Indómitos y salvajes

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Encontraba la habitación de TaeHyung un tanto diferente. No había estado aquí tanto como hubiese deseado. Pero se veía diferente y olía completamente a él. Aquí no se mezclaba el aroma ajeno de otros. Era todo TaeHyung por doquier.

—Tuve un momento en el que necesitaba cambiar el espacio —susurraba—. Tomaré una ducha —exclamaba sin verme.

Me sentía desesperado por seguirlo como un perro faldero, y realmente no tendría problema en hacerlo, pero su idea de pasar la noche conmigo aún daba vueltas en mi cabeza.

No estaba seguro a qué se refería.

Podía verlo dormir toda la noche y velar sus sueños, o podría estar encima de él, también, toda la noche. Sin reproches.

— ¿Vienes? —me preguntaba sacándome de mi cabeza. No estaba seguro si me diría algo, pero... Lo había hecho y el pulso imaginario en mi cabeza se aceleraba cuando se quitaba la parte superior de su ropa.

Sus ojos amielados estaban fijos en mí mientras continuaba con la parte inferior y mordía mi labio cuando veía toda esa piel que apenas había tenido posibilidad de disfrutar. TaeHyung y yo podíamos contar con los dedos de las manos la cantidad de veces juntos y era doloroso saber que no completamos ni una. Maldita sea, sólo había sido una vez.

— ¿Seguirás viéndome o vas a venir? —Exclamaba girando en dirección al baño.

Y que me maldigan por haber bajado la vista y haber sentido el tirón en mi polla cuando veía toda esa piel acaramelada que adoraba con locura y que había rememorado en cada momento en que sentía que mi naturaleza me ganaba.

Cuando lo contemplaba abrir el agua de la ducha y se posaba debajo, era sexo puro la imagen de él remojado, sus ojos cerrados. Sus músculos tensos y su cuerpo perfecto. Estaba de espaldas a mí, no estaba seguro en que estaba pensando él, pero mi cabeza era un desastre. No podía controlar no pensar nada cuando su sola imagen desnudo y mojado  de él me hacía pensar y querer de todo.

Soltando mi chaqueta, la arrojaba en alguna parte de su habitación mientras me quitaba los zapatos, sin perderlo de vista y sin dejar de admirarlo. Cuando estaba descalzo no tenía más tiempo que perder, no quería perder más tiempo y simplemente me metía debajo del agua con él y caía de rodillas enterrando mi rostro en sus carnosos glúteos.

— ¡Carajo, Jin~...!  —su grito había sido amortiguado entre sus dientes, su voz llena de sorpresa era un eco que apenas podía oír cuando lo probaba y lo abría para meter mi lengua entre sus glúteos buscando su agujero.

¿Me había empujado? No. ¿Se había alejado? Todo lo contrario, lo sentía firme y tenso, manteniéndose de pie mientras mi lengua lo saboreaba y estiraba como un jodido muerto de hambre.

—Ah, mierda. Tranquilo... No me voy a ningún lado —decía con voz ronca, mientras se sostenía de la pared.

"Mmm" era todo lo que podía responder, mis manos lo abrían para mí, para follar con mi lengua su entrada y mi fuerza lo mantenia firme y quieto, completamente a mi merced. Esta líbido de la que era dueño actualmente la había maldecido desde un inicio sin siquiera yo mismo ser consciente de lo que deseaba. Claramente no había sangre en mi cuerpo que rigiera hacia el sur y levantará mi polla. Pero el morboso encanto vampírico del que era dueño era tan pervertido y ambicioso que la sola idea de doblegar a una ser humano o incluso a otro de mi especie era suficiente para que la bestia dentro de mí quisiera corromperlos y poseerlos.

Esa bestia era bastante sobrenatural, logrando que incluso pudiera eyacular de forma tan normal como solía hacerlo. Excepto que era más intenso, doblemente o quizás el triple. Y mi cerebro se desconectaba, casi tan similar como beber sangre, casi. Pero mi esencia era más abundante y no sabía exactamente a nada, a comparación de poder ser más agria o salada en el ser humano promedio, y aquello era suficiente para que uno como yo pudiera fecundar a una mujer y más como.la clase mestiza de TaeHyung fueran creados. Por eso los vampiros que sabían de la existencia de los dhampirs eran sumamente cuidadosos con sus donors personal o con cualquier mujer.

Y luego estaban los imbéciles que no se medían, creando de la especie de mestizo que yo solía ser. Con mujeres ya en cinta, alimentándose de ellas. Y hacían de una vida perdida, dos. Porque eran eliminados ambos para evitar a los dhampirs, ya que no sabían que ellos podían beneficiarse en un futuro de ese nonato en el interior de esas mujeres que fueron sus víctimas, su comida.

— ¿Cuánto más planeas-...? Ah, Jin —la voz de TaeHyung me traía de vuelta.

La bestia dentro de mí estaba totalmente perdida en su sabor, su sutil aroma. Su piel, sus muslos en mis manos y sus glúteos bien proporcionados, no me había dado cuenta en qué momento había inmiscuido en su agujero dos de mis dedos mientras lo estiraba, chupaba y comía como un maldito maniático. Sus piernas incluso estaban temblando.

No se había desvestido. Sólo su chaqueta y zapatos. Había simplemente caído debajo de la ducha y detrás de mí sobre sus rodillas como si lo único que estuviera en su su foco de concentración fuera yo.

Y de hecho lo era. Y no podía evitar sentirme más que complacido al respecto. Si él tenía un bestia dentro de él hambrienta por pertenercerme como Jk había mencionado, la mía estaba hambrienta por poseerlo. En cuerpo y alma, aunque no la tuviera ya. Aunque solo quedará su cuerpo y su mente. Aunque en realidad en este momento era él quien estaba a punto de tomarme a mí. Y no me importaba. No con él, de hecho estaba desesperado, como si mis facultades para tomar la decisión más sabia, que sería (jodidamente, no entregarme) no funcionaban.

Jinnie y yo no necesitábamos esto, necesitábamos hablar. Sabía muy en el fondo de mi lujuria que lo correcto sería simplemente hablar, quizás volver a besarlo, tocarlo. Quizás estar encima de él desnudo, con su cuerpo también desnudo sobre el mío.

Sólo una vez, maldita sea. Sólo una vez fue mío y me lo arrebataron. El calor de su cuerpo lo disfruté tan poco y ahora mi cabeza estaba tan perdida en las sensaciones, en él que, estaba creído que seguía siendo tan cálido como en el pasado. Pero no, en el fondo lo sabía, pero no podía obligarme a racionalizarlo.

Era Jinnie, mi Jinnie. Sin importar qué.

Y justo ahora, mientras mis piernas temblaban y mi cuerpo sumbaba deseoso, necesitaba que dejara de estar de rodillas detrás de mí y se pusiera jodidamente en marcha porque no podía pensar en nada más. El deseo desgarrador de sentirlo dentro mío, de tenerlo enterrado en mí era exorbitante, no me dejaba pensar. No podía respirar.

—Jin-... —mi mano se había aferrado a su ropa y tirado con fuerza para hacerlo reaccionar—. No voy a correrme así, ponte de pie —dije tirando de él para arriba y cuando lo hacía, sus ojos estaban casi, casi negros.

No del tipo demoníaco como cuando había olfateado mi sangre, sino sus pupilas, estaban tan dilatadas que parecía un felino prohibido de la luz. Y en su cabeza sólo resonaba una y otra otra vez: Te necesito. Te deseo. Nos necesito, me vuelves loco.

Y estaba jodidamente volviéndome loco a mí también, así que tiraba de él en dirección a mi boca y lo besaba. Él correspondía, poniendo su mano en mi cuello, aún estaba de espaldas, todo doblado con tal de responder a ese beso y me sorprendía incluso de mi mismo cuando mi mano bajaba en busca de su pantalón y tiraba de él.

—Ah, quitatelo —dije entre besos que me ahogaban junto con el agua caliente de la ducha, pero no me importaba—. Quitatelo, carajo.

SeokJin seguía besando mi mejilla y por un momento uno de sus colmillos había raspado sutilmente allí y mi sangre hervía corriendo en dirección al sur, haciéndome sentir más caliente de lo que ya estaba. La sola sensación de sus colmillos desgarrando parte de mi carne. Mierda, no podía gustarme eso, pero mi cabeza se perdía, mientras que tanto él como yo intentabamos bajar su maldito pantalón para que pudiera...

— ¡Jin! Mierda... —mi vista se nublaba, el mundo se reducía al hombre detrás de mí. A su polla poco sutilmente enterrada en mí y las terminaciones nerviosas de mi cuerpo a causa de tenerlo total y completamente enterrado en mi interior—. Ah, carajo... —mis ojos casi rodaban por detrás de mi cabeza. 

La misma que caía en el hombro de un SeokJin que me sostenía de la cintura y su gran mano apretaba mi cuello con la justa presión mientras entraba y salía con una velocidad que definitivamente no era normal. Estaba con mi mano sobre la pared mojada sosteniéndome con fuerza, pero él arremetía y emebestia dentro de mí con una fuerza descomunal.

Me sentía nuevamente inferior, indefenso. Más débil, pero de forma más perversa y sucia. De una forma que, si era honesto conmigo mismo, me encantaba, me volvía loco. Podría dejarlo que me hiciera lo que sea que le viniera en ganas.

Y me calentaba la piel tanto como aterraba a mi razón, y a mi corazón. No era sólo yo, era algo más grande. Más intenso que nosotros mismos. Era una locura como la fuerza de algo más parecía arrastrarnos en dirección al otro sin poder evitarlo, sin querer hacerlo. Me sentía exhausto de tener que pretender que no quería esto.

Lo deseaba como un demente mientras los gemidos que salían de mi boca eran más ruidosos de lo que me hubiese gustado admitir. Y sus gemidos roncos en mi oreja, tan cerca, tan bajo, y graves, me ponían incluso peor. Su mano apretando mi cuello, en parte haciéndome jadear por aire y la otra cernida a mi cintura con dedos largos y seguramente fríos, pero mi cabeza no lograba procesarlo del todo, o se negaba a sentir su cuerpo sin vida.

Él estaba lleno de eso. Lleno de vida para mí. Lleno de deseo.

—Dios. Eres hermoso —susurraba a mi oido, sus dientes mordiendo con sutileza mi lóbulo y mi estremecía. Simplemente no manejaba ni controlaba el temblor que sentía de pies a cabeza cuando me mordía. Como si quisiera más, sentir más.

Que hiciera más que simplemente ser cuidadoso con su boca.

Pero no lo era con su cuerpo, el sonido de su polla follandome como si no hubiera un mañana era un sonido sordo en mi mundo borroso en los bordes porque todo lo que podía pensar en que se clavara más duro, más intenso. Más profundo.

—Ah, más fuerte —gemí en algún momento, como si pudiera soportarlo siquiera. Mi cintura estaba ardiendo y mis piernas temblaban, pero lo necesitaba más rudo.

—Te voy a quebrar —susurraba ronco, besando mi hombro, allí, sus colmillos nuevamente rozando.

—Más fuerte —repetí, mis ojos apretados. Mis labios soltando gemidos inhumanos y desesperados.

Parecía una auténtica puta de sangre, desesperada por  querer ser más que su aventura sexual. Y yo ni siquiera sabía que se sentía con eso, lo aborrecía porque los humanos se volvían adictos y estúpidos. Víctimas de la demencia de monstruos sin vida, pero él... Yo quería.

Su fuerte aspiración justo en la zona de mi cuello, en la zona de la yugular dónde la sangre latía y trabajaba con fuerza por entre mis venas, allí simplemente aspiraba como adicto y sus caderas perdían el control mientras mi cuerpo se tensaba. Un escalofríos se formaba en mi nuca, bajando a mi zona sur, pasando por mi vientre y tensando mis bolas para explotar repentinamente con un gemido desgarrador que me hacía temblar y me hacía difícil sostenerme de pie mientras él seguía y seguía arremetiendo en mi agujero, a través de los espamos de ese orgasmo que me había derribado y golpeado como ningún otro en todos mis años.

—Ah, Jin... Joder.

—Te tengo, resiste un poco más —pedía pasando su lengua por el largo de mi cuello y volviendo a aspirar como drogadicto—. Mmm, el más dulce.

Mis dientes se apretaban, pero seguía sollozando del placer que me inundaba y de la intensa necesidad que tenía de que él simplemente tomara lo que quisiera de mí, pero cuando sentía su polla explotar con su esencia dentro de mí y escurrirse con el agua caliente por entre mis muslos. La sensación placentera se volvía aguda y dolorosa, él no hacía otra cosa que no fuera besarme con vehemencia mientras aspiraba nuevamente y mi garganta pesaba, como si intentará tragar una maldita roca.

Me sentía mal. Me sentía afligido por todas las razones que en el pasado me sentía asqueado de quienes lo practicaban.

Pero repentinamente sus brazos me rodeaban y exhalaba todo el aire que estaba conteniendo. Como si finalmente pudiera respirar con normalidad a pesar de estar siendo abrazado con demasiada intensidad por sus brazos. No iba a ponerme emocional, no después del sexo.

Porque aquello había sido simple y llanamente, sexo sucio y rápido. Para saciar a la bestia que él llevaba adentro y al parecer a la mía también.

La pelota en mi garganta no se sentía más liviana cuando bajaba la guardia y me apoyaba sobre él. Su cuerpo era frío, lo sabía. La piel más pálida de sus brazos contra la piel de mi pecho era antinatural y aún así, no podía sentirlo incorrecto.

—Te ves arruinado —susurraba en mi oído.

Mis ojos estaban cerrados mientras mi nuca estaba en su hombro.

—Gracias, eso me hace sentir genial —respondí, lamentablemente mi voz había temblado.

Su brazo subía para que su mano tocará mi mentón y lo sentía voltear mi rostro en su dirección, agradecía que debajo de la ducha, no notaría que mis ojos estaban húmedos por tener ganas de llorar y que comenzaba a hacerlo inevitablemente cuando miraba ese color frío celeste, casi blancos del que era dueño ahora.

Se sentía infeliz. Podía notarlo en su mirada.

—Lo siento, te ves hermoso. Pero estás cansado, lo veo en tus ojos y apenas has sonreído desde que nos vimos —susurré.

Era increíble mantener una maldita conversación decente cuando seguía enterrado en él y yo no necesitaba tomarme un momento, tan solo con el olor  de su sangre y su cercanía me tendría listo, pero me apartaba saliendo con sumo cuidado de su interior, aunque él exhalaba repentinamente. Él no lo había notado quizás, pero el agua estaba más fría y estaba tiritando, sólo apenas.

—Estás agotado —exclamé cerrando el agua.

Intentando ser amable quise tomar su mano, pero se alejaba para tomar un toallon. Sólo uno, de acuerdo, podía tomar el mío propio, pero cuando lo intentaba empujaba mi brazo.

— Quítate la ropa —me ordenaba con suma seriedad mientras secaba su cabello.

Claro, todavía tenía la ropa mojada. Así que lo complacía desvistiendome y lo notaba verme fijamente mientras relamía sus labios. Pese a que en el fondo de mi cabeza y mis sentimientos, mi piel pálida me incomodaba demasiado (especialmente por la repulsión que él tenía ante mi especie) me sentía seguro, pero mi seguridad se tambaleaba ante su mirada oscura.

Aclarando mi garganta extendía mi mano, si no me dejaba alcanzar una toalla, al menos podía pasármela. Pero contrario a eso, se acercaba a mí, completamente desnudo y hermoso, pasaba la tela alrededor de mi cuello y comenzaba a secar mi cabello.

—Seré honesto contigo —exclamaba, su voz más estable que minutos atrás—. Odio tu color de pelo.

Riendo ladino respondí—. ¿Esto es porque dije que te ves arruinado?

Sus ojos me miraban como si quisiera golpearme, pero me distraía cuando comenzaba a secar mis hombros.

—Te ves más grande —susurraba. Sus ojos fijos en mi cuerpo y en mi piel.

—Estoy igual. Creo —susurré.

Luego sus manos comenzaban a pasar con toallon en mano sobre mi pecho, y su mirada fría y calculadora se volvía vulnerable cuando dejaba caer la tela y ponía la palma de su mano en mi pecho, justo donde debería de latir un corazón y mi cuerpo, por completo se tensaba. Su expresión se volvía cada vez más dolida, siendo imposible para él controlar la humedad en sus ojos.

—Hey, hey... Mírame, TaeHyung —dije con ansiedad, levantando su rostro al empujar su mentón.

A regañadientes me miraba, sus ojos rojos y húmedos. No me equivocaba, había derramado lágrimas bajo la ducha.

—No llores —susurré antes de que dejara caer una lágrima.

—Claro. Porque eso sirve —decía de forma hostil.

— ¿Puedes bajar la guardia? Al menos por hoy —rogué.

Y los segundos antes de una mínima reacción de su parte, parecían eternos. Cualquier cosa que dijera podía ser un carbón encendido listo para que una pelea física o verbal se desatará. Y no estaba seguro si aquellas palabras habían sido positivas o negativas, pero cuando lanzaba la toalla al suelo, mis sentidos estaban alertas ante su primer movimiento y me sorprendía cuando tomaba mi nuca con fuerza y se adueñaba de mi boca.

Instantáneamente tomaba su cintura y él se colgaba de mi con rapidez, levantar sus setenta kilos nunca había sido tan fácil para alguien como yo que, había sido un debilucho casi toda su vida. Si embargo ahí estaba. Sus labios sobre los míos, sus piernas enroscadas en mi cintura sus brazos sobre mi cuello, y su lengua era suave y persistente, empujando dentro de mi boca. Haciéndome perder en la necesidad que tenía de fundirse conmigo y yo con él.

Mis pasos iban decididos a su cama.

— ¿Otra ronda? —cuestioné entre besos.

—Otra ronda —replicaba, pero repentinamente sostenía firme mi rostro—. Pero más lento —añadía en un susurro.

Y no podía no complacerlo. Aunque fuera hermoso y a la vez una tortura. Tan cerca y tan lejos. Tan dulce y tan amargo.

Son una bomba de tiempo con sus temperamentos 🥹
Esa primera vez de nuevo juntos fue salvaje y tiste 🥹
¿Cómo será la segunda?

Con amor niñita Nanykoo 💜

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