Prologo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng




"Y si te dije adiós no es porque no te amé, es porque un día me di cuenta que te amaba tanto que dejé de amarme a mi"

-Roberto Rocha

3 de mayo de 2009

Ana:

Mi cabeza punzaba y el dolor que sentía mi corazón era simplemente indescriptible.

Él tan solo me miraba con reprobación como si amarlo fuera mi mayor pecado, tal vez lo era, a fin de cuentas, si estaba tan destruida era por su culpa, ¿o era por la mía?, yo era la loca que amaba el amor tanto como el dolor, aunque él era el monstruo que velaba por el dolor dejando de lado al amor.

Siempre me reprocho por esperar algo perfecto, la realidad es que nunca desee algo así.

Yo quería algo tan imperfecto y natural como las aves que vuelan cada día un poco más.

Todos nos caemos, nos molestamos, nos descuidamos, los errores están para cometerse, aprender y continuar, el problema es que una serie de errores idénticos dejan de ser errores para ser llamados traiciones.

No podemos negar que todos somos unos mentirosos, alguna vez hemos engañado a mamá sobre cuánto nos gustó la comida o a papá con nuestras calificaciones perfectas, son cosas que repetimos una y otra vez hasta que se vuelve natural, por lo que, al final tan solo lo aceptamos y cuando te vas del lugar dejas aquello enterrado y bien escondido, la cuestión es que todo se acumula ¿no es así?, una mentira te lleva a otra y luego a otras más, el ciclo se repite y cuando menos lo notas te has vuelto un buen mentiroso, la realidad del asunto es que mentir se vuelve una obsesión y poco te importa lo mucho que esta pueda lastimar.

Ahora bien, nadie puede decir que es un ángel, porque nadie es perfecto, nadie es un santo, sin embargo, ¿desear algo simple y real te convierte en un ingenuo tal como decir algo erróneo te convierte en un mentiroso?, yo no creo que esa ley siga así, debes en algún punto realmente desear hacerlo tanto hasta no poder parar, ser ingenuo se puede quitar, ¿pero ser un mentiroso se puede cambiar?; tal vez mi respuesta la tengo frente mío, un hombre que juro lealtad y verdad, pero que termino dando traición y mentiras sin valor para él, pero dolor para mi corazón.

Un engaño es lo mismo que una mentira, dices o haces algo que ciertamente no es verdad, pues bien, este hombre ha pasado de mujer en mujer desde que comenzamos a salir y cada una de las veces que lo descubrí lo perdoné.

Sinceramente, considero que soy una estúpida y eso está bien a mi juicio, no me denigro, no digo mentira alguna porque esa es la absoluta verdad, deje que me engañara repitiéndome una y otra vez que todo era un error, que lo provocaron y el cómo cualquier otro reacciono, la triste realidad es que eso no es así, él decidió lastimarme y lo logro, y por eso me odio, por permitirle romperme, por darle paso a mi alma, una que probablemente dejo de existir desde el momento en que esto se acabó.

Extrañamente deje de aguantar sus engaños y le he reprochado, su respuesta me ha desconcertado.

El no rogó ni pidió mi perdón como en esos libros de fantasía que todo lo podían, por, en cambio, asintió con la cabeza y dijo:

- ¿algún problema con aquello?, tú lo aceptaste cuando me perdonaste Ana, vive con las consecuencias de tus decisiones.

- ¿disculpa? -fue lo que respondí, él me había lastimado no al revés, ¿por qué se molestaba si la única víctima de su traición era yo?

-lo que has oído, no te hagas la tonta Ana y si no puedes con esto, simplemente terminemos.

Sus palabras parecían un gran puñal que se adentraba en mi interior, pero, no le volvería a dar la razón, no volvería a llorar frente suyo para que me pudiera volver a aplastar.

-bien, esto se acabó, no me busques más Sebastián, no planeo volver a ser tu estupido  paño de lágrimas.

Mis palabras lo sorprendieron y cuando quiso responder comencé a alejarme, camine y camine, pensado en como el era aquel frío invierno que tenía que olvidar.

Me había perdido, eso era seguro pues no conocía el lugar donde ahora me encontraba, pero algo llamo mi atención.

Un puente que ahora me parecía perfecto para soportar mi dolor se presentó, corrí hacia la orilla de este y fue cuando noté como las lágrimas corrían por mis mejillas.

El puente tan oscuro y gris me invitaba a lanzarme, a dejar todo atrás.

Sin embargo, era demasiado cobarde como para hacerlo así que ese día me hice una promesa que nunca olvidaría. Tal vez no era lo suficientemente valiente como para suicidarme, pero esto lo recompensaría luchando para vivir lo mejor posible, y con ese juramento grabado en mi memoria me aleje de lo que alguna vez llame hogar, me fui de tal país que malos recuerdos me traía y comencé una nueva vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro