Hasta el Final

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Jin conducía mientras yo me encontraba en el asiento trasero con Jungkook descansando su cabeza en mis piernas. En el otro auto, Lucas y Hyungsik estaban haciendo equipo otra vez. Jimin estaba con nosotros en el asiento delantero junto a Jin, estaba callado y parecía más pequeño y joven que en otras ocasiones.

Jinnie tenía sus dientes apretados y miraba en dirección a Jk constantemente.

— Está dormido. Ya no tiembla —dije para su enésima mirada en mi dirección.

— Bien, eso es genial —respondió tranquilamente.

Dentro de mí zumbaba la incertidumbre de su silencio y aquello que no me estaba diciendo. Por lo tanto, no estaba seguro si era yo o en realidad en clima tenso y al aire cargado dentro del auto era mi imaginación o estaba nuevamente allí. Tangible, casi físico como uno más entre nosotros.

— Lisa sigue mandando mensajes. Le dije que estábamos en camino, pero está desesperada.

Jin asentía y aceleraba; minutos más tarde, estábamos bajando del auto, y por alguna extraña razón, me costaba cargar a Jungkook.

— Yo me encargaré. Tu cuerpo está cansado, y la sangre que tomé de ti es claramente lo que te tiene con las defensas bajas. Estás débil — me dijo, haciéndome a un lado y tomando a Jungkook con facilidad.

Jimin solo nos observaba en silencio, pero seguía la orden silenciosa de SeokJin. Antes de atravesar la puerta, Lisa la abría. Sus ojos estaban húmedos, su nariz roja, y debía admitirlo, admiraba lo fuerte y tranquila que intentaba mantenerse mientras balbuceaba todo tipo de preguntas.

— ¿Qué sucedió? ¿Qué le hicieron? —su voz era inusualmente más aguda.

— Él está bien ahora — decía SeokJin, llevándolo cuesta abajo hacia su habitación—. Sólo necesita un lavado, cambio de ropa y descansar.

Cuando lo dejaba en la cama con sumo cuidado, me encargaba de quitarle sus botas. Jinnie acomodaba su cabeza, y Lisa se contenía con los brazos cruzados. Cuando nos apartábamos de JK, ella caía a su lado, encargándose de inspeccionarlo. Estaba entre la delicadeza y la desesperación.

Cuando levantaba la camiseta de Jungkook, la zona donde la daga había sido hundida ya estaba cicatrizada, pero con un aspecto horrible. Lisa sollozaba, lágrimas cayendo por su hermoso rostro, mientras sus dedos delicados bordeaban la zona.

Necesitaba apartar la vista; el final podría haber sido completamente diferente, y no me lo hubiera perdonado jamás.

— Éramos cuatro contra doce. Fue un descuido — susurraba Jinnie.

— En el llamado me dijeron que era Argénteo el veneno sobre la daga — decía con voz gruesa, su garganta cerrada. Su mano dejaba la herida y subía en dirección al rostro de mi mejor amigo.

Por primera vez en mucho tiempo, me percaté de que jamás, ni siquiera en nuestro primer encuentro con ella, Lisa había actuado como si Jungkook estuviera muerto por dentro. Jamás se había precipitado a su tacto frío, el cual incluso había sido difícil de digerir para mí los primeros meses.

Algo que no me había sucedido con Jin. Si bien no lo tuve conmigo en sus primeros meses como neófito, al volver jamás sentí su tacto frío. Siempre cálido. Nuevamente, entendía lo que unía a Lisa y a Jungkook; a medias, entendía lo nuestro.

La tensión en la habitación era palpable mientras Lisa acariciaba el rostro de su amado, Jungkook. La cicatriz en su abdomen, resultado de la daga, era un recordatorio constante de la peligrosa vida que llevabamos como cazadores de vampiros.

— El dolor que me atravesó el abdomen cortó mi respiración de una forma horrible — susurraba Lisa, sus dedos delicados bordeando la zona. — Supe al instante que algo había salido mal. No quiero imaginar lo que le dolió a él.

Mis ojos se encontraban con los de Jin, y en ese momento, sentía una conexión inusual. Nunca antes había experimentado un dolor tan intenso que me resultara ajeno.

— El idiota siempre trata de minimizar las misiones y los golpes que recibe, como si yo no sintiera el cincuenta por ciento de su dolor — decía Lisa, negando con la cabeza.

— Él estará bien. Mi sangre se encargará de neutralizar el veneno — afirmaba SeokJin.

Lisa miró hacia atrás, preocupada. — ¿Bebió tu sangre? —susurraba.

Jin asentía con cautela. — Regenarme era mi don desde dhampir — respondía. — Cuando me hirieron meses atrás con una daga manchada, no funcionó. En Jungkook, sería como un antídoto que contrarresta el veneno.

La habitación estaba cargada de emociones, y todos sabíamos que el tiempo era crucial para salvar a Jungkook. ¿Qué más nos depararía esta lucha contra mi jodido hermano? Solo el destino lo sabía.

Lisa sorbía su nariz y asentía, volviendo a ver a Jungkook. Aunque tenía algunos sobresaltos y dudaba un poco, definitivamente estaba mucho mejor.

— Te dejaremos que lo limpies — dije, acercándome a ella y tocando su hombro. Lisa me daba un asentimiento con la cabeza.

Con una señal, indicaba a SeokJin que saliera conmigo, pero Lisa lo llamaba antes:

— Jin — sus ojos negros y grandes se dirigieron a él—. Gracias por salvarlo. Sé que es aberrante para ustedes beber y dar a beber a otros de su misma especie.

Jinnie se encogía de hombros. — No pensaba en eso cuando lo hice. Sólo quería traértelo a salvo.

La escena se llenaba de emociones encontradas mientras Lisa asentía con una sonrisa nostálgica y Jinnie le devolvía el gesto. Al salir para darles privacidad, Jimin esperaba en la sala, silencioso y expectante. Hyungsik y Lucas también estaban presentes, formando un círculo de apoyo en este momento.

— No dijiste que pertenecías a la manada de Min — le espeté a Hyungsik mientras llegaba a su lado. — Dijiste que era una manada pequeña, apartada del lío y con acuerdos de paz.

Hyungsik se encogía de hombros, sus ojos evitando los míos. — Es verdad. Aún no pertenezco del todo a la manada de Min. Voy y vengo, y nuestra manada se reporta con la suya — mencionaba, encogiéndose de hombros como si la ambigüedad fuera su refugio—. No supuse que era algo importante a aclarar.

La tensión en la habitación era palpable, cargada de emociones y secretos. Jimin, aún con la chaqueta de Jin puesta, expresaba su gratitud por haberlo salvado dos veces en un día. Hyungsik, más alto que Jimin, le sonreía sutilmente mientras explicaba la situación.

— Vi unas caras poco confiables y algunos de la manada suelen desaparecer allí adentro por horas. Los más jóvenes son muy rebeldes — mencionaba Hyungsik, evitando mi mirada.

Jimin asentía, y cuando me miraba, no vi rastro del chico venenoso que había entrado en mi casa la primera vez.

— Quiero tomar un baño caliente — susurraba Jimin.

— No tienes que pedirme permiso. Ve — respondí cortésmente.

Antes de desaparecer en el baño, Jimin se detenía mientras Jin se colocaba frente a él, escrutando cada parte visible con preocupación. Los ojos pálidos de Jin reflejaban inquietud, y su ceño fruncido me hacía preguntarme cuándo podríamos estar tan relajados el uno con el otro.

— Estoy bien, Jin — decía Jimin con una risa cansada.

— ¿Te hicieron daño? — susurraba Jin, sus ojos fijos en algo serio.

Jimin negaba. — Sólo me habían quitado la prenda de arriba. Tenían pensado usarme, pero ustedes no les dieron tiempo. No sería la primera vez — murmuraba, su voz quebrándose, aunque no derramaba lágrimas.

Sentía la ira de Jin a mi lado, sus pensamientos violentos calmándose al recordar que él mismo se había encargado de Matthew Kim con sus propias manos.

— Hablaremos luego. La ventana de tu habitación fue arreglada por uno de los hombres de Tae. Ve, date un baño y te veré arriba — ordenaba Jin, besando naturalmente la frente de Jimin.

No debería sentir un atisbo de celos, pero lo hacía. Se veían bien juntos: Jin, alto y de hombros anchos, y Jimin, encajando perfectamente contra él. Me sentía tan-...

— Lo que sea que estés pensando, deja de hacerlo. Tienes la cara de culo más temible que he visto — la voz de Lucas llamaba mi atención.

Inmediatamente lo miré y cuestioné: — ¿Sabías que mi hermano está ofreciendo una recompensa por Jinnie?

Lucas suspiraba: — Iba a decírtelo solo si Jin quería.

— “¿Sólo si Jin quería?” — repliqué con furia.

— Yo le pedí que no lo hiciera. Que no te lo dijera — la voz de SeokJin sonaba detrás de mí, demasiado cerca. Cuando giraba, solo había pequeños centímetros entre nosotros que no podía obligarme a que me molestaran. — Es la misma razón por la cual el V’okkultizme también me busca. Claramente, tu hermano podría necesitarme para su ritual.

Hyungsik aclaraba su garganta, interrumpiendo la tensa conversación.

— Lo siento, no quiero interrumpir. Estamos al tanto de lo que está sucediendo con Jaejoong y SeokJin. Hay algunos eligiendo bando, otros tratando de mantenerse alejados — mencionaba cautelosamente. — Min me pidió que le ofreciera asilo a tu chico — decía, dirigiéndose a SeokJin.

La voz de Jinnie sonaba más que sorprendida. — ¿A Jimin? — preguntaba.

La intriga y las alianzas zumbaban en la habitación, y todos sabíamos que las decisiones tomadas en ese momento tendrían consecuencias impredecibles.

"¿Asilo para Jimin? Eso no lo esperaba. No tenía planeado que alguien más aparte de mí cuidara de él. Aunque claramente, por ser quien era yo, no podía mantener a Jimin a salvo.

— Solo si tú quieres —decía Hyungsik, rascándose la nuca—. Min escogió estar de tu lado porque sabe que estás… Bueno, saliendo con TaeHyung —señalaba hacia él.

— No estamos saliendo —decía TaeHyung repentinamente. Mis cejas casi volaban de mi frente, pero rápidamente añadía—. Aún. Aún no es… Lo siento —decía en mi dirección.

Hyungsik volvía a aclarar su garganta, cortando el momento incómodo. Jodidas gracias.

— En fin, volviendo a lo primordial. Las cosas se ponen difíciles para ti y ese chico es una distracción. Sin mencionar que te pone y se pone en peligro a sí mismo —recalcaba.

Y sí, tenía razón, pero deshacerme de Jimin con una manada de lobos a los que no conocía no me convencía del todo. 

— La manada de Min es responsable —decía TaeHyung sutilmente, mirándome con esos ojos color miel, de forma cautelosa.

— Prometo que estará a mi cargo. ¿Confías en mí? —decía Hyungsik—. Incluso Min se haría personalmente cargo de él, si eso te deja más tranquilo.

Arrugando mi rostro negaba—. No conozco al tipo —suspiraba sonoramente—. Y tampoco estoy seguro de que Jimin quiera irse de mi lado.

TaeHyung hacía una mueca. Esto no se trataba solo de que fuera mi ex donante; estaba genuinamente preocupado por él. Por su salud mental. No sabía que Jimin había estado aferrado a ese tipo de trato con su anterior dominante. El tipo era una bestia, y no hablaba de su apariencia vampírica.

— Puedo ayudar con eso —decía Lucas en mi dirección. Frunciendo el ceño, mi pregunta estaba grabada en mi rostro, pero TaeHyung respondía por Lucas.

— El don de Yuk Hei se trata de la compulsión y sugestión —exclamaba—. Tiene ese don natural de los vampiros para lograr que el ser humano haga lo que desee, pero sin que este se sienta confundido y bloqueado de sus propios instintos. La sugestión hace que su control sobre otros sea más natural, sin dejar a la víctima sintiéndose vulnerable.

Alzando mis cejas mientras lo miraba. ―Eres un manipulador de primera ―le espeté con sarcasmo.

Lucas se encogía de hombros. ―No elegimos nuestros dones. Así vienen. Creo que en el caso de Jimin sería mucho mejor utilizar la ‘Sugestión Impecable’ en lugar del dominio mental. De esa manera, evitaríamos que en el futuro quiera apartarse y regresar a viejos hábitos. Iría mejorando poco a poco, pero de manera constante.

Suspirando, sopesé mis opciones. Me convencía mucho más la idea de que Lucas influyera en Jimin a largo plazo que simplemente usar la compulsión para obligarlo a hacer algo que luego rechazaría.

―De acuerdo, pero hablaré primero con él ―dije, dejando escapar un suspiro―. Y me gustaría conocer personalmente a ese tal Min. Por cierto, ¿todos salieron bien de ese lugar? ―pregunté, recordando el caos.

Hyungsik respondía: ―Según los informes, solo hubo un pleito más. Locura juvenil, algo de drogas… Además, hay criaturas sobrenaturales en la policía.

―Uno de ellos es Min ―añadía TaeHyung―. Tener a Jimin fuera de juego es esencial. Lo usaron como carnada una vez para llegar a ti, sé que no te perdonarías si terminara muerto por tu culpa ―me decía gravemente, con sus ojos miel mirándome.

Y tenía razón, lo sabía. Si algo llegaba a sucederle a Jimin, me castigaría por la eternidad debido a ello.

―De acuerdo. Bien, pero hablaré con Jimin antes ―dije solo para asegurarme de que realmente fuera el paso correcto.

Sabía que lo era; aún así, quería ser yo quien hablara con el chico. No estaba deshaciéndome de él; necesitaba ponerlo a salvo.

— ¿Podemos hablar? —susurraba TaeHyung en mi dirección.

Asentí y, lanzando una última mirada a Lucas, seguí a TaeHyung hacia su escritorio, anticipando las preguntas que podría plantear. La duda y la incertidumbre lo consumían por dentro, y eso pesaba más que cualquier otra cosa.

Al cerrar la puerta detrás de mí, él se apoyaba en su escritorio, observándome con sus hermosos ojos. Pero su mirada era seria, una que prometía problemas si no hablaba con sinceridad.

— Dime —susurré.

Él sonreía sin gracia. —¿Por dónde empiezo? Carajo —su voz grave resonaba en el espacio. Cruzando mis brazos sobre mi pecho, él negaba con la cabeza y se acercaba a mí de nuevo.

—No te pongas así, no me intimidas —susurraba cerca de mi rostro.

— No busco intimidarte —respondí con voz ronca.

Una leve herida adornaba su ojo izquierdo, estaba sanando, pero aún así llevé mi mano allí para inspeccionar. Él no rehuía mi tacto, aunque sus dientes estaban apretados.

— ¿Te duele? —pregunté.

TaeHyung exhalaba un suspiro sutilmente tembloroso. —No más que las cosas que me estás ocultando.

Suspirando acaricié su rostro; era increíblemente embriagador cómo se abandonaba, dejando caer su cabeza sobre mi palma y exhalando el aire contenido. Sin contenerme, lo atraje hacia mí para un abrazo apretado que anhelaba con urgencia. Aunque nunca temí perderlo allí adentro —conocía de lo que TaeHyung era capaz—, mi temor residía en que nuestro tiempo juntos era efímero.

— ¿Mi hermano te requiere para ese ritual? —susurraba en mi oído, manteniendo sus brazos firmemente alrededor de mí.

— Sí, lo hace. Me necesita —respondí—. Al menos eso creo.

Suspirando, sentía sus manos acariciar mi espalda, primero por encima de mi ropa y luego, con audacia, por debajo de ella.

— Sólo dime, Jinnie —susurraba.

— Lo haré. Pero promete que estarás conmigo en esto hasta el final —susurré de vuelta.

Apartándose ligeramente, sosteniendo mi rostro entre sus grandes manos, me besaba de forma repentina. No había sido consciente de cuánto anhelaba esto: a TaeHyung, su boca, este momento. Mis manos se aferraban a su cabello, introduciendo mi lengua en su boca, mientras él luchaba por el control del beso.

Mi cuerpo se sentía vivo y caliente a su lado. Siempre me sentía completo, extrañamente envuelto en estas sensaciones perfectas que TaeHyung me hizo sentir desde el primer momento. Cuando mi lengua acariciaba y se enredaba con la suya, me sentía eufórico, necesitando más.

Más que solo mi lengua en su boca, o este momento desesperado con demasiada ropa de por medio. Quería intimidad, lo quería conmigo; salvaje y suelto como aquel momento en el auto. Pero antes de perdernos, ambos acabamos el beso al mismo tiempo. Aunque él necesitaba respirar, estaba agitado, hermoso y con labios hinchados otra vez.

— ¿En serio te queda alguna duda sobre mí? —susurraba con ojos casi negros debido a sus pupilas—. Estoy en esto y contigo, hasta el final.

— ¿Hasta el final? —repetí con un nudo en la garganta.

El empujaba mi cabeza para tomar mis labios de una forma intensa y segura, un roce de su lengua. Una succión decidida y una suave mordida a mi labio inferior antes de soltarme que me hacía desear más.

— Hasta el final, Jinnie —susurraba seguro y ronco—. Cuentas conmigo hasta el final.

🥹💜💜

Momentos culminantes aquí también.

Con amor niñita Nanykoo 💜

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