tres.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

𝟎𝟑.| GOBLET OF FIRE


TAL Y COMO DEBERÍA HABER SABIDO, HOGWARTS COMENZÓ A ESTALLAR DE ENERGÍA. Mientras un carruaje tirado por caballos blancos alados comenzó a dirigirse hacia el colegio, los alumnos se reunieron en los pasillos exteriores para ver cómo Hagrid intentaba guiarlos hacia dentro— casi fue atropellado en el proceso. Freya estaba apretujada entre Harry y Hermione mientras miraban al cielo el carruaje, se quedó boquiabierta mirándolo. Oyó a los gemelos Weasley hablar sobre el carruaje de caballos y los miró por un momento, antes de soltar una pequeña carcajada mientras miraba a sus amigos que estaban junto a ella, y sacudió la cabeza con incredulidad.

Ella, al igual que muchos de los otros estudiantes, se preguntaba qué hacía allí el carruaje. Fue entonces cuando un barco salió del agua, ondeando el símbolo del colegio Durmstrang en sus barandillas y Freya apretó los labios. Le hubiera gustado creer que era bastante inteligente, pero si los tres mejores colegios de Europa que dominaban las enseñanzas de magia y hechicería eran Hogwarts, Durmstrang y Beauxbatons. Viendo que ya estaban en Hogwarts y que el barco pertenecía a Durmstrang, por descarte, el carruaje pertenecía a Beauxbatons.

Ella, al igual que todos los demás, fue arrastrada de vuelta a las partes principales de Hogwarts. Sabía que todos tenían que volver a sus dormitorios para instalarse para el año. Eso significaba que tenía que despedirse de sus amigos por el momento y presentarse en los dormitorios de Slytherin, donde por fin se sentiría como en casa. Miró a los otros estudiantes que llevaban uniformes verdes y plateados similares al suyo, y les dedicó una pequeña sonrisa mientras recogía todas sus pertenencias, incluso se encontró a sí misma dedicándole una pequeña sonrisa a Pansy.

Freya sabía que iba a tener el ojo vigilante de su hermana sobre ella, lo que significaba que iba a tener que mantenerse alejada de un Slytherin en particular, y aunque no quisiera, tenía que hacerlo. Esto significaba que pasar por la Sala Común de Slytherin iba a ser la tarea más difícil que tenía. Sabía que podría haber tomado la decisión de agarrarse a otra chica de Slytherin como Daphne Greengrass y mantenerse oculta, o podría haber hecho lo que solía hacer y actuar como si no le hubiera oído, pero eso sería inútil.

En cuanto desempacó y se vistió con su túnica de Slytherin, Freya salió de los dormitorios y se dirigió a la mazmorra de Slytherin, viendo que todas las lámparas verdosas estaban encendidas y que todos los muebles familiares seguían allí. Sonrió para sí misma mientras echaba un vistazo a todo, y fue entonces cuando pudo jurar que escuchó la voz de Draco Malfoy. Miró por encima del hombro durante unos segundos, antes de que, como la mayoría de los demás Slytherins, saliera de las mazmorras y comenzara a dirigirse hacia el Gran Comedor.

Podía oír al chico llamándola por su nombre, y sabía que probablemente quería hacer una declaración ingeniosa o preguntarle si sus oídos funcionaban bien. Todo en la forma habitual de Draco, pero fue entonces cuando vio a su hermano, y Flynn agitó la mano, saludándola. No pasó mucho tiempo antes de que su hermano mayor dejara caer el brazo sobre su hombro y ella dejó escapar un pesado suspiro.

—Hermanitaaaa —tarareó Flynn mientras le hablaba y ella se apresuró a percibir la insinuación de un olor con el que se había familiarizado. Sacudió la cabeza mientras quitaba su brazo de encima y lo fulminó con la mirada.

—Veo que no has perdido el tiempo en encontrar el alijo que escondiste el año pasado —le contestó Freya y él le guiñó un ojo mientras la miraba fijamente antes de mirar al frente—. ¿Cómo puedes conseguir terminar alguno de tus estudios? ¿Y cómo, por las barbas de Merlín, no te pillan?

—Ese es un secreto que sólo yo debo conocer y que tú debes...

—Sí, sí, ya... —le cortó y miró a su hermano para ver que miraba por encima del hombro antes de volver a mirar hacia ella con una pequeña sonrisa en los labios—. ¿Qué? ¿Por qué tienes esa estúpida sonrisa en la cara?

—Oh, no te preocupes por mí, hermanitaaaa —arrastró, sabiendo cómo la molestaba a más no poder, con su estúpida sonrisa aumentando por momentos—. Sólo ten cuidado con Cybele. Le gusta esconderse entre su grupito de chicas malas de Ravenclaw.

Y con eso, Freya vio cómo su hermano se separaba y se dirigía al Gran Comedor. Inhaló profundamente mientras lo miraba, y sacudió ligeramente la cabeza. No pasó mucho tiempo antes de que una de las chicas de Slytherin se acercara a Freya y se aferrara a ella, empujándola hacia el Gran Comedor, tirando de ella hacia las grandes mesas que habían preparado para ellos.

Su mente estaba vacía mientras estaba sentada en la gran mesa, picando algo de su comida. Miró hacia la mesa de Gryffindor, justo a tiempo para ver a sus tres amigos saludarla con la mano, seguidos por George y Fred haciendo el ridículo al saludar más fuerte que los otros tres. Freya sonrió mientras les sacudía la cabeza antes de que comenzara la selección de los de primer año. Miró hacia el frente de la sala y aplaudió cuando cada uno de los nuevos chicos fue colocado en sus nuevas "familias" para el resto de sus años escolares en Hogwarts, y pudo sentir un par de ojos ardiendo en la parte posterior de su cabeza. Puso los ojos en blanco mientras miraba por encima de su hombro para ver a Draco mirándola y él frunció las cejas, lo que sólo hizo que ella le sacudiera la cabeza antes de darse la vuelta.

—Ahora que todos estamos acomodados, me gustaría comunicaros algo —anunció Dumbledore al frente del Gran Comedor, y fue entonces cuando las grandes puertas se abrieron y Filch se abrió paso; corriendo de una forma muy rara hacia el director—. Este castillo no sólo será vuestro hogar este curso... sino el de unos huéspedes muy especiales también. Pues Hogwarts ha sido elegido... —en cuanto Filch se acercó a Dumbledore, el director se quedó callado mientras susurraba con él. Cuando terminaron de conversar, Filch se apresuró a correr de nuevo por el pasillo y atravesar las puertas. Dumbledore volvió a su discurso—. Bien, este año Hogwarts será sede de un acontecimiento legendario: El Torneo de los Tres Magos. Para aquellos que lo desconozcan, el Torneo de los Tres Magos reúne a tres escuelas para una serie de retos mágicos. De cada escuela, se elegirá a un alumno para que compita.

Freya, al igual que la mayoría de los demás estudiantes en el Gran Comedor, miró alrededor de sus compañeros. Podía oír los constantes susurros mientras Dumbledore hablaba y sacudió la cabeza mientras los escuchaba. Apenas podía oír lo que los demás estudiantes estaban escuchando y frunció las cejas. Algunas de las chicas que la rodeaban hablaban de lo valiente que sería que los chicos lo hicieran y de lo tonto que sería que lo hiciera una chica, aunque ella no pensaba así. Pensaba que sería valiente por ambas partes, pero no creía que fuera a presentarse voluntaria para algo como el Torneo de los Tres Magos.

—Quede por tanto bien claro —continuó Dumbledore mientras miraba a todos los alumnos que susurraban—: El elegido estará solo. Y confiad en mí cuando os digo que estas pruebas no son para pusilánimes. Los detalles más tarde. Pero ahora, demos una calurosa bienvenida a las encantadoras alumnas de la Academia de Magia Beauxbatons y a su directora, Madame Maxime.

Fue entonces cuando apareció en las puertas un grupo de chicas vestidas con túnicas de color azul celeste que se detenían por encima de la rodilla, con sombreros y zapatos puntiagudos a juego. Freya se enderezó al verlas entrar pavoneándose en el Gran Comedor. Todas se detenían y extendían un brazo hacia un lado y dejaban escapar un suspiro al unísono, antes de repetirlo unos instantes después. Dos de las alumnas del colegio siguieron al resto, una de ellas haciendo movimientos más gimnásticos como volteretas hacia atrás con un uniforme rojo y plateado; mientras que la otra, que seguía con su túnica azul claro, hacía más movimientos de ballet mientras daba vueltas delante de su directora y Dumbledore iba a escoltarla al frente de la sala. Las mariposas revolotearon en el aire después de que las damas de la academia de Beauxbatons terminaran su entrada, y Dumbledore se dirigió de nuevo a su podio, listo para presentar al siguiente grupo de estudiantes que iban a compartir su casa. Levantó las manos para silenciar a los alumnos —más aún a los chicos de la sala— y fue entonces cuando volvió a hablar.

—¡Y a nuestros amigos del norte! Recibamos a los orgullosos hijos de Durmstrang y a su insigne maestro, Igor Karkaroff —introdujo Dumbledore, y fue entonces cuando las puertas dobles volvieron a abrirse de golpe, esta vez, fue mucho menos elegante que la presentación anterior.

Los estudiantes varones de Durmstrang entraron en el Gran Comedor con bastones en la mano, golpeándolos contra el suelo de piedra mientras cantaban. Algunos de ellos llevaban sus túnicas lisas y oscuras, mientras que otros llevaban sus abrigos de piel y gorros también de piel en la cabeza. En cuanto terminaron su espectáculo con los bastones, se dirigieron al frente del Gran Comedor, haciendo volteretas y otros movimientos acrobáticos para mostrar sus talentos al resto. Pero eso no era lo único que tenían que mostrar.

Freya pudo escuchar la voz de Ron mientras señalaban que uno de los alumnos que tenía Durmstrang era Krum, un famoso jugador de Quidditch que se dirigía al Gran Comedor, seguido por el Director. Se dirigieron hacia el frente, y para terminar su entrada, uno de los alumnos de Durmstrang utilizó su magia para soplar las llamas que tenían en la mano y convertirlas en una serpiente que voló en forma de pájaro, y fue entonces cuando todos vieron cómo el Director se acercaba a Dumbledore y le daba un abrazo.

Apretó los labios mientras observaba a los dos interactuar entre ellos antes de que su atención se desviara y comenzara a comer. Las chicas de Slytherin que la rodeaban empezaron a preguntarle cómo le iba, y ella no pudo evitar sonreír y participar en las conversaciones que mantenían. Sólo que, como de costumbre, la mayoría de las conversaciones que mantenían eran sobre quiénes eran los que les parecían guapos, pero esta vez, no estaban hablando de los alumnos que iban a Hogwarts. Hablaban de los estudiantes de Durmstrang que se sentaban al final de la mesa en la que estaban.

Eso hizo que Freya mirara hacia abajo de la mesa y fue entonces cuando sus ojos se posaron en ellos. No pudo evitar mirarlos y se preguntó cómo sería ir a su escuela, un lugar que se centraba más en las Artes Oscuras que en cualquier otra cosa. Sabía que estudiaban todas las demás cosas, pero se preguntaba cómo sería tener un enfoque. Se preguntaba si todos estaban preparados para aprender el lado más oscuro de la magia y si era algo que disfrutaban.

Sin embargo, cuando escuchó a una de las chicas de Slytherin mencionar el nombre de su hermano como alguien que les parecía lindo, tuvo que desviar su atención. Sus ojos miraron a través del grupo de estudiantes hacia sus amigos y fue entonces cuando se encontró con los ojos de Harry. Los dos se miraron durante unos segundos y ella le hizo un pequeño gesto con la cabeza mientras sonreía, él le devolvió el gesto. No pasó mucho tiempo antes de que Hermione mirara por encima de su hombro para mirarla y sonreírle y Freya hizo un gesto con la cabeza en forma de saludo antes de que su atención fuera atraída de nuevo a la parte delantera de la sala para ver que sacaban un gran objeto.

—¡Prestad atención, por favor! —exclamó la voz de Dumbledore, y la atención de todos volvió a centrarse en él—. Me gustaría añadir unas palabras —apoyó la mano en el objeto que tenía al lado, antes de continuar—. Eterna gloria. Eso es lo que le aguarda al vencedor del Torneo de los Tres Magos. Para merecerla, el alumno deberá sobrevivir a tres pruebas. Tres extremadamente peligrosas pruebas. Por ello, el Ministerio se ha visto obligado a imponer una nueva regla. Nos explicará sus pormenores el director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, el señor Bartemius Crouch.

De repente, la oscuridad llenó el Gran Comedor, y los gritos resonaron en las paredes mientras los truenos resonaban y las gotas de lluvia empezaban a caer sobre los estudiantes. Freya miró a su alrededor mientras los estudiantes empezaban a entrar en pánico, y no pasó mucho tiempo antes de que la magia empezara a saltar hacia el techo, y todo volviera a la normalidad. La atención de todos se dirigió hacia el hombre que lo había arreglado y Dumbledore se apresuró a acercarse a él y estrechar su mano.

Fue entonces cuando el señor Crouch se dirigió al centro de la sala y miró fijamente a todos los estudiantes. Para Freya era fácil darse cuenta de que estaba nervioso por dar las noticias que tenía, y no era bueno para los estudiantes que estaban interesados en el Torneo de los Tres Magos— y tenía razón.

—Tras la debida consideración, el Ministerio de Magia ha concluído que por su propia seguridad ningún alumno menor de 17 años estará autorizado a inscribirse para el Torneo de los Tres Magos. Esta decisión es irrevocable.

—¡No es justo! —Freya pudo captar el grito de los gemelos Weasley y no pudo evitar sonreír mientras negaba con la cabeza y los miraba fijamente, pero fue entonces cuando lo pensó muy bien—. ¡No es justo!

En ese momento, sus ojos se dirigieron hacia su hermano y supo que era tan estúpido como para hacer algo como poner su nombre en algo como el Torneo de los Tres Magos. Sus ojos se apresuraron a buscar a su hermana, y cuando se encontró con los suyos, pudo comprobar que ambas pensaban lo mismo. Las dos se estremecieron al pensar que su hermano tenía la idea de poner su nombre en el Torneo y que debían detenerlo. Eso era lo único que se le ocurriría hacer a su hermano, y tenían que impedírselo.

—¡Silencio! —gritó Dumbledore y, como siempre, su voz fue suficiente para silenciar a todos los del Gran Comedor. Todos los alumnos observaron cómo alzaba su varita hacia el objeto que tenía a su lado, y éste comenzó a desaparecer hasta no dejar más que una gran copa con una gran llama azul en su interior, que en seguida se alzó. Los labios de Freya se separaron al mirar la copa, mirándola asombrada—. El Cáliz de Fuego. Todo aquel que quiera participar en el Torneo deberá escribir su nombre en un pedazo de pergamino y arrojarlo a la llama antes de esta hora el jueves —los ojos de todos estaban clavados en el Cáliz de Fuego que tenían delante, pero, como siempre, la advertencia siguió las instrucciones de Dumbledore—. No obréis a la ligera. Una vez elegido, no habrá vuelta atrás. Desde este momento, el Torneo se da por comenzado.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro