Capítulo 38

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«En tus ojos, siempre me reflejaré yo.
Y eso, te atormentará por siempre»

(...)

(Días antes)

Había sido una semana difícil para el profesor Min.

Las interminables reuniones a altas horas de la noche en el instituto, la carga de reportes que debía entregar en tiempo y forma, los exámenes que aún no realizaba y las actividades sin revisar lo abrumaban. Además, la presión injusta del director por completar todo lo más pronto posible solo empeoraba las cosas.

Suspirando profundamente, el profesor se dejó caer en su asiento, deseando que el director entrara de una vez por esa puerta para comenzar la reunión y poder irse a casa. Estaba cansado de tener que mantener una mirada cálida junto a una sonrisa amigable durante casi todo el día.

—Luces terrible —exclamó una mujer a su lado—. El periodo final del semestre es un martirio, ¿no?

Yoongi sonrió, fijando su atención en Joohyun.

—Algo así.

Aunque apreciara a Joohyun, lo cual realmente hacía, Min no estaba de humor para entablar una conversación con nadie más.

A menos que se tratara de un jovencito despistado.

El profesor se sumió en sus pensamientos, ajeno al ingreso del director al aula de reuniones. Durante las últimas noches, el tema era casi lo mismo: recordatorios sobre la importancia de entregar el trabajo a tiempo, advirtiendo que cualquier demora resultaría en una reducción salarial indefinida.

Y en medio de estos temas recurrentes, se discutieron asuntos vinculados al próximo ciclo escolar.

—El próximo semestre se unirán empleados nuevos a nuestra institución —exclamó el director Han—. Los próximos docentes, como de costumbre, no son más que personal altamente capacitado para sobrellevar la presión que requiere ser parte de nuestro instituto.

Yoongi, con discreción, rodó los ojos.

—Ante ese hecho, nos hemos visto en la necesidad de cambiar algunas cosas —continuó el director—. Comenzando con usted, profesor Min.

Las miradas de todos se posaron en Min cuando fue mencionado. Su cuerpo se tensó, ya que no anticipaba ser el primero en ser objeto del discurso del director.

—Usted es uno de nuestros docentes más destacados, de hecho, el más destacable de todos. Sin embargo, hemos realizado algunos cambios para el próximo ciclo escolar.

—¿Puedo saber cuáles? —la voz de Min sonaba aburrida pero sin perder esa chispa cortés que le caracterizaba.

—A partir del próximo semestre, no será el profesor de los alumnos de tercero ni del último semestre —Min frunció el ceño, claramente confundido y hasta disgustado—. Dichos puestos serán repartidos entre otros docentes y los nuevos que vendrán. Sabemos que ha llevado el peso de muchos grupos durante un tiempo y creemos que esta medida será beneficiosa para usted, profesor Min.

El profesor boqueó, pero no pudo decir nada más que un "de acuerdo". Entretanto, el director continuó con la reunión sin proporcionar más detalles al respecto, dejando a Min sumido en sus pensamientos desconcertados.

La verdad era que a Min no podía importarle menos las razones que tuvo el director Han para quitarle esos grupos; claro que no. Su preocupación iba mucho más allá de eso.

Y es que el único motivo de su malestar era que Park Jimin, su joven estudiante, comenzaría su último semestre el próximo año en el instituto. Si él ya no podía dar clases a los alumnos de último semestre, entonces no tendría la oportunidad de verlo durante las clases.

Apretando los labios, Min se sumió en una red de preguntas: ¿Quién sería el responsable ahora? ¿Sería una mujer? ¿Tal vez un hombre? Dios. Incluso pensar en la posibilidad de que otro profesor fijara su atención en el chico le molestaba en demasía.

Excepto que no lo harían.

Min se encargaría de ello.

[...]

El camino a su departamento se sintió absurdamente largo. No tanto por el tráfico, sino por la maraña de pensamientos que ocupaban su mente. Cada uno más aterrador que el anterior.

Su celular habita vibrado a lo largo del camino, por supuesto, lo ignoró. Estaba casi seguro de que eran mensajes de Joohyun preguntándole si de casualidad ya se encontraba calmado y otros tantos preguntándole el por qué lucía tan furioso. Min no deseaba lidiar con absolutamente nadie en ese momento, solo quería llegar a su habitación y fundirse en el colchón.

Parado ante la puerta de su apartamento, Min extrajo las llaves del abrigo, anhelando un merecido descanso. Pero antes de que pudiera insertar la llave, el eco de pasos a sus espaldas le arrebató el aliento.

—¿Quién te dijo donde vivía? —Yoongi exclamó, sonando neutro para su propia sorpresa.

El hombre sonrió.

—Siempre detesté esa habilidad tuya de reconocer pisadas, esperaba sorprenderte —exclamó el hombre, acercándose un poco más—. ¿Es así como recibes a tu padre?

Min apretó los labios, mirando a su padre por encima del hombro.

—¿Quién demonios te dijo dónde vivía?

El señor Min tarareó, esbozando una sonrisa forzada, aunque sus ojos revelaron la repulsión que sentía al encontrarse frente a su propia sangre.

—Por Dios, Yoongi —alzó ambas cejas—. No creerás que me olvidaría del lugar donde solías esconderte como el cobarde que eres.

—Cobarde —repitió, sonando divertido—. ¿No estará mordiéndose la lengua, señor Min?

El aludido entrecerró los ojos mientras apretaba los puños.

—Debería matarte ahora mismo —bramó—. Gracias a ti, fui a la cárcel. ¿Tienes alguna puta idea de lo que sufrí ahí por tu culpa? Eres un bastardo malagradecido, después de todo lo que intenté hacer por ti... sí, debería matarte.

Yoongi alzó los hombros.

—Lo que sucedió no fue mi culpa, hubieras terminado en ese agujero de cualquier forma.

El señor Min bufó, queriendo borrar esa mirada de satisfacción del hijo de puta que tenía frente a él.

—Sabes perfectamente que no debí ser arrestado esa noche.

Con pasos lentos, Yoongi avanzó hacia su padre, esbozando una sonrisa amigable pero teñida de una intensa tetricidad.

—Tal vez no debías, pero fue inevitable. Si piensas que me aproveché de la situación, estás en lo correcto —su sonrisa se ensanchó, susurrando lentamente:—. Y siendo honesto, lo volvería a hacer. Te volvería a joder la vida como tú lo hiciste con la mía.

—¿Qué pensaría tu madre de todo lo que has sido capaz de hacer?

—No lo sé, ¿por qué no vas al infierno a preguntárselo?

El señor Min frunció nuevamente el entrecejo, completamente molesto consigo mismo. ¿Cómo pudo siquiera considerar la posibilidad de que su hijo estuviera igual de mal que él? Se veía estúpidamente bien, satisfecho con su vida. Desde el juicio, no había vuelto a saber nada de él, y ahora, ver lo bien que está mientras él se pudrió durante casi once años en la cárcel es... jodido, sí.

Quería herirlo.

Y solo él sabía cómo hacerlo.

—Claro, puedo preguntárselo —exclamó con una sonrisa, provocando una ceja arqueada en el menor—. ¿Gustas que hable con tu pequeño amante, también?

Los ojos de Min se oscurecieron mientras que su cuerpo comenzaba a tensarse.

—No tengo idea de qué hablas.

Una sonrisa brilló en el rostro del señor Min.

—Por favor, ¿afirmarás ahora que no recuerdas a la única persona que realmente te quiso? Eso es triste, incluso para ti —ladeó la cabeza—. ¿Cómo puedes vivir tan tranquilo sabiendo que eres el responsable de su tragedia?

La lengua de Yoongi golpeó su mejilla por dentro; no iba a darle la satisfacción a su padre de hacerle revivir cosas que ya había enterrado hace mucho tiempo.

—Buenas noches, señor Min —respondió en su lugar, ignorando los comentarios de su padre burlándose de él a sus espaldas mientras abría con cuidado la entrada de su departamento.

—¿Toqué un nervio, hijo? —bromeó su padre, luciendo una sonrisa burlona—. Déjame adivinar, ahora tienes un nuevo juguete con el cual entretenerte para no pensar en suicidarte, ¿es eso?

Yoongi se aferró con fuerza al pomo de la puerta, desistiendo a la idea de golpearlo.

—Espero que no le hayas hecho muchas ilusiones a tu pobre víctima —agregó, acercándose poco a poco a su hijo—. Ambos sabemos que te encanta joder a quien sea que se atraviese en tu vida mientras piensas en quien no pudiste salvar. ¿Irónico, no?

La respiración del menor comenzó a acelerarse mientras sentía cómo su padre se acercaba por detrás para susurrarle por última vez antes de irse.

—En lo que a mí concierne, si ese chico es inteligente y se da cuenta a tiempo, te abandonará. Porque tú no mereces ser amado por nadie.

Después de eso, Yoongi se adentró en su departamento, tratando de ignorar la despiadada carcajada de su padre mientras la puerta se cerraba a sus espaldas.

Con rapidez se dirigió escaleras arriba hacia su habitación, cerrando innecesariamente la puerta con pestillo y mientras se recargaba sobre esta, desabrochó el cinturón y bajó la bragueta de su pantalón.

Yoongi sacó su miembro, el cual ya estaba más que duro y goteando líquido pre seminal. No recordaba cuándo fue la última vez que se masturbó, pero no tenía cabeza para meditarlo.

Rodeó el falo con una mano, recorriendo la extensión del mismo mientras acariciaba el glande con su pulgar. Yoongi comenzó a moverla, haciendo pequeñas oscilaciones que poco a poco subían de intensidad.

Cerró los ojos con fuerza, dándose suaves apretones, imaginando el rostro de la única persona que le hacía enloquecer, por más que tratara de negarlo.

—Mh, Jimin... —gruñó, masturbándose con más rapidez—. Ah, Ji-Jimin...

Después de unos minutos alcanzó el clímax en un ronco gemido, sintiendo cómo su alma regresaba a su cuerpo mientras las gotas de semen empapaban su mano y otras caían al suelo.

Agotado, Yoongi apoyó su cabeza contra la puerta, respirando entre jadeos. Su pecho subía y bajaba apresuradamente, luchando por recuperarse de ese devastador orgasmo.

Guardó su miembro y se dirigió al baño, dispuesto a limpiar su "pequeño" desastre. Abrió el grifo, dejando el agua correr mientras observaba fijamente su reflejo.

Sus labios se crisparon y entonces, comenzó a reír.

Reír y reír.

«¿Qué carajos está mal conmigo?» pensó mientras se aferraba al lavabo, aún riéndose a carcajadas pero cabizbajo.

—Debo tener el control —susurró, riendo entrecortadamente—. Si pudiera llorar... ¿lo estaría haciendo ahora mismo?

Así que ahora estaba hablando consigo mismo. Debía tranquilizarse o de lo contrario...

Una vez terminó de limpiar, Min se tiró hacia su cama. Necesitaba poner sus pensamientos en orden, no podía permitir que la "visita" de su padre le afectara. Porque simplemente no lo hacía, no había motivo para darle importancia.

Sin embargo, ciertas palabras dichas por él se habían clavado en su mente.

«Si ese chico es inteligente y se da cuenta a tiempo, te abandonará» una sensación de vértigo envolvió a Min al contemplar esa posibilidad. Siendo honesto, no concebía un futuro en el que Park Jimin se cansara de él.

O al menos, eso prefería creer.

La probabilidad de ser abandonado no era nula, y la certeza de que se quedara con él tampoco era absoluta. Pero aunque el chico pensara en alejarse, Min no lo permitiría. Park era suyo, solo él decidiría el final, no Jimin.

Incluso si llegara a odiarlo, a Yoongi no le importaba.

Porque él era despiadadamente posesivo. Y egoísta.

Y si retenerlo a la fuerza era la única opción que le quedaba, así sería.

Sacudiendo la cabeza, decidió cerrar los ojos. Tal vez dormir un poco le ayudaría a aclarar su mente atormentada.

Sin embargo, alguien tocó el timbre.

Después de siete intentos, Yoongi decidió bajar para abrir la puerta.

—¿Qué haces aquí?

Definitivamente no esperaba ver a Park Jimin detrás de la puerta. No después de que este le hubiera prácticamente ignorado durante toda la semana.

¿Por qué tuvo que aparecer justo ahora?

—Yo... uh... —comenzó a balbucear, optando por mirar hacia sus zapatos—. Q-quería sorprenderlo, ¿es un mal momento?

Yoongi suspiró.

—Pasa —exclamó, haciéndose a un lado.

Jimin se apresuró en entrar, tratando de ignorar su penetrante mirada. Sin que el chiquillo se diera cuenta, una pequeña sonrisa se curveó en sus labios.

Yoongi debía orillar al chico a necesitarlo tanto como él comenzaba a hacerlo...

—No deberías haber venido.

—¿Por qué? —la cara confundida del chico era todo un poema.

...y no había mejor forma de lograrlo que jugando un poco con su mente.

—Porque eras la última persona que necesitaba ver en este momento —gruñó, caminando hacia la sala. Jimin le siguió en silencio—. ¿Quieres algo para tomar?

—N-no, estoy bien —Jimin formó un pequeño puchero—. Profesor, ¿quiere que me vaya?

Min reprimió una sonrisa.

Era momento de la actuación.

[...]

(Actualidad)

Jimin apenas pudo dar dos pasos dentro del departamento antes de que su cuerpo fuera azotado contra la pared. Jadeó ligeramente ante el impacto, no había sido precisamente suave. Los fuertes brazos de su profesor rodearon su diminuta cintura, estrujándola con firmeza.

—¿Qué debería hacerte primero? —exclamó el profesor con voz ronca, juntando su frente contra la del menor.

El suave aliento de Min rozó delicadamente sus mejillas, desencadenando un ligero estremecimiento en su cuerpo. La mente de Jimin se sumió en un vacío total, incapaz de articular cualquier palabra, entregándose por completo a la irresistible atracción que le provocaba la cercanía de ese hombre.

—Béseme —exclamó Jimin.

Yoongi obedeció con gusto, sus besos eran feroces y hambrientos. Reclamaba la suave boca del menor como si fuera su derecho, y disfrutaba de su sabor como si fuera el manjar más exquisito. Los pequeños brazos del rubio se aferraron a él con fuerza, como si temiera caerse incluso cuando era sostenido con posesividad.

Jimin jadeó al sentir que su labio inferior era mordido con intensidad, y un nuevo escalofrío recorrió su cuerpo al percibir el característico sabor metálico entre los besos. Min se entregó a su deseo, succionando sus labios y emitiendo gruñidos complacidos al saborear la sangre del menor.

Las manos firmes del profesor exploraron la piel del chico, tocándolo de una manera que Jimin solo podía describir como exquisita.

—Ah...

Los gemidos de Jimin se entrelazaron con la sensación de los dedos de su profesor explorando bajo su ropa, acariciando la piel que hervía de excitación. Poco a poco sus prendas superiores desaparecieron, dejándolo con su torso al descubierto.

El roce del aire frío acarició sus pezones, los cuales se endurecieron al instante. Un destello maquiavélico iluminó los ojos del mayor al notar esa respuesta ardiente.

Yoongi continuó con el rastro de besos, concentrándose en el hueco expuesto de su cuello. Lamió y mordió con maestría, demostrando su destreza única.

Jimin ahogó un jadeo al ser elevado por Min, quien le obligó a rodear su cintura con las piernas y aferrarse a sus hombros. El menor dejó salir un suave gruñido al rozar su miembro completamente erecto contra el vientre de su profesor.

—Apenas te he tocado y ya estás desesperado —Min sonrió, mostrando sus rosadas encías, tan adorable—. Eres un sucio.

Jimin se removió, intensificando la fricción entre ambos.

—T-tóqueme más, por favor —suplicó acariciando suavemente la espalda del mayor—. Lo necesito...

Min ladeó la cabeza, acercándose a su revoltoso alumno, rozando sus labios contra los de él sin llegar a tocarlos realmente. Jimin, ansioso, se inclinó para unir sus bocas, pero el mayor no se lo permitió, apartándose mientras provocaba con burla su creciente frustración.

Jimin frunció el entrecejo al ser depositado nuevamente en el suelo, su mirada confundida se encontró con la de Min, quien se alejó gradualmente, manteniendo una distancia prudente.

—No más besos por ahora —exclamó—. Voy a enseñarte una lección.

Después de pronunciar esas palabras, el profesor se encaminó hacia las escaleras. Jimin interpretó su silencio como una clara indicación para que lo siguiera, y así lo hizo.

***

Holi, je.

Bajen las antorchas, sé que se quedó en la mejor parte pero, esperen, prometo que la próxima semana hay actualización. 🫶🏻

Muchísimas gracias por leer, esta historia ya llegó a 17k, estoy muy feliz por eso.

—Cherry. 🍒

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