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Jimin no pudo estar tranquilo el resto de aquel extraño día y los siguientes.

No sé había vuelto a encontrar con Yoongi,  y no es culpa del anterior mencionado,  si no su misma culpa. Ya que desde aquel día en la biblioteca, evitaba a toda costa tomárselo en la universidad,  cosa que logró con éxito al encerrarse todos los días en el salón de ciencias, salón que todos odian y que en su sano juicio nadie visitaría en sus horas libres, a excepción de el.

En este momento, nuevamente se encontraba en aquel salón comiendo unas galletas de Chocolate, era la hora de receso y como era de esperarse, nadie deambulaba por aquel lugar.

Comía animadamente sus galletas y su malteada de fresa, mientras coloreada alguna imagen en su libro de dibujos para matar el tiempo aburrimiento.

La puerta abriéndose lo hizo dar un saltito en su lugar, y con los nervios a flor de piel, levantó la mirada, encontrándose con la persona que menos quería ver.

— Hola, tarde mucho en encontrarte.— habló Yoongi, caminando hacia el tomando una de las sillas de estudio, corriendola para colocarla frente a su silla y sentándose en ella. — Quiero hablar contigo.

Jimin bajo su mirada y cerro sus ojitos, tenía miedo a que tal vez esté fuera una trampa de algunos de los amigos de Yoongi para golpearlo o burlarse de él.

Yoongi se dio cuenta que su chico bonito había comenzado a temblar y se abrazaba a si mismo; preocupado de haberlo asustado, habló de inmediato.

— Ey, lindo, por favor no tengas miedo de mi, yo no te haría daño jamás, te lo prometo — aseguro, levantando una mano al aire y otra llevándola a su corazón como signo de promesa.

Jimin miró aquella escena confundido, aún sin confiar del todo, miró con su ojitos color miel al azabache, en seña de que podía continuar hablando. Yoongi sonrió por eso.

— Bien...no se por donde empezar. —froto sus manos nerviosamente, soltando una risita. — Bueno, lo del otro día, lo que te dije en la biblioteca, en verdad. Eres muy hermoso y perfecto. — jimin le dio una mirada irónica, frunciendo su ceñito tiernamente. — Lo se, sonará algo loco por que no nos conocemos, pero...me interesas mucho, de verdad eres muy lindo y y-yo me preguntaba si q-querieras salir conmigo ho-hoy. — tartamudeo un poco, no sabia como el chico iba a reaccionar y tampoco quería que se asustará y saliera huyendo de el.

Jimin bajo su mirada, completamente sonrojado ante lo dicho por el azabache.

— ¿E-es una b-broma? — preguntó inseguro, listo para escuchar cómo respuesta un "si", sin embargo, Yoongi nego de inmediato.

— Claro que no, de verdad quiero salir contigo, me gustas mucho. — aseguró.

Jimin para tratar de disipar sus nervios, tomó una de sus galletas y se la llevó directo a su boquita, para luego tomar un gran sorbo de su malteada, manchando en el proceso la comisura de sus labios y parte de sus mejillas, las cuales limpió rápidamente haciendo a Yoongi mirarlo enternecedo.

— Y-yo...n-no sé. — Habló inseguro, Yoongi asintió un poco desilusionado pero igual sonriendo.

— Si quieres no tienes que ser hoy, lindo, puedes pensarlo, yo estaré esperándote — le dio una sonrisa amable, e hizo el amague de levantarse de su asiento, pero la manita de jimin en su muñeca lo detuvo.

— N-no, espera...— le habló nervioso, sin quitar su manita de la muñeca contraria.— Y-yo...acepto.

Yoongi sonrió muy emocionado, queriendo abrazar y llenar de besos al chico que había capturado su atención desde hace meses pero que fue muy cobarde para no confesarselo antes.

— ¡Bien! Iremos a donde tú quieras, lindo. Por cierto ¿Puedo almorzar contigo? Allá afuera es muy aburrido y quiero que nos vayamos conociendo. — contó animado, jimin asintió tímidamente, Yoongi sonrió. — Perfecto, vuelvo enseguida, iré a comprar algo de comer, ¿Gustas algo?.

Jimin lo miro, por primera vez en todo este rato – y desde que se conocían – le regalo una sonrisa que hizo que el corazón de Yoongi revolotara de felicidad.

— No, gracias, así estoy bien.— le respondió amable, Yoongi asintio y sin más se fue del lugar, donde ya estaba fuera, se permitió llevar su mano a su corazón y sonreír en grande, dirigiéndose a la cafeteria momentos después.

Luego de unos minutos volvió, y como lo dijo, almorzó con el castañito, quien de poco a poco fue dejando su timidez de lado. Se conocieron solo un poco, sus nombres – aunque ambos ya lo sabían –, y lo básico, su edad, sus gusto, comida favorita, entre otras cosas.

Y eso solo fue el comienzo de una bonita historia de amor.

Hola, espero y les guste el capítulo.

♡.

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