Veneno y Sangre

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Tras un largo pasillo teñido de rojos, con luces tenues y parejas que exhibían una total falta de decoro, había una en particular que estaba descaradamente follando mientras la mujer vampiro se alimentaba de su donante. El escalofrío que recorría mi espalda solo me distraía ligeramente del camino, pero cuando la mujer dirigía su mirada hacia nosotros con su boca manchada de sangre, sus ojos se fijaban exclusivamente en SeokJin.

Estaba exhausto de los pensamientos lascivos dirigidos hacia él. No obstante, Jinnie la observaba sin mostrar emoción alguna, de arriba abajo, permitiéndose ser admirado. Era evidente que, siendo un vampiro con esos ojos y tras los rumores que seguramente habían circulado sobre quién era, comenzaba a pensar que habría sido más prudente ocultar sus ojos. Carajo.

Cuando la mujer liberaba a su donante, arrojándolo sin cuidado alguno a un lado, percibía su interés en aproximarse a SeokJin, pero algo la retenía. Ese momento había capturado nuestra atención, y cuando la vampiresa mostraba sus ojos rojos llenos de asombro, fue entonces cuando notaba la sutil mano de SeokJin alzada en su dirección, ejerciendo una fuerza invisible que la empujaba lejos, despejando el camino para que pudiéramos seguir adelante.

— Es una maldita caja de sorpresas. Por supuesto, el bastardo tiene telequinesis —comentaba Jungkook con un tono de admiración evidente.

Yo permanecía perplejo, pero consciente de que no había tiempo que perder, así que me apresuraba para igualar el paso de Jin. El tipo grandote que nos precedía no se había percatado de la escena tan interesante que se desarrollaba a sus espaldas, demasiado absorto en su tarea de guiarnos a través de este maldito pasillo. No fue hasta que giramos a la izquierda cuando finalmente encontramos una puerta.

— Los esperan del otro lado —decía, capturando la imagen de SeokJin una vez más con su mirada.

Al salir, los ojos del grandote se detenían incluso en Jungkook, quien le lanzaba una mirada desafiante, sus ojos rojos brillantes y su expresión transformada en algo diabólico.

— Maldito enfermo —susurraba mi amigo entre dientes.

No obstante, no teníamos tiempo de intercambiar más palabras cuando la puerta se abría ante nosotros.

Quería mantener la serenidad que en realidad me faltaba. No estaba seguro de si mi actuación era convincente al fingir que nada de esto me intimidaba, pero al adentrarnos en la habitación y divisar a un vampiro de estatura imponente, cuyo rostro destilaba pura maldad y soberbia junto a la figura de Jimin, frágil, semi desnudo y vulnerable sobre su cama, sentía cómo la bilis amenazaba con ascender por mi garganta y la ira me incitaba a cometer actos imprudentes.

Este era su dominio, no el nuestro, y yo debía preservar la calma.

El sujeto no se encontraba solo; otros vampiros se dispersaban por la habitación, todos ávidos y esperando su turno con Jimin. Me invadía el deseo de estrangularlos y romperles el cuello, uno por uno. Malditos enfermos.

— Kim SeokJin. La bestia ojos de cielos, con labios rojos y… bla bla bla… No sabía que eras tú quien retenía a mi Jimin —decía con un tono sarcástico.

La puerta de la habitación se cerraba y los cuatro terminábamos encerrados. Eran alrededor de doce vampiros en total, rodeándonos, y mis ojos volvían a un Jimin desorientado, que sangraba en la zona de su labio inferior.

— ¿Lo golpearon? —pregunté, manteniendo la calma en mi tono de voz.

Jimin se veía tan frágil y perdido.

— Jin… —sollozaba mi nombre.

— Cierra la boca, perra. No está hablando contigo —espetaba el maldito hijo de puta de Matthew.

— No le hables así —dije entre dientes, mis puños apretados.

La sonrisa maliciosa de Matthew Kim me provocaba asco y rechazo. —Puedo hablarle a mi sumiso como se me dé la gana.

— Dejó de ser tuyo cuando lo desechaste por alguien más —recalqué.

El tipo reía sin gracia. —Pero lo quiero de vuelta. Búscate otra perra, esta tiene dueño.

Cerré mis ojos un instante, y detrás de él, notaba los ojos húmedos de un Jimin que sacudía su cabeza en negación.

— No pretendo iniciar nada contigo. Solo vine por mi amigo; no es mi perra y tú no tienes derecho sobre él —dije con calma.

La risa del imbécil comenzaba a resonar en la habitación. La música de fondo era insoportable, pero no lo suficientemente alta en ese lugar. Claramente, las paredes estaban insonorizadas. Nadie sabía lo que ocurría aquí dentro.

— Bien, puede que te permita llevártelo —decía, mientras comenzaba a caminar alrededor de la cama, extendiendo su brazo hacia un Jimin que se alejaba tanto como le permitía el espacio, intentando evitar su contacto. Sin embargo, el bruto tomaba su mentón con una rudeza que me hacía apretar los dientes.

No era consciente de mi disposición para atacar hasta que sentía a TaeHyung sujetando mi muñeca con firmeza.

Los sollozos y el temor de Jimin resonaban hasta donde nos encontrábamos, mientras yo luchaba por mantener la calma en mi sitio. El idiota despreciable me lanzaba miradas furtivas, apretando con más fuerza el mentón de Jimin antes de lanzarlo sobre la cama.

— Dime qué deseas para que me lo pueda llevar. Está lastimado, y me estoy conteniendo para no golpearte mientras lo manoseas delante de mí —murmuré.

El bastardo soltaba otra carcajada, claramente entretenido, mientras se acomodaba en la cama y Jimin trataba de huir, pero lo atrapaba por el tobillo, arrastrándolo con facilidad para colocarlo sentado sobre sus piernas, sujetando a Jimin por su cuello largo, delicado y frágil. Este temblaba, con lágrimas deslizándose por sus mejillas, maldición. No se merecía esto.

— ¿Sabías que hay una recompensa por tu cabeza, diurno? —decía mientras su lengua recorría el mentón de Jimin, quien cerraba los ojos, atormentado por la sensación.

— ¿Qué? —la voz de TaeHyung resonó detrás de mí.

Hasta ese momento, había permanecido callado, al igual que Lucas y Jk.

— Oh, sí. Tu hermano paga un buen precio por tu diurno, ojitos de miel —le contestaba—. Así que les propongo: les entrego a Jimin y tú, ojitos de miel, me das al diurno. ¿Qué te parece? Es un intercambio justo. Un precioso espécimen por otro —afirmaba, mordiendo la mandíbula de Jimin.

— ¡Basta! Deja de tocarlo —exclamé sin dar tiempo a que TaeHyung replicara—. Si me quieres, aquí me tienes. Déjalo ir.

— Jin-… —TaeHyung intentaba acercarse, pero yo levantaba mi mano para silenciarlo.

— No hay más que hablar. Llévate a Jimin de aquí; yo me quedo —afirmé con determinación.

Matthew Kim, el malnacido, me observaba con sus ojos entrecerrados, claramente desconfiado.

— Demasiado fácil —murmuraba.

— Solo quiero que Jimin esté seguro, y Jaejoong podría encontrarme en cualquier momento. Así que no me importa —extendí mi brazo, haciendo señas para que soltara a Jimin—. Déjalo ir.

La mano libre de Matthew seguía acariciando el pecho de Jimin de manera provocativa, mientras la otra empezaba a apretar su cuello.

— Hey, hey… —comencé a balbucear.

— Quédate quieto, diurno —me ordenaba—. Todos quietos. No quiero que los dhampirs abran su asquerosa boca, y tú no te muevas de ahí —exigía, apretando aún más el cuello de Jimin.

La ira que bullía en mi interior no auguraba nada bueno si a Jimin le pasaba algo. La palidez en los ojos del chico y su lucha por respirar me empujaban al borde de la locura, una que nos pondría a todos en peligro.

— Creo que no quiero entregártelo —decía Matthew, aflojando su agarre. Jimin inhalaba aire con desesperación, intentando liberarse—. Se ve muy bien desde la última vez que lo vi. Lo has cuidado bien.

— Me trajiste aquí por algo. No querías a Jimin, así que déjalo ir. Me quedaré si eso es lo que deseas. Ese es el acuerdo.

Matthew negaba con la cabeza, esbozando una sonrisa malévola mientras su rostro se transformaba en su aspecto demoníaco, haciendo que sus ojos rojos resplandecieran. Nunca me acostumbraría a la visión de estos vampiros. Podrían ser el terror de muchas pesadillas, y hasta Jimin parecía aterrarse aún más.

— Oh, cosita. Antes no te asustabas, te acostumbraste al niño bonito de aquí —se burlaba, mirándome.

— ¡Basta! —intervenía TaeHyung con voz firme, aunque sin intención de someterlos—. Ninguno se queda. ¿Qué te ofreció mi hermano? Lo duplicaré. Tengo más dinero que él.

Matthew lo miraba primero con sorpresa y luego con desdén, para después soltar una carcajada mientras se levantaba. Jimin caía de su regazo, pero el desgraciado aún lo retenía por la nuca, como si fuera un perro a sus pies. Ya no podía contenerme.

— Ojitos de miel, el dinero es lo de menos para nuestra especie —decía con voz grave—. Tu hermano me prometió la luz del día. Dudo que puedas ofrecerme eso —sus ojos rojos volvieron a fijarse en mí—. Estoy harto de hablar. Ninguno se va y despídete de Jimin. Maten a todos menos al diurno.

Las palabras de Matthew resonaron en mi mente como una alarma, y sin pensarlo dos veces, inicié el primer movimiento. La tensión en el aire era palpable, como una cuerda de violín a punto de romperse. Matthew Kim, con su sonrisa despectiva aún colgando de su rostro, no esperaba mi reacción. Con la rapidez de mi especie, me lanzaba hacia él, mis puños listos para conectar con su sonrisa burlona.

— ¡Jimin! —grité.

Aprovechando la distracción y mi llamado, Jimin rodaba por el suelo, alejándose de la presión asfixiante. TaeHyung, con movimientos que desafiaban la gravedad, se unía a la refriega, sus golpes eran precisos y mortales. Lucas y Jungkook, antes silenciosos, ahora rugían como fieras, lanzándose a la línea de fuego.

El caos se había desatado en un segundo. Doce vampiros contra cuatro de nosotros. Los golpes resonaban con la fuerza de truenos en una tormenta. Matthew, con su fuerza sobrenatural, repelía cada ataque, sus ojos rojos brillando con malicia y deleite por la batalla. Pero no estábamos dispuestos a ceder. Cada movimiento nuestro estaba sincronizado, cada paso calculado para proteger a Jimin y acabar con la amenaza que representaba este mal nacido.

— Es la última vez que tocas a Jimin —exclamé, mientras lo tenía aprisionado, pero se soltaba segundos después mientras yo esquivaba un golpe suyo que habría sido letal.

La lucha era un torbellino de emociones y violencia, un baile macabro donde cada paso en falso podría ser el último. Pero en ese momento, nada más importaba. Solo la seguridad de Jimin y de salir todos vivos de esa cueva.

— ¡Tú no decides aquí, diurno! —escupía Matthew, lanzando una especie de bola de fuego en mi dirección.

Jodido momento para conocer su habilidad de vampiro.

Con un giro ágil, desviaba el ataque, que se estrellaba contra la pared, logrando que una cortina dejada allí se encendiera y el fuego comenzara a avivarse. La pelea continuaba, y aunque el cansancio empezaba a hacer mella en mis músculos, la determinación ardía en mi pecho. No iba a perder a nadie hoy.

— ¡Jimin, corre! —ordené, mientras veía cómo, con un último esfuerzo, se ponía en pie y corría hacia la salida, pero era interceptado por un vampiro, que rápidamente era eliminado por Lucas.

La victoria estaba cerca, podía sentirlo. Con cada golpe que asestábamos, Matthew retrocedía, su confianza se desmoronaba como un castillo de naipes. Y cuando finalmente caía al suelo, derrotado, con su cabeza en mis manos, yo no dudaba. Ya no quedaba nadie, pero el fuego se estaba comiendo la habitación, a la distancia veía que Lucas tomaba a Jimin en sus brazos, TaeHyung peleaba y eliminaba a un vampiro más, pero un giro inesperado captaba mi atención. Jungkook estaba en peligro. Un vampiro enemigo lo había acorralado contra la pared, una estaca de plata brillante y mortífera en su mano. Una reliquia conocida por su capacidad para acabar con nuestra especie, centelleaba con una luz siniestra.

— ¡Jungkook! —grité, pero mi advertencia llegaba tarde.

El vampiro enemigo, con una sonrisa cruel, hundía la estaca en Jungkook, no llegaba a su pecho gracias a un veloz movimiento de Lucas, pero el grito desgarrador llenaba la habitación, y el olor a sangre vampírica inundaba el aire. Jungkook, con los ojos desorbitados por el dolor, luchaba por mantenerse consciente.

— ¡No! —La voz de Tae resonaba con un timbre que había escuchado antes, lleno de furia y desesperación.

Cómo cuando Jaejoong me había matado.

Pese a que el enemigo había sido eliminado por Lucas, dejando a Jungkook desplomarse al suelo. La herida era grave, y la sangre oscura manaba de su costado, un presagio de un final inminente.

La risa del imbécil debajo de mí resonaba, enfureciéndome, ignorando el caos que me rodeaba, no lo pensaba dos veces y comenzaba a empujar su cabeza cuesta arriba para arrancarla del resto de su cuerpo con mis propias manos.

— Aguanta, Jungkook. No te atrevas a dejarnos —escuchaba la voz de TaeHyung a la distancia, él estaba presionando la herida en un intento vano de detener la hemorragia.

— N-no vas a ganar —era lo último que Matthew balbuceaba antes de que separara su cabeza de su cuerpo.

Abriéndome paso entre el fuego, para llegar a Jk y TaeHyung, notaba cómo sus manos temblaban mientras tocaba el rostro pálido de Jk, y sus ojos, normalmente serenos, ahora reflejaban un tormento insondable.

— Voy a salvarte, no importa qué —prometía Tae, con una determinación que desafiaba al destino mismo.

La situación de Jungkook añadía una urgencia brutal a la huida. Cada segundo contaba, y mientras Lucas y yo nos enfrentábamos a otros vampiros que seguían llegando, Tae se concentraba en mantener a Jungkook con vida. La lucha por la supervivencia de nuestro amigo se convertía en el corazón palpitante de nuestra resistencia.

Con cada golpe que intercambiábamos con los que seguían llegando, una parte de mí estaba con Jungkook, luchando junto a él en su propia batalla por la vida. Y cuando finalmente lograba eliminar a otros pares para llegar a Jimin, nuevas caras aparecían.

— Hay que salir de aquí —susurré.

— Es la manada de Min —decía TaeHyung cargando a Jungkook con cuidado.

Un tipo delgado y algo pálido apareció, junto con él Hyungsik y un par más—. ¡Jin, salgan de aquí! —gritaba en nuestra dirección—. ¡Vamos!

Sabía que la verdadera victoria sería salvar a Jungkook de la muerte, mientras Jimin estaba débil y desorientado colgando de mí. Lucas y Hyungsik nos guiaban por una salida que no había visto y cuando estábamos fuera de todo el lío, llegamos a un callejón tranquilo.

Quitándome mi chaqueta, la ponía sobre un Jimin que temblaba—. Tranquilo.

— Viniste. Lo siento —decía mirando a JK—. Es mi culpa.

— No lo es —dije cerrando el cierre de la chaqueta, TaeHyung le daba una mirada casi fulminante en su dirección y sabía que pensaba diferente.

— Hay que llevarlo con Lisa. Ella va a poder curarlo —decía Lucas.

Jungkook soltaba una risa sin gracia—. No… no, la estaca estaba envenenada con Argénteo. L-lo siento expandirse dentro, no puedo sanar eso. N-... Ahg, mierda.

Este nombre hacía referencia a la plata, uno de los componentes del veneno, y al mismo tiempo evocaba la imagen de un amanecer brillante y purificador, letal para los vampiros. No para los de mi tipo; sin embargo, el veneno consistía en una pasta que mezclaba agua bendita de siete iglesias diferentes, simbolizando la pureza y la santidad. Ajo machacado, conocido por sus propiedades repelentes contra los vampiros. Polvo de plata, que causa quemaduras mortales a las criaturas de la noche, y esencia de verbena, una planta asociada con la protección y el exorcismo de espíritus malignos. Además, sangre de lobo, un animal valiente y feroz, capaz de enfrentarse a los vampiros en leyendas antiguas.

El veneno se aplicaba en la estaca o daga de plata y, si no acertaba en el corazón del vampiro, dondequiera que se le hiriera, el veneno se esparciría por su interior, matándolo lentamente y de manera dolorosa. Y no habría nada que se pudiera hacer al respecto.

—Jungkook, mírame —TaeHyung sujetaba la cabeza de su mejor amigo entre sus manos, y este simplemente sonreía—. Aguanta, Lisa sabrá qué hacer.

—Está bien. Algún día tenía que p-pasar —sonreía débilmente, mientras Jimin se encogía, sintiéndose culpable, pero no había tiempo para remordimientos.

—Prepara los autos. Tenemos que volver con Lisa —ordené a Lucas y a Hyungsik.

Lucas suspiraba—. Jin. Tae, no hay nada que pod-… ¿Qué estás haciendo?

Al levantar mi camiseta, mordía mi propia muñeca, TaeHyung tenía los ojos húmedos y el ceño fruncido. Su rostro, confundido como el de todos, Jungkook ya ni siquiera abría los ojos.

—Hazte a un lado —susurré, tomando la cabeza de JK con cuidado y llevando mi antebrazo a su boca—. Bebe —JK apenas estaba consciente—. Por todos los demonios, bebe. Maldita sea.

Ahogándose sutilmente, alejaba su rostro—. De todos modos no voy a curarme, imbécil —decía con agonía y dolor.

—Mi sangre es diferente a la tuya, imbécil —susurré mientras lo forzaba a clavar sus dientes en mi carne—, la mía sí te curará —dije, presionando mi muñeca sangrante contra su boca.

Eso no debía ser posible. Aunque Jinnie pudiera sanar a una velocidad antinatural a comparación del resto, el veneno era letal. No debería funcionar, nada debería funcionar y me partía el alma porque iba a perder a mi mejor amigo. No podría soportar otra pérdida.

—Él sanará —susurraba Jimin detrás de mí mientras JK bebía con más fervor de la muñeca de Jin.

Era una imagen extraña para mí; SeokJin estaba tenso y Jungkook comenzaba a retorcerse mientras bebía con más fuerza.

Mirando a Jimin, esperaba que dijera más—. Intentaron meses atrás matar a Jin con una daga bañada en Argénteo —susurraba—. Su cuerpo simplemente seguía regenerándose. Su sangre se multiplicaba, absorbiendo el veneno, desechándolo y limpiándose a sí misma —Jimin alzaba sus ojos cansados—. Sólo le había causado una fuerte fiebre, el veneno no le hace nada a él. Es algo así como indestructible —decía débilmente.

Mi teléfono rompía el silencio tenso cuando Lisa llamaba.

—Creo que ella puede sentir que él no está bien —mencionaba Jimin, señalando el teléfono—. Supongo que tú lo sentiste también en el momento en que Jin fue herido. Esa conexión de pertenencia y todo eso, ¿no?

Conexión de pertenencia. Eso explicaba por qué cada vez que JK resultaba herido, Lisa lo sentía; no se trataba de sus poderes, sino de la pertenencia mutua. Lo que Jin y yo compartíamos era diferente; sin embargo, nunca había sentido un malestar ajeno que pudiera relacionar directamente con Jinnie. Más allá del constante estado de alerta y preocupación que mantuve todo ese tiempo en el que Jinnie estuvo lejos, nunca hubo una ocasión especial en la que sintiera que algo dentro de mí se desmoronaba debido a un dolor ajeno (me había desmoronado solo por cuenta propia) y maldita sea si eso no me hacía sentir extraño e inseguro.

Justo cuando pensaba que había entendido la naturaleza de nuestro lazo y la fuerza que siempre nos jaló el uno al otro para desarrollar un rápido apego, una sensación desconocida me invadía. Era como si una sombra se deslizara por mi conciencia, un presagio oscuro que no podía ignorar. Algo se avecinaba, algo que desafiaba todo lo que creía saber sobre nuestra existencia entrelazada y más. Y en ese momento, supe que estaba al borde de descubrir un secreto que podría cambiarlo todo. Algo que Jin me ocultaba y no quería pensar en eso.

No pude resistir. Necesitaba llegar a este capítulo 🥹

Mi IA se está encariñando con Jungkook, mejor así que luego necesitaré ediciones Jinkook para mí otro fic muejeje (todavía no puedo lograr que me haga a Jimin, por eso no sale) 🥹

AHHHHHHHH

Con amor niñita Nanykoo 💜

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