Capítulo II

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Capítulo II

Exactamente dos semanas atrás su padre había sido privado de la libertad al salir de las oficinas centrales de Kanawut Industries. No habían solicitado dinero por su rescate, sin embargo, a cambio de su vida, Mean Phiravich pedía que las empresas de transportación local y foránea, marítima, terrestre y área fueran concedidas a su nombre, cosa que por nada del mundo iba a hacer, no le iba a dar el esfuerzo y el trabajo de su abuelo y padre a un criminal.

- ¿Es aquí dónde vives? – preguntó Mew Suppasit cuando el vehículo se adentró a una enorme cochera techada.

Después de la inesperada pero provechosa visita que había recibido en el penal de máxima seguridad Bang Kwang, había tomado la decisión de aceptar la propuesta del joven heredero de la familia Kanawut. De entrada cuando escuchó lo que le proponía había decidido no aceptar, no quería enfrentar nuevamente a Mean a pesar de saberse ganador, simplemente estaba harto de la vida de criminal que le habían impuesto seguir y por la cual se había ganado sentencia verdaderamente larga y que si no fuera por ese joven jamás habría podido salir.

- Esta es la casa de mis padres – respondió Gulf que se encontraba sentado a su lado dentro de la camioneta – mi departamento está cerca de aquí, pero con la situación de papá me estoy quedando aquí por seguridad y para cuidar a mamá –

- Me estás dando demasiado información sobre de ti – comentó el mayor sabiendo que eso era una locura por parte del más joven.

- Eres de confianza – dijo Gulf abriendo la puerta de la camioneta.

En el vehículo solo iban el chófer, Mew y Gulf, no había más coches detrás de ellos custodiándolos y el joven heredero no tenía ni un solo guardia que velara por su seguridad, y encima se atrevía a decir que él, un ex convicto sentenciado por múltiples asesinatos y crímenes era una persona de fiar. No pudo evitar salir del coche por la puerta contraria por la que había salido Gulf y plantarse frente a él.

- ¿Eres consciente de lo que acabas de decir? –

- Te saqué de prisión – respondió Gulf mirándolo a los ojos.

- Puedo escapar ahora – le dijo Mew con seguridad.

- Pero no lo harás – respondió el menor respondiendo de la misma manera.

Mew lo observó con detenimiento. Ese chico tenía algo raro, su apariencia no tenía nada que ver con su comportamiento, a simple vista parecía un jovencito frágil e indefenso que necesitaba ser protegido a toda costa, pero con solo escucharlo hablar y dirigirse a él podía notar que tenía carácter y uno muy fuerte.

- Vamos – dijo Gulf caminando hacía la puerta para entrar a la casa.

Lo cierto es que quería alejarse un poco de Mew, su sola presencia lo ponía demasiado nervioso, incluso debía reconocer que le tenía miedo, por los rumores sabía que ese hombre era capaz de cualquier cosa y si éste mismo había asegurado que era mucho peor de como lo describían, era normal que sintiera pavor.

No obstante, tenía una ventaja sobre Suppasit, y es que la vez que habló con el amigo informático de éste, Mild le había dicho que si quería que Mew lo tomara en cuenta debía hablarle de frente, directo y jamás mostrarse débil o indeciso porque el mayor no solía hacer tratos con gente cobarde o insegura así que por su padre se tragaba el miedo de estar frente a él y actuaba como si ese hombre no pudiera hacerle nada.

Mew lo siguió de cerca, ese joven lo intrigaba, su seguridad, su elocuencia al hablar y todo lo que hacía por rescatar a su padre lo alejaba de la imagen de niño rico en la que solía encasillar a los de su clase. Gulf parecía tener más agallas y cerebro que los niños que solo gastan a diestra y siniestra el dinero de sus padres. En otras circunstancias sin duda alguna haría de Gulf Kanawut su compañero para cualquier trabajo, podrían ser un gran equipo.

- Todos en esta casa saben quién eres – comentó de pronto el menor – así que no te parezca extraño que te vean con temor –

- Estoy acostumbrado – dijo Mew sin preocuparse.

- Te llevaré a tu habitación, te ducharás y después bajarás a cenar con mamá y conmigo –

- ¿Disculpa? – el mayor se detuvo en medio del pasillo por el cual caminaban y jaló a Gulf del brazo para pegar su cuerpo a la pared acercándose peligrosamente a éste – no me gusta que me digan qué es lo que debo hacer... Gulf... - el menor lo miró conmocionado, Mew era un hombre impresionante y sumamente intimidante y tenerlo tan cerca sintiendo el embriagante calor que el mayor emanaba sumado a la exquisita fragancia masculina que usaba, lo hacían sentir enteramente indefenso. Además de que parecía que ese hombre en verdad estaba molesto.

- Yo soy tu cliente, te saqué de prisión y te pagaré lo que pidas – le dijo tratando de no sonar asustado.

- Es correcto – susurró con voz lúgubre muy cerca de su rostro – pero no te equivoques Gulf, me has contratado para salvar a tu padre, no soy uno más de tus empleados que cumplen todas tus órdenes –

- Que te duches y que cenes con nosotros no es una orden – aclaró el menor – es una invitación –

- No somos amigos, que te quede claro – comentó Mew.

- Pero tampoco somos enemigos – replicó Gulf – así que no tengo porque tratarte mal – lo miró a los ojos y pudo notar que el asesino frente a él tenía unos ojos realmente hermosos, negros, profundos y brillantes – por favor suéltame – pidió con educación.

Mew se alejó lentamente de él y con la mano le hizo una señal para indicarle que siguieran. El menor intentó regular su respiración y volteó a ambos lados del pasillo para ver si alguien más había visto esa escena. Esperaba que no, no quería causar más temor entre las personas que trabajaban para sus padres, necesitaba que vieran a Mew como un aliado y no como una amenaza por muy inverosímil que eso se escuchara.

Siguieron caminando hasta llegar a la habitación asignada para Mew. Nada más entrar, el mayor paseo su vista por todo el lugar, parecía una habitación sencilla pero elegante, una cama grande, un escritorio, un guarda ropa, baño y una televisión frente a la cama. Una alcoba común, muy común para el lujo de aquella mansión.

- ¿Hay cámaras y micrófonos instalados? –

- No – respondió Gulf – Mew te traje para ayudarme no para espiarte –

- Me estás dando mucha libertad y eso me hace dudar de ti – dijo con sinceridad. Gulf lo observó medio molesto.

- ¿Sabes? – preguntó Gulf – soy yo el que debería tener mis reservas contigo, sin embargo confío en ti –

- ¿Cómo puedes confiar en alguien como yo? – preguntó Mew cruzándose de brazos y con mucha curiosidad de saber la respuesta.

- Solo sé que me inspiras confianza – se encogió los hombros.

- Oye, no te equivoques – indicó el mayor – soy un asesino, secuestrador, traficante y verdugo... –

- Si intentas hacer que te tema, no lo estás consiguiendo – afirmó el menor aunque por dentro quería salir corriendo.

- No sé si eres muy osado o muy estúpido – comentó Mew sin cambiar su expresión – pero yo no confío en ti, y estaré siempre alerta, si veo que intentas hacer algo en mi contra, te juro que te arrepentirás el resto de tu vida – la mirada del mayor no era nada amistosa y Gulf supo que hablaba muy en serio, sin embargo, intentaba tranquilizarse, pues en realidad no tenía pensado hacer nada en contra de él.

- De acuerdo – fue lo único que pudo responder.

El menor se dio la vuelta y salió de la habitación, soltó todo el aire contenido y se permitió respirar con tranquilidad. Ladeó su cuello y este tronó provocándole alivio. De pronto bufó y volvió a entrar a la habitación.

- Olvidé decirte que hay ropa en el armario para ti – dijo Gulf notando que Mew seguía en la mismo sitio que lo había dejado – es mía, pero al parecer te queda bien – comentó pues la ropa que Mew usaba en esos momentos era suya - ¿Pasa algo? –

- Seguías atrás de la puerta – respondió Mew. Gulf se sintió nervioso.

- Pero no te espiaba, solo repasaba si te había dicho todo y recordé lo de la ropa – Mew se encogió lo hombros y el menor caminó nuevamente hacia la puerta – vendré por ti en una hora –

Gulf salió dejándolo solo, había olvidado decirle que la habitación de alado era la suya pero ya tendría tiempo después de la cena. Necesitaba descansar un poco de la presencia de Mew. Fingir seguridad frente a ese hombre era lo más desgastante que había hecho en su vida. No solo era un criminal altamente peligroso, tenía una presencia avasalladora y un atractivo que jamás se esperó. Guapo y peligroso, menuda combinación.

Cuando buscó información de Mew no había podido ver una sola fotografía de él, y en el departamento de su amigo Mild tampoco había visto nada que revelara la identidad del famoso "ángel de la muerte" sin duda alguna había cuidado muy bien su identidad por mucho tiempo; en ese momento no tenía idea de por qué tendría ese sobre nombre, pero ahora, al ver lo atractivo que realmente era, entendía porque lo habían bautizado así.

- El ángel de la muerte.... – susurró Gulf mientras entrada a su habitación. También necesitaba una ducha para relajarse y seguir con todo aquello.

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Gulf caminaba adelante con la vista al frente, vestía informal, un pantalón deportiva y una playera holgada, después de todo se encontraba en casa y aunque hubiera un invitado "especial", solo se trataba de Mew, necesitaba hacerlo sentir en confianza para poder trabajar juntos y rescatar a su papá.

Mew lo seguía detrás, no esperaba que el joven heredero de una de las más importantes familias de Tailandia fuera a la cena en pijama, se veía chistoso pero evitó mostrar una sonrisa y dejó que solo se formara en su mente, aquel joven parecía un niño pequeño con ese pantalón negro y playera color amarilla con el dibujo de un gato de caricatura con forma de pan y unas pantuflas de oso panda.

Cuando llegaron al comedor, una mujer pequeña y delgada lo esperaba sentada en la punta de la mesa, se veía intranquila y muy ansiosa.

- Hola mamá – Gulf se acercó hasta ella y depositó un cariñoso beso sobre su frente.

- Gulf... - su madre lo abrazó con fuerza.

- Mamá, él es Mew – se hizo a un lado para que su progenitora pudiera observar al mencionado.

Se formó un incómodo silencio, la mujer veía a Mew con recelo y desconfianza. Era evidente que no quería que ese hombre estuviera en su casa y por su expresión quedó más que claro que no le estaba dando una grata bienvenida. Pero se trataba de Mew Suppasit, un tipo que no se dejaba intimidar por nada y por nadie.

- Puede estar tranquila señora Kanawut – dijo de pronto el mayor de los hombres – en mis planes no está hacerle daño, soy un asesino a sueldo y nadie me ha contratado para acabar con su vida... aún –

La mujer abrió la boca pero no dijo nada, Gulf miró a Mew sorprendido y sin poder evitarlo golpeó el hombro del otro mientras le lanzaba una mirada reprobatoria. Poco le importó en ese momento que el criminal le regresara la mirada igual lleno de molestia por el golpe que le había dado, que si bien no le había causado daño alguno era notorio que intentaba "regañarlo". Pero se contuvo de agredirlo, algo que nunca había hecho antes.

- Ignora su comentario mamá, él nos ayudará a rescatar a papá – puso su mano sobre el hombro de su madre para confortarla.

- Eso espero – dijo la mujer sin quitar la vista de Mew.

Gulf le indicó a Mew que tomara asiento del lado derecho de su madre mientras que él lo haría del lado izquierdo.

- Gulf...- susurró la mujer cuando notó que el delincuente de iba a sentar a su lado y negó con la cabeza.

- Mamá... - pero la mujer negó con más vehemencia.

- Mew, siéntate a mi lado – pidió y el mayor regresó a su lado.

- Gulf... - su madre insistía.

- Mamá, por favor vamos a cenar, muero de hambre – pidió su hijo – Mew no es malo ¿De acuerdo? –

- ¡Pero es un asesino! – espetó la mujer.

- Pero no va hacernos nada, nos va a ayudar con papá – 

Gulf se sentó y le indicó a Mew que hiciera lo mismo. Ciertamente se respiraba un aire tenso. Era comprensible de cierta forma que la madre de Gulf tuviera miedo de estar sentada en la mesa con uno de los asesinos con peor fama en toda Tailandia, y más que su hijo lo tuviera a su lado como si nada.

Los sirvientes de la familia Kanawut sirvieron la cena con completa normalidad, nadie hizo o comentó algo con respecto de la inusual visita que se encontraba ese día en la mesa, se dedicaron a hacer su trabajo como siempre lo hacían, en absoluto silencio y con magnífica pulcritud.

- Usted no parece un asesino señor Suppasit – comentó la madre de Gulf rompiendo el silencio. Gulf la observó sorprendido y Mew le dirigió una mirada llena de indiferencia.

- Ya me lo han dicho antes – expresó Mew.

- Y justamente los de su clase son los más peligrosos – la mujer parecía querer humillar a Mew.

- ¡Mamá! – reprendió Gulf. No quería que su madre se enfrascara en una pelea con el ex convicto, no estaba seguro de poder defenderla.

- ¿Los de mi clase? – preguntó Mew curioso.

- Parece un joven común y corriente de buena apariencia, aprovecha su atractivo y su imagen de buena persona para atrapar a sus víctimas –

- ¿Cree que soy atractivo? – preguntó Mew con asombro pero sin dejar de lado su estoismo.

- No haga como que no lo sabe – le dijo la mujer con furia.

- Mamá, por favor – pidió Gulf – necesito que me dejes manejar la situación, no te preocupes por Mew, en cuanto nos ayude él se irá muy lejos –

- Eso crees tú – la mujer observó detenidamente al delincuente – y díganos señor Suppasit, ¿Qué tiene en mente para ayudarnos? –

- Para empezar puede llamarme solo Suppasit, lo de señor no va conmigo, apenas tengo veinticinco años –

Gulf casi se ahoga con la sopa, sabía que Mew era joven pero le había calculado más edad, quizás veintiocho o veintinueve años, eso sí que no se lo esperaba.

- Y tendrá que disculparme si no le hablo de mi plan para regresar a su esposo a casa, pero como profesional que soy no revelo mis métodos de trabajo –

- Es usted un cínico – dijo la mujer poniéndose de pie – y me niego a seguir compartiendo la mesa con alguien como usted - Mew solo elevó los hombros.

- Disculpe que no me ponga de pie señora, pero hace mucho que no disfrutaba de una cena tan deliciosa y no quiero que mi comida se enfríe – por supuesto que Mew no se dejaba de nadie.

La mujer se fue sin probar bocado. Gulf recargó su cuerpo contra la silla, elevó la vista al techo y soltó un enorme suspiro. No esperaba que su madre recibiera con los brazos abiertos a una persona con los antecedentes de Mew, pero tenía la esperanza de que su madre lo tolerara pues en realidad, salvo algunos comentarios mordaces que soltaba de vez en cuando para defenderse, el chico a su lado no era tan malo. Al menos no con ellos.

- Por favor discúlpala – dijo de pronto el menor.

- No pasa nada – respondió Mew sin dejar de probar la comida – a pesar de todo, ella cree que soy atractivo, es la primera vez que me lo dicen – rio con sarcasmo.

- Pensé que por eso te hacías llamar el ángel de la muerte -

- Primero, yo no me puse ese sobre nombre – aclaró el mayor – y segundo, nunca me he considerado un sujeto atractivo –

- Entonces ¿Quién te nombró de esa manera? – preguntó Gulf con curiosidad.

- Francamente no tengo idea – respondió Mew – al principio no sabía que la gente se refería a mí como el ángel de la muerte – confesó – pensaba que otro sujeto estaba llamando demasiado la atención de la policía y eso me convenía mucho, hasta que Mild me dijo que hablaban de mí –

- No tiene sentido –

- Lo tiene cuando la apariencia física no tiene la menor importancia para ti – espetó el mayor - ¿Tú crees que soy atractivo? – preguntó de pronto.

- ¡Claro que lo eres! – dijo el menor sin pensarlo y después se ruborizó por la rapidez en la que contestó – y aparentemente muy bueno en tu trabajo – quiso cambiar de tema –

- De eso no puedes tener duda – comentó Mew, quiso ignorar el hecho de que al menor le parecía atractivo, eso no era importante para él, sin embargo, extrañamente se sintió complacido –

- Pero necesito que me digas qué es lo que vamos a hacer para rescatar a mi padre –

- ¿Vamos? – Mew preguntó mirándolo directamente a los ojos - ¿Quién te dijo a ti que ibas hacer algo? –

- No pienso quedarme en casa esperándote, voy a ayudarte –

- Trabajo solo – replicó el mayor.

- Pues está vez tendrás que hacer una excepción – Gulf lo miró a los ojos con algo de temor.

- ¿Tengo que hacer qué? – el rostro de Mew mostraba molestia.

- Voy a trabajar contigo – repitió el menor.

- De eso nada – Mew dejó de comer y se puso de pie para mirar con molestia al chico que estaba frente a él. Nunca había hecho una excepción en su vida, de nada y con nadie y no tenía pensado empezar a tener consideraciones con ese niño.

Continuará...

Recuerden que se aceptan todo tipo de comentarios, pero me reservaré de responder ofensas e insultos. 

¿Nos leemos en la próxima? (/◕ヮ◕)/

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