Capítulo V

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Capítulo V

Se miró al espejo que estaba detrás de la puerta de la habitación de Mild, la ropa de Mew le quedaba muy bien. Había optado por llevar unos jeans y una playera negra que decía "London boy" en la parte de enfrente. Se sorprendió abrazándose a sí mismo para percibir mejor el aroma de Mew a través de su ropa.

Tenía que admitir que Mew le gustaba mucho. Sabía que no tenía ninguna oportunidad con él, pero no podía evitar sentirse atraído. Una vez en la universidad escuchó que a las chicas siempre les llama la atención los chicos malos, en su caso, también podía aplicar eso. Pero en su defensa tenía que decir qué: ¡Quién demonios no se fijaría en alguien como Mew! Era extremadamente atractivo, parecía un Dios griego, además era sumamente inteligente, un buen estratega y hasta su mal humor lograba seducirlo.

- ¿Se puede hacer para qué quieres cambiarte de ropa? – preguntó Mild desde el marco de la puerta.

- Vamos a ir a ayudar a Mew – respondió como si nada.

- ¿Vamos a qué? – preguntó incrédulo el otro - ¡De ninguna manera Gulf! – gritó – Mew es capaz de matarnos si nos descubre –

- A ti no te hará nada, eres de la familia – replicó Gulf – no tienes nada que perder –

- Te equivocas, no conoces a Mew cuando se enoja – advirtió Mild.

- Hace unos horas estuvo a punto de darme una paliza –

- Eso no es nada Gulf comparado a lo que te puede llegar a hacer – le dijo con seriedad – en una ocasión su primo Hiter lo desobedeció y no te imaginas la tortura que lo hizo pasar –

- Pero no lo mato ¿Verdad? –

- No, pero no quiero que Mew me torture – dijo Mild – a Hiter lo encerró durante tres días en un sótano sin comer absolutamente nada, le pegaba a diario con un fierro caliente en todo el cuerpo lo que provocó que perdiera la vista en uno de sus ojos y para rematar le cortó los dos dedos meñiques de las manos – Gulf se detuvo a observarlo para saber si estaba bromeando pero se dio cuenta de que no lo hacía al ver su semblante en el rostro –

- ¿Qué fue lo que hizo su primo para que Mew lo castigara de esa manera? –

- Desobedecerlo – respondió Mild – y Hiter es parte de su familia, quizás no me mate pero no quiero ser una de sus víctimas –

Gulf recordó que le había dicho a Mew que no quería ser su víctima número catorce, pero tampoco podía dejarlo ir solo. Sabía que era un asesino a sueldo con experiencia y todo eso, pero algo le decía que debía ir con él y ayudarlo con el rescate de su padre.

- Bueno es un riesgo que yo si pienso correr – le dijo con seriedad – no pienso dejar solo a Mew, además se trata de mi padre – Mild lo observó negando con la cabeza.

- Gulf, entiendo que te guste Mew, hasta a mí me gusta y eso que es mi medio hermano, pero debes obedecerlo, te puede matar –

- ¿De dónde sacas que me gusta Mew? – preguntó Gulf nervioso por la afirmación y molesto por la confesión que le había hecho aquel joven.

- Se te nota – dijo con obviedad – Pero... ¿Sólo por eso te arriesgarías por él? –

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Llamar mansión a aquel edificio se quedaba corto. Parecía más un palacio, al mero estilo tradicional tailandés, pero un palacio al fin de cuentas. Su tamaño era exagerado para la cantidad de personas que solían habitarlo, que normalmente eran solo Kiet Suppasit y su servidumbre. Durante su infancia y cierta parte de su juventud él también vivió ahí, pero al cumplir la mayoría de edad de cambio al departamento de su medio hermano Mild, aunque tampoco pasaba mucho tiempo ahí, solo él sabía dónde pasaba las noches.

No necesitó infiltrarse en esa casa, el personal de seguridad sabía de quién se trataba, sin embargo no pudieron evitar sorprenderse de verlo ahí pues se suponía debía estar en prisión.

- ¡Joven Suppasit!, es una sorpresa verlo en casa – dijo uno de los custodios de la puerta.

- ¿Dónde está Mean? – preguntó sin saludar, no lo creía necesario.

- El joven Mean no está aquí – dijo el sujeto un tanto nervioso. Mew no lo pensó dos veces y le dio un puñetazo en la cara tirándolo al suelo en el acto.

- No estoy de humor para perder el tiempo – dijo sin siquiera mirarlo – me dices dónde está o acabo con tu miserable existencia ahora mismo – de la nada sacó un arma y le apuntó.

- En el salón principal – dijo el hombre. Sabía que no debía jugar con la paciencia del hijo del jefe.

Mew caminó por el largo corredor que lo llevaba directamente a donde estaba Mean. No le agradaba estar de nueva cuenta en esa casa, mucho menos en el salón principal, no había un solo recuerdo grato en su mente de aquel lugar. Desde niño había vivido rodeado de la maldad de su padre y sus fieles sirvientes, entre balazos, peleas, drogas, sexo y alcohol y siempre se había revelado a aceptar llevar una vida así, hasta que Kiet Suppasit quién se hacía llamar su padre le quitó el amor más preciado que podía tener, el amor de su madre, ella era su pilar para no derrumbarse y no dejarse caer en ese mundo de violencia y crimen.

- Mira nada más a quién tenemos aquí – una voz de escuchó en el silencio salón – el hijo malagradecido logró salir de prisión, me pregunto cómo fue que lo consiguió –

- ¿Dónde tienes al señor Kanawut Traipipattanapong? – preguntó nada más verlo.

- ¿Así es como me saludas después de tanto tiempo? –

- No quiero repetir la pregunta – dijo Mew con frialdad.

- ¿Y cómo por qué tengo que responder tu pregunta Mew? –

- Prefiero hacer las cosas por las buenas Mean –

- ¿Eso es una amenaza? –

- Sí, es una amenaza – afirmó en completa calma.

Ambos hombres se miraron. Mean siempre había odiado a Mew porque lo tenía todo. Una familia que lo adoraba, dinero a manos llenas y lo más importante, tenía poder. Pero nada de eso se merecía, Mew nunca había querido hacer la voluntad de su padre que siempre había estado ahí para cuidarlo y heredarle el gran emporio que había construido con los años. El estúpido de Mew había rechazado todo lo que se le daba en bandeja de plata y se auto exilio de la familia Suppasit, pero afortunadamente estaba él, que aunque no era un Suppasit de sangre supo tomar las riendas del negocio y ser él, el que tomara el lugar que estaba destinado para Mew.

- No puedes venir a amenazarme a mi casa – respondió Mean al ataque de Mew.

- Escucha bien Mean – dijo – esta será la última vez que te lo pregunte ¿Dónde está el señor Kanawut Traipipattanapong? –

- En el sótano – dijo encogiendo los hombros. Mew lo observó y se dio la vuelta para ir al sótano – pero no tan rápido Mew – le dijo – me temo que el señor Kanawut debe quedarse hasta que el estúpido de su hijo haga lo que le digo –

- ¿Qué tiene que ver Gulf en esto? – preguntó Mew.

- Así que conoces al chico... - fue más una afirmación que una pregunta – muchos de mis hombres quieren follarlo hasta el cansancio – dijo de manera vulgar – dime ¿Ya te les adelantaste? – Mew quería borrar del rostro de Mean aquella siniestra sonrisa burlona – porque yo les prometí que podían hacer con ese muchachito lo que quisieran una vez que cumpliera con mi pedido –

- ¿Qué es lo que quieres de los Kanawut? –

- Una vez que tu chico cambie las empresas de transporte que tienen los Kanawut a mi nombre dejaré ir a su padre, aunque no puedo asegurarte lo mismo de... ¿Cómo dices qué se llama?... – preguntó con cinismo - ¡Ah sí!... Gulf él tendrá que complacer a mis hombres, ellos han hecho tanto por mí que regalarles a ese niño no es nada –

Mew sentía su sangre hervir al escuchar a Mean hablar de una manera tan lasciva de Gulf, se refería a él como lo hacía con las prostitutas con las que solía acostarse, y definitivamente Gulf no era esa clase de personas. No culpaba a los hombres de Mean por desearlo de esa manera, tenía que admitir que Gulf era un chico bastante bello y sensual y su cuerpo era la tentación personificada. Su maravilloso rostro era una exquisita mezcla exótica de ternura y erotismo, la noche que había dormido en la mansión de los Kanawut había imaginado en cómo sería su semblante mientras era penetrado hasta el fondo y sin piedad.

Sin embargo, aunque él mismo había fantaseado en cómo le haría el amor a ese chico, era algo que nunca iba a pasar, y mucho menos sin su consentimiento. Los hombres de Mean no le pondrían un solo dedo encima, eso no iba a permitirlo.

- Pero descuida Mew, les diré que no sean tan bruscos con él –

- Me tiene sin cuidado lo que tus hombres le hagan – mintió con la frialdad que lo caracterizaba –

- ¿Estás seguro? – preguntó Mean, la sonrisa sarcástica no desaparecía de su rostro y Mew empezaba a molestarse de verdad – porque él ha dicho que tú no permitirías que le pasara algo malo –

¿En qué momento Gulf había dicho algo así? De pronto vio que Mean giraba su vista a la izquierda y de entre la oscuridad un sujeto alto, fornido y con mirada lujuriosa tenía entre sus brazos a Gulf apretando el cuello del joven. Detrás de ellos otro hombre traía a Mild pero solamente esposado.

Los ojos de Mew no daban crédito a lo que veían, habían capturado a Gulf y a Mild, aunque éste último no le preocupaba tanto, al ser de la familia no le harían nada, pero no podía decir lo mismo del joven heredero de los Kanawut, apretó los puños mientras su respiración se volvía más agitada. Ahora no solo tenía que salvar al padre de Gulf, también tenía que salvar a ese chico aunque nadie le pagara por eso.

De pronto la furia de Mew se incrementó, el maldito hombre que sostenía por el cuello a Gulf empezó a acariciar el pecho del menor y le susurraba palabras obscenas al oído.

- ¡Aleja tus malditas manos de él! – gritó Mew sorprendiendo a todos. Lo que resultó ser una mala idea porque el sujeto hizo justamente lo contrario y llevó su mano directamente a la entrepierna del joven, tocando su miembro – no te atrevas a tocarlo – dijo mientras sus fosas nasales se expandían, señal de que su paciencia estaba llegando al límite.

Gulf se removía en los brazos de aquel sujeto pero no lograba zafarse, cuando los hombres de Mean los secuestraron, a él le inyectaron un tipo de sedante, que si bien no lo había dejado inconsciente su cuerpo si se encontraba bastante adormecido. El hombre tomó su hombría y empezó a masturbarlo delante de la atenta mirada de Mew que se veía cada vez más molesto.

De pronto se escuchó un disparo. Gulf cayó de rodillas mientras llevaba sus manos a los oídos con dificultad, se encontraba aturdido y débil, el sujeto que lo sostenía había caído al piso con un certero balazo en la cabeza, justo en la frente. Mew, con su excelente puntería la había disparado al ver como manoseaba con sus asquerosas manos a Gulf. Sin embargo, debido a la droga que habían suministrado en su cuerpo, Gulf no había podido huir y el sujeto que tenía a Mild lo había tomado por el cabello y le apuntaba con el arma para que no huyera.

- Creo que ese chico te importa más que lo que quieres admitir Mew – dijo con burla Mean – sé que estoy en desventaja contigo, eres un excelente criminal que desperdicia sus habilidades, tú hubieras sido un excelente líder – se llevó la mano al pecho en forma dramática – y de verdad que yo te hubiera seguido, estoy tan agradecido con tu padre –

- Tienes un concepto retorcido de gratitud – soltó Mew.

- Tu padre me salvo de las calles, yo no era más que un niño vagabundo que comía cuando tenía la suerte de encontrar algo en la basura – dijo defendiendo a Kiet – tú lo tenías todo y aun así fuiste capaz de abandonar a tu padre –

- Te sacó de la calle para llevar esta miserable vida – dijo Mew – no veo mucha diferencia –

- ¡Tú nunca valoraste nada! – le gritó Mean – pero veo que ese chiquillo insignificante significa mucho para ti – volteó a ver a Gulf – te propongo algo Mew –

- ¿Qué quieres? –

- Vamos a jugar un juego y el que gané se lleva a los dos Kanawut ¿Qué dices? – preguntó sin borrar la sonrisa de su rostro – es una oferta muy tentadora ¿No crees? Dos por el precio de uno –

- Mew... - Gulf susurró y éste volteo a verlo. Por primera vez desde que su madre había muerto en manos de su padre sintió una opresión en el pecho, le dolía ver a Gulf así.

Mild observaba a Mew, sin duda estaba muy alterado y no era bueno. Podía convertirse en una persona sumamente violenta y todo acabaría muy mal. Pero no era difícil darse cuenta de que efectivamente estaba alterado por Gulf. No tenía idea si algo había pasado entre ellos cuando el joven lo sacó de prisión, pero sin duda el millonario joven era importante para su medio hermano.

- ¿Qué es lo que quieres Mean? – preguntó Mew sin ocultar su molestia.

- ¿Qué te parece si dejamos todo al azar? – respondió con una pregunta.

- ¿Azar? – cuestionó Mew sin entender lo que quería aquel sujeto.

- Ruleta rusa – sonrió mientras jugaba con una bala en sus manos aventándola hacia arriba para nuevamente atraparla en su mano.

El salón se quedó en completo silencio. Un silencio sepulcral que aturdía especialmente a Mew y a Gulf. Mean quería dejar todo a la suerte mediante el juego demencialmente suicida de la ruleta rusa, en el que los jugadores colocan una bala dentro del tambor de un revólver el cual giran para que la bala se pierda en uno de los ocho tiros, después el jugador en turno la coloca en su sien y presiona el gatillo.

Es ahí donde la suerte decide a quién vive y quién muere, es por eso que el juego es potencialmente mortal, ganar significa vivir, perder significa la muerte. Sin embargo, Mean conocía muy bien a Mew, una pelea con él significaría su inminente derrota, es por eso que estaba dispuesto a jugarse el todo por el todo, si la suerte estaba de su lado él viviría y se quedaría con los hombres de la familia Kanawut Traipipattanapong para obligarlos a darle sus empresas. Y confiaba en su suerte, él forjaba su fortuna.

- No lo hagas Mew – dijo de pronto Gulf. Él sabía perfectamente de lo que se trataba aquel juego.

- Creo que el pequeño no confía en tu suerte Mew – le dijo Mean con burla – no te preocupes Gulf – le habló – mis hombres son mejor amantes que Mew -

El mencionado no entendió a lo que se refería ese hombre pero Mew sí y apretó más los puños. Si aceptaba el irracional juego de Mean no tendría el control de nada, realmente todo quedaría en manos del destino, y con la vida que le había tocado vivir no tenía muchas esperanzas de ganar. Lo ideal sería un ataque frontal ya sea con armas o con puños.

- Si no aceptas mi propuesta Mew, le diré a Tyson que le disparé en la cabeza a Gulf – pronunció Mean con seriedad. El hombre que apuntaba a Gulf estaba listo para disparar en cuanto su jefe le indicara.

Mew sabía que Mean era capaz de dar la indicación de que dispararan a Gulf. Si lo mataba de igual manera tenía al padre de éste para lograr su cometido de quedarse con las empresas de los Kanawut. Mean lo tenía en sus manos, podía pensar en mil y un formas de librarse de aquello pero tanto Gulf como su padre estaban en las manos de aquel desagradable hombre que una vez su padre llevó a casa para "ayudar".

- Empecemos entonces – dijo Mew aparentando una tranquilidad que no sentía.

- Dejaré que vayas primero – le lanzó el arma y la bala – esa arma tiene mucho valor sentimental – expresó Mean – es la misma con la que tu padre mató a tu madre –

Mew observó la pistola que tenía en sus manos y la estrujó con fuerza. Apretó la mandíbula y sus fosas nasales se expandieron. Levantó la mirada hacia Gulf pero no se esperaba ver a un chico llorando negando con la cabeza. Se notaba en su expresión que le pedía que no hiciera eso, pero no tenía opción. Se giró hacía Mean y lo miró con odio.

- жизнь или смерть (vive o muere) – pronunció Mew en un ruso perfecto mientras el arma apuntaba su sien tomó una respiración y apretó el gatillo.

Continuará...
Lo prometido es deuda. Espero que esta doble actualización haya sido de su agrado. 
Recuerden que se aceptan cualquier tipo de comentarios, pero me reservaré de responder ofensas e insultos. 

¿Nos leemos en la próxima? (/◕ヮ◕)/

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