Capítulo 42

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"Si hubiera sabido que todo terminaría de esta forma, ¿aún estaría aquí?"

Jimin sostenía la caja entre sus manos temblorosas, ignorando los gritos que resonaban al otro lado de la puerta.

—¿Por qué huyes de mí, amor? No quiero pelear.

"Por más que adelante el tiempo,
no puedo ver el futuro que había imaginado".

El joven cerró los ojos con fuerza, aguantando la respiración mientras su corazón latía desbocado, resonando en sus oídos. El nudo en su garganta se hacía más grande con cada segundo que pasaba, y el sudor frío perlaba su frente.

"Llené tu corazón con mi cariño,
pero ahora me siento tan vacío".

—Jimin, vamos a hablarlo, ¿sí? No tenemos que llegar a los extremos. Solo... hablemos —la voz suplicante seguía insistiendo desde el otro lado.

"Creí todas las mentiras que susurraste sobre mi piel. Aún cuando no eran sensatas".

—Contaré hasta tres.

Ignorando las palabras de quien un día quiso, Jimin abrió lentamente la pequeña caja. Su rostro reflejó una mezcla de sorpresa, miedo y confusión al ver su contenido, mientras su estómago se revolvía y apenas lograba soltar un jadeo silencioso.

"¿Realmente valió la pena?"

El repentino chirrido de una puerta al abrirse a sus espaldas le hizo voltear lentamente, como en una escena de película de terror.

Yoongi entró a la habitación y, al ver la expresión de Jimin, susurró con voz grave:

—Nunca debiste ver eso.

"Dime, Yoongi.
¿Valió la pena?"



[...]



(Meses antes-actualidad)

Un ligero destello de luz se posó sobre el rostro de Jimin, disipando lentamente el sueño que aún le envolvía. Aunque la habitación permanecía en penumbra, la rendija de luz proveniente de la puerta entreabierta le permitía distinguir su entorno con algo de claridad.

Se frotó suavemente los ojos, incorporándose en la cama y escudriñando el silencioso ambiente.

—¿Profesor? —murmuró con la voz rasposa por el sueño.

El susurro de telas deslizándose se hizo más perceptible a medida que los vestigios del sueño se desvanecían. Jimin se encontró con la figura del mayor, quien se desprendía con cuidado de su camisa además de desatar el nudo de su corbata, él estaba observándolo fijamente.

—Lo siento —dijo—. No era mi intención despertarte.

Jimin frunció el entrecejo.

—¿Qué hora es?

—Probablemente medianoche —Yoongi alzó los hombros, depositando en la mesita auxiliar unas llaves y cartera—. ¿Dormiste bien?

—Sí, supongo —Jimin murmuró, acariciándose los brazos con nerviosismo, de pronto sintiéndose incómodo—. Usted salió...

Yoongi emitió un suave sonido de afirmación, como si estuviera de acuerdo con esa observación. Jimin lo observó moverse de un rincón a otro, probablemente organizando algunas cosas antes de que él también decidiera dormir.

—Me desperté hace un rato, pero no lo encontré... ¿A dónde fue?

Después de concluir la pregunta, el mayor detuvo sus pasos. Jimin captó la tensión palpable en el cuerpo de su profesor, siendo un detalle efímero, pero que no pasó desapercibido para él.

—Tuve que terminar con un problema, nada del otro mundo —respondió con simpleza, prosiguiendo con lo que estaba haciendo.

—¿Pudo resolverlo?

Jimin contuvo el aliento cuando la mirada de Yoongi se encontró con la suya. Los iris del mayor tintineaban en una expresión que le hizo sentir frío y caliente a la vez. Había algo de satisfacción en esos ojos, pero también un oscuro misterio que lo dejó desconcertado.

—Lo hice —exclamó con voz firme, alzando ambas cejas—. No volverá a interferir con mis planes.

Aquella respuesta solo aumentó la intriga de Jimin, pero decidió no indagar más al respecto.

De pronto, el colchón cedió bajo el peso de Yoongi, y Jimin arqueó una ceja cuando este comenzó a gatear hacia él, empujándolo suavemente hacia atrás hasta que quedó recostado en la cama, con el mayor sobre él.

El cuerpo de Jimin tembló cuando las frías manos de Yoongi sujetaron su rostro con delicadeza, tratando de no tocar la zona lastimada. Le provocó un jadeo ahogado el sentir los pulgares del mayor acariciar sus mejillas, que seguramente estaban sonrojadas.

—¿Puedo besarte? —preguntó repentinamente el mayor, sorprendiendo a Jimin.

—Puedes...

Yoongi inclinó su cabeza, atrapando suavemente los labios de Jimin en un beso lento y exploratorio. La sensación de satisfacción era mutua, algo sensual. En contraste con otras ocasiones, Yoongi ahora parecía desear besarlo con calma, como si quisiera inmortalizar en su memoria el sabor de aquellos labios esponjosos.

Jimin enredó sus dedos en las hebras oscuras del mayor, inclinando la cabeza para intensificar el beso. Un leve gemido escapó de sus labios al sentir las manos de Yoongi recorrer su cuerpo, enviándole escalofríos que le erizaron la piel.

—Quiero hacerte mío, Jimin —murmuró Yoongi entre besos, su voz cargada de deseo—. Quiero que sientas tanto placer que no puedas contener tus gemidos, incluso si llegas a morderte el labio hasta que sangre.

Jimin jadeó ruidosamente, inclinando la cabeza para permitirle al mayor un acceso más amplio, el cual aprovechó para besarle el cuello con avidez.

—Mh... —gimió, separando ligeramente las piernas para facilitarle el acceso al profesor.

Cuando la fina tela de la ropa interior comenzó a deslizarse por los muslos de Jimin, Yoongi se detuvo, enarcando una ceja.

—¿También lo deseas tú?

—S-sí... por favor... —Jimin respondió entre murmullos, retorciéndose un poco bajo el cálido cuerpo de su mayor.

—No seré rudo contigo —advirtió Yoongi, inclinándose para recorrer con besos húmedos la cara interna de uno de los muslos del chico—. Hoy... solo por hoy, puedo dejar eso de lado. Quiero hacerlo.

Jimin asintió, emocionado y expectante por ello.

—Uhm... está bien, y-yo también lo deseo.

El mayor prosiguió con la exploración: besando, mordiendo y succionando la piel en su paso. Cuando los labios del mayor alcanzaron la zona sensible de la intimidad de Jimin, este se aferró a las sábanas con fuerza, arrugando la tela bajo sus puños.

Un gemido contenido escapó de sus labios al sentir la lengua de Yoongi deslizarse provocativamente sobre la extensión de su miembro semi erecto, enviándole al chico un escalofrío mientras arqueaba su espalda.

—Y-Yoongi... ah....

Los ojos de Jimin comenzaron a cristalizarse debido a la excitación. En algún momento se encontró con la mirada intensa de su profesor que aún continuaba entre sus piernas, provocando que el rubor en sus mejillas se intensificara, obligándolo a apartar la vista, de pronto sintiéndose cohibido y vulnerable.

A pesar del sollozo lastimero de Jimin, el mayor decidió interrumpir la felación para dirigir sus atenciones hacia el torso del chico. Allí, comenzó a lamer y estimular delicadamente sus pequeños pezones, deleitándose con los temblores y suspiros que provocaba en el menor.

Dejó una pequeña lamida en la zona y, con sus dientes, tiró suavemente de uno de los pezones, disfrutando del gemido agudo que escapó de los labios del chico en respuesta. Repitió el gesto con el otro pezón, observando con satisfacción las reacciones intensas de Jimin ante cada caricia y provocación.

—Eres mío... —murmuró Yoongi repentinamente al oído del chico—. Solo yo puedo tocarte así, solo yo puedo satisfacerte.

Jimin no respondió con palabras, simplemente se aferró con fuerza a la fornida espalda del mayor, buscando cercanía.

—Dilo —ordenó Yoongi con impaciencia—. Necesito escucharlo de ti. Dime que solo me necesitas a mí, que solo yo puedo satisfacerte en todos los sentidos, que eres mío, que me quieres.

El menor asintió con fervor, incapaz de articular con claridad sus pensamientos y emociones.

—Dilo.

—S-solo te necesito a ti —jadeó—. Nadie más podrá satisfacerme como tú... soy tuyo —declaró Jimin en un murmuro apenas audible, atreviéndose a acariciar las mejillas del profesor—. Te quiero a ti, solo a ti, Yoongi...

Los ojos del profesor centellearon mientras volvía a reclamar los labios de Jimin en un beso apasionado que logró arrebatarles el aliento a ambos.

—Nunca te dejaré ir —advirtió Yoongi contra los labios del joven—. A este punto, no podría hacerlo.

—Entonces no lo hagas...

Definitivamente, aquella sería una noche larga.



[...]



La mañana se volvió más inquietante de lo que Jimin había imaginado.

Se encontraba en la isla de la cocina, esperando pacientemente una taza de café, cortesía de Yoongi, quien se ofreció a prepararla sin que Jimin se lo pidiera. Desde que salieron de la cama, un silencio incómodo se instaló entre los dos.

Jimin se sentía un poco avergonzado por lo sucedido esa madrugada, mientras que Yoongi... era difícil de decir.

—Aquí tienes —dijo Yoongi en un tono de voz monótono, colocando la taza humeante frente a Jimin junto con algunos sobres de azúcar—. Dame un momento y te traeré la leche.

Al menor ciertamente le desconcertaba la serenidad que Yoongi irradiaba. El mayor parecía estar completamente relajado esa mañana, como si el ajetreo del día anterior nunca hubiera sucedido.

Y aunque Jimin deseaba estar a la par, la angustia que aprisionaba su pecho se lo impedía. Había tantas cosas que quería decir y otras tantas que debía procesar, como el hecho de que su vida innegablemente cambiaría.

Jimin desvió lentamente la mirada hacia la espalda desnuda de Yoongi, quien estaba vertiendo el resto del café en su propia taza. No pudo evitar admirar cada músculo, ruborizándose al notar algunos rasguños rojizos sobre la pálida piel.

Definitivamente la pasaron bien anoche. Más que bien.

—¿Quieres galletas? —Yoongi exclamó, sacando a Jimin de sus propios pensamientos—. Creo que tengo un paquete en la alacena.

Jimin suspiró.

—Necesitamos hablar —murmuró, removiéndose inquieto en la silla—. Aprecio que usted intente mantener la calma y hacer que esta mañana parezca ordinaria, pero yo no puedo estar tranquilo.

Yoongi le dedicó una mirada por encima del hombro, pero no dijo nada.

—Ayer no me dejó regresar a... la que era mi casa —continuó, con un tono decaído—. Tal vez fue lo mejor, también aprecio que haya cuidado de mí, pero... eso no cambia lo que le confesé. Mi padre sabe lo que ha pasado entre nosotros, mi madre también. Ninguno de los dos estará tranquilo hasta que las fotos que ambos poseen lleguen a la policía o incluso al director del instituto.

Yoongi se sentó junto a Jimin, mirándolo fijamente.

—Pero, a pesar de saber todo eso... ¿cómo puede mantener la calma? —frunció el ceño—. ¿No le preocupa que su reputación pueda verse manchada en algún momento? ¿Que quizás en el futuro usted y yo ya no...?

Las palabras se quedaron atrapadas en su garganta cuando Yoongi tomó delicadamente sus manos, acariciando el dorso de estas con su pulgar.

—No quería decírtelo hasta dentro de unos días para que pudieras procesar toda esta situación —explicó Yoongi, manteniendo aquella mirada serena que le caracterizaba—. Ayer visité a tus padres.

Jimin jadeó, su rostro deformándose en una expresión herida.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¡Yo debía saberlo! ¿Y si mi padre te hacía algo? ¿Cómo podría saberlo?

Intentó apartar sus manos, pero Yoongi las retuvo con firmeza.

—Nunca quise hacerte sentir que tu opinión no importa, pero este era un asunto que debía resolver por mi cuenta —explicó, apretando con suavidad las manos del chico—. Tu padre estaba furioso, pero realmente no se atrevió a hacerme nada. No puedo decir lo mismo si hubieras sido tú quien se hubiera presentado nuevamente en su puerta.

—Aún así... —sacudió la cabeza, intentando organizar sus pensamientos—. ¿Qué pasó exactamente? No puedo ni siquiera imaginar lo que mi padre debió haber sentido al verte allí...

El atisbo de sonrisa apareció en los labios de Yoongi, pero rápidamente lo reprimió.

—El señor Park estaba decidido a ir a la policía. Si no me equivoco, incluso estaba a punto de subir a su vehículo cuando llegué a tu casa —Jimin jadeó, sintiendo horror y alivio por esa increíble coincidencia—. Parecía estar a punto de estallar de rabia al verme en su hogar; sin embargo, logré convencerlo de que habláramos un poco.

—¿Y de verdad accedió? Eso es... extraño...

—Créeme, ángel, incluso yo me sorprendí —asintió Yoongi, soltando las manos del menor para dar un ligero sorbo a su taza de café—. No entraré en detalles sobre esa conversación, lo importante es que llegamos a un acuerdo.

—¿Qué... qué tipo de acuerdo? —Jimin frunció aún más el ceño, su corazón latiendo desbocado en su pecho, presagiando algo malo.

Yoongi guardó silencio durante unos segundos.

—Monetario.

Los ojos del menor se abrieron en demasía y sus labios se separaron ligeramente debido a la sorpresa. Sabía que sus padres (o más exactos, el señor Park), eran capaces de todo. ¿Pero renunciar a una "venganza" solo por dinero? ¿Realmente eso les daría satisfacción?

—Tu padre me pidió una suma muy considerable de dinero, Jimin —agregó Yoongi, buscando la mirada del aludido—. Y a cambio, ellos olvidarían todo lo sucedido.

—¿De verdad ellos...?

—Querían deshacerse de ti —el mayor le interrumpió, su voz sonando más grave—. Solamente tomaron lo sucedido como una oportunidad para sacarte de sus vidas. Para siempre.

El menor apretó los labios, sintiendo un dolor agudo que se extendía como la pólvora en su pecho. No era tan ingenuo, él era perfectamente consciente de que nunca llegó a significar nada para sus padres. Pero saber que llegaron a esos extremos le dolía como el infierno.

Realmente, desde que nació, nunca nadie lo amó.

—Entonces, ¿las fotos...?

—Ya no existen —le aseguró Yoongi.

El menor asintió, limpiando algunas lágrimas que rodaron por su mejilla.

—Odio verte así, ángel —sin esperar respuesta, Yoongi rodeó a Jimin con sus brazos, permitiendo que el menor se acomodara bajo su barbilla—. Tal vez fue lo mejor, vivir en un ambiente hostil no es saludable para nadie.

Jimin dejó salir un sollozo.

—Tengo miedo, miedo de lo que pueda pasar en el futuro —suspiró con voz entrecortada—. Dependía de mis padres para todo, no solo para tener un techo donde dormir, sino también para la escuela... Nunca he trabajado, no tengo la menor idea de lo que significa valerse por sí mismo.

—Mh, no estoy de acuerdo en eso —Yoongi tarareó—. Has estado solo prácticamente desde siempre. ¿Cuándo fue la última vez que le pediste ayuda a alguno de tus padres para hacer algo? Soportaste solo todo el acoso que recibías en la escuela para ayudar a un amigo, incluso cuando él no lo sabía. Has hecho muchas cosas por tu cuenta, aunque ahora no lo veas —en contra de la voluntad del menor, Yoongi se separó de él para encararlo—. No los necesitas, nunca los necesitaste realmente.

Jimin quiso sonreír, de pronto sintiendo calma en su atormentado corazón.

—Y, por si aún no te ha quedado claro, me tienes a mí.

Yoongi se inclinó, sosteniendo el rostro de Jimin entre sus manos, disfrutando ver cómo sus rizos formaban un corazón.

—Lo que dije anoche es en serio —susurró Yoongi, con su mirada fija en los ojos avellana que lo observaban como si fuera su mundo entero (esperaba que lo fuera)—. Cuidaré de ti. A diferencia de tus padres, jamás trataría de deshacerme de ti.

Jimin permitió que las lágrimas de felicidad se deslizaran por sus mejillas. Estaba verdaderamente complacido con esa respuesta.

Desde que lo conoció, el profesor Min se había convertido en su pilar de apoyo, alguien en quien podía confiar plenamente, ser él mismo y descubrir cosas nuevas que nunca habría imaginado en su vida.

Yoongi era la única persona que merecía su total y completa confianza.

Lo tenía a él. Se tenían mutuamente.

Sí, definitivamente nada podría salir mal.



***

Alguien me preguntó qué haría si me encontrara con el profesor Min en la vida real.

La verdad, yo llamaría a la policía.

Quiero decir, el señor es guapo, caballeroso y hasta agradable de tratar, pero solo en apariencia porque en realidad... ☠️☠️☠️ Créanme, si alguien sabe quién es, esa soy yo, ya que fui quien lo creó.

Y hablando de eso, alguien deténgalo, ya que hasta parece que cobró vida porque sus diálogos y demás se escriben solos... Incluso comienzo a sentir que el profesor Min me está escribiendo a mí, y no al revés(? De locos.

Ahora les hago esa misma pregunta a ustedes, ¿qué harían si se encuentran con el profesor Min en la vida real?

Gracias por leer.

—Cherry. 🍒

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