¿Willow, o debería decir Artemis? Y no me olvido de ti, Tine.

—Gracias por tenerme en cuenta, Eleanor —respondió ella, esbozando una sonrisa sarcástica.

La mirada de Eleanor se detuvo en Clint.

—Oh, no, no les sacarás ni una palabra —se apresuró a decir Kate, señalando a Clint—. A C. B. 1 le cuesta un poco abrirse. Y... B. B. 2 suena fatal, ¿puedo llamarte W. B. 2?

—Nadie me llama C. B. 1 —comentó Clint—. Ni a ella B. B. 2 ni W. B. 2 ni nada por el estilo.

—Quería probar cómo sonaba —masculló Kate.

—No es por ofender, pero el mío no sonaba bien —opinó Betty—. Lo siento, Kate. Prefiero princesa.

—¿Princesa? —repitió Eleanor, frunciendo el ceño—. ¿Qué es eso de princesa?

—Solo apodos tontos que nos ponemos entre nosotras, nada más —replicó Betty, quitándole importancia al tiempo que reía—. ¿No es verdad, bonita?

—Sí, es exactamente eso —asintió Kate, riendo nerviosamente—. ¿Verdad, Clint?

—Olvidas que él no dice nada —objetó Tine, dando un sorbo a su taza.

—Oh, cierto, es verdad. Ya sabes, supongo que por algún trauma infantil. Él cree que no me cuenta nada, pero es un libro abierto. Para todas.

—Yo no suelto prenda —replicó Clint.

—De hecho, también Betty confía en mí, porque somos amigas, claro —continuó Kate, ignorando a Clint—. Imagino que porque voy en plan tranqui. No voy soltando: ¡Madre mía, Ojo de Halcón, Artemis! Tine y yo lo llevamos bastante bien.

—Será porque yo ya los conocía de antes —opinó Tine.

—De tranqui nada —añadió Clint.

El silencio se alargó unos segundos. Betty sonrió a Kate y le mostró un pulgar hacia arriba, en un intento por darle ánimos.

—Por cierto —intervino Jack—, gracias. Por salvar el mundo.

Betty forzó una sonrisa incómoda, asintiendo.

—No hay de qué —respondió Clint.

—Me gustaría que mi hija empezara a contarme la verdad —declaró Eleanor. Se le notaba molesta.

Kate suspiró.

—Entré en tu cuenta para buscar información. Sobre un caso de verdad, con gente de verdad que corre peligro.

—Lo hicimos juntas, en realidad —comentó Betty, echándose hacia atrás en su asiento—. Debería felicitarla por su nivel de seguridad, señora Bishop. Nunca nadie me había echado del sistema tan rápido.

Excluyendo a Tony, pero no era buen momento para incluirlo en la conversación.

—¿Así que Kate os está ayudando con una amenaza de los Vengadores? —preguntó Eleanor, incrédula—. ¿Y Tine también?

—No exactamente —respondió Clint.

—No involucra alienígenas ni nada parecido —añadió Betty. Solo por eso, ya era más un trabajo de agente que una amenaza nivel Vengadores.

—Pero estáis trabajando juntos —replicó la mujer.

Clint suspiró al notar la mirada de Kate sobre él.

—Sí —asintió. Betty sonrió al ver la sonrisa de orgullo que apareció en el rostro de la otra chica—. Suena raro, pero sí.

Eleanor pasó su mirada por cada uno de ellos y luego la llevó hasta Jack.

—Vale —dijo, casi dándole un matiz interrogativo—. En ese caso, tendré que confiar en que todos los presentes hagáis lo correcto.

—Guay —respondió Kate, dando la conversación por terminada—. La verdad es que me ha encantado veros, tenemos que...

—Kate, siéntate —la interrumpió su madre, al ver que hacía ademán de ponerse en pie. La mirada de Eleanor se dirigió a Clint y Betty—. ¿Hablamos fuera? Imagino que Tine querrá quedarse un rato.

—La verdad es que sí, me encantaría saber cómo es que conoces a dos Vengadores —comentó Jack, sonriendo—. ¿Fue por algo de tu beca o...?

—Y esto pasa por no decirle a tu familia que llevas años siento agente y que formaste parte de S.H.I.E.L.D. —murmuró Tine—. Va a ser una larga historia.

—Suerte con ello —respondió Clint, poniéndose en pie—. Cojo la chaqueta. Jack.

—Nos vemos luego, Kate, Tine —dijo Betty, imitando a su padre—. Un placer verte otra vez, Jack.

—Lo mismo digo, Wi... Betty.

La chica le respondió con una sonrisa y fue tras su padre y Eleanor. La espada de Ronin había desaparecido misteriosamente de la pared donde había estado apoyada durante toda la conversación.

Eleanor pulsó el botón del ascensor.

—Que esto quede muy claro —comenzó, mirando directamente a Clint.

—Sí —asintió él.

—No es una superheroína —dijo la mujer, con decisión.

—Oh, ya, está clarísimo —respondió Clint—. ¿Verdad, Betts?

A Betty le hubiera gustado decir algo como Eso no quita que algún día pueda ser una. Pero la mirada de Eleanor la disuadió de ello.

—No es mala, aún así —se limitó a comentar.

—Es bastante buena —asintió Clint—, pero...

—Natasha Romanoff también lo era, ¿no es así?

La mano de Clint fue rápidamente hasta el hombro de Betty, disuadiéndola de decir —o hacer— cualquier cosa.

—Pero eso no basta para seguir con vida —continuó Eleanor.

Betty bajó la mirada. Hubiera bastado si Betty hubiera podido saltar de aquel maldito acantilado que veía la mayoría de las noches en sus sueños.

Pero Nat era demasiado buena para ella. Betty nunca pudo ganarla en ninguna pelea. Natasha solía bromear con que llegaría el día en que ella estuviera lista y pudiera ganar.

Pensar que ese día no llegaría jamás solo le dio ganas de llorar.

El pitido del ascensor, indicando que había llegado, fue su salvación. Se apartó de su padre y pasó entre él y Eleanor sin despedirse siquiera, entrando en la cabina y esperando a que Clint se reuniera con ella.

—Lo sé —asintió su padre, dispuesto a seguirla.

Eleanor le detuvo.

—Clint.

—¿Sí?

—Sé que tienes una hija y, por lo tanto, espero que lo entiendas —dijo—. Ha sido una semana dura para mi familia. Solo quiero que sepas, que los dos sepáis, que no puedo perder a Kate. Ya perdí a su padre. Y sé que en vuestro trabajo es habitual. —Hizo una pausa—. Clint, no voy a opinar sobre que tu hija esté involucrada en esto, pero no quiero eso para la mía. Tine es adulta y toma sus propias decisiones. Kate es aún una niña, casi.

Betty apretó los labios. No necesitaba que Eleanor le recordara todas las personas a las que había perdido.

—Lo entiendo —asintió Clint—. Vale.

Entró en el ascensor, junto a Betty, y le pasó el brazo por encima de los hombros. Ella sonrió levemente.

—¿Os olvidaréis del caso? —preguntó Eleanor.

—No puedo hacerlo —respondió Clint, pulsando el botón de bajar—. Lo que sí puedo hacer es proteger a tu hija, ¿de acuerdo?

—No vas a perderla —añadió Betty, echando un vistazo hacia el salón. No veía a Kate, Tine ni Jack, pero sí escuchaba la risa de la primera—. No vo... vamos a dejar que eso ocurra.

La puerta se cerró tras aquellas palabras, sin que Eleanor respondiera nada. Clint miró a su hija.

—¿Cómo estás?

El No estoy bien habitual se atascó en la garganta de Betty. Sonrió levemente, encogiéndose de hombros y secándose furiosamente los ojos. No había llegado a caer ninguna lágrima de ellos, por fortuna.

—Va variando —opinó—. Hay momentos en los que estoy mejor. Otros, en los que me siento como si volviera a empezar de cero. Como antes, con el vodka. Sería tan fácil si pudiera simplemente beberme dos botellas enteras y olvidarlo todo, ¿sabes? Es lo que deseo la mayor parte del tiempo. Pero... luego, pienso que no vale la pena. Y en que ella nunca querría que yo estuviera así. Y tengo que hacer lo posible por intentar no rendirme, aunque es complicado.

Clint se la quedó mirando fijamente, sonriendo tras unos segundos.

—Estar con Kate parece estar ayudándote —comentó, abrazándola—. Hacía tiempo que no me decías tan claramente cómo te sentías.

Betty rio, muy a su pesar.

—Sí —asintió—. Sí, me está ayudando. O eso creo. Es imposible estar tanto tiempo con alguien tan positivo y animado y no dejar que te afecte, ¿no?

Clint también rio.

—Supongo que es imposible, sí. Pero, sea lo que sea que haya hecho contigo, me alegro de que haya salido así.

Betty sonrió.

—Yo también. —Negó con la cabeza, queriendo dejar ese tema a un lado—. La has pillado, ¿no?

Clint no necesitó preguntar a qué se refería. Simplemente, le mostró la espada.

Betty la tomó entre sus brazos y la examinó.

—¿Cuándo ibas a decirme que tú eras Ronin, papá? —preguntó.

Clint pareció sorprendido tan solo por un segundo. Tras ello, sonrió, al tiempo que negaba con la cabeza.

—Debí imaginar que lo averiguarías tarde o temprano.

—La historia de que estaba muerto no me convenció —admitió Betty—. Seguí investigando. Encontré los registros de Nat sobre los ataques de Ronin. Le pregunté a Rhodey. Y... lo descubrí.

Su padre asintió.

—Debería habértelo dicho.

—No soy quién para juzgar a los que ocultan cosas —se limitó a responder Betty.

Pero puede que hubiera llegado el momento de empezar a dejar de hacerlo.

—La echo muchísimo de menos, ¿sabes? —comentó, en voz baja—. Cada día, duele igual o más que el anterior. Aún no he aprendido a vivir con ello.

Clint asintió, muy lentamente.

—Tendremos que aprender —opinó—. Los dos.

No tenía por qué cargar sola con el recuerdo de Natasha. Betty asintió.

Aún tenía que aprender, pero se prometió que lo conseguiría. Por Natasha, por su padre y por ella misma.

No iba a dejarla ir. Por mucho que otros le dijeran que era lo mejor. No, no pensaba dejarla ir. La llevaría con ella día y noche, hasta el día en que muriera.

Viviría una vida por ellas dos.

Betty se hizo una promesa que pensaba cumplir.

Te juro que te haré sentir orgullosa. Viviré una vida por nosotras dos.














escuchar con two of us by louis tomlinson para una mejor experiencia

la relación de nat y betty es mi favorita desde dark archer y aquí no cambia, ellas dos me rompen </3

ale.

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