Capítulo 43

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— ¡Ey! Viejo gruñón.

Bellamy iba de camino al ascensor para subir a planta, cuando se cruzó con Gina. El chico pulsó el botón, guardó las manos en los bolsillos y sonrió tímidamente:

— Estas en todos los lados doctora.

— Es lo que tiene ser jefa de Psiquiatría.

Dijo posicionándose a su lado. La sonrisa de Bellamy se le borró al instante, odiaba a los loqueros. Gina carcajeo más sonoramente al ver la expresión del moreno, le dio una palmadita en el hombro:

— Eres muy inocente señor Blake— agarró la tarjeta de identificación — Y poco observador, soy pediatra ¿Ves?

Las puertas del ascensor se abrieron y los dos entraron, Bellamy esbozó una sonrisa y señaló el bolígrafo que llevaba en el bolsillo de su bata:

— Ya decía yo ¿el elefante del bolígrafo calman a los chiflados? O ¿te has vuelto una?

— ¿Quién sabe? Los animalitos son agradables— estaban llegando a la planta en el que se apearía Gina ¿no me llamaste?

— ¿querías que lo hiciera?

De nuevo las puertas del ascensor se abrieron. Gina puso la mano en una de las puertas para evitar que estas cerraran y miró divertida a Bellamy:

— Un pequeño consejo señor Blake, cuando una chica le da un número de teléfono es por algo.

Amplió su sonrisa y le guiñó un ojo antes de seguir su camino, cerrándose las puertas tras de sí. Podían considerar a Bellamy uno de los empresarios más atractivos, pero en cuestión de mujeres era un ignorante. Solo se había sentido atraído por dos, una era su ex prometida y la otra, le recorrió un escalofrío por la espalda, resultó ser su media hermana. Gina no estaba mal, era alegre y divertida, quizás sí debería replantearse en darle una oportunidad. Bajó en la planta donde estaba Marcus y sin darse cuenta que iba sonriendo como un estúpido. Solo se le borró cuando entró en la habitación y ahí les encontró a los cuatro:

— Vaya— dijo más serio— reunión familiar en el hospital.

¿Es que no podía sentirse ofendido? Cada vez que miraba a Clarke, sentía que le había tomado como gilipollas. ¿Cuánto tiempo estuvo burlándose de él mientras se veía con Lexa? Seguro que se rieron de lo lindo a sus espaldas. No quería que fueran arrastrándose, ni si quiera que volvieran a su vida, pero se conformaría con un "fuimos unas desconsideradas, discúlpanos Bellamy por tratarte como un imbécil" solo entonces, quizás sería un pelín más amable:

— Si te desagrada nuestra presencia— dijo Lexa seriamente— solo firma los papeles y puedes largarte por dónde has venido.

— Lexa.

Le susurró Clarke:

— Este es un sitio público, Lexa— dijo Bellamy con chulería— no eres quien para echarme, y si quieres que firme agradecería un poco de educación, un por favor no estaría de más— se puso con los brazos cruzados— pero que puedo esperar de una salvaje

— Lexa

Volvió a susurra Clarke, agarrándole de la mano. Como diciendo, serénate. La ojiverde intercambió miradas con la rubia, suspiró y fingiendo una agradable sonrisa, miró a su hermano:

— ¿Serías tan amable de firmar los papeles y perderte de mí vista? Por favor

— Eres una desagradable

Clarke se llevó la mano a la cara, dándose por vencida. Lexa estaba empezando a replicar:

— Y tú eres un...

— Ya vale los dos

Cortó Marcus ya enfadado:

— No pido que os llevéis como hermanos, pero al menos comportaros delante de mí— señaló a Bellamy— no te eduqué para que seas tan desagradable y tú— señaló a Lexa— que quiera estrechar lazos contigo no quiere decir que te permita todo, somos adultos por el amor de dios, no críos.

— Será mejor que te tranquilices, no debes ponerte nervioso

Dijo Luna poniéndole una mano en el hombro libre de balazo. Ambos se miraron desafiantes. Al parecer los hermanos Blake eran de lo más cabezotas y de lo más orgullosos. Menuda puntería tenía Clarke. Bellamy, refunfuñando entre dientes, agarró los dichosos documentos y los firmó de mala gana. Quien sabe, a lo mejor así se iban en cuanto antes, porque él no les iba a dar el gusto de irse. Se sentó en una de las sillas más alejadas y alzó una ceja, como diciendo "os jodéis porque no pienso irme". Lexa se fue a la otra punta e hizo lo mismo, cruzándose de brazos, parecían dos niños chicos.

Las únicas que terminaron por dar conversación fueron Luna y Clarke. Ya después de un rato escuchando, los típicos consejos de abuela "debes de descansar" "tomate unos días libres" "abrígate te vas a enfriar" ni que su padre fuera un niño chico ni un anciano, salió a por un café guarro que ponían las máquinas expendedoras, quien sabe, a lo mejor ocurría el milagro y Gina se cruzaba con él, alegrándole de nuevo el día, pero eso era demasiada casualidad, por el contrario quien le siguió fue, la salvaje de su hermana. Éste puso los ojos en blanco, se apartó suponiendo que quería un café. Pero no, más bien se guardó las manos en el bolsillo y comenzó a hablar, más bien se obligó a hablar.

Lexa dentro de lado cavernícola y ordinario, en el fondo acababa complaciendo a Clarke, por eso estaba ahí, no por ella misma, si no por Clarke, porque se lo había pedido, así que, se puso enfrente de Bellamy y musitó en voz baja, casi de forma inaudible:

— Disculpa

— Perdona, no te he escuchado— siguió haciéndose el duro— pero creo haber escuchado de tus labios una disculpa.

— Reconoce que últimamente has sido un capullo, Bell.

— Me diste motivos, "Lex"— dijo con berrinche— ¿tengo que ser yo el que se deje humillar? Te interpones en mi relación y para colmo tengo que sonreírte y ser de lo más cordial. Un poquito de empatía bonita, tú no eres para nada inocente tampoco y si tuvieras un poquito de consideración a los demás y dejases de ser tan egoísta, sabrías que como mínimo merezco una disculpa por vuestra parte.

— ¿Piensas que lo hice a posta?— sacó sus manos del bolsillo para señalarse así misma— yo no lo busqué Bellamy— uy que mentira— el enamorarme de Clarke digo— se corrigió— es bonito hacerse la víctima, pero bien que te has ganado mi aversión comportándote como un auténtico capullo.

— Claro como tengo que dejarme insultar por la señorita Lexa Woods

Luna y Clarke estaban a unos metros observando la escena. Luna dio unos pasos para intervenir. Cuando Clarke le interrumpió agarrándole de la muñeca y negó con la cabeza:

— Al final acabarán matándose

Dijo la madre de Lexa posicionándose de nuevo al lado de Clarke. La rubia se cruzó de brazos y negó de nuevo con la cabeza. Era la ventaja de ésta, que los conocía lo suficiente:

— No, son cabezotas, obstinados y orgullosos. Pero al final alguno acabará cediendo, tarde o temprano.

— Menuda puntería has tenido— señaló a los hermanos que aun discutían, alzó una ceja y miró a Clarke, ahora que Lexa estaba distraída iba a provechar la oportunidad— ¿Bueno y los nietos para cuándo?

Clarke puso los ojos en blanco:

— O señora Wo... Carey— se corrigió— ya le dejamos claro que para más adelante.

— Ya, ya lo sé— dijo agachando la cabeza— pero una se hace vieja y me gustaría poder disfrutar de ellos mientras pueda, podría cuidar de ellos mientras vosotras— alzó un par de veces las cejas— ya sabéis tenéis intimidad

En ese momento Clarke sintió como se ruborizaba:

— Definitivamente— dijo con voz vergonzosa— Lexa heredó muchas cosas de usted.

— Lo dices por el atractivo ¿Verdad?

Desde que Gustus desapareció de su vida, Luna era otra mujer diferente, menos oprimida. Volvió a vestir de forma colorida, sonreía más y de verdad, no la típica sonrisa falsa para aparentar que era feliz, e incluso soltaba joyitas como esa. Desde luego, de tal palo, tal astilla. Clarke suspiró y decidió regresar a la habitación, que Bell y Lexa se mataban, bueno de algo estaba segura, tarde o temprano acabarían como mínimo aguantándose. Bellamy no era de los que odiaban eternamente, eran de los que tenían el berrinche y Lexa, bueno, tarde o temprano acababa por dar su brazo a torcer. Quisieran o no, en ese sentido ambos eran igualitos.

Al final los dos regresaron a la habitación con el rostro rojo, la vena del cuello estaba más que hinchada. En el fondo Clarke no odiaba a Bellamy, no se enamoró de él, pero eso no quita que le llegase a querer, esa escena le pareció extrañamente una ricura, los hermanos con sus berrinches y reconociéndolo, cuando Lexa sacaba su carácter le ponía a tono. Como Marcus evolucionaba favorablemente, le iban a dar el alta al día siguiente, así que en un intento de "estrechar lazos" o al menos tener una relación afable, llegaron a la conclusión de cenar los cinco juntos.

Al único ser que en la vida contradeciría Bellamy, era su padre, que muy a su pesar, por enfadado que estuviera por abandonar a su madre, Marcus Blake era su ídolo y por el contrario, Lexa por mucho que refunfuñase, no le contradeciría a Clarke, así pues, esa cena era un echo sí o sí.

Así que él chico moreno, dándose por vencido, se acercó hasta su padre y le dio un beso en la frente. Percatándose de la mirada divertida que le dedicaba Lexa, éste le respondió con otra ¿Qué pasa? Los chicos besamos también besan a los padres.

Sin embargo, Lexa era más reacia a mostrar sus sentimientos, se acercó a Marcus y le dio unas palmaditas en el hombro sano:

— Espero que se reponga pronto, señor Blake

Con su madre, aunque le costó un poco fue más afectiva, dándole un fugaz abrazo. Carraspeo y se despidió:

— Bueno, ya nos veremos mañana en la cena.

Por otro lado, Clarke fue más encantadora y se despidió de ambos con un beso en la mejilla. Para asombro lo que dijo Luna:

— Por favor Clarke, llámame mamá

— Clarke, ¿Nos vamos por favor?

Rogó Lexa en cuanto escuchó decir eso a su madre. Clarke se aguantó las ganas de reír mientras salía de la habitación y se encaminaban al ascensor:

— Ahora la tengo que llamar mamá

— calla

Dijo Lexa apretando más seguidamente el botón del ascensor. Como si aquello iba hacer que el cacharro fuera más rápido. Dentro de lo malo, aquel día no era tan horrible, pensó Clarke. La mañana, había sido muy emotiva y para nada pavoroso. Aden podía ser muy encantador y entendía como Lexa se derretía por él. La rubia frunció el ceño y meneó la cabeza al darse cuenta de las cosas que pensaba. Eso era Luna y Lexa, que le estaban metiendo ideas en la cabeza:

— ¿Qué te pasa?— preguntó la ojiverde acariciándole la espalda— de un momento a otro te has quedado pálida.

— Me imaginado...— dijo poniendo una sonrisa traviesa— llamando a tu madre, mamá

Lexa puso los ojos en blanco y negó con la cabeza. Clarke soltó una pequeña risita, se puso delante de la morena y le rodeó con los brazos:

— Hay que reconocer, que Luna y tú sois muy parecidas.

— Ni de coña— dijo devolviéndole el abrazo— este atractivo fue creado en el mismísimo monte Olimpo, soy única en mi especie

— Baja modestia que sube Lexa

Dijo carcajeando Clarke:

— Reconoce que algo de razón llevo.

Clarke negaba con la cabeza mientras ambas sonreían bobaliconas, acercándose para darse un beso, cuando dos plantas antes paró el ascensor y entraron otras tres personas más, separándose pero aun agarradas de la mano.

Niylah era de las que padecían insomnio. En vez de sentarse a leer un libro, ver una película o jugar al Candy crush prefería liberar adrenalina con el deporte. Otras veces solía hacerlo con algún ligue de una sola noche, pero desde que fue a Portland le resultaba imposible fijarse en otras. No era estúpida y la experiencia le decía que eso tenía nombre, Ontari Fish. Pero su lógica o su terrible miedo a sufrir, le impedía ir mucho más allá y estaba jodida, muy jodida porque en un principio era un puñetero juego, mera atracción, pero cuando besó sus malditos labios, sabía que no solo era eso. Tenía que mantenerse firme, no estaba dispuesta a pasar por lo mismo que pasó con Jessica. Tumbada en la esterilla, descansando unos segundos de la serie de abdominales, totalmente sudada, con su conjunto deportivo ajustado, dejando al descubierto su abdomen bien definido, tenía las manos en la cara, cuando el timbre sonó. No esperaba visita y estaban empezando a ser horas intempestivas. Revisó el arma que tenía junto a la puerta, no eran de las que echaban un vistazo por la mirilla.

Visita inesperada. Ontari estaba en la puerta con una pizza en la mano y unas cervezas en la otra. Cuando vio las pintas de Niylah, le resultó imposible que los ojos recorrieran su cuerpo de pies a cabeza:

— ¿qué haces aquí?

Preguntó Niylah desconcertada:

— Para ser agente del FBI tu capacidad de deducción en ocasiones deja que desear— dijo levantando la pizza y las latas de cerveza— vengo en son de paz.

— Es un poco tarde...— no le hizo falta invitar a la morena, directamente ésta se auto invitó sola— eh, no te he dado permiso para que entrases.

— Deja de ser tan toca pelotas, Niylah— dijo Ontari dejando la comida y las bebidas en la mesa, fue hasta la zona de las pesas y cogió una— cuando quieres puedes ser agradable— le miró y sonrió— solo cuando quieres.

Niylah cerró la puerta, se acercó para arrebatarle de la mano la pesa y la colocó en su sitio, eso ya era invadir demasiado su espacio personal. La rubia iba a decir algo cuando... Oh por el amor de dios Ontari... disculpen a veces se me olvida que debo narrar lo que mis ojitos ven. Pues la agente Fish, con todos sus ovarios y que forma tan sensual, llevó una mano la nuca de Niylah y le atrajo hasta que sus labios chocaron. Qué forma de dejar siempre estupefacta a la agente Green. Que en un principio quedó paralizada, hasta que su cerebro lo procesó, en el momento en que las corrientes eléctricas comenzaron a recorrer todo su cuerpo, muy al tema de Major Lazer – Powerfull. La lengua de Ontari comenzaba a invadir la boca de Niylah, cuando intentó rechistar:

— Ontari...

— Calla

— Joder

Terminó por darse vencida Niylah, cuando la carne es débil y esa cacho morena le besaba de esa forma, no había peros que valiesen. La atrajo cuan loba salvaje, que ni tiempo dio a ir a la habitación ni al sofá, que al lado estaba, arrojó a la morena al piso y esta vez no había quejas que la detuviesen, llena de hambruna se echó encima de ella y agarrando ambas oberturas de su camisa... Pero joder, cuanto... Niylah que intento narrarlo de forma elegante... siguiendo con la historia, agarró las oberturas de su camisa y de forma abrupta la abrió haciendo saltar todos los botones, con respiración entre cortada e inclusive ya se les escapaba algún jadeo, Ontari le quitó el top menos roda, a la hora de quitarle el sujetador... no fue sutil para nada, directamente se lo arrancó a la morena, dejando sus... preciosos senos... ¿me disculpan? Voy a por agua...

Como iba diciendo, dejando sus hermosos pechos a la vista, la agente Green los... madre de dios sí que está necesitada, aferró sus senos como aquel que espachurra naranjas mientras que con su lengua recorría, mentón, cuello, clavícula alrededor de la aréola, haciendo que la morena se retorciera de placer, hasta que acabó atrapando el pezón erecto, jugando y succionando, los dedos de la morena se entrelazaron con su pelo incitándole a que no parase bajo ningún concepto, moviendo su pelvis ante los estímulos latentes que sufría su clítoris, con terrible necesidad le desabrochó los pantalones y se los quitó, menos mal una prenda que quedó a salvo de ser descuartizada, no corrió la misma suerte el tanga que tuvo el mismo destino que el sostén, sujetador, brasier como se prefiera llamar, quedando por completo a merced de Niylah, que con sumo gusto comenzó a darle placer, demasiado tiempo sin sexo como para pijerías y mamonadas, buscó la obertura de su húmedo sexo y zas, zas... aunque por como sonaba de mojado eso era más bien chup chup chup:

— Umm, si

Llegaba a gemir Ontari retorciéndose ante las rudas penetraciones de la agente Green. Chup, chup, chup:

— Es una agente muy desobediente Fish— le dijo Niylah con voz ronca, las paredes vaginales de Ontari comenzaban a contraerse, avecinándose un orgasmo exprés— ¿quieres correrte?

— Joder, si

Niylah de forma traviesa rio y paró antes de que llegara el clímax, dejando totalmente loca a la morena:

— Te vas a tener que joder, cariño

— Ni de coña

Dijo fieramente Ontari, rodó encima de Niylah y en un santiamén esta se vio sin las mayas, la ropa interior y con la morena a horcajadas suya cabalgándola como si de una potra salvaje se tratase. Ambos sexos, humedecidos e hinchados, juntos de forma intima, Ontari agarraba una de las piernas largas de Niylah mientras que friccionaba placenteramente, chap, chap, chap. Y ninguna pudo aguantarlo más explotando entre gemidos, ¿mordiscos? Menudo muerdo le dio en el gemelo a la agente Green a la vez que temblaba. Desplomándose rendida al lado de Niylah, que sonreía como una estúpida. Joder como echaba de menos eso:

— ha sido

Comenzó a decir, mientras intentaba recuperar el aliento:

— Liberador

Respondió Ontari. Después de tanta tensión, aquello había sido como quitarse veinte kilos de encima. Niylah la recorrió con la mirada más determinadamente, apenas había dado tiempo contemplar su cuerpo desnudo y reconociéndolo, mejoraba mucho desnuda, esbozó una sonrisa traviesa:

— Aunque mejorable.

La morena le miró cómplice:

— ¿Segunda ronda?

No le dio tiempo a decir nada más, cuando tuvo de nuevo a Niylah encima. Oh si, eclipse total del amor. Cuando sus cuerpos no pudieron más, acabaron desplomadas en el suelo, comiendo pizza y bebiendo cerveza, pero de la que tenía Niylah en la nevera, ya que las que llevó Ontari se pusieron cachondas, calentorras quiero decir:

— ¿y esto que significa?

Preguntó Niylah con cierta precaución. Aún seguía siendo reticente a mantener algo más serio con una policía y sabía que Ontari iba a ser su perdición. La morena estaba boca abajo, con los codos apoyados mientras disfrutaba de un trozo de pizza, cosa que agradecía, después de todas las calorías quemadas:

— Ni idea— se encogió de hombros— supongo que romper de una puta vez la tensión sexual.

— ¿solo eso?

Ontari le miró pensativa. Mejor no entrar en ese tema por el momento. Ya sabía algo, solo lo que Allie fue capaz de contarle, evitar presión sería la mejor decisión. Por el momento:

— Solo eso Niylah— dibujó una sonrisa traviesa— ¿No esperarías que cayese de amor por unos cuantos orgasmos?

Tiró la corteza a la caja de la pizza, dio unas palmaditas para quitarse las migas de las manos y se levantó. Había que reconocerlo, Green quedaba fascinada ante aquel cuerpo femenino, esas curvas, alzó una ceja en el momento que recogió su ropa:

— Será mejor que me dejes algo de ropa, lobita— dijo enseñándole su sujetador descuartizado— no me sentiría cómoda saliendo desnuda de tu departamento.

— Puedes ducharte aquí si quieres.

— Norma número uno, nada de conversaciones post coitales, con verte el jeto en el trabajo me es suficiente— Niylah se levantó riendo— norma número dos, baile del chiqui chiqui y cada una para su casa.

Niylah salió de su cuarto con unas prendas y se las dio. Ontari no tardó mucho en empezar a vestirse:

— ¿Alguna otra norma?

— Nada de citas, ni escenas de celos— esto último lo dijo con hincapié— así que controla tus impulsos de querer zurrar a Lexa.

— Creo que eso ya es agua pasada.

Bien que se la cobró besando a su mujer. Claro que Ontari no tenía ni puta idea. Se terminó de vestir, y se dirigió hasta la puerta, antes de proceder a irse se mordió el labio y dijo de forma seductora:

— Ahora, podemos repetirlo o por el contrario, tan solo ha sido un encuentro muy agradable y muy placentero— abrió la puerta— la pelota está en tu tejado agente Green.

Y salió de su departamento. Joder con esas dos.

Lexa no era de las que veían la televisión, solo cuando se sentaba a ver alguna serie o alguna película con Clarke. Esa noche tocaba sesión ñoña, una de las películas más ñoñas que había visto en toda su santa vida. Titanic. A Clarke le gustaba, a pesar de durar más de 3 puñeteras horas y de saber el final. Lo cierto es que a Lexa le entraba el agobio, ya estaba llegando el final, y la ojiverde no dejaba de pensar "pero que egoísta en la tabla cabían los dos" cuando miró de reojo a la rubia, que estaba acurrucada junto a ella, arropada por su brazo y por una mantita, en ese instante la película pasó a un segundo plano. Pero que hermosa era Clarke cuando dormía, claro no daba por culo con sus comentarios irritables. Lexa rio por ese pensamiento tan acido. Le acariciaba del pelo y pegó su nariz, oliendo su aroma. Era tan puñeteramente feliz. Los créditos de la película, Celine dion le entró la risa. Qué momento más ñoño:

— Marmotilla— susurró— vamos a la cama

— Un poquito más— aun con los ojos cerrados— puchita

Lexa curvó la comisura de sus labios. Metió la mano debajo de la manta y le hizo cosquillas en el costado:

— No me llames puchita.

Clarke comenzó a retorcerse entre risas, agarró las manos a Lexa y la miró con ojos brillantes, que directamente bajaron a los carnosos labios de la ojiverde:

— ¿Quieres besarme?

Preguntó divertida. Clarke acortó la distancia, acercando sus rostros, aunque en esta ocasión mirándose directamente a los ojos:

— A todas horas

— ¿qué te lo impide?

Se sentó encima de Lexa, aun sin entrar en contacto los labios, más bien perdiéndose en sus miradas:

— He tenido un sueño

— Con un barco que se hunde, seguro

Dijo la ojiverde con tono jocoso. Clarke carcajeó, aunque rápidamente se puso seria:

— ¿Puedes por favor escucharme y no cortarme?

— Dígame— dijo Lexa mirándole embobada, mientras le acariciaba la mejilla— ¿qué soñaste? ¿Algo lascivo?— Clarke puso los ojos en blanco— Vale, vale, te escucho

— Vivíamos en Ontario, yo seguía escribiendo ahí y tu hacías viajes para las reuniones más importantes...

— Aja— dijo mientras que acariciaba sus piernas— de momento me gusta ese sueño.

— No estábamos solas

Lexa abrió la boca con sorpresa y dijo con mofa:

— Él tiburón mutante del lago

Clarke volvió a carcajear mientras le daba un manotazo:

— Payasa— Lexa soltó una risita— Yo me levantaba y me asomaba a la calle, le enseñabas a montar en bicicleta a un niño, yo me apoyaba en la puerta y observaba. Lexa, me encantó, pero tengo miedo que todo lo que tenemos ahora cambie.

— Clarke— amplió su sonrisa y le aferró de las mejillas— no te presiones cariño, ya llegará el día en que te sientas más segura o por el contrario— se encogió de hombros— nos vamos a Ontario igual, te enseño a montar en bici a ti, tienes la estatura para una bici infantil

Clarke le dio otro manotazo pero más fuerte, haciendo que Lexa carcajeara más fuerte. Terminando por abrazarle, a la vez que apoyaba la cabeza en su hombro y le daba un beso tierno en su cuello:

— Nunca te obligaría hacer nada que no quisieras, yo soy feliz así— le aferró más fuerte— contigo en mis brazos.

— Lex...— dijo con un hilo de voz— ¿Qué pasará con Aden cuando encuentre un hogar de acogida?

El brillo verdoso de Lexa se apagó, como el gestó entristecido que trató de ocultar:

— Pues que le desearía toda la felicidad del mundo y que tenga la clase de vida que debe tener un niño de su edad.

— ¿No te dejarían seguir viéndolo? Eso le destrozaría

Lexa por fin se dignó a mirarle, forzando una sonrisa, le dio un beso en la comisura de su labio y otro cerca de su lunar:

— No creo que me dejen— juntó su frente— ¿Nos vamos a dormir?

Clarke forzó una sonrisa y asintió. Después de esa conversación estaba segura de una cosa, era que Lexa sufriría si Aden encontraba un hogar de acogida y no pudiera verlo. Después de que la vio junto a él, sabía la razón por el que había estrechado lazos con ese niño. En el fondo, ella sentía mucha más empatía con los niños que han sufrido esa clase de injusticias.

Le sacó de sus pensamientos en el momento que Lexa, demostrando su fuerza bruta, se levantó con Clarke en brazos y le llevó a la cama. Desde que se casaron, quitando los días del mes, del mes y medio en que Lexa apenas hablaba, todo había sido sexo, de todas las formas, ya sea sacando a Heda y Wanheda a jugar, follar como conejos o hacer el amor de la forma más dulce posible. Pero aquella noche, se tumbaron mirándose acarameladas, manos agarradas y dedos entrelazados:

— ¿hace cuatro meses se esperaba Lexa Woods algo así?

— Si te digo lo que hacía hace cuatro meses— dijo riendo— dejarías de mirarme así

— Me tienes atada a ti y ciertamente estoy libre de espanto ya.

Lexa se mordió el labio, se pegó más a Clarke y cerró los ojos, dejándose llevar por esa felicidad que le elevaba hasta lo más alto.

— Me gusta el plan que has trazado— dijo Gustus de forma fría, malévola un hijo de puta en toda regla— es un pinto pinto, habrá muerte igualmente.

— Psicología jefe— Dijo Romero con gesto impasible— quiere a Lexa, es una forma de debilitarle y los hombres ya lo tienen todo preparado, por si los del FBI quieren tocar las pelotas, que no nos pillen desprevenidos.

— Quisiera que del otro asunto se encargue otro— miró a Romero— que estés junto a mí, por si tienes que cubrir mis espaldas, pero los otros son tan incompetentes. Que prefiero que te ocupes tú, en el momento en que te llame, quiero que te lleves a Lexa.

— ¿Qué te hace pensar que no preferirá morir antes?

— Tú mismo lo has dicho, estará sufriendo tanto que estará débil, aceptará.

— Este es el segundo día que me quedo en tu casa Raven— dijo Octavia a la vez que se vestía— esto es todo un record.

Raven estaba echada en medio de la cama y más dormida que otra cosa ¿Ya dije que le gustaba dormir mucho? Madrugar no era suyo y si por O. fuera, se quedaría con ella abrazada. Pero Lexa le pidió que fuera a la oficina, para una reunión, al parecer, ya no vendería Industrial Medical Woods. No sabía cómo tomarse eso, hasta hace una semana su amiga estaba convencida de esa decisión:

— Si sigues hablando— dijo con pesadez Raven— mañana duermes en tu puta casa.

— Buenos días para ti también.

Eso sí que era tener mal despertar, amplió su sonrisa, mientras se ponía una blusa color azul marino, una de las pocas prendas que tenía en esa casa, empezó a decir con mofa:

— ¿Quieres qué me quede mañana también?— carcajeó— eso ya sí superaría cualquier record, preciosa.

Raven gruñó, pataleó como una niña pequeña y acabó por tirarle una almohada con mala hostia. Octavia carcajeó más sonoramente, a la vez que le devolvía la almohada. En ese preciso instante, Ra abrió los ojos del todo y se quedó contemplando a la ojiverde. Su melena morena suela, sus ojos verdosos brillantes y una sonrisa que quitaba el hipo. Raven siempre se había intentado hacer la dura, pero era muy cierto que le encantaba despertar junto a ella. Aunque en ocasiones fuera tan toca pelotas. Raven curvó la comisura de sus labios, gateó por la cama y se acercó hasta O. que alzó una ceja con expresión traviesa:

— Rompamos todos los record O.

— Queremos romper muchos records cariño— se sentó a su lado para ponerse los zapatos— dime de cuales estás hablando.

Raven se mordió el labio y agachó la cabeza, comenzó a jugar con la sabana nerviosamente. O, puso una mano sobre las suyas para tranquilizarle:

— En vez de que te quedes tres días seguidos— clavó su mirada en O. que estaba seria— rompas los records quedándote para siempre.

Octavia carcajeó, no por reírse como si fuera un chiste, si no esa típica risa que le entra a uno de felicidad o como cuando le dan una maravillosa noticia, pues así. Se acercó y le dio un beso en la mejilla:

— Es cierto que se nos da fatal decirnos que nos queremos.

— Pero nos queremos

La ojiverde se levantó y agarró su bolso:

— Me gustaría demostrártelo día a día— de nuevo se inclinó junto a ella, apoyando una mano en la cama y esta vez, le besó en las labios— preciosa.

Mientras tanto, Lexa hacía lo mismo, vestirse para irse a la reunión. Clarke, como su amiga pataleaba en la cama, pero al contrario de Raven, ésta no quería que Lexa se fuera, arrancándole una carcajada:

— No puedes estar todo el día pegada— decía mientras se ponía algo de rímel— a este paso te vas a cansar antes de tiempo de mí.

La rubia estaba sentada en la cama, mientras ponía morritos y encima la muy mal bicho de Lexa, le despertó metiéndole mano para dejarle a medias, diciéndole "Así estarás pensando en mi toda la mañana" y por mucho que Clarke intentó remontar para acabar con lo empezado, de poco sirvió:

— Queda con Raven o con Anya— le sugirió mientras se ponía un poco de carmín en sus carnosos labios, haciéndolos si cabe más sexys— entre que Octavia y Raven están que no cagan juntas, nosotras que no nos despegamos, Anya está en un segundo plano.

Clarke puso un gesto travieso, lo cierto es que aun quería ganar ese viaje a Paris. Wanheda tenía una sorpresa a Lexa, pero con todo lo que había pasado últimamente, que discutieran, la paliza de Octavia, Marcus hospitalizado también, nunca era la ocasión adecuada y aquella noche irían a la cena:

— Me apetece que salgamos a comer— dijo con cierto tono malicioso— ¿estarás de regreso para la comida?

— Solo voy para presentar los nuevos cambios que se van hacer en la empresa— Se sintió extraña, nunca se hubiera imaginado que hablaría de esa forma— Si quieres mándame la dirección del restaurante— se sentó a su lado y le acarició con dulzura— y voy directa o te vengo a buscar, como prefieras.

— No me apetece estar llamando a Henry— dijo con voz juguetona, a la vez que recorría su pierna con los deditos— llamaré a Anya y pasaré la mañana con ella.

Lexa rio y le quitó la mano de su muslo interior, que ya se acercaba a cierta zona sensible:

— Buen intento— se levantó y le lanzó un beso a distancia— te llamo en cuanto salga, estate preparada para cuando llegue bombón.

Octavia y Lexa llegaron a la par, caminando juntas hasta los ascensores. La amiga de Lexa le miró con una ceja alzada y a su vez, la otra también se le quedó mirando. Una porque Lexa iba más femenina de lo habitual, la otra porque tenía cierto brillo en los ojos que nunca se lo había visto. Se conocían demasiado bien:

— Desembucha tu primero O. — dijo Lexa mientras pulsaba el botón del ascensor para subir— esos ojitos brillantes ¿Buenos polvos mágicos mañaneros?

— No todo es sexo— dijo riendo— pensaba que Clarke te había enseñado eso.

— Al contrario— carcajeó más fuerte— la he pervertido más bien. Ahora confiesa ¿A qué se debe esa risita de "felicitá"?

— Que se te entienda, non parlo italiano— amplió su sonrisa bobalicona— Raven y yo vamos a vivir juntas.

Ambas salieron del ascensor. Lexa sonrió feliz, aunque meses atrás se hubiera mofado. Vamos quien lo iba a decir, se pasaban de mujeriegas:

— Aun parece mentira— dijo Lexa abriendo la puerta de la sala de reuniones, aún estaban las dos solas— las cabezas loquitas, una conviviendo con otra loca y yo casada, con la más tiquismiquis de toda Portland.

— Bueno, por lo que me han llegado a contar— esbozó otra risita— de tiquismiquis nada últimamente.

Se sentaron y Octavia observó como Lexa sacaba unas carpetas:

— Dentro de lo malo— dijo esta vez Lexa más inquieta— últimamente estoy siendo muy feliz y tengo esa sensación

— ¿Qué sensación?

— Que tarde o temprano algo va a pasar— miró ceñuda por la ventana— esta noche hay cena familiar— levanto las manos e hizo gesto de comillas con los dedos— "para estrechar lazos" Veniros Raven y tú

— Se supone que es familiar— alzo las cejas— ¿qué pinto yo ahí?

— O. tú eres más hermana mía que el mono de feria de Bellamy.

En ese instante tuvieron que parar la conversación, ya que en ese instante entró Harper seguida con los demás jefes de departamentos. Ambas amigas se miraron en plan, allá vamos.

Bellamy sopesó la posibilidad de llamar a Gina. Pero en vez de eso fue más atrevido y se acercó al hospital. Aun arriesgándose de que la doctora no estuviera de servicio ni de guardia. La idea que tenía en mente puede que la espantase, pero tampoco quería ser el pringado de turno, obvio que lo hacía también porque quería verle y le apetecía tener una cita con ella. Se acercó a información y preguntó a la chica que estaba ahí, carraspeó ¿pero qué estaba haciendo? La chica le miró esperando a que le dijera algo, Bell sonrió como un tonto y sin decir nada se giró, topándose con la persona que había ido a buscar:

— Hola— dijo Gina con su sonrisa perpetua— chico gruñón

— agradecería que me llamaras Bellamy

— Ahora pasamos a tutearnos— le recolocó la corbata— Bellamy

Aquel gesto le hizo sentirse cohibido. Bueno, más bien, toda Gina le hacía sentirse así. Comenzó a moverse nervioso, ante la mirada penetrante de esa chica:

— ¿Visitando a tu padre?

Siguió sacando conversación ya que al chico le costaba un mundo:

— Lo cierto es que no, ya le dieron el alta

— Me alegra escuchar eso— ladeó la cabeza— ¿qué haces aquí? ¿Te gusta hacer turismo por el hospital?

Desde que te conocí, sí pensó Bellamy, al menos lo que le hubiera gustado contestar. Pero se quedaba paralizado:

— Lo cierto es...— carraspeó a la vez que sentía como los colores subían a sus mejillas— que te buscaba a ti

— A mí— preguntó con voz entusiasta— ¿por qué?

— Bueno— tragó saliva y comenzó a hablar rápido— no se me dan bien estas cosas— a quien me recordará eso— me gustaría que salieras conmigo— Gina alzó las cejas— en plan cita— la chica curvó la comisura de los labios— solo que será una cita poco común— eso le hizo fruncir el ceño, aun así seguía sin decir nada, le resultaba bastante mono cuando se ponía nervioso— más bien, me gustaría que me acompañes a una reunión social.

Paró y tomó aire, le iba a dar taquicardia al pobre. Gina pasó su peso del cuerpo de una pierna a la otra y se cruzó de brazos:

— Me propones ir a una fiesta

— No exactamente— le tembló el labio, con lo bien que se le daba hablar en las reuniones— es más bien, una reunión social guion familiar.

Eso le hizo reír a la chica, pues sí que era una cita poco común, al menos si se trataba de la primera cita. Bellamy se pasó la mano por el pelo arrepentido, sabía que era mucho pedir, era su familia, aquello la incomodaría de seguro, después de unos segundos, Gina inclinó la cabeza divertida. Cuando estuvieron tomando el café ya le había contado un poco sobre su familia, el chico podía ser un libro abierto:

— No me digas— para nada ofendida— tu hermana y tu ex, estarán en la cena.

Bellamy esbozó una sonrisa nerviosa:

— Pillado.

Gina se puso seria y negó con la cabeza suspirando:

— Dramas familiares.

— Sabía que esto era un error— esto lo dijo más en voz baja— Sabes, mejor olvida que te lo he pedido.

Se guardó las manos en los bolsillos y le bordeó para seguir su camino hasta la salida:

— Espera— dijo Gina sin dejar de reír, era muy alegre la chica— ¿Me llamas a las siete y te digo la dirección para que me recojas?

Bellamy amplió su sonrisa de satisfacción y de alegría. Vaya, al menos, la vida se había compadecido dándole esa oportunidad:

— Eso está hecho, doctora.

Clarke llamó a Anya y ésta fue como un rayo a su piso. En algunos aspectos, Anya se parecía mucho a Raven, que ya mencioné su nombre, también le llamó, pero al parecer tenía que encargarse unos asuntos. Le hubiera gustado comunicárselo en persona, pero lo hizo por teléfono igualmente:

— Octavia y yo vamos a vivir juntas.

Clarke había sacado todo, lo que se dice todo lo que había debajo de la cama y le dio por pensar, no habían usado ni un cuarto de las cosas que había ahí:

— ¿disculpa? Creo que has dicho que vas a vivir con Octavia

— Lo has oído muy bien.

La rubia agarró un ¿juguete? No sabía que era, pero el tacto era suave, tenía varias marchas de vibración y era parecido al "rosario" pero eran más grandes, tenía pinta de ser divertido. Tenía que preguntarle a Anya, seguro que ella sabía para que servía:

— Vaya, la cabeza loca de Raven empieza a asentar la cabeza.

— A la vez que tú te desmadras

— Eso no es cierto.

Dijo ofendida Clarke, solo que le había cogido el gusto a disfrutar de ciertas actividades que consideraba de pecaminosas en un principio. Pero por lo demás seguía siendo la misma, salvo el hecho de a acabado espiando a parejas practicando el coito, un par de veces, hacerlo en sitios públicos y se había cogido unas cuantas melopeas con sus amigas. Bueno quizás si ha cambiado un poquillo:

— Clarke— sonaba la voz de Raven divertida— me acabas de decir que vas a darle una buena sesión de Wanheda a Lexa. Hace un par de meses yo me hubiera reído, tratándose de ti.

Clarke se sentó en el borde de la cama:

— Lexa me ha pervertido

— Y yo a Octavia, que mal bicho somos

Carcajeó, Clarke iba a contestar cuando el timbre sonó, ama Anika había llegado:

— Anya acaba de llegar, te dejo

— No te pases mucho con Lexa, Wanheda

Dijo antes de colgar el teléfono. Clarke abrió la puerta y llevó a Anya hasta la habitación. Lo tenía todo patas arriba, floggers por un lado, látigos por otro, variedad de consoladores y de todos los tamaños, vibradores, palas, varas, fustas, unas cuantas mordazas todas ellas diferentes ¿Eso era una casa o un puto sex shop?:

— ¿Te me estas insinuando?— preguntó divertida Anya— estas buena y eso, pero no puedo hacerle esto a Lexa— fingió dramatismo— es mi mejor amiga, sácate una teta Clarke, a lo mejor me surte el mismo efecto que a Lex— puso una mano tapando su escote— mejor no tentemos a la suerte Clarke.

— De verdad— dijo rompiendo a reír— todas las payasas acabáis juntándoos en el mismo circo.

Anya agarró un consolador en plan micrófono y se lo acercó a la boca, comenzando a cantar:

— Hola don Pepito...— se lo acercó a Clarke para que siguiera cantando, pero como esta no lo hizo, Anya siguió haciendo el payaso— Hola don José... ¿Pasó usted por mi casa?... por su casa yo pasé... adiós don pepito... adiós don José— tiró el consolador encima de la cama y ya más seriamente— nunca entendí esa canción ¿qué me importa si pasó por su casa?

— Estas como una puta regadera

Anya puso la manita en el pelo rubio de Clarke y lo agitó suavemente:

— Reguemos de sabiduría esta preciosa cabecita que hay encima de tus hombros.

Ya en ese instante, Clarke se fijó que los ojos de Anya estaban más enrojecidos de lo normal, un poco hinchados también, eso ya lo había visto otras veces en Raven, cuando se ponía hasta arriba de hierba:

— ¿Estas fumada?

Anya ladeo la cabeza y dibujó una sonrisa de diablesa:

— Ya sabes, una sale de fiesta, sexo, drogas, rock and Roll...

— Dime ¿Cómo puedes ayudarme en ese estado?

— Tú déjame aconsejarte marmotilla

Esto último lo dijo con mofa. Se pasó todo el rato, riendo, hablando, bailando y quedándose dormida en el sofá, después de prepararlo todo en la habitación, solo que se movía tan incómoda que se levantó y decidió irse:

— Echo de menos el sofá antiguo— abrió la puerta del salón antes de irse— lo siento Clarke, pero que cosa más dura niña, ¿y practicáis sexo ahí? El suelo es más cómodo— se encogió de hombros— Paz, amor y mucho, mucho sexo hermana.

No sabía quién estaba flipando más. Anya por la fumada o Clarke por la de locuras que ha podido hacer o decir esa mujer. Se miró el reloj, vaya Lexa tenía que estar al salir. Llamó a un restaurante para encargar comida. No tenía ganas de cocinar y cuando acabase con la ojiverde, daba por hecho de que acabarían devorando.

La reunión había ido bien y realmente les gustó la idea de que la empresa no pasara a otras manos. No es que hubiera logrado grandes avances, pero algo había conseguido, ya no iba tan en picado las acciones, comenzaban a mantenerse, solo había que conseguir remontar, no sería de la noche a la mañana y con la asociación con Technology Blake, sería un avance.

Llamó a Clarke, para que ésta estuviera preparada para bajar, pero le pidió por favor que subiera un momento. Lexa, dejándose llevar por su ñoñería, bueno y queriendo cambiar un poco, esta vez no le compró flores, sino una caja de bombones, aunque luego ya subiendo por el ascensor recordó que Clarke no era muy de dulces. Bueno, la intención era lo que contaba. Iba a sacar las llaves cuando recibió un mensaje de la rubia.

<< Entra a la habitación cuando llegues>>

Una sonrisa picarona se le dibujó en su rostro. Esas cosas pasaban, por dejarle caliente esa misma mañana. Introdujo las llaves y lo primero que percibió fue aroma a lavanda, como si hubieran perfumado todo el piso, conforme se acercaba a la habitación más intenso se hacía y cuando abrió la puerta, Lexa casi muere por subida de tensión, velas, sabanas de sedas rojas, Clarke tumbada sexymente encima de la cama, llevando un picardías de encaje negro, con ligas. La chica que estaba en la cama miró con travesura a la ojiverde, en una mano sostenía un pequeño mando y apretó un botón apuntando una dirección. Lexa boquiabierta desvió la mirada hasta esa dirección y se terminó de poner cachonda. Eso era una puñetera cámara de vídeo:

— Clarke— dijo Lexa con un hilo de voz— me va a estallar la entrepierna.

— Aun no— dijo levantándose de forma sensual y activando la minicadena, comenzando a sonar Straight to number One de Touch & Go— quiero que lo hagas en mi boca.

Se acercó hasta Lexa, que enseguida perdió fuerza en las manos y todo lo que tenía acabó en el suelo, le importaba más bien poco, estaba detallando cada centímetro del cuerpo de Clarke. Su contoneo, su mirada, como cerró la puerta de la habitación y por si fuera poco, empujó a Lexa a la cama, quedando sentada al borde. ¿Clarke estaba llevando las riendas? Que más daba estaba siendo tan jodidamente erótica, bailándole de esa forma sutil, sensual, haciéndole tragar saliva. Clarke pasándose la lengua por los labios, usó una pierna para separar las de la morena y con ciertos movimientos obscenos en una zona muy sensible. Lexa echó la cabeza hacía atrás y suspiró sonoramente:

— ¿Te gusta?

— Sii— se le quebró la voz— me encanta

Como dice el dicho, las manos van al pan, solo que en esta ocasión, las manos de Lexa fueron a las caderas de la rubia, que rápidamente las apartó y se levantó, empujándole hasta que quedara tumbada por completo en la cama, se puso a horcajadas y siguió bailándole, nada de quitarse la ropa por el momento. Aunque Clarke no iba muy vestida, aquel picardías realzaba sus pechos, haciendo de su figura una increíble escultura, a lo diosa romana. Hipnotizada acababa llevando sus manos alguna parte de su anatomía:

— ¿Te cuesta tener las manos quietas?

— Necesito tocarte— Clarke friccionó más fuerte en cierta parte sensible de Lexa— joder

Clarke sabía que le tenía a punto de caramelo, Lexa era suya y ya no podía escapar de Wanheda. Agarró las muñecas de la ojiverde, que estaba hipnotizada por sus voluptuosos senos, se pasó la lengua por los labios resecos, que anhelaban atrapar aquellos hermosos pezones que aún quedaban tapados por el picardías, cuando se quiso dar cuenta estaba maniatada. Lexa frunció el ceño y miró por encima de su cabeza, le había atado, muy bien para decir verdad:

— Clarke— dijo carraspeando y moviendo las manos— esto no me gusta

La rubia le obligó a mirarle, por unos segundos había cierto atisbo de terror en la mirada de Lexa, hasta que la cercanía de Clarke hizo que liberase algo de tensión. La chica que estaba encima, acarició sus labios, embriagándole con su cálido aliento. La ojiverde, no quería solo roces ni caricias, quería besarlos, devorarlos, deleitarse de su lunar:

— Bésame, Clarke

Pidió la ojiverde sin dejar de mirar los labios de la rubia, se lamió los labios para volver a humedecérselos, ya que los sintió secos, más bien toda su boca estaba reseca. Vaya como habían cambiado las tornas. Clarke sonrió satisfecha y complació a Lexa, dándole un beso juguetón, un beso, se aparta haciéndole desear más, acaricia sus labios con la lengua, otro beso más profundo, se vuelve apartar. La rubia no quedaba estática, no, ella se movía por todo su cuerpo, a pesar de llevar aun todas las prendas, enloqueciendo a Lexa. Ésta nunca había suplicado por sexo, ni a Clarke ni a nadie. Ese día sería la primera vez que lo haría. Sería Lexa quien estuviera a merced de la rubia:

— Clarke— miraba con deseo los pechos de esta— por favor quiero...— bueno Lexa desinhibida— quiero comerte las tetas ¿Puedo?

Clarke rio con travesura y en eso sí que no le complació, más bien comenzó a besar el cuello de la morena, calentándole mucho más:

— Dios

Le volvió a temblar la voz, bueno en realidad el tembló todo el puto cuerpo. No tener el control le estaba matando y más si estaba empezando a entrar en combustión espontánea:

— Ya no puedo más, joder

Sonó con desesperación, necesitaba explotar de una vez. La rubia curvando la comisura de los labios, los pegó al oído y le preguntó con voz sensual, a la vez que le acariciaba uno de sus senos:

— ¿Qué no puedes? Lex— un mordisquito al lóbulo— ¿Qué quieres?

— Follame— acabó cediendo a sus deseos carnales— follame Clarke, porque mis ovarios me están matando.

The Winner is Wanheda. Que sonrió triunfante. Botón por botón fue desabrochándolo, los instintos de Clarke le incitaban a arrancarlos de cuajo y follarle hasta la saciedad. En parte era una pequeña venganza, por dejarle con el calentón, obviamente por todas las veces que Lexa y vuelvo a citar Lexa, que no Heda había jugado con su cuerpo, con su sujetador sí que fue un poco más brusca, aunque tuvo que valerse de unas tijeras para quitárselo. Acarició sus pechos, suave, despertando cada terminación nerviosa que componía aquel musculo, no solo el centro erecto:

— ¿Te gusta?

Lexa cerró los ojos y se mordió el labio inferior a la vez que se retorcía, moviendo la pelvis:

— Si, lo haces muy bien

— Vas a tener que aguantarte esas ansias— dijo mirando su cadera que no paraba de moverse en busca de contacto— aún no he terminado

— ¿Qué?

Clarke tenía un poco de chocolate derretido, templado, aunque si hubiera estado unos grados más caliente no importaría, en ese sentido Lexa seguía siendo algo insensible. Comenzó a crear flechitas por su cuerpo, primero por el cuello, apuntando por el centro de su escote y lo recogió entre lametones, después por sus senos, robándole gemidos y suspiros sonoros:

— Que golosa

En ese instante Lexa levantó la cabeza buscando la mirada de Clarke, ese gesto le excitó mucho más, ya que ésta tenía esa expresión viciosa que tanto le calentaba. La rubia había formado otra flechita en su abdomen, apuntando al botón de su pantalón, recogiendo el chocolate con la lengua y recorriendo cada centímetro de esa parte, dando pequeños mordisquitos debajo del ombligo:

— Joder, Clarke, enserio necesito que me folles ya

— La paciencia es una virtud— comenzó a desabrochar el botón del pantalón— ¿Lo sabías?

— Ahora mismo— dijo con desesperación— no soy una virtuosa, la virtud se lo dejo para las monjas, ahora follame de una puta vez.

Clarke hizo un pequeño gruñido, le quitó los pantalones y la ropa interior. Estaba siendo muy divertido y excitaba, ya ves si le estaba excitando, el poder que tenía sobre la morena en ese instante, hablando sexualmente, nunca lo había tenido. Recorrió sus piernas, entre caricias y pequeños besos hasta llegar al punto más deseado. Con una sonrisa pícara pasó su mano por su sexo, mojado, chorreante un puñetera cañería de flujo dulzón y caliente. La rubia lamió sus labios recogiendo la esencia de Lexa:

— ¿Cómo lo quieres?— pegó sus labios a los muslos internos acercándose hasta el centró rosado— con la boca— allá que atacó, con lengua agresiva, haciendo que Lexa alzara la cadera y emitiera un gemido, pero al rato paró, llevando dos dedos a su obertura y de forma ruda le penetro— o con los dedos.

— Como tú quieras— dijo echando la cabeza hacia atrás— follame como tú quieras

— ¿con arnés incluido?

Velozmente Lexa alzó la cabeza y dijo con determinación:

— NI DE COÑA

Clarke carcajeo y de nuevo volvió a atacar. Pero como le volvía loca el sabor de Lexa y siendo devorada a la vez que sentía en sus dedos la humedad y el calor de su interior, era excitante y cuando gemía como lo estaba haciendo. Ni chup, chup, chup, ni chap, chap, chap eso era en toda reglar buenos sonoros CHOP, CHOP, CHOP. Lexa agarró la cuerda que le mantenía atada, a la vez que arqueaba la espalda, tensa y gimiendo guturalmente:

— Eres una maldita perra— dijo con respiración agitada— espérate a que me recupere.

La rubia se deslizó por su cuerpo, para volver a besarle de nuevo. Saboreándose a sí misma en el proceso. No es que se tomara su venganza en cuanto le soltó, ni se puso en el mismo plan que la otra noche provocando que el vecino les gritara. Wanheda siguió llevando las riendas, aun a horcajadas de la ojiverde, con sus dedos dentro de ella, Clarke con los brazos por encima de sus hombros, mientras se movía de una forma muy sensual, dejando atrapar sus labios de vez en cuando, gimiendo en sus bocas, sobre todo mirándose a los ojos. ¿Aquello era posible? Empezando por el puro folleteo placentero al, me encanta sentirte haciéndote el amor. Vaya, pues sí que habían cambiado las tornas, porque la dulce en la cama era la rubia:

— ¿Esta es tu venganza después de recuperarte?

Preguntó antes de gemir y entrelazar sus dedos con el pelo moreno:

— Son tus ojos de bruja

Respondió antes de comenzar a presionar en los puntos que desquiciaba placenteramente a Clarke. Terminando con la rubia apoyando la cabeza en sus hombros y abrazadas, desnudas, sintiendo sus pieles. Resultaba de lo más íntimo, e incluso era una de las partes favoritas de Clarke, bueno se puede decir que de ambas:

— Si tardamos en ir a Ontario— comenzó a decir Clarke con los ojos cerrados y aun abrazada— podemos irnos a la casa de mis padres.

— ¿quieres irte a vivir ahí?

Era relajante sentir las yemas de los dedos de Lexa recorrer su espalda de arriba abajo. Por fin contacto visual:

— Bueno— comenzó a titubear— es más grande y tiene más habitaciones

Lexa esbozó una sonrisa, ya empezaba a saber por dónde iban los tiros y lo cierto que si era por esa razón no lo quería. No era estúpida, sabía que Clarke no estaba lista para dar ese paso y que no lo hacía porque quisiera realmente, si no por complacerle a ella y a su madre:

— Clarke— le dijo con dulzura, aun acariciándole desde su espalda baja hasta los omoplatos— no te presiones, quizás deba disculparme te he sugestionado, siento que lo haces más por mí que por ti— curvó una de sus comisuras— para mi estas primero, tus deseos, tu felicidad.

— No estoy lista para, las náuseas, los antojos, los cambios hormonales, tener que amamantar a un bebe, ya te tengo enganchada cada dos por tres como para tener a un niño cabezón que no para de llorar— Lexa intentaba aguantarse la risa— de moquear y de cagarse, eso sin contar la de veces que te bosará en el hombro, luego salir corriendo a urgencias si tiene fiebre...

Lexa ya no podía más y rompió a reír:

— Ves todo el lado negativo y encima lo pintas horrible.

— Es que sería horrible.

— Entonces ¿Por qué quieres que nos mudemos si no quieres tenerlos?

— Dije que no quiero quedarme embarazada ni que sean bebes— aun así le costaba decirlo, mayormente porque se sorprendía queriendo decirlo— pero, si no te molesta adoptar, podemos— carraspeó— adoptar a Aden— Lexa frunció el ceño, en plan ¿Me está hablando en serio?— el sueño en el que enseñas a un niño montar en bicicleta, luego me dio por pensar la cantidad de momentos, más paseos por el parque, ir al cine, no sé lo que hacen las familias.

— Eres maravillosa, Clarke Griffin.

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