Capítulo 07

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Yeji.

Hace poco más de un mes había llevado mis solicitudes de empleo a Londres, en los requisitos decía que deberías entregarlas personalmente para que te tomen en cuenta, así que lo hice.

Ese mismo día me hicieron una pequeña entrevista para preguntarme sobre mi experiencia laboral, mis estudios y donde trabajaba actualmente.

Me habían dicho el típico "nosotros te llamamos", no les creí, cuando salí de la universidad tres restaurantes me dijeron lo mismo. Bastardos mentirosos.

No es que no me gustara el lugar donde ahora trabajo. Era un restaurante elegante, pero no, yo quería estar en el Royal Eagle Hotel de Londres, uno de los hoteles más importantes mundialmente hablando.

Hoy me había llegado una carta con la dirección de las oficinas del hotel, la misma donde llevé mis pápeles.

En ella estaba escrito que había quedado para ser el chef titular de dicho lugar. Me sentí muy emocionada.

¡Tenía que decirle a Lia! Quería que ella fuese la primera en saberlo, así que le llamé.

Marqué tres veces y no contestaba, me mandaba al buzón de voz. Raro, ella siempre contestaba a los tres pitidos, claro, a menos que estuviera en horarios de sus clases. No le permitían utilizar el móvil, su directora decía que era un distractor y podían descuidar a las niñas. Idiota.

Cinco llamadas y al fin.

—Hola, Yeji —habló antes que yo.

—Jisu. ¡Te tengo buenas nuevas! —le dije demostrando mi obvia emoción a través del teléfono.

—¿Ah, sí? ¿Cuáles son? No me digas que Angelina Jolie apareció en la puerta de tu casa y te ofreció sexo gratis. Por que, si es así, te odio.

Reí por su muy estúpido chiste.

—No, pero ojalá —fingí mi tono de decepción—, en quince estoy en tu casa, bebé. No tardo.

Y con eso colgué, no deje que se despida, que mala persona soy.

...

Estacioné lo más rápido que pude en casa de mi amiga de cabello castaño. La vejiga estaba por explotarme. En el camino me había dado por tomarme dos botellas de aguas, según yo era la emoción.

Baje corriendo y toqué el timbre desesperadamente. No aguantaba más. Lia me abrió con el teléfono en la oreja. Pasé a un lado de ella y fui directamente al baño de visitas.

Me desabroché el pantalón, bajé la bragueta y, ¡aaaah! Me sentí aliviada. Acomodé mi ropa y me volteé para la lavarme las manos. Dentro de estos se encontraban unos aparatos que tenían forma de termómetros. En el suelo habían cajitas de diferentes colores y marcas. Tome los "termómetros" y las cajas, los miré un rato, Lia seguía hablando con alguien por teléfono, la oía pero no entendía lo que decía.

Leí el contenido de los empaques y me di cuenta de que eran pruebas de embarazo y... Todas marcaban positivo.

¡Lia estaba embarazada! ¡Tendría un bebé! No. ¡Tendríamos un bebé!

Creo que este día lo calificaría como el mejor día de mi vida porque: 1) me habían dado el trabajo de mis sueños y 2) me enteré que Jisu estaba con un bebé mío dentro de ella.

Dejé todo a un lado y me lavé las manos velozmente. Salí con la mejor sonrisa que tenía, acerqué y la abracé. 

—¡Tengo una noticia! —hablé primero, demostrando toda la emoción contenida dentro de mi.

—Yo también —murmuró algo bajo, aun así, logré entenderle.

—Muy bien, pero primero yo... ¿Te acuerda que la vez que nos peleamos te dije que iba a mandar unas solicitudes de empleo?

—Hmm... Sí —contestó asintiendo lentamente.

—¡Pues me dieron el empleo! ¡Conseguí trabajo en Londres! —anuncié gritando alegremente. Se quedó pensando un gran rato, yo la observaba desde la corta distancia que nos separaba.

—¿Un cabaret? Tu no puedes trabajar en uno, eres una chef, a menos que sea uno Gourmet.

—No seas idiota —carcajeé por lo bobo que sonó su comentario—. Hablo de Londres, la ciudad, no el cabaret, que por cierto, es muy bueno.

—¿Me va-as a dejar? —sus ojitos comenzaron a aguarse, quería llorar y se estaba haciendo la fuerte.

Jamás la dejaría, y menos ahora. ¡Cierto! Tenía que pensar, era el bebé o el trabajo de mis sueños, pero vamos, era más que obvio, como cualquiera madre pondría a mi hijo en primer lugar, total, podría quedarme trabajando en el mismo lugar, la paga era demasiado buena.

—Lia, vendré para vacaciones —acorté la distancia y la tomé entre mis brazos, dándole un cálido abrazo—. Además, es el trabajo de mis sueños. ¡Trabajaré en el Royal Eagle Hotel!

—¡Increíble!

Se alejó unos pasos de mi y me miró con una sonrisa que yo conocía, era una de esas sonrisas tristes y nerviosas. La misma que puso cuando reprobó un examen de matemáticas y no quería decirle a su mamá.

—Ahora, tú... ¿Qué querías decirme? —sonreí tanto que dolía.

—¡Yuna nos invitó a comer el viernes! —dijo como si eso fuera lo mejor del mundo.

¿Qué carajos le pasaba? ¿No eran de ella esas pruebas o qué? ¡¿Por qué no dijo nada?! Espero que tenga una buena explicación. Tal vez no está lista, y quiere hacer esto un poco más formal.

Le daré su espacio y esperaré a que me lo diga.

—Bueno si es todo, tengo que ir a decirle a mi mamá, adiós —no pude evitar mi tono de enfado, fue algo inconsciente. Volví a abrazarla, besé su frente y salí de ahí para ir con mi madre.

Me sentía triste, pero no iba a llorar, yo sé que me lo va a decir.

Ojalá sea antes del viernes, ya qué el sábado saldría mi vuelo para Londres. Como dije, voy a esperar, confió en ella, me lo va a decir, Lia no es ninguna mentirosa.

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