Capítulo 44

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Parecían dos auténticas adolescentes, encerradas en el archivero magreándose de lo lindo, un estilo a siete minutos en el paraíso, pero pasándose de esos siete minutos y haciendo más cositas aparte de unos simples besos inocentes. Después de romper el hielo, había que reconocer, cada vez que se miraban, parecían dos perras en celo. Le hubiera gustado a Ontari dejar la puerta sin el pestillo, para darle un poco de morbo, pero en ese sentido Niylah era más precavida. Que entre ambas había algo, era obvio para todos sus compañeros inclusive, se llegaron a dar cuenta antes de que alguna lo admitiera.

Ese día cualquiera que estuviera en la misma sala que ellas, salía corriendo gritando mentalmente Fuego. A primera hora, tuvieron que ir a unos apartamentos para comenzar un caso, un asesino en serie que mataba a mujeres daba igual edad o estatus social, andaba por la ciudad, incluso mirando por la escena, bastante macabra, se notaba el calor que desprendían cuando se acercaban. Y cuando tocó ir al archivero en un principio para llevar los detalles del nuevo caso, cuando una cosa llevó a la otra, acabando con la morena esposada a una de las estanterías, mordiéndose los labios para evitar gritar mientras que Niylah le torturaba placenteramente de todas las formas posibles, e incluso jugaron con el arma reglamentaria, descargada claro, ya se sabe que esas cositas las carga el diablo... o JRat, vale se me escapó el comentario... Con el tiempo contado, no podían pasarse todo el tiempo que a ellas les hubiera gustado:

— Un asesino en serie— dijo vistiéndose la morena, nada de conversaciones personales en el post coito, pero aún seguían en el trabajo— es extraño que nos pasen el caso ahora, ese hijo de puta lleva matando medio año.

— Te he regalado dos puñeteros orgasmos— añadió Niylah abrochándose la blusa— lo normal sería escuchar, un gracias no ponerse hablar de asesinatos.

— Estamos trabajando Niylah— dijo agachándose para atarse los cordones de los zapatos— quedamos que nada de conversaciones post coitales.

— No te estoy pidiendo que babees, ni me des carantoñas ni cursilerías a lo Anatomía de Grey, pero un— puso una vocecita— ha estado bien, no estaría de más.

La morena carcajeó y se acercó desafiante, en lo que alcanzaba una carpeta que tenía detrás Niylah:

— Porque ya la he visto desnuda agente Green— dijo con voz sensual y provocadora— pero eso es lo típico que se le dice a un hombre para subirle el ego, aunque lo hubiera hecho fatal.

— ¿Te gustan también los hombres?

Ontari, con su maravillosa forma de tentarle, se acercó a un más a su rostro, curvó la comisura de sus labios con satisfacción, Niylah no dejaba de mirar su boca con deseo:

— Nada de charlas personales después del sexo— dijo con un susurro erótico— Recuerdas

Niylah sonrió y se dispuso a romper la poca distancia que quedaba, cuando sintió el cartón de la carpeta sobre sus labios. Ontari estaba riendo de forma traviesa y se separó:

— Nada de besitos tampoco— fue hasta la puerta y quitó el pestillo— solo cuando la cosa acabe en sexo.

Le guiñó un ojo y dejó a la agente Green en el archivero. Se puso con los brazos en garra y esbozó una sonrisa tontorrona. Se apoyó en una de las estanterías, intentando recuperarse, también de controlarse, esa mujer le estaba volviendo loca. Aunque le dejó con la intriga ¿A caso era bisexual? Hasta el momento solo le vio interesada en una persona y resultó ser mujer. Debía ser un dato irrelevante para el tipo de relación que estaban manteniendo, pero la idea de que alguno se le acercara con otros fines más físicos, le revolvía el estómago y no le gustaba nada. Agitó la cabeza de un lado, debía de quitarse esas ideas de la cabeza, solo sexo. Se guardó el arma, de nuevo cargada y con el seguro puesto en su funda, normalmente era ella quien estaba segura referente a ese aspecto, sin embargo, Ontari parecía más segura. ¿Pero qué narices le estaba haciendo esa chica?

Rebobinemos, en un principio en esa cena iban a asistir cinco personas, después pasaron a ser seis, Bellamy llamó a su padre para notificar que iría acompañado, en el fondo eso alegró a Marcus, quería decir que su hijo ya comenzaba a pasar página, no era problema para Luna, ya que se iba hacer en su casa, la siguiente en llamar fue Lexa, para comunicar que Octavia y Raven también iban a ir. Esa cena, pasó de ser intima a ser una cena social más. Luna estaba enfrente de su cómoda, mirándose en el espejo, ya no era para nada joven, las arrugas comenzaban a hacerse más notables, sintió desdicha al haberle entregado tantos años de su juventud a Gustus. ¿Cuándo comenzó a ser así? Cuando le conoció era un hombre honrado, generoso, uno del que se enamoró completamente ¿A caso era una máscara y siempre había sido así de sádico?:

— No lo pienses más— dijo Marcus desde la puerta, Luna miró su reflejo, el padre de Lexa ya llevaba puesto un traje elegante, con una corbata de color salmón— ha salido de tu vida ya.

Luna agachó la cabeza:

— Pagando un alto precio— comenzó a jugar con un collar que se iba a poner— seguí a su lado a cambio de que Lexa estuviera a salvo, pero fue el cabronazo que le destrozó la vida, nos destrozó— levantó la cabeza con los ojos llenos de humedad y miró el reflejo de Marcus, ya más cerca— ¿qué hubiera pasado si tu mujer no se hubiera quedado embarazada? ¿Hubiéramos seguido viéndonos?

— ¿estabas enamorada de mí?

Le quitó el collar de las manos y apartando un poco su melena a un lado, comenzó a ponérsela, un poco dificultoso por el cabestrillo:

— Quería a Gustus, eso tu bien lo sabes— siguieron mirándose a través del reflejo— fuiste un gran apoyo, siempre lo has sido, el único amigo que he tenido.

Marcus suspiró sonoramente, colocó el pelo de Luna y puso su mano sobre el hombro de la mujer:

— También estaba enamorado de mi mujer— dibujó media sonrisa— también eres mi mejor amiga, la madre de mi hija, Luna.

Luna curvó la comisura de los labios:

— Me fijé en el hombre equivocado

— Te queda muy bien este vestido, Luna— dijo sin borrar su sonrisa— Me alegra que vuelvas a ser tú. Luna Carey, la indomable.

— Que no te oiga Lexa— soltó una risita— la de veces que le he sermoneado.

— Ha salido a ti— Luna se levantó y se giró, mirando más detenidamente a Marcus, que caballerosamente le ofreció el brazo libre— eras peor que Rizzo en Grease.

— Anda, calla— entrelazó su mano con el brazo— los niños van a llegar, por cierto, tú también estas muy guapo con ese traje.

— ¿Intenta seducirme?— dijo con tono jocoso— aún sigo estando como un toro, a pesar de la edad que tengo.

Lexa estaba sentada en el sillón, comiendo algún que otro bombón, esperando a que Clarke terminara de arreglarse. La ojiverde miró el reloj, se le iba a echar la hora encima, se lamió el dedo gordo e índice, saboreando el dulzor del chocolate y seguidamente con una servilleta:

— Clarke— dijo ya cansada de esperar— que vamos a una cena familiar no a los premios Emmy

Cerró la caja de bombones porque a ese paso se los comía todos y ya se imaginaba lo que le diría Clarke, "no te cuidas, Lexa" "vas a tener diabetes" esbozó una sonrisa, porque lo imaginaba muy bien, con la pequeña arruguita que se le formaba en la frente. Salió de sus divagaciones cuando Clarke, hizo acto de presencia, dejándole de nuevo sin aliento. Ya que llevaba un vestido ceñido de color rojo, parecido al que se puso la noche que fue al club, hubiera jurado que era el mismo, pero este tenía más escote, de eso se acordaba muy bien, era la segunda cosa en la que se fijó aquella noche de ella, la primera fueron los ojos, la tercera sus increíbles piernas, terminando por su asqueroso carácter, le hizo un buen chequeo:

— ¿Algo que te guste?— preguntó satisfecha la rubia— se te cae la baba.

Lexa tragó saliva y dijo con un susurro:

— Clarke, tú quieres matarme hoy verdad.

— No has parado de gritarme para meterme prisa— dijo colocándose el bolso en su hombro— ahora la que no se mueve eres tú

— Sigue siendo por tu culpa— dijo caminando hacia la puerta— ¿Quién te manda salir tan jodidamente sexy?— esperó a que Clarke saliera detrás para cerrar con llave— si me dan ganas de llamar y excusarnos con algún virus estomacal— en lo que iban de camino al ascensor le agarró de la mano— y secuestrarte en mi mazmorra oculta.

Clarke rompió a reír. Lo cierto es que Lexa tenía una facilidad de subirle el ego. Tiempo atrás se hubiera ruborizado, turbado, azorado y millones de reacciones, rozando el escándalo. Porque Clarke era así, quien lo controlaba todo, quien debía ser impoluta, una reprimida más de la sociedad. Miró de reojo a Lexa, que estaba mandando un mensaje a Octavia. No había caído hasta el momento, pero cada día que pasaba sus sentimientos cambiaban, iban a más. Como si realmente se estuviera enamorando de verdad cada día y no como cuando se casaron. Obvio que la quería, pero como en esos instantes, no, lo cuadriplicaba:

— Clarke— comenzó a decir sin apartar la mirada del móvil— sigo teniendo vista panorámica amplia— curvó sus labios— veo como me estas mirando.

— No voy a negarlo— dijo mordiéndose el labio— tan solo pensaba

Lexa se guardó el móvil en el bolsillo, las puertas del ascensor se abrieron en el parquin, ambas salieron y directas al Mercedes, ya que era el turismo más tranquilito:

— ¿Y pensabas en?

— Ti— respondió Clarke abriendo la puerta del coche y entrando, espero que Lexa montara en el asiento piloto— en mí, en nosotras, y en que no respondiste cuando te dije que adoptásemos a Aden

Lexa puso el motor en marcha. No, no lo hizo y estaba claro la razón. Clarke podía parecer segura muchas veces, pero en otras a la mínima salía corriendo, como el día que se casaron o y esto no lo sabe Clarke, se enteró por Octavia que salió corriendo la primera vez que sacó el tema de los niños. ¿Quién le aseguraba que no saldría por patas el día de la adopción? Si les aceptaban como aptas para adoptarlo esa era otra:

— Clarke— comenzó a decir mientras cambiaba la velocidad y salía del edificio— estabas con el subidón del orgasmo, en esos momentos se pueden decir muchas cosas y ambas sabemos que adoptar no es un juego, es la típica responsabilidad de la que sueles huir.

— Eso no es cierto

Dijo Clarke ceñuda:

— ¿No? Clarke no hablaré pero me entero de cosas, ¿qué pasó en Inglaterra?

— Finn es un bocazas— dijo entre dientes— ¿desde cuándo sois tan amigos?

— No me cambies de tema, ¿y con Bellamy?

— No estaba enamorada de él, eso bien lo sabes

— Tuviste dudas el mismo día que nos fuimos de viaje una semana, las tuviste el mismo día que nos casamos, es más te diste a la fuga aunque luego regresaste y lo mismo pasó cuando te saqué el tema de los niños la primera vez.

Esa Clarke no se la esperaba. Ella no le contó que durante máximo una hora se dio a la fuga:

— Ya sé, Raven habló con Octavia y ella te lo dijo a ti— comenzaba a aturullarse— bueno, después de tocar las narices con el tema de los niños, ahora que acepto pones pegas.

— Clarke— la miró durante unos segundos antes de volver prestar atención a la carretera— No se trata de poner pegas, se trata de que no quiero ilusiones, no respecto a Aden, porque si el día de mañana te echas atrás, seremos dos los afectados— aferró fuerte el volante— Aden y yo, puedo soportarlo, pero no quiero decirle, eh vamos intentar adoptarte y que luego tus inseguridades le partan el corazón, no se lo merece. ¿Quieres lo adoptemos? Hagámoslo, pero espero que estés segura.

— Lex— comenzó a decir con cierto tono arrepentido— La noche que me fui mientras dormías...

Lexa cambió de nuevo la marcha y en vez de regresar la mano al volante, la llevó hasta su pierna, dedicándole una mirada reconfortante:

— No te preocupes— sintió la mano de Clarke sobre la suya— sé que me quieres y sé que siempre vas a volver.

Los primeros en llegar fueron Bellamy y Gina. Sorprendentemente, con Clarke muchas veces llegaba tarde, le gustaba ponerse muy coqueta. El asunto es que Gina parecía haberse acicalado muy bien. El chico frunció el ceño, ¿qué hacía comparándolas? Eran prácticamente la noche y el día. Gina no paraba de parlotear y de reír, Clarke siempre había sido más seria, le tocaba siempre a él bromear y sacar temas de conversación, resultaba agradable ser el que escuchase:

— Vaya— dijo Gina al ver la casa— sí que es grande

Tocó llamar al timbre. Desde el asunto de Gustus las verjas estaban siempre cerradas y habían reforzado la vigilancia, ya que en la entrada había un guardia de seguridad y más adelante había más hombres caminando por los alrededores:

— parece que viviese aquí el presidente de Estados Unidos.

— Al menos el presidente de Technology Blake sí— se encogió de hombros— la madre de Industrial Medical Woods— hizo un mohín— extraño ¿verdad? No sé qué creer— estacionó el coche— es mi padre viviendo con la que fue su amante, ¿Tú qué crees? ¿Estarán juntos?

— No lo sé— respondió saliendo del vehículo— nunca los he visto, tan solo sé lo que me has contado.

Bellamy miró la entrada de la casa y se guardó las manos en el bolsillo:

— Aun no sé por qué accedí a la dichosa cena.

Gina se puso a su lado y le sorprendió cuando ésta le agarró de la mano:

— Es tú padre, Bellamy— se encogió de hombros, aunque seguía con su sonrisa perpetua— no querrás admitirlo, pero inconscientemente quieres al menos, tener la oportunidad de comenzar una nueva relación con tu hermana.

— La del odio profundo— arqueó una ceja— y mutuo he de añadir.

Comenzó a caminar hasta llegar a la entrada, acercó el dedo hasta el timbre y lo pulso, teniendo que esperar unos minutos:

— Por lo que me has contado en el coche, intentó disculparse

— No lo suficiente

— Bellamy, puedo ver que eres un poco orgulloso, la chica intentó disculparse y puede seguro que le habrá costado un montón, deberías ver al menos su esfuerzo— suspiró y le acarició la corbata— a veces el orgullo separa más que la distancia y las relaciones son bidireccionales, no te sientes a que ella vaya a ti, haced el camino juntos hasta encontraros en el punto donde al menos, no os queráis matar.

— Eres una cerebrito ¿verdad?

— Tengo dos doctorados, Bellamy— por fin se escucharon pasos acercándose para abrirles— A veces debes mirar más por lo positivo que por lo negativo.

Octavia y Raven llegaron al poco tiempo. También alucinaron por la cantidad de seguridad que había por la casa. La ojiverde agradeció que Lexa al final no le pusiera a un gorila las 24 horas del día pegada a su culo, como lo estaban en esa casa.

Que sorpresa, pensó O. cuando llegó vio que las ultimas en llegar eran Lexa y Clarke. Su amiga siempre era de las que se retrasaba como mucho un par de minutos:

— A Clarke le gusta tomarse su tiempo para arreglarse.

Dijo Bellamy a los presentes, que tomaban un tentempié mientras esperaban. Lo curioso, es que habló con naturalidad, libre de rencor, seguía dolido, superar una infidelidad era duro, más si hería su ego. Quizás Gina estaba comenzando a causar efecto sobre él y como bien dijo, a hacer mirar la vida por el lado positivo:

— Puede ser muy coqueta

Añadió Raven, a la vez que agarraba dos canapés. Para estar en forma, podía llegar a comer mucho esa chica. Bell camino por el salón, con las manos en el bolsillo mirando algunas fotos de las que había por aquella casa. Hasta que se quedó mirando una. Una tarta bien grande, salían un montón de niños, aunque los protagonistas centrales, eran Clarke, Lexa y él. De pequeños habían celebrado varias veces sus cumpleaños juntos, aunque se llevaran un mes:

— Al menos os llevabais bien de pequeños— dijo Gina colocándose a su lado— doy por hecho que la morena es tu hermana.

— No éramos los grandes amigos— agarró la foto y la mantuvo cerca— jugábamos juntos, pero siempre ha tenido mucho carácter, todos los chicos le temíamos y las chicas también— curvó una comisura de sus labios— salvo Clarke— colocó la foto en su sitio y miró a Gina— sorprendentemente, aunque siempre estaban discutiendo se lo permitía todo— suspiró— supongo que en el fondo ellas siempre se han atraído como imanes, porque por mucho que Clarke berreara, gritara, le tirara del pelo, siempre merodeaba a su alrededor, como un puto satélite y yo quedaba en un segundo plano.

— La sigues queriendo

No era una pregunta, era una afirmación, ni tampoco sonó con reproche, el chico moreno forzó una sonrisa:

— Dos años, parecen poco pero no lo es, ni tampoco me gustaría mentir porque sí, Clarke le he querido mucho y le sigo queriendo. Pensé que podíamos ser amigos como antes, los tres, cuando Lexa regresó, pero por mucho que me hiciera el ignorante, Clarke volvió a ser el satélite de Lexa y yo pase al segundo plano.

— ¿por qué no le dices todo lo que me estas contando?

— ¿Para qué?

— La gente se entiende hablando, Bellamy

Y por fin llegaron las que faltaban. El chico sonrió al ver a la rubia, más bien en plan "tenía razón lo que le encanta arreglarse" y luego recordó lo terrible que se vuelve con sus días del mes, en ese sentido pensó "la que te ha caído guapa" mirando a Lexa. Las cosas como son y es que Clarke nunca le llegó a querer con él a ella, aceptando lo que le dijo Lexa en su día, siempre había estado ella antes. Aun así, le gustaría que fueran ellas las que se disculparan primero y en condiciones. No un balbuceo y con un simple disculpa. Gina le sacó de sus pensamientos, poniéndole una mano sobre su hombro, siempre sonriente:

— ¿Qué clase de mujer acepta acompañar a una comida familiar en la primera cita?

— Una que roza la locura y la rareza.

— A veces lo raro no significa que sea malo, sino todo lo contrario.

— Que reflexión tan bonita— le guiñó un ojo— tú también puedes llegar a ser un cerebrito.

¿Esperaban una cena íntima, en la que se pondrían en plan intervención a lo alcohólicos anónimos? Pues no, ahí cada uno iba a su bola. Satisfactoriamente Gina cayó muy bien a todo el mundo, hasta Raven parecía darle mucha más conversación que ninguno, Marcus, Octavia y Lexa hablaban de la empresa y de la nueva sociedad, Clarke hubiera mantenido una conversación con Luna, pero se vio interrumpida por Bellamy, que comenzó a hablarle en voz baja a la madre de Lexa:

— Señora Woods

Comenzó a decir algo avergonzado:

— Por favor, señorito Blake— le cortó Luna— agradecería que me dijeras Señora Carey

— Por supuesto señora Carey— carraspeo un poco— es cierto que mi padre me educó para ser caballeroso y respetuoso, me gustaría disculparme por el comportamiento tan reprobable del otro día en urgencias, le falte el respeto insultándole de la peor manera.

— No se preocupe, señorito Blake— dijo Luna con dulzura— tiene sus razones para estar enfadado.

Éste agradeció la comprensión de Luna y siguió cenando. Clarke siguió en silencio en un principio, aunque sonriente, por lo menos había vuelto a ver algo del antiguo Bellamy. Miró de reojo a Gina ¿sería ella quien le estuviera haciendo recapacitar? Si era así, significaba una cosa, Bell comenzaba a olvidarle, quizás podían llegar a ser de nuevo amigos. Después de todo, siempre habían sido los tres.

Tal como empezó la cena, terminó Lexa, Octavia y Gina fueron a saber dónde. Clarke se hubiera preocupado si solo hubieran desaparecido Lexa y Gina, con la manía que tenía la ojiverde de fijarse en las mujeres de su hermano.

Pues las tres Marías estaban en el patio escondidas, fumándose unos cigarritos:

— Por dios— dijo Octavia con preocupación— no le digáis nada a Raven, se supone que lo dejé hace años— se giró y le dio una colleja a Lexa— todo esto es por tu culpa.

— Eh— se llevó la mano al cogote— yo no te obligue a fumar aquel cigarro.

— Yo no digo nada— dijo Gina antes de dar una calada— mientras que vosotras no digáis nada, soy pediatra debo dar ejemplo.

— Estamos en igualdad de condiciones— dijo Lexa— en un principio Clarke no decía nada, pero ahora esta cada dos por tres— imitó su voz— Lexa el tabaco provoca cáncer, Lexa amarillea los dientes, es como besar un cenicero.

— Y tiene razón— dijo la doctora— salvo lo de besar un cenicero, nunca he besado uno.

Se fumaron otro, entre risas, coñas y de más, hasta que tanto Octavia como Gina regresaron dentro de la casa. Lexa, se sacó un paquete de chicles y se llevó uno a la boca. En el mismo lugar, miró al cielo, recordando la pequeña charla que tuvo con Jake Griffin. Curvó la comisura de sus labios, esa noche le pidió la mano de Clarke, tan impulsivamente ni si quiera estaban juntas y para colmo la rubia seguía prometida con Bellamy:

— Un hombre de palabra— susurró la morena— es lo que me dijo señor Griffin, ¿qué cree que debo hacer? ¿Debo intentar mantener una relación cordial con Bellamy?

Las luces de la piscina impedían hacer notable a las pequeñas estrellas, pero las más grandes sí que se llegaban a ver. En ese instante escuchó la voz de Clarke:

— ¿Podemos hablar?— no hubo respuesta— afablemente

— No te acerques mucho— dijo Bellamy con un pelín de acidez— no vaya a ser que salga Lex y me vuelva a pegar

— Bellamy

— Está bien, Clarke— dijo dándose por vencido— habla tu primero.

No sabía que sentir. Bueno, era normal que hablaran, habían compartido mucho y eran amigos antes estar juntos. Clarke no era de las que odiaban, era todo lo contrario a Lexa, que se dejaba guiar muchas veces por su orgullo, o su maldita posesividad, como estaba sintiendo en ese momento. ¿De qué quería hablar Clarke con ese pinta monas?

Un Jeep aparcado unos metros más allá de la casa Woods. Dos hombres dentro y un tercero fuera junto a la puerta del conductor:

— Vaya, están todos mis seres queridos

Dijo Gustus con voz amargada. ¿Qué derecho tenía Marcus Blake de invadir su casa? ¿Su mujer? ¿Su empresa? ¿Quién coño se creía Marcus Blake? El padre de Lexa, ni si quiera ella le pertenecía, Luna Woods era de él, Lexa Woods también era suya, todo lo que llevara el nombre Woods era de su propiedad:

— Buscad la forma de sacarle de casa.

— Señor Woods— comenzó a decir Romero— el plan era para mañana

— ESA ES MI PUTA CASA— gritó dando un puñetazo al salpicadero— Y LUNA LA ZORRA DE MI MUJER. LE QUIERO FUERAAA.

— Como guste— dijo Romero conteniendo su irritabilidad, sacó su móvil para hacer una llamada— siempre a sus órdenes.

Gustus miró al hombre que estaba fuera del vehículo:

— Estate atento a mis órdenes— se miró el reflejo en el retrovisor— me divertiré de lo lindo. Ya no hay FBI detrás de mí culo, ¿Por qué mantenerme oculto por más tiempo?

Romero terminó de hablar por teléfono y colgó. Por precaución, chiflado. Pensó Romero. De una cosa estaba seguro y es que la impulsividad de Gustus Woods le llevaría a la ruina. Pero Romero no era estúpido, no había problema mientas no tuviera a los perros de las autoridades detrás, si en algún momento oliese alguna placa reluciente de la ley cerca, no dudaría en dejar a ese hombre solito con sus obsesiones.

Bellamy salió al patio, en busca de Gina, no le vio aun así decidió quedarse un rato para tomar el aire, cuando escuchó la voz detrás de él. Éste se giró y se encontró a Clarke junto a la puerta trasera que daba al patio, la rubia levantó las manos en son de paz:

— ¿podemos hablar? — él chico miró al suelo, tarde o temprano tenían que hacerlo— afablemente

Comenzó a caminar hasta Bellamy, pero este retrocedió y miró la puerta, no sabía dónde estaba Lexa, pero no le hacía gracia que les pillara juntos y que movida por su impulsividad le partiera la cara, no pegaba mujeres, pero llegaría el día en que no le deje pasar otro puñetazo:

— No te acerques mucho— su voz sonó con acidez— no vaya a ser que salga Lex y me vuelva a pegar

—Bellamy

Le dijo mirándole solicita. En esta ocasión fue éste quien levantó una mano dándose por vencido:

— Está bien— le dio la palabra— habla tu primero

Clarke pensó en las palabras adecuadas, no quería que Bellamy se molestase por interpretarle mal. Cogió aire y encaró a su ex prometido:

— Me gustaría disculparme— Bellamy chistó y se acercó a la barandilla para apoyarse, justo debajo estaba Lexa, que se pegó más a la pared para que no la viesen, no estaba muy alta— La forma que te dejé, no fue la mejor manera. Quiero que sepas que nunca fue mi intención hacerte daño, lo de Lexa... — Bellamy hizo un mohín cuando escuchó el nombre de su hermana— ocurrió, no es algo que buscase

— la cuestión es que fuiste capaz de mirarme a la cara después de haber estado con ella— comenzó a andar de un lado para el otro— yo te quería Clarke y quería que fueras feliz, me hubiera dolido que me dejaras aun así seguiría deseando tu felicidad. ¿Cómo te hubieras sentido si fuese todo lo contario?

Bellamy le miró con gesto afligido. Sin embargo, Lexa puso expresión de asco, imaginarse con Bell le entraba picores de alergia, no por el hecho de que fuera Bellamy, su hermano, es que reaccionaba de igual manera con cualquier tío:

— Te faltamos el respeto— siguió diciendo Clarke— sabes que no es mi estilo Bell, ni el que nos llevemos mal, son muchos años de amistad, crecimos juntos.

ÉL chico moreno apoyó la espalda en la barandilla de hormigón y pareció estar meditabundo durante un momento:

— Al menos tú tienes decencia de acercarte y admitirlo— dijo al final, Clarke estaba de espaldas a la puerta y no vio que durante unos segundos Gina se asomó, intercambió unas miradas de ánimo con el chico y se fue dejándoles solos de nuevo— sabes que tampoco es mi estilo llevarme mal con nadie— dijo al final cabizbajo— pero entiende, son demasiadas emociones en tan poco tiempo, no solo me eres infiel con Lexa te casaste con ella aun estando prometida conmigo, luego me entero que mis padres se divorcian porque para ponerle la guinda al pastel, ella es mi hermana. ¿Qué hago Clarke? ¿Me pongo?, venga chicas tan amigos como antes, el daño está hecho y se necesita tiempo para perdonar algo así.

— al intentar llevarte de forma cordial con Lexa

Bellamy chasqueó con la lengua y se señaló:

— ¿por qué tengo que ser el primero en acercarme a ella?

Clarke se cruzó de brazos y alzó una ceja:

— Ella se acercó para disculparse

El chico en plan niño chico se cruzó de brazos y puso un puchero:

— No lo hizo lo suficiente.

La rubia ya un poco irritada:

— ¿Pero porque sois tan cabezotas?, si ella se acerca y te pide disculpas, te tragas tu orgullo y aceptas sus disculpas...

— Tú no eres...

Comenzó a decir molesto, pero enseguida le volvió a cortar mientras le señalaba con el índice:

— Te callas— dijo Clarke— al igual que a ti te cuesta dar tu brazo a torcer a Lexa también le costó un mundo acercarse a ti para disculparse...

— Clarke tú ya no eres qui...

— Que te calles— volvió a cortarle y es que cuando la rubia saca su carácter telita— sois hermanos os guste sí o no, vais a dejar de comportaros como unos críos, los dos.

Bellamy chirrió los dientes, aunque después de un rato alzó las manos en son de paz, se las volvió a guardar en los bolsillos de su pantalón y se dispuso a entrar, pasando por su lado fijó su mirada, libre de rabia u odio, no os equivoquéis, curvó la comisura de sus labios:

— No echaré de menos tu puñetero carácter, Clarke.

Clarke sonrió:

— Tú también tienes el tuyo.

Bellamy apretó los labios, se miró los zapatos antes de decir una última cosa, y entrar de nuevo a la casa:

— Lexa debe de empezar a poner de su parte también— Y sin darse cuenta acabó diciendo lo mismo que le dijo Gina al llegar— Las relaciones bidireccionales.

Clarke observó como Bellamy entraba en la casa, se abrazó pasándose las manos por los brazos ¿Dónde narices estaba Lexa? Caminó hasta la barandilla de hormigón y se apoyó miró al cielo. Hasta que escuchó a alguien chistar. Era Lexa que estaba mirándole desde abajo, con una sonrisa dibujada en la cara. Clarke frunció el ceño al ver la cantidad de colillas que había tiradas en el suelo:

— ¿estabas fumando?

Lexa no contestó, aunque las escaleras estaban a unos metros, comenzó a escalar, no era la primera vez que lo hacía, de pequeña trepaba por todos los sitios y ya había trepado por ahí, hasta quedar agarrada a la barandilla, cara a cara con Clarke, que volvió a rechistar:

— Pero ¿qué haces te vas a caer?

La ojiverde le ignoró para recitar las siguientes frases, mientras se perdía en el color azul de sus ojos:

— ¿Sabía yo lo que es el amor? Ojos jurad que no porque nunca había visto una belleza así

Clarke esbozó una pequeña carcajada y le acarició la mejilla:

— está loca Romeo

— Quería hablar de que tus ojos son como estrellas y que la luna muere de envidia al contemplar tú luz, cuan Romeo declara su amor a Julieta en el balcón, quería hablarte con poesía para seducirte— Los ojos de Lexa se fueron a su escote— con tanto deseo grato dando saltos y piruetas quiero acariciarte un rato esas dos pedazo de te...— A Clarke se le borró la sonrisa para poner los ojos en blanco— vale, ahora enserio Clarke, haré locuras a mogollones— lo decía con tono serio— para tocar tus melones— carcajeó— oh Capuleto— Lexa y sus obscenidades, ¿Cómo era posible que amara esa faceta tan retrograda? Era la forma como lo decía, tan payasa— venga que te la meto

— ¿él que piensa meterme Montesco? — dijo Clarke riendo— hasta donde guardan mis conocimientos usted carece de miembros masculinos.

Lexa terminó de saltar ágilmente hasta posicionarse enfrente de Clarke, y con gestó travieso sacó su lengua y la movió tentadoramente:

— ¿intenta seducirme con palabras tan obscenas? — siguió la rubia con ese juego tan ¿lascivo? — Usted tan solo quiere jugar con mis tetas

— Julieta— le agarró de la cadera y le pegó más a ella— por delante o por detrás mi lengua sentirás.

Ya entre risas Clarke se tapó la boca con la mano:

— Somos la versión pornográfica de Romeo y Julieta.

Lexa miró durante unos segundos los labios de Clarke, para luego quedar fija en el color azul de sus ojos, llevó sus manos hasta sentir la piel suave de sus mejillas, tan cálidas a su tacto y juntó su frente:

— Estoy hablando de manosear tus senos, cuando en mis deseos más profundos quiero abrazarte, acariciarte y besarte— acarició sus labios con los dedos gordos— ¿Qué la luna envidia tu luz? Yo envidio el carmín de tus labios.

Clarke puso sus manos en la nuca de Lexa, hasta rozar sus labios, una ventaja de los tacones, no hacía falta ponerse de puntillas:

— arrebata el carmín de mis labios, proclama lo que es tuyo con un beso.

Lexa cerró los ojos y le besó, con melosidad, pura seda, beso húmedo rozando lo casto, para separarse durante unos segundos:

— En tu boca quedó el pecado de mis labios, así que ellos mismos van a tener que retractarse con otro beso.

Clarke volvió a romper la distancia, atrayéndole con otro beso, menos casto, uno que avivaba las llamas que aguardaban en sus pechos. La ojiverde tenía una capacidad de soltar lo más burro, a eso, a derretirla mientras le comía el oído con esas ñoñadas, como bien decía Lexa, bueno la rubia admitía de buena gana que también se le daba comer otras cosas... estoy hablando de su boca, uy que mal pensadas... ahí estaban comiéndose los morros después de haber representado una escena de romeo y Julieta a lo porno. Si por Lexa fuera, bien que la llevaría de nuevo hasta el árbol y follarle de nuevo ahí:

— ¡ey! Pervertidas— dijo Raven asomándose por la puerta— dejar vuestro exhibicionismo, han matado al guardia de seguridad de Technology Blake y la han liado parda en la empresa.

— Joder

Llegó a decir Lexa:

— Bellamy y Marcus se han ido a la empresa— siguió informando la chica— nosotras nos vamos para acercar a Gina a su casa.

— Espera— dijo la morena dirigiéndose hasta Raven, sin soltar la mano a Clarke— entramos contigo.

Lo cierto es que Gina fue un auténtico encanto con todo el mundo. Hasta con Clarke. Se despidió de todas educadamente y siempre con una sonrisa. Qué razón tenía el dicho, "detrás de un hombre siempre hay una gran mujer" Clarke y Lexa acompañaron un rato a Luna, pero ya empezaba a ser tarde y no quería que Lexa condujese a esas horas, también es que empezaba a estar cansada. La rubia podía meter la pata por el comentario que iba hacer, pero lo cierto es que sabía que haría feliz a la madre de Lexa:

— ¿Sabe señora Carey? — Miró a Lexa y le agarró de la mano— aun no es de seguro, pero estamos pensado en adoptar a Aden.

— Eso es una gran noticia— se puso de pie y le dio un par de besos a ambas— es un chico encantador— bostezó— y vosotras seréis unas grandes madres.

— Podemos quedarnos hasta que Marcus regrese— comenzó a decir Lexa— o quedarnos para que no estés sola.

Lexa nunca había dicho nada, pero se sentía tranquila pensando que Marcus estaba en la casa haciéndole compañía. Luna esbozó una pequeña carcajada:

— ¿Sola? Hay un pequeño ejército fuera— le acarició con ternura y dio otro beso en la frente de su pequeña— anda, vete a descansar.

— Cualquier cosa que necesites— dijo al final dándose por vencida la ojiverde— no dudes en llamar.

Ambas chicas al final dejaron sola a Luna, bueno le dejaron con la sirvienta y con el ejército de hombres, como ella los llamó. Clarke en el fondo estaba feliz de ver como la ojiverde cada día era más cercana a su madre. Y en el fondo, sabía que Lexa se había emocionado cuando le dijo aquello a su madre.

Romero estaba fumándose un cigarro fuera del Jeep, cuando recibió la señal que estaba esperando. Justo cuando observó como Lexa pasaba con el coche por su lado. La morena se le quedó mirando, éste jugaba con la ventaja de que nunca le había visto ni sabía para quien trabajaba en realidad. Montó en el vehículo y lo puso en marcha:

— Señor Woods— dijo con voz calmada— aún está a tiempo y dejarlo para mañana.

— Ya te he dicho que no— dijo con cabezonería Gustus— deja de tocar las pelotas.

Romero no dijo nada, aun así, sintió arder las ulceras de su estómago. Se acercó hasta las puertas de metal de la casa Woods y esperaron hasta que uno de sus hombres les abriese. Gustus observó su casa, la casa de su puñetera familia y la ramera de su mujer se había atrevido a meter su amante ahí, pues no iba a permitírselo. Estacionaron en la entrada:

— Ponle el silenciador al arma— dijo dándole su pistola, Romero obedeció y no tardó en colocar el silenciador— Dámela

Solicitó mientras movía los dedos de la mano. Romero, aun en silencio obedeció y se la entregó, ambos hombres de salieron del coche y con toda naturalidad, Gustus, llamó a la puerta, aún tenía las llaves, pero le pareció divertido sorprender a la sirvienta así. Toda inocente ella, confiada en que los hombres de fuera estaban para proteger a la señora, abrió la puerta, en un principio no conoció a ninguno, hasta que Gustus hablo:

— Hola

La sirvienta alarmada intentó cerrar la puerta, pero se lo impidieron, Gustus sostenía la pistola detrás de su espalda. La chica intentó echar a correr dentro de la casa y alarmar a la señora, pero el señor Woods levantó el arma y apuntando a la cabeza de ésta ¡PIUU!, le dio unos centímetros más arriba de la nuca, desplomándose en el acto. Ambos entraron y Gustus puso una mueca de asco cuando se puso al lado del cadáver:

— Que alguno recoja este desastre— dijo tocando el cuerpo con el pie— La muy cerda me está ensuciando el suelo de sangre— miró a Romero y siguió ordenando— también tened todas las salidas vigiladas— miró las escaleras— yo voy a tener un reencuentro con mi querida mujer.

Luna estaba enfrente del espejo, como había comenzado la noche. Se quitó el collar que tan amablemente le puso Marcus. ¿por qué nunca se fijó en él? Gustus, él fue el amor de su vida, hasta que el rencor como si de ponzoña se tratase comenzó a pudrir su alma, el rencor y la codicia. Fue pensar en el diablo, cuando vio el reflejo de un hombre en el espejo, no le reconoció en un principio, estaba cerca, demasiado cerca. Luna se levantó pegó un grito. Podía gritar todo lo que le diera la gana, nadie le escucharía, nadie iría a socorrerla:

— será mejor que te tranquilices y te sientes en la cama, Luna

La mujer no hizo caso, más bien se dejó llevar por su instinto y trató de correr, pero Gustus se interpuso en su camino y le dio un golpe con la culata de la pistola, dejándole inconsciente:

— Hubiera sido más pacífico— se agachó para agarrarle de los brazos y arrastrarle hasta la cama— pero no, siempre tocándome los cojones y no como a mí me gustaría— le tiró en la cama y rebuscó en los armarios, suerte que aun guardaba su ropa, agarró un par de corbatas y le amarró a la cama— esto tarde o temprano iba a pasar mujer— hablaba como si Luna le escuchara aun estando inconsciente— ambos conocemos a Lexa, se comporta como si estas cosas no le afectase— agarró el móvil de Luna y comenzó a mandar mensajes— pero lo hace, mi plan iba a ser como el primero, secuestrarle, torturarle— Luna comenzó a mover la cabeza aturdida, Gustus apagó el móvil— puede que hubiera mirado como mis hombres se la follaba— soltó una pequeña carcajada— incluso al final me hubiera animado, la muy putita lo hacía muy bien de jovencita...

— Cerdo...

Llegó a susurrar entre quejidos Luna. Gustus le puso el silenciador en la frente y muy lentamente, comenzó a acariciarle con la punta del arma por toda la cara, labios y se fijó en el vestido que llevaba puesto, estaba muy bien. Se acercó al armario y sacó otro par de corbatas:

— Sabes, aún quedan un par de horitas más de diversión— dijo atando sus extremidades inferiores y atándoles a los pies de la cama— ¿Me has llamado cerdo? — Luna observo con pavor como se desabrochaba el cinturón y el pantalón— te voy a demostrar lo cerdo que puedo llegar a ser.

Romero estaba apoyado contra la pared viendo como uno de los hombres fregaba el suelo, cuando los gritos de la mujer llegaban a escucharse hasta la planta baja. Resultaba enfermizo hasta para el mismísimo Romero:

— Si el día de mañana— comenzó hablar al otro chico, para intentar ignorar a los gritos tortuosos de la mujer— El FBI me acorrala y no tengo salida, preferiría un tiro mortal, tu deberías de desear lo mismo.

— Se puede saber por qué

Romero se sacó el paquete de tabaco del bolsillo y se llevó un cigarro a la boca:

— Trabajas para un tío que se dedica al narcotráfico y a la trata de blancas, muchas de ellas aun siendo menores ¿sabes que les hacen a hombres como Gustus en la cárcel? — el chico negó con la cabeza— les convierten en sus putitas. Ese hijo de puta— dijo mirando al techo— es un cerdo de mierda, ni me quiero imaginar lo que estará haciendo a su mujer, de lo que estoy seguro es que ahora mismo ella estará deseando la muerte.

Niylah fue una de las primeras en llegar a la escena del crimen. Ahora todo lo referido, con los Blake, Woods, Griffin y todo lo que rodea el caso Woods pasaban a sus manos. El forense ya había determinado la muerte del guardia, algo tan obvio como llevarse un par de balazos, aunque el que acabó con su vida fue el que impactó en su pecho, perforando su corazón. Siguió informando y lo que le dijo le dejó extrañada:

— ninguno entró a la empresa— dijo el forense— la víctima estaba en el sitio equivocado y en el momento adecuado— apuntó a la calle, las cristaleras estaban rotas— según el trayecto de las balas dispararon desde ahí.

En ese momento se acercó Ontari, ya que nada más llegar se encontró con un testigo que paseaba a su perro en esos momentos:

— Otro motorista— dijo la agente Fish— según ha declarado un ciudadano que pasaba esos instantes— ambas agentes intercambiaron miradas unos segundos— dijo que paró, se lio arremeter contra el edificio y se marchó rápidamente.

— Eso es absurdo

— O puede que no— hizo unas señas con la cabeza, a los recién llegados— si quieres volver tener a tiro a Marcus Blake ¿qué mejor forma de hacerle salir?

El móvil de Marcus comenzó a vibrar, patosamente le sacó de su bolsillo y miró los mensajes que acababan de llegar. Eran de Luna y lo cierto es que no comprendía lo que le acababa de decir. Sin explicación ninguna le pedía que no regresara y que se fuera con Bellamy a su casa. ¿Había discutido con Lexa y por eso no quería ver a nadie? ¿qué debería hacer? En un principio estaban bien y bromeaban:

— Espera a mañana y hablas con ella más tranquilamente

Le aconsejó Bellamy. En ese instante las dos agentes del FBI se acercaron hasta los Blake:

— No debería haber venido— dijo Ontari a Marcus— esta es la segunda tentativa contra usted o su propiedad en una misma semana.

— Sería prudente por su parte no estar tan accesible a un nuevo atentado.

Añadió Niylah:

— ¿Otra vez Gustus Woods?

Preguntó con enfado Bellamy, pero ¿Qué hacía el FBI? ¿tocarse los nachos? Ese hombre lleva a la fuga meses, ya fuera un capo de la mafia o no, estaban quedando como peleles:

— Por la forma que obraron, parece el mismo hombre

Esa era otra, que ni han pillado todavía al motorista que disparó la primera vez a Marcus:

— Pondremos vigilancia— volvió a hablar Ontari— por si vuelven a intentar asesinarle— quedó pensativa— yo puedo hacer el primer turno esta noche.

Si regresase a casa de Luna se hubiera negado, pero en casa de Bellamy no había seguridad, ni si quiera una puñetera alarme:

— Haremos el primer turno— añadió Niylah— no puede estar sola, es peligroso, agente Fish

Ontari se encogió de hombros, para seguir recolectando información, dibujando una sonrisa tonta al dar la espalda a Niylah. Bueno, al parecer pasaran unas cuantas horas juntas y la agente Green no podría escapar.

En lo que subían en el ascensor, Lexa iba hablando por teléfono con Marcus, para preguntar que todo estuviera en orden. Claro que habían matado un hombre en su empresa, muy en orden no estaba. Más preocupante fue cuando Marcus preguntó si había discutido con su madre, negándole enseguida que tal cosa había pasado, entonces éste le explicó que le había prohibido regresar a la casa:

— es extraño— dijo Lexa preocupada mientras entraba en el piso— Le estoy llamando al teléfono y no me lo coge— miró a Clarke— ¿y si voy para ver que todo está bien?

— Lex— dijo Clarke empujándole hasta que quedó sentada en el sillón— es tarde estará dormida y ni pienses que te dejaré coger el coche a estas horas, estas cansada.

— No cogen ni el teléfono fijo— Clarke comenzó a quitarle los zapatos— bueno a veces sé que mi madre tiene sueño profundo, pero ¿la sirvienta?

— ¿tienes el número de alguno de los guardias de seguridad? — Preguntó a la vez que comenzaba a masajearle los pies— llámale y pregunta si han visto algo extraño

Lexa volvió a sacar el teléfono sonriente y marcó el número de uno de los supuestos guardias de seguridad. Que no tardó en contestar y en decirla que todo estaba en orden, dejándole mucho más tranquila:

— Ves que no pasa nada.

— ¿Qué haría yo sin ti? — En ese instante frunció el ceño, estaba tan absorta preocupada por su madre, que la rubia estaba haciendo con ella lo que le daba la gana— ¿Por cierto que haces desnudándome?

Preguntó con voz traviesa. Pues si, Clarke le estaba quitando los pantalones y seguidamente comenzó a quitarle la blusa, que se manchó al trepar la pared:

— Bueno— comenzó a decir coqueta mientras le quitaba la blusa— me apetece hacer una cosita que hicimos hace mucho, quiero repetirlo

— ¿Qué cosita?

Volvió a preguntar picarona, mientras le acercaba mucha más y empezaba a besar su cuello:

— Uno que implica dejarme en ropa interior.

— No sé de qué se trata, pero de momento me va gustando la idea.

Dijo entre beso y beso. Buscando la cremallera de su vestido para quitárselo. Sé que vuestra mente morbosa está empezando a imaginar cosas lascivas. Morena en ropa interior, rubia en ropa interior, solas en su casa, muy acarameladas, diréis blanco y en botella leche, pues no.

Lexa tenía la mano izquierda en la cintura de Clarke, más bien en su espalda baja y con la otra sostenía la mano de Clarke. Moviéndose, bailando muy pegadas al tema de Chris Isaak – Wicked Game, juego perverso, menudo tema de música que escogió la morena, que tenía su mejilla justo en la sien de Clarke y los ojos cerrados:

— ¿Sabes que podemos bailar vestidas?

Clarke que tenía los ojos cerrados también apoyó la cabeza en su hombro, mientras se dejaba guiar por la morena, esbozó una sonrisa:

— Me gusta sentir tu piel caliente, no en el sentido sexual— se abrazó aun sin dejar de moverse— se me hace bonito e íntimo.

"que juego tan perverso juegas, para hacerme sentir de esta manera"

Comenzó Lexa a corear la música, con los labios pegados al oído de Clarke.

"que cosa tan perversa para hacer, que me deje soñar contigo

Que cosa tan perversa que decir, nunca te sentiste de esta manera

Que cosa tan perversa para hacer, para hacerme soñar contigo"

— ¿Puedo preguntarte una cosa?

Lexa curvó la comisura de los labios, aunque sin abrir los ojos, Clarke tenía razón se sentía bien y se perdía embriagándose con el aroma de su piel:

— Y con esa irían dos preguntas— que se sintiera bien no quería decir que dejase de vacilarle— puedes preguntarme lo que quieras, siempre.

Ese fue el momento en que ambas abrieron los ojos parar mirarse:

— Muchas de las cosas que haces conmigo, como llevarme a ver la aurora boreal, ver las estrellas, esto— dijo parándose por fin— bailar así o algo parecido ¿lo has hecho con alguna otra?

Lexa subió una mano hasta su mejilla, anclándose en ella, mientras que se deleitaba con ese precioso azul, negó con la cabeza. La ojiverde no se esmeraba mucho con las chicas porque era obvio que no las volvía a llamar ni a ver, curvó una comisura de sus labios, dibujando su hermosa media sonrisa:

— Confiéselo, Griffin— volvió a bajar su mano, para acariciar su espalda— lo haces para escuchar que eres la primera y única mujer en la mayoría de las cosas de mi vida.

— Me has pillado— acarició su cuello con la punta de su nariz— llámame ñoña por lo que te voy a decir, pero te quiero

Lexa rio para sus adentros antes de decir:

— Ñoña

Clarke dibujo una sonrisa y de un momento a otro le mordió ligeramente en el hombro. Lexa se retorció entre carcajadas:

— oye, me has dicho que te llame ñoña.

— Normalmente cuando alguien escucha "te quiero" responda con un yo también— puso los ojos en blanco— pero claro que puedo esperar de ti, que lo primero que me dice por la mañana— pone voz ruda— "Clarke joder que me quitas la manta" y lo siguiente— Clarke movía la cabeza y hacía gestos cómicos cuando imitaba a Lexa— "vaya aureolas ricas como gominolas" — eso le arrancó una carcajada de Lexa— "Follaaaar a Clarke"

— "Joder Lexa" — comenzó a poner la voz pija de Clarke— "No dices que eres insensible al frio" "disculpa te estoy hablando me gustaría que me miraras a la cara y no a mis tetas" "eres una cavernícola, puchita" — en un principio ambas carcajearon hasta que se percataron que sonaba otro tema de música, no era Love me Tender, era It's Now or Never - Elvis Presley — bésame mi amor, se mía está noche.

Citó un fragmento de la canción, Clarke, que estaba descalza le tocó ponerse de puntillas:

— ¿eso es una invitación? Puchita

Lexa le abrazó fuerte hasta cogerla, la rubia le rodeó la cintura con sus piernas, con una mano en su cintura y agarrando uno de sus muslos, comenzó a caminar hasta el sofá, sin dejar de mirarse a los ojos. Esa es la típica escena en la que ambas se suelen mirar con deseo u hambre, más bien tenían un ligero brillo y sentían más la necesidad de dar amor, que devorarse mutuamente:

— No marmotilla— dijo mientras la depositaba en el sofá y se tumbaba encima de ella, quedando entre sus piernas— que me beses y que serás mía esta noche es un hecho.

Se tomó su tiempo para que ambas bocas entraran en contacto, suave como los pétalos de una rosa, lengua húmeda y tímida acariciando sus labios. Sus manos eran delicadas a la hora de acariciar, como el depositar el peso de su cuerpo, le mimaba, como si temiera romperla. Clarke echó la cabeza hacía atrás, mientras sentía su lengua húmeda, terminando en besos:

— Será la segunda vez que me vas hacer el amor

Le dijo entre suspiros. Lexa regresó a su boca, llenándole de besos:

— Si lo quieres más duro solo tienes que pedírmelo— voz suave, lejos de la ronquera de deseo que solía poner cuando iba a follarle como una perra en celo— ¿Dime Clarke que quieres que te...?

En ese instante la rubia le paró poniéndole el dedo índice en los labios:

— Te agradecería que no me preguntaras eso, es más, agradecería que no la formularas nunca— enredó sus dedos en la larga melena morena y rozó de nuevo sus labios— por favor, Lex

"¿qué quieres que te haga?" se puede decir que era como una jodida marca y que muchas veces la formulaba inconscientemente, llevaba pronunciándolo casi toda su puñetera vida, a mujeres que conocía en las discotecas, en los gimnasios, hasta en un puñetero supermercado:

— Llámame ñoña, Clarke, pero te quiero

— Ñoña

Esbozaron una risita antes de volver a besarse, transmitiendo amor con cada acaricia, abrazo, mirada, beso, dos cuerpos fluyendo, convirtiéndose en uno. Nada de ir a lo técnico, a lo rudo, ni lo áspero nada de hiel, todo lo contrario, a todo aquello. No era solo placer físico, eran dos jodidos engranajes, a veces hacia clic creando fricción de forma brusca y ambas, sin necesidad de decirse nada sabían que sus cuerpos morían por algo más fuerte, en otras ocasiones, como esa en la que Lexa dedicaba atención a cada centímetro de su piel, con sus besos y caricias, era porque hasta ellas mismas lo gritaban con las miradas. Clarke adoraba cuando Lexa hacia eso, también adoraba saber, que era la única a la que Lexa había hecho el amor. Puro líquido moviéndose, puro líquido entremezclándose convirtiéndose en una, incluso en la forma de llegar al Clímax, sin dejar de perderse en sus miradas,

Esa noche Clarke reparó en otro detalle, nunca lo habían hecho en ese sillón. Anya tenía razón era una autentica piedra y pensándolo mejor, Lexa tenía una posición más cómoda. La rubia le miró para quejarse de la mierda de sillón que escogió. Cuando observó que la ojiverde tenía los ojos cerrados y la cabeza apoyada en un hombro, se había dormido abrazada a ella. Se sentía tan bien, con su cuerpo así, que decidió dejarle dormir un rato. Cayendo al sueño de Morfeo ella también. Las vibraciones del móvil fueron quien despertó a la morena, que con los ojos medio cerrados se movió para buscar sus pantalones, suerte que estaba al lado del sofá, aunque para que alegrarse de eso, al poco que se movió despertó a Clarke. Vaya, era un mensaje de su madre ¿tan tarde?:

— ¿Quién es? ¿Quién manda un mensaje a estas horas?

Musitó Clarke con los ojos cerrados del todo:

— Tu suegra, quiere quedar conmigo en... no me acuerdo donde, me ha pedido que vaya sola, que raro— se levantó a trompicones— vamos a la cama antes de quedarnos heladas.

— No puedo

— No seas vaga— empezó a tirar de su brazo— que solo es un par de metros marmotilla

— No es eso— dijo quejumbrosa— es el puto sillón me a destrozado la espalda.

Lexa carcajeó, por esa razón había evitado hacerlo ahí, como si de Richard Gere se tratase en Oficial y Caballero, la agarró en brazos y comenzó a trasladarle a la habitación, Clarke apoyó la cabeza en su hombro y sonriendo bobalicona:

— Mi héroe. 

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